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Maduras casadas, decididas y sin complejos.

en Sexo con maduras

Del libro… “EL ULTIMO ENCUENTRO”

¿Qué significa la fidelidad, qué esperamos de la persona a quien amamos? Yo ya soy viejo, y he reflexionado mucho sobre esto. ¿Exigir fidelidad no sería acaso un grado extremo de la egolatría, del egoísmo y de la vanidad, como la mayoría de las cosas y de los deseos de los seres humanos? Cuando exigimos a alguien fidelidad, ¿Es acaso nuestro propósito que la otra persona sea feliz? Y si la otra persona no es feliz en la sutil esclavitud de la fidelidad, ¿Amamos a la persona a quien se la exigimos?

…de Sándor Márai

Habían pasado ya varios días desde la última salida nocturna. Durante este tiempo, Andrés no dio señales de vida y yo tampoco hice ningún esfuerzo por contactar con él, tal vez sería hasta bueno poner un poco de distancia. Era jueves y no había ido ningún día al gym, ni al que me apunte con Andrés ni al que tenía en las instalaciones de casa. Por lo que ese día me fui más temprano, con la intención de darme un buen tute. Me puse un pantalón corto sin boxers y una camiseta de manga corta, con la publicidad de una importante marca de refrescos y me bajé al gym. Al llegar había varias personas, no muchas. Vi en un lado a Viviana con dos mujeres más, que serían más o menos de la misma edad, donde había una, que ya había coincidido varias veces con ella y con el que supongo que sería su marido o pareja.

            Que desde que la vi la primera vez me quedé con su cara. Tenía cara de “viciosa” de descarada. Me di cuenta que era todo tetas y todo culo, su boca era de labios muy abultados y carnosos, sin tener pinta de que nada de lo que se veía en ella no fuera natural, incluido algunos kilos demás. Al verme entrar empezaron los cotilleos y disimulaban muy mal sobre todo esta última que digo. Saludé con la mano y estuve calentando diez minutos, tiempo que me sentí observado y desnudado. Me daba igual y me hacía gracia. Una vez que calenté bien, me fui a hacer mi circuito de ejercicios. Use varias máquinas, hasta que llegue a la zona donde estaban las mancuernas y me puse a ejercitarme. Ellas estaban en la misma zona y fue cuando Viviana me presento a sus amigas. Salome, que era delgada y un cuerpo nada destacable, con cara de seria y poco más que decir de ella, luego me presento a la que yo ya había visto anteriormente Mariana, que al contrario que su amiga, me saludo con mucha chispa y sin venir a cuento me dijo… “Ya nos ha dicho nuestra amiga Viviana que das muy buenos masajes…” lo dijo con un tonillo que me hizo ver que estaban al corriente de lo que paso, aunque no sé si con todos sus detalles.

            Si creía que me iba a dejar cortado estaba muy equivocada, porque rápidamente le conteste… “No te preocupes si algún día te da un tirón, me avisas que estaré a tu total disposición” no obtuve respuesta, pero su cara y su mirada fueron más viciosas que otras veces. La poca gente que había se marcharon, quedando solo nosotros cuatro. Se pudieron a hacer distintos ejercicios, mientras yo estaba en la máquina de remo. Cuando Mariana me pregunto si la podía ayudar con una máquina. Me fui hacia ella me explico lo que pretendía hacer y le dije que para eso era mejor otro tipo de ejercicio. Le expliqué cómo hacer esos ejercicios a sabiendas de que no me explicaba bien, por lo que le ofrecí mi ayuda, la cual acepto. Me puse detrás de ella, la hice inclinarse y como quien no quiere la cosa, me apreté bien contra su culo y mi polla reacciono, ella ni se quitó, no hizo ningún ademan de sentirse violenta y dio algún meneo a su culo. Después me quite y le dije que ya siguiera ella sola.

            No era solo su cara y su mirada, era de las mujeres que me gustan a mí, descaradas, lanzadas, viciosas… como yo. Yo ya me había vuelto a colocar en la máquina de remo y desde mi posición podía ver por el reflejo de unos espejos, a Viviana y a Mariana hablando, sonriendo continuamente y Viviana separando sus manos hizo un gesto como si le indicara el tamaño. Volviéndose a reír las dos, porque la amiga estaba en la elíptica. Se despidieron las dos amigas quedándose Viviana, eso se ponía mejor, ya que nos quedaríamos solos, pero mala suerte, aparecieron dos hombres para hacer ejercicios. Viviana entonces se acercó a mi…

-Yo ya me tengo que ir… ¿Mañana vendrás?

-No lo sé, porque no depende solo de mí. ¿Por?

-Por nada. Solo un poco de curiosidad.

-Se suponía que tenía que ser discreto y veo que a tus amigas ya le has contado lo que paso. (Se puso seria)

-No que va. De verdad que no. Solo le he dicho que me diste un masaje, que de buena gana te hubiera hecho de todo, pero que estaba José.

-Y por eso le indicabas hace un rato el tamaño.

-Que no… mi amiga Mariana me ha dicho que lo noto en su culo y que parecía muy grande, como yo te vi al quitarte, le indique que sí, que te habías puesto arriba, indicándole lo que aparentaba, nada más. Por eso te preguntaba lo de mañana, porque José no está y Mariana quería hacer que le daba un tirón, para que tú en mi casa, como tengo una mesa de masajes le dieras uno, sin estar su marido presente, ya que esta siempre en su casa. Si se entera José que cuento lo que paso, me mata.

