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Uniendo a una familia.

en Sexo con maduras

 Se terminó el fin de semana en casa de Milena. Conocí a mucha gente y por raro que parezca todas esas personas fueron agradables, no puedo decir nada malo de ninguna de ellas. Con Milena exceptuando lo que paso la primera noche, no pudimos hacer nada más, salvo algún pequeño roce que tuvimos. Porque ya no estábamos solos, había familia presente. Jairo no se pudo estar callado y en cuanto pudo, le comento a Carlos Andrés y a Carolina, lo que yo buscaba, sobre el internet, TV… liando todo un poco. Carlos Andrés (a partir de ahora solo Andrés, para abreviar) en el momento que pudo me empezó a “vender” lo bueno del producto que tenía su empresa, yo no quería comprometerme a nada, más aún cuando me di cuenta de que Jairo le hablo de poder dar el servicio técnico a la empresa. Reconozco que lo haría con buena voluntad, pero me complico un poco. Al final Andrés me dijo que mejor que me lo explicara su mujer, que era la que llevaba la comercialización.

A la llamada de Andrés su mujer Carolina se acercó y su marido le explico, su mirada me derretía, me tenía que controlar para poder hablar bien. Milena que se dio cuenta de todo, se acercó y dijo… “Vamos, que estamos aquí para pasarlo bien, no para hablar de trabajo, eso en cualquier otro momento…” Carolina le dio la razón y dejamos de hablar del tema. Eso si antes de irse ella me entrego una tarjeta suya, por si quería algo. A nivel particular si tenía que darme de alta en telefonía móvil, porque seguía utilizando mi móvil español, lo que me suponía un gasto elevado cuando usaba mi móvil, al margen de la necesidad de llevar el adaptador para poder cargarlo…  de todas maneras, estábamos esperando la aprobación de un presupuesto que había realizado a la central, para la compra de terminales y líneas de móvil, entre otras cosas, pero no había obtenido respuesta todavía.

Ya habían pasado 17 días desde que conocí a Carolina, desde entonces no hubo ni un solo día que no pensara en ella y que mis pensamientos más pecaminosos fueran sobre ella. Llego la autorización del gasto solicitado. Que había tardado más de lo previsto, pero que en breve ya no sucedería eso porque tendríamos un presupuesto propio, todo se debía a la adaptación. Milena que era mi brazo derecho, ya que, aunque no tenía un puesto de dirección, solventaba bien las “diferencias” que se producían en las nuevas formas de funcionamiento. Ella entendía mejor que yo la peculiaridad de su gente y había trabajado durante bastante tiempo con la fórmula que queríamos implantar, conseguía siempre el punto intermedio y evitar que yo me equivocara en muchas decisiones.

En el momento que se enteró de que ya estaba la partida económica para actualizar y modernizar todo lo referente a las comunicaciones, intercedió por su amiga Carolina. Me trataba de convencer de todas las maneras posibles, incluida por la compañía a la que representaba, que se suponía que tenía que ser muy significativa para mí. Le dije que tenía preparada ya la ficha técnica de los distintos servicios que se necesitaban. Encargue a Milena que se encargara de solicitar presupuestos y servicios, a las empresas del sector y que lógicamente podía incluir a su amiga. A los pocos días me trajo varios presupuestos, desechando cinco y quedándome con tres, uno de ellos el de Carolina, no por ser el de ella, se ajustaba a lo que se necesitaba. Avise a Milena de que citara a las personas que los habían presentado diciéndole que dejara para lo último a Carolina, por darle una pequeña ventaja.

Recibí a los dos primeros, ninguno tenía lo que yo pretendía al cien por cien, pero había cosas que me gustaban de cada uno. Llego el momento esperado. Llego Carolina, pero no lo hacía sola, venía con otra mujer, me la presento como su compañera. Se llamaba Sandra, un poco más baja que ella, descocada y provocativa, de formas más robustas y generoso escote, que dejaba ver dos tetas hermosas, no exageradas, pero si bien tiesas, parecían operadas. Era de la edad de Carolina o un poco mayor. Era exuberante como las maduras que me suelen gustar, pero al lado de Carolina… era muy habladora y me conto que estuvo viviendo varios años en España, contándome sitios conocidos por mí, era muy simpática y muy habladora, todo lo contrario de Carolina que se limitaba a escuchar, mirarnos y de vez en cuando, sonreír.

Nos fuimos a sentar a unos sillones que hay en el despacho, para estar más cómodos y no con la barrera de una mesa de por medio. Carolina iba como cuando la conocí, vestida de forma discreta, aunque la ropa le quedaba algo ajustada, remarcando sus formas. Lo que me ponía más cachondo todavía, lo maravilloso que sería desnudarla. Sandra sin embargo iba con faldas y cuando se sentó, se le pudo ver todo y ella se dio cuenta, no haciendo mucho para evitarlo. Nos pusimos a hablar del presupuesto y de la parte técnica, fue cuando comprendí porque venían dos. Sandra llevaba por así decirlo la parte de servicios privados a particulares y Sandra todo el tema de empresas. Les dije que ahora lo que buscaba era la parte de la empresa, porque Sandra me preguntaba aspectos técnicos sobre mi vivienda y no sabía que contestarle, diciéndole que si le parecía bien al día siguiente por la tarde podría pasar por mi domicilio y ver lo que necesitara, no solía trabajar a esas horas, porque estaba casada con hijos y había que atenderlos, pero me dijo que por ser amigo de Carolina haría una excepción, pasaría y quedamos a una hora. Luego se disculpó porque tenía que hacer otras visitas.

