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Noche de bodas y… algo más.

en Sexo con maduras

Del libro… “EL ULTIMO ENCUENTRO”

¿Qué valor tiene una amistad si sólo amamos en la otra persona sus virtudes, su fidelidad, su firmeza? ¿Qué valor tiene cualquier amor que busca una recompensa? ¿No sería obligatorio aceptar al amigo desleal de la misma manera que aceptamos al abnegado y fiel? ¿No sería justamente la abnegación la verdadera esencia de cada relación humana, una abnegación que no pretende nada, que no espera nada del otro?

…de Sándor Márai 

 

 

 Milena como se había comprometido ya había hecho las reservas y había conseguido habitaciones en el mismo sitio donde se celebraría la boda y me trajo todos los datos del lugar. Las fotos del lugar eran muy bonitas y los servicios que tenían eran muy interesantes, tenían piscina cubierta, jacuzzi, baño turco, sauna, bar tipo pub, restaurante… muy bien preparado el lugar. Andrés y Carolina habían tardado en casarse, pero ahora tenían pensado tirar la casa por la ventana, como se suele decir. Hasta el día de irnos a la boda, todo fue de lo más tedioso, trabajando mucho, para poder escaparnos unos días.

El día que llegamos al hotel, que era más tipo casa rural, pero mucho mejor que en fotografías, tenía muy pocas habitaciones. El resto de los invitados irían a hospedarse a lugares cercanos. Hasta tenia capilla que era donde se casarían. Los primeros en llegar fuimos Jorge y Sandra, Milena y Jairo, una pareja que no conocíamos y yo. También nos enteramos por el personal del hotel, que faltaba un apareja por llegar que el resto llegarían al día siguiente, incluidos los novios. Todos los que nos hospedaríamos allí éramos invitados de la boda.

Dejamos las cosas en las habitaciones y nos bajamos, una vez en el pub le di las gracias a Milena porque se había acordado de que fuera una cama grande y bien que lo era. Ahora era cuestión de esperar que los maridos se liaran a beber y poder tener una noche desatada con esas dos maduras que estaban para comérselas. Pero no bebían mucho, estaban de lo más comedidos, yo no me lo esperaba, pero creo que Sandra y Milena tampoco, nuestras miradas lo decían todo. Llevábamos ya un buen rato ahí, cuando me preguntaron que me pasaba. No lo pude disimular, es que acababan de entrar en el pub Camilo y su mujer Fernanda. No podía ser y cuando me vieron, se acercaron y me saludaron muy educadamente. Les presente a las dos parejas y les invitamos a sentarse con nosotros, aceptando la invitación. Fue cuando me contaron que Fernanda era muy amiga de la madre de Carolina, aunque Camilo no la conocía. Eso sí, a pesar de la última conversación de tipo privada que tuvimos Camilo y yo, no los note nada tensos, lo que hizo que yo me relajara también.

Hay cosas o costumbres que no varían, aunque te cambies de país, ni de continente, al rato las mujeres mantenían una conversación por un lado y los hombres por otro. Estuvimos así hasta que nos avisaron que el restaurante estaba abierto y pedimos que nos prepararan una mesa para siete que éramos. Cuando calculamos que ya estaría todo preparado nos fuimos para el restaurante, la cena fue tan animada que decidimos continuar en un recinto que era como una discoteca, todo ese gran espacio para nosotros siete, ya que la otra pareja que habíamos visto al llegar no dio señales de vida. Todos eran buenos bebedores, pero en la cena habían sido muy comedidos con el vino y ahora seguían igual de comedidos. Lo que ciertamente a mí no me venía muy bien. Mientras ellos hablaban entretenidamente yo salí a bailar con Sandra y Milena. Aprovechando que el baile era muy movido para rozarnos en cuanto podíamos. Ellos estaban a lo suyo y era como si nosotros no existiéramos, pero para Fernanda no era igual, miraba en nuestra dirección sin perderse nada.

Nos volvimos a sentar y la mirada d Fernanda era penetrante y llevaba mucha “malicia” en ella. Ahora pusieron una música mucho más suave, como para dormir a la gente. No era ni para bailar. Fernanda me invito a bailar y no dije que no, me levante y nos fuimos a bailar. Ella desde un primer momento, no dio opciones a que me arrimara a ella, puso distancia y el baile era de lo más aburrido. Hasta que le empecé a hablar.

-Hacia mucho que no nos veíamos, ha sido toda una sorpresa.

-Desde luego. No me esperaba encontrarte por aquí y supongo que te habrá disgustado encontrarme.

- ¿Disgustarme? Sabes que mis ojos se alegran siempre que te veo y si te acercaras más lo comprobarías. (Esto se lo dije porque estaba empalmado)

-Tienes la facultad de decir siempre lo que me gusta oír, pero conmigo ya no te vale. Bien que has pasado de mí y de las invitaciones que te ha hecho mi esposo. (Ahora me quedé dudando, pero decidí contar mi verdad)

-No sé de las invitaciones a las que te refieres, porque a mi Camilo no me hizo ninguna. Pero te diré más. El ultimo día que estuve en tu casa, tu marido prácticamente me tiro de ella, me dijo que lo que paso no tenía que haber pasado y que desde ese momento la relación fuera solo laboral, más o menos fueron sus palabras y había un coche esperándome. Pensé que lo habías acordado los dos y como no recibí ninguna llamada tuya, hice lo que hago en esto casos, respetar la decisión de la pareja y no molestar. (Se quedó casi parada y no sabiendo que decir, tardó en reaccionar)

-Discúlpame tu a mí, me habían contado otra cosa. Ahora mismo estoy enfadada, rabiando… pero no contigo con Camilo y conmigo misma, por ser tan idiota y no haberme dado cuenta. (Ahora si se arrimó a mi)

-Ves como así se baila mejor… y ves lo “contento” que me pongo al verte.

