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Terremoto sexual en familia.

en Sexo con maduras

 

La mayoría de los hombres tienen más miedo al sexo que las mujeres y eso es porque no entienden o no quieren entender, como decía Henry Louis Mencken, periodista y escritor, norteamericano…

“La vida sin el sexo quizá sea más segura, pero sería un aburrimiento insoportable. Es el instinto sexual lo que hace a las mujeres parecer bellas, lo cual son de pascuas a ramos, y a los hombres parecer sabios y valientes, lo cual jamás son. Ahógalo, desnaturalízalo, llévatelo y la existencia humana se reducirá al prosaico, laborioso, aburrido y estúpido nivel de vida de un hormiguero”

 

Cuando vine a este país, me lleve una gran alegría, porque como ya he dicho muchas veces, me adapto muy bien a los nuevos lugares, tanto por mi forma de ser como por mi mentalidad. El venir aquí tenía un plus añadido, el idioma era el mismo. Pero debido a ciertas circunstancias que se conjuraron para hacérmelo un poco más difícil, estuve los primeros meses un poco perdido. Desde la última noche que pase con las dos hermanitas ya habían pasado veinte largos días. Otra vez empezaba a sentirme bajo de moral. Las mujeres más cercanas eran las del trabajo, pero quería evitar a toda costa tener nada con ninguna de ellas, a pesar de que muchas de ellas estaban francamente para hacer caer a cualquiera. Lo mismo sucedía donde yo vivía, era gente de alto poder adquisitivo y de entre todo el vecindario había tres mujeres que siempre estaban juntas en el gym y en la piscina, que eran unas maduritas casadas y muy ricas, pero salvo el saludo educado de cuando nos cruzábamos no había manera de entablar conversación con ellas.

De mis salidas nocturnas solo, las mujeres que conocí por lo que fuera, mi instinto no me permitió llegar a mas, tampoco es que hubiera salido mucho. Con la persona que más feeling tenía desde que llegue a parte de Milena era con Andrés, que era raro el día que no nos veíamos para tomar algo. Al principio mi interés fue por su mujer Carolina, que como ya dije me hacía perder el sentido cuando la veía. Pero al final nuestra sintonía era total, era un tío muy majo, lo que me hacía replantearme mis pensamientos con relación a su mujer. Las veces que venía su mujer, procuraba mirarla con menos intensidad, pero lo cierto que mi vida monacal no ayuda a ello.

Camilo, que desde el día que nos oyó a su mujer y a mi follar, estuvo distante, pero correcto. Yo actuaba con total normalidad, aun sabiendo lo que sabía. Había una reunión importante, quise que en la primera parte estuviera solo Camilo con la gente que venía a vernos. Era una estrategia, porque él conocía a esa gente ya, sus formas y costumbre, Camilo era muy buen anfitrión y como relaciones públicas no le ganaba nadie, los ablandaría en un principio y luego acudiría yo. Estaba haciendo tiempo cuando llegaron las hijas de Camilo, solía pasar cuando venían a por dinero. Nada más verla las invite a pasar a mi despacho. Paulina nada más verme me saludó muy efusivamente algo que me esperaba y Camila se acercó de forma pausa dándome dos besos muy prometedores, cerca de las comisuras de mis labios. Me dio la sensación de que se le habían pasado todos sus remordimientos. Como había dicho venían a sablear al padre. Paulina soltó a bocajarro que podíamos organizar otra noche como la última que tuvimos. Mi respuesta fue rápida y mirando a su hermana… “Si tu hermana quiere, por mí no hay problema, que me gustó mucho estar con dos mujeres tan guapas” como Camila se quedó en silencio, su hermana me replico… “Da igual si mi hermana no quiere, yo puedo llevar una buena amiga” me descoloco la respuesta y mi alegría fue total cuando Camila dijo… “Yo no he dicho que no quiera…”

Mi polla se puso arrebatada quería salirse de su encierro. La secretaria me dijo que me esperaban y les dije que se podían quedar allí, que le diría a su padre que estaban allí. Entre en la sala de reuniones y me presentaron a los invitados eran cuatro hombres y dos mujeres. Una cercana a los setenta años y otra a los cincuenta, esta última atractiva y cuando nos miramos hubo atracción por ambas partes. Los hombres eran todos de la quinta de Camilo. Camilo salió un momento y yo seguí con ellos. La reunión fue muy fructífera y donde me entere que la mujer que me gusto estaba casada, siendo uno de los hombres allí presentes su marido.

