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La venganza se toma en plato… CALIENTE

en Sexo con maduras

El hombre tiene miedo a la pérdida del poder, le asustan las mujeres que saben lo que quieren y están seguras de sí mismas. Pero no hay que tener miedo, si encuentras una mujer así, disfruta de ella, será algo único y maravilloso.

 

Nuevamente la situación volvía a ser la menos adecuada para mis intereses. Y empezaba a odiar los lunes. Con lo bien que llegaba yo al trabajo y vi que Noemí y Fabiola me hacían señas de una forma desesperada, eso era señal de que algo no iba nada bien. Aunque según me acercaba las caras de ellas no eran de preocupación. Me contaron de forma precipita e interrumpiéndose la una a la otra lo que sucedía. Los proyectos de Carmina y Roser, no habían avanzado lo que se esperaba, algo que las llenaba de alegría y no podían ocultarlo. Que nuestro grupo se pondría a llevar la supervisión de los dos proyectos. También y ahí sus sonrisas eran de oreja a oreja, era que iríamos a la central invitados para explicar el desarrollo y como premio a nuestro trabajo, estando invitados las parejas. Eso me alegro más porque los únicos que no teníamos pareja éramos Fabiola y yo, cuando la mire a los ojos fue como si una corriente eléctrica recorriera mi cuerpo, lo bien que lo íbamos a pasar. Pero como suele suceder siempre o casi siempre, no todo serian buenas noticias. La última noticia era que además de mi trabajo, por lo menos unos o dos días me tendría que ir al departamento de formación a preparar a gente. Aunque lo de hablar en público no me hacía mucha gracia, lo encontré entretenido e interesante, porque seguro que conocería a mucha gente y eso siempre es bueno. Pero la cara de funeral que tenían lo la entendía y se lo dije a las dos y fue cuando me dieron la mala noticia. Quien llevaba todo eso como jefe, era Gaspar el marido de Joana. Ahora ya no me parecía todo tan interesante. Pero miedo tampoco le tenía. Pero cuando me froté las manos y dije… “Que bien nos están saliendo las cosas” ellas se quedaron sorprendidas y me preguntaron si no me importaba lo de Gaspar, me encogí de hombros y le dije… “Todo es muy sencillo, si Gaspar es inteligente y no es mediocre, que de verdad creo que es inteligente, tratara de sacar lo mejor de mí porque eso hará que todo funcione mejor y como jefe, todo el mundo dirá que buen tío que es, como funciona su departamento. Ahora, si es mediocre le molestará lo mucho o poco que sepa yo, tratará de dejarme por los suelos, tratará de doblegarme y al final no conseguirlo, todo se convertirá en odio hacia mí. Y el odio es el mayor lastre que uno pude tener, ya que te impide ser feliz” Fabiola me miro perpleja y me dijo… “Coño, niño y perdona por lo de niño, pero me has dejado aturdida” Noemí no dijo nada. Fue cuando pregunte por Joana, que me extrañaba que no estuviera con ellas y me dijeron que hoy llegaría un poco más tarde, que ya lo sabían desde la semana pasada, pero no me contaron más y yo no pregunte.

Nos pusimos a preparar el próximo viaje, que era fuera de España y podía ser entretenido en todos los sentidos, según el tiempo que nos dejaran libre. Al rato llego Noemí, tan esplendida como siempre, pero empecé a notar que conmigo estaba rara y en un momento que fue a por un paquete de folios pregunté, diciéndome Noemí, que estaba avergonzada, por la actitud que tuvo su marido conmigo. Nada más entrar por la puerta con los folios me dirigí a ella… “Mira Joana, quiero que quede clara una cosa, salvo que tu no quieras, mi relación contigo será la misma o mejor, lo sucedido con tu marido en la cena, es un problema de él, ni tuyo ni mío, ahora eres tú la que tienes que decidir” se acercó a mí con los ojos congestionados y me dio dos besos y un abrazo, aplaudiendo las otras dos.

A última hora de la tarde me llego un aviso de que D. Gaspar me quería ver al día siguiente a las nueve de la mañana. Joana al oírlo se tensiono y me dijo que ya hablaría con él por la noche, a lo que yo la conteste de manera seria y firme… “Joana, te doy las gracias de todo corazón, de verdad, pero si en algo me aprecias y si quieres que sigamos teniendo buena relación, te pido de por favor, que no hables de mí, con tu marido, por lo menos en el aspecto laboral. Porque si me entero que intercedes por mí, en ese mismo instante dejare de hablarte” ella se quedó un poco cortada y solo dijo… “Como tú quieras” y seguimos trabajando.

Llego el día, antes de las nueve me fui en dirección al despacho de Gaspar. Vi la cara de mis compañeras, pero ninguna dijo nada. Cuando llegue pregunte por él y dije quién era, entonces se levantó una mujer y entro en un despacho, saliendo y diciéndome que pasara. Lo hice y di los buenos días. Me respondió al saludo y note como desde el inicio de la conversación, Gaspar o D. Gaspar, marco las distancias, pero muy educadamente y con mucho respeto.

-Las circunstancias hacen que usted y yo tengamos que trabajar puntualmente juntos. Sé que es buen trabajador, porque ya me conto mi mujer en su día, que quien logro acabar el proyecto fue usted, que ellas fueron meras comparsas. Solo espero que nuestras diferencias y su mala actitud del día que nos conocimos, queden aparcadas por el bien de la empresa y por el nuestro. Como tampoco nos tenemos que relacionar mucho todo será llevadero. Usted marcar los horarios, el temario del trabajo indicado y nosotros iremos seleccionando los grupos. Si le surge algún problema mi secretaria se lo solucionara y si no pudiera entonces si nos veríamos los dos para buscar una solución. Eso sí, quiero un informe semanal escrito de cómo va la formación y las posibles incidencias con el personal. No sé si tendrá algo que decir, porque creo que está todo muy claro. (Esto último lo dijo como dando fin no a la charla, si no al monologo que había tenido, pero ante su sorpresa…)

-D. Gaspar si no le importa quisiera decir algo.