-Ya lo noto, pues esta noche nos pondremos los dos más “contentos” te lo aseguro. Pero te tengo que pedir un favor.

-Si puedo…

-Que no le digas a Camilo nada de lo que hemos hablado.

-Ok, no diré nada.

Dejamos de bailar y nos fuimos con los demás. Ellos tres estaban hablando como durante la cena de temas profesionales y Camilo hablaba como si el siguiera siendo el dueño de la empresa, como parecía que él tomaba las decisiones. No quise intervenir y lo dejé con su momento de gloria. Aunque tanto Milena como Jairo sabían la realidad, en ningún momento dijeron nada y lo trataban como mucho tacto. Al rato se fue al aseo y Fernanda estuvo atenta, cuando salió se acercó a él y se pusieron a hablar, yo imaginaba que era sobre ellos y yo, pero no sabía de qué se trataba. Como ya le conocía algo, veía que Camilo, era como si le dijera que tranquila, que se encargaba él. Mientras los observaba yo seguía hablando con las dos parejas, que, aunque sus mujeres insistían en tomar alguna copa más, ellos decían que se estaban reservando para la boda. Ya estábamos todos juntos de nuevo y en un momento dado Camilo se puso a hablar a solas conmigo, yo esperaba que me invitara a una copa luego, con él y su mujer, pero no, lo único que hizo fue pedirme disculpas por cómo me despidió la última vez en su casa y para arreglarlo me invito a ir otro día, yo muy tranquilo le conteste… “Camilo, a mí me echan de un sitio una sola vez, porque la primera vez es culpa tuya, si hubiera una segunda vez, la culpa seria mía, por volver a tu casa después de echarme…” le pille desprevenido, no se esperó esa contestación, pero al ver como se quedó, también le dije que eso no significaba que estuviera enfadado, si no que no quería llevarme otra vez un mal trago.

Me volvió a pedir disculpas y me dijo que le entendiera. Mirándolo fijamente le dije que me contestara a una sola pregunta y así le podría entender mejor, pero solo si me iba a contestar a la verdad, que para mentirme mejor que no me contestara. Él me dijo que le preguntara y así lo hice… ¿Cuántas veces desde ese día, has follado pensando en lo sucedido, deseando que estuviera en ese momento follándome a tu rica mujer o diciéndole a tu mujer que pensara en mí, en que era yo el que la follaba…” Camilo ese hombre tan seguro, en algunos momentos hasta dictatorial, titubeo un momento sin saber que decir, hasta que me dijo que mejor no me contestaba y le dije que no hacía falta, finalizando la conversación por mi parte y le dije que volvía con los demás. Fernanda no nos había dejado de observar y cuando me senté, me miro con cierta “perversidad” y con una sonrisa pérfida. Estaba casi claro, esta noche no tendría compañía, así que decidí irme a descansar y no perder el tiempo. Me despedí de todos y a pesar de la insistencia porque me quedara, me marché a mi habitación. Me asome a ver el entorno y era un silencio absoluto, era una gozada estar ahí. Puse música ambiental, me desnudé y me acosté. Me estaba costando dormirme, pero porque no tenía mucho sueño.

Estaba ya cayendo en los brazos de Morfeo, con esa música relajante de fondo, cuando se oye como unos golpes de dedos, de forma rítmica tocaban mi puerta. Me levanté y me puse una bata, bueno, más bien un batín de seda, que llevo para ese tipo de momentos, para no abrir la puerta desnudo. Al abrir me encontré a Fernanda y Camilo, los dos con una amplia sonrisa, ella traía una botella de champan y las tres copas, levantándolas con las manos para que las viera bien y sin decir más se metieron en mi habitación. El primero en hablar fue Camilo que dijo… “Venimos en son de paz, que le he contado a Fernanda el malentendido en tu última visita a nuestra casa y para pedirte disculpas, aunque todo es debido a que hablamos el mismo idioma, las expresiones y algunas palabras, pueden significar lo contrario… en España o aquí” no me podía creer que tuviera tanta cara de decirme eso y no sonrojarse, si no lo supiera yo, hasta me lo creería, lo dijo con un desparpajo y con una naturalidad increíble. Abrió la botella haciendo el ruido característico del taponazo y sirvió champan en las tres copas, brindando por nosotros y luego diciendo que haber si mañana hacíamos un hueco para hablar más tranquilamente, que ya no eran horas y era bueno irse a descansar.

Fernanda con la copa en la mano, se balanceaba lentamente con la música que se oía de fondo. Yo me senté y Camilo se quedó de pie. Fernanda bailaba mirándome, lamia el borde de su copa de manera muy sugestiva. Yo me tapaba como podía, porque el batín se me abría y en cualquier momento mi polla aparecería de forma abrupta. Por lo que coloque un brazo estratégicamente, para evitar que eso sucediera o para evitar que se viera algo. Estaba en plan puta, se notaba que estaba con ganas de juerga. No así Camilo, que estaba muy serio. De vez en cuando hasta carraspeaba, una manera de tratar de llamar la atención que me parece absurda, venga de quien venga. Además, Fernanda estaba pasando de él y no sé cómo no se daba cuenta, yo me mantenía quieto, quería evitar que Camilo se sintiese mal. Pero tal como veía a su mujer iba a resultar difícil. Todo dio un cambio cuando Camilo dijo… “Fernanda es hora de marcharnos, ¿No crees?” el tono era muy serio, ella sin dejar de balancearse, se dio la vuelta, dejando su culo en movimiento ante mi vista y le dijo a su marido… “Sssshhhh… si te quieres ir… vete y si te quieres quedar… siéntate, calla y no molestes…” no espero respuesta por parte de él, porque se volvió a dar la vuelta y me miraba a mí, con una sonrisa de pervertida total. Su contoneo se volvió más morboso. Se acercó hasta estar prácticamente encima mía, me dio un sorbo de champan de su copa y luego se agacho para morrearme. Haciéndolo de una manera intensa y prolongada.

