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Madura LUJURIOSA, pero reacia

en Sexo con maduras

La felicidad es cuando lo que piensas, lo que dices y lo que haces están en armonía.

 

        En este relato me saltare unos años y pasare al año en que termine mi carrera. Fue un año bastante caótico sobre todo a nivel familiar por tema de una enfermedad y como es lógico por todo lo que llevaba consigo ese último año de estudios. Ya que estaba constantemente viajando a Madrid desde Alicante. En el mes de marzo las noticias fueron muy esperanzadoras y en el mes de mayo mi padre salió del hospital, bastante debilitado pero mejorado. Eso fue un revulsivo para todos.

        Mi vida personal durante todos esos meses fue CERO y ahora que todo empezaba a mejorar quise centrarme en mis estudios y más en las asignaturas que llevaba peor. Al final mis esfuerzos fueron recompensados y termine mis estudios y con muy buena calificación. Lo que más me entristeció de ese momento, es que casi todos los padres estaban presentes y los míos no pudieron estar, ya que se habían ido al norte de España (no diré el sitio exacto por los motivos que luego entenderéis)

        Los médicos les recomendaron salir de Madrid y mis padres les dijeron si era bueno el sitio donde querían ir, diciéndoles los médicos que mejor sitio imposible. El lugar elegido era un hotel rural, que ese mismo año compraron una pareja de amigo suyos y lo estaban arreglando ellos mismos, por lo que me dijo mi madre no estaba todavía al 100% de capacidad, pero hablaron con ellos y se pasarían allí todo el verano, esta pareja por lo que se hicieron una buena inversión en el sitio, ya que él fue despedido con cierta edad, la indemnización fue muy buena, porque él era un ejecutivo, liándose la cabeza y comprando el lugar. Yo había quedado con mis padres en ir con ellos a pasar todo el tiempo que pudiera. Porque además llevaba toda la carrera pasando con ellos días sueltos, navidades y poco más, después d este susto, pasaría todo lo que pudiera del verano.

        Llegue al lugar sobre las cinco de la tarde y eran de los sitios que a mis padres les gustaban. El hotel, bueno si se le puede llamar hotel, era pequeño pero muy acogedor y se encontraba en un valle, rodeado de bosques, animales… nada más llegar lo primero que me llamo la atención fue, el buen aspecto que tenía mi padre, sin embargo, a mi madre la encontré con cara de agotada y eso que solo había pasado un mes escaso desde la última vez que les vi.

        Después del recibimiento, me presentaron a los amigos-dueños del lugar. Claro que los conocía como me había dicho mi madre varias veces, pero poco trato había tenido con ellos, eran Marina y Héctor, ella ya estaría cerca de los 50 y el sobre los 55. Físicamente se les veía bien, aunque tampoco podía asegurarlo mucho, porque llevaban como unos monos de trabajo. Los recordaba muy serios, muy estirados, de los que miraban por encima del hombro, pero ahora los veía simpatiquísimos y muy atentos, lo mismo era que la última vez que les vi yo tendría 14 o 15 años, pensé que era la visión de esa edad.

        Mi madre me llevo a enseñar el hotel. Quedaban algunas habitaciones por terminar, había tres ocupadas y la de mis padres, quedando otras tres libres de momento, mi madre me las enseño para que eligiera. Eran habitaciones amplias y las tres con unas vistas únicas, pero me quede con la que tenía como una terraza tipo galería, ya que las otras habitaciones lo que tenían eran ventanas.

        Cuando salí a la terraza, mi madre me dijo que no tuviera cuidado que las otras dos puertas que daban a esa terraza, era el apartamento de Marina y de Héctor. Lo que aproveché para decirle lo que me había pasado cuando recordé quienes eran. Mi madre se echó a reír y me dijo que no me había equivocado, pero que eso eran las cosas de la vida, también me dijo que no me equivocase, que ella hacia un paripé porque estaba hasta la coronilla de estar allí. Con la huerta, las gallinas… y sobre todo pasar de Madrid a ese sitio, era lógico un sitio de más de cinco millones de habitantes a ese sitio que podría tener mil, pero ese era uno de sus encantos. Dejamos todas las maletas y nos fuimos para abajo.

        Sobre las siete llegaron los otros huéspedes. Un matrimonio de más de 70 años, una pareja jovencita (Juan y Reme), de mi edad o un par de años más, con un bebe de pocos meses y por ultimo una pareja de mujeres (Mirian y Sonia) que tendrían los 35 años, las dos estaban estupendamente. Pero me fije que al igual que a los otros Marina los trato muy bien, con ellas fue más seca, las miro de una forma rara. Les caería antipática. Mi madre me presento y fueron todos muy amables. También llego una chica de no más de 20 años. Resulto ser Nani, la hija de la mujer que por la mañana prepara la comida y dejaba la cena lista, la hija venia por la noche para terminar de prepararla y servirla. Digamos que no era muy agraciada físicamente, vamos que no era nada agraciada para ser más exacta, pero se le veía alegre y simpática.

