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Fin de semana “entretenido”

en Sexo con maduras

 

Una vez que me dejaron en mi apartamento Pedro y Renata, me subí a ducharme y arreglarme para ir al trabajo. La ducha fue muy reparadora para despejarme. Esperaba que hoy en el trabajo todo fuera normal y sin ninguna complicación, porque la falta de sueño me hacía no estar al cien por cien de mí. Llegué al trabajo y con mucha calma me puse a trabajar. Requirieron mi presencia en la dirección, supuse que sería la respuesta del día anterior y no estaba muy despejado que dijéramos.

                Había varias personas y entre ellas algunas que no conocía ni de vista. Pero dos de esas personas hablaban francamente bien el español. No sé el porqué, pero cuando empezaron a hablar de mi juventud, a elogiar mi trabajo, el futuro que tenía por delante, el primer pensamiento que me vino mientras los escuchaba, era que me estaban dando vaselina para darme por culo, en resumidas palabras, el tema de la nómina se quedaba como estaba. Era como si ya me hubiera desconectado de la conversación, solo esperaba el resultado final, que luego meditaría con tranquilidad, pero sabía que me volvía a España a buscar trabajo.

                Hasta que empecé a oír que para mí era una gran oportunidad, que pocas veces se presentaba algo así, que suponía mucho trabajo, esfuerzo y mucha responsabilidad, por lo que también suponía un importante incremento salarial. Me despeje del todo y preste más atención. Para no extenderme en esto, lo resumiré porque es importante. Se estaba produciendo unas fusiones, absorciones de otras empresas del mismo sector. Y había una de ellas que estaban trabajando en el mismo proyecto que teníamos allí, pero más estancados ellos, por lo que me tendría que trasladar al otro sitio, para que se pudiera el proyecto a pleno rendimiento.

                Me hablaron de las condiciones económicas, que eran muy buenas y más para mí. La parte laboral era algo más compleja, yo estaría a cargo del área técnica y desarrollo del proyecto, otra persona que no sabía quién era, porque todavía no había producido la elección, se encargaría del área económica. Los dos estaríamos al mismo nivel, aunque como en todos los sitios quien maneja la “pasta” es quien más manda. También me informaron que, desde ya mismo, me pondrían al día de todo, que me tocaría hacer muchas horas durante los próximos días y lo entendí perfectamente.

                Nada más salir llame a Mónica a Barcelona y le conté con todo detalle todo lo sucedido esa mañana. Ella me dijo que había oído campanas, pero que me daba la enhorabuena porque sería muy bueno para mí, que había subido varios peldaños de golpe, que tuviera cuidado no en no caerme, si no en las envidias que se producirían. Le pregunte por quien podría ser la persona que me acompañaría en la travesía. No tenía ni idea, pero me dijo que trataría de enterarse, pero que si yo me enteraba antes se lo dijera y ella me diría.

 No habían exagerado en nada, esa misma tarde, empezaron con mi “enseñanza” para dirigir, llevar y formar distintos equipos. Algo que, desde fuera, siempre me había parecido fácil de hacer. Logre terminar el día, aunque por mi cansancio no fue uno de los mejores. Una vez que descanse, me levante con fuerzas y con ganas de trabajar. Estando en el trabajo me llamo Dacio para cenar el viernes o el sábado. En ese momento me acorde de la cena del viernes, me excuse para el viernes, pero si quede para la noche del sábado. Nada acabar la conversación con Dacio llame a Pedro, que me dijo que ahora no podía hablar conmigo, pero me facilito el número de su mujer, que hablara con ella. Llamé por teléfono a Renata, al oírme me di cuenta de que se llevó una sorpresa conmigo, no esperaba mi llamada y le dije…

-Tu marido Pedro, que no ha podido hablar conmigo y me dio el teléfono tuyo para que hablara contigo de lo del viernes.

-Siempre esta con reuniones. ¿A qué hora te viene mejor venir a cenar?

-Yo me adapto a todo, me da igual.

- ¿A las ocho te parece bien? Pero si quieres antes… no hay problemas. (Todavía no me había adaptado a los horarios de las comidas y cenas de aquí)

-Perfecto, a las ocho estaré ahí.

-Espera Carlos, sobre lo del otro día… ¿Qué te pareció, que pensaste? (Detecte cierta preocupación o duda)

-No pensé nada en particular, que estas muy buena y que tengo ganas de que ya sea pasado mañana. ¿Por qué lo preguntas?

-Por lo que hubieras podido pensar de nosotros.