            O era una actriz de oscar, o era verdad lo que decía, porque lo dijo rápido y con mucha naturalidad. Me la creí. Le volví a decir que no sabía si podría estar al día siguiente y le pregunte que ella que haría mientras, si íbamos a su casa. Muy fresca me dijo… “Pues mirar… porque no creo que Mariana llegue muy lejos” todo quedo así y cada uno se fue para su casa. Mientras me duchaba y luego preparándome la cena, no dejaba de pensar en esas dos mujeres y las posibilidades que había de tener algo con las dos juntas. Sería cuestión de intentarlo. Mi cabeza estaba tratando de ver cómo hacerlo, cuando el maldito teléfono sonó, era Andrés, que me llamaba para pedirme disculpas en su nombre y en el de Carolina, para no darle importancia le dije que no sabía de qué me hablaba y el me hizo referencia a lo de la noche de marras. Le dije que no me acordaba de nada de lo que me decía, se lo decía para que viera que no le daba ninguna importancia, finalizando la conversación quedando para comer los dos al día siguiente.

           En la comida el seguía como muy afectado, algo que no entendía. Yo me pase la comida quitándole importancia a lo sucedido, porque además pienso y pensaba que era una chorrada preocuparse por eso. También me conto que Carolina estaba muy afectada por todo y por no haber ido al día siguiente a cenar. Me traté de explicar, no fui a la cena, para que descansaran ese día, no fue por otra cosa. Ya me resultaba cansado tratar de convencerle para que se diera cuenta de que no había nada que reprocharse, pero el volvía a lo mismo, hasta que me vino la luz…

-Que yo me aclare, ha tenido que suceder algo más, para que estés así, no me jodas. Que estás haciendo una montaña de un grano de arena. Me da que tú y tu mujer os habéis enfadado por algo, o algo sucedió que yo no me di cuenta… estoy perdido, así que déjate de tonterías y cuanta lo que sea.

-Si, en parte tienes razón, Carolina está muy molesta y enfadada conmigo, primero por haber bebido más de la cuenta y sobre todo por habernos quedado en tu casa.

- ¿Es que os trate mal? ¿Es que mi casa no es acogedora? ¿Me pase en algo contigo o con tu mujer? ¿Tuve alguna falta de respeto?...

-No te enfades tu ahora también, te portaste como un verdadero amigo. Es Carolina que esta apenada.

- ¿Apenada?

-Como dirías tu avergonzada. Cree que tal como se despertó, la tuviste que ver de todo.

-Solo se le vieron las piernas y poco más, como si llevara una faldita corta. (Lo dije para tranquilizarle a él y a su mujer. Parece que le tranquilizo, hubo un silencio y me sorprendió lo siguiente que me dijo)

-Vale y ahora entonces como la ves. Y no me digas que tiene cara dulce… que viste conservadora… que ahora la has visto como ninguno la ha podido ver. (Me pilló por sorpresa)

-Te seré sincero, si está muy bien, tiene unas piernas estilizadas y unos muslos espectaculares. (Creía que la cosa quedaría ahí, pero lo que vino fue más sorprendente)

-Pero tu Carlos y se sinceró como dices… ¿Te gustaría cogértela? (me tome mi tiempo para contestar)

-Mira Andrés, no creo que a tu mujer le gustara que me hicieras ese tipo de preguntas y no te puedo contestar. No te puedo contestar porque no me gusta ponerme en futuribles que no se van a cumplir. Lo digo porque no veo a tu mujer por la labor.

            Me miro con cara extraña y cambiamos de conversación, exactamente fui yo quien cambio de conversación. Ahora el tío fue muy astuto, porque al final me llevo otra vez a la misma conversación y yo, aunque trate de escabullirme no pude, pero se me ocurrió que para zanjar todo y que no volviera a las andadas, le dije… “Mira Andrés. No sé a dónde quieres llegar, pero lo que si tengo claro es que no quiero que digas más de lo que debes decir, no quiero que luego te sientas avergonzado y para evitarlo rehúyas mi presencia, ya que perjudicaríamos sobre todo al resto de amigos” pero él era de ideas fijas y le dio igual todo, me empezó a tratar con una condescendencia que me molestaba, imagino que por la diferencia de edad, me trataba con respeto, pero como si lo que tenía pensado decirme, me viniera grande, difícil de entender para mí.

-Sé que lo que te voy a decir a continuación te será difícil entenderlo, que te pillará de sorpresa y seguro que nunca te viste en una parecida, pero te lo digo a ti porque eres mi compadre. (Su tono era de confianza, cordialidad y en plan confidente) Quiero que seduzcamos los dos a mi esposa. Te será difícil de entender, pero es cosas de parejas que ya llevan mucho tiempo juntos, para dar un acicate a la relación, una fantasía… ¿Qué te parece?

-No me es difícil de entender, pero antes quisiera saber unas cosas, que me respondieras a unas preguntas.

-Pregúntame y te contestare a todo.

- ¿Por qué yo? ¿Qué opina tu mujer de todo esto? ¿De quién partió la idea? ¿Cuánto lleváis haciendo esto?

-Elegirte a ti fue porque no eres de aquí y tarde o temprano te iras, no puedes ser un problema a la larga. Te vi en las duchas de gym y vi que estas muy bien dotado. Eres un hombre grande, fuerte y te cuidas mucho, algo que a Carolina sé que le gustan los hombres así. Lo que opina mi esposa de esto es que estoy loco. La idea solo es mía y la contestación a la última pregunta… sería la primera vez.

-Te das cuenta que todo es cosa tuya y que lo que tú crees no tiene porqué ser lo que ella quiere. Además, quien te dice que yo le gusto a ella.

-Por eso te decía de seducirla entre los dos.

