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Madre e hijas una relación con mucho “futuro”

en Sexo con maduras

La imaginación es el detonante de todos los placeres. Todo depende de la imaginación. ¿Acaso no es de la imaginación de donde nacen la felicidad ylos placeres más intensos? 

 

El viaje de regreso fue totalmente distinto. Giordana y Milena iban muy calladas, traté en varias ocasiones sacarles conversación, salvo alguna leve y forzada sonrisa poco más pude conseguir. Entendía lo que les podía estar pasando por la cabeza, sobre todo a Giordana, era la responsabilidad de tener familia, sobre todo por los hijos. Distinta era mi situación, yo no tenía mujer ni hijos, para mí sería más fácil tomar una decisión. A nuestra llegada, nos despedimos en la estación de Milena y quedamos en hablar al día siguiente. Giordana y yo nos fuimos juntos y al llegar a la casa, después de los respectivos saludos, se puso a hablar con su marido, que según la iba oyendo su cara era de mayor seriedad y enfado. Cuando terminaron de hablar, Sabino se puso a hacer llamadas. Pero por su cara no había conseguido u obtenido lo esperado.

            Tuvimos una cena con los padres de Giordana y fue bastante entretenida gracias a ellos, porque las caras de su hija y de su yerno eran de funeral. Cuando estábamos con los cafés, Sabino tuvo una llamada y después de bastante rato, acudió con cara de aliviado y le dijo a su mujer que todo estaba casi arreglado, que no se preocupara. No hizo falta que me dijeran más, ella se quedaba, algo de tristeza en el fondo me dio, pero me alegre también por ella.

 Al día siguiente en el trabajo y a mitad de la mañana, Giordana vino a mi despacho y me confirmo que ella no se iría que su marido lo había arreglado, pero que tampoco se quedaría allí, que iría a otro puesto en la central. Como el que tenía anteriormente antes de estar en que estaba ahora. Era un retroceso, pero algunas veces el ascender o el ganar mas no da la felicidad. Me pregunto qué decisión tomaría yo y le dije que en un principio aceptaría, probaría como me iba y entonces tomaría la decisión definitiva, ella sonriendo me dijo que seguro que con mi carácter me iría bien. Luego vino Milena, nos contó que su preocupación era con la gente que se iba a encontrar, la forma de vida, que echaba de menos su país, sus costumbres… pero que le gustaba más como se vivía en Europa. Era un mar de dudas, Giordana estuvo animándola y le decía que además estaría conmigo, que seguro que yo la cuidaría bien.

La “teoría” es que nosotros pondríamos a funcionar los proyectos y luego volveríamos, lo que no nos decían era el tiempo, pero mis cálculos me decían que sería para largo. Mi primer destino era nuevamente la capital de Colombia, Bogotá. Esperaba que fuera más entretenido el viaje con la compañía de Milena, pero no fue así, ella iba triste y como preocupada. El viaje era largo y se estaba haciendo tedioso y demasiado aburrido, porque con lo habladora que era Milena, parecía que se había quedado muda.

-Vamos a dejarnos de tonterías Milena, ¿Qué es lo que te sucede? No te entiendo, creía que estarías contenta por regresar a tu tierra, ver tu marido, a tu familia… en el anterior viaje que hice, tu querías venir y ahora no comprendo nada…

-Tienes razón, en el anterior viaje si quería ir, pero porque sabía que luego volvería. Llevo ya bastante tiempo fuera, me he acostumbrado a vivir sola, a mi aire. Sin oír problemas a todas horas… me he acostumbrado a una vida mejor, no sé cómo decirte. La forma de vivir es muy distinta de un sitio a otro. Con esto no quiero decir que reniegue de mi país ni de mi gente, es difícil de poder explicar.

-Te entiendo. Pero es cuestión de adaptación y no quiere decir que te vayas a quedar ahí. Ya sabes que la política de esta empresa es tener a la gente fuera de su hábitat natural, para que no se distraigan y trabajen más.

- ¿A sí? No lo sabía.

-Mujer no puedo asegurar que sea así, pero tengo esa impresión.

-Pues ya me lo había creído. A todo esto… ¿Tu dónde vas a vivir?

-No tengo ni la menor idea. Me han dicho que ya estaba solucionado todo. Supongo que el famoso Don Camilo lo habrá solucionado ya.

- ¿Ese es el que vino a la central?

-Sí, ese es. Era el dueño de la empresa absorbida y ahora le han dejado un cargo honorifico, de representación, más que nada.

-Entonces no dará problemas.

-No estoy tan seguro. Porque de mandar y hacer siempre lo que él decía… ahora le costara, ya veremos. Pero es muy buen anfitrión al igual que el resto de su familia, no adelantemos acontecimientos. ¿Y tú?

-Yo iré a mi casa. Que se, que se me hará muy cuesta arriba.

-Seguro que tu marido te ayuda a adaptarte.

-Eso seguro, es muy buena persona, un poco tranquilo, pero buena persona.

- ¿Cómo es?

-Muy parecido a ti.

-Mira que bien, entonces es guapo… Jajaja…

-No lo decía por el físico, que en eso no os parecéis. Lo decía por lo enviciado que estáis los dos con el sexo.

- ¿Siiiiii…? ¿Segura?

-Ya te digo yo que sí.

-Pero… ¿Le has contado…? (Me interrumpió)

-No, no se lo he contado. Aunque el da por sentado que tal como soy, que no me he quedado quieta. Siempre me insiste para que le cuente si ha pasado algo.

-Entonces le da igual, que suerte.

-Una cosa son nuestras fantasías y aunque el muchas veces ha insinuado de hacer cosas, nunca hicimos nada. Que una cosa es decir y otra hacer.

Poco más hablamos, porque nos pusimos a dar una pequeña cabezada. Cuando me volví a despertar Milena estaba con los cascos oyendo música. Volvimos a hablar, pero esta vez todo relacionado con el trabajo, ella iba preocupa por cuales serían sus funciones y yo le repetí lo que ya hice anteriormente varias veces, ella venia en calidad de apoyo, ya que el resto de las personas que allí trabajan, seguirían teniendo “deferencias” con los anteriores gestores, que no se preocupara que ella solo dependería de mí. Esperaba que cuando llegáramos a nuestro destino estuviera Camilo esperándome, pero no fue así. Había un hombre con un letrero de la empresa y le reconocí de haberlo visto por la empresa cuando yo estuve.