-Que sois muy majos y que sois libres de hacer lo que queráis. Solo me “preocupa” una cosa, aunque no sería exactamente preocupar. Es que tu marido se sintiera incomodo, porque no sé lo que él esperaba de todo esto.

-Si es por eso… nada. Esperaba menos y le gustaría más.

- ¿Qué más le gustaría?

-No lo sé, pero lo conozco y sé que le gustaría algo más, que no dice.

-Y a ti… ¿Qué te mas te gustaría?

-Aaaaadios... Jajaja… el viernes nos vemos.

La conversación me puso cachondo, solo su voz me hacía poner así, era como la voz de Larisa, no sé si sería el acento o la forma de hablar. Seguí trabajando y por todo lo que me estaban pasando de documentación, veía que me estaba desbordando, que no iba a tener tiempo de nada. Me confirmaron el lugar exacto e hice mis indagaciones, era en otro país, pero a una hora más o menos de aquí. No era una ciudad muy grande, sobre los 140,000 habitantes. Eso sí, todo al que preguntaba me decía que era una ciudad preciosa.

El viernes ya estaba yo preparado para la noche. Estaba encantado de la vida y deseando que llegara la hora de irme y justo una hora antes de hacerlo me llamaron nuevamente a dirección. Nada más entrar y sin darme tiempo a nada me presentaron a una mujer, Giordana, que tendría 37-38 años. Llevaba un traje pantalón y chaqueta. Alta, delgada, con un culo bien definido y marcado, que los pantalones ajustados se lo remarcaban más y lo que parecían dos tetas grandes, pero que con la chaqueta no se apreciaban bien. Pelo corto y rubio, aunque no parecía su color natural. Físicamente había dos cosas que no me gustaban, su delgadez y su cara. Era fea, con una mirada peculiar, pero fea, no puedo explicarlo mejor. Pues bien, esta sería la persona que se encargaría del área económica, se suponía que teníamos que ser uña y carne. Pero no empezó muy bien la cosa que digamos, porque después de las presentaciones y de una hora hablando de todo, cuando nos íbamos, le propuse quedar un día allí mismo para hablar de cómo llevaríamos todo y ella tal vez un poco cortante me dijo… “No creo que haya mucho que hablar, pero si hay algo, tendremos tiempo de sobra cuando lleguemos al nuevo sitio” he de decir que, aunque no era española, era italiana, hablaba bastante bien el español.

En vez de irme ya, me baje a mi lugar de trabajo y llame a Mónica, para darle los datos de mi nueva compañera y que consiguiera toda la información que pudiera de ella, para saber con quién me tocaría trabajar. Cuando contacté con Mónica y le fui a preguntar, me corto y no me dejo hablar…

-Espera, tranquilo, déjame hablar a mí y ahora me dices lo que quieras. Giordana 44 años. Casada con Sabino 49 años. Con hijos. Ella es economista, habla y escribe tres idiomas perfectamente, además del materno. Lleva en la empresa 19 años. Su marido trabaja en la misma empresa en el departamento jurídico. Lleva 23 años en la empresa.

-Joder Mónica, sí que han llegado rápido las noticias ahí.

-No, es que conozco a Sabino y ha llamado preguntando por ti. Por saber tus referencias.

-Ya que los conoces dime más sobre ellos, no solo su  currículum vitae.

-Él es un hombre muy preparado, es justo y muy buen profesional. Muy trabajador, hogareño, muy enamorado de su mujer y algo celoso, esto último te lo recalco. A ella no la conozco personalmente, pero si a personas que han trabajado con ella. Viene de muy buena familia, es muy pija y creída. No le gusta dar confianzas y es un poco tirana con los subordinados, es muy buena profesional y no aguanta que le lleven la contraria. Aunque es muy dominante esta colada por su marido, están muy enamorados.

-Mónica tranquila, que sigan muy enamorados y que el siga siendo celoso, aunque no lo entiendo. Conmigo no tendrán problemas.

-Que pasa ya has chocado con ella.

-No, que va.  No entiendo como él puede estar celoso. Porque ella es fea de cojones.

-Jajaja… si me habían dicho que era una mujer espectacular.

-De cuerpo está muy bien, tal vez muy delgada para mi gusto, pero lo reconozco el culo y las tetas… bestiales, pero la cara… sin comentarios. Y lo de pija, si tiene algo de pinta. Pero ya te diré más. Y no aparenta 44 años. Aparenta bastantes menos.