-Sí, adelante, diga usted lo que tenga que decir. (Mirándome serio y sorprendido)

-Solo quería aclarar algo de lo que ha dicho, porque o no lo he entendido yo, o en alguna parte ha habido un error. Mire, mis compañeros en el proyecto no han sido comparsas, porque es difícil cuantificar lo que hizo cada cual. Lo que sí está claro que fue un trabajo en equipo. Y por último decirle que yo, no he tenido ninguna mala actitud ni con usted ni con nadie de esta empresa y si en algún momento ha habido diferencias, no serán por mí. Del resto de la conversación, se hará como usted ha ordenado.

-Tengo la sensación de que usted es como el aceite, que tiene que estar siempre por encima. Pero dejemos aquí las cosas y usted haga su trabajo que yo hare el mío.

            No quise tampoco incidir más en sus comentarios despidiéndome y marchándome. Cuando llegue mis compañeras estaban expectantes, pero no preguntaron nada y como mi actitud era normal, les corroía la curiosidad. Hasta que Noemí dijo… “Venga Carlos no seas malo, no nos tengas en ascuas, como fue con el señorito Gaspar” y se rieron las tres, incluida su mujer. Les dije… “Mucho mejor de lo que yo pensaba, todo muy correcto y quedando las cosas del trabajo muy claras, ya os dije que me parecía un tío inteligente” la cara de Joana fue de alivio. Nos íbamos a ir a desayunar, cuando llamaron a Joana y era su marido, su cara se tensó, no sabíamos que pudieran estar diciéndole, le hicimos señas de que la esperábamos abajo.

            Cuando estábamos en la cafetería, Fabiola me dijo… “Oye ahora cuéntanos, porque la cara de Joana no era de que le estuvieran contando nada bueno, ¿Cómo fue en verdad?” y yo les conté… “Ahora que no está Joana puedo deciros la verdad, no quería que se sintiera mal. Pero el marido es un gilipolla a las tres. Que tío más tonto, más creído… pero una cosa es verdad que es inteligente y ha planteado el trabajo bien, como sea tan estirado en la cama, lo mal que lo tiene que pasar Joana) esto lo dije con toda la mala intención del mundo, pero no para meterme con Joana, si no para provocar que ellas dijeran o añadieran algo. Y lo conseguí, porque la primera que soltó lo más bonito fue Fabiola… “Ese es el problema de Joana, la pobre está mal follada, por eso siempre hablando del tema y mira que le han insinuado de todo, peo cuando se enteran de quien es mujer, todo el mundo sale corriendo” y Noemí mirándome me dijo… “Ahora te vas a quedar de pasta de boniato, cuando te cuente…” pero Fabiola nos avisó de que llegaba Joana.

            Nada más sentarse, venía con cara seria. Y ellas le preguntaron por esa cara, yo me limite a escuchar. Nos contó que su marido estaba un poco “disgustado” por mi reunión con él, conto con detalle lo que le dijo el marido y ellas no se lo creían, pero tuve que reconocer que no había puesto ni quitado, había dicho la verdad. Pero lo que más le fastidio es que yo defendiera a mis compañeras, aunque una de ellas fuera su mujer. Yo interrumpí la conversación para decirle a Joana… “Te pediría disculpas, pero no puedo porque no he hecho nada malo, me he limitado a decir lo que sentía y pensaba” Noemí y Fabiola, daban aplausos contenidos y decían que hubieran dado cualquier cosa por haberlo visto. Porque decían que nadie le tosía al señorito Gaspar. A Joana se le escapo una sonrisa y dijo a mí también me hubiera gustado verlo. Noemí fue más allá y como si fuera de lo más normal dijo… “Solo de pensarlo es que me pone…” y nos reímos todos. Para tratar de animar a Joana le dije… “Con lo que tu vales, con lo bien que estas, por no decir lo buena que estas. ¿Por qué te dejas avasallar por el?” todas se quedaron mudas, hasta que Joana con tono de superioridad me dijo… “Son ya muchos años, es difícil de explicar y no lo entenderías. Entre otras cosas por tu juventud, somos generaciones distintas” no me quise callar y la repliqué diciéndola… “Como soy muy torpe, espera que te diré lo que he entendido y tú me dices si me equivoco o no. Te he entendido que las personas que sois de distinta generación… ni coméis, ni bebéis, ni sentís, ni lloráis, ni reis, nada de nada y si ya me apuras ni folláis” Fabiola riéndose dijo… “De esto último poco ¿Verdad?” y se rieron todas. Yo me hice el indignado y levantándome le dije… “Dos que duermen en el mismo colchón, se vuelven de la misma condición” note que quiso pedir disculpas, pero me fui hacia la barra pague lo que habíamos tomado y me fui al trabajo.

            Haberme enterado por sus amigas como decían ellas que estaba “mal follada” el estar buena como estaba y tener un marido gilipollas, me puse como meta seducirla. Sabía que sería muy difícil, pero no imposible. Era cuestión de tener paciencia y no rendirse, como se suele decir… “Pico y pala” subí solo y una vez en la oficina había un poco de barullo. Ya se sabía quiénes íbamos al viaje a la central. Íbamos, Joana, Noemí, Fabiola, Carmina, Roser y yo con las respectivas parejas, me llamaba la atención eso de llevar siempre las parejas, pero por lo que me comentaron era muy normal en esa empresa. Como unas jornadas que había en primavera, que eran para las familias. Cuando llegaron mis compañeras se pusieron todas muy contentas. Después de comer hubo una reunión con todos los que íbamos, la reunión la dirigió Mónica, que nos explicó como deberíamos funcionar en la central, advertencias y muchas indicaciones.