Todo salió perfecto, mejor imposible, a falta de unos pequeños flecos que quedaron pendientes. Camilo dijo de tomar una copa para celebrarlo y todos dijeron que sí. Trajeron la bebida y nos pusimos de pie para salir a una terraza que tenía la sala de reuniones. Algunos se pusieron a fumar y yo me quede un momento atrás, para escribir en un trozo de papel mi número de teléfono. Mi siguiente paso fue ir hablando con todos y en cuanto pude, con mucha discreción le pasé el papel a esa mujer que se llamaba Nancy. Lo agarro apurada y se fue hacia el marido, pensé que había metido la pata, le dijo algo y este se dirigió a Camilo preguntándole por el aseo. Camilo llamo a una secretaria que la acompaño. Resople profundamente. Sonó mi móvil, era un número que no estaba en mis contactos, atendí la llamada, separándome un poco de la gente y era una voz femenina que me dijo… “Es usted un lenguaraz, no sé cómo se ha atrevido, como ha sido tan descarado… “antes de que siguiera hablando, aunque lo que ella decía era una pregunta retórica, hice como si lo entendiera como una pregunta normal y corriente, “Pues que he visto una bella mujer, que me penetraba con esa mirada intensa y que cuando vi el marido que tiene, comprendí que necesita aire nuevo, así de simple, ya tienes mi número y haz lo que quieras” a continuación corte la llamada. Cuando regreso me miro y sonrió, nada más.

Esa sonrisa me decía que se acercaban buenos momentos. Salvo que mi intuición me engañara. En cuanto se fueron, Camilo se froto las manos, se le notaba muy contento y me paso un brazo por encima del hombro diciéndome… “Formamos un buen equipo, juventud y veteranía” esta exultante y entonces me dijo… “Este fin de semana te podías venir a mi casa, rematamos la operación y nos relajamos” acepte de inmediato, no por trabajo, más bien fue mi mente “perversa” la que dijo que sí. Ya que desde el día que supe que le gustaba oír, me dije que más le gustaría ver. Una vez en mi despacho llame a Paulina que quería verla a ella y a su hermana, ese mismo día, Paulina preocupada me pregunto qué porque tanta prisa y le conteste que era una sorpresa, quedando a tomar algo por la tarde.

Siempre suelo llegar yo antes a las citas, pero esta vez las hermanas me habían ganado. Nada más sentarme donde estaban y antes de pedir lo que quería tomar, me preguntaron qué pasaba. Las tranquilice… “No pasa nada malo, solo que este fin de semana lo pasare en vuestra casa y que nuestro encuentro será allí” sabía de antemano que a Paulina le daría igual, pero Camila salto enseguida… “Estarán nuestros padres, imposible” “Ya sé que estarán tus padres, mejor, más morboso y más divertido” le dije, con cara escandalizada Camila me dijo… “Si estás pensando en hacerlo para que nuestros padres participen es que eres un garoso total” Paulina me explico lo que quería decir que era algo así como depravado. No termino con eso le dijo a su hermana “Camilita, que más te da, puede ser hasta divertido, si nuestro padre no para de espiarnos” Camila con voz demudada le dijo a su hermana… “¿Y si le da por querer algo más?” la respuesta de Paulina fue tajante… “Vamos… si no puede con mama iba a poder con alguna de nosotras… a él solo le gusta mirar” finalmente Camila acepto, pero con la condición que sería en la habitación que yo ocupase y sin estar los padres.

Todo dependería más de Fernanda la madre, que de nadie más. Todo se vería el viernes, pero ya tenía todo más que pensado. Dejaría poco al azar, sería cuestión de decisión. Lo más que podía pasar sería un “enfado” de Camilo o de Fernanda, pero que no iría a más y con los días se pasaría. Justo en ese momento me llamo Andrés para pasar ese fin de semana con ellos. Me cabreo un montón, porque tuve que rechazar la invitación, aunque quedamos para el siguiente fin de semana.

El viernes por la maña llegué antes de lo habitual al trabajo, no estando todavía todo el personal porque fui antes de la entrada del personal. Desde el primer momento me puse a sacar el trabajo pendiente de ese día, para poder marcharme esa misma mañana. Camilo cuando llego que no lo hacía nunca a primera hora, se acercó a saludarme y a interesarse por la hora en que nos iríamos a su casa. Su sorpresa fue tremenda cuando le dije que por mí ya mismo, que ya tenía todo hecho. Una vez que reacciono me dijo que de acuerdo pero que le diera un momento que tenía que realizar unas llamadas y se fue a su despacho. Al rato salió con unas carpetas en las manos, era documentación sobre la que se suponía que teníamos que trabajar. Me encontraba particularmente eufórico, dispuesto a todo. Era consciente de que ese fin de semana seria en relación al sexo el mejor de mi vida o un fracaso absoluto, pero estaba convencido de lo primero.

Era de las pocas veces que no entraba en mi mente la palabra derrota o fracaso. Tomaría la iniciativa desde el primer momento y ya lo había hecho al dejar descolocado a Camilo con lo de irnos ya, a su casa. En vez de coger el coche con el conductor, prefirió ir conduciendo el, íbamos sin prisa.