         Todo era muy familiar, acogedor, tranquilo. A la hora de la cena estábamos todos en el pequeño comedor. Todos se habían cambiado. Todo lo que se comía allí, según me contaron mis padres, era cultivado en el lugar o en las proximidades. Las carnes y los pescados eran originarios de la zona. En nuestra mesa se sentaban también Marina y Héctor, que ahora sin la indumentaria que llevaban cuando llegue, se les veía totalmente distintos, sobre todo Marina. Héctor no paraba quieto en la mesa, se levantaba constantemente, estaba pendiente de todos, por si les faltaba algo.

         En un momento dado en el que no estaba Héctor, me levante yo para ir a por más pan a la cocina, que estaba tan bueno que comimos todo lo que pusieron en nuestra mesa. Cuando llegue a la cocina, lo que vi y escuche me pilló por sorpresa, Héctor metiendo mano a Nani y esta hacia lo mismo con él, pero a la vez le decía que la dejara, que les podían pillar y Héctor le decía que luego se le iba a hacer el amor sin parar. Fui un poco para atrás e hice ruido para que me oyeran llegar. Efectivamente cuando entre en la cocina, él estaba rellenando una aceitera. Me pregunto que necesitaba y le dije que pan, lo corto y salimos los dos juntos.

         Una vez que cenamos, había dos sitios donde quedarse dentro de la casa en una sala con una televisión o en otra sala que era como una biblioteca y fuera en un porche. Todos salimos al porche, todo el mundo salió con chaquetas porque por la noche refrescaba mucho, yo salí en manga corta y se notaba. La conversación era muy amena y entretenida. Cuando llego Nani y dirigiéndose a Marina le dijo que ya había terminado. Héctor se levantó y se fue por el coche, por lo que se ve él se encargaba por ser tan de noche en acercar a la chica a su casa y Marina dijo que así aprovechaba Héctor para tomarse una copita en el pueblo. Y yo para mi pensé, si, una copita.

         Mi padre dijo que hacía ya mucho fresco para él y que se marchaba ya a descansar, dando las buenas noches a todos. Mi madre se subió con él. Decidí esa noche acostarme también temprano porque estaba cansado. Pasé por la habitación de mis padres y les di las buenas noches, mi madre dijo que se venía a fumar un cigarro a mi habitación así aprovechaba y charlaba conmigo.

         Me conto como iba mi padre, que a ella le quedaba todavía un poco para estar bien, que anímicamente le estaba costando y riéndose me dijo fíjate que no me “apetece” hacer nada, yo me reí y le dije que eso si era preocupante. Luego quiso cambiar de tema, saber que pensaba hacer después de acabar de estudiar y todas esas cosas. Pero yo le saque el tema de su amiga y las dos que estaban solas allí.

-No cambias para nada, ya estás pensando en beneficiarte a alguna de ellas o a todas. Jajaja…

-No seas mal pensada, es curiosidad. Y te lo digo porque a ella la veo entre seria y triste. Pero también me he dado cuenta de que mira mal, pero muy mal a Mirian y Sonia.

-Lo de estar seria es porque como sueles decir tú, lleva sin “mojar” ni se sabe, que por lo que se ve no se le levanta y… pero olvídate que es demasiado conservadora, por eso la tirantez con Sonia y Mirian, porque está convencida de que se “entienden” entre ellas.

-Que entretenido va a estar esto y yo que creía que me aburriría. Pero que, a estas alturas de la vida, le escandalice que dios mujeres estén juntas… ¿Pero qué años tiene?

-Es más joven que yo, tendrá no más de 45 y el si tiene más, tiene 52. Yo los conocí porque tenía negocios con tu padre y poco a poco coincidimos en muchos sitios, pero tampoco una amistad muy grande, ahora tal vez más, porque soy su paño de lágrimas muchas veces. ¿Y tú que tal con tus andanzas?

-Pues, aunque te cueste creerlo desde lo de papa nada de nada.

-Jajaja… pues estarás… como un toro.

-No lo sabes tú bien, si quieres comprobarlo.

-No estoy en mis mejores momentos.

-Cambiando de tema y porque Héctor no va al médico para que le digan cómo solucionarlo. (No quise decirle lo que vi en la cocina y que me imaginaba que se estaría follando en esos momentos a la chica)

-Cosas de hombres. Aunque yo creo que no le pasa nada, tal como mira a las mujeres ese “descarga” su escopeta en otro sitio. (Que lista que era mi madre)

-Tú y tus cosas.

         Se fue a su habitación y yo como no podía ser de otra manera, empecé a pensar en esas tres mujeres. Pero sobre todo en Marina, que, aunque vestía un poco sobria, se notaba que debajo de esas ropas, tenía que haber un estupendo cuerpo.

         Durante los siguientes días, estuve fijándome en las costumbres de las personas que estábamos allí. Era cierto que Mirian y Sonia se las veía muy próximas, pero eso no era indicio de nada. Un día me fui con ellas en unos de sus paseos por el monte. Durante la caminata, me entere de que eran divorciadas, que eligieron mal a sus respectivos maridos, uno ludópata empedernido y otro con alguna que otra adicción, pero además los dos tenían en común una cosa, sus infidelidades constantes.