Esa mujer era genial, sabía lo que quería, lo que deseaba. No tuve que estirar muchos las manos, para poder meter mis manos por debajo de su falda, quise tocar sus muslos, no ir directo, pero ella me cogió una de mis manos y la subió hasta llegar a su coñito, que no estaba cubierto por ninguna prenda y estaba bastante húmedo. Me apretaba mi mano a su coñito fuertemente, abriendo más las piernas y gimiendo profundamente. Una vez que noto como mis dedos la tocaban, me soltó la mano y fue desnudándose de cintura para arriba, dejando sus tetas libres para que yo me las pudiera comer. La notaba muy acelerada, como si tuviera prisa, dejo libre mi polla y se sentó a horcajadas sobre mí, antes de que lo hiciera quise quitarle la falda, pero tampoco no dejo, se colocó la polla en la entrada de su coñito y con un gran suspiro se dejó car metiéndosela toda. Follaba con pasión, con fuerza y quito como pudo mi batín, me mordía, me arañaba, estaba fuera de sí. Se oyó un portazo y se paró, se giró y pudimos ver que Camilo se había ido. Se levantó de golpe, pensé que se iba detrás de su marido, pero ahora si se quitó la falda. Se dio la vuelta y se apoyó en el borde de la cama, dejando su culo mirando para mí y esas estilosas piernas con sus tacones altos, me levanté y sin mediar palabra se la metí de un solo golpe. Me pidió que me viniera dentro de ella, que no tardara… todo lo decía muy excitada, se corrió muy rápido, pero no había acabado con sus gemidos cuando me decía que no me parase, que le diera con más fuerza y así lo hice. La embestía con cierta rudeza y ella disfrutaba hasta que sentí como estaba cerca de correrse de nuevo, corriéndonos los dos a la vez.  

Se quitó rápido, me miro con una sonrisa maravillosa y me dijo que esto era solo un aperitivo, que mañana más y mejor. Se mal vistió y sin arreglarse del todo, se salió de la habitación, se fue meneando el culo de una manera provocadora. Aunque sabía que desde ese momento la relación con Camilo seria por decirlo suave, tensa, pero en ese momento me daba igual, no me trunco el sueño.

Como buen madrugador que soy, nada más me encontré a la pareja que vimos llegar con nosotros y que por la noche estuvo desaparecida. Aproveche las buenas instalaciones para además de hacer un poco de deporte, relajarme con una buena sauna y luego con un buen libro. Estaba en una parte interesante de mi lectura, cuando oigo que me saludan y veo que es Camilo. Le respondo al saludo y ante mi sorpresa se me pone de hablar del lugar, de lo bien que se estaba allí, del entorno… se dio cuenta de que mi cara era de cierta perplejidad, se sonrió estiro el brazo ofreciéndome su mano y diciéndome… ¿Seremos buenos compadres? Aunque yo todavía no tenía muy claro lo del significado de compadres, estire mi mano y nos dimos un buen apretón. Deje de leer el libro y nos pusimos a charlar animadamente, añadiéndose poco a poco más gente. Empezó a llegar bastante gente, todos invitados de la boda y al final llegaron los novios, pero, aunque no lo entendía bien, cada uno llego por separado, hasta después de la boda no estarían juntos. Me presentaron a la familia más directa, de la cual solo hare la referencia d que eran muy buena gente. Yo pensaba que después de estar conviviendo juntos tantos años y ya con familia, la boda sería totalmente distinta a lo que yo entendía por una boda, algo más normalito. Pero por lo que veía iba a ser una boda en toda regla y por lo alto. Ese día estuvo impregnado por la diversión, el entretenimiento y mucha fiesta. No todos los que estábamos allí, estábamos hospedados en el hotel, ya que tenía poca capacidad, pero estaba todo bien. Fue donde conocí a dos mujeres que tenían muchos rasgos comunes con Carolina, eran dos gemelas, morenas y exuberantes, resultando ser primas hermanas de Carolina. Me las presentaron una casada y la otra con novio. Para que decir todas las cosas que se me pasaron por la cabeza viéndolas…

Esa noche fue imposible poder hacer nada con nadie. Al día siguiente se celebraría la boda por la tarde. Cuando me levante y baje a desayunar, había mucho bullicio, había un montón de mujeres levantadas, temas de peluquería y demás, por lo que pude oír, pero también había movimiento con los propios trabajadores del hotel, que ya estaban preparando todo. Desayuné rápido y decidí escabullirme, para dar un largo paseo por los alrededores. Regrese prácticamente a la hora de comer, de las mujeres no había ni rastro. Más que comer picoteamos y luego varios nos fuimos a jugar una partida de billar. No había jugado nuca y como es lógico perdí, pero estuvo entretenido y se nos pasó el tiempo muy rápido. Subimos a nuestras habitaciones a cambiarnos. Una vez arreglado baje.