-Me has sorprendido al querer dejar el trabajo tan pronto. No me lo esperaba.

-Camilo es que todos los días me hago sobre once horas y estoy saturado, me duelen las cervicales, la espalda, necesito relajarme. (Todo esto lo dije con una intención premeditada y haciendo gesto como si me doliera el cuello)

-Pues no hay mejor sitio que en mi casa, en un ambiente familiar.

-No me gustaría fastidiaros el fin de semana y mucho menos a tus hijas, que seguro que querrán salir con los amigos.

-Por eso no te preocupes. Que ya verás cómo descansas en mi casa y con los chorros de agua, la piscina y el jacuzzi… (Era donde quería yo llegar, que saliera de él y no de mi)

-Es verdad, la otra vez fue muy bueno. (Vislumbre una sonrisa y estuvimos hablando de cosas banales hasta que hizo una pregunta interesante)

-A mi mujer y a mis hijas les has caído muy bien. ¿Y a ti? (Se puso un poco nervioso)

-Son muy simpáticas y amables, pero sobre todo tienes tres bellezones en casa. Porque si tus hijas están bien, tu mujer esta espectacular. (Hice como si se me hubiera escapado) Perdón no quería sobrepasarme.

-No pasa nada hombre, si es verdad y me halaga que digas que tengo una mujer espectacular.

-Es que esta imponente, para quitar el sueño. Tienes suerte. (Ahora ya más lanzado)

- ¿Suerte de qué?

-Déjalo, no quiero resultar ofensivo, hay algunas veces que no mido mis palabras. (Seguía provocando)

-No seas tímido, di lo que piensas. Que hay confianza y yo no me enfadare.

-Pues que tienes suerte de temerla a tu disposición todas las noches.

-Jajaja… no te creas que todo lo bueno, también tiene sus inconvenientes. (Vi que el bulto de su pantalón creció, no mucho, pero se notó)

- ¿Inconvenientes?

-Jajaja… eres joven todavía. Los jóvenes sois todo furor a esas edades, te lo digo porque yo también tuve tus años, peo el tiempo y en algunos casos los excesos, te merman las fuerzas. Y yo he tenido excesos de todo tipo… Jajaja…

Había esperado tal como fue la conversación, que se hubiera animado más, pero lo único que quiso fue ponerse el a gusto. Porque se había puesto cachondo. Pero no me dio pie a nada. Llegamos a su casa y llego el primer contratiempo, ni la mujer ni las hijas estaban, se habían ido, lo que supuso que estuviéramos los dos solos, lo que aproveche para quitarnos el trabajo de encima. Poco antes de la comida llegaron las tres y venían riéndose a carcajadas, las tres venían vestidas de forma presumida y con un toque frívolo, las tres como se dice por mi tierra, enseñando cachas (piernas)

Me saludaron muy efusivamente y con alegría, pero dentro del decoro. Antes de empezar a comer, me encontré a solas con Camila, que le dije al oído, varias frases subidas de tono, en relación a lo que la iba a hacer y para terminar le di un buen azote en el culo, ese culo súper duro que tenía. Fernanda cuando ya estábamos a punto de sentarnos en la mesa para comer, le pregunto a su marido por el vino que sacaba, este le dijo que lo eligiera mejor yo, que fuera a mi gusto. Se sonrieron y la mujer me dijo que la acompañara a la bodega. La bodega tenía una luz tenue y nada más llegar le dije que eligiera el que ella quisiera, que a mí me daba igual el vino. Le agarre por detrás y roce mi paquete contra su culo. Ella en plan “decente” me decía que hacía, que era mejor ir al comedor y yo le dije que el cornudo de su marido me había mandado con la puta de su mujer para que la metiera mano, ella dejándose meter mano por debajo de la falda, me pregunto si se había notado mucho, ni la conteste. Hice que se agachara y me saque la polla dándome una mamada muy breve y le dije que hoy sin falta me la fallaría, ella muy decidida me dijo que ya contaba con ello.

Aquí cada uno de la familia tenía pensado una cosa, pero lo que pensaba yo era totalmente distinto. Una vez en el comedor, tanto Fernanda como Camila tenían los pezones que se les marcaban a tope. Durante la comida y después de ella, tanto con miradas, como con roces o cuando se podía con palabras, me dedique a Camila y Fernanda, tenían que estar lo más cachondas posibles. A Paulina le deje más tranquilo porque sabía que ella estaría dispuesta a todo, la había calado desde el principio y era una joven que lo único que buscaba era el placer por placer. Estuvieron bastante tiempo, enseñándome fotos, hablando de lugares… ya me estaban cansando, pero tenía que poner buena cara y aguantar el tipo. Note como Camilo me miro varias veces y se debió de dar cuenta de mi hartazgo viendo fotos, que dijo de ir a relajarse al mini spa que tenía montado en su casa. No lo dude y me sume a su propuesta.