Carolina se notaba que sabía lo que tenía entre manos, porque lo explicaba todo muy bien, aclaro todas mis dudas y le hice una serie de propuestas para que cubrieran algo que habían ofrecido las otras dos empresas, que yo no había puesto, pero que vi que era bueno. Me tenía embobado, pero eso no haría que aceptara su propuesta, así como así. Después de “regatear” un poco quedamos en que añadiría lo que yo había solicitado, intentando que el presupuesto fuera el mismo, pero que la última palabra la tenían en su empresa. Quedamos así y que, si era aceptado, trajera el nuevo presupuesto con todas las especificaciones y romperíamos el otro. Esto era para dejar todo archivado y que se viera que se había seleccionado la mejor oferta.

A la mañana siguiente vino Milena y me comunico toda contenta que le había llamado su amiga para decirle que todo estaba OK, pero que no me tenía que decir nada que venía ella para decírmelo. Se iba a marchar cuando me pregunto…

- ¿Te cae bien Carolina? ¿La ves simpática?

-Sí y sí. Además, tiene un polvazo tremendo.

-Jajaja… es verdad, pero siempre pensando en lo mismo. Pero ya te digo que o la conozco poco o has dado con un muro.

-Todo es cuestión del pico que se utilice contra el muro.

-Ni todas tus artes ni mañas. Nos conocemos desde niñas y por no contarme, no me conto ni cuando le dieron su primer beso. Habla de todo menos de eso. No te fijaste que se ponía roja cuando nos oía y ella no dijo nada de nada.

-Si me di cuenta. Pero también me di cuenta del comentario de su marido, cuando se refirió a ella como que no era tan modosita, que si la conociéramos…

-Lo dice muchas veces… sobre todo cuando está tomado, que es bastante frecuente.

-Es que yo me fije también en la cara de ella, creo que su enfado o su cara, era por temor a que contase algo o dijese algo inadecuado. Y si es así… es que es más marchosa de lo que creéis.

-Entonces… ese “radar” que tú tienes… ¿Qué te dice?

-Pues no me dice nada. Es lo malo.

-Lo que te digo…

- ¿Y a ti, no te atrae?

-Es difícil. Estar yo sola con una mujer lo veo como te digo difícil, ahora bien, si es en un trio y cuando estoy muy excitada, ya sabes que sí. Aunque no lo creas todavía me da reparo, aunque sé que me va a gustar. Que mi esposo siempre quería que hiciéramos un trio con una mujer primero y luego con un hombre. Hasta que al final fue cambiando y ya quería con un hombre primero. Nunca imagine que todo iba a pasar primero sin estar él.

 Terminamos la conversación y cada uno se fue a hacer su cometido. Mientras yo esperaba con algo de ansiedad la llegada de Carolina, que se produjo más tarde de lo que yo quería. Llego y venía vestida más jovial, más informal, pero no como a mí me gustaría que fuera. Nos sentamos en el mismo sillón del despacho y nos pusimos a formalizar el contrato. También hablamos del calendario para que los operarios vinieran a hacer el montaje de todo lo necesario. Era algo que en mis tiempos de estudiante yo ya había hecho, pero preferí hacer que no sabía nada de eso y ella muy amablemente me lo iba explicando, yo hacía muchas preguntas, aunque en algunos momentos pudiera parecer torpe, oírla era un placer.

Me dijo que su esposo seria el que coordinaría los trabajos. Todo me parecía muy bien y estaba claro que lo tenía todo previsto hasta el último detalle. Aproveché para hablar de cosas mundanas con ella, de cómo era su país, esa ciudad, los lugares para ir a divertirse… además de preguntárselo para tratar de tener un poco más de relación, lo hice con un auténtico interés, porque quería salir de la burbuja de trabajo y divertirme también un poco, que buena falta me hacía. Ella me explicaba todo al detalle, pero con lo referente a la diversión, me decía que poco me podía asesorar en eso, que salían poco y que cuando lo hacían no iban a sitios que iban la juventud, pero seguí interesándome por los sitios a los que iba y aproveche que ella se veía muy joven, además de guapa. Se puso muy colorada y me dijo que ella no era ya joven.

Carolina de forma coqueta me pregunto qué edad le echaba y mi contestación fue… “Engañas con tu forma de vestir. Yo diría que unos 38 años más o menos” su cara se ilumino apareciendo una sonrisa coqueta. Se limitó a decirme que me había confundido, que tenía algunos más, pero no dijo cuántos. Y me pregunto porque su forma de vestir engañaba y sin cortarme le dije que, para ser tan joven, vestía muy bien pero muy conservadora, se volvió a reír y me dijo que solo era cuando trabajaba, que no le gustaba que nadie se “confundiera” cuando iba a reuniones de trabajo.