Me llevo al mismo hotel de la otra vez y cuando bajamos mi equipaje, me dijo que él se tenía que ir para la empresa. Yo seriamente le respondí que primero llevaría a la señora donde ella le indicase, el trató de replicarme diciéndome la orden que le había dado su jefe, me puse más serio y le dije que no tenía idea de a qué jefe se refería, pero que por encima de él estaba yo, que no había más que hablar y que bajo mi responsabilidad la llevase. Milena estaba muy nerviosa y se quería ir en taxi o llamar a su marido, pero no se lo permití. Elk conductor a regañadientes la llevo a su casa y antes de irse le dije a ella que me llamara cuando llegara y que, si tenía algún problema por el camino que no lo dudase, que me llamara.

No me gustaba nada como se desarrollaban las cosas en ese momento, como sabía que al día siguiente tendría una reunión con el famoso Camilo, esperaría a dejar las cosas claras en ese momento. Milena me llamo para decirme que ya estaba en su casa y a preguntas mías, me conto que el conductor no le dijo nada a ella en concreto, pero que fue todo el camino, murmurando y protestando.

Al día siguiente, a pesar de haberle dicho al conductor a la hora que me tenía que recoger, no había nadie para llevarme. Me pidieron un taxi desde el hotel y llegue a la empresa. Milena estaba esperándome y con mala cara, le habían puesto trabas. Cuando entre estaba la secretaria de Camilo esperándome para acompañarme a su despacho. Al llegar al despacho vi que en la sala de juntas estaban los responsables de las áreas, directores… por cierto me vieron y pasaron de mi completamente, todo se iba poniendo cada vez mejor. La secretaria me dijo que esperase y entro al despacho, al rato, que no fue mucho salió “D. Camilo” con aire de superioridad, me dio la mano con displicencia y me dijo que nos estaban esperando. El inicio el camino hacia la sala de juntas, pero yo me quede parado, él se giró, se me quedo mirando y le dije… “Antes, hablemos los dos solos”

Contrariado me llevo a su despacho y antes de que pudiese iniciar ninguna conversación le dije…

-Camilo o Don Camilo, me da igual. Antes de reunirnos con nadie y ya que no ha tenido la deferencia de hablar antes conmigo, tendremos ahora que deprisa y corriendo asentar las bases de esta nueva etapa. Usted o tú, como prefiera, no manda ya aquí, no dirige esta empresa, es un buen “relaciones publicas” muy bien remunerado. Al que yo, si cada uno sabemos dónde estamos, le seguiré tratando con el mismo respeto que cuando nos conocimos. Pero si trata de torearme, no me dejara otra opción, que aclarar su nueva situación y quien es quien manda. Pero todo se puede hablar…

-Por favor, tutéame. No sé lo que ha pasado, te noto como violentado.

-Bien Camilo. De verdad quiero que nos llevemos bien. No me trates como si fuera tonto.

Tuvimos una conversación de más de una hora y quedaron claras las cosas, tan claras que, en la reunión con el resto de responsables, el empezó diciendo que lo que yo dijese no se discutía… Reconozco que el intercedió por la gente que él había colocado, para que se les respetasen los puestos. Me comprometí con él, que, si todos estaban a la altura, por mí no habría ningún problema, pero que había que cambiar muchas “costumbres” que tenían a la hora de trabajar.

Paso un mes, mi rutina era del hotel al trabajo y del trabajo al hotel. Me daba la sensación que Camilo de alguna manera sabía lo que había pasado con su mujer y con su hija pequeña, porque no me volvió a invitar a su casa. Camilo apareció por mi despacho, venía a comunicarme que el apartamento que yo había elegido, ya estaba preparado para que yo pudiera irme a vivir allí. Fue uno que elegí entre varios, fue el que más me gusto, era un piso alto, tenía piscina, u gimnasio que me llamo mucho la atención de lo bien preparado que estaba, tenía personal de seguridad, unas vistas muy bonitas, la única pega que le hacía falta una mano de pintura, una buena limpieza y pequeños detalles, además de que había que amueblarlo. Era de alquiler, que lo pagaba la empresa.

Cuando me dijo que estaba preparado para poder entrar a vivir, me extraño bastante, porque había que elegir el mobiliario, algo que tardaría un tiempo. Me hizo que le acompañara a verlo, se puso muy persistente y no me quedo más remedio que ir. Llegamos y me lleve la primera sorpresa, estaban en el piso o apartamento, su mujer Fernanda y su hija mayor Camila, que para no variar estaban las dos para “comérselas” enteritas. Estaba todo amueblado, lo habían hecho entre las dos. Otro lo mismo se hubiera enfadado, pero yo me alegre, además tenían muy buen gusto. Y lo remato todo, cuando vi el cuarto de trabajo que estaba perfecto y según dijeron había sido cosa de su hija completamente y luego el dormitorio mío, vi la cama y ya me quedé tranquilo.

Solo encontré una pega, pega que me calle, era la iluminación, que era perfecta pero no la que me gustaba a mí, no le di importancia porque lo podría solucionar más adelante. Fernanda me demostró su disgusto por no visitarlos en su casa, pero con la disculpa del trabajo, de las reformas en los puestos de personal… puso una sonrisa y acepto mis disculpas. Ver a esas dos mujeres y el tiempo que llevaba yo en “blanco” me puso al instante como un toro de miura. Me dijeron que tenía que estrenar la casa con una buena comida, que era costumbre allí, no sabía si era verdad porque me sonó a que no era costumbre, pero dije que sin problemas. Camilo se puso a hablar por teléfono, atendiendo a una llamada que había recibido, la hija se fue a la habitación de trabajo, para encender mi ordenador para explicarme una cosa. Yo mientras le dije a Fernanda, que la mejor “comida” la que quería hacerla en la cama, que había que inaugurarla también y que mejor que con ella. 