                Estábamos en el aeropuerto por lo que me habían dicho el vuelo duraba entre d horas y media a dos horas y tres cuartos. Yo estaba loco por subir al avión porque iríamos juntos Fabiola y yo. Llegaron todos y me comentaron que Fabiola no vendría, que un niño suyo se puso muy enfermo y tuvieron que llevarlo al hospital, pero que por lo que sabían no era nada grave. Me fastidio, pero no porque no viniera si no por lo de su hijo. No pasaba nada sería un viaje de trabajo y de solo trabajo, ya vendrían mejores momentos. Me fije que íbamos todos los que esperábamos, pero además vimos que venían en el mismo vuelo, tres parejas de las personas importantes de la cena, entre ellos los padres de Álvaro, que nos saludaron muy cortésmente a todos.

            Una vez dentro del avión, yo iba sentado solo, tampoco estaba mal, porque dentro de lo malo, iría mejor porque mis piernas irían más cómodas. Nada más desaparecer la señal de los cinturones. Varias personas de las que íbamos, aprovechamos para sacar papeles y darles un vistazo, yo lo hice porque como iba solo, por lo menos se me pasaría más rápido el tiempo. Llevaba poco con los papeles en las manos cuando llego la madre de Álvaro y me dijo si me importaba que se sentara. Yo una vez que reaccioné y algo torpemente, cogí los papeles que había en el asiento libre y tratándola de usted le dije que se podía sentar. Ella nada más hacerlo lo primero que me dijo era que la llamara simplemente Marga. La que inicio la conversación fue ella, que principalmente trato sobre su hijo, que le preocupaba porque era un joven muy sensible, que la gente se aprovechaba de el… yo escuchaba atentamente y ella me dijo que él me apreciaba mucho, que hablaba muy bien de mí. Yo pensaba que tampoco era tanta la confianza que teníamos su hijo y yo, pero si teníamos buena relación desde que nos conocimos. Ella según hablaba y de vez en cuando, posaba su mano en mi pierna, pero una vez que lo hacia la quitaba del mismo modo, era algo instintivo. Pero hubo unas veces que fue algo más que un contacto o así lo percibí yo, incluso llegué a preguntarme si esa señora quería algo más. Porque las “señales” que yo recibía eran las de “posibles cuernos” lo digo por su marido. Pero, aunque en otras circunstancias mis manos hubieran tocado algo, de la misma forma que lo hacia ella. Pero una posible equivocación por mi parte era demasiado peligro. Porque era tan correcta que me hacía dudar. Observaba que varias personas miraban disimuladamente y más cuando nos oyeron reír por algún comentario trivial. Pero el que más atención prestaba era Gaspar. Después de casi una hora, ella se levantó para volver a su sitio, pero antes de irse me hizo prometerle que iría a comer o cenar algún día a su casa y yo esta vez, viendo que Gaspar estaba muy pendiente le conteste… “Lo que tú digas Marga, pronto iré” ella riéndose me dijo te tomo la palabra y se fue.

            Una vez que se fu seguí con mis papeles y tomando alguna anotación. Mientras lo hacía me salía una sonrisa algo malévola, porque sabía que Gaspar estaría con dolor de tripa, porque en el aeropuerto vi como el la trataba de doña Margarita y ella a el de usted también. Levante un poco la mirada y veía como le hablaba en bajo a su mujer, se notaba que estaba rabiando. Pero vi que se levantaba y venia hacia donde estaba yo, se sentó sin decir más. Me trataba en plan colegueo, me tuteaba y yo tal vez un poco borde, me limitaba a contestar con monosílabos. Yo notaba el esfuerzo que hacía por resultar simpático, hasta que me dejo descuadrado… “Carlos lo hablaba con Joana, tenemos que aprovechar una de estas noches e ir a tomar algo por ahí los tres, para conocernos mejor. Y como yo conozco la ciudad bien, os puedo enseñar algún bue sitio, ¿Te parece?” no sabía que contestar, pero fui muy prudente en mi respuesta, para no comprometerme… “Si no nos dejan agotados, no creo que exista ningún problema” como podréis imaginar, no estaba en mis planes, aunque con la ausencia de Fabiola, todo había cambiado.

            Los dos primeros días fueron de bastante trabajo y desesperantes, porque yo no hablaba su idioma, pero lográbamos entendernos con el inglés bastante bien, aunque no fuera el idioma materno de ninguno. Al tercer día de trabajo prácticamente lo habíamos acabado todo, por lo menos en el grupo de trabajo que estaba yo. Que, aunque el trabajo fue intensísimo, eso no me impidió fijarme en alguna de las mujeres que había, pero lo del idioma era un hándicap. Esos primeros días prácticamente no vi ninguno de los españoles que estábamos allí, a excepción de Carmina, que la vi un día de forma puntual, al salir de los aseos y que me dijo… “Estos no paran de currar ni un minuto. Que cuadriculados que son…” porque cuando llegaba al hotel, me dejaba caer en la cama y a dormir. Y tampoco acompañaba en nada la climatología, demasiada lluvia. Pero ese día casi al finalizar la jornada y siendo ya bastante tarde, se me acerco un hombre y en un castellano perfecto me dijo que mañana no hacía falta que fuera por allí, que descansara un día y conociera la ciudad, era un español que trabajaba allí hacía ya más de 10 años y se llamaba Eugenio. Eso me alegro mucho.

            Todos los días nos estábamos levantando a las seis de la mañana, por lo que ese día me levante a la ocho, dispuesto a conocer la ciudad, que había muchas cosas que ver. Lo primero que hice cuando me levanté, fue abrir las cortinas, encontrándome con un cielo gris plomizo y lloviendo con ganas. Pero eso no me iba a impedir ir de turismo. Me vestí adecuadamente para el tiempo que hacía, recogí mis notas de los sitios que quería visitar, las rutas y los sitios para comer. Todo muy bien planificado. Pero antes de salir había que desayunar. Entre en el comedor y ya no quedaba mucha gente, o mejor dicho no había tanta como a primerísima hora. Como era tipo buffet, hice una elección entre desayuno continental y el americano. Oigo mi nombre perfectamente y era Mónica. Que me hacía señas para que me sentara con ella. En su mesa se veía perfectamente que alguien había terminado de desayunar ya y se había ido. No me quedo más remedio. Nos dimos los buenos días. Me acordé del día que la conocí, porque llevaba una blusa muy parecida a la del primer día, muy ajustada y los botones a punto de saltar por no poder aguantar más esas tetas, pobre al que le diera el botón en un ojo. Una vez que ya tenía todo mi desayuno en la mesa me senté…

- ¿Cómo es que no estás en la central trabajando ya? Porque hoy llegaras tarde. ¿Se te han pegado las sabanas?