En los siguientes días apareció Andrés con sus operarios e hicieron todo. Esos días aproveche para entablar una mayor relación con él y la verdad que empezamos a vernos bastante, cogiéndonos cada vez más confianza. Fuimos a comer o a tomar una copa en distintas ocasiones y me di cuenta que bebía bastante, pero no parecía que le afectase mucho. Sin embargo, cunando coincidíamos con su mujer y él se pasaba en la bebida, se ponía más alegre y se le soltaba bastante la lengua, sobre todo en temas relacionado con la intimidad, lo hacía en plan gracioso y sin llegar a decir nada en concreto y nada preocupante, aunque eso no evitaba que su mujer pusiera cara de sentirse incomoda.

Estuve saliendo con el grupo de amigos de Milena, pero no me bastaba, necesitaba algo más. Porque además con Milena y su marido todo se estancó, no les veía con ganas de repetir, supongo que, por él, no por ella. Inesperadamente un día aparecieron Camilo y el resto de su familia, invitándome a comer. La comida fue algo normal y con reproches de Fernanda por no visitarles. Yo con las típicas disculpas y que pronto iría… me coro lo que decía Camila, invitándome a celebrar su cumpleaños ya que el jueves siguiente cumplía 20 años y lo celebraría el viernes noche. Aunque no me venía bien, acepte. Esperando que de verdad lo “celebrásemos” como yo quería.

El viernes yo esperaba que saldríamos con su grupo de gente, pero no, íbamos los tres solos, las dos hermanas iban como siempre que las veía “explosivas” sin poder evitar no mirarlas. Igual que había pensado que iríamos con más gente y me equivoque, me paso lo mismo con el sitio al que me llevaron a cenar, yo pensaba que me llevarían a cualquier sitio, pero no, el sitio era muy bueno, un sitio bien decorado, con gusto y elegancia. Lo tengo que decir me impresiono el arroz con camarones y una forma peculiar de como hacían el pulpo, algo inimaginable. Mientras yo degustaba estos platos con una devoción absoluta y con una cerveza artesanal, las dos hermanas se “peleaban” de forma muy discreta por llamar mi atención. Me dijeron que después de ahí, iríamos a tomar una copa con unos amigos. En distintos momentos las dos fueron al aseo, pero no las dos juntas y cuando me quede con cada una de ellas a solas, me propusieron escaparnos, dejando a la otra con los amigos. A mí me daba igual, cualquiera de las dos estaba para hacerlas “un favor"

Se notaba mucho el pique que había entre ellas y cuando estábamos casi al final de la cena, le di mi regalo a Camila, que lo abrió, me dio un abrazo y un beso, dándome las gracias, yo lo vi un poco excesivo tanta alegría, pero… la deje. Era un colgante y me pidió que se lo pusiera, mientras lo hacia ella le decía con cierto tono de “maldad” su hermana lo bonito que era y Paulina decía un sí que bonito, con mucha rabia. Lo que si me di cuenta es de que Camila sabía que su hermana y yo ya habíamos estado juntos, porque eso estaba claro, pero ella no le había dicho nada a la hermana. Resultaba gracioso la manera que tenían de ponerse la “zancadilla” dejaría ver como se desarrollaba todo.

Sobre las once de la noche llegamos al sitio donde esperaban los amigos, no eran los de la otra vez, había más mujeres que hombres y cuando nos vieron llegar hubo mucho bullicio felicitando a la del cumpleaños. Luego de las felicitaciones vinieron las presentaciones, como en todos los grupos siempre hay quien destaca y en este había una chica de la misma edad que Camila, que se llamaba Margarita, como 1,65, un poco pasada de quilo, pero solo un poco. Risueña, descara y de muy buen ver, que nada más saludarnos me dijo entre risas que ella estaba sin pareja, todos se rieron, aunque las dos hermanitas lo hicieron de forma forzada. Margarita me hizo rápida un sitio al lado suyo.

Para hacer la situación más interesante, de pronto me tocaron el hombro, me gire y allí estaba Milena, que junto a Carolina y otras mujeres estaban allí solas, sin sus maridos, estaban en la despedida de soltera de la sobrina de una de las amigas. Me levante nos dimos dos besos y me disculpe ante las personas con las que estaba, para ir a saludar al otro grupo. Milena me trataba con mucha confianza y de eso se dieron cuenta las hermanas, que de reojo las tenía controladas y no dejaban de mirarme. También me fije en Carolina que estaba que quitaba el hipo, estaba totalmente desconocida, nada más verla mi polla dio un respingo. Regrese con mis acompañantes y cachondo como nunca.

Estuve bailando buena parte de la noche y en un descanso que me tome, se me acerco Camila, que quería que nos fuéramos los dos solos de allí, quería que fuéramos a mi casa. Mi respuesta no se hizo esperar, con la mente calenturienta que tengo normalmente, ver a Milena y sobre todo a Carolina allí, mi mente estaba exultante. Le dije que no podía ser, que no podía dejar a su hermana tirada, que ella también quera mi casa. Su irritación fue muy visible, me dio un ultimátum de que eligiera. Le dije que no quería elegir que podíamos ir los tres. Su irritación paso a ser un cabreo absoluto y me dijo si estaba loco, que era un enfermo… deje que acabara de decir todos sus improperios y tense más la situación diciéndole que no era obligatorio que viniera, se fue de muy mal humor.