Ella con sonrisa malévola y con un tono de reproche me contesto… “Ah, creía que ya no querías verme o que preferías ver a mi hija pequeña…” pase de lo que había dicho y le pregunte directamente… “¿Vas a venir a inaugurar la cama o no?” como vi que se hacia la dura o la interesante, le dije que no era obligatorio que ya encontraría alguna voluntaria. Se quedó muy seria y no dijo nada más. Camila me llamo y me explico una seria de cosas de la domótica de la vivienda. Olía estupendamente. Al estar solos y mientras me explicaba todo, al estar ella sentada, yo tenía mi mano apoyada en su cuello y aproveche para pasar mis dedos muy sutilmente por su cuello. Me gusto sentir como se ponía “nerviosa” pero más me gusto que no se quitase, ni protestase. Ya nos íbamos todos, cuando les dije que ese sábado les invitaba a comer o cenar, lo que prefirieran. Al final quedamos en cenar. Ese mismo día fui al hotel y me cambien a mi nueva vivienda.

Encontré quien me dejara preparada la cena para el sábado. Esa noche pensaba follar con una de las tres, sabiendo que con quien tenía todas las posibilidades era con Paulina, aunque a mí me apeteciera más la madre. Pero no estaba para elegir, la necesidad era superior. Llegaron a la hora justa, las tres venían espectaculares, vestían de forma informal y todas con faldas, dejando ver las piernas tan bonitas que tenían las tres. Les hice pasar al salón, que se sentaran y les serví una bebida antes de cenar. Yo fui a la cocina para terminar de preparar lo que faltaba y llegaron las dos hijas a ayudarme. Paulina sin cortarse ni un pelo y delante de la hermana, vino me agarro bien agarrado el paquete y me dijo que la había mechado mucho de menos. Paulina le decía a la hermana que se acercara y tocara, que vería como no la había engañado, pero Camila se quedó en su sitio, con ojos de deseo, pero no se acercó.

La cena se desarrolló con miradas de complicidad y deseo, entre las mujeres y yo. Otra cosa que me di cuenta era que Camilo ya no estaba tan arrogante conmigo, más bien estaba un poco más apocado y respetuoso. En los postres me entere de que uno de los que yo tenía más ojeriza era hermano de Fernanda y ella me dijo que le habían dicho que estaba siendo muy duro, medio en favor de él. Me comprometí a hablar con él y tratar de llegar a un mejor entendimiento. Lo que alegro a todos. Dejándole claro que no es que yo estuviera siendo duro, es que a mí me presionaban para una serie de cosas y tenía que cumplir.

Sin esperármelo las dos hijas se levantaron y sin más dijeron que se marchaban, que habían quedado, pero el padre reacciono con voz seria y de mal humor, diciéndoles que no se había acabado de cenar y que lo que acababan de hacer era una falta de respeto. Me dio una punzada en el estómago, por no decir en otro sitio, que la situación se pusiera así. Mi frustración llego a lo más alto, pero no perdí la sonrisa en ningún momento. Quite leña al fuego cambiando de conversación. Todo se había enfriado un poco, menos yo. Transcurrió una hora desde el enfado del padre e intermedie para que se pudieran ir las hijas, haciéndole ver que no me molestaba. Camilo se relajó y cedió, cuando Fernanda le convenció para que las acercara el a donde iban, que no era hora de andar solas por ahí. Accediendo Camilo a llevarlas y cuando se fue nos dijo que en un momento estaría de vuelta.

No habían terminado de salir por la puerta marido e hijas, cuando ya estábamos enfrascados los dos, comiéndonos la boca de manera desenfrenada. Nos metíamos mano de la misma manera, mientras nos movíamos camino a la habitación y nos desnudamos del todo en ella. Le empujé a la cama y no perdí el tiempo, ya que tendríamos poco y hundí mi cara entre sus piernas, su coñito estaba delicioso, súper mojado y al sentir mi lengua dentro de él, su cuerpo se encorvo. Ella me pedía desesperada que se la metiera ya que no perdiera el tiempo. Casi me corro al sentir sus jugos en mi boca, llevaba tanto tiempo sin probar un coñito, que me volvía loco lamiéndola. Se quitó bruscamente, quería que la follara y ya, le dije que me debía su culito que me lo prometió y ella me dijo que la próxima vez lo intentaríamos, pero que ahora la follara, sonó como si fuera una súplica desesperada, se tumbó boca abajo, quería que la follara así. Me puse encima y se la metí en su coñito por detrás, pego un gemido fuerte, movía su culo con fuerza y yo empecé a penetrarla con “violencia” con todas mis fuerzas.

Fernanda no protestaba, todo lo contrario, me alentaba a que no parara, mientras notaba como ella se tocaba a la vez que la penetraba y me avisaba de que estaba a punto, quería que nos corriéramos los dos a la vez, a mí ya me quedaba poco y en el momento que ella se corría, hice yo lo mismo, mientras sonaba a la vez el teléfono interior de la vivienda. Lo maldije, pero lo cogí, era la seguridad que me preguntaban si Camilo podía entrar, les dije que sí, que podía pasar. Me vestí a toda velocidad y Fernanda se fue al baño. En cuanto llego Camilo, le pedí disculpas porque le hubiera parado en la entrada, que no entendía como acabando de salir le habían parado. Él lo vio normal y no dijo nada más, cuando me pregunto por su mujer, le dije que acababa de ir al baño.

Cuando salió del baño, venia como siempre, fresca como una lechuga y diciendo que ya era muy tarde que sería mejor marcharse, Camilo hizo como una expresión de resignación y se fueron. De buena gana me la hubiera estado follando más tiempo y seguro que le hubiera follado ese culazo tan provocativo. No me había quedado “bien” ya que fue como un aperitivo, aunque sabía que, ahora habiéndose relajado la carga de trabajo, sería más fácil conocer la ciudad y la diversión. Recogí todo y me fui a dormir. Estaba en lo que se dice el primer sueño, cuando sonó de forma insistente el teléfono interior. Como estaba medio dormido, me desconcertó. Cuando conteste lo primero que hicieron fue pedirme disculpas, pero que había una señorita que insistía en subir. Lógicamente pensé en Paulina, pero me desperté del todo cuando oí que era Camila. Les dije que la dejaran subir.

