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“superviviendo”

en Sexo con maduras

 

Buena tarde había pasado con Darina, joven pero que sabía muy bien lo que hacía. Fue una tarde muy deliciosa. Una vez me recompuse y me arregle, llame a Giordana, primero con la intención de pedir disculpas por no haber asistido a la reunión y la segunda para reunirnos en ese momento. Nada más atender mi llamada fue ella la única que hablo… “Me gusta la seriedad y la gente cumplidora. Ahora estoy terminando de perfilar asuntos del trabajo y no puedo atenderte, mañana nos veremos en las oficinas. Adiós, buenas tardes” así de seca, cortante y borde me contesto, yo hable, pero ya había cortado la comunicación, con lo que me cabreaba que me hicieran eso. Mal no, fatal empezaba nuestra relación.

Además de fea, tonta y borde. Llegue a las oficinas, que tenían un fuerte olor a pintura y barniz. Una de las personas que estaban allí, me informaron de que hacía pocos días habían terminado las reformas. Era un edificio antiguo pero bonito y por lo que pude ver bien reformado. Había seis trabajadores. Que estaban allí desde el principio. Se me acerco una mujer como de 60 años, muy seria que, entendiéndonos en inglés, me conto que tenía mi agenda preparada. Que de momento ella y hasta que yo no dispusiese lo contrario, ejercería las funciones de secretaria o coordinadora. Me acompaño y me enseño las oficinas, entre en uno de los despachos grandes que había y me gustaron las vistas, decidí ocupar ese. Me entere de que Giordana había estado la tarde anterior, había elegido otro en la planta de arriba tanto para ella como para mí. Fui a ver los de arriba y la lista de Giordana se había elegido uno a su gusto y a mí me había dado uno, que, aunque era grande las vistas eran horrendas. Así que dije que me quedaba el de abajo.

Esta mujer que me enseñaba todo, que se llamaba Effi, una vez que me enseño todo, hice que se sentara conmigo y me contara, ella llevaba en la empresa más de 30 años. Según la fui dando confianza y cómo, aunque este mal decirlo, enseguida empatizo con la gente, ella bajo sus defensas y se mostró más cercana. Una vez que ella vio que no tenía ninguna prisa por cambiarla, me puso al día de todo. Se había hecho una selección de casi cien personas y yo tendría que seleccionar un máximo de 60, aunque lo ideal o le recomendado eran 50. No entendí eso y ella me explico que la central permitía 60, pero que la “SEÑORA” como se refería ella a Giordana había dicho lo de los 50. No quise hacer ningún comentario, pero ya me estaba jodiendo la Giordana.

Effi, me había preparado ya una agenda para las entrevistas. Yo sabía que al margen de las personas que yo seleccionara, podía elegir a dos o tres personas que estuvieran en la empresa. Ya había pensado en alguien en concreto, pero antes de dar ningún nombre, quería consultarlo con la persona en cuestión para no perjudicar a nadie. Esa misma tarde empezarían las entrevistas. Llego Giordana y cuando se enteró de que me había cambiado de planta monto en cólera, pero al ver a Effi conmigo se contuvo. Guardo las formas. Cuando nos quedamos solos, empezó su perorata sobre como teníamos que funcionar unidos, como debíamos de aparentar ante el resto del personal… mientras ella hablaba, yo me fijaba y se veía que la ropa que llevaba era de marca, muy pija. Otra cosa era el gusto que había tenido para vestirse, no le quedaba nada bien y eso que se notaba que debía de tener muy buen cuerpo, no entendía como no siendo guapa, no sacaba partido al resto de su cuerpo vistiendo de otra forma. Pero a lo que estábamos, una vez que termino su charla-sermón le dije…

-Tienes toda la razón, debemos funcionar los dos como un reloj. Pero el concepto tuyo lo tienes equivocado.

- ¿Equivocado? ¿A qué concepto te refieres?

-Lo que no puedes pretender es que el estar unidos, suponga que tú decides lo que hay que hacer sin consultarme a mí y no conforme con eso te metes en mis funciones.

-Creí que no te molestaría, yo llevo más tiempo en la empresa, yo soy mayor que tú, tengo más experiencia y una cosa que es muy importante mi marido tiene un buen cargo en la empresa, algo que nos puede servir.