Nos fuimos a nuestras habitaciones a cambiarnos y Camilo me recordó, como si yo no me acordara, que sin bañador. Me puse un albornoz que había en mi baño y salí, encontrándonos a la vez Camilo y yo. Nos fuimos a la piscina porque ellas seguro que tardaban más. Nada más llegar deje mi albornoz sobre una hamaca y me tire al agua. Mientras Camilo fue conectando el jacuzzi y los chorros de masaje que caían desde lo alto en la piscina. Estuve un rato debajo de esos chorros, que parecían una catarata y cierto que me relajo. Camilo estaba metido en el jacuzzi y me miraba. Como no le odia oír bien con el ruido del agua, me salí y me fui a donde él estaba. La conversación fue toda en relación al día anterior, detallándome quien era quien de los que nos fueron a visitar.

Llego Fernanda y dijo que las hijas lo mismo no venían, que estaban perezosas. Ella se quitó su albornoz, lo hizo exhibiéndose para los dos, sobre todo cuando se giró y se agacho para colocar el albornoz, dejándonos una panorámica excelente de su culo. Luego se dio la vuelta y estando de frente a nosotros, se puso a hacerse una coleta con una goma, levantando sus brazos, lo que hacían que sus tetas se vieran majestuosas con esos pezones ya tiesecitos, a continuación, se fue hacia la piscina e hizo lo mismo que había hecho antes yo. Ya no hablábamos ni él ni yo solo mirábamos con expectación.

 Sin esperarlo aparecieron las hijas, solo me falto aplaudir. Su aparición fue como el de dos estrellas de la pasarela, antes muertas que sencillas. Venían con dos albornoces cortos, dejando ver bien sus piernas y traían puestas dos sandalias con unos tacones grandes, estaban imponentes, se recrearon para quitarse los albornoces, yo miraba encandilado, pero el padre no se quedaba atrás. Una vez desnudas la hija pequeña se lanzó al agua y la mayor, bajo majestuosamente las escaleras luciendo bien su culo con un sensual movimiento de caderas. Fernanda se salió de debajo de los chorros y se vino hacia notros, según la veía acercarse mi corazón se aceleró, ahora empezaba todo.

Cuando se metió en el jacuzzi, ella iba a ponerse al lado de su marido, dejándolo entre medias de los dos, pero estuve rápido y me moví dejando un hueco e indicándola que se podía poner allí, con un acto reflejo miro a su marido, que no dijo nada y se limitó a moverse un poco para dejarla que se pudiera colocar mejor, quedando al final entre los dos. Para hablar con él me tuve que girar un poco, empecé a hablar sobre el buen diseño de esa parte de la casa. Lo hice como forma de sacar una conversación, sin otra intención. Fernanda riendo me dijo… “La que acabas de liar…” no sabía porque lo decía hasta que su marido empezó a hablar. Lo había diseñado el, la idea de esa parte de la casa fue totalmente suya, el empezó a darme todo tipo de detalles. Ahora entendí a Fernanda, además no dejaba a nadie meter baza.

Con la mayor naturalidad del mundo, como si fuera algo sin importancia, empecé a acariciar una pierna de Fernanda, la cual se quedó sin saber que hacer o que decir. Fernando que lo vio, siguió explicándome todo, pero no de la forma tan vehemente que lo había hecho hasta ese momento. Sin embargo, yo le miraba atentamente, escuchándole. Como vi que se estaba quedando con pocos argumentos ya, le hice un par de preguntas y retomo la conversación, pero ahora de manera prudente, cauteloso. Mi mano fue subiendo hasta llegar a la zona del coñito de Fernanda, que cuando noto que mi mano tocaba su muslo, había cerrado bien las piernas. Así que cuando llegue a la zona de su coñito, se resistía a abrirlas, pero yo no desistía en mi empeño. Ella miro a su marido y su marido a ella, la mirada de él era muy intensa, la de ella no la podía ver, pero algo se dijeron con la mirada que ella sin dejar de mirar a su marido, abrió las piernas y cuando toque su coñito, suspiro profundamente y echo su cabeza para atrás. Se recostó un poco, cerró los ojos y me dejo hacer. Camilo dejo de hablar y yo le hacía tranquilamente una paja a Fernanda, tenía claro de que ya estaba todo en marcha, ella se dejaba tocar, su marido se había empalmado. Pero lo mejor fue cuando ella estiro sus manos para agarrarnos nuestras pollas.