Al llegar a la zona de la capilla, me encontré con bastante gente y entre esa gente a Sandra y Milena, que de forma rápida se acercaron y me dijeron que no perdiera esa noche que tenía una cita con ellas, riéndonos los tres. Mas aparatada vi a Fernanda y su marido, que me saludaron y ella me guiño un ojo. No sabía cómo sería la noche, o más bien con quien sería la noche, pero todo pintaba bien. Jorge y Jairo fueron los que se acercaron ahora a mí, nada más oírles hablar sabía que la noche iba a ser muy fructífera, porque se les veía ya muy “alegres” estábamos entre bromas cuando hizo su aparición Andrés el novio, que se le veía muy nervioso. Carolina se hizo de esperar, sonó la música y apareció… ¡MADRE MIA! Si ya de normal era bella, vestida de novia era sencillamente espectacular, era emocionante verla. Llevaba un vestido blanco de novia, sencillo no muy recargado, con un discreto escote en pico que resaltaban su pecho de forma muy sensual. El vestido estaba muy bien ajustado a su cuerpo, marcando las perfectas curvas de su cuerpo y con una cola no muy larga. El maquillaje que llevaba no era excesivo, lo justo para resaltar su preciosa cara. Me quede boquiabierto y al pasar junto a nosotros, su sonrisa perfecta. La ceremonia más o menos como en el resto de las bodas. En el convite, me sentaron con las dos gemelas, con Camilo y Fernanda, una pareja muy mayor y yo. Quede sentado a la izquierda de Fernanda, que quedo entre su marido y yo. Durante la cena, no hubo ni un segundo, en el que, con mucho disimulo, no nos pusiéramos cachondos Fernanda y yo, con la complicidad de su marido. Aun así, con una de las gemelas, no paraba de tontear con la mirada, siguiéndome ella el juego, todo eso hacía que estuviera fuera de mí, cachondísimo.

Observaba y me daba cuenta de que la gente en general, bajo mi punto de vista, estaba bebiendo con mucha alegría, a excepción de Carolina, que prácticamente lo único que hacía, era el paripé de mojar los labios y me fije, en que trataba que Andrés no bebiera mucho, pero eso era algo imposible. Una vez acabada la cena, vino en sí, lo que era la verdadera fiesta, que fue en la zona de discoteca. Mucha música, mucha bebida y por ejemplo Jorge y Jairo ya muy pasados, pero igual que Andrés y más gente. Yo baile con bastante gente y todo de buen rollo. Hasta que pusieron música lenta, muy melódica. De pronto me encontré bailando con unas de las gemelas, que no sabía si era la que tenía marido o novio, pero que más daba. Lo único que sé, que al poco de bailar, estábamos pegados como lapas. Ella no se cortaba y yo menos. No hablamos nada, solo nos movíamos provocativamente y no se ella, pero yo me puse más cachondo aún. Más tarde baile seguidamente con Sandra y Milena, que además de darnos un buen meneo bailando, nos decíamos de todo, sobre todo yo diciéndolas lo que les iba a hacer. Ya pensaba yo de juntar a las tres, Fernanda, Milena y Sandra, con las dos últimas no había problema porque sus respectivos maridos, no estaban ya para protestar de tal como estaban, pero Camilo estaba muy entero, se guardaba muy bien de emborracharse.

Una vez que recupere un poco de aliento, me acerque a felicitar a los novios, porque antes con todo el follón de la gente y la familia, me fue imposible. A Andrés lo encontré muy “perjudicado” costaba entenderle y Carolina seguía guapísima. Se me ocurrió invitarla a bailar y ella lo rechazo, pero Andrés se puso pesado para que bailara y al final lo hizo. Una vez que estábamos bailando y manteniendo las distancias, muy atrevidamente le fui diciendo lo hermosa, preciosa y sensual que estaba. Ella me pidió que recordara que estábamos en su boda y yo le dije que sí, que lo sabía de sobra, pero que ese día estaba especialmente sexy. Puso una sonrisa entre nerviosa y comprometida, pero según la seguía diciendo cosas la note inquieta. Nada más terminar de bailar y mientras la acompañaba a su sitio le dije… “Qué envidia me da Andrés y quien fuera el… esta noche…” ella se limitó a hacer un gesto difícil de expresar y de interpretar, sentándose luego junto a su marido, que cada vez se le entendía menos.

Una vez estuve con el grupo de gente que yo estaba, me puse a pensar, en que me había pasado con Carolina, no tenía justificación, ella no me había dado pie a que yo me sobrepasara con ella, daba igual lo cachondo que yo estuviera y lo que su marido me hubiera contado de sus intimidades. Decidí que esa noche evitaría acercarme a ella y que al día siguiente le pediría disculpas. Seguí bailando con otras personas y cuando estaba bebiendo un refresco fresquito, se me acerco Amelia una amiga del grupo nuestro y una de las gemelas con cara de preocupación, me pidieron que las siguiera y así lo hice. Salimos de la sala donde estábamos y llegamos cerca de los ascensores, al aseo de hombres. Entramos y estaba Carolina con cara de enfado, la madre de Andrés y Andrés medio tirado, con una cogorza monumental y que no eran capaces de levantarlo. Se veía perfectamente que se había manchado de todo un poco y olía de pena. Dije que no se preocuparan, que yo lo llevaría a su habitación. La madre estaba muy apenada, no quería que nadie viera a su hijo así. Les dije que salieran, que llamaran al ascensor, que lo mantuvieran con las puertas abiertas y que me avisaran cuando no vieran a nadie. Me costó levantarlo, pero una vez que lo logre, todo fue más fácil. Cuando me hicieron la señal y con gran esfuerzo logre meternos en el ascensor sin que nadie nos viera. Carolina se metió también y fuimos a su habitación.

La habitación era una suite. Un salón muy amplio con tres grandes ventanales, una puerta que daba a un dormitorio muy grande, allí me dirigí con Andrés que se medió despertó y al vernos, me decía que me follase a su mujer, que le diera bien en su culo que le gustaba… Carolina con un tono de voz de fiera le mando callar enfadándose. Como pudimos le quitamos la ropa, se había hasta orinado, lo dejamos completamente desnudo y me fije que su polla no era para tirar cohetes. Ella estaba y se le notaba nerviosa, furiosa y enfadada. Le pedí permiso para lavarme las manos, ya que la ropa de Andrés no estaba nada limpia y ella me indico donde estaba el aseo. Mientras me lavaba las manos me veía reflejado en el espejo y me decía a mí mismo que no, que no se me ocurriera, que además había un par de mujeres esperándome. Salí del aseo y vi a Andrés resoplando muy fuerte en la cama, en el salón estaba Carolina ya un poco más tranquila y con una copa en la mano, ofreciéndome otra que ya tenía preparada, cuando le iba a decir que no, ella mirándome me dijo que se la aceptase. Se sentó y dio un sorbo, luego me dio las gracias y me pidió disculpas.  