-No que va, ayer me dijeron que hoy me tomara el día libre y fuera a conocer la ciudad.

-Ah, eso no lo sabía. Me lo tenías que haber comunicado.

-No lo sabía.

-Te tengo que dar la enhorabuena (Yo que en ese momento tenía la boca llena me quede mirándola) llevas muy poco tiempo, pero has causado muy buena impresión a todos los jefes y aquí en la central también, todos dicen que ha sido un buen fichaje y felicitan a mi marido. Como ves no solo has causado buena impresión a Don Federico y sobre todo a Doña Margarita.

-Pues me alegro mucho. (Lo dije que retintín, como si me diera igual, pasaba de lo que me decía)

-O me equivoco mucho o yo te caigo mal… ¿Verdad?

- ¿Es obligatorio contestar a la pregunta? Y si es obligatorio ¿Qué hay que contestar? (Lo dije con toda la sorna del mundo)

-No estamos en el trabajo, contesta con toda libertad.

-Pues no sería justo afirmar nada en concreto, porque solo hemos hablado una vez. El resto es de oídas. Pero sería más justo decir que no me cae bien, que eso no quiere decir necesariamente que me caiga mal. Pero vamos que no estaría entre las personas que yo invitaría a mi cumpleaños. (Fruncía el ceño y los labios los tenia, apretados)

- ¿Y qué es lo que has oído de mí?

-Puafff… mejor no decirlo.

-Esta empresa está llena de cobardes y llego uno más. (Eso me irrito, luego me di cuenta que fue una provocación, pero ya fue demasiado tarde)

-A tu marido todo el mundo lo aprecia y habla bien de él, le compadecen. De ti lo más bonito es que eres bastante “marimacho” que lo que te hace falta es un buen… y que te gustan unas faldas más que nada. Que te gusta tener a todo el mundo acojonado. A eso hay que añadir lo prepotente, déspota, antipática, borde… que eres, pero podría seguir así un mes. ¿Esto es lo que querías escuchar?

-Jajaja… ¿Todo eso dicen de mí? (Me esperaba todo menos la carcajada) Y a ti… no te tengo acojonado.

-Ni me tiene acojonado ni me tendrá. (Aquí su cara fue de mucho enojo y cambio radicalmente la conversación, se acabó el buen rollito si es que en algún momento lo hubo)

-Los informes diarios que tenías que hacer… ¿Los tienes?

-Si claro, pero como comprenderá no los llevo encima, los tengo en la habitación.

-Pues los quiero ver… ¡¡YA!! (Dijo arrogantemente)

-Pero si me han dado el día libre. (Dije enfadado y dejando de desayunar)

-Aquí no manda ellos, mando yo y puedo pedir esos informes cuando quiera.

-Además el de ayer, llegue muy tarde por la noche y no me dio tiempo, solo tengo los de los días anteriores.

-Pues me das los que tengas y el de ayer lo haces ahora.

-De acuerdo, se espera aquí a que termine el de ayer y se los bajo todos ¿O qué?

-Subo y me das los que tengas y haces el ultimo.

            No dije nada más, me levanté de muy mala leche, no termine el desayuno porque ya se me había atragantado. Se quedaban cortos los que decían que era una hija de puta. Según iba para mi habitación me empezaba a creer todo lo que decían de ella, desde que presionaba a algunas mujeres y hacía con ellas lo que quería, hasta que le gustaba vejar y dominar a los hombres, pero yo lo tenía muy claro, conmigo NO. En el ascensor ni la miraba, ella seguía con su abuso verbal y notaba como se animaba, además que con mi silencio iba subiendo el tono. Abrí mi habitación, me senté junto a la mesa que había y de mi cartera saqué varias carpetas. Se las di y ella que estaba de pies, porque no había donde se pudiera sentar, salvo que lo hiciera en la cama, que por cierto todavía estaba deshecha. Yo saqué unos folios y me puse a escribir con furia el informe del día anterior. Yo a ella la notaba casi a mi espalda, murmurando cosas ininteligibles y dando golpe a las hojas en plan chulo. Mi respiración era profunda, estaba conteniéndome. Pero mi limite llego, cuando note que me dio un palmetazo en el hombro, diciéndome… “El primer informe es una mierda y no lo veo completo, así que lo tienes que rehacer ¡YA! Y cuando vuelva porque yo me tengo que ir a la central, espero que lo tengas todo acabado” pegue un salto de la silla y me quede de pie frente a ella, note que no le gusto, dio un paso para atrás, pero se topó con la cama.

                Ella se rehízo rápidamente y me dijo que con ella nada de ponerme chulo ni mirarla así, que ella no tenía cojones, pero que sus ovarios eran más grandes y me dio en mi pecho varias veces con su dedo. Le dije que hasta ahí había llegado, que ella tenía un problema… ella con una sonrisa estúpida me dijo… “Ah, ¿Si? Y ¿Cuál es mi problema?” con tono chulesco y prepotente. Pues que no te han dado lo tuyo y de paso una buena zurra en ese culazo que tienes. Intento darme una bofetada, lo impedí y en el forcejeo los botones de su camisa salieron por los aires. Quedando al descubierto un sujetador morado, que sostenía dos voluminosas tetas. Ella de manera automática se tapó con sus brazos para que no se le viera nada. Y yo se los separe de su cuerpo ella protestaba, me amenazaba y me decía más improperios. Forcejeamos nuevamente porque ella seguía queriéndome pegar y al final lo medio consiguió, porque me llego a dar de refilón en una mejilla y una uña me hizo un pequeño arañazo. Pero acabó cayendo sobre la cama. Quedando espatarrada sobre ella y al llevar faldas enseño más de lo que ella hubiese querido. Pero ya no había marcha atrás.