Fue tan visible nuestra “discusión” que Paulina se acercó preocupada por lo que pasaba. Decidí ser claro, no me importaba que se enfadaran y se fueran, porque veía a Milena con ganas de marcha. “Mira Paulina, tu hermana que se quería venir a mi casa también. Y antes de que me preguntes, le he dicho que tú también querías venir y que porque no ir los tres. Se ha escandalizado y me ha dicho de todo menos bonito. Así que si tú vas a hacer lo mismo ahórratelo…” le dije, se me quedo mirando y no me dijo nada. La cogí y nos fuimos a bailar, dándonos buenos restregones y poniéndonos los dos cachondos. Bailamos un buen rato y cuando íbamos a donde estaban todos los demás, se paró y me pregunto… “¿Tu alguna vez te lo hiciste con dos hermanas?” me hizo gracia por el tono y por la expresión de su cara, le conteste… “Si y me quedaron buenos recuerdos” seguimos andando y la mirada de su hermana fue como una puñalada cuando me vio.

Mientras yo hablaba con gente del grupo, las dos hermanas se fueron en dirección a los baños. Tardaron bastante en volver, estuve especulando lo que estarían hablando y mi conclusión fue que estarían decidiendo quien se vendría conmigo, no sé si echándolo a suertes o como. Según las vi regresar supe quien había salido victoriosa, Paulina venía con una sonrisa de oreja a oreja y su hermana con cara de funeral. Se unieron al grupo y como si nada, hasta que se me acerco Paulina y me dijo que, por ella, cuando yo quisiera nos marchábamos. Su hermana nos miraba desde el otro lado con rabia y como no quería perder más tiempo, le dije que nos fuéramos ya. Me fui despidiendo de todos los presentes y cuando me fui a despedir de Camila, no estaba donde la había visto y la busque con mi mirada, viéndola junto a su hermana, me acerque y me entere de que se venían las dos. Pero su cara seguía siendo la misma.

El hecho de que viniera me alegraba, porque ya haría yo que esa cara cambiara. La más alegre y jovial en el camino a mi casa fue Paulina. Nada más llegar y una vez que estábamos en el salón, Paulina se ofreció a poner las copas, yo me senté en el sillón más grande, como invitación para que se sentaran conmigo, craso error, porque Camila se sentó en otro sillón. Le llevo una copa a la hermana y otra a mí, luego se quedó con su copa de pie y como si estuviese oyendo música, se puso a moverse insinuantemente con buen ritmo. Hasta que se cansó, vino a donde estaba yo y se sentó a horcajadas sobre mis piernas, arreándome un buen morreo. Mientras lo hacíamos, pase mis manos por detrás de ella, agarrando su apretado culito, que quedo al aire y su hermana lo tenía que estar viendo. Paro un momento y se estiro para dejar la copa, mirando a la hermana y diciéndole que se acercara, pero esta no la hizo caso. Me miro y me dijo… “Peor para ella” y volvimos a morrearnos. Con sus manos libres mientras yo la metía mano, ella me ponía a polla bien dura con una de sus manos y con la otra se iba quitando la parte de arriba como podía.

Después de quedarse ella desnuda de cintura para arriba, con sus dos imponentes tetas al aire, empezó a desnudarme a mí. De vez en cuando miraba de reojo a Camila, que no se había movido ni un ápice, sus piernas cruzadas, dejando ver dos muslos preciosos, una de sus manos entre sus piernas, pero de forma normal y en la otra la copa, aunque si miraba. Luego Paulina nerviosa empezaba a desabrochar mi cinturón y mi pantalón, una vez que lo logro, mi polla asomaba por encima del boxers. Ella miro a su hermana y mientras acariciaba mi polla le decía… “Mira, acércate, mira que monstruo más bonito…” ella seguía impertérrita, como si no fuera con ella.

Paulina se levantó y empezó a tratar de quitarme la ropa que me quedaba, levante un poco mi culo y consiguió quitarme todo a la vez. Por lo que me daba cuenta Camila no le había dicho nada a su hermana de que ya nos “conocíamos” bien y no quise decir nada. Ella se quitó lo que le quedaba y se agacho a comerme la polla. Se puso de tal manera que su hermana no se perdiera detalle de cómo lo hacía. Yo creo que Paulina estaba más desesperada que yo, porque su hermana se acercara. Veía como la provocaba, como la incitaba una y otra vez. Hasta que se cansó y me dijo de irnos a mi habitación, le di la mano y nos fuimos, ninguno de los dos miramos para atrás para ver que hacia su hermana.

Nada más llegar a la habitación y tumbarnos en la cama, nos pusimos a hacer un 69, Paulina quedo abajo y yo arriba. Fue muy fácil hacer que se corriera rápidamente, debido a lo cachonda que estaba, daba gusto oír como se corrió, no se cortaba nada, se vaciaba por completo en todos los sentidos. Seguimos haciendo lo mismo, mientras mi lengua estaba en su coñito, mis dedos penetraban su culito, ella se dejó más que la otra vez sin protestar. Sin esperármelo siento unas caricias en mi espalda, era Camila y veo que está completamente desnuda. Me incorporo un poco para besarla, pero antes de hacerlo, me pasa su mano por mi boca, queriendo dejarla bien seca. Una vez lo logro, se fundió conmigo en un beso muy húmedo. Dejé de besarla y seguí comiéndome el coñito de su hermana, Camila se agacho y me mordisqueaba en mi nuca, en mi cuello y oía como me susurraba que eso no estaba bien. Sentía como su voz se “aceleraba” como iba cediendo a su resistencia. Pare otra vez de comerle el coñito a su hermana y quise darle un beso, pretendió hacer lo mismo que antes con su mano, pero no la deje y volví con su hermana.