Como siempre duermo desnudo, abrí el armario y cogí unos pantalones cortos y una camiseta, de lo que uso para hacer deporte. Aunque una vez que me lo puse me dije a mi mismo, que no hubiera pasado nada por recibirla desnudo, ya nos habíamos visto desnudos en la piscina de su casa. Una vez que subió, la hice pasar al salón, me interesé del motivo de esa visita inesperada. Estuvo divagando durante un rato, se notaba su nerviosismo, sobre todo porque no paraba de hablar. Me acerque y la bese. Hizo como si se ofendiese y como si quisiera seguir hablando, pero al segundo beso, ya nos enzarzamos los dos. Besaba de forma muy distinta a su madre y a su hermana, lo hacía con más deseo, más morbosamente, de forma muy ardiente. Si en el resto era así sería una noche gloriosa.

Cuando me quise dar cuenta, la tenía entre mis piernas y con mi polla en la mano. Miraba mi polla de forma absorta y por fin se decidió a comérsela. En ese preciso momento me di cuenta, que después de haberme follado a su madre con las prisas, al final no me lave. Estaba chupándose la polla impregnada con la corrida de su madre. Ella en las primeras lamidas, se quedó como diciendo, esto a que sabe. Pero siguió hasta empezar a hacer una mamada de película. Tenía poco más de 19 años, pero se le notaba una experiencia pocas veces vista por mí. Sin lugar a dudas mejor que la madre y la hermana. Palpaba como le gustaba mamármela, era todo vicio. Lentamente se la metía hasta el fondo de su garganta, yo lo disfrutaba, pero ella mucho más, su cara lo decía todo.  

Su melena no me permitía en algunos momentos ver como lo hacía, una de las veces que quise apartar su melena de su cara, sin querer le di un tirón del pelo y me encontré con que no protesto, se dejó y me miro con cara de lujuria. Se me pasaron varias cosas por la cabeza, pero me dije que ya tendría tiempo, que para ser el primer día no la asustase. Hice que se levantara y que se desnudara para mí. Ya no era la chica nerviosa, me miraba con mucho vicio en sus ojos y empezó a hacer una autentica exhibición con su desnudo. Lo hacía tan excitante, que mientras la veía no podía evitar tocarme mi polla. La parte culminante fue cuando se quedó de espaldas. No pudiendo ver todavía esas tetas preciosas que tenía. Se agacho sin doblar apenas las piernas. Bajándose el tanga que la tira se la comían esas nalgas redondeadas y respingonas.

Era toda una invitación a follarse ese culito. Luego se dio la vuelta, viendo mejor y con más detalle que la última vez, esas dos tetas que eran mucho más grandes que las de la madre, en forma de pera y pelín caídas, que le daban un toque muy morboso, todo eso coronado por dos pezones grande puntiagudos y de aureolas grandes. Un manjar exquisito para cualquier boca. De otra cosa me di cuenta, se había quitado la tirita de vello que tenía, estaba depilada completamente. Yo mientras me había quitado el pantalón corto, no quería que nada me molestase. Se acercó lentamente y sin dejar de mirarme a los ojos, cuando estuvo a mi altura, abrió las piernas, dejando las mías en medio. Estiro sus brazos, cogiendo mi camiseta y quitándomela. Se agacho y me mordisqueo los pezones, mientras yo tocaba su encharcado coñito.

Con mis dedos bien mojados quise “probar” otras zonas, acariciaba la entrada de su culito, ella seguía con mis pezones y haciéndome una suave paja a la vez. Al contrario que su madre, cuando noto entrar un poco mi dedo, además de un respingo, se quejó suavemente, pero hasta ahí, no dijo nada más. Hice que se sentara y se clavara mi polla, lo hizo mirándome nuevamente con mucha intensidad, tenía mucha fuerza en esa mirada. Empezó con un movimiento lento, sugerente, moviéndose más con un contoneo, que metiéndosela y sacándosela. Mis dedos nuevamente buscaron su culito y según enraba mi dedo, ella acompaso sus movimientos, como si me estuviera invitando a que entrara más. Todo esto sucedía mientras yo saboreaba sus duros pezones. Lamiéndolos y succionándolos suavemente, notando como con cada lamida su cuerpo se movía.

Me pidió que fuéramos a mi cama. Le dije que de acuerdo y se fue a levantar, pero no la deje. Me costó mucho, pero me logre levantar sin sacársela de su coñito, ella enseguida paso sus piernas por mi cintura, atrapándome fuertemente, mientras nos comíamos la boca e íbamos así a la habitación. Una vez en la habitación, me dijo que nadie la había llevado “clavada” a ningún sitio. Si ella estaba caliente y chorreando, yo estaba re-caliente y mi polla ardiendo. Le dejé sobre la cama y fui a comerme su coñito, estando al segundo en un delicioso 69. Me comía su coñito con glotonería y lo follaba con mis dedos, como también me follaba su culo de la misma manera, estaba tan caliente que le daba igual, me dejaba hacerlo sin poner ninguna pega.

Me di cuenta de que se corría, cuando apretó de manera fuerte y compulsiva sus labios sobre mi polla, dejándola atrapada en su boca. Como se retorció y las “convulsiones” que tuvo de forma “violenta” fue un placer notar su corrida en mi boca. Una vez que termino aflojo su boca y se oyó una exclamación larga de placer. Ella quería seguir mamándomela, yo sabía que tardaría en correrme, ya que no hacía mucho me había corrido con su madre. No la deje, quería follarla bien follada, que se acordara de esa noche. Hice que se pusiera a cuatro y me comí por detrás su coñito nuevamente, para luego irme a su culo y oír como gemía mientras mi lengua penetraba en su culito. Pare de comerle el culo y con mis dedos follaba su coñito, mientras miraba el tentador culo que tenía ante mí, estaba para ser azotado y luego follado, pero había que ir despacio.