         En referencia a el juego y las adicciones, no hice ningún comentario. Pero con lo de las infidelidades les dije que no lo podía entender, teniendo dos mujeres espectaculares, no mentí al decirlo, ellas se miraron y se rieron. En ese sitio no lo sabía, pero estaba convencido que, en mi terreno, sería fácil conquistar y seducir a alguna de ellas.

         También me dedique a ser atento con Marina, le ayuda con las gallinas y con otros animales que tenía, ella siempre me decía que no hacía falta, pero yo decía que me gustaban los animales. Mi madre se sonreía y me decía que estaba perdiendo el tiempo con Marina, que sería más fácil con las otras. Lo que si me fije era que todo el mundo, después de desayunar se marchaban hasta la hora de la comida prácticamente. Héctor cogía el coche se marchaba y regresaba sobre las 12,30 como muy pronto con la cocinera y la compra diaria. Por lo que Marina se quedaba sola prácticamente como tres horas. Pensé que ese tenía que ser mi tiempo. Ya que el resto del día, siempre había alguien pululando por el lugar.

         Al día siguiente fui el primero en salir y me quedé en el monte, en las proximidades, hasta que vi salir a todos. Hice un poco de tiempo y regresé, quería simular que me había torcido un tobillo y que por eso estaba allí. Por el camino, donde ya se me podía ver, fui cojeando un poco, pero no vi a Marina por ningún sitio. Entre por el lateral del hotel y subí por la escalera sin hacer nada de ruido. Vi la puerta de su habitación medio abierta y me cole. Era un salón bastante grande, había una puerta abierta y era la habitación de ellos, que estaba completamente vacía, me fui a ir cuando vi sobre una silla, la ropa interior de ella apilada, como si la hubiera cogido del tendedero y había más ropa también. Me fije que, para ser tan conservadora, tenía una ropa interior de lo más sexy y provocadora. Braguitas muy bonitas, que le dejarían el culo prácticamente al descubierto, tangas de todo tipo; pero cuando vi sus sujetadores, lo primero que pensé que no podían ser de ella, porque eran para sujetar un buen par de tatas, pero grandes.

         Deje todo como estaba y me fui de allí no fuera a pillarme. Supuse que estaría en la huerta que tenían, que estaba a más distancia de la casa. Cuando ya estoy para bajar las escaleras, me parece oír unos ruidos en un principio raros, pero cuando presto más atención, me parecen unos gemidos. Me quede parado sin hacer nada de ruido y escuchar mejor. Pero no había duda, eran gemidos contenidos, me descalce y fui caminando sin hacer ruido, cuando llegue a un pasillo desde el cual se veía la parte de abajo, donde estaba lo que yo llamaba la biblioteca. Según me acercaba, además de los gemidos, se oían suspiros y respiración entrecortada. Me tumbe en el suelo de madera y como pude me acerque hasta la barandilla.

         Menudo espectáculo, allí estaba Marina, tumbada en un sillón grande acariciando su precioso coñito, se estaba haciendo una paja antológica, sin prisas, sus dedos desaparecían entre los labios de su coño. Tenía bajado los pantalones y unas braguitas negras, se le veían un buen par de piernas, fuertes y bonitas. Se movió y se soltó una de las perneras, por lo que se ve le molestaban los pantalones en los tobillos, una vez que lo consiguió, la imagen era mucho más excitante, al abrir esas piernas al máximo. Ahora su cintura y su culo, se movían al ritmo de sus dedos. Los gemidos aumentaron hasta que se corrió moviéndose de una manera exagerada, pero cuando yo creía que el espectáculo se había acabado, se desabrocho la parte de arriba dejando su sujetador a la vista.

         Se la veía preciosa y empezó otra vez con sus dedos a tocarse el coñito, por lo que podía ver no se había quedado satisfecha con la corrida. Se sacó una teta sin desabrocharse el sujetador y menuda teta, pero al final se metió una mano por detrás y salto el sujetador, tenía dos soberbias tetas, algo caídas pero muy apetecibles. Se mojó los dedos de la mano libre y se tocaba un pezón. Mi polla y después de tanta abstinencia estaba a punto de estallarme, me entraban ganas de bajar allí y follarmela, pero no quería arriesgar por lo que me dijo mi madre. Sus gemidos iban siendo cada vez más altos y entonces se llevó un pezón a la boca, corriéndose de una forma tan alta, que sus gritos retumbaron por toda la casa.

         Me dolía la polla de estar tumbado sobre ella, pero Marina la muy cachonda no había terminado, porque recupero un poco la respiración y volvió a empezar, esta vez me retiré rápido y sin hacer ruido, salí de la casa, entrando por la puerta principal y diciendo… ¡HOOOOOLA! Al instante apareció ella, medio despeinada colocándose el pelo y el resto. Salió nerviosa, colorada y me pregunto que como había llegado tan pronto, le conté la historia de mi tobillo y dije que me iba a sentar, que se me pasaría. Me encaminé hacia la sala donde ella había estado y ella me insistía que mejor en la otra, pero haciéndome el tonto fui a donde yo quería.

