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Maduras “PELIGROSAS” e infieles (II)

en Sexo con maduras

 

            Me desperté tarde, cosa que me dio mucho reparo, porque ya estaría todo el mundo levantado. Faltaban unos minutos para las doce. Me levante, me di una ducha rápida y una vez vestido baje. Oía unos murmullos y según me fui acercando a la cocina, se oían las voces más claras. Eran ellas con una conversación intranscendental. Nada más entrar di los buenos días, pedí disculpas por levantarme tan tarde y pregunté por Ray. Me contestaron que seguía durmiendo y que no me preocupara por la hora, que estaba de vacaciones, eso me lo dijo Rosa, la madre de Ray.

            En la primera que me fije fue en Marian, que tenía una taza de café en la mano y me miraba con complicidad. Rosa me pregunto que si un café y le dije que sí. Corté una rebanada de pan y me hice una tostada. Todo estaba perfecto, hasta que Mari y Flor iniciaron una conversación conmigo. Estaban un mano a mano, diciéndome cosas con doble sentido. Como me hice el despistado, subieron el tono de sus indirectas.

            Estaba claro o así me daba la sensación, de que sabían algo de lo de anoche. Pero antes quería asegurarme, miré de reojo a Marian y por su cara de tranquilidad, pensé que me estaba equivocando. Salí de dudas cuando Mari me dijo… “Hoy no bajaste a hacer deporte” iba a contestar cuando Flor riéndose dijo… “Lo mismo es que le gusta el gimnasio y el deporte, más por la noche” se esfumaron todas mis dudas.

            Pensé que Rosa se había ido de la lengua. Pero no note muy preocupada a Marian, que tenía una sonrisa perversa. Yo no sabía que contestar y menos cuando, Loreto e Irene las dos al unísono dijeron… ¿Y eso? Habiendo mucha sorna en su pregunta. Miraba a Mirian y a Rosa, cuál de las dos seria la que lo había contado. Ninguna decía nada, Mirian bebiendo su café y Rosa haciendo cosas de la cocina.

            Deseaba pillar a Mirian a solas y preguntarla. Irene como quien no quiere la cosa, hizo comentarios sobre el tamaño de las manos y los del pene. Loreto le siguió la corriente y que lo había leído en una revista, explicando cómo había que hacer para saber el tamaño. Yo comía lentamente mi tostada, como si conmigo no fuera nada de lo que estaban hablando.

            Mari quiso poner su granito de arena y dijo que esa teoría podía ser válida, pero que como se sabría el grosor. Oí eso y ya casi me atraganto, no tenían ningún pudor. Un poco molesto me sentía. Ahora solo pensaba si seguir haciéndome el tonto o por lo contrario atacar yo y ponerlas en algún apuro. Pero decidí lo primero.

            Pero estas mujeres tan “amables” como veían que yo no decía nada, decidieron dar un pasito más. Empezaron a preguntarme cosas muy privadas y personales. Fue una batería de preguntas, por parte de todas ellas, menos de Mirian y Rosa. Un ataque en toda regla. No acababa una de preguntar cuando lo hacia otra. Preguntas como… Si lo hacía mucho o prefería otras cosas, como decían ahora por ahí, si los jóvenes ahora usábamos protección o no, dónde lo solíamos hacer, ya que ellas de jóvenes usaban mucho los coches, quien tomaba más la iniciativa si los chicos o las chicas, no eran muy sutiles, pero se contenían.

            Yo a todo decía que cada persona era un mundo, que no podía contestar por todos. Lo decía de tal manera, que evitaba tener que pronunciarme. Pero mis contestaciones en vez de calmarlas, fue como si las enfadara, porque se envalentonaron más. Pensaba que eso les sucedía por estar todas juntas, seguro que solas no serían tan valientes.

            La culminación llego cuando Irene me pregunto… “Te quiero hacer una pregunta, pero no te molestes, es curiosidad simplemente… ¿El tamaño de tu cosa… es proporcional al resto de cuerpo o está dentro de lo normal?” Menuda preguntita. Para salir del paso y contestando como si no le diera importancia le dije… “Pues mira, si es proporcional o no, no lo sé, porque no sé si existe una tabla para saberlo. Y no sé si está dentro de lo normal, porque no sé cómo son las de los demás, ni tampoco se, cual es la medida normal. Y te ahorro la siguiente pregunta, no me la he medido, así que no te puedo decir” hubo varias risas, sobre todo por el ultimo comentario.