Esto sucedió varias veces, hasta que al final, me beso con toda la pasión del mundo, había conseguido que rompiese la barrera, ahora solo quedaba que Paulina hiciera lo mismo. Mientras la hermana seguía acariciándome y besándome por todo el cuerpo hice que Paulina se volviera a correr y según oía como se corría, note como me mordía con más fuerza su hermana, le ponía cachonda oír la corrida de su hermana. Me quite y me dedique un momento a Camila, besándola en condiciones y tocando su coñito que estaba mojadísimo, mientras lo tocaba le dije al oído si me ayudaba a desvirgar el culito de su hermana, se echó para atrás y sonriéndome de forma malintencionada, me dijo que si con la cabeza. Paulina estaba que rabiaba porque no había logrado que me corriera y decía que quería que lo hiciera dentro de ella.

Hice que se acercara a nosotros Paulina y nos besamos, ahora cogí a las dos para que nos besáramos los tres a la vez y provocar el primer encuentro directo entre ellas. Camila volvió a mostrar rechazo, hasta que su hermana pequeña la agarro bien agarrada y le metió la lengua hasta la garganta. Después de un prolongado beso, Camila la miraba con cara de sorpresa hasta que Paulina le dijo… “No me mires así, que no eres la primera mujer con la que estoy ni tampoco con la primera de la familia” la sonrisa que tuvo antes Camila se le congelo, cuando reacciono le pregunto a la hermana por los nombres y solo le dijo que más tarde.

Ahora si ya empezamos los tres a meternos mano, aunque a Camila le faltaba un poco más de decisión. Me fui al baño y traje un bote de crema, dándoselo a Camila. Hice que se pusiera a cuatro patas y sin esperar a más se la metí hasta el fondo, su coñito al estar tan mojado facilito enormemente que así fuera. Más que decir, prácticamente le ordene a Paulina que se tumbara boca debajo delante de su hermana, no sé si es porque lo deseaba, porque se lo imagino o por como lo dije, que lo hizo al instante. Su hermana empezó a ponerle crema, pero lo hacía entre las nalgas, justo en la rayita del culo. Le di unos buenos azotes y le dije que dentro del culo. Al principio metía temerosa un solo dedo con crema, pero según la follaba se fue animando y al final metía varios dedos en el culo de su hermana, que se quejaba y le decía que tuviera cuidado con las uñas.

Paulina se dio de golpe la vuelta quedando boca arriba y le dijo a la hermana que así también lo podía hacer, mientras le comía el coñito. Camila otra vez indecisa no sabía qué hacer y Paulina me dijo… “Dale unas buenas nalgadas, que lo haría yo, pero no llego” así lo hice, resignada Camila empezó a comerse su primer coñito y además el de su hermana. Seguro que al final lo comería tan bien como comía la polla. Paulina al principio le iba diciendo como hacerlo, pero poco después ya solo se la oía gemir. Camila levanto su cabeza y me pidió que más fuerte, no la defraudé y mis embestidas fueron salvajes, hasta que oímos como se corría. Llego el momento de follar ese culito virginal, tan hermoso y que nadie lo había logrado follar. Paulina estaba algo temerosa y su hermana la tranquilizó, diciéndole que ella ya lo había hecho, que se dejara llevar, que se relajara y que lo disfrutara, que era algo distinto.

Para hacer más relajado todo, le dije que su hermana estaría debajo, para que se relajara. Se pusieron como haciendo el 69, Camila le daba ánimo y la tranquilizaba, además de acariciarla. Eso hizo que se fuera relajando, mientras yo me embadurnaba la polla de crema, no dejaba de mirar ese culo que pronto seria mío. En cuanto Paulina noto mi presencia, mejor dicho, cuando no mi polla, se tensó algo. Camila que se dio cuenta empezó a lamerle el coño con más énfasis, lo que hacía que se le escaparan gemidos a su hermana. Ya tenía mi polla en su entrada, en cuanto note una pequeña relajación, empuje hasta que la cabeza de la polla se encajó. Me costó y estaba muy apretado, hacía mucho que no me encontraba un culo así. A pesar de eso y que tuvo que notarlo mucho, aguantó estoicamente y salvo un leve movimiento no se notó nada más.