-Eso madúralo antes un poco más, sobre todo háblalo con ella y si ella está dispuesta por lo menos a intentarlo, solo entonces hablaremos. No quiero malos rollos. (Yo todo esto lo decía con la boca chica)

-Tienes razón, lo mismo me he precipitado.

            Finalizamos la comida y nos fuimos, en mi cabeza iba resonando lo último que me dijo, la forma de darme la razón, me daba que se había enfadado un poco. Ese día llegue tarde a casa y por la noche, me llamo Andrés, para decirme que se le había olvidado invitarme a la comida o cena en el fin de semana, la que habíamos aplazado. Yo iba a decir el sábado, pero no me dio tiempo, me dijo que el viernes por la tarde pasaría por mi casa a recogerme o por el trabajo. Me limite a decir que vale, que pasara por mí, por el trabajo. Al día siguiente que era jueves, por la tarde hubo una caída de internet y como avisaron de que iba para largo, yo me marche para casa. Con la intención de acabar parte del trabajo que tenía, porque en casa seguro que funcionaria el internet. Al entrar en el recinto de donde vivía, me encontré con Viviana y Mariana, enfundas en su ropa deportiva, nos saludamos y aunque mi intención era trabajar, decidí darme un breve descanso, me cambie rápido y me baje a la zona del gym. Había bajado para tantear un poco más el terreno con Mariana, para intentar algo la semana siguiente. Solo había en el Gym, una mujer bastante mayor, haciendo un poco de ejercicio, que no podía ni con su alma y luego ellas dos, que hablaban a voces con esa señora, Viviana me indico que estaba algo sorda, cosa que no hacía falta que me lo jurara. La señora se fue al poco rato, quedando solo los tres.

            No tarde nada en “ayudar” nuevamente en sus ejercicios a Mariana, pasando lo de la otra vez. En cada ejercicio éramos más atrevidos. Pero de pronto ella se separó de mi de forma vertiginosa, no lo entendía porque ene se momento no era muy descarado lo que pasaba, comparado con lo que había pasado momentos antes y dijo… “Nuestros esposos, ahí vienen” apareciendo varios hombres cinco en total. Uno de ellos José. Saludaron y nada más. Yo seguí con mis ejercicios y más caliente que un carbón encendido. Ellas se pusieron en una de las máquinas y al momento Mariana se puso a quejarse, acudieron los hombres y la que más “película” hizo fue Viviana, que mientras su amiga se “quejaba” del dolor, ella decía que no sabía cómo no se había roto la pierna, que era lo mismo que le paso a ella. El marido que no sé cómo se llama, la recrimino que hiciera esos esfuerzos y más con su peso, una manera muy peculiar de llamarla gorda y no estaba tan gorda, simplemente tenía un poco de sobrepeso, algo que la hacía muy interesante y el torpe de su marido no lo sabía apreciar.

            José miro a su mujer, luego me miro a mi y se dio cuenta de todo perfectamente, cuando dijeron de llevarla al médico, José dijo que yo era un profesional con ese tipo de lesiones, explicando que, tanto a él como a su mujer, ya les había ayudado en tirones de ese tipo. Entonces me llamo y me pregunto si se lo podía ver a su amiga. Yo dije que por supuesto, pero que allí no era buen sitio. Fue cuando entro al quite Viviana, que ofreció su casa para que lo viera. La ayudaron a subir, mientras yo volvía a mi casa por el aceite. Al llegar a la casa de Viviana yo esperaba que estuvieran las dos solas, pero también estaban sus maridos. José al verme llegar se llevó al marido, costo un poco, pero se lo llevo y dijo que en 30 o 45 minutos llamaría para saber cómo iba, se fueron y no me lo presentaron. Una vez que nos dejaron solos, con gran solemnidad le dije que así no podía darle el masaje, que se tenía que quitar por lo menos las mallas. Viviana le dijo que para que no se moviera ella le traería una toalla de baño.

            Me pidió que me diera la vuelta y por el reflejo de una cristalera vi cómo se desnudaba y se enrollaba la toalla, lo único que no lo pude apreciar bien. Me avisaron de que ya podía, me di la vuelta y la cara de Mariana ya no era de viciosa, era de puta total, esperando que alguien le diera una buena sesión de sexo. No sería como con Viviana, ni tampoco teníamos el mismo tiempo, eso me fastidiaba un poco, ya que me gusta ir poco a poco, pero tampoco está mal un polvo a toda prisa, un aquí te pillo… Viviana se colocó de tal forma que no se perdería detalle y me podría mirar con complicidad sin que su amiga se diera cuenta. Suponía que Viviana estaría en un segundo plano, tal como vi su actitud.

            No perdí el tiempo, deje caer unos buenos chorretones de aceite por la pierna donde se suponía que tenía el tirón, me dedique a esa pierna y para no manchar la toalla le dije a Viviana que la subiera un poquito más, sin cortarse la subió lo suficiente para dejar a mi vista parte del culazo de su amiga y el coño, que se veía, aunque sus piernas estuviesen cerradas, no llevaba nada más puesto. Cuando Mariana sintió la toalla tan arriba, protesto y quiso con una mano colocársela de otra manera y fue cuando me sorprendió Viviana, que le dio como si nada, un buen azote a su amiga, diciéndole que se estuviese quieta. Mientras yo le daba el masaje y cada vez más arriba, Mariana fue abriendo un poco más las piernas. Viviana me empezó a hacer señas que no entendía, hasta que se embadurno sus manos y me hizo señas de que me desabrochara el pantalón, de que me pusiera cerca de su amiga y me hizo gesto de una mamada. Me iba a ir a donde ella me había indicado, pero me hizo una seña de que me esperase, quite mis manos y empezó ella. Ahora con la cabeza me indico que fuera a donde me había dicho. Mariana estaba con los ojos cerrados completamente y con cara de placer.