No se ellos, pero yo no me acordaba de las hijas, ni sabía dónde estaba… estaba como en las nubes, ver la cara de ella era un poema y cuando abría los ojos… su mirada era de vicio en nivel más alto. Fernanda nos la meneaba con ardor y con ganas. Tal como estaba ella, que prácticamente no abría los ojos y estaba como en el limbo, tampoco se daba cuenta de nada. Camilo andaba más o menos igual, con la diferencia de que él estaba medio ladeado, quedando la piscina a su espalada, no podían ver a sus hijas, pero de pronto las vi de pie y mirando con mucho interés. La cara de Paulina era de querer meterse de lleno, la de Camila era de no estar creyendo lo que veía, de no hacerla gracia, pero de no poder quitar la mirada porque su excitación era máxima.

Fernanda se incorporó un poco y nos morreamos de lo lindo. Se puso a horcajadas y mientras nos volvíamos a morrear, se fue metiendo mi polla y una vez que la tuvo toda dentro inicio una cabalgada brutal, que manera de gemir y pedir. Camilo se tocaba el ahora solo, mirando fijamente a su mujer, el movimiento de sus tetas. Miré en la dirección de donde antes vi a las hijas. Paulina estaba sentada en el borde, al otro extremo y tenía una de sus manos entre sus piernas, tocándose con mucha discreción, pero Camila se había ido. Pero de reojo vi algo, miré y vi a Camila en una de las tumbonas y se estaba tocando sin dejar de mirarnos. Todo iba como yo deseaba. Sentí como Fernanda me garraba con fuerzas el cuello, estaba poniéndose en tensión, parecía que me quería arrancar el cuello, su respiración se paró, se contenía, se ponía roja, hasta que resoplo con fuerza, grito y se corrió exageradamente. Fernanda se recuperó un poco, miro a su marido y a mí, para decirnos que nos fuéramos mejor a su habitación, que lo disfrutaríamos más.

Me levante para ir a donde decía Fernanda y entonces se me vio perfectamente la polla, que estaba a tope. Los ojos de Camilo se quedaron absortos mirándola. Ella nos tendió las manos y cada uno agarro una. Fuimos con ella y cuando pasamos junto a Paulina, Fernanda acaricio su cabeza, ya que ella seguía sentada. No creo que se fijaran en Camila. Algo que me llamo la atención, es que no se preocuparon de las dos mujeres que trabajaban en la casa, que no nos las encontramos pero que podía haber sucedido. Fernanda iba pletórica, yo contento y Camilo la típica cara de no saber qué está pasando.

Al entrar en la habitación, ella se dirigió hasta un silloncito, hizo sentar a su marido y ella se sentó con las piernas juntas encima de las piernas de él. Luego la muy morbosa, me hizo acercar y empezó a comerme la polla en la misma cara de él. Mejor visión no podía tener de la “glotonería” de su mujer comiendo una buena polla. Me fije detenidamente en la cara de Camilo, estaba cautivado mirando. Fernanda se la saco de la boca y mirando a su marido, pasaba la lengua por toda la polla y luego paro para darle un buen morreo a su marido. Oímos un ruido muy leve, miramos y era Paulina que se había pegado a nosotros. Ni el padre ni la madre se cortaron. Fernanda se levantó, se apoyó sobre los hombros de su marido, dejando el culo en pompa y no tuvo que decir nada más, le metí toda la polla hasta el fondo.

Mire a Paulina que estaba desnuda y ya no se aguantó más se acercó y nos besamos, toque su coñito y estaba más que mojado. Mientras nos besamos oímos a Camila que decía… “Me da igual que mires… pero no me toques…” se lo decía a su padre, que por lo que se ve le había metido mano. Había aparecido sin hacer ruido. Esto nos hizo mirar a Paulina y a mí. Paulina sonrió a su hermana y le cambio el sitio para que nos pudiéramos besar. Lo hicimos con mucha pasión y cuando fui a acariciar su coñito, me encontré una mano de mujer, era su hermana que por detrás le metía mano. Achuche suavemente a Paulina para que acariciara a su madre y resulto muy fácil. Empezó a acariciar sus tetas y Fernanda que estaba otra vez a tope, la miro y se sonrieron, dándose un pequeño piquito.

Ahora cogí una mano de Camila y aunque se resistió, la coloque en el clítoris de su madre, mientras yo se la movía, cuando note que ya no se resistía, la solté y ella paro, pero la madre nos pidió con voz caliente y desenfrenada que no parasemos, entonces Camila volvió a tocarla. Oía que algo le decía la madre a Paulina, no entendí lo que le dijo, aunque la oí perfectamente, pero al instante supe que era, Paulina empezó a pajear al padre, que poco tuvo que pajearle porque se corrió al minuto. Siguiéndole Fernanda. Dejamos a Camilo sentado en el sillón reponiéndose y nosotros nos fuimos para la cama. Era la segunda vez que se corría y yo con la polla dura, con necesidad de correrme. Camila lo debió de intuir, porque una vez que me tumbe, se sentó encima de mi polla, no me dio tiempo a nada más. Le gano la mano a Paulina que por lo que se ve iba a lo mismo, se quedó tumbada a mi lado y protesto.