Estuve un buen rato parado, quieto y en cuanto note nuevamente que se relajó, continúe metiendo otro poco y aquí si protesto un poco, aunque en ningún momento me dijo que la sacara. Poco a poco seguí, pero no había llegado a meter la mitad y noté que estaba demasiado tensionada y notaba que me costaba, lo que me hacía suponer, que, aunque no se quejara, lo tenía que estar pasando mal. Decidí dejarlo para otra vez, que fuera poco a poco y le dije que otro día más, se enfadó y me  dijo que siguiera, que no parara. Lo intente, pero dudaba, estaba demasiado apretada, me daba miedo hacerla daño y cuando ella vio que me pare, me dijo que tenía razón que mejor otro día un poco más. Se la saque del todo y sentí como se quedó aliviada. La que no tardó en reaccionar fue su hermana, que se colocó en la posición que tenía su hermana y toda orgullosa le dijo… “Mira y aprende”

Hoy no sería como la otra vez, quería hacerse la chulita, pues adelante. Me coloqué detrás de ella y fui directo, no se quejó en ningún momento y se movía con ganas, con deseo y su hermana miraba como follaba su culo sin poder creérselo. Ahora fue Camila quien le pidió a la hermana que le comiera el coño mientras follaba su culo. Paulina empezó a comerse el coñito de su hermana y podíamos oír como Camila decía que era una sensación increíble, que estaba a punto, que no nos parasemos y se corrió, yo hice lo mismo dentro de su culo y cuando saque mi polla podía ver como su hermanita seguía comiéndole el coñito con todo el vicio del mundo. Pero cuando mi corrida empezó a salir de su culito y caer por su coñito, la manera de comerse las dos hermanas era bestial. Me fui a limpiar al baño y cuando regrese seguían las dos, con sus gemidos entremezclados hasta que las oí correrse por fin.

Nada más terminar Paulina le dijo a su hermana que le molestaba el culito y esta le dijo que fuera la baño y se echara un poco de agua fría que la aliviaría. Cuando nos dejó solos Paulina, a Camila le empezaron a entrar los remordimientos, me expresaba esos remordimientos y justo cuando me decía que todo eso había sido una locura, que había sido algo sucio… entro la hermana y le corto la conversación, diciéndole que entonces toda la familia era así o peor. Camila se sentó en la cama con la espalda apoyada en el cabecero, preguntándole a la hermana por lo que acababa de decir y por lo que dijo antes de las mujeres de la familia con las que había estado.

Paulina con toda normalidad le conto que su primera relación fue con una tía suya, mujer de un hermano de la madre y luego con su prima hija de esa misma tía. La cara de sorpresa de Camila fue monumental. Haciendo el comentario de que con la prima no le había pillado de sorpresa, ya que a ella le dio la sensación alguna vez de que la había “buscado” era unos meses mayor que Camila. Pero lo que le dejo impactada fue lo de su tía y le pregunto qué a qué edad fue y Paulina le dijo que eso daba igual, no sacándola de ahí. Añadiendo Camila… “Que si sus padres se enterasen…” se oyó las risas de Paulina ante esos comentarios y le dijo a su hermana… “Es que dicen y es verdad, que eres la más inteligente de la familia, pero eres la última en enterarse de las cosas…” ante la pregunta de Camila de a que se refería esta le contesto… “Pues que papá es un cachón y le gusta serlo. Si fueras curiosa como yo, los hubieras oído alguna noche, como mama le cuenta alguna de sus aventuras y como se pone papa” la hermana decía que no podía ser, que se equivocaba, que se lo estaba imaginado o inventando. Paulina más seria le dijo… “Es que no te enteras, tú has salido a mama, le gusta también algo duro y papa no le aguanta, no le sigue el ritmo. El día del jacuzzi se puso cachondo cuando vio a Carlos desnudo, solo de pensar en que se cogía a mamá y los oí de noche y más cosas que no quiero contar, que te asustarían…” Camila le decía que contara todo.

Yo deseaba que siguiera contando, estaba callado muy atento a todo lo que se decía, pero Paulina ya no quería contar más, se quedó callada y Camila seguía insistiendo. Paulina quiso zanjar el asunto diciéndole a su hermana que aceptara que eran una familia de “viciosos” “degenerados” Camila se quedó sin palabras, se levanto dijo que había que vestirse e irse. Las dos se vistieron y se fueron, a Camila en la despedida se la notaba contrariada, tal vez avergonzada y sin embargo Paulina me dijo que a ver si nos veíamos pronto, que teníamos cosas pendientes. Me fui a la cama, fue caer en ella y quedarme roque. Cuando suena un timbrazo desagradable, era el teléfono interior que tenía un sonido muy peculiar, pero como he dicho por lo desagradable que era.

Una voz masculina algo ronca me anunciaba que una tal señora Fernanda quería subir, le dije que sí, que la dejara. Era una visita totalmente inesperada, me hubiera sorprendido menos, cualquiera de sus hijas o Milena, pero ella… mientras subía puse a hacer café, nada más entrar y como había confianza, hice que se viniera a la cocina y cuando fue a hablar, como vi que traía cara de mala leche, le dije que antes me dejara tomar una taza de café y luego me dijese. Esto lo hice por dos razones, la primera para despejarme un poco y la segunda para que ella se relajase algo. Di el ultimo sorbo y mientras me ponía otra taza de café…

-Usted es una rata, ha abusado de mi familia, no se ha sentido conforme con su vejación hacia mí, que ha tenido que hacerlo con mis hijas, eso solo lo hacen las ratas. (Lo decía en tono muy serio y utilizaba términos, que me tocaba intuir lo que significaban, con tratarme de usted)

-No sé lo que ha pasado, no sé lo que me quieres decir con lo de rata, pero lo que sea, no me ofende porque lo que entiendo yo por rata, no me puedo dar por aludido. Y si ahora quieres me explicas lo que pasa.