            Tenía ya mi polla totalmente empalmada y fuera de mi pantalón. Vi como Viviana metió sus manos entre las piernas de su amiga, imaginé que tenía sus dedos en su coño, porque abrió los ojos de golpe y claro, se encontró con mi polla delante de su cara. Balbuceo algo incomprensible y Viviana que se veía que se movía con más brío, le dijo… “Cállate y chupa esa poronga, que no has visto una así en tu vida y tu esposo hace mucho que no te culea…” esta sí que la mamaba bien, ver mi polla atrapada por esa boca, con esos labios gordos era una autentica gozada. Pasamos de estar con cierta tranquilidad, a movernos de forma desesperada y la sonrisa de Viviana era de lo más excitante, sonó un pitido corto, era el aviso de un mensaje, Viviana cogió su móvil y nos dijo… “Ya suben…” me fui a quitar, pero Mariana se agarró bien a mi polla y no la soltaba, hasta que Viviana le dio una torta en su culo, que retumbo diciéndole que se vistiera que venía su marido. Salto de la camilla pudiendo ver esas tetas inmensas, pero de pezones pequeños, aunque la aureola parecía una galleta. Se fue al baño y Viviana me dijo que me sentara que se notaría menos mi erección. Viviana se sentó en un sillón próximo al mío y nos pusimos a hablar. Antes de que llegaran le dije que no sabía que le iban también las mujeres, se rio y me dijo, que, aunque no me la creyera era la primera vez, pero que, si había tenido muchas fantasías con mujeres, quise saber que tal ese primer contacto y volviéndose a reír me dijo que muy bien, que le puso muy caliente notar como se mojaba su amiga.

           Llegaron los dos maridos y nos pillaron hablando tranquilamente, Viviana antes de que preguntaran dijo que Mariana estaba en el aseo. Se sirvieron una copa y hablaban por lo que pude entender de algún político. Mariana al ver a su marido se acercó y este le pregunto que como estaba su pierna, diciéndole que mucho mejor, que solo la notaba un poco molesta, que el dolor fuerte ya desapareció. Viviana mientras ellos hablaban, se excusó y les dijo que yo iba a ver una cosa de su ordenador que le fallaba y José enseguida dijo que muy buena idea, nos fuimos del salón ante la mirada recelosa de su amiga. Llegamos como a un despacho y sin más se agacho, desabrocho mi pantalón y antes de empezar a hacer nada, me miro desde abajo y me dijo que no me iba a dejar a medias. Empezó a hacer una mamada y no la hacía ni de cerca como su amiga, pero si mejor que la otra vez. Me pidió que me diera prisa, que no había mucho tiempo. Me hice una paja y esta vez fue ella la que me pidió que le avisara para tragarse todo, así lo hice y le llene la boca. Un poco que se le salió lo cogió con un dedo, pero no se limpió.

           Se acercó a su amiga y con mucho disimulo le metió el dedo en la boca, algo que no se esperó, pero que se dio cuenta de lo que era y de lo que había pasado. Viviana sonrió, se acercó a su marido e interrumpió su conversación dándole un beso, imagino que él también se dio cuenta. Me marche porque sobraba ya allí y porque tenía que terminar algún trabajo. El viernes cuando llegue al trabajo llevaba ya casi todo el trabajo hecho o por lo menos encauzado, quería tener todo despejado para cuando llegara Andrés, porque era imprevisible con sus horarios. Lo único que quería es que llegara no muy tarde, porque quería comprar algún detalle por la invitación a cenar. Andrés llego más tarde de lo que yo esperaba, pero era buena hora. En el coche le dije de parar para comprar un detalle a su mujer, él me dijo que ya había pensado en eso, que no me preocupara, que por eso había tardado un poco más en recogerme, que ya lo había comprado él y así no perdíamos el tiempo. Estiro su mano hacia atrás y me enseño una caja envuelta en papel de regalo, lo único que se me ocurrió decirle es que me tenía que decir lo que costo para darle el dinero, me dijo que luego, que le ticket lo tenía en el bolsillo.

            Pues sin más problemas continuamos hacia su casa, que sabía que estaba en la misma zona que la de Milena. Yo estaba a la defensiva por si quería volver a tocar el tema dichoso, pero ninguna insinuación. Estaba claro que me había hecho caso, que se lo había pensado. Llegamos y la casa que era de una sola planta, se veía o que era nueva o que la habían reformado, se veía muy bien desde fuera, cuando Salí del coche, Andrés me paso el regalo, que no pesaba mucho, le pregunte que era, para por lo menos saberlo, pero abrió la puerta de la casa y cuando entramos se veía muy bien por dentro la casa. Salude a Carolina que estaba en la cocina y con las manos manchadas, le quise dar el regalo y ella me dijo que ahora lo vería, pero que no me tenía que haber molestado, que le sabia mal… le dijo a su marido que nos saliéramos de la cocina y que me pusiera una copa.

            Nos fuimos al salón y allí nos quedamos, me estuvo hablando de sus temas laborales y en voz baja que había descartado la oferta que le hicieron. La mesa estaba preparada solo a falta de la cena. Apareció Carolina, nos mandó sentar y trajo la cena, que por cierto estuvo deliciosa. Como no nos dejaba ayudarla en nada, ella iba y venía de la cocina, cada vez que lo hacía, miraba su culito y me acordaba de cómo lo vi, me hacía ponerme “malísimo” y con ese pantalón ajustado que llevaba, era mucho peor. Lo disimule para que Andrés no se diera cuenta y así pasamos toda la cena. Lo peor fue cuando se le desabrocho un botón de la blusa, que dejo ver un buen canalillo y me demostraba que tenía que tener un buen par de tetas, en el momento que se dio cuenta, se lo volvió a abrochar y no se dio cuenta por mí, sino por como miraba su marido.