Me puse detrás del todo y flexionando un poco mis piernas, metí mi polla en su coñito, ella movió su culo hacia detrás para que entrara más rápido. La follaba con mucha lentitud y notaba como ella se desesperaba, tanto se desesperó que protesto, cogí su melena y tire de ella, sin ser muy brusco, eso hizo que tuviera como un ronroneo, le dije que no protestara, que allí mandaba yo, ella no respondió nada. Lo que aproveche para de manera “suave” darle un azote en una de sus nalgas, me quede expectante mientras la follaba hasta que me dijo con voz excitada que si quería podía darle otra nalgada. Le di un par de ellas más y se movía de forma lujuriosa. Ahora si era el momento deseado, se podía intentar, la notaba súper excitada.

Saqué mi polla toda mojada y se la puse en la entrada de su culito. Se tensó un poco y solo me pidió que no la hiciese mucho daño, que fuera cuidadoso. Me costó en un principio, estaba muy apretada, sentía como ella se contenía, resoplaba, pero lo importante era que se dejaba. Aunque me decía que despacio, que parara, que continuara, así lo fuimos haciendo poco a poco. Ya la tenía casi toda dentro de su culo, me pregunto cuanto faltaba y le dije que muy poco. Ella me pregunto si decía la verdad y le dije que sí, porque además era verdad. Fue cuando me dijo que cuando ella me avisara le metiera de golpe lo que quedaba. Yo sabía que le dolería, pero si era lo que quería…

Note como respiro profundamente y no espere a que dijera nada, se la metí de golpe. Sus brazos cedieron y paso de estar a cuatro, a estar tumbada y con toda mi polla dentro. Se le escapo un quejido, pero solo uno. Nos quedamos muy quietos. Le dije que empezara ella a marcar el ritmo. Me dijo que no, que lo hiciera yo, que de eso se veía que sabía más. Al principio hice movimientos muy suaves, livianos. Hasta que empecé a notar que ella me acompañaba, empecé a coger más ritmo y cuando ya estaba dispuesto a follarla como quería, se paró de golpe, se trató de quitar y me dijo enfadada, utilizando un término que ahora no recuerdo, pero que aquí seria como que era “Un cabrón, un mal nacido…” pensé que le había hecho daño, pero no era eso. Me dijo que me había follado a su madre, le pregunte porque decía eso y me dijo que la cama olía a ella, a su perfume.   

Pero cuando recordó la mamada y el sabor, se enfadó más aun, se puso rabiosa y se quiso quitar, pero seguí follándola con decisión, maldecía, pero su culo la traicionaba, porque se movía de forma provocativa. Con la respiración entrecortada por la excitación, hacía ver como si estuviera enfadada, diciéndome que era mala persona, que no conforme con follarme a su hermana y a ella, también me había follado a su madre, traicionando la confianza de su padre. Ya no se quería quitar estaba al borde de la corrida y se notaba mucho, además de por su respiración acelerada, por sus gemidos y por cómo se movía de forma apresurada. Yo estaba igual, me había puesto muy cachondo su “enfado” empecé a follar con más fuerza, embistiéndola fuertemente, hasta que mi leche empezó a llenar su culo, al notarlo ella se empezó a correr de una forma escandalosa, dando unas culadas bestiales, nos quedamos los dos totalmente quietos, hasta que mi polla se fue relajando y se la saqué de su culito.

Nos quedamos los dos tumbados, ella me pregunto si con su hermana y su madre lo había hecho también por detrás, sin dejarme responder me pregunto también quién era la mejor. Lo primero que la conteste fue que ella había sido la mejor sin lugar a dudas, no mentía y que solo a ella le había follado el culito. Me pareció que se sentía orgullosa y contenta después de oírme. Nos quedamos a dar una cabezada, porque en teoría ella estaba en casa de una amiga. Por la mañana nos despertó el sonido de su teléfono, habíamos dormido más de la cuenta, era su madre para saber si tardaría en regresar, ella le dijo que ya iba para su casa.

Se fue a la ducha y detrás fui yo, ver como caía el agua por su piel morena, por ese cuerpo tan bello, provoco que mi polla se pusiera a tope, me metí en la ducha dispuesto a follarme nuevamente su culito, pero me pidió de por favor que esta vez no, que le dolía bastante. Acto seguido agarro mi polla y agachándose un poco, se la coloco en la entrada de su coñito, follando los dos como posesos hasta corrernos de manera desbocada nuevamente.

Llego el lunes y Milena cuando me vio llegar me dijo que me veía muy bien, muy contento. Mi excusa fue que había hecho una cura de sueño y que por fin había descansado. Desde que habíamos llegado a su país, la relación entre los dos había estado un poco distante. A pesar de que ella me había invitado en varias ocasiones a ir a su casa, a conocer a su marido y a sus amigos, pero la verdad fue que, por la acumulación de trabajo, no había podido ser. Me volvió a invitar para el siguiente fin de semana. Dude un poco porque entre otras cosas no vivían lo que era en la ciudad, vivían a las afueras. Ella insistió, el viernes nos iríamos, me dijo que llevara una bolsa de viaje, que me quedaría el fin de semana en su casa. No me agrado mucho la cosa, pero al final acepte.

El viernes mientras íbamos camino de su casa, mientras ella conducía, le pregunte si su marido sabía algo de lo que había pasado… ella sonriendo me decía que no tenía nada porque preocuparme, que ella le había dicho a su esposo que yo era muy buena persona, que físicamente estaba muy bien. No tocamos más ese tema, aunque algo me decía, que me mentía o no me contaba toda la verdad, no me preocupo mucho tampoco, estaba acostumbrado a las sorpresas. Tardamos unos 45 minutos en llegar, aunque serían unos 20 o 25 kms. Era una localidad de casa bajas, pero se veía movimiento de gente, Milena me dijo que habría unos 65.000 70.000 habitantes. Al llegar a la casa, vi que además de la casa, había como un taller.