Aproveche para decirle que no me tenía que pedir disculpas y que, si alguien las tenía que pedir era yo, por mi comportamiento cuando estuvimos bailando, que no fue nada adecuado. Carolina me dijo que lo peor era todo lo que había dicho su marido hacia un ratito, que era lo que iba a pensar yo ahora. Mi respuesta no se hizo esperar, aunque hubiera sido mejor que la hubiera pensado y le dije… “No te preocupes, sigo pensando lo mismo y además no es nada nuevo para mí, tu marido es muy de contar ciertas cosas” ella se puso azorada y me pregunto que me había contado… quise quitarle importancia diciéndole… “Pues cosas sobre vuestros gustos, nada que me haya podido sorprender” y como volvió a insistir en lo que me había contado le resumí lo que me conto y alguna cosa que no me conto, pero que supuse que sería así… “Pues que tú eres un poco sumisa, lo normal, que os gusta fantasear mientras lo hacéis con otras personas y cosas de ese tipo” esta vez lo único que me dijo ella con cara de resignación que su marido era un lengüilargo.

Se produjo un momento de silencio por parte de los dos, esos silencios que o mejor es irse o “liarla”, decidí lo primero, que era irme. Me levante y me despedí, le dije que no hacía falta que me acompañase hasta la puerta y aunque hizo el amago de levantarse, después de decirle eso, se quedó sentada. Ya me iba cuando me pare y le dije… “Pero, aunque no debía haberte dicho todo lo que te dije, que sepas que era verdad” se levantó y con una leve sonrisa me dijo… “Por favor, será mejor que te marches y sigas con la fiesta abajo” me fui hacia ella para darle dos besos de despedida, pero en el segundo en vez de besar su mejilla, besé sus labios. Apretándolos ella para no dejar paso a mi lengua. Me retire un poco, pero volví a intentar el beso, aunque hizo lo mismo, note menos rechazo. Me puso sus manos sobre mi pecho y temblando su voz me dijo… “Por favor vete, no está bien, mi marido está ahí… no está bien, es mi noche de bodas” mire con intensidad a sus ojos y le respondí… “Lo que no está bien, es que una mujer tan bonita como tú, la noche de su boda se quede sin… (dude un poco hasta que dije) FOLLAR” fue a decir algo y la volví a besar, al tener la boca medio abierta para decir algo, mi lengua logro entrar en su boca. Trato de quitarme, pero al final nuestras lenguas se juntaron en un beso frenético.

Durante el largo beso, mis manos acariciaron toda su anatomía, en especial su hermoso culo, que, al ser el vestido de seda o raso, no sabría decir, mis manos resbalaban perfectamente. Terminamos el beso y ella pareció recuperar la “cordura” porque volvió a insistir en que me fuera y en que eso no estaba bien. No me di por vencido, me volví a acercar y a besarla, pero esta vez me mordió el labio inferior, haciéndome bastante daño. En la postura que estábamos, mientras la tenía abrazada, le di un par de azotes para que parara de morderme. Reconozco que el primero no fue muy fuerte, pero el segundo si lo fue y retumbo en la habitación. Par de morderme y nos volvimos a besar, siendo correspondido por ella y yo acariciaba su culo, exactamente donde había recibido los dos azotes. Esta vez al acabar el beso, le dije a su oído, de forma tal vez autoritaria… ¡QUITATE EL VESTIDO, DESNUDATE! Y después más suave añadí… “Quiero ver cómo te has preparado para el torpe de tu esposo”

Me eché para atrás y me senté sin dejar de mirarla. Ella estaba dudosa, contrariada, pero muy lentamente intento bajar la cremallera trasera, pero no pudo. Me hizo un gesto para que la ayudara, me levante y baje solo un poco de cremallera, me miro nuevamente y me pidió que por lo menos cerrara la puerta de la habitación, no le hice caso y seguí sentado. Termino de bajar la cremallera del vestido, lo sujeto con ambas manos para que no cayese. Respiro hondamente y de forma lenta, se empezó a quitar el vestido. Dejo caer por fin el vestido, levanto primero una pierna y luego la otra, quedando ya sin vestido. Me falto hasta el aire, verla de esa manera. Sujetador pequeño de encaje blanco y sus tetas queriendo salirse de él, donde se notaban dos pezones oscuros y erectos. Las braguitas blancas también, eran un pequeño triangulo de encaje, que dejaba adivinar una pequeña matita negra de pelo cortito. Un liguero del mismo color y bordado, que sujetaba dos medias blancas que llegaban a sus muslos. Era una autentica diosa y el imbécil de su marido con una cogorza sin disfrutar de semejante mujer. La miraba con lujuria y el nerviosismo de ella se veía que se transformaba en excitación. De todas las fantasías que había tenido con ella, en ninguna pasaba algo así ni parecido. Ahora el que estaba nervioso era yo, para salir de ese nerviosismo, la mire nuevamente de forma fija y le dije que se diera la vuelta. Cuando lo hizo estuve al borde del infarto.