-Ya me iras contando y espero que algún día me hagas alguna ”VISITA”

-Descuida, que alguna “VISITA” te hare, para ponerte en tu sitio y castigarte el culo por lo tirana que eres.

-No lo olvido. Me debes una visita.

Me marche rápido del trabajo porque ya iba con el tiempo justo, ir a cambiarme, asearme y a toda la velocidad, a comprar alguna bebida para llevar. Todo muy justo, no me gusta llegar tarde a ningún sitio. Llegue muy justito unos minutos antes de las ocho. Me recibió Pedro y me dio un abrazo. Me hacía sentir como si fuéramos amigos desde hacía mucho tiempo, era muy agradable. Yo quería saludar a Renata, pero él me decía que ahora venía, me ofreció un licor, lo acepte, era muy suave, me fije en la botella y solo tenía tres grados. En ese momento hizo su aparición Renata, vestía de una forma impactante. Una blusa verde con adornos dorados y con trasparencias. Una blusa muy sugestiva y como para ir a una fiesta, lo digo porque luego llevaba un short muy ajustado, pero mucho. Que le quedaban de lujo. Pero de distintos estilos la blusa y el pantalón, pero en ella perfectos. Se acercó y me dio un par de besos muy sugestivos que me dieron a entender que la noche sería muy, muy loca.

Cuando en uno de los momentos se dio la vuelta para ir a la cocina, me quede pegado, el short por detrás le quedaba tan pequeño, que prácticamente se le metía por el culito, dejando ver sus dos insinuantes nalgas. Pedro que se dio cuenta y con una sonrisa de lo más natural, me dijo…

-Compadre… se ve que te gusta su culo. A que te dan ganas de nalguearla.

-Hombre pues sí, tiene un culo muy apetitoso. (Le conteste con la misma naturalidad)

-Si es lo que más me gusta, comerle el bollo y el chiquito. Que el chiquito se lo dejaste bien abierto.

-Fue la primera vez. Lo mismo ya no quiere más… Jajaja.

-Que va, al final me dijo que le gusto. (Me sorprendía su naturalidad)

-Lo importante en estas cosas, es que vosotros estéis bien, que no os sintáis incomodos… ¿Me entiendes…?

-Perfectamente y contigo nos hemos sentido cómodos.

Al regresar Renata pregunto de que hablábamos y yo que iba a decir cualquier tontería, me encontré que Pedro se adelantó y le dijo a su mujer que hablábamos de sus nalgas y de su chiquito, ella riendo nos llamó “guarros”.  Tan sueltos los veía que pensé que tendríamos una cena corta y “picante”. Solo acerté en lo de picante, pero no el picante que yo esperaba, la cena ardía de lo picante que estaba, la boca me abrasaba. Ellos la comían como si nada. Yo ya no quería nada más, lo que deseaba era que empezara la “acción”. No podía decir que no al postre que había hecho Renata, era su postre especial y por lo que decía Pedro algo muy exquisito. Era entre un batido y un zumo de frutas. Renata me dijo que tenía manzana, frambuesas, mandarina, moras negras y guayabas, tenía muy buena pinta, cuando fui a probarlo los dos saltaron a la vez diciendo que me esperara. Trajeron una botella sin etiqueta, el líquido era como el agua, trasparente. Pusieron una buena cantidad en el postre como media botella y luego lo sirvieron.

Entraba muy bien, lo que pusieron por lo que me dijeron era una bebida muy parecida al tequila, no recuerdo el nombre. Deciros que entraba muy bien, entonaba bastante y me puso más burro, cosa que no me hacía falta. Pedro y yo nos sentamos en el sillón, mientras Renata iba y venía haciendo cosas, el ver ese culo en movimiento me ponía peor. Cuando termino vino a sentarse, su marido se levantó y le dijo que se sentase mejor donde él estaba, pero hubiéramos podido estar los tres de sobra. Quedamos sentados de tal manera que yo estaba de frente a Pedro.

Pasado un rato nadie hacia nada, solo hablábamos de cosas triviales. Decidí hacer algo o nos dormiríamos del aburrimiento. Mientras hablaba Pedro empecé a acariciar uno de los muslos de Renata, ella estaba un poco recatada, pero descruzo sus piernas y las dejo juntas, lo que era una invitación a meter mi mano entre ellas y poco a poco según mi mano subía ella las iba abriendo. Pedro seguía hablando conmigo, pero su mirada se le escapaba a mi mano y Renata empezaba a tener una risita “nerviosa” pero no soltaba su vaso de zumo. Tenía tan apretado el short que era imposible poder meter un dedo. Le cayó un poco de zumo que mancho su pantaloncito y el sillón. Para limpiar el sillón, prácticamente me pego el culo en la cara y después de limpiarlo dijo que se iba a cambiar de short.