La casa era modesta pero grande. Nada más oír el coche salió a recibirnos un hombre, moreno de unos 50 años, me lo presento como Jairo su marido. Era un poco regordete, pero con cara de buena gente, me recibió con mucha amabilidad y muy sonriente. Era de la misma altura que Milena, me quería coger la maleta pequeña que llevaba y no le deje. Me hizo pasar a su casa y una vez que deje la maleta en el suelo, en un lado, me llevo al exterior a lo que parecía un patio, donde había más gente y donde me presento a todo el mundo mientras Milena se iba a cambiar de ropa, para estar más cómoda.

Eran todo parejas y en un principio pensé que todos eran familia, por la manera en la que se dirigían unos a otros, pero no, eran amigos. Todos eran muy divertidos y el alcohol corría con alegría, se les veían muy buenas personas. Llevaba poco tiempo, pero ya me sentía muy a gusto. Milena apareció cambiada y se la veía muy “apetitosa” se fue junto a sus amigas, chismorreando y riéndose entre ellas. Enseguida me integre en las conversaciones, lo que no me impedía observar y estar pendiente de todo.

Todo cambio cuando alguien pregunto a Laura una de las amigas por su nuevo jefe. No imagine que, de una pregunta tan trivial, se organizase tal cachondeo. Por lo que se ve el jefe era de raza negra y antes de que pudiese contestar, empezaron a decir que ya sabes lo que se dice de como la tienen los negros… luego hicieron referencias a su culo, que la verdad era muy grande y a todo eso continuaron expresiones, frases, subidas de tono, de carácter sexual, pero nadie se cortaba, todos se metían unos con otros. Los hombres contra las mujeres, pero en esa batalla estaban ganando las mujeres, que tenían salida para todo. El único que no opinaba, pero me reía a rabiar era yo.

Me di cuenta de que alguien destacaba de entre todos y todas. Era una mujer que se llamaba Carolina. Estaba prendado de ella, era como un imán que me atraía. Estaba casada con Carlos Andrés, un hombre entrado ya en el final de la cuarentena, moreno, pero con bastantes canas, físicamente bien cuidado y agradable en el trato. Como decía Carolina que tendría poco más de 40, morena o más bien dicho de piel oscura, porque no parecía solo morena por el sol, me dejo prendado con ese cuerpo tan hermoso y de formas perfectas. Todo en ella llamaba mi atención, sus grandes y expresivos ojos negros, algo achinados, parecía como si fuera una mezcolanza de varias razas. Vestía al contrario que todas las demás, de una forma muy discreta, lo que no impedía ver que tenía buenas curvas, piernas bonitas y que decir de sus caderas, del culo. Rematado todo por dos tetas imponentes en su tamaño. Aun así, lo que más morbo me dio, lo que más me encandilaba de esa diosa, era la ternura y la ingenuidad que rezumaban de ella. Su dulce, sensual, acentuada y pausada voz.

Ver como se ruborizaba mientras todos, incluido su marido se decían de todo y comentaban cosas sobre las intimidades de sus parejas, imagino que no todo era verdad o con la verdad distorsionada. El resto de las mujeres estaban bien, pero yo solo tenía ojos para Carolina, que me hizo pillar un calentón único en mi vida. Cuando nuestras miradas se cruzaban, mi cuerpo era como si sufriera una descarga eléctrica. Una de las mujeres allí presente, que no recuerdo el nombre, dijo que al final asustaríamos a Carolina. Su marido dijo… “Jajaja… mi Carolina las mata callando, uy si la conocieseis…” todos se rieron y ella lo miro toda colorada, como regañándolo.

Empezaban a retirarse todas las parejas. Habíamos comido, bebido y sobre todo reído. Quedaron algunas parejas para el día siguiente, Jairo y Milena, también se apuntaron, porque al hijo lo tenían con los abuelos. Mi intención era ayudar a recoger todo y marcharme a dormir, pero no me dejaron que recogiera nada, dude en irme entonces a dormir, pero Jairo me insistió en que me quedara un poco más, tomando una copa. No me quedo más remedio que aceptar. La conversación nos llevó a como me encontraba yo, si me aclimataba. Conversamos y hablamos de donde vivía, me dijo que esos apartamentos tenían pinta de ser buenos, le dije que sí, que el único problema era la iluminación, que a mí me gustaba otro tipo de iluminación.

Al oír esto se removió en su asiento, porque el taller que yo creía que sería de mecánica, era un taller de electricidad. Estuvimos hablando de lo que yo quería y el entusiasmado me decía que me lo colocaba sin problemas, que era cuestión de ver el sitio y así quedamos. Notaba que el poco alcohol que llevaba tomado, me estaba haciendo efecto, no es que estuviera borracho, pero la falta de costumbre me estaba jugando una mala pasada.

Entre el calentón que había cogido con Carolina y ver a Milena, moviendo su culo de un lado para otro, de ver como se le marcaban los pezones, porque no llevaba sujetador… estaban haciendo que mi polla se estuviera poniendo muy dura. Lo peor era cuando venía de vez en cuando, a coger la copa que tenía en la mesa, se agachaba, se le veían prácticamente las tetas, bebía y la volvía a dejar. Cuando termino se vino con nosotros y medio tropezó, no sé si por lo que llevaba bebido o por otra cosa. Le pregunte si se encontraba bien y su contestación fue pedir que le pusiéramos otra copa. Por su forma de mirarme sabía que estaba cachonda perdida y que necesitaba que se la follaran sin descanso, pero no podía ser.

Mientras su marido Jairo y yo hablábamos, él estaba sentado medio girado mirando para mí y ella estaba en el otro lado, de tal manera que yo podía ver su cara, pero el no. Ella me miraba y sacaba su prodigiosa lengua, jugando con la oreja de su marido, pero sin dejar de mirarme a mí. Era una provocación en toda regla, pero yo no decía ni hacia nada, no sabía exactamente por donde iban las cosas y mucho menos cuando su marido, trataba de quitar su cabeza cuando notaba la lengua de su mujer. El seguía hablando de luces, electricidad… yo solo estaba pendiente de Milena. Estaba como una gata en celo, ahora tocaba el muslo de su marido de forma sugerente, este quitaba la mano y me seguía hablando.