         Cuando entre el olor era divino y Marina abrió rápida los ventanales, decía para que se airease un poco, que de la noche se recargaba mucho. Tenía que estar cachonda perdida y más después de haberle cortado su sesión de sexo. Pero una cosa me había quedado claro, Marina necesitaba una buena sesión de sexo y yo pensaba dársela.

         Esa noche nos quedamos Marina, Mirian, Sonia, Reme y yo en el porche. El resto se había ido a dormir ya y Héctor se había ido a llevar a Nani. Recordé que había muchos juegos de mesa en la biblioteca y propuse jugar a algo, al final decidimos jugar al scrabble. Lo único que como nada más podíamos jugar cuatro, Marina dijo que ella miraba, que ella era muy mala jugando a eso y que… entonces no la deje acabar y le dije que ella y yo iríamos juntos y todas las demás estuvieron de acuerdo.

         Al tener que ponernos tan juntos, decidí aprovechar la situación, rozaba mi pierna con la suya, de vez en cuando y como quien no quiere la cosa, cuando se le ocurría alguna palabra, apretaba su muslo en reconocimiento por la palabra. Pero tampoco quería pasarme mucho más, solo quería ver su reacción. Note que se azoraba, que se ponía nerviosa, pero lo que más me gusto es que se le empezaban a marcar los pezones. Buena señal. Note que se iba poniendo más nerviosa, se puso de pie y dijo que se iba, pero entonces Sonia dijo… “Uy, si le da miedo perder…” fue como si la hubieran dado un bofetón en la cara, se sentó me miro con ojos de rabia y me dijo… “Vamos a por ellas” fue una rabieta como de niña pequeña. Situación de la que me aproveche bastante. Nuestra complicidad fue muy grande, aunque por mi parte iba en un sentido y no sabía el sentido de ella. Al final ganamos con diferencia, nos pusimos de pie y nos dimos un buen abrazo y dos besos, el segundo mío muy cerca de la comisura de sus labios y ella de pronto recupero la compostura. Miriam y Sonia reclamaron la revancha, pero Marina dijo que ya mismo estaría su marido allí y no daría tiempo a otra, así que todo quedo emplazado para la noche siguiente.

         Nos quedamos charlando, alguna había tomado varias copitas de licor de hierbas y lo que suele ocurrir en estos casos es que se suelta la lengua más de lo debido. Las que llevo la voz cantante fue Sonia, con la ayuda inestimable de Miriam y el apoyo de Reme, mientras Marina escuchaba sin decir nada. Se “metían” conmigo, del éxito que tendría con las mujeres, si todo lo tenía proporcionado y la conversación se desarrolló por el tema del sexo, las relaciones… yo contestaba con tranquilidad, pero dejando muchas respuestas a medias, me hice un poco el interesante. Luego salió el tema de cada cuánto tiempo más o menos lo hacía… no conteste, pero si dije que era difícil de cuantificar, porque por ejemplo llevaba meses sin hacer nada con nadie, me dijeron que mentía… y les dije que debido a lo de mi padre se me quito las ganas de hacer nada y cuando todo mejoro, venia los exámenes de fin de carrera y hasta hoy.

         Yo les devolví las preguntas y Miriam y Sonia dijeron que ellas desde que divorciaron habían tenido algún escarceo que otro, pero que, de manera muy esporádica, pero que tampoco fueron grandes cosas y se rieron al decir Miriam es que es difícil contestar a este cuerpo, poniéndose de pies y dando una vuelta a su cuerpo, la verdad que estaba muy bien. Luego pinche un poco a Reme que dijo, que el nacimiento del niño les había restado de momento… las cosas “interesantes” añadiendo porque parece que el niño nos huele antes de que hagamos nada y nos reímos todos.

         Luego todos pinchamos a Marina para que dijese algo, pero se limitó a darnos un mitin sobre que el sexo no era tan importante, que una persona se puede pasar el tiempo que haga falta sin tener sexo, que hay cosas más importantes en la vida. Se me escapo y dije… “Si, como leer en la biblioteca” ella se quedó desconcertada y yo añadí para tratar de restablecer la situación, “porque no hay nada mejor que los libros, lo digo yo porque he vivido esa situación, cuando me encontraba “raro” me cogía un libro y me relajaba, con todos los que hay aquí, más fácil” note cara de alivio al decir eso, pero note que no se tranquilizó del todo. Me levante a por agua y llego Héctor, nada más verlo vi que traía en la parte de la bragueta una mancha importante, me di cuenta perfectamente de lo que era, porque a mí ya me paso alguna vez, por no quitarme los pantalones a la hora de follar y sin darle importancia le dije que se había manchado. Se miró y se quedó blanco. Subiéndose deprisa a la planta de arriba. Cuando regresé a donde estaban las mujeres, Marina me dijo que había oído un coche si era su marido, le dije que sí, que se había subido, ella se quedó con cara de extrañeza. Yo me despedí y me fui con prisas. Había decido espiar a la pareja.