            La giré de golpe y entonces empecé a darle una buena azotaina, pensaba dejarle el culo ardiendo. Ella se agitaba y me amenazaba con denunciarme, con contarlo todo y yo sin dejar de darle le decía… “Cuéntalo, ya verás todo lo que sale, además perderás tu fama y eso hará que gente de la que has abusado se les pase el temor contándolo todo, lo que nos vamos a reír” Oír esas palabras fue como un bálsamo, ella ya no se protestaba, ahora trataba de convencerme de ser amigos. Pero no quise ni escucharla, levanté su falda y vi que llevaba pantys, algo que odio. Se los rasgue de mala manera y quedo su sabroso culo a la vista, muy rojo. Ahora más que tocarlo o acariciarlo lo amasaba con fuerza, ante sus leves protestas, ya solo me decía que se tenía que ir sin falta, que tenía que estar en la central. Otra vez que azote su culo, recriminándole que para joderme a mí no había tenido prisa. Paso a pedirme perdón, a decir que no volvería a suceder, que se llevaría muy bien conmigo. Como no dije nada trato de levantarse para irse, pero no la deje y metí mis manos entre sus piernas, Fue cuando me di cuenta que la muy puta estaba encharcada, cuando la toque su coño, trato de aguantarse, de reprimirse, pero al final gimió y como gimió.

            Seguro que hace mucho que no te meten una buena polla por aquí y yo metía mis dedos, seguro que te comerás muchos coños, pero también te hace falta lo que te voy a dar yo. Ella me decía que por favor no lo hiciera, que no tomaba nada y todavía podía quedarse embarazada y yo volvía a decirle que se lo hubiera pensado antes. La desnude de malas maneras, peo no dejaba que se diera la vuelta y una vez desnuda, como pude me desnude yo. Ella me decía que era un pervertido y yo le conteste… “Pervertida tú y si yo lo soy es por mujeres como tú, ZORRA” Ya estábamos desnudos los dos, ella con su culazo a mi disposición, estaba follándola con los dedos, ya se había calmado y por lo que se ve estaba dispuesta a disfrutarlo. Aunque cuando se acordaba me decía que se tenía que ir, para luego gemir. Luego con un dedo toque la entrada de su ano y así sí que se revolvió con furia cuando lo noto, diciéndome otra vez con su chulería… “Por ahí ni lo intentes, porque si lo haces te arranco los cojones” pero nada más terminar de decirlo, le metí el dedo hasta el fondo sin miramientos y ella solo me dijo… “Hijo de puta te matare” hice que se diera la vuelta y madre mía que par de tetas, eran inmensas y le caían por los lados, con unos pezones como bellotas. Me acerqué a uno de ellos y me lo metí en la boca, para lamerlo, succionarlo, mordisquearlo y ella se olvidó de todo. Empezó a gemir ya más suelta y abría bien sus piernas para que mis dedos tocaran bien su clítoris, que al igual que sus pezones estaba muy duro.

                Pero de forma imprevista, se quedo rígida, diciéndome que hiciera lo que quisiera, que ella no se resistiría más, pero que supiera que ella no iba a disfrutar, que sería como un mueble. Vería si era verdad y si fuera así lo dejaría. Le di dos buenos azotes ordenándole que se pusiera como la perra que era y ella sin decir nada se puso a cuatro patas, se podían ver sus tetazas colgando y cuando me puse bien detrás de ella, se veía unos labios prominentes, que hacían ver que tenía un buen coño. Tenía un poco de celulitis, pero no mucha y como se veía así su culo, lo más tentador que había. Hice que abriera un poco más sus piernas y ella obedeció a la primera, ahora me agache y empecé a comérmela por detrás, desde el culo, que le metía la lengua bien metida, hasta la entrada de su coño, lo hacía sin parar y mientras también mis dedos hacían de las suyas con su clítoris. Estaba ya cerca de desistir ante la impasibilidad de ella, pero empecé a notar movimientos leves, que presagiaban su rendición. Desde que note eso poco tuve que esperar, hasta que la oí que no perdiéramos el tiempo que la follara de una maldita vez, que por fin había encontrado un hombre en esa puta empresa. Volvía a ser la mala hablada de siempre.

                La vi tan decidida, tan lanzada, que le dije que antes me comiera la polla, ya se me había pasado el temor de que me la hiciera, porque al principio no me fiaba. Ella se dio la vuelta y por fin vio bien mi polla, cuanta envidia te tendrían muchos por ese cuerpo y por estar así de bien dotados. La comía como una salvaje, lo hacía demasiado brusca, no lo hacía muy bien que dijéramos, pero esa “brutalidad” también era excitante. Ella miro la hora y dijo que teníamos que ser mas rápidos, que llegaría muy tarde. Le hice colocar de la misma manera y se la metí sin contemplaciones y aunque entro perfectamente, ella me dijo… “Que bruto… no tienes misericordia, pero sigue así que vas muy bien” y su voz era súper excitante. Ella como podía se tocaba el clítoris y gemía como una fiera. Cuando notaba que se aceleraba yo me paraba y ella protestaba, dándole un buen azote y diciéndole que se callara. Luego me recosté sobre ella, de tal manera que con mi peso encima, ella se tuvo que tumbar y así me la seguí follando, para elle era mas cómodo tocarse el clítoris, pero ella no tenía ni idea porque lo había hecho yo, pero muy pronto lo sabría. Le saqué del todo y antes de que pudiera protestar, le di unos azotes bien dados y eso en vez de tranquilizarla la puso más cachonda. Pero me pedía que se la volviera a meter, me agache y la comí el cuello, los hombros, mientras ella culeaba en busca de mi polla. Me la agarre y la dirigí a la entrada de su culo y ella tarto con todas sus fuerzas de evitarlo, pero yo le dije… “Has estado dando por culo a todos y todas… ahora me toca darte por culo a mi” ella me amenazaba, me insultaba sin descansar, pero una vez que la cabeza de mi polla estaba en la entrada de su culo, ella al moverse para evitarlo, me dio más facilidades y logre meterle la cabeza de la polla, ella medio ordenando y medio suplicando me dijo… “Que no joder, que pares que ni se te ocurra. Jooooder que me quema, me duele… Te voy a matar Hijo de Puta, te voy a meter un palo por el culo…” y mientras soltaba todas esas barbaridades, fui metiéndola despacio, pero sin hacer ningún alto, lo más que llegué a hacer, fue echarme un poco para atrás para luego volver con más ganas a meterle mi polla.