El culo era majestuoso, potente y muy bien puesto, cuando Andrés me hablo de él, se quedó corto. Por detrás lo único que se apreciaba de la ropa interior, era una cinta que se perdía entre sus prodigiosas nalgas morenas. Era para lanzarse sobre él y devorarlo, pero me contuve, quería que fuera algo especial, excitante y morboso. En ese salón, en una de las paredes había un mueble bar y una mesa con material para escribir, así como revistas del hotel y de los alrededores, pero lo mejor es que toda esa pared estaba con paneles de espejos. Le ordene que se apoyara en la mesa. Esta vez prácticamente no dudo, se giró y se encamino hacia esa mesa. Sus movimientos subida a esos tacones, hacían que el culo se moviera majestuosamente, haciendo que se me pusiera tan dura la polla, que hasta me dolía. Se apoyó y vi cómo me miraba a través del espejo. Me levanté y sin dejar de mirar su culo, me tenía hipnotizado me acerqué a ella. Pero antes de llegar le dije que era más bonito cuando se movía, empezó a moverlo de forma suave. Llegue junto a ella y mirándola al espejo, le dije que me fascinaba su culo, que me ponía cachondísimo, que desde el primer día que la vi, la desee. No me decía nada, no hablaba, pero sus ojos estaban cargados de lujuria, de deseo. Acaricié su culo, ya sin ropa que lo impidiera y suavemente le pregunté si le seguía doliendo donde le había dado los azotes, no dijo nada, solo se limitó a mover la cabeza de derecha a izquierda. Su piel era suave, perfecta.

Me acerque a su oído sin dejar de mirar su cara para decirla… “Lo que el cabrón de tu marido no te va a dar esta noche por estar borracho, te lo voy a dar yo hasta que quedemos agotados... ¿Verdad?” nuevamente no contesto, ni tampoco hizo ningún gesto. Me quite la chaqueta y la corbata de forma rápida. Luego me agaché y me puse a besar sus nalgas, a lamerlas sin dejar sin cubrir todas ellas. Con mis dos manos, agarre los laterales de la braguita para quitárselas, cuando ella noto que se las quería bajar, me dijo… “Vale ya Carlos, por favor, el juego ha llegado demasiado lejos, para por favor, no nos tengamos que arrepentir luego…” ahora era yo el que no decía nada y al no moverse ella, quedarse en la misma posición, se las baje del todo, hasta que llegaron al suelo e hice que levantara una pierna para que no nos impidieran nada. Ya sin ningún impedimento, pegue mi cara a su culo y mi lengua se metió entre sus nalgas, pasándola por todos los lados, mientras oía como ella no paraba de decir… “No, no… para… no… no… Noooo…” el tono de ese no, que decía se fue trasformando cuando mi lengua llegaba a la entrada de su coñito y mientras mis dedos acariciaban su clítoris, que por mucho que lo quisiera disimular, el sentir como crecía entre mis dedos, me decía todo. Estoy más que convencido, que, durante un poco de tiempo, trato de resistirse, de no sucumbir, pero mi lengua es mucha lengua.

En cuanto el placer llego a su cuerpo y como dije antes, el tono de sus palabras no era el mismo. Entremezclo los no, con síes y del para por favor, al sigue… no te pares ahora… el cambio fue radical. Se colocó de otra manera para darme más facilidades, mis dedos entraban en su mojado coñito, mientras ya nada más se oían sus gemidos y su respiración. Tuvo su primera corrida, pero me di cuenta de que se contuvo mucho. Me levante y termine de desnudarme, ella se iba a quitar lo que le quedaba, pero le dije que solo el sujetador, que me gustaba verla con las medias y el liguero. Con una sonrisa obscena hizo lo que le pedí. Me acerque a ella y nos besamos con mucha calentura, sin parar mis manos de tocar esas tetas y de pellizcar esos pezones que me volvían loco. Nuestra excitación se desmandaba, hacíamos más ruidos y parecía que a Carolina ya le daba igual. Fue cuando ella toco por primera vez mi polla. Se le escapo una exclamación y le pregunte, con voz muy excitada y apretando bien mi polla me contesto… “Andrés me había dicho que tenías una verga grande, lo que no me dijo que es todo un vergón…” la tocaba y la apretaba con fuerza, con ansia. Carolina está totalmente distinta, me mordía con excitación mi oreja hasta que me dijo muy cachondamente… “Méteme este vergón lo necesito… ¡YA!” no espero respuesta, se giró de nuevo y se apoyó otra vez sobre la mesa. Me puse detrás de ella y la hice rabiar un poco, porque le pasaba mi polla por toda su rajita, pero no se la metía, hasta que ella me lo pidió d por favor, con una voz dulce, sensual y muy excitada. Entro estupendamente, estaba a su medida, notaba perfectamente el roce, yo la miraba por el espejo, ella estaba como ida, veía sus gestos de gozo y vi como su boca se apretaba, estaba otra vez a punto y se estaba preparando para contenerse, estuve atento y una vez empecé a notar que se iba a correr, le di un par de azotes, lo que la descoloco, perdió la concentración para contenerse y grito de una forma desorbitada, pidiéndome además que se la metiera hasta el fondo, que apretara más. Entonces le di con más fuerza y apretando de golpe en cada embestida, aunque se corrió seguí haciéndolo y se volvió a correr de forma más exagerada que la anterior. Pero yo no me di por vencido, quería correrme también. Por lo que seguí follándola y agachándome un poco, logre acariciar y estimular su clítoris, lo que provoco que ella estuviera nuevamente en disposición de correrse. La diferencia que esta vez lo hicimos los dos a la vez y si su corrida fue exagerada, la mía fue épica.