         Los vi y oí discutir, ella le regañaba por no haber dado las buenas noches y él dijo que se le había pasado, que venía con ganas de ducharse y refrescarse. Ella mientras se iba cambiando y la vi completamente desnuda, tenía todo un cuerpazo, buen culo, caderas pronunciadas, unas buenas y enormes tetas, caídas, pero de esas que uno no se hartaría de comérselas y mamárselas durante horas, pezones grandes y oscuros. Ella se acercó a su marido, se veía que tenía ganas de “juerga” pero él le decía que no se pusiera pesada, que al día siguiente había que madrugar… ella enfadada se puso un camisón corto, que tapaba muy poco, lo justito. Vi como cogía un paquete de tabaco y un mechero. Me salí corriendo de la terraza y pensé que saldría de la habitación para fumar, que se iría a la planta de abajo. Pero al no oír que salía, imagine que se quedaría en el salón que tenían.

         Pero la vi apoyada en la barandilla, estaba un poco inclinada, aunque estaba a oscuras, se le veía casi el culo. Me quité la camiseta que llevaba y salí solo con un pantalón corto del pijama sin nada más debajo. Me hice el sorprendido y a ella le paso lo mismo, la única diferencia que a ella se le vio muy real. Me miró fijamente y soltó una humareda por su boca. Volviéndose a la posición que tenía y como si yo no estuviera. Inicie una conversación que no sabía si sería la conversación más breve del mundo.

-Discúlpame, no sabía que habría alguien aquí. Si molesto o prefieres estar sola, me voy.

-No, que va, puedes seguir aquí. (Ni giro la cabeza para responderme)

-Es que aquí se está muy bien, se nota una relajación total.

-Demasiada para mi gusto. (Notaba que sus respuestas eran muy cortantes)

-Veo que no es tu mejor momento, te dejare sola.

- ¿Por qué dices que no es mi mejor momento? (Esta vez sí me miro)

-Pues está claro, tienes un enfado monumental. (Vi cómo me miro seriamente y como le temblaron un poco los labios)

-Es verdad, que me pillo últimamente unos enfados que no son normales.

-Te diré y no es un consejo, que no merece la pena, lo importante es la salud, fíjate en el susto que nos dio mi padre. Bueno que el no tuvo la culpa, es una manera de hablar, ya me entiendes. Eso es lo importante el resto es tontería. Y lo que te pasara con tu marido… olvídalo no merece la pena enfadarse por menudencias. Pero si lo quieres saber, tiene suerte de tener una mujer como tú y lo digo en todos los sentidos, aunque él no se dé cuenta. (Se puso nerviosa y se encendió otro cigarro con el final del que se acaba de fumar)

-Tienes razón, hay cosas más importantes por las que preocuparse. Pero una pregunta… ¿Cómo sabes que ha sido por culpa de mi marido? y porque me has dicho lo de que “tiene suerte de tener una mujer como tú y lo digo en todos los sentidos, aunque él no se dé cuenta”

-Muy fácil, abajo estabas feliz porque ganamos a las arpías (utilice ese término porque sabría que le gustaría, de echo cuando lo oyó, se reflejó una leve sonrisa) has subido a tu habitación y estas aquí cabreada, dos y dos… y con respecto a lo otro, es lo que suele pasar, aburrimiento, rutina… (Me interrumpió)

-…que una se hace mayor…

-Jajaja… no lo podrás decir por ti. (Afirme)

-Si no por quién lo iba a decir… porque no lo voy a decir por Reme o como tú dices por las arpías, porque tengo que reconocer que tanto Miriam como Sonia, están muy bien. Aunque no me hagan gracia.

-Eso es una opinión tuya, la cual no comparto porque si yo tuviera que elegir, me quedaba contigo y eso que haces todo lo posible por no parecer atractiva, con la ropa que te pones, que seguro que la tienes más bonita.

-No sé si será cierto lo que me has dicho, pero menudo subidón de autoestima. Tiene razón tu madre es un encanto.

-Y eso que no me conoces… jajaja.

-Jajaja… ¿Otra pregunta puedo hacer?

-Siempre que no me pidas permiso.

-Vale. Cuando antes abajo hiciste referencia a algo de la biblioteca, ¿Te referías a algo en particular?

-No, a nada en particular (Puse cara de no entender la pregunta) simplemente y te lo puede decir mi madre, soy un gran lector y me gusta coleccionar libros, nunca tiro ninguno. (Su cara se alivió totalmente) Pero… ¿Por qué esa pregunta?

-Porque no entendía el motivo de esa contestación, me llamo la atención. Por si es que estaba mal montada o cualquier cosa de esas.

-Ahora pregunto yo… ¿Por qué no te caen bien Sonia y Miriam?

-Pufff… mejor no decir el porqué, que puedo quedar muy mal.

-Mujer, no se lo voy a contar a nadie.

-Porque me da que están liadas entre ellas, ya está lo dije.

-Y qué más da eso. Lo importante es ser felices y cada persona busca la felicidad como puede. Lo que hace falta en esta vida es tener menos prejuicios, una moral más relajada y todos más contentos. Y no es un reproche hacia ti.

-Como sois los jóvenes, como lo veis todo. Pero ahora que caigo, ¿Qué le pasa a mi forma de vestir?