-En todo estoy casi de acuerdo contigo, pero yo no me he tomado ni me tomo confianzas contigo, primero porque no nos conocemos y segundo porque la confianza hay que ganársela y eso va para los dos. Además, después de la pataleta (tuve que explicarle que era el sinónimo de un enfado) que te cogiste ayer… Cuando nos conozcamos más, ya veremos qué pasa, porque ahora solo sabemos lo que tu hayas podido averiguar de mí y yo de ti, todo por terceras personas.

-Resultas un poco impertinente siendo tan directo.

-Prefiero resultar impertinente a ojos de los demás siendo claro y directo, que resultar un hipócrita dando la razón porque si y silenciando lo que pienso. Si quieres que nos llevemos bien, tendrás que aprender a ser directa. Ante una duda pregunta que yo seré sincero.

-Ya que pareces tan sincero, que te han dicho de mí.

-No recuerdo muy bien, pero que tenías 44 años, que estabas casada con un hombre que está en el departamento jurídico y que tiene 49 años, del nombre no me acuerdo, no sé si me lo dijeron. Que tienes más de un hijo, que eres economista, que llevas bastante en la empresa y que hablas varios idiomas. Que eres un poco pija, que eres de muy buena familia y bastante arisca, distante… que en lo demás no sé, pero en esto no se han equivocado mucho.

-Yo no me veo así. (Dijo muy seria) Lo único que no soy de dar confianzas, así como así y nunca hablo de mis intimidades. ¿No quieres saber que me dijeron de ti?

-Pues la verdad… que no me preocupa, no tengo curiosidad. Una cosa que se me ha olvidado decirte y que para mí es importante. Cuando antes dejarte caer que tu marido tenía un puesto importante… como ves antes de que tú lo dijeras ya lo sabía. Me da igual, sobre todo si lo has dicho como una “ADVERTENCIA” o para asustar. Que quede claro una cosa, como bien has dicho y lo mismo es por eso, soy joven y ya te lo digo yo sin cargas familiares, por lo que, si me despiden, ya encontrare trabajo… (Rápidamente me corto la palabra)

-De verdad no lo tomes por ahí, no ha sido mi intención que pienses que era una amenaza ni nada parecido de verdad. Si te parece a partir de este momento nos consultamos todo lo que nos incumba a los dos y llegamos a un acuerdo.

-Perfecto, por mi parte no recibirás ninguna intromisión en tus funciones y tú en las mías tampoco. Pero lo que es más fundamental seremos claros entre nosotros y, sobre todo, no nos quedemos con dudas, que lo peor es las dudas y los malos entendidos, para eso la mejor medicina es preguntar. ¿Te parece bien?

-Yo cumpliré, que mis compromisos siempre los cumplo y esto para mí es un compromiso.

 Giordana se marchó a su despacho y yo empecé a preparar las entrevistas que tenía esa tarde, tenía las carpetas sobre la mesa. Antes de hacer nada llame a Noemí, mi intención es que se viniera a trabajar conmigo, que de momento se viniera trasladada sin perder su puesto. El venirse le supondría a parte de las dietas una subida en su nómina. No quería que viniera solo por seguir teniendo algo con ella, lo hacía porque sería buna para el trabajo a desarrollar aquí, era valiosa. Como no quería meter la pata, se lo quería consultar a ella antes de dar el nombre, para que no tuviera presiones. En cuanto se lo dije le dio mucha ilusión, que se le pasaron al momento, tenía que consultarlo con Ferrán su marido. Le dije que, sin prisas, que lo meditara o meditaran lo que hiciera falta, que no quería que se viniera para que luego estuviera con preocupaciones ni malas historias y así quedamos.

Mientras daba un vistazo a los perfiles de las personas que tenía que recibir, me di cuenta de que Giordana no era tan estirada como creía, podía ser que al final nos lleváramos como mínimo normal. Lo que si me dio algo de grima fue el piercing que vi que llevaba en la lengua, me dio hasta grima, no sé, pero no me gustaban los piercings en la lengua. Porque llevaba uno en la nariz, muy discreto y pequeño, que hasta resultaba bonito, sobre todo con el reflejo de la luz.

Cuando termine las entrevistas de ese día, yo creo que tanto los entrevistados como yo nos llevamos la misma sorpresa. Todos eran mayores que yo y por lo que pude ver con bastante más experiencia, de momento no había nadie de mi edad, ni aproximado. Al finalizar la semana ya tenía todas las entrevistas finalizadas. Quería que para el lunes estuviera todo decidido, entre otros motivos, para no tener en la incertidumbre a nadie.