           Habíamos acabado de cenar y estábamos con una conversación normal, relajada, cuando me acorde que Carolina no había abierto el regalo y se lo recordé. Ella me pidió disculpas y se levantó a cogerlo para abrirlo. Se le notaba nerviosa y alegre, a pesar de que me dijo que no me tenía que haber molestado. Lo abrió y yo no podía ver que era, porque yo estaba sentado y ella de pie, además de estar alejada de nosotros. Me llamo la atención, me pareció que se azoraba y luego me miro con cara recelosa. Tanta intriga me sobrepasaba y estúpido de mi le pregunte… “Que… ¿Te ha gustado?” Carolina no decía ni sí ni no, solo miraba hacia donde estábamos y Andrés le dijo, pero a que tanto misterio, que te han regalado. Se acercó y dejo la caja encima de la mesa, cuando vi a Andrés sacar el regalo y exhibirlo diciendo que era muy bonito, quise que la tierra me tragara. El muy cabrón había comprado un conjunto de lencería de ropa interior, liguero, tanga y sujetador todo de encaje, de un color como anaranjado. Pocas veces aun a día de hoy, me he encontrado tan mal. Me quede serio y Carolina abochornada, con cierto sofoco, me dijo que muy bonito y me dio las gracias de forma muy tímida.  

            Uno a veces piensa que las cosas no pueden empeorar, pero que equivocación. Andrés que debía de vernos la cara que teníamos los dos, se dirige a su mujer y con toda la cachaza del mundo dice… “Carolina, no puedes hacerle el feo, te lo tienes que probar, que lo veamos…” Carolina se quedó congelada mirando a su marido, con cara de incredulidad, luego me miro a mi y volvió a mirar a su marido. Me pareció ignominioso y fuera de lugar. Cuando me recuperé un poco, sin liar un follón, dije… “Andrés, no creo que le esté haciendo nada de gracia a tu mujer esta situación y a mí me has metido en un compromiso, que no me ha gustado nada. Te pido que no me metas en más compromisos” el muy cabrón retorció lo que dije diciendo… “Ah, disculpa si te disgusta mi mujer… si no la quieres ver…” moví la cabeza dándolo por imposible. Andrés se levantó para ir al aseo y le pedí el favor a Carolina de que me llamara a un taxi para marcharme. Ella apenada me dijo que ya me tenía preparada la habitación y le insistí, le dije que no estaba cómodo. Ella trato de quitar hierro a lo sucedido, pero le faltaba poco para echarse a llorar. No sé qué puñetas hacia Andrés, pero no aparecía y llego el taxi, ella me acompaño a la puerta con cara compungida y antes de irme le quise dejar claro las cosas… “No era mi intención que pasase eso y tú no me disgustas que quede claro, no me hace falta verte puesto nada para saber que, seguro que te sienta muy bien y si Andrés quiere, dile que te aclare todo…” me miro algo contrariada y me marche. De camino a mi casa, me sonó el teléfono varias veces, era Andrés, pero preferí no atender ninguna de sus llamadas.

           Durante el resto de fin de semana siguió llamándome, pero preferí no contestar, hasta que ya cansado atendí su llamada y no le permití que hablara nada, me limite a decir que no era el momento y que ya hablaríamos. El lunes se me presento en el trabajo, a la hora que yo solía almorzar. Tuvimos una corta pero intensa conversación. Donde deje patente mi enfado y me pidió disculpas. Carolina también estaba enfadada, porque entre otras cosas, como conocía a su marido, pensaba que él, me había dicho que ellos querían algo y luego quedo ella como mala, pero lo increíble que él no la saco de su error. Esa misma semana nos reunimos nuevamente una noche todos. Para otra celebración, cuando nos encontramos Carolina y yo nos saludamos, yo como si no hubiera pasado nada y ella más compungida. De todas maneras, esa noche tome distancia de ellos. En esa fiesta me pegue más a una pareja con la que me llevaba bien con los dos. Él era Jorge de 48 años, abogado, un hombre alto y delgado muy abierto. Congeniábamos muy bien. Su mujer Sandra sabía que era más joven que él, pero no lograba aproximar su edad, pero los 44-45 ya los tenia. No era ninguna modelo, pero tenía mucho encanto, estaba bien proporcionada, alta como su marido, morena de pelo largo y tetas pequeñitas. Como pinta de viciosa y muy provocadora de siempre, cuando hablaba conmigo. Tanto ella como su marido, conmigo tenían conversaciones de alto voltaje, pero nunca pasando de simple conversaciones. En la penumbra de donde estábamos tomando las copas, estábamos este matrimonio y yo prácticamente separados del grupo, riéndonos y gastándonos bromas.