-Pues que cuando estás trabajando es normal que lleves esa ropa, pero luego, seguro que tienes una ropa más bonita, más sensual… esas cosas. Que no lo digo solo para regalar una visión de ti, lo digo por ti también. Si pillara yo tu armario ya te diría que ropa ponerte…

-Jajaja… seguro.

-Fíjate ese camisón que llevas, te sienta estupendamente, la pena es la falta de luz, para poder verlo mejor.

-Ya vale por esta noche, que hay que descansar, que mañana hay que madrugar, por lo menos yo. Que sepas que me ha sentado muy bien esta charla.

-Pero prométeme una cosa.

- ¿El qué?

-Que mañana charlaremos aquí otra vez, pero por lo menos con una vela.

-Me lo pensare.

         Me quede mirándola cuando se iba y ella al entrar a su habitación en la distancia, se giró me miro y me dijo adiós con la mano. Si mañana por la noche vuelve, es que todo va por muy buen camino y las posibilidades son muchas. Al día siguiente, aunque las tentaciones eran muchas por repetir lo del día anterior y ver si la pillaba en plena “faena” no quise arriesgar esperando a la noche. Llego la noche y ella se subió a cambiar, pero bajo de una manera informal, pero prácticamente como siempre, eso no me agrado mucho. Jugamos la partida pendiente de la noche anterior, pero esta vez hice todo lo posible por perder y así paso. Miriam y Sonia querían jugar la de desempate, pero ocurrió como la noche anterior y Marina dijo que en otro momento. Yo me subí a mi habitación y me puse el pijama de verano, pero esta vez con la parte de arriba también, pero sin nada debajo de los pantalones cortos, que eran holgados. Sali a la terraza y prepare dos sillones de los que había, los puse uno enfrente del otro y deje una luz encendida de mi habitación, para que se pudiera ver algo.

         Pasaba el tiempo y no había rastro ni de ella ni del marido. Oí llegar el coche y por lo que oí después, el marido venia un poco pasadito. Ella se lo reprochaba, sobre todo por si ocasionaba un accidente. Pero él no estaba para entender nada en ese momento y la discusión termino diciéndole que esta noche dormiría en otra habitación añadiendo… “Total para lo que haces por la noche” tosí adrede y ella miro para donde estaba yo.

         Apagué la luz de mi habitación y me senté a seguir esperando. Paso un buen rato, cuando vi que se encendía la luz de la habitación de ella. Cuando ya creía que no saldría, apareció, pero a diferencia de la noche anterior venía con una bata muy fina puesta. Vino hacia donde estaba yo y sin decir nada se sentó en el sitio libre, al hacerlo y cruzar las piernas, la bata se abrió y dejo ver una pierna y ese muslo tan bonito. Se encendió un cigarro.

-Otra vez enfadada, por lo que veo. ¿pero no quedamos en que no te enfadarías?

-Pero es que no puedo evitarlo.

-Oye una cosa, pero… ¿No teníais dos hijos?

-Sí, chico y chica.

- ¿Y dónde están?

-En Irlanda, mejorando su inglés. Pero a ellos les gustaría estar aquí, pero su padre… los mando a Irlanda.

-Mujer, les vendrá bien, que los idiomas son muy importantes, hoy en día. Y no te enfades.

-Es que no me gusta que beba si va a conducir. Eso es lo que me enfada.

-Bueno eso y otras cosas.

- ¿Qué cosas? (Pregunto extrañada)

-Pues que me da que tu estas pasando como me paso a mí, por un tiempo de “sequia” y aunque tú digas que no hace falta, la falta altera…

- ¿Te refieres al sexo? (Pregunto un poco nerviosa)

-Pues claro.

- ¿Y tú que sabrás lo que hacemos mi marido y yo?

-Por lo que le has dicho y con la mala leche que se lo has dicho, solo podía significar una cosa. Pero imagino que, si lo mío era “malo”, lo tuyo teniendo pareja fija, será peor.

-Como comprenderás no voy hablar de eso con un hombre y menos contigo que podías ser mi hijo.

-Lo dicho es una putada. ¿Y cuánto llevas así?

-Si, a ti te lo voy a decir.

-Pues yo lo dije y no me paso nada. Incluso lo mismo te podría ayudar el hablar de eso. (Se quedó pensativa, cruzando y descruzando las piernas varias veces, tapándose con la bata)

-Bastantes meses y ya está.

-Ves como no ha pasado nada. (Yo me estaba poniendo cachondo y mi polla empezaba a animarse)

- (Después de un silencio prolongado) ¿Es que estoy tan mal?

         Esto lo pregunto entre nerviosa y angustiada. Me levante encendí la luz de mi habitación y volví a salir, le dije que se pusiera de pies. Lo dije con firmeza. Ella se levantó, le mire de arriba abajo y le dije que se quitara la bata, que así sería más justo en mi opinión. Ella como un autómata se quitó la bata. La hice girar sobre si misma lentamente. Ese minúsculo camisón, esas largas piernas, hicieron que no lo pudiera evitar, la polla se puso dura y el pantalón de pijama se levantó.