De forma inesperada Fernanda abrió las piernas de Paulina y se puso a comerle el coño, lo que me dejaba claro que la madre sabía lo que era estar con una mujer, tal como se desenvolvía. Lo que no sabía si había tenido algo anteriormente con Paulina, que también salí de dudas, cuando Paulina hizo un comentario a la hermana de cómo lo hacia su madre, que era una sorpresa. Descaradamente mientras se oían nada más que gemidos y respiraciones aceleradas, Camila se giró a mirar al padre y dijo con voz excitada… “Mirar… ahí está el cabrón… que disfruta viendo cómo se cogen a las mujeres de la casa…” me quede expectante para ver qué pasaba, pero lo único que paso es que seguimos follando.

Nos corrimos Camila y yo a la vez, fue una corrida muy buena. En ese momento Fernanda vino hacia mí y nos pusimos a besarnos, su boca sabia al coñito de su hija, lo que hacía que el beso fuera más caliente. Camila se había quitado de encima y se puso a chuparme la polla, pero de una manera distinta, lo hacía a toda velocidad, como queriendo evitar que después de mi corrida mi polla se bajase y lo consiguió, se quedó igual de dura que antes. Estaba rabiosa como si estuviera fuera de sí, me dijo que le follara el culo a su madre, que se lo hiciera sin piedad. Hizo a su madre que se colocara mirando a su padre, yo me puse detrás y con cuidado empecé a follar ese culazo, Camila me decía que le diera con más ganas y como iba a mi ritmo, azoto el culo de su madre con muchas ganas. Ya tenía toda la polla dentro de su culo y Camila se puso delante de la madre y le dijo que le comiera su chocha, Fernanda se agacho y se puso a ello, se le notaba que le gustaba hacerlo. Mientras yo embestía su culo, vi como Paulina le estaba haciendo una mamada a su padre. Su padre se corrió rápido y luego ella se sentó en el sillón cambiando el sitio a su padre, que se arrodillo en el suelo para comer el coñito de su hija, que no dejaba de mirarme mientras se tocaba sus fabulosos pezones.

Todos se corrieron como en cascada, siendo como una orquesta de sonidos. Yo seguía empalmado y cachondo, pero después de correrse Fernanda y sacarle la polla de su culo, me fui al baño a lavarme. Fui al baño de mi habitación, porque en el baño de esa habitación se metieron las tres mujeres. Cuando iba a salir apareció Paulina, que me decía que ahora era todo para ella, estaba en plan salvaje. Estuvimos follando bastante tiempo y sin que nadie nos molestase. Nos quedamos los dos completamente dormidos y cuando me desperté no la quise molestar, estaba totalmente dormida, con cara angelical. Me duché y me vestí. Fui a desayunar y el único que estaba levantado era Camilo. Estaba hablando por teléfono y me hizo una seña con la mano, saludándome. Vino una de las mujeres de servicio y me puso el desayuno. Termine de desayunar y el seguía hablando por teléfono. Estaba ahora sentado mirando las vistas del exterior, que como ya dije la primera vez que estuve allí, eran unas vistas idílicas.

Ese momento me lo corto de manera inesperada Camilo, que me dijo… “Creo que será mejor que te marches, lo que paso anoche no debía de haber pasado y mantengamos nuestra relación estrictamente en el ámbito profesional, fuera está el coche esperando para llevarte” fui a mi habitación, recogí mis cosas y sin hacer ruido salí de la misma, fuera me encontré a Fernanda también, que me miraba con cara de circunstancias. Pero antes de marcharme me sonrió y me guiño un ojo. En la puerta él fue el único que salió a despedirse, lo hizo con su habitual actitud campechana, no sé si por estar el conductor viéndonos o porque él es así. De camino a mi casa estuve pensando en llamar a Andrés para ver si seguía pendiente lo del fin de semana, aunque al final decidí no hacerlo, esperaría al siguiente fin de semana. De lo sucedido con Camilo, ni me enfade ni le di mayor importancia, lo entendí perfectamente, ahora tendría un auténtico barullo en su cabeza y algún que otro remordimiento.