-Que se lo que ha pasado esta noche pasada con mis hijas. (No sabía si estaba de farol y no sabía nada, si intuía lo que había pasado o se lo habían contado)

-Ah sí, pues cuéntame que es eso tan grave que ha pasado, que te hizo venir aquí y que yo no me he enterado (Me hice el despistado)

-Pues que usted es un inmoral y ha cogido con las dos. Les va a causar. Y no me lo niegue porque conozco a mis hijas.

-Quiero dejar claro algo. En el hipotético caso de que fuera verdad, sería un problema de tus hijas y mío. Lo de que soy un inmoral, puede ser que hasta te dé la razón, pero que me dices de ti y tu marido. Que te permite follar con tal de que luego se lo cuentes, que dirían tus hijas si se enteraran.

-Como se atreve usted a decir semejante barbaridad… es lo único que me faltaba por oír.

-El día anterior a que tú y yo folláramos, quien me lo pidió fue tu marido, la única condición que me puso fue la discreción. (Era totalmente mentira, su marido no me dijo nada) Y déjame de tratar de usted. (Su cara cambio y se quedó pálida)

 No sabía reaccionar, me acerque a ella, que por cierto venia vestida con un pantalón vaquero, blusa y una chaqueta. La abrace y se dejó abrazar, diciendo solo que vergüenza que su marido me lo hubiera contado. Le susurraba cosas bonitas y la tranquilizaba. Mis manos cada vez acariciaban otras partes de su cuerpo. Note como sus pezones crecían con mis dedos que se los cogían por encima de la blusa. Hasta que ella paro y me dijo que no podía quedarse más tiempo, que había sido una escapada. Pero sabía que ella quería más, aunque en verdad se tuviera que marchar. Se levantó para marcharse y la acompañe hacia la puerta. Antes de que llegáramos agarre sus caderas por detrás y la abrace desde atrás. Besándole el cuello, mordisqueándolo y también sus hombros. Su piel se erizaba, ronroneaba y se le escapo algún suspiro. Ahora agarraba sus dos tetas que tenían los pezones totalmente duros. En cuanto ella echo su culazo para atrás, buscando mi polla, supe que follaríamos.

Poco a poco cambie el rumbo, llevándola a mi habitación, mientras ella iba diciéndome que no, que se tenía que ir. Desabroché desde atrás su pantalón y mientras le comía el cuello, metí una mano hasta llegar a su lubricado coñito, diciéndole al oído… “Tú te querrás marchar, pero tu coñito se quiere quedar…” ya no protesto más y llegamos a mi habitación. Se quedó un poco parada al entrar, no sé si porque vio la cama deshecha o por qué. Volví a acercar mi boca a su oído y le dije muy suavemente… “Ahora sí que voy a follar a gusto, que tus dos hijas juntas no follan como tu…” y se lo dije de verdad. Le debió de gustar porque se le paso cualquier reticencia que tuviera. Empezó a desnudarse con toda rapidez, decía que era verdad que se tenía que ir rápido.

Ya se iba a tumbar en la cama, cuando vio el bote de crema en la mesilla. Lo cogió me miro y me dijo… “No puede ser, ¿A cuál de las dos?” y cuando le dije que a las dos puso cara de sorpresa. Me pidió que le pasara el bolso, que llamaría a su marido para que se adelantara a donde habían quedado con otros amigos. Yo le pregunte que le iba a decir como excusa y entonces me dijo… “Ya no hace falta excusas, le diré que estoy contigo y que nos vamos a quedar cogiendo un rato” ese comentario me desarmo y tuve que decirle que no era verdad, que me lo había imaginado, que me tire el farol y acerté. Quise ver en su cara cuál sería su reacción, pero no pude descubrirlo. Saco su teléfono móvil, marco y con un dedo me dijo que silencio. Ella estaba en la cama desnuda, me acerqué y me puse a lamer su cuerpo. Oigo como contesta la llamada su marido y ella le dice… “He tenido un arrebato y he ido a ver a Carlos, ahora estoy en el baño. Quiero cogérmelo y quiero culiar con él, que me meta su cipote, como tú quieres, quiero que por fin se haga tu fantasía y que seas todo un cachón” la respuesta de él la pude oír mientras ya le comía el coñito. Quería que dejara el móvil encendido para oír y ella le dijo que en otra ocasión. Yo le hice señas de que a mí me daba igual, que lo podía dejar encendido y ella le dijo que lo intentaría.

Extrañada me pregunto si en verdad me daba igual y le conté brevemente como había tenido relaciones con parejas, en las que el marido había participado o simplemente había mirado. Nos pusimos a hacer un 69 y ella se corrió abundantemente, me decía que solo de pensar en que su marido la pudiera oír o ver, la hacía estar sobre excitada. La incite a que le llamara para que nos oyera, pero con cierta indecisión dijo que no con la cabeza y de palabra.

Ese no que me dijo, me hacia barruntar que era un si en realidad, pero que no se atrevía. Hice que se diera la vuelta quedando tumbada boca abajo y vi en su cara que sabía lo que yo quería. Cogí la crema que había utilizado la noche anterior y mientras lamia todo su cuerpo, con mis dedos y sin prisa fui penetrando su culito, al principio con algo de tensión por su parte, pero luego se relajó. En el momento que dos de mis dedos entraban ya muy bien por su culito, pare un momento y cogí el móvil de Fernanda que estaba en la mesilla, ante su atenta mirada di a la rellamada, ella puso una sonrisa de lujuria, lo deje en el mismo sitio y seguí con mis dedos que ella ahora hasta movía mas el culo, gemía con más fuerza.