Carolina me pidió un respiro y nos sentamos en el mismo sillón, los dos desnudos. Mientras bebía me decía que nunca había tenido tantos orgasmos seguidos. Notaba que seguía con ganas de pasarlo bien. Se puso algo melosa y dejo su cabeza reposar sobre mis muslos, acariciando como quien no quiere la cosa mi polla, hasta que se giró y empezó con su lengua a lamerla. Al principio lo hacía suavemente, hasta que se la metió en la boca, haciéndome una mamada con una maestría impresiónate, lo que provoco que empezara a tener una erección de caballo. Yo acariciaba su cuerpo y me estire un poco, me chupe un dedo y me puse a jugar con su culito, ella se movió un poco pero no me lo impidió. Se sacó la polla de la boca y me dijo que ese era el regalo de bodas para su marido y le pregunte, ella me confeso que su marido siempre quiso hacerlo por ahí, pero que ella nunca le dejo, que es noche hubiera sido su primera vez. Oír eso hizo que mi polla creciera del todo, también me confeso que se había comprado un plug anal pequeño, para ir acostumbrándose… yo me ofrecí a hacérselo y con una pequeña carcajada me dijo… “La verga de mi marido no es la tuya, tú me destrozarías…” le dije que no era así, que todo estaba en la destreza de quien lo hiciera y se volvió a reír. Volvió a hacerme la mamada y yo seguí acariciándola. Noté como ella estaba otra vez muy excitada y me volvió a pedir que me la follara, me hice el sordo…

-No seas así, sé que me has oído… cógeme otra vez.

-Siempre que me dejes follarte el culito de puta que tienes.

-No me digas esas cosas… y no por ahí no… me da… miedo.

-Por lo menos hay que intentarlo, si vemos que no se puede lo dejamos.

-Ja… luego no hay quien te parara.

-Te he metido todo el dedo y no te has quejado… además seguro que tendrías preparado un lubricante o tendrás alguna crema…

-Pídeme otra cosa… pero eso…

-Intentémoslo, si no lo hago bien lo dejamos… (Se quedó callada y dudando)

-Bien pero solo intentarlo, si digo que no es que NO.

Sabía que una vez que cedió, ese culazo seria mío y solo mío, por lo menos esa noche. Estuvimos un poco más metiéndonos mano en el sillón y entonces Carolina que ya estaba muy cachonda, me dijo que me esperase que iba por el lubricante. Se metió en la habitación y yo fui detrás. Se sorprendo al verme allí y sin decirme nada, solo con gestos, me enseño el lubricante y con la mano me decía que saliéramos de la habitación. No la hice caso, la abrace y la bese, en un principio se resistió, pero cuando mis dedos tocaron su coñito, su beso fue muy ardoroso. Seguimos besándonos y ahora coloque mi polla entre sus piernas, mi polla se mojó enseguida, por lo cachonda que estaba Carolina. Ella quiso empujarme de manera suave para ir hacia el salón, pero yo hice lo contrario, la llevé hasta los pies de la cama. Hablándome muy bajo, casi susurrando me dijo… “¿Qué haces? ¿Estás loco?... vámonos fuera” lo decía con preocupación, no lo fingía. Con voz más clara le respondí… “Te voy a follar el culito aquí, delante del cabrón de tu marido… ¿No quería que te follara? Pues eso es lo que hare, si no se entera que no se hubiera emborrachado…” a la vez que le decía esto, yo ya había cogido el bote de lubricante, lo había abierto y había cogido un poco.

Sin dar más tiempo a replicas, le di la vuelta dejándola de espaldas. No se quería apoyar en la cama, pero cuando coloqué mi polla por detrás y se la metí de golpe en su coñito, se apoyó al momento, pero sin tocar a su marido. Movía la cabeza como diciendo que eso no estaba bien, pero me daba igual. La follaba con suavidad, con mucha tranquilidad y mientras mis dedos follaban su culo, llenándolo de lubricante. Donde primero note su cambio, de que le estaba gustando, fue en el movimiento de su culo, que, aunque quería contenerse, no podía. Aun así, todavía no era el momento, había que esperar un poco más, a medida que su movimiento de culo iba aumentando, la respiración se le iba acelerando, eso era lo que yo estaba esperando. Le saque muy lentamente mi polla, como si fuera a cámara lenta. De esa misma forma, acerque mi polla a su culito, sentí como se tensaba, acaricie su culo para que se relajara, pero no había manera. Me termine de poner lubricante en la polla. Llego el momento, puse la cabeza de mi polla en la entrada de su culito, pero no hice amago de meterla, algo que la desconcertó, porque ella debió de suponer que lo haría rápido. Pero no, quería que se relajase. La primera vez que lo intente, se tensó más y debido a tanto lubricante, la polla resbalo y se salió de sus nalgas. No había manera estaba demasiado tensa, cualquier intento le haría daño. Haría lo que hice antes, para que se corriera sin aguantarse, esta vez cogí bien la polla con una mano, para que no se resbalase y cuando la tenía casi encajada en el culito, le di con la otra mano dos azotes más fuertes que los primeros, se quejó de ellos, pero dejo de estar tensa y logre meter el capullo. Agarrándola rápidamente de sus caderas, para que no se pudiera quitar.

Echo su mano atrás, la puso entre mi cadera y mi pelvis, empujando hacia atrás como indicándome que me quitara, pero no lo hice. De una manera casi imperceptible, fui metiendo mi polla muy, pero que muy lentamente. Se había relajado un poco más, pero no se movía, me dejaba a mí que marcara el ritmo. Quería tantear si podía meter un poco más, no de manera tan lenta y se me ocurrió decirle… “Mira como bufa tu marido… mientras yo te desvirgo tu culito… me pone muy cachondo lo putita que eres… tu que siempre eres tan formal… míralo…” mientras le decía esto y más cosas, se la fui metiendo hasta llegar al fondo. Ahora agarraba sus tetas, pellizcaba y estiraba sus pezones, de forma suave. Carolina entonces me dijo… “Tenías razón… que bien se siente… como la noto… parece imposible… es distinto… aaahhh…. No pares, continua…” poco a poco fui aumentando mi ritmo de embestidas y ella cada vez movía más su culo. Ella se corrió varias veces, cortándose cada vez menos en sus gemidos. Es más, una vez que estaba a punto de correrse y su respiración, junto a sus gemidos estaban siendo altos, Andrés que estaba tumbado de lado, pregunto qué pasaba y yo le dije… “Duerme tranquilo Andrés, que el estoy rompiendo el culo a la puta de tu mujercita” Carolina se quedó como congelada hasta que oyó como su marido en sueños me decía que sí, que era muy puta, que se lo rompiera en condiciones. Carolina al oír esto se puso más cachonda y se desato del todo, mientras se corría le decía a su marido lo bien que le follaba el culo. La única respuesta por parte de él fueron bufidos y ronquidos.