De forma inesperada ella le dijo algo en el oído a él, no pude oír lo que le dijo, solo pude darme cuenta que fue algo que dejo su cara desencajada, algo que le tuvo que sorprender. Giro su cara para mirarla y ella le morreo de manera ardiente. En un abrir y cerrar de ojos los dos estaban dándose un auténtico festín. Milena tocaba a su marido la polla por encima del pantalón, la mía estaba que reventaba mi pantalón. Jairo que hasta ese momento se había limitado solo a besarse, empezó a meter mano a su mujer, de tal manera que, al meter la mano por debajo de la falda, yo veía parte de su culo. Ella ya desabrocho su pantalón y tenía la polla de su marido fuera, era de un tamaño normal. Como ya me dijo ella, algo muy normalita.

Yo me tocaba por encima de mi pantalón, mi polla estaba al máximo. Pararon de besarse y me miraban mientras se metían mano y pude ver como Jairo, después de dudar un poco, empujo a su mujer para que se acercara a mí. Lo hizo gateando y con una timidez fingida. Cuando llego a mis piernas, volvió a mirar a su marido, que asintió con la cabeza. Me quito mi mano de donde la tenía y desabrocho mi pantalón sin dejar de mirar a mis ojos, sentada en el suelo. Le costó sacar mi polla y cuando la tuvo fuera, expresó su sorpresa y le dijo a su marido que se fijara en el palo que tenía, fingiendo una cara de sorpresa que hasta yo me la creería si no supiera lo que sabía. La actitud del marido fue agarrase su polla y tocarse con más ganas.  

Lo que ya no aguante era ver como ella me comía la polla con timidez, me había cansado ya. Hice que se sentara en el sillón y que me la comiera en esa posición así yo podría meterla mano. Pero siguió igual, en la nueva posición miraba a su marido, mientras su lengua de forma tímida tocaba mi polla. Ya me dio igual su marido, levante su falda y le di varios azotes más sonoros que fuertes, diciéndole que me comiera bien la polla, que se dejara de tonterías, que no esperara más, que una puta como ella la tenía que comer mejor. Empezó a mamarla como nunca antes lo había hecho, por lo que se ve, que su marido estuviera ahí, pajeándose y mirando era un aliciente para que estuviera más cachonda.

Vi que Jairo se había quedado algo perplejo, pero no le impidió seguir con su paja y me miro diciendo… “Eres el hombre adecuado, para domar a esta puta. Que me tiene seco desde que llego, no tiene nunca bastante…” le sonreí y le dije… “Pues vamos a darle a la putita lo que necesita…” con la ayuda de Jairo la dejamos desnuda en un segundo. Nosotros tampoco tardamos nada en desnudarnos. Ella se volvió a enganchar a mi polla, quedando de rodillas con el culazo en pompa sobre el sillón. Su marido se puso por detrás a comerle su coñito. Cogí la copa que tenía a mano y dejé caer el líquido para que fuera por su culito, mientras su marido lo chupaba todo.

Milena dejo de mamarme la polla y nos dijo que necesitaba que nos la folláramos ya. Jairo seguía comiéndose su coñito y la follaba con los dedos, ahora nos besábamos ella y yo, mientras mis manos agarraban con “dureza” sus pezones, como yo sabía que le gustaba y me mordió los labios mientras se corría, Jairo lo había conseguido. Ya no quiso esperarse más, se sentó recién corrida sobre mi polla, su mirada lo decía todo. Me guiño un ojo mientras la muy puta le decía a su marido que no sabía si eso le entraría hasta el fondo. Jairo la acariciaba y le decía que ella lo conseguiría. Hizo el paripé hasta que estuvo toda dentro y quedo bien sentada y ensartada. Diciéndome que no me moviera hasta que se adaptara, menudo morro tenía la tía.

Al ratito ya se “adapto” perfectamente, porque se movía como una fiera, culeaba con fuerza y bien a gusto que lo hacía, su marido mientras le comía el cuello, acariciaba su espalda y trataba de meterle un dedo en el culo, no dejándose ella. Le dije a Jairo, que trajera algún lubricante, alguna crema de manos… y que seguro que no protestaría tanto su mujer. Se fu y nos dejó solos, Milena, me mordía los labios y me decía las ganas que tenia de follar conmigo, que la había tenido muy abandonada y me confirmo dos cosas, que su marido no sabía nada y que tenían desde hace tiempo planeado un trio con otro hombre, pero fuera de su pueblo.

Tan cachondos nos pusimos que nos corrimos los dos a la vez, ella con un escándalo total, como si la estuvieran haciendo algo malo. Se relajó y fue moviéndose más suavemente sin pararse. Su respiración era entrecortada, me tenía agarrada por el cuello. Me repetía una y otra vez, en voz muy baja, que ella era mi puta, que hiciera con ella lo que quisiera, pero que no la tuviera tan abandonada.

Llego su marido y le dijo que la había oído perfectamente, que puta que era. Con lo que me había dicho y con sus movimientos, había logrado que mi polla no se bajara, que siguiera bien dura. Hice que se quitara, para que Jairo se la follara ahora, no se lo pensó, se sentó y ella lo monto. Mientras yo le preparaba ese culo que mi polla conocía tan bien. Yo metía con mis dedos. Exactamente con tres, la crema dentro de su culito y a preguntas de su marido, ella montaba el numerito de que tenía un dedo queriendo entrar en su culito y como ya digo tenía tres. Milena decía que tenía miedo a que la hiciera daño, Jairo trataba de tranquilizarla y entre otras cosas le decía que eso era lo que tenían los tríos. Me unte bien la polla, Jairo no me quitaba ojo, me puse detrás y el atrajo a su mujer hacia él, para que cogiera mejor posición.

Me iba a costar mucho no metérsela de golpe, pero había que hacer el paripé. Empecé a follar su culito y ella se quejaba de una manera exagerada. Jairo le decía que tranquila, que rápido pasaría y le gustaría. Ella nos insultaba, más a el que a mí. Seguí metiéndola dentro, yo sentía como ella me recibía con gusto, pero seguía quejándose y en un momento dado, mordió el hombro de su marido, gritando el del dolor. También clavaba sus uñas en su cuerpo y Jairo aguantaba de forma estoica. Cuando dije que ya estaba toda dentro, Jairo le decía que viera que no había sido para tanto. Milena con voz ofendida, le decía que se lo dijera cuando él tuviera algo de ese tamaño metido en su culo.