La semana empezó de lo más normal, yo sabía que mi actitud con Camilo seria la misma, pero no sabía cómo sería la de él. El lunes cuando llego estaba como siempre, de lo más normal, terminamos de arreglar los flecos del trabajo pendiente y el martes todo igual, eso me tranquilizo. Esa tranquilidad se alteró un poco, cuando estando con el Fernanda me llamo a mi teléfono, disimulé lo que pude y como pude. Ella que era inteligente se dio cuenta de que estaba con él, porque enseguida al ver que contestaba con monosílabos me pregunto… “¿Qué está ahí contigo?” yo se lo confirme y le dije que me llamara en 10 minutos que ahora no podía hablar. Cuando me volvió a llamar lo hizo para que nos viéramos en mi casa. Le dije que mejor, dejáramos enfriar todo un poco de momento, ella me dijo un “Si claro, no faltaba más” pero con un tonito, que me decía que no estaba de acuerdo.

El día se estaba haciendo monótono, pocas cosas me quedaban ya por hacer y en eso entro Milena, venía con unas cosas pendientes y le dije que las dejara encima de la mesa que mañana las vería con más tranquilidad, ya que no eran urgentes. Me daban ganas de follármela ahí mismo, venía con una falda muy corta y una blusa muy ajustada, cardiaco me ponía cundo iba así. La vi dudosa y le pregunté por ello…

-Que había esperado que aceptase la invitación del fin de semana, que sin mí fue todo más aburrido. (Yo había entendido a Andrés que la invitación era para estar con ellos solos)

-Ya me había comprometido con Camilo, no era cuestión de dejarle plantado.

-Fue una pena, porque lo hubiéramos pasado muy bien. (Me sorprendió)

- ¿Bien? Si desde la famosa noche no habéis querido nada, imagino que tu marido se arrepintió luego.

-Que se va a arrepentir, si desde ese día cada vez que hacemos algo, Jairo siempre te mete por medio para gozarlo más.

-Pues ahora sí que no lo entiendo.

-No es lo mismo que surja que llamar a otro hombre para que se coja a su mujer. ¿Lo entiendes?

-Pues la verdad que no.

-Te lo intentare explicar, no quiere parecer que… no tenga pantalones, que no es hombre…

-Vale pues ya quedaremos otro fin de semana.

-Si quieres y como sueles decir, para romper el hielo… luego viene a recogerme, podíamos tomar una copa y así provocar el quedar… ¿Te parece?

-Por mi perfecto.

Salió del despacho toda contenta y menudo culo se gastaba. A la hora me aviso de que ya estaba allí su marido. Fui a saludarle y lo hicimos los dos muy efusivamente. Ya estaba oscureciendo, Jairo me dijo que me llevarían a comer algo y a beber aun sitio que seguro yo no conocía. También me dijo que iríamos en su camioneta, era de color blanco. De una marca conocida, además de la parte delante y trasera de asientos, detrás tenía como una caja larga con lona, que era donde solía llevar el material de trabajo. Del compartimento de atrás las ventanillas eran oscuras. Los asientos de tela. Me hicieron sentar delante y Milena se sentó detrás.

Me llevaron a un sitio algo escondido, creo que era el único que no era de allí. Se veía que era muy antiguo, rodado de cierto halo místico, con iluminación escasa y de fondo música típica del lugar. Lo que comimos estaba muy bueno. Una vez que acabamos de comer y mientras estábamos charlando, con mucha discreción y con cuidado de que nadie me pudiera ver a excepción de Jairo, que, si quería que se diera cuenta, empecé a tocar la pierna de su mujer, para ir subiendo poco a poco mi mano. Milena abrió más las piernas como yo esperaba de ella, me dejo que subiera hasta su coñito y mirando a su marido le dijo… “Te lo avise… es un truhan” Jairo se reía de forma excitada. Preguntándole a su mujer que como estaba yo y sin cortarse paso su mano por mi paquete, pudiendo comprobar la tremenda erección que tenía. Su mano se recreó bien, se acercó a su marido y le dijo algo así como pata de perro envenenada o algo parecido, lo único que sé que la cara de Jairo se ilumino. Tan excitado se puso, que fue de el quien partió la propuesta de irnos a mi casa. Yo acepte rápidamente y como Milena no contestaba, Jairo le pregunto otra vez y ella solo dijo… “No perdamos más tiempo y vámonos ya”

Antes de salir ya tenía pensado lo que iba a hacer. Íbamos todos camino a la camioneta, estaba claro que, aunque íbamos hablando del lugar donde habíamos estado, pensábamos en lo que íbamos a hacer y en lo excitado que estábamos. Jairo me dijo… “Se va a hacer el camino largo…” me sonreí y no conteste. El primero en subirse a la camioneta fue el. Luego lo hizo Milena que yo le había abierto la puerta y ante la sorpresa de ambos, me subí en la parte de atrás con ella. Jairo se quedó totalmente parado y le dije… “Arranca que lo vamos a pasar muy bien, hazme caso, ya verás” después de un momento de duda, arranco y le dije que condujera por donde quisiera. El mirándome por el retrovisor me pregunto, “Pero… ¿Qué vamos a hacer?” yo con mucha seguridad le conteste… “De momento tu conducir, yo sacarme la polla que ya me duele de estar encerrada (me desabroche el pantalón dejando mi empalmada polla libre) y la putita que tienes por mujer, me la mamara mientras”