Quise poner un poco más de “salsa” y me puse a decirle cosas. “Que suerte tiene el cornudo Camilo teniendo a una mujer tan puta” ella seguía sonriendo y con cierta timidez se limitaba a decir un sí. “Me gustaría y me pondría más cachondo que nos estuviera viendo y sobre todo que viera como me voy a follar este culito que tienes…” ella ya estaba muy cachonda y no midió las palabras porque me dijo… “A él también le pondría muy cachondo vernos…” se dio cuenta de que había hablado de más, pero ya le daba igual y yo remate preguntándole… “¿Así que a Camilo le gusta que se follen a la putita de su mujer?” y ella soltó un… “SIIIIIII…”

Me puse ya en posición y ella solo me dijo y en tono alto… “Con cuidado que nunca nadie me ha culeado…” me ocurrió como con su hija pequeña, me costó mucho meter la cabeza de mi polla, pero una vez que se relajó de nuevo, la cosa fue mucho más rápida y mejor. Ella iba como narrando como se lo estaba haciendo y lo que iba sintiendo, además de oírse sus gemidos. Mientras le follaba el culo, le tocaba su clítoris que estaba bien duro y hermoso. Según le follaba le decía que seguro que Camilo nunca se la follo así y ella me daba la razón. Estaba tan fuera de sí Fernanda, que no se si conscientemente o no, hizo revelaciones de ella y su marido. Me decía que a él le gustaba más mirar que hacer, que le encantaba ver a sus hijas, al servicio…

Yo le decía que un día me la follaría delante de él y eso a ella le hacía mover más el culo, diciéndome que ojalá lo hiciera. Yo le decía que ojalá no, que me la follaría a ella y a sus hijas delante del cornudo que tenía en casa. Se puso más que a gemir a gritar, diciendo Si, SI, SIIIIII… y corriéndose escandalosamente. Dije sin sacarle mi polla, que iba al aseo a limpiarme y entonces ella, disimulando cogió el teléfono, le pregunto a su marido y pude oír como le decía que se había corrido tres veces, que estaba muy caliente. Ella le oía y movía con más intensidad el culo, le dijo que cortaría ya la llamada y él le pidió que me convenciera para hacer realidad lo de follar delante de él, ella con voz vergonzosa le decía que no sabía si se atrevería, que le daba mucha vergüenza, pero que lo intentaría.

Una vez cortada la llamada nos pusimos a follar más desaforadamente, de manera bestial y azote ese hermoso culo, oyendo solo de su boca, pedirme que no parara. Nos corrimos varias veces los dos y luego descansamos un poco tumbados, le serví una copa y mientras hablamos en la cama. Ella me pregunto si estaba dispuesto a hacer lo que quería su marido, le pregunte a ella y fue sincera, me dijo que a ella le volvería loca. Le dije que, si lo haríamos, pero a mi manera y haciéndole sufrir un poco a su marido, ella sonriendo me dio un beso y me dijo que le parecía bien, que ya le contaría. Le dije que para ella sería también una sorpresa. Su cara reflejo excitación.

-Fernanda, ahora que estábamos relajados… ¿Cómo te enteraste de lo de anoche con tus hijas?

-Me lo conto Camilita, que no pudo dormir.

- ¿Y qué le dijiste?

-Que se fuera a dormir, que descansase y que luego tranquilamente analizase lo que había ocurrido y el porqué. Pero que sobre todo no le diera más importancia de la que tenía. Que no lo sobredimensionase. (Yo trataba de no añadir mucho, por si no sabía todos los detalles)

- ¿Y no le preguntaste a Paulina?

-Sí, pero mejor me guardo lo que contesto.

-Venga ya, dímelo.

-Pues que no hacia ni más ni menos que su padre y yo, lo único que ella con más libertad. Y que no sabía porque tanto escándalo, cuando el cachón de su padre, permitía ciertas cosas y como la espiaba, a ella y a su prima. Para luego disfrutarlo nosotros.

-Ósea que tu hija sabe vuestros líos. ¿Y qué es eso de la prima? (Me hice el que no sabía nada)

-Me lo imaginaba, porque es muy perspicaz y está pendiente de todo lo que pasa en la casa. Lo de su prima, que mantiene relaciones de vez en cuando con una prima un poco mayor que Camilita.

- ¿Te preocupa que tu hija sea bisexual y tu sobrina también lo es?

-No me preocupa en absoluto. Y mi sobrina tiene novio.

- ¿Por curiosidad tú has tenido relaciones con mujeres?

-Muy curioso eres tú. Ahora me tengo que vestir que ya llego muy tarde.

            Aunque no me contesto, me lo imagine y por eso no insistí mas en ese tema. Mientras se aseaba y vestía, me comento que lo que más le preocupaba en ese momento era su hija mayor, que era muy estudiosa, pero algo inocente en algunas cosas. Pero que tenía que espabilar, que esa noche hablaría detenidamente con ella. Yo la escuchaba, pero no compartía con ella que su hija fuera tan inocente, pero ella la conocía mejor.

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