            Vi en la cara de Irene que se quedó cortada, lo que me imagino que quiso hacer conmigo. No se dio por vencida y me volvió a decir… “Pero tu sabrás mas o menos cuanto te mide y sabrás si estas dentro de lo normal, otra cosa es que te de vergüenza decirlo, que lo entendería” lo dijo muy envalentonada, como para dejarme cortado. Decidí devolvérsela. “Mira si me dijeses cuanto le mide a tu marido podría decirte si es más o menos, pero que, si te da vergüenza decirlo, lo entenderé” se la devolví y su cara fue de estupefacción.

            Hubo más risas por lo último que dije. Ella se revolvió, miro a las demás diciéndolas, que no sabía porque se reían, si más o menos todos sus maridos la tenían igual, por lo que ya habían hablado otras veces. Yo creía que se callarían ya, pero las risas fueron en aumento. Hasta que Mari, sin poder apenas, aguantar sus risas, dijo… “A mis 55 años la más grande que vi fue en una peli porno, porque mi marido como un cacahuete… jajaja” Irene paso de su cara seria a partirse también de risa.

            Flor, ya un poco más seria dijo que lo importante no era el tamaño, si no saber usarla. Marian se atraganto y se rio. Y Flor muy chulita le dijo, “Lista, ya que te ríes, da más detalles de los que has dado, así salimos de dudas”

            Yo mire a Marian y su cara fue de enfado, Flor se dio cuenta de lo que acaba de soltar y dijo… “Perdón, perdón, perdón… se me escapó, fue sin querer, perdón…” en ese momento Rosa, que había estado callada todo el tiempo, con voz seria dijo que se acabó el tema. Que me dejaran en paz. Yo para que todo se tranquilizara dije que no pasaba nada, que todo había sido una conversación simplemente. Parece que eso tranquilizo todo.

            Me fui tranquilamente y Marian me alcanzo, me pidió perdón por haber contado algo de lo de anoche, su cara era de incertidumbre, no dije nada, mire alrededor y como no vi a nadie, me agache y le di un morreo en toda regla. Cuando nos separamos su sonrisa era enorme.

            Me fui a dar un paseo por el campo y para poner mis ideas en su sitio. Me había disgustado un poco, que la noche anterior me pidiera discreción y luego ella hubiera contado algo, porque no sabía exactamente lo que conto. En un momento se me paso por la cabeza marcharme, pero lo pensé bien y vi que se había abierto un abanico de posibilidades muy interesante. Pero tenía que ser precavido, porque segura que no todas estarían dispuestas a follar conmigo. Ya que seguro que alguna de ellas se envalentono por estar en comandilla. Pero bueno, la puerta la habían abierto ellas.

            Durante el paseo de más de una hora, fui analizando a cada una de ellas. Ahora por lo sucedido, veía posibilidades con todas, exceptuando con Rosa. Pero sabía que no era una valoración exacta. Mi situación allí, había dado un giro de 180 grados. Pero la pregunta que me hacía era ¿Quién sería la ovejita y quien el lobo o loba? Todo lo iría viendo, solo había una premisa, que Ray no se enterara. Según me acercaba a la casa, las vi sentadas en el exterior, se oía alguna que otra risa. Pensé… reíros, reíros… que el que ríe el ultimo ríe mejor. Esto me lo decía por cómo habían tratado de “jugar” conmigo.

            Cuando llegue vi que Ray estaba también con ellas. Me acerque nos saludamos y me dijo, que tuviera cuidado que estaban revolucionadas hoy. Le dije que iba a beber, que traía mucha sed, metiéndome en la casa. Cuando llegue vi que estaba Irene pelando patatas, estaba de pie y pude ver que tenía unos cascos puestos oyendo música. Buen culazo tenia y sus movimientos acompasados de estar oyendo música, hacían más excitante la visión. Para que esperar más, pensé, veamos cómo reacciona. Me desplace con mucho cuidado, para que no se diera cuenta y cuando llegue a su altura, ni me lo pensé. Toque ese magnífico culo por encima de su pantalón, se asustó y se giró de golpe. Cuando me vio, de forma pausada, pero con voz firme, me dijo…

- ¿Nunca te han dado una hostia?

-Cuanta agresividad. Solo quería comprobar si todo ese culo tan magnifico es tuyo.

- ¿Qué te has creído? Anda vete de aquí, vete de aquí…

-Ya no estás tan valiente como esta mañana.