Regreso con una faldita corta, pero mucho menos “escandalosa” que el short. Se volvió a sentar y se puso más zumo. No perdí el tiempo mi mano volvió a su sitio. Ahora si logre llegar bien. El que hablaba era yo, pero mientras lo hacía, mis dedos ya habían llegado al coñito de Renata, que abrió más las piernas, lo que me facilito poder apartar su tanguita y mis dedos poder tocar mejor, pero sin llegar a introducirlos o tocar su clítoris, solo los labios. Ella jugaba con sus labios y el borde del vaso. Dejo su vaso sobre la mesita y de vez en cuando miraba con ojos tiernos, tanto a su marido como a mí. Empezó a animarse, puso una mano sobre mi muslo y la movía muy poquito, de forma suave. Con el dedo meñique rozaba como sin querer el bulto que se había formado en mi pantalón, tanta “inocencia” me ponía más cachondo.

La respiración de ella iba en aumento, se podía ver como se hinchaba la blusa verde que llevaba y como se notaban dos buenos abultamientos que producían sus pezones. Dos dedos se posaron en su hinchado y duro clítoris, provocando que ella se moviera más descaradamente y su mano se posara sobre mi hinchada polla, agarrándola con ganas. Ahora mi dedo pulgar acariciaba su clítoris y dos dedos estaban dentro de su mojado coñito. Pedro le pregunto a su mujer que le pasaba y ella mirándolo, con voz suave, pausada pero muy profunda le dijo… “Amorcito, que me está tocando tu bollito y me lo tiene ardiendo… ¿Quieres que le siga dejando? Que mi bollo solo es tuyo” que voz de zorra ponía mientras se lo decía.

Pedro que sus ojos estaban desorbitados, le decía… “Lo que tú quieras perrita, ¿Te gusta su palo?” “Su palo me tiene loquita… ¿Quieres verlo?” dijo ella y sin esperar a que contestara, me desabrocho con mucha habilidad mi pantalón y saco mi polla bien hinchada, la apretó y las venas se notaban más. Ella sin dejar de humedecerse sus labios, le decía a Pedro que mirase que bonita que era y que bonita se veía toda, así sin un pelito, tan depilada. Pedro se acercó más y se sentó con nosotros en el sillón, quedándome yo en medio. Ella cada vez más puta le decía ahora… “Solo fajare un poco con él, se la jalare y no más” Yo creía que fajar era follar, pero no, por lo visto se referían a solo tocar y una paja. Su marido rápidamente le dijo… “Pero porque solo eso, ¿No te apetece tenerlo dentro de tu burrito y de tu chiquito?” Renata con una cara de puta que no se aguantaba y mirándolo con ojos caídos le contesto… “Mi bollito y mi chiquito solo son tuyos y de nadie más. Lo del otro día fue la bebida. No quiero ponerte el cuerno, que yo te quiero mucho mi amor”

Yo ya me estaba cansando de ese jueguecito, me moví un poco y me desnude de cintura para abajo, dejando mi polla del todo libre, ella miraba con glotonería mi polla y yo sin hablar, lleve su cabeza hacia abajo y esta vez ella no pidió ningún permiso, fue como una ventosa, sus labios succionaron mi capullo y miraba a su marido, para luego mirarme a mí. Mientras ella estaba en esa posición, yo estire mi mano para tocar su culito y me lleve una gran sorpresa, cuando metí un dedo, note que se lo había lubricado bien, estaba preparada para todo. Su cabeza se movía mucho, se la metía bastante, notaba como mi capullo daba en su garganta. Una de esas veces se la metió y la dejo dentro, sacándola al rato y respirando como si estuviese agotada.

Ella agarrando fuertemente la polla desde su base y una vez que recupero la respiración le dijo a su marido… “Vamos joto… a que esperas, si se te ve en la mirada” Pedro sin esperármelo se tiró sobre la polla como un desesperado. Ella se reía y me decía… “Si es un puto…” me besaba muy caliente, estaba en su salsa se le notaba. Luego le dio un tirón de su pelo, levantando su cabeza y le dijo que ya estaba bien, que ahora le tocaba a ella. Se levantó y en nada, se quedó desnuda, se colocó a horcajadas sobre mí y se metió la polla, según se la metía iba gritando de placer. Qué manera de cabalgar, al principio lo hacía muy lentamente, se subía casi hasta sacársela, para luego dejarse caer, poco a poco, aumento la intensidad. Yo acariciaba mientras su culo y le di buenos azotes en él. Ella decía que le encantaba que la nalguearan, me pedía más y más fuerte, yo lo hacía gustosamente, ante la atenta mirada de su marido.