                Cuando la tenía toda dentro, le dije ya está y noto mi pubis contra su culo. Ella resoplaba profundamente. Note que ella no sabía qué hacer, se quedó quieta, pero le dije que si se tocaba el clítoris le dolería menos, aunque yo sabía que no era así, pero se iría poniendo más caliente como así fue. Empezando los dos a movernos muy suavemente, yo no la sacaba ni un poco, solo movía mis caderas y ella empezaba a hacer lo mismo, haciéndolo muy bien. Ahora ella era la que movía como con miedo, con mucha precaución el culo de adelante para atrás, yo dejaba que cogiera confianza, de vez en cuando emitía como un pequeño quejido, pero cada vez se atrevía a más. Así que ahora fui yo el que tomo la iniciativa, la sacaba más, para luego volver a metérsela, pero lo hacía de forma pausada, hasta que vía que ella se movía mas libremente y entonces ya no fui comedido, empecé a embestir con ganas y ella intercambiaba gemidos, con pequeñas exclamaciones de dolor, hasta que ya eran todo gemidos y yo embestía como me gustaba, aguantando ella ya todo, incluso cuando estaba a punto de correrse me animaba a que le diera con más fuerza, corriéndose de una forma exagerada pero sobre todo llamativa y eso que ya había visto de todo. Yo seguí cada vez más rápido hasta que me corrí dentro de su culo y ella con voz sensual, me dijo… “O te has meado dentro o eres el lechero… uuuhhmmmmm” se la saque y me tumbe en la cama desecha. Ella se levantó y estando de pie me dijo… “Somos muy parecidos, tomamos lo que nos apetece. Nos vamos a llevar muy bien” yo no quise decir nada y de pronto ella se tocó y dijo riéndose… “Resuelta la duda… el lechero” cogió toda su ropa y se metió en el aseo, saliendo mal raro vestida, pero sin pantys. Con mirada libidinosa me dijo… “Cabroncete, ahora me dirás como me siento, que me lo has dejado… quemando” yo le dije que mucha agua fría. Y ella con un nos veremos se marchó.

                Yo me volví a duchar y me di una vuelta por la ciudad. Por la tarde cuando llegue, por lo que se ve había una cena, que se había montado a última hora de todos los españoles que habíamos ido. Subí a la habitación a dejar cosas que había comprado y también a dejar la ropa de abrigo, bajando al instante. Noemí y Ferrán me habían reservado un sitio junto a ellos, exactamente Noemí quedaba a mi izquierda. Pero ni hecho adrede, enfrente de mí, más hacia la derecha estaba Mónica que me miraba con una mirada distinta a las de antes. Frente a mi justo, tenía a Marga la madre de Álvaro y su marido al lado, estando Miguel, el marido de Mónica junto a él. Me hubiera gustado estar un poco más apartado, aunque tampoco hubiera sido mucho.

                Durante la cena se hablaba de todo, exceptuando Miguel y Federico, que hablaban de temas de la empresa y aunque se prestara atención, hablaban como en clave, de tal manera que eran ellos los únicos que se enteraban. Las miradas de Mónica eran constantes y yo me hacia el loco, fueron tan descaradas que hasta Noemí me dijo al oído… “Porque sé que a esa guarra le van más las mujeres, si no diría que te está tirando los tejos” yo le dije que eran imaginaciones suyas. Sin embargo, lo que si me llama la atención era como me miraba Marga, me miraba especial, con eso no quería decir que fueran miradas de deseo, pero si raras. En un momento que se puso a hablar con la mujer que tenía a su lado, se lo dije a Noemí y ella me dijo que se había dado cuenta, pero que no eran como la de la “guarra” que eran más bien maternales. Me fiaría más del criterio de Noemí. Yo ya estaba deseando que terminara la cena, porque esperaba tener una “fiesta” con Noemí y su marido. Y se lo dije a ella al oído, se rio y me dijo que estaba de acuerdo al cien por cien conmigo, pero que tendríamos que esperar porque había sorpresa. Quise saber qué tipo de sorpresa, pero en ese instante Marga volvió a conversar conmigo, versando la conversación en los sitios que había visitado, algo que me reprocho porque de haberla avisado ella me lo hubiera enseñado, que conoce muy bien la ciudad. Y seguimos hablando de lo que me había parecido lo que había visitado.

                D. Miguel interrumpió las conversaciones, para decirnos que en diez minutos un autobús nos recogería a todos para llevarnos a una sala de fiestas de la ciudad, al decir el lugar todos se pusieron muy contentos, por lo que se ve era un lugar famoso. Yo la verdad que podía haber pasado de la sala de fiestas, pero no quedaba más remedio. Noemí me pidió que hablara con Joana y le dije que ya lo haríamos. Ella insistió y me dijo que en el autobús se sentaría conmigo. Así que cuando subí al autobús, me fui atrás del todo. Para evitar que Joana se acercara, porque no tendría ningún sentido, hacerlo y dejar a su marido solo. Llevándome la sorpresa yo, porque quien se vino atrás del todo conmigo fue Marga, ya que su marido se sentó con Miguel para seguir hablando. Cuando se sentó conmigo la conversación que tuvimos fue más heavy aun…

-Ya que estamos aquí separados del resto, te quiero hacer una pregunta, pero si ves que es muy personal, bueno es muy personal, no me la contestes y no me la tengas en cuenta. (En ese momento pensé en lo de las miradas)

-Dime o pregunta, ya veremos.

- ¿Eres gay? (No me esperaba esa pregunta y antes de contestar quise saber el porqué de su pregunta, no lo entendía)

-Te contestare sinceramente y la verdad, pero ante me gustaría saber… ¿Por qué me lo preguntas?