-Mira, te voy a aclarar un par de cosas… (Mientras hablaba se iba quitando los cascos)

            No le di tiempo a mas, me acerque y la bese en la boca, se cayó al suelo la patata y el pelador que tenía en sus manos. Para luego poner sus manos sobre mis hombros, tratando de apartarme de ella. Pero no podía. Mi lengua trataba de entrar en su boca, pero ella se resistía. Solté una de sus manos y toque una de sus tetas por encima de la ropa, al instante prácticamente, noté como se endurecía su pezón. Aunque sus tetas eran más grandes que las de Marian, su pezón era más pequeño, pero se le puso bien duro.

            Ahora baje la misma mano y la puse en medio de sus piernas, ella se trató de mover para que no tocara, pero note que ya la fuerza había disminuido. Y por fin mi lengua entro en su boca y ella respondió tímidamente a mi beso, para luego comerme la boca con desesperación. Oímos ruido y nos separamos. Ella se agacho y cogió lo que se le había caído, mientras yo cogía un vaso y me ponía agua. Era Rosa que venía para ver la comida que había en el fuego. Nos miró escrutándonos, pero no dijo nada.

            Rosa fue a la despensa que estaba junto al gimnasio a por unas cosas. Lo que aproveche para decirle a Irene, “Si quieres saciar tu curiosidad, voy a mi habitación…” ella no dijo nada, ni se inmuto. Fui a donde estaba el resto de la gente, hablé un momento con Ray y luego le dije, que iba a descansar un ratito, que venía cansado y me fui para la habitación.

            Cuando entre en la habitación, el susto me lo lleve yo, detrás de la puerta estaba Irene, no me la esperaba, por lo menos tan pronto. Sus ojos brillaban y haciéndose la incauta me pregunto qué a que me refería con lo de su curiosidad. Me sonreí y no dije nada, me volví a acercar y estaba vez no hubo ninguna oposición a mi beso. Mientras lo hacíamos, cogí una de sus manos y la llevé a mi polla, que todavía no estaba en plena forma. Pero ella enseguida se puso a tocar por encima del pantalón y no fue difícil hacerla crecer. Ella con voz caliente dijo… “Esto pinta bien”

            Yo fui bajando sus pantalones y ella los dejo caer, moviendo sus piernas para que salieran del todo y luego le quite todo lo de arriba. Mire bien sus tetas, eran grandísimas, sus pezones tenían las aureolas muy grandes, pero no se ponían igual de duros que los de Marian. Pero estaban también riquísimos. Una vez que logro sacra mi polla, que se quedó tiesa mirando para arriba, ella no decía nada, pero se engancho a mi cuello y alzo sus piernas, cruzándolas por mi cintura. Por lo que se ve tenía prisa, no quería esperar, la agarre bien y se la clave sin contemplaciones. Ella pego su boca a mi oído y me decía, que ahora no parase. Que mi polla estaba echa a la medida de su chocho. Y debía ser verdad, porque entro sin ningún contratiempo. También me decía que no sabía, ni donde ni cuando, pero que sabía que eso iba a pasar. Y me pregunto que como me di cuenta. Solo le dije que la vi muy cachonda y con ganas de follar, a ella y a las demás, que no sabía quién era la más puta de todas.

            Ella se seguía moviendo y disfrutando. Me decía que no parara que estaba a punto de correrse. Me fui hacia la pared y la apoyé allí, para darle así mejores embestidas, ella me decía que era muy bruto, pero que era estupendo. Empezó a mordisquearme la oreja y casi me deja sordo cuando se corrió, porque se apoyó en ella para que no se le oyera fuera.

            Se quedó quieta y me dijo que la bajara. Así lo hice y se agacho rápido, metiéndose mi polla en la boca, le costaba un poco, pero sabía lo que se hacía. Le levante y le dije de seguir después, no se fuera a dar cuenta Rosa, que me daba que no le hacía mucha gracia, de que eso sucediera en su casa. Ella una vez que estaba de pies, me dijo que no fuera tonto, que no pensaba dejarme a medias y que no me preocupara por Rosa, ya que, junto a Marian y a Mari, eran las más putas de todas, que ella sabía lo que decía.