           Aunque estaba muy entretenido yo estaba pendiente del resto, viendo perfectamente como Carolina y su marido me observaban, lo mismo por oír las risas que teníamos o porque al contrario de otras veces, prácticamente pase de ellos. No lo hice con ninguna mala intención, quise poner un poco de distancia, más que por ella por Andrés.  En un momento que yo me levante para ir a la barra, Carolina me paro y me dijo muy seria… “Créeme, yo no sabía nada…” no la deje continuar y como la música estaba muy fuerte me acerque a su oído y le dije… “Tienes que hacer algo, tienes que solucionarlo… tu marido tiene complejo de cornudo, quiere ser un cornudo… y solo te quedan dos cosas o le dejas las cosas claras o…” y el final lo deje en el aire. Se quedó muy seria, pero no con cara enfadada y volvió a su sitio, seguro que no se esperó esa contestación. La gente se movía contantemente, unos que se iban a fumar, otros que se perdían y supuse que era para tomar otro tipo de cosas, porque luego estaban muy alegres. Como siempre yo baile bastante y de pronto… música lenta. De las parejas pocas salieron a bailar y Jorge me animo a que sacara a su mujer a bailar, así lo hice ante la mirada penetrante de Andrés y de Carolina, porque otras veces siempre bailaba con ella. Antes de irnos con risas, Jorge dijo… “Os estaré vigilando, cuidado con lo que pase…” yo con el mismo tono le conteste… “Tranquilo que yo soy muy respetuoso, no te preocupes por mi culpa” el riéndose me replico… “Si tu no me preocupas, quien me preocupa es la loba de mi mujer… Jajaja…”

           Nos fuimos a bailar y desde donde estábamos nosotros no podíamos ver a nuestros amigos. Sandra ese día llevaba una minifalda negra y una blusa roja, que se le notaba el sujetador negro. Llevaba unos buenos tacones y en su conjunto, aunque he dicho que no era una modelo, sabia sacarse partido. Desde el primer momento, no mostro ningún reparo en que nos apretásemos bien los dos, movía su cuerpo cadenciosamente, provocando que mi polla fuera animándose y cuanto más crecía, más se apretaba ella de manera insistente. Nos hablamos pegando nuestras bocas a nuestros oídos. Me dijo que bailaba muy bien y que era muy morboso, le pregunte ¿Por qué? Y riéndose dio por terminada la sesión de baile. El resto de las parejas se empezó a ir y cuando lo hicieron Andrés y Carolina, nuestra despedida fue un movimiento con mi mano diciéndoles adiós. Yo al rato también me iba a ir cuando Jorge me insistió para que me quedara, de tal manera que al final nos quedamos ellos y yo.

           Al quedarnos solos, decidimos cambiarnos a un lugar más cercano a la pista de baile. Llevábamos unos minutos sentados, cuando me dejaron solos y se fueron a bailar música lenta. Mientras lo hacían yo no dejaba de mirarles y recordaba cuando había bailado con ella, como se apretaba y como nos rozábamos. De vez en cuando ella miraba en mi dirección y si habitualmente tenia cara de viciosa, ahora se superaba. Es más, una de esas veces levante mi vaso como brindando con ella y me saco de forma provocativa su lengua. Al volver al sitio, se acercó un hombre, que nos lo presento a su mujer y a mí, era el gerente del local y por lo que se veía eran conocidos. Se pusieron a hablar de temas legales. Algo que para su mujer y para mí era aburrido. Nos fuimos a bailar. A pesar de la hora, estaba la pista a reventar de parejas, estaríamos bien apretaditos. Pusieron salsa y la mayor parte de las parejas siguieron bailando. Ese tipo de música me gustaba mucho a mí. Rápidamente cogimos el ritmo y me aproveché de la situación, aunque vi que ella hizo lo mismo. En cuanto podía mis manos, rozaban todo su cuerpo, su tripa, sus caderas, la base de sus pequeñas tetitas… y cuando se podía, mi polla restregaba bien por la rajita de su culito y ella colaboraba apretándose también. Nuestra calentura iba en aumento y eso provoco que nos dejáramos llevar. Mi polla estaba a reventar y ella lo tenía que notar perfectamente.

           Hasta que me pregunto si lo de abajo se había puesto así por ella y yo le dije, que creía ella. La respuesta la obtuve rápidamente, cuando su mano palpo toda mi polla, se le escapo un… “Menudo armaño…” entiendo que se refería a mi polla. Desde ya hacia bastante tiempo, siempre me dio la impresión de que esa parejita quería algo más, le pregunte que cual era el juego de ellos y ella me respondió con una pregunta… “¿Y el tuyo?”  para no andarme ya con rodeos, como seguíamos bailando salsa, sin contarme metí mi mano entre sus piernas. Su media sonrisa y su cara eran para excitar a cualquiera, llevo una de sus manos a la mía, la apretó contra su coñito y me la quito diciéndome que estaba loco, que me estaba pasando. Se notaba su juego y volví a meter mi mano, ella con la misma cara de zorra salida, me decía que, si seguía así, dejaría de bailar, que era un cerdo haciéndole eso en público. Se iba hacia donde estaba su marido y la cogí por la cintura, para pararla y decirle al oído… “Si no eres la putita que yo creo, ahora me despediré de tu marido y me iré. Pero si eres tan puta como yo creo y tu marido quiere que una buena polla te folle y te reviente, iras al aseo y te quitaras lo que llevas debajo” se giró y con es acara que ya no le cambiaba me dijo… “Está claro que no me equivocaba además de loco eres un cabrón…”

           Su marido seguía hablando con el gerente y una vez que terminaron, que no fue mucho desde que regresamos, le dio las gracias y quedaron que el gerente se pasaría el lunes por el despacho de Jorge. Al ver que Sandra no se iba al aseo para hacer lo que yo le dije ni veía que lo fuera a hacer, dije que ya me marchaba. En ese instante Jorge me dijo que, de eso nada, que ahora iríamos a su casa a tomar una copa. No me hacía mucha gracia porque su casa quedaba en la misma zona que la de Milena. Pero me deje llevar por mi intuición y acepte. Durante el trayecto, Sandra iba detrás y yo delante con Jorge, nos fue contando todo el camino el problema del gerente. Lo que hizo que tuviera que contener algún bostezo. Una vez en su casa, Sandra se disculpó y Jorge empezó a contarme que a sus hijos un día a la semana lo dejaban con su suegra, que era la única manera de escaparse. Volvió Sandra, iba vestida igual, la única diferencia que no llevaba sujetador y además de transparentarse un poco sus pezones, se le marcaban muchísimo, pocas tetas tenia, pero los pezones… se puso a poner la bebida en la mesa y algo de picotear, pero lo hacía de tal manera que se veía casi su culito, estaba claro lo que iba a pasar. Es más, una de las veces que se agacho, lo hizo de tal manera, que no se veía rastro de ropa interior por abajo. Jorge miro con intensidad a su mujer y nos dejó solos diciendo que iba al aseo.