-Mi hijo Álvaro lo es, sé que ha conocido un chico y salen juntos. Imagino que eres tú y por eso mi pregunta, porque tus miradas a las mujeres me hacen dudar. Aunque todas son mayores que tú. Y lo que no quiero es que mi Álvaro sufra, sé que lo entenderás.

-Pues NO y NO.

-No y no ¿Qué?

-No soy gay y no salgo con tu hijo. Pero si se quién es el que sale con él. Y también acertaste me gustan las maduras. (esto último una vez que lo dije, pensé que me lo podía haber ahorrado) Pero si me llevo bien con tu hijo.

-Perdóname por mi atrevimiento. (Lo decía con cara compungida, azoramiento y nerviosismo)

-No hay nada que perdonar. Te lo digo de verdad. Pero si hubiera algo que perdonar, a una mujer guapa como tú se le perdona todo. (En mi cabeza retumbo… Mierda cállate, por una vez no tires la caña)

-Jajaja… sí, sí. Sobre todo, guapa. Si ya tengo el medio siglo (Lo dijo con orgullo de saber que no los aparentaba y de saber que estaba físicamente muy bien, eso sí que lo note)

-Me callare y no diré mas, por no meterme en problemas.

-Jajaja… ahora te da miedo y te cortas. Hay que ver como sois los jovencitos.

-No es cuestión de miedo, simplemente creo que no es el momento ni el lugar y es mejor que impere la prudencia. (Viendo que el autobús ya parara, pensé que una vez más la campana me había salvado)

-Te salvo la campana fornido y vigoroso joven. (me hizo gracia la referencia a la campana)

                Nos levantamos y salimos todos tranquilamente. La sala de fiestas por fuera tenía mucha iluminación. Una vez dentro de la sala, la sensación que me dio desde esos sitios que hay en España para los extranjeros que vienen, pues eso. Era un sitio muy aburrido, por lo menos para mí, pero por las caras de los demás… la cosa era igual. Eso sí beber, bebían como cosacos. Algo que me preocupaba para mis intereses. Baile con todas a excepción de Joana. Cuando baile con Marga bien agarraditos, de una forma muy suave, discreta y como de casualidad, me pegue un poco más de la cuenta y como llevaba toda la noche muy cachondo, no tarde en empalmarme y se de sobra que ella se dio cuenta, pero después de mi pequeño acercamiento, ella se separó y se colocó en una posición para evitar cualquier roce. No insistí mas, las “señales” del autobús fueron erróneas. La que sí estuvo muy lanzada conmigo fue Carmina, pero es de sobra que fue fruto de la bebida y ahí el comedido fui yo. Noemí se la veía alegre pero no pasada de copas y ya dejo de beber, estaba en el punto ideal. No así Ferrán que estaba un poco más cargadito. Por fin el regreso al hotel. Esta vez en el autobús fui yo solo sentado. Ferrán estaba más cargado de lo que pensé, casi se cae al subir al autobús. Una vez en el hotel todo el mundo se despidió hasta la mañana siguiente y yo me hice el remolón, para saber si íbamos a mi habitación, a la de ellos o que. El caso que al final subimos los tres solos en el ascensor.

                Ferrán, aunque costaba entenderle iba diciendo a su mujer, que se preparase que la íbamos a follar bien follada. Ella solo sonreía y mientras el marido la agarraba, estiraba su mano y me acariciaba el paquete. Ferrán quería que fuéramos a su habitación, pero ella dijo que no, que la mía estaba más alejada y seria más discreto. No fue difícil convencer a Ferrán. Entramos a la habitación y ella guiñándome un ojo me dijo que le pusiera una copa del minibar a su marido, que mientras ella iba al aseo. Le puse la copa y él se sentó en el único asiento que había en la habitación. Yo me fui poniendo cómodo, pero al final no me lo pensé y decidí quedarme solo con la ropa interior. Para que más tonterías. Mientras Ferrán hacia comentarios sobre mi paquete.

                Ya había pasado un tiempo prudencial y apareció Noemí, totalmente desnuda. Se había refrescado. Y al verla así su marido dijo entre frases ininteligibles… “Aquí viene el putón de Noemí, preparada para todo…” llego a mi altura y sin hacer caso a su marido nos empezamos a morrear, pegándose ella hasta notar mi erección y haciendo movimientos pélvicos muy excitantes. Mientras nosotros nos besábamos, ella bajo una mano y la metió por dentro del bóxer, acariciando su avente mi polla. Ahora le mordisqueaba el lóbulo de la oreja y también se la lamia, ella ronroneaba como una gata en celo. Me fue empujando hasta hacerme caer en la cama, quedando mis piernas fuera. Se agacho y no tardo nada en dejarme desnudo, quedándose de rodillas y dándome una mamada espectacular. Estaba claro que llevábamos toda la noche deseando ese momento. Pero yo quería disfrutar también de ella, por lo que me levante, la cogí en brazos y la tumbe en la cama, pero ella me dijo… “Tengo ganas de polla, llevo toda la noche pensado como me la comía, así que no me quitare” e iniciamos un 69 de película. Yo tumbado abajo y ella arriba. Mientras yo la comí el coño, mis dedos follaban intermitentemente su coño y su culo. Tan excitada estaba que de vez en cuando se paraba y se sacaba la polla, para luego volver con más ganas, hasta que note como se corría en mi boca llenándome de sus riquísimos líquidos. Mientras se corría decía… “Mira cabrán, así se hace correr a una mujer, míralo bien, oye como me mata de gusto… AAAAHHHHHHHH”