            Se volvió a agachar y durante un tiempo, que no podría calcular, me hizo una súper mamada, le avise de que me iba a correr y ella no se quitó, es más puso más énfasis en lo que hacía, hasta que me empecé a correr, ni tosió, ni le dio ni una arcada, me la dejo bien limpia. Una vez que termino, mirándome con una sonrisa diabólica y pasándose la lengua por los labios, me dijo que tenía leche para desayunar todas, que bárbaro, riéndose después. Diciéndome de nuevo, mientras se vestía, que no me preocupase por Rosa, que, si su hijo no estuviera allí y yo no fuera su amigo, seguro que se hubiera bajado ayer noche conmigo y con Marian, que le gustaba tanto la “carne” como el “pescado” ese dato fue importante para mí.

            Antes de separarnos le dije que por lo que me había dicho, eran todas muy… “liberales”. Ella me contesto sonriendo, que no era ser liberales, que era cuestión de necesidad, pero rectifico diciendo que no era necesidad exactamente, por lo menos en su caso, que más que nada era aburrimiento, hastío, que ella estaba muy enamorada de su marido, pero que era otra cosa. Eso sí me dijo, que no me equivocase con Flor, que era muy “bocazas” pero que no creía que se atreviese a nada con ningún hombre, que le gustaba calentar simplemente. Porque ella que supiera, nada de nada, salvo que lo tuviese muy callado.

            Al rato de estar en mi habitación y dejando un tiempo prudencial desde que se fue Irene, baje a donde estaban todos. Ya estaban prácticamente puesta la mesa, me acerque a ayudar un poco. Fui dejando que se sentaran, Ray quedo en un extremo para poder poner la pierna en alto. Yo esperé hasta ver donde se sentaba Loreto y cuando lo hizo me senté a su lado. Llevaba faldas y se le veían unas bonitas piernas.

            Cuando se sentó, de reojo pude ver como se le levanto un poco la falda, dejando una visión mejor de sus muslos, pero se puso una servilleta encima y eso lo fastidio. Ya que el mantel tampoco ayudaba a eso. Durante la comida, no hubo ningún comentario, ninguna insinuación de nada, suponía que por estar Ray presente. La conversación iba por otros derroteros muy mundanos.

            Yo hablaba, pero estaba atento a todo lo que hacía Loreto, era mi siguiente “objetivo” tenía paciencia y en un momento que se acercó más a la mesa para hablar con Mari que estaba enfrente, vi que era mi momento y amparado por la posición de ella, lleve mi mano y la coloque entre sus piernas, dejando caer la servilleta. Yo ya había pensado todas las posibles reacciones, pero ni se inmuto, salvo porque cerro las piernas. Luego disimuladamente llevo su mano a la mía y trato de quitarla. Como no podía, me dio un pellizco que me hizo quitarla, volviéndose a sentar como antes.

            Llegaron los postres y Loreto se levantó al servicio, Rosa a la cocina y yo con la excusa de ayudar me acerque a la cocina. Ofrecí mi ayuda a Rosa y me dijo que no, que fuera a la mesa, que ya podía ella sola. Con Rosa no lo tenía pensado, pero no lo pude evitar, cuando me iba a ir, al pasar junto a ella, me pegué por detrás, haciéndole notar mi polla en su culo y le dije al oído, mientras le tenía agarrada por las caderas… “Que si todo lo hacía tan bien como la comida… uuuhhhmmmmmm” ella no dijo nada, pero justo cuando salía por la puerta me giré y vi como miraba, detectando una sonrisa contenida.

            Fui a buscar a Loreto, pero no la encontré por ningún sitio, ya había perdido mucho tiempo y Ray se podría hacer preguntas, lo deje para otro momento y volví a la mesa, cuando lo hice vi que Loreto estaba allí, había sido muy rápida. Tome asiento nuevamente y espere para tener otra oportunidad, pero Loreto no me la dio. Lo mismo no le gustaba, me había confundido o simplemente no quería. Porque lo del pellizco no fue nada normal, me quedo la mano completamente marcada, me hizo hasta un poco de sangre.

            Varias personas me preguntaron, que me había pasado y dije que me había arañado antes con una rama. No sé si se lo tragaron, pero nadie añadió nada más, a excepción de Ray que dijo que me lo desinfectase. Le pregunte a Rosa si tenían un botiquín y me respondió que en el baño del fondo (Uno que nadie utilizaba) había uno dentro del armario.