         Cuando termino de dar la vuelta, le dije que era una autentica preciosidad y su marido un gilipollas por no aprovecharla. Ella me dijo que era muy amable, pero que no tenía que mentir y que tampoco… paro de hablar porque de pronto miro para abajo y vio como estaba mi pantalón. Lo único que pude decir fue… “Esta es la prueba de que no miento y discúlpame” cuando reacciono se dio la vuelta, con cara asustada y perpleja, yéndose a toda velocidad para adentro dejándome allí solo. Me parecía que había presionado demasiado.

         Me volví a sentar al fresco, el aire que se levanto era fresquito y me venía bien para relajarme del todo. De pronto la luz que salía de la habitación de Marina se apagó quedando sola la de mi habitación, me levante y la apague, no quería que pudiera molestar la luz. Me di cuenta entonces al quedarse a oscuras todo, que de la habitación de ella salía una tenue luz. Esta vez mi tentación fue superior a mí y me acerque. El ventanal estaba protegido por unas cortinas gruesas y no se trasparentaba nada, eran muy tupidas. Por alguna pequeña ranurita salía algo de luz, pero ni mirando por ahí se podía ver nada. Con suavidad empuje con un dedo para ver si se abría algo el ventanal, pero no hubo manera. Pero vi que por la parte de arriba se apreciaba como más abertura, eran unos ventanales altos, pero yo también lo era. Me fui por uno de los sillones de la terraza y lo puse para poder subirme a él y así lo hice. Cuando logre mirar hacia dentro me quede anonadado.

         Estaba recostada sobre una almohada que estaba en el cabecero de la cama. Tenía el camisón subido, dejando al descubierto su coñito que se lo tocaba con una mano y con la otra se tocaba una teta por encima del camisón. Lo hacía suavemente con delicadeza. Se medió incorporo y se quitó el camisón del todo, quedándose totalmente desnuda. Tenía un pequeño triangulito de pelos en su coñito, pero el resto lo tenía depilado. Ahora se tocaba con más brío y pellizcaba sus pezones in problemas, de vez en cuando se lo llevaba a la boca, tenía unas tetas caídas pero enormes. Dejo de chuparse y pude ver como se apretaba los labios y por sus movimientos, por cómo se retorcía comprendí que se estaba corriendo. Pero no se dio un respiro, volvió a tocarse y esta vez parecía que, con más ganas, tenía una cara de excitación plena, al extremo de que vi cómo se chupaba de una manera exagerada dos dedos, era como si los llenase de saliva, más que deleitarse chupándolos, pero pronto comprendí el porqué. Vi como levantaba su culo y como metía su mano, me daba la sensación de que se lo iba a meter en el culo y aunque no lo pude ver, su cara me decía que lo estaba haciendo. No debía de estar muy cómoda porque se giró, puso una postura casi acrobática y ahora si pude ver que tenía los dedos metidos en el culo, mientras con la otra mano se tocaba el coñito. Volvió a cambiar de postura para acomodarse mejor, se dio la vuelta del todo, quedando su bellísimo culo en pompa, con una mano entre las piernas, que ahora no podía ver lo que hacía, pero lo imaginaba y la otra mano se follaba su culito, su cara estaba literalmente apoyada sobre la almohada y se puso a morderla, estaba claro que se iba a correr y tardo poco por los movimientos extraordinarios que hacía y como se le ponía la cara roja, de aguantar los chillidos. Pero no se paró, se quitó los dedos del culo y siguió ahora tumbada totalmente boca abajo a seguir haciéndose otra paja, cuando en ese momento por un descuido o no sé porque, la silla se rompió y al ser tan estrecho casi caigo fuera de la casa. En la caída que fue estruendosa, me hice daño en una de las piernas y como pude Sali corriendo y me fui para mi habitación, cerrando mi ventanal, corriendo las cortinas y no encendiendo la luz.

         Minutos después pude ver a Marina, que intento abrir mi ventanal con suavidad y como golpeo con las uñas el cristal. Yo no hice absolutamente nada y ella se fue. Luego en la cama estuve pensando que había sido tonto por salir corriendo, ella tonta no era y poca imaginación hacía falta para saber qué es lo que había pasado. Cuando desperté parecía como un niño pequeño, porque no sabía lo que me esperaría al bajar, cuando puse el pie en el suelo, no me haría falta fingir una lesión en el tobillo, me dolía a rabiar, pero hice como si no pasara nada. Antes de hacerlo abrí el ventanal y no quedaba nada del asiento roto.

         Cuando bajé que me encontré con mis padres desayunando y a Marina discutiendo con Héctor. Pregunte que pasaba y mi madre me conto que este domingo tenía que llegar una mujer que habían contratado para que estuviera allí y llegaría mañana por la mañana, cuando llegaban además tres huéspedes más. Pero mi madre me decía que no me entendía tanto enfado, mi padre en voz baja y con una sonrisa dijo… “A esta lo que le hace falta es un buen…” mandándolo callar mi madre.