           En cuanto se fue, Sandra me dijo… “Me imagino que ya lo sabes y si no lo sabes pues te lo digo yo. Jorge quiere que tenga un lio con otro, pero no completo, hemos pensado en ti y llevamos bastante intentado que coincidiéramos, pero no ha habido manera hasta ahora” al ser tan directa y sincera yo lo quise ser también… “Lógicamente me he dado cuenta y me parece bien, a mí me apetece, pero… ¿Por qué yo?” Sandra se puso de pie, mientras se acercaba a mí, sonriendo me dijo… “Milena te ha hecho muy buena propaganda…” una vez que llego a donde estaba yo, se arrodillo, me quito los zapatos y luego sin dejar de mirarme a los ojos, me fue desabrochando el pantalón. Yo esperaba que me tocara la polla en ese momento, pero no, lo que hizo fue tirar de mis pantalones hacia abajo llevándose mi ropa interior también. Como no podía ser de otra manera le di facilidades. Oía que su marido venia y se paraba en seco en la puerta del salón, su cara era de no esperarse que estuviéramos así. Le mire, pero el a mí no, miraba a su mujer que ya me tenía garrada la polla con las dos manos y ella al ver a su marido le dijo… “Es inmensa, así deberían de ser todas… Uuuhhhmmm…” Y con su lengua empezó a recorrer toda mi polla. También me hacia una paja y luego chupeteaba mi capullo, pero sin llegar a metérselo en la boca, lo hacía para que tanto su marido como yo la viéramos. Ante la pasividad de Jorge, ella ahora si empezó a hacerme una mamada. Parecía que era una autentica profesional, ni en las mejores películas porno, se ve una nada igual. Costaría no correrse rápidamente. Ella se debió de dar cuenta porque aflojo la velocidad de la mamada y Oímos como Jorge tropezó, venia hacia nosotros.

           Sandra mirándolo y con una mano agarrando mi polla, como para que no me escapara y con la otra indicándole al marido… “No querías que te pusiera los cachos… pues ahora en silencio y siéntate ahí…” indicándole otro asiento. Y así lo hizo Jorge, se sentó donde le dijo, pero con cara de satisfacción. Su mujer se levantó y se puso mirando para él, quedando casi de espaldas a mí. Se desabrocho su blusa y quitándosela muy provocativamente para que su marido la viera, yo no podía ver sus tetitas, pero por los gestos que hizo ella, estaba claro que una vez que se quedó sin blusa, se acariciaba y apretaba los pezones. Lo siguiente que hizo fue quitarse la minifalda y no llevaba nada debajo, se pasó una mano por su coñito y se acercó a su marido, metiéndole sus dedos en la boca, relamiéndoselos Jorge. Se dio la vuelta y ahora si podía verla plenamente, tenía muy pocas tetas, pero buenos pezones, muy hinchados, me miraba perversamente, como me gusta que mire una mujer. Se acercó a mi como una gata en celo y me pidió que me colocase en otro sitio, para que el cornudo de su marido viera bien lo que iba a pasar, me ponía más cachondo ver como sabia disfrutar, como de momento dominaba la situación y como iba subiendo el tono del lenguaje.

           Me cambié de sitio y me senté sobre una silla, ella vino se quedó de pie, abrió sus piernas y se acercó a mi completamente y me pidió… “Cómeme las tetas, que lo llevo deseando toda la noche” nada más dar el primer lengüetazo sobre uno de sus pezones, le gemido que dio no fue ni normal, se notaba que le excitaba sobremanera que le chuparan los pezones. Mientras le comía los pezones, pasaba de uno a otro, tenía bien agarrado su culito con mis manos. Tocándole con un dedo su agujerito trasero. Pare y la mire, su cara lo decía todo, era puro deseo, llena de lujuria y excitación, pero la de su marido era exactamente igual. Ahora Sandra me decía que la follara ya, que no, me esperara más, pero que con tranquilidad que la tenía muy grande, le sonreí y le dije que ella era la que marcaría el ritmo, que se fuera sentando sobre mi polla y no hizo falta insistir más, se colocó la polla en la entrada de su coño y se empezó a dejar caer, al principio lo hizo con bastante prudencia, pero eso duro poco, porque sentí como a pesar de notar que estaba apretada se lo metió todo y mientras lo hacía le decía a su marido… “Jorge, Jorrrrge… que bruto, como entra, esto son cachos dobles… gracias… gracias… Jorge…” empecé a notar las contracciones de su coño, lo que era un aviso de que estaba muy cerca de correrse y cuando se agarró bien fuerte a mie espalda sabía que se estaba preparando, culminando todo cuando estiro sus dos piernas y clavo sus uñas en mi cuerpo, se puso a gritar y me decía o nos decía… “Vamos cabrón cógeme no pares, cógeme delante de mi esposo, que vea lo puta que es su esposa, vamos…” yo tampoco me quede callado, les decía… “Jorge menuda puta que tienes y tu zorra no te esperes mas correrte, que vea el cornudo de tu marido como se debe correr una putita como tu…” sus gemidos fueron creciendo, acabando en gritos de puro placer y con unos potentes espasmos, lo que hizo que yo la follara con más fuerza y de manera contundente.