Milena miro a su marido y ella sí que no tuvo dudas, le dijo… “Que dice mi macho… si tu no quieres…” la muy puta le decía eso mientras ya me agarraba bien la polla. Jairo no dijo nada, se limitó a descolocar el espejo retrovisor bajándolo más. Milena se agacho y me empezó a hacer la mejor mamada que me había hecho ella. Haciendo ruidos para que su marido oyera lo bien que se lo pasaba. De vez en cuando paraba y decía a su marido que estaba muy rica mi trola, entendí que se refería a mi polla y me di cuenta que según estuviera de caliente la llamaba de una manera o de otra. Le dije a Jairo que me estaba haciendo una mamada memorable, que tenía una buena puta, ella no se enojaba porque le dijera eso y Jairo tampoco, porque me dijo… “Si… siempre ha sido muy brincona” yo metía mano en su culo y ella me lo facilitaba, cuando toque su coñito el tanga estaba empapado.

Hice que se incorporara y le desabroche la blusa e hice que se quitara el sujetador, también le dije que se quitara su tanga que me la iba a follar, todo se lo decía susurrando, lo que le ponía más cachonda y Jairo echaba su cabeza hacia atrás para poder oír. Ella con voz totalmente perversa, con una excitación brutal, después de dejar el tanga en el asiento, se puso entre medias de los dos sillones delanteros y le decía a su marido provocativamente… “Jairito… este señor me quiere machucar… ¿Qué hago?” su voz era muy sensual además de sexual. Mientras yo estaba metiendo mi mano por detrás, su coñito chorreaba, ella con su posición no podía ahora impedir, que le pasara mi polla por todo su coñito. Lo que me hizo gracia porque nunca lo había oído es que le dijo a su marido… “Contéstame di algo… que me está dando la brocha y ya sabes lo que me pasa cuando me dan brocha…” se refería a pasarle la polla por el coño sin penetrarla.

Si la voz de Milena era excitada la de Jairo la superaba y sin contenerse me dijo… “Dale batuta a esta puta…” en ese momento Milena se sentó sobre mi polla, yo desde atrás le agarraba sus tatas, pellizcaba con furia sus pezones y ella decía de todo cerca del oído de su marido. Moverse de ella era exagerada, parecía loca. Cuando solté una de sus tetas y me puse a acariciar su clítoris, estallo como el rugir de una leona. Salto hasta saliva sobre el parabrisas. Que gusto y que excitación da ver como se corre una mujer de esa manera. Le dije que se levantara que me quería correr en su culo. Esta vez no se molestó en decir nada a su marido, simplemente se levantó y una vez que noto la cabeza de mi polla toda mojada en la entrada de su culo, se fue sentando y se lamentaba un poco, hasta que entro la cabeza de mi polla y ella suspirando le dijo a su marido… “Buffff… ya entro la gorra Jairo” poco a poco se metió toda la polla y apenas se movía. Empecé de nuevo a acariciar su clítoris, notaba su dureza y según se lo acariciaba, ella cada vez sin apenas levantarse, meneaba sus caderas, haciendo que su culo se girase dándome un placer absoluto. Tenía un movimiento perfecto de cadera. Que cada vez lo hacía mejor y con más intensidad, según le acariciaba su clítoris.

Yo no prestaba atención de por dónde íbamos, hasta que se paró la camioneta, me fije que se veía mucho árbol, pero no podía ver mucho más tal como estaba colocada Milena sobre mí. Jairo se giró y se puso a comerle el coño a su mujer, que eso ya la volvió loca del todo. Yo volví con mis dedos a acariciar y apretar sus pezones. Ella me agarraba de las muñecas fuertemente, estaba desbaratada, mientras estábamos a punto de corrernos, sentí como me tocaban los huevos y ella no podía ser. Una vez que empezó a respirar más fuerte, como si estuviera falta de aire y empezaron los primeros gemidos, empecé a correrme en su culo, lo que supuso la explosión de ella. Cuando se quitó de encima, me mancho los pantalones con su corrida y con la mía. De su bolso saco unas toallas húmedas limpiándome bien la polla y lo que pudo de la ropa. Ahora si nos dirigimos para mi casa. Les invite a subir, pero ya se les había hecho muy tarde. La cara de Milena era de haber querido continuar, pero…

Este relato se lo dedico muy especialmente a Rober, para que termine pronto de recuperase, podamos volver a leer relatos suyos y, sobre todo, para volver a coincidir muy pronto, ya sabes dónde.

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