         Cuando dije buenos días en alto, todo el mundo me respondió y Marina también lo hizo, pero me miro con cara de pocos amigos. Se notaba que era domingo, la gente se había vestido de otra manera diferente. Por lo que se ve todos se iban a un pueblo cercano, el matrimonio mayor aprovechaba para ir a misa y los demás, porque montaban lo que llamaban una feria, pero por lo que dijeron era lo que se llama en otros sitios un mercadillo. Yo dije que me quedaba por culpa de la pierna, que mi madre cuando la vio me pregunto que cuando me paso y yo le conté que fue en el monte, pero que no era nada, solo un poco de descanso y ya estaba. Marina iba vestida esa mañana con un vestido vaporoso y holgado, pero también con un buen escote, pero sin ser muy llamativo.

         Todos se fueron menos ella que dijo que se quedaría para rematar unas cosas que quedaban para mañana. Yo me cogí un libro en concreto Ángeles y demonios de Dan Brown. Lo elegí sin saber de qué iba, pero era el primero que pillé. Me senté y me puse a leerlo, desde el principio me pareció interesante y entretenido. Pero también estaba pendiente de Marina, que la oía trastear por dentro, pero en ningún momento se asomó. Salió una vez para decirme que si necesitaba algo diera una voz, por si estaba por arriba, le dije que no se preocupara que no hacía falta. Vi que se quedaba mirando el libro que leía y me dijo, te gustara es muy bueno, pero además el titulo te va como anillo al dedo, solo tengo una duda, en que bando estarás tú, me pregunto. Antes de contestar me vino a la mente de manera nítida, las dos veces que la vi masturbarse, pero sobre todo la de la noche anterior. Mirándola fijamente le dije, que suponía que todos teníamos un poco de todo. Fue a decir algo, pero se lo debió de pensar mejor y se dio la vuelta para marcharse. Pero reapareció muy decidida a los pocos segundos… “Mira, no eres un niño ya eres un adulto, aunque joven, pero adulto. Lo de anoche, de intentar espiarme, no estuvo nada bien, no puedes violar la intimidad de las personas, no está nada bien, que te quede claro y espero que no vuelva a ocurrir” todo esto me lo dijo con voz seria, con un tono duro y enfadado. Quise decir algo, incluso pensé en negar la evidencia, pero me quedé mudo y ella se marchó de una forma airada.

            Tenía que arreglar las cosas, decidí ir a pedir disculpas y reconocer mi error. Estaba en la cocina y estaba apoyada con el culo en pompa, porque estaba escribiendo en una libreta. Era lo único que me faltaba, ver ese culo en esa posición. Ella ni se dio cuenta de mi presencia. Entonces dije… “Marina, tienes razón, mi comportamiento no ha sido el correcto y espero que aceptes mis disculpas” ella se dio la vuelta me miro y su cara fue más amable, trato de hacérmelo más fácil, quitándole importancia y diciéndome, que además había mujeres más jóvenes allí y más bonitas, refiriéndose lógicamente a Miriam y Sonia. Yo le conteste que no le llegaban ni a la suela de los zapatos y ella con cara de satisfacción, pero haciéndose la dura me dijo… “No empecemos, no empecemos…” yo estaba apoyado en una mesa grande que estaba en el centro de la cocina y ella estaba cerca de mí y no me pude contener, era el momento de jugármela. Le agarre con una mano por la cintura y la atraje hacia mí, sin darle tiempo a reaccionar le bese en la boca y ella en un primer momento abrió la boca, besándonos con pasión, pero de pronto corto el beso y dijo “NO… PARA…” retirando su cara de la mía. Pero le agarre y la subí sin ningún esfuerzo a la mesa, cuando se quiso dar cuenta mi mano estaba entre sus muslos, ella quería bajarse de la mesa pero yo no se lo permití y de forma abrupta rompí sus braguitas, agarrándola con fuerza de las piernas la levante un poco y yo hundí mi cara entre sus piernas hasta que conseguí que mi lengua tocara su coñito, ella trato de impedirlo con fuerza e ímpetu, pero cuando logre dar las primeras lametadas en su coño y su clítoris, note como flaqueaba, hasta que se tumbó sobre la mesa y note como me acariciaba la cabeza. Ya estaba como que yo quería. Después de tantos meses sin estar con una mujer, me estaba sabiendo a gloria.

            Al principio con voz apagada solo decía que eso no estaba bien, que era de locos, que lo dejara, que era mejor que paráramos. Pero una cosa era lo que decía y otra lo que hacía. Porque además de acariciar mi cabeza, de vez en cuando levantaba un poco las caderas para que mi lengua le chupara mejor y también apretaba mi cabeza. Hasta que por fin la oí decir en un tono alto y excitado… “AHORA NO TE PARES, POR FAVOR NO TE PARES… AAHHHHHH… MADRE MIA QUE… AAAHHHHHHH” retorciéndose como una fiera y apretándose bien contra mi boca. Ella se incorporó, me limpio la boca con una mano y esta vez me dio un beso muy fogoso en la boca, nos la comíamos mutuamente con deseo y mucha calentura. Cuando oímos llegar un coche. Pego un salto de la mesa y con cara de susto me miro como preguntándose qué pasaba. Salí yo para saber quién era y eran Juan y Reme, que me dijeron que ya habían comprado los recuerdos que querían para sus familias, ya que se iban al día siguiente.

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