            Me levanté y me fui para el baño. Cuando estaba desinfectando la herida. Llamaron dos veces a la puerta, pregunté quién era y me dijo que era Loreto si podía entrar y dije que sí. Lo primero que hizo, fue quitarme el algodón de la mano y lo paso ella sobre la herida, luego me pidió disculpas diciéndome que lo mismo me había pasado. Yo quitándole importancia le dije que ya estaba olvidado. Pero ella me añadió que lo hizo, porque estaba con la regla y no quería que me encontrase…

            Cuando termino, me dio un pico en los labios y se fue. Bueno por lo menos ya tenía claro las cosas, sería cuestión de esperar. La tarde paso sin pena ni gloria, una tarde más bien aburrida, por lo menos para mí y más sabiendo lo que ya sabía. Ya había oscurecido y se oyeron los vehículos.

            Aparecieron los maridos, se les veía cara de cansados, yo creo que no estaban para esos trotes, pero ellos querían aparentar que podían con todo. Pero era verles moverse y con qué cuidado se sentaban, que además de agotados, debían de tener agujetas hasta en las orejas. No querían ni hablar. Mientras esperaban que la cena estuviese, daban cabezadas, les costaba estar despiertos. Y mañana volverían otra vez.

            Las mujeres se hacían señas y se reían, porque los veían como yo. Uno de ellos se dio cuenta y trato de justificarse, pero no se quejó ni el, ni ningún otro. Al darse cuenta del “espectáculo” que estaban dando, se pusieron a hablar entre ellos, de todo lo que hicieron ese día y de lo que pensaban hacer al día siguiente.

            Marian me hizo una seña con la cabeza. Y me acerque discretamente.

-Esta noche nos vemos con más tranquilidad en el gimnasio.

- ¿Segura?

-Este (por su marido) nada más llegar a la cama se desmaya, jajaja…

-Qué mala que eres… jajaja

-Lo sé. Pero quítate de en medio a Ray.

-Por eso no te preocupes, que le diré que estoy tan cansado que apagare el teléfono.

-Ya se me hace largo.

-Y a mí. Que tengo ganas de probar ese culito otra vez.

-Ya veré si te lo mereces… (se fue sonriendo)

            Llego la cena y Marian que se sentó junto a su marido, no paro de rellenarle el vaso de vino. Aunque tampoco hacía mucha falta, porque todos ellos tenían buen beber. Pero me di cuenta de lo que perseguía, entre el cansancio y el vino, lo iba a dejar grogui. 

            Paso como la noche anterior. La única diferencia que yo fui un rato a la habitación de Ray y estuvimos un rato charlando. Me contaba sus penas con Flor, que no la veía receptiva. Yo le decía que en parte era normal. Primero por su pierna y segundo por toda la gente que había por medio. El movía la cabeza y me decía que posiblemente tenía la razón. De vez en cuando bostezaba, para disimular y al final le dije que se me pegaban los ojos, que no podía más, que me iba a dormir. Que apagaría hasta el teléfono. El muy comprensivo me dijo que descansase. Nos dimos las buenas noches y me marche.

            Me fui a la habitación, me di una ducha rápida y me dispuse a bajar al gimnasio. Cuando llegué a la escalera, me dije a mi mismo, que lo mismo había esperado demasiado, porque estaba todo oscuro. A excepción de una tenue luz que había en la escalera. Baje sin hacer ruido y más oscuro estaba el camino al gimnasio. Llegue encendí la luz y no había nadie. Decidí esperar y al rato oí que venía alguien.

            Apareció Marian, que iba con un camisoncito, si se podía llamar así, que más que tapar, enseñaba. Eso sí, con una bata que se había quitado al bajar las escaleras del gimnasio. Ver a una mujer así, se la levanta a cualquiera. No perdimos el tiempo y nos enzarzamos de una manera brutal, con mucha desesperación por parte de ambos. Nos llegamos a hacer daño hasta besándonos. Me hizo tumbar sobre la colchoneta que estaba junto a las espalderas. Nos besábamos y sin pensárselo se subió poniéndose sobre mi boca. Agarrada a las espalderas se movía, pasando todo su coñito por mi boca, no hacía falta que yo me moviera, solo lo hacia mi lengua y ella se colocaba como más le iba gustando.

            Se movía rápido, luego casi se paraba, se contoneaba suavemente. La tía lo estaba disfrutando. Cuando noto que alguien me agarra mi polla y la empiezan a lamer. También a chúpala. No sabía quién era de todas, quise verlo, porque tal como estaba me era imposible. Marian se dio cuenta y me dijo, tu sigue, no pares y luego dijo… “A que es como decía yo… ¿Eh?” y oí como decían, mucho mejor. Era la voz de Rosa. Marian le dijo, “Con lo puta que eres, sabía que tarde o temprano no te podrías aguantar”

            Ya no hablo Rosa, notaba como se metía la polla en su boca. Lo único que oía era su respiración y el ruido del chupeteo, que, mezclados con los gemidos de Marian, me ponían totalmente cachondo. Pero no solo yo estaba cachondo, porque Marian se corrió aplastándome literalmente la cara, me lleno totalmente de sus jugos.