Ya empezó a clarear el día y Carolina me dijo que teníamos que dejarlo, que en cualquier momento empezaría a aparecer la familia. Me fui al baño a darme una pequeña ducha y ella me indico la toalla que tenía que usar, que era la suya. Carolina miraba sentada, como me duchaba y me dijo que jamás había tenido tantos orgasmos en su vida. Ella tenía la toalla en sus manos y cuando salí de la ducha, no me dejo secarme, lo quiso hacer ella y sus ojos eran de querer más, de deseo. Y como no, cuando llego a mi polla después de secarla bien y entreteniéndose en ello, volvió a empezar con una mamada, no lo hacía con prisa, lo estaba haciendo de forma distinta a la de antes. Se la metió en la boca, pero una vez que logro que estuviera a tope, se la saco. Apretó en la base de mi polla todo lo que pudo y así se mantuvo, haciendo que se me hinchara más y el capullo se pusiese de un rojo oscuro. Esta vez todo lo hacía con la punta de su lengua. La pasaba por toda la circunferencia de mi capullo, pero donde más se entretenía era en la parte del frenillo, la manera de lamer y de golpear con la punta de su lengua, me hacía ver las estrellas del gusto que me estaba dando. Ya se dedicó a eso y era increíble, apenas movía la punta de su lengua, era como si me presionara con ella y luego se relajará, de vez en cuando absorbía esa parte del capullo, de una manera muy suave y utilizando muy hábilmente sus labios, sin llegar a meterse la polla en la boca, con el dedo pulgar de la otra mano, me presionaba con distintas intensidades entre mis testículos y mi ano, dominaba ese roce con una habilidad inusitada.

Me estaba logrando dominar, esa fuerza de voluntad que tengo siempre para correrme cuando quiero, se estaba viniendo abajo, llevaba por lo menos más de diez minutos haciendo eso, cuando sentí que me iba a correr, pero la muy puta me lo controlaba, era toda una experta. Pero lo más delicioso de todo, lo más excitante y morboso, fue como controlo mi corrida, no permitió que saliera de golpe, pasando sus labios, la punta de su lengua y como si me estuviera dando un piquito con sus labios, fue haciendo que mi corrida saliera sobre sus labios, esa imagen de mi leche saliendo poco a poco, llenando sus labios y ella tragándoselo como a sorbos, fue algo especial, indescriptible y único. Cuando acabo le dije y no por cumplir, que había sido algo único, que jamás nadie me hizo eso. Ella con una sonrisa de orgullo, de satisfacción me dijo… “Y eso que ha sido con prisas, que si hubiéramos tenido tiempo… te hubieras vuelto…” y de pronto se puso seria, se metió en la ducha y me dijo que era mejor que me fuera ya. Me fui y no le pregunte si se lo contaría a su marido, la verdad que tampoco me importaba mucho.

Me marche a mi habitación me cambie de ropa y aunque tenía algo de sueño, me baje a reponer fuerzas con un buen desayuno y luego daría una pequeña cabezada. Cuando llegue al buffet del desayuno, estaba lleno de gente y entre esa gente, estaban Milena y Sandra, que me miraron muy serias. Cuando estaba poniéndome algo de comer, se me acercaron y se les notaba enfadadas, me dijeron que las había dejado en la estacada y me disculpe diciéndolas que no me había encontrado bien, adelantándome también les dije, que había oído como llamaban a mi puerta alguien varias veces, pero que no tuve ni fuerzas. Y me preguntaron si ya me encontraba bien y les dije que sí, que comiendo algo estaría perfecto. Me sonrieron y con cierta picardía me dijeron que sus maridos se levantarían muy tarde seguro. Cuando más se me complicaba todo, apareció Fernanda y Camilo, se sentaron con nosotros y respire un poco. Por lo menos podría descansar un poco más, aunque sabía también lo que querían ellos.

No sé el tiempo que había pasado, cuando aparecieron los casados. Ella venia radiante y el traía una cara de resaca total, algo demacrado, lo que hizo que hubiesen, muchos comentarios jocosos sobre la noche de bodas. Andrés fanfarroneo u poco, mientras su mujer me miraba sonriendo. Me levante por un poco más de café, pero la verdad que fue para coincidir con Carolina, que nada más verme me pregunto… “¿Has pasado buena noche?” lo preguntaba con segundas y me hablaba más suelta que hasta entonces, como vi que no estaba arrepentida, no le note remordimientos, le dije que había habido algún fallo esa noche. Con sorpresa me miro y confundida me pregunto qué fallo… ahora quien sonreía era yo diciéndole… “Cosas mías, a una amiga mía que le regale un día una ropita y… no me enseño como le quedaba” ella me miro con mucha calentura y me dijo… “Lo mismo es porque todavía no la estreno y seguro que cuando lo haga, tú lo veras…” otra vez me logro poner cachondo. Tuvimos que dejar nuestra conversación porque se acercó Andrés y nos preguntó de que hablábamos, diciéndole que le estaba preguntando a Carolina a donde se iban de luna de miel, contestándome Andrés que lo harían mas adelante.

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