Mientras se decían de todo y se quejaban, yo ya estaba follando su culo con total normalidad. Los tres empezamos a movernos y ya Milena no pudo disimular más, decía que era maravilloso, que jamás había sentido nada igual y para rematar le decía a su marido que era una pena que no la tuviera más grande. Se movía de forma basta, meneándose de forma espectacular, se corrió sin llegar a darnos cuenta, porque empezó a gritar y a pedir que la folláramos más rápido. Pero no se paró cuando se corrió, volvió a moverse con más rapidez. Seguimos follándola salvajemente y se corrió junto a su marido, los dos a la vez y ella seguía moviéndose con rabia, decía que estaba como poseída por la calentura, hasta que la oí decirle de todo al marido, su polla se había salido, después de correrse se había quedado flácida y eso la molesto.

Hizo que se quitara y se apoyó sobre el respaldo del sillón y me pidió más contundencia en mi follada. Agarré sus caderas como sabía que a ella le gustaba y empecé a embestirla de forma violenta, soltando solo sus caderas para darle algún que otro azote en sus deliciosas nalgas. Corriéndonos al rato los dos juntos, ante la curiosa mirada de su marido. Una vez que se la saque, me fui al aseo a lavarme. Podía oír como ella con toda su cara le decía a su marido… “Como me duele, como me quema… mañana no podre andar, todo el mundo lo notara…” el marido un poco ingenuo le decía para convencerla y tranquilizarla… “Nadie se va a dar cuenta, no se as tonta. Es como la primera vez que lo hicimos, que también creías eso y acuérdate de que nadie se dio cuenta…” me sabia mal, pero me daba la risa.

Ahora estábamos los tres relajados tomando una copa y Jairo me reconoció que no estaba nada cortado ni avergonzado. Que era una fantasía que muchas veces la habían pensado, pero que sinceramente no creía que pudiera llevarse a cabo, porque no querían que fuera con nadie de allí, que luego todo se sabe. Le di la mayor normalidad, haciéndole ver que es más habitual de lo que él creía y así llevé la conversación a donde yo quería. Diciéndoles que, seguro que algunas de las parejas que habían estado en su casa, estarían en las mismas circunstancias o incluso habían tenido algo entre ellas. Hablamos de cada pareja, de quien podía ser y de quien no. Hasta que recordé el comentario de Carlos Andrés sobre su mujer, rápidamente los dos me dijeron que él puede que, si hiciera algo por ahí, pero que ella imposible. Que Carolina era muy tradicional, muy conservadora y muy religiosa.

Jairo me dijo que si fuera por Carlos Andrés casi seguro que no le importaría. Quien pregunto entonces fue Milena, que se sorprendió por la respuesta de su marido. Este que estaba muy “relajado” nos confesó que Carlos Andrés, escribía en páginas web anuncios, chateaba con asuntos de ese tipo… Milena se quedó con la boca abierta y yo me quede contento por lo que oía. Milena fue al baño y me interese por saber más de esa pareja. Los dos trabajaban y en la misma compañía de telefonía. El como técnico y ella como lo que se conoce aquí como comercial. Reaccione rápido, diciendo que estaba buscando y era verdad, una compañía que me ofreciese internet, televisión digital abierta, distinta novedades y terminales buenos. Jairo me dijo que mañana se lo diría a ellos, yo le dije que no, que lo dejara, que no quería meter a nadie en ningún tipo de compromiso y lo que me dejo frio, fue la contestación de Jairo, que me dijo que vale, que como yo quisiera.

Tomando esa última copa vi como Jairo estaba totalmente tranquilo, llegué a pensar que no era la primera vez de ellos, pero con sus explicaciones comprendí que sí lo era, lo que pasaba que tenían muchas ganas de cumplir su fantasía y por lo visto, había salido mejor de lo que él pensaba. Antes de irnos a dormir, Milena empezó a “tontear” nuevamente con los dos, se nos había sentado en medio y nos tenía agarradas nuestras pollas, nos acariciaba para que se pusieran otra vez en marcha. Jairo se echó a reír y dijo que era incansable, inagotable, pero que él nos dejaba y se retiraba. Creía que lo decía en broma y volvería, pero paso el tiempo y no regreso. Milena me dio la mano y me dijo que me llevaba a mi habitación, pasando por la suya y se podía oír a su marido roncar. Se metió conmigo en la habitación y estuvimos follando hasta que nos quedamos dormidos. Por la mañana y sin saber qué hora era, Jairo nos despertó diciéndonos que nos diéramos prisa o llegaríamos tarde.

P.D.: Disculparme por tardar tanto en publicar otro relato, pero los viajes y el trabajo, que es todo lo mismo, me comen el tiempo.

He podido leer tanto en los comentarios de los relatos, como por mi correo que muchos y muchas estáis con gripe, recuperaros pronto.

También he recibido ya varios correos con una “queja” que ya se hace persistente, de que no dedico ningún relato, a aquellos hombres que ya sea de una manera consciente o no, sus mujeres han disfrutado de los placeres carnales, con otros hombres. Pues este relato os lo dedico en especial a vosotros…

A los que sois conscientes y disfrutáis de ello, enhorabuena, porque obtenéis un placer que no todos saben disfrutarlo y ya me entendéis.   

A los que no lo han buscado y les ha llegado sin esperárselo, que no sientan mancillado su “honor” porque el honor cuando por medio esta la pasión, poco puede hacer. Lo mejor en estos casos es no rasgarse las vestiduras y saber ser cómplice, para saber y poder disfrutar de los placeres.

Para finalizar dedicárselo también a esos hombres egoístas, que solo piensan en ellos, que no solo se merecen ser cornudos, sino que además les sientan bien los cuernos, que de estos y por los correos que recibo, hay muuuuuuchos.

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