De pronto ella agarro mi cabellera por detrás y moviéndose de forma desenfrenada empezó a correrse apretándose contra mí. Bajo un poco el ritmo, pero no se paró en ningún momento. Mientras me decía al oído… “Los mecos me los dejas, que luego mi marido los aprovechara” le pregunte a que se refería y era a mi corrida, que la quería dentro. Ella medio riéndose me dijo al oído que estuviera atento. “¿Mi amor quieres que Carlos me llene con sus mecos para luego comértelos o que lo haga fuera?” Pedro no contesto, le había salido mal, pero ella no se dio por vencida y me dijo… “Como dicen ustedes, no se corra dentro que mi esposo no quiere” Pedro salto rápido y dijo que no, que mejor dentro. Ella me miro y me sonrió. Se levantó y se la saco, se dio la vuelta y mirando a su marido se la metió otra vez, se echó para atrás y le dijo… “Pues venga putito, comete tu bollito y siéntelo” el vino colocándose como un perrito y se puso a chupar y lamer el coñito de su mujer.

Ella insultándolo, lo animaba a que no parara de comérselo, todo eso me ponía más cachondo y le avise de que me corría, fue decírselo y empezar ella a correrse. Antes de que acabara con su corrida empecé yo y ella al notarlo le dijo a su marido que se preparase. Una vez que terminamos los dos, ella coloco las piernas como para ponerse de pies. Le dijo a su marido que sacase bien la lengua y que estuviera preparado, que no se cayese ni una gota. Renata levanto sus caderas y la polla se salió, Pedro se metió literalmente debajo a lamer como un poseso. Ella gemía sin parar y le decía que la dejara bien limpia. Esa escena hizo que mi polla no se bajase del todo y volviera otra vez a estar al máximo.

Renata al notar la polla detrás, en su culo, toda dura, se movía para ponérsela en la entrada de su culo, la agarre y lo hice yo, metiéndosela con mucha tranquilidad. Su culo estaba muy bien lubricado, porque, aunque algo justo, entro mucho mejor de lo esperado. Vi levantarse a Pedro, que llevaba por su cara restos de mi corrida. Ella al verlo le decía toda encendida… “Esto sí que es un macho, mira como su palo rompe mi chiquito, míralo bien, esto si es un hombre” el en vez de disgustarse, se hacía una paja con esa polla minúscula y ella volvía a decirle… “Solo vales para eso, puto, para hacerte una puñeta, viendo como me rompen el chiquito” él se corrió muy rápido y dijo que se iba a limpiar. Renta dijo que quería cambiar de posición y se puso a cuatro apoyada en el respaldo del sillón, me la folle como ella quería dándole a su culito unas embestidas muy fuertes, haciéndola correr muy rápido.

Ella y yo nos fuimos para su habitación y seguimos follando como una hora más, pero eso sí solos, Pedro había desaparecido. Me fui sin despedirme porque él no salió y porque Renata me dijo que estaría durmiendo ya. Me marche y sabía que con esa pareja había futuro, aunque si me cambiaba de lugar de trabajo sería más difícil. Cuando llegue a mi apartamento, apague el teléfono directamente, si esa noche iba a casa de Dacio y Larisa, en una fiesta con otras parejas había que estar bien descansado, por lo que pudiera suceder.

Dormí hasta cerca de las dos de la tarde. Me di una ducha y encendí el teléfono, tenía varias llamadas de Dacio y después de tomar una comida suave le llamé por teléfono. Fue rápido en sus explicaciones, una pareja pasaría por mí a las seis de la tarde a recogerme. La “reunión” sería una cena en plan frio y luego se intentaría ver lo que se hacía. La explicación era que ninguno había hecho intercambios de parejas, pero los que iban estaban muy decididos. Eso no quería que alguno se arrepintiese en el último momento.