           Una vez que se corrió se dejó caer sobre mi pecho, era como si su coñito y mi polla latieran a la vez. Que bien se sentía mi polla ahí dentro. Seguí ahora con mi dedo acariciando la entrada de su culito, no la iba a dar tregua, no decía ni hacía nada, a excepción de esa respiración agitada y que poco a poco iba volviendo a la normalidad. Empezó a mordisquear suavemente mi cuello y mi hombro, también empezó a hacer un ligero movimiento de su culo, al mismo ritmo que mi dedo. Cuando el movimiento era más descarado y su respiración volvía a crecer, le pregunte susurrándole al oído… “¿Quieres que te folle el culito, te atreves?” Sandra mordiéndome la oreja me dijo… “Eso no se pregunta cabrón, o se hace o no se hace” dándome un buen mordisco en el lóbulo de mi oreja. Nos levantamos y ahora me tocaba dirigir a mí, hice que se apoyara en la silla, de tal manera que quedara mirando para su marido y me coloque detrás. Volví a follar su coñito, empecé suavemente mientras me mojaba los dedos y follaba su culito, ella quería seguir mandando, pero para que tuviera clara las cosa a partir de ese momento, le di un buen par de azotes en su culito y le dije que, a callar, no podía ver su cara, pero si la de Jorge, que cada vez se le notaba más cachondo. Se la saqué de su coñito bien mojada y me dispuse a follarme ese culito que estaba viendo.

           Cuando noto mi polla en la entrada de su culo, vi cómo se agarraba mejor al respaldo de la silla. Se notaba que no era su primera vez, pero me costó meter el capullo y ella dio un gran suspiro que se transformó en un potente gemido. Pero la culminación fue cuando la metí toda dentro de su culo, ella levantando su cabeza, que hasta ese momento la tuvo baja, le dijo a su marido… “Me la ha metido toda en mi colita, es increíble… uuuuhhhmmmmm…. Por fin la tengo dentro, la tenía que tener ahí siempre…” Jorge que hasta ese momento se había limitado solo a mirar, se desabrocho a toda velocidad el pantalón y se sacó la polla, empezando a hacerse una paja. Le daba unas buenas embestidas, agarrando duramente sus pezones y ella solo me decía así animal, dame duro, más duro, no te pares… luego pasé mi mano derecha a su coñito y le hice una paja mientras seguía follándola, hasta que nos corrimos esta vez los dos a la vez. Cuando terminamos de corrernos, nos dimos cuenta de que Jorge se había corrido, pero estaba otra vez con su polla en total plenitud. Le saque mi polla y ella prácticamente en la misma posición le decía a su marido… “¿Te ha gustado? ¿He sido lo suficientemente puta como tu querías? O… ¿Quieres que lo sea más? Vicioso marido” él no decía nada estaba haciéndose una paja y estaba como extasiado, hasta que se corrió.

           Me fui a lavar y Jorge llamo a la puerta del aseo, me dejo una bata suya para ponerme. Cuando salí estaban tomando una copa, Jorge con una bata, ella con un batín cortito y yo con la bata que me habían dejado, todas ellas de seda. En un momento dado y no se el motivo, todos nos echamos a reír. Hablamos de lo que había pasado y todo era de lo más normal, no veía ni arrepentimiento, ni vergüenza, ni dada, simplemente buen rollo. Jorge fue el que me dijo que ya era muy tarde para ir a ningún sitio, que me quedaría a dormir unas horas, no muchas porque ellos se tenían que ir a recoger a sus hijos. Nos fuimos todos a dormir y yo no podía, me había sabido a poco, cuando oigo unos suaves toques en la puerta, pregunto y es Sandra que me trae una manta por si tengo frio. Le digo que no hace falta y me dice que da igual que me la deja sobre la silla por si acaso. Verla con esa batita corta termino de poner cachondo. Me levante de la cama que estaba totalmente desnudo y la agarre por detrás, ella se lo debía de esperar y me decía que no que estaba Jorge esperando, que seguro que quería “algo” no me lo pensé, le di la vuelta y desabroche su batín, que debajo no llevaba nada, nos morreamos con mucho ardor y la levante un poco, lo entendió y dio un saltito atrapando con sus piernas mi cintura, clavándole la polla en esa posición. Fue un polvo rápido, potente, con mucha pasión y sin despegar nuestras bocas hasta que ella se corrió, dejándose llevar.

           Se agacho y quería que me corriera en su boca, volvió a hacerme una mamada bestial, era un portento con esa boca, me deje llevar, no quise resistirme ni aguantar, hasta que llene su boca de leche y ella se lo tragó, para luego relamer bien toda mi polla sin dejar nada en ella, la dejo limpísima. Se fue y no deje la puerta cerrada, les oí follar o lo que fuera, porque la verdad que fue muy corto. Me desperté por ruidos que oí y me levanté. Después de desayunar Jorge se ofreció a llevarme, pero antes de irme, la despedida de Sandra fue… “Ya le he dicho a Jorge y está de acuerdo, que si tú lo estas también, tenemos que repetirlo, pero sin perder tanto tiempo, quedando nosotros tres solos… ¿Qué te parece?” mi contestación fue clara y sencilla… “La próxima en mi casa” riéndonos los tres. En el camino a mi casa, que íbamos Jorge y yo, en ningún momento puso ninguna pega, ni me dijo el consabido… espero de tu discreción…

Dedicado muy especialmente a Rober, para que lo pueda leer pronto.

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