            Se quitó y pude ver por fin a Rosa, que estaba desnuda, reconozco que no estaba tan bien como Marian, pero estaba explosiva también. Y lo mejor era con las ganas que se la comía, era muy glotona. La hice colocarse para hacer un 69, ella se colocó y cuando noto mi lengua, gimió y se retorció. Prácticamente parao de comérmela, se incorporó un poco y se puso a gemir hasta que se corrió sin esperármelo.

            Le puse a cuatro patas y aunque protesto por no tener condón, cuando noto la cabeza de mi polla cerca de su coño, sus protestas fueron siendo más tenues hasta que se la metí del todo, me costó un poco más que con Marian, pero entro. Mientras Marian nos miraba y se masturbaba, su cara era de calentura total. Luego se acercó y se puso delante de Rosa con las piernas abiertas. Era verdad Rosa se agacho y se notaba que no era la primera vez que se comía un coño. Mientras Marian se tocaba sus pezones y de vez en cuando me miraba y me hacía cosas con la lengua, para excitarme más.

            Rosa estaba otra vez a punto, porque hizo como antes, paro de comerle el coño a Marian y se levantó un poco, empezando a gemir cada vez con más intensidad hasta que no se pudo aguantar más y se corrió. Dijo que nunca había tenido dos orgasmos tan rápido.

            Marian se levantó cogió algo que no pude ver y se lo dio a Rosa. Era un bote de aceite. No tuvo que dar más explicaciones. Marian puso el culo en pompa y yo puse la mano para que Rosa me pusiera aceite y luego fui metiéndoselo con mis dedos en su culo. Ahora quien gemía era Marian, pero era un gemido contenido.

            Mientras Rosa me iba embadurnando mi polla con ese mismo aceite, lo hacía muy bien, con mucha suavidad. Cuando estaba ya bastante desesperado, me coloqué detrás de Marian y fui metiéndole mi polla en el culo, se quejó un poco, pero su culo se fue tragando mi polla. Una vez que estaba toda dentro, Rosa decía que era increíble que pusiera entrar todo eso. Y Marian dijo, si te pones debajo lo veras mejor y ya de paso haz algo más. Así lo hizo Rosa, notaba como e comía el coño y de vez en cuando me comía a mí los huevos.

            Después de un ratito así, se salió y se puso detrás de mí, abriendo mis nalgas y jugando con un dedo lleno de aceite en mi culo. Menuda puta que era. Luego no conforme con eso, separo mis nalgas y con su lengua me comía el culo. Lo que hizo que me pusiera más cachondo de lo que estaba y que cada vez estuviera más cerca de correrme.

            Avise a Rosa de que si no paraba me correría y se fue a parar cuando Marian le dijo que continuase con lo que estaba haciendo que ella llegaba ya mismo y quería que nos corriésemos juntos. Me agache un poco y agarre fuertemente sus pezones, fue hacerlo y ella empezó a gritar que se corría, notando yo la lengua de Rosa dentro de mi culo, lo que hizo que me corriera con Marian. Fue una de mis mejores corridas.

            Parecía que había pasado poco tiempo, pero es que se nos hizo corto, que era muy distinto. Rosa dijo de dejarlo y que mañana otra vez. Nos pusimos a vestirnos y después de besarnos entre nosotros varias veces, nos fuimos para nuestras habitaciones. Ya en mi cama me puse a pensar como entrar a las otras que faltaban, incluida Flor. Durante un rato estuve ideando todo, hasta que me quedé dormido.

            Me desperté igual que me acosté pensando en cómo ingeniármelas para follarme a las otras. En la ducha de tanto pensarlo me puse cachondo y con una erección tremenda. Estuve a punto de hacerme una paja, pero rápidamente lo deseché, había que reservarse.

            Una vez duchado y afeitado, me baje muy decidido y me lleve un gran disgusto. Hoy los maridos no se habían ido de caza. Habían decidido que no irían más. Mi cara fue de asombro, pero el de Marian y Rosa, era de cabreo. Yo sabía que estando todos por ahí, era materialmente imposible, además de peligroso y arriesgado, poder hacer nada. El resto de las vacaciones fue más que aburrido.

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