Poco antes de la hora prevista me baje al hall de los apartamentos, de esa manera cuando llegaran a recogerme, no tendrían que estar esperando. Llego una mujer muy abrigada y con cara de frio, se acercó a la recepción y oí como decía mi nombre, me levante y me acerque a ella. Me miro de arriba a abajo y me dijo eres tal como me dijo mi amiga Larisa y me dio dos besos. Ella era de la misma altura que Larisa, también argentina, se llamaba por lo que me dijo intimas amigas. Fuimos hacia un coche donde había un hombre, me senté en la parte de atrás y el hombre se presentó como Jorge. De pronto ella me pidió disculpas porque no me dijo su nombre, se llamaba Valentina. El la justifico diciendo que siempre era así. Él era español de Cádiz. Los dos ya habían pasado los 40 años y se habían casado hacía dos años, después de divorciarse de sus respectivas parejas.

En el trayecto me contaron toda su vida. Llevaban allí viviendo ya más de diez años. Eran muy simpáticos y el un cachondo, me reí bastante en el trayecto. Llegamos y solo faltaban dos parejas más. A excepción de una pareja, a las demás no las conocía. En total ya había ocho parejas. Ellas iban vestidas de forma “guerrera” dejando poco a la imaginación. Cuando Valentina se quitó la ropa de abrigo, iba más explosiva que las demás. Eso pintaba muy, pero que muy bien. Se veía que había buena predisposición. Llamaron a la puerta y apareció otra pareja, que le dijeron a Dacio que la otra pareja no vendría. Así que ya estábamos todos. Nueve parejas y yo.

En un par de mesas grandes estaba la cena para picotear, básicamente sándwich, patatas fritas y frutos secos. La gente más que cenar bebían, me di cuenta del nerviosismo de todos y la bebida parecía que les calmaba. Yo ya había echado el ojo a dos, además de Larisa. Su amiga Valentina y otra que si no me equivoco no era española, pero no tenía ni idea de donde era. Era más bajita que Larisa, pero bastante más tetona y eso me llamo mucho la atención.  Yo estaba expectante, me preguntaba quien daría el primer paso. Yo al no tener pareja, decidí esperar, por lo menos un poco. Dacio que vio que eso no avanzaba, como anfitrión que era, dio unos golpes en su vaso y todos le prestamos atención.

Se puso a hablar, para dejarme el “muerto” a mí. No se le ocurrió decir, que el único que había estado ene se tipo de situaciones era yo, que por lo tanto hiciera yo de organizador. A todos les pareció bien y un par de ellos me preguntaron que como se solía “soltar” la gente en esas situaciones. Me pilló a traición. Les dije que no había una norma escrita, pero que se podía hacer con baile y mucha oscuridad. Con distintos tipos de juego. Sin terminar de hablar, me preguntaron qué tipos de juegos. Les dije la cerilla, la botella, con cartas… y muchos más que se me ocurrieron, pero no se ponían de acuerdo. En ese momento Larisa hablo… “Como veo que no nos ponemos de acuerdo, Carlos, para ti cual es el más sensual y caliente” a la cabeza me vino el juego de la silla.

Dacio dijo que mientras terminábamos de cenar, lo meditáramos y que cada uno lo consultara con su pareja. Pero no había terminado de decir eso cuando pregunto en alto… “Oye Carlos y si elegimos el juego de la silla, somos nueve mujeres y diez hombres. ¿Quién es el que se encarga de la música?” yo le conteste… “Muy buena pregunta, normalmente se busca al marido que sea más voyeur…” todos se miraron unos a otros sin decir nada. Vi que mientras murmuraban entre ellos, Larisa se fue a la cocina, yo no me pude esperar y agarrándola de un brazo me la llevé al aseo sin más.

Ella me decía que ahora no, que le habían pedido unas cosas, no la hice caso y una vez dentro del aseo, cerré bien la puerta y la apoye en el lavabo, ella me decía que esperase un momento, sin hacerla caso, levante su falda y baje su tanga, saque mi polla que estaba dura como el hierro y la coloque en la entrada de su conito. Al principio costo un poco, porque no estaba muy mojada, pero según se la iba metiendo se mojaba cada vez más. La mirada que veía por el espejo me decía que le estaba gustando, ya no protestaba, agarre bien su pelo y tire de él, embistiéndola sin compasión, con mucha fuerza, ya le daba igual, pedía más y más, que le diera con más fuerza. Nos pusimos tan cachondos que nos corrimos los dos juntos y muy deprisa. Ella una vez que se arregló, me miro a los ojos y me dijo… “Me ha gustado mucho, pero esto para mi es solo un aperitivo, cuando se termine la fiesta dormiremos juntos o lo que sea…” nos reímos los dos y nos dimos un buen morreo, para luego regresar con los demás.

 

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