                Se giró y se tumbó sobre mí, dándome unos besos con mucho deseo, muy calientes. Quise ver como estaba su marido y ella me dijo… “No te preocupes esta off, follemos libremente” y se clavó sin más la polla desde la posición que había cogido, decía que le encantaba cabalgarme, porque la notaba más y eso la ponía muy cachonda. Se agachaba y me ponía su melena por mi cara, se notaba como se iba excitando cada vez más, ahora me levante un poco y me que sentado, agarrándola a ella y follándomela así, ella decía que la notaba muy dentro, que era mucho gusto lo que estaba recibiendo. Yo mientras me comía sus tetas y ella garraba mi cabeza con fuerza, hasta que se empezó a correr y me apretaba más contra sus tetas, mordisqueando con mis labios un pezón, lo que hizo que se pusiera más fuera de sí. Una vez que se corrió, se quedó muy quieta y me dijo muy dulce, muy suavemente… “Me dejas sin respiración del placer que me das, no te muevas déjame recuperarme” estuve un ratito quieto, pero poco tiempo y empecé a moverme muy, muy suavemente y ella me dijo… “Eres muy malo, eres incansable, te he dicho que un poco de relax, pero como veo que contigo es imposible… FOLLAME COMO ES DEBIDO” iniciando una follada más agresiva que la anterior. Ahora la tumbe para que estuviera más descansada, levante sus piernas colocándolas encima de mi pecho y sobre mis hombros, follándola en esa posición y ella me miraba impúdicamente, algo que me ponía muy salido. Según la embestía, ella ponía más cara aun, como retándome y a pesar del frio que hacía en el exterior, estábamos sudando. Diciéndome ella… “Tú puedes hacerlo más potente, no te reprimas…” que manera de provocar, ya mis embestidas no podían ser más profundas, su boca se abría cada vez más, como si estuviera tomando mucho aire y su cabeza se movía cada vez más para los lados, hasta que se medió incorporo gritando y cuando empezó a correrse se dejó caer, gimiendo de una manera más que exagerada.

                Le costaba hablar y cuando vi que quería hacerlo, ella me dijo… No, ahora soy yo la que quiero más, no quiero que te pares y tu maridito, que sepas que se van a follar el culo de la zorra de tu mujer, aunque tú no lo permitas y me lo llenaran de leche” me hizo gracia y sobre todo me puso más cachondo aun, oírla como decía eso, yo creía que había llegado a su límite, pero cuanto me equivocaba, se levantó de la cama, pensé que iría al aseo, pero que va, se acercó a la mesa donde esta mañana había estado yo escribiendo, se apoyó en la mesa, pudiéndose ver en un espejo gigantesco que había en la pared y pegada a su marido.

                Cuando vi lo que quería hacer, aunque a muchos no se lo parezca, a mí me pareció morboso, excitante, cachondo… ella allí con su culo preparado para ser follado sin miramientos. Me acerqué a ella y mirándola a través del espejo le dije… “Mira que eres puta, aquí delante de tu marido…” pero se lo dije no en forma de censura, ni mucho menos y ella con esa mirada febril que tenía me dijo… “No quería que se follaran a su mujercita, pues estoy cumpliendo con sus deseos, ya le dije que eso me podía volver, mas, mas… PUTA, GOLFA… para que buscar otras palabras y ahora fóllame ya, lléname bien llenada” empecé a metérsela por el culo y le pasaba como la última vez que le costaba un poco, pero entre sus movimientos y los míos no tardo en tenerla toda dentro. Fue cuando ella estiro un brazo y movió a su marido diciéndole… “Mira cabrón, cornudo… mira como me follan el culo, algo que tu no harás” él se medió despertó y balbuceaba algo, algo que hizo que ella diera un respingo, pero aproveche yo para decirle, más que porque se enterara o no, porque se pusiera más cachonda ella… “Ferrán… ¿Puedo follarme el culo de la puta de tu mujer?” y solo se le entendía… “Puta, muy puta, guarra” y ella mirando al espejo me decía que le hiciera caso al cornudo y no parara. Tan cachondo me puso la situación que en el momento que ella empezó a respirar aceleradamente, síntoma de que su corrida estaba ya allí, yo le decía que me corría ya y ella me la pedía dentro, que se la metiera a tope y así nos corrimos los dos, de una manera única. Ella me pedía que no la soltase, que le flaqueaban las piernas, le dije que no se preocupara y cuando la saque e hice amago de cogerla en brazos, me dijo, espera un momento y metiéndose la mano por detrás, recogió parte de mi corrida entre sus dedos y la muy puta acercándoselos a la boca de su marido, se los metió y nos quedamos sorprendidos de como él los chupaba. Ella entonces se agarró a mi cuello para que la cogiera en brazos, haciéndola y llevándola a la cama, donde nos quedamos dormidos.

                Nos despertaron de forma agitada, era Ferrán, que ya era muy tarde, para irse a cambiar a su habitación. Yo me levanté con mal sabor de boca y cogí un refresco del minibar. Mientras discutían el matrimonio y ella decía que no podía salir con la misma ropa por el pasillo, por si alguien la veía, convenciendo al marido que se llevara la ropa y le indico la que le tenía que traer. Ferrán fue de mala gana y ella me cogió la bebida y bebió también refresco. Luego como le había dicho a su marido se metió en el aseo a ducharse. A los pocos instantes yo fui detrás y ella estaba duchándose, me miro y me dijo que dentro, aunque algo apretados nos podíamos duchar los dos, no me hice de rogar y como era inevitable, ella empezó a lavarme, consiguiendo que mi polla estuviera otra vez en acción. Cuando se oyó como llamaban de forma fuerte a la puerta, iba a salir yo, pero dijo ella que me quedara allí, saliendo ella a abrir. Era Ferrán enfadado por la tardanza en abrir y ella que iba toda mojada, como si fuera lo más natural de todo el mundo le dijo con voz de enfado… “Ferrán, joder, simplemente nos estábamos duchando, que lo que tuvimos que hacer, ya lo hicimos ayer por la noche, ahora vete y arréglate tú, que yo en 10 minutos estaré abajo para desayunar” Ferrán con vale, vale, se fue.

                Yo ya había terminado de ducharme y ella me dijo continuemos, haciéndome sentar sobre el inodoro y ella se sentó encima clavándosela hasta el fondo. No nos dijimos nada más y echamos un polvo mañanero rápido pero muy rico. Y cuando bajamos, Ferrán ya estaba allí esperando.

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