Ese mismo día Giordana y yo cenamos juntos y hablamos de todo, ella tenía menos gente para seleccionar, pero la veía más tranquila, sin preocupaciones ni remordimientos, más fría. Me explico que ella no se llevaba los problemas del trabajo a sus horas de ocio. Que elegiría a los que considerara y ya estaba. Me dijo… “Mañana viene mi marido, que por cierto se llama Sabino. Quiere que comamos o cenemos juntos para conocerte” Le dije que mucha gracia no me hacía, pero que decidiera ella, me dijo que, a comer mejor, que Sabino conocía un restaurante italiano, ya que él conocía bien la ciudad. Me subí rápido a mi habitación y me puse a revisar concienzudamente mis notas y antes de lo que yo pensaba tenía ya la selección hecha, al final no se cubrirían de momento todas las plazas, no porque lo hubiera dicho Giordana, sino porque algunas personas de las que entreviste, según se iban sabía que era imposible contar con ellas.

Por la mañana me prepare para dar una carrera por la ciudad, ya me había preparado una ruta, tenía que desentumecer mis huesos que llevaba mucho tiempo sin correr. Antes de salir fui a desayunar, era bien temprano y me encontré a Giordana. Que iba también vestida para hacer deporte y con un equipo llamativo en sus colores, logre verla sin esa ropa cara, que no le sentaba nada bien. Tenía una figura estupenda, no sabía porque no le sacaba provecho y sus “pectorales” que se veían muy apretados eran voluminosos. Cuando me vio se quedó como cortada. Desayunamos en la misma mesa y al final acodamos ir juntos a correr.

Corría bien, tenía estilo haciéndolo y se dosificaba perfectamente, lo que me indico que era habitual en ella. Durante la carrera hablamos de distintas cosas y le dije que ya había hecho la selección, ella se extrañó y le hice saber mi intención de comunicárselo a los entrevistados el lunes, para que no tuvieran que estar padeciendo. Ella paro de correr y me dijo que no lo podía hacer. Que nosotros teníamos que comunicárselo a la central a personal y ellos se encargarían de hacerlo, de la firma de contratos… y que hasta el viernes siguiente no finalizaba el tiempo para mandarlo, que lo teníamos que mandar los dos juntos. Tenía razón, lo mandaríamos juntos.

La carrera había sido entretenida, aunque lo mejor fu cuando regresamos y retrasándome un poco, pude verla bien por detrás, ver un culo de diez en su tamaño y su forma. Mientras subíamos a nuestros apartamentos comente que tenía que buscar un buen gym y ella me dijo que si lo encontraba que la avisase.

Vi que tenía varias llamadas y antes de ducharme, para que no me molestasen decidí atender las llamadas. Después cuando ya creía que había terminado me llamo Giordana, recordándome que teníamos la comida que no hiciera como la última vez. Estaba ya desnudo a punto de meterme en la ducha, cuando oí que llamaban a la puerta. Lo primero que pille fue una toalla grande, que me puse alrededor de la cintura. Dude en abrir así, porque la única que podía ser era Giordana y no quería que se llevara una mala interpretación, entre otras cosas porque no quería nada con ella.

Me equivoque y me lleve una sorpresa, era de nuevo Darina. Que entro sin invitación y tiro de mi toalla. Se desnudó sin decir nada, solo me miraba fijamente a los ojos. Le pregunte que como es que había venido, si le había dado permiso su marido. Ella sonriendo me dijo que ahora estaba oficialmente de compras. Que había estado esperando verme, pero que tardo en decidirse cuando me vio con la puta fea esa. Que se enteró que estaba alojada en otro apartamento y que por seso vino. Le dije que me dejara antes darme una ducha, que venía de correr y… ella me acompaño a la ducha, me dijo que lo único que tenía que hacer, era no mojar su pelo.

Me enjabonaba con mucha suavidad y se entretenía bien en mi polla y mis huevos, logrando que tuviera una erección fenomenal, me enjabonaba, pegando sus tetas a mi espalda, se recreaba bien y a mi cada vez me tenía más cachondo. Hasta que me cansé y me di la vuelta, nos morreamos a conciencia y luego le di la vuelta, ahora era yo quien la enjabonaba, sobre todo su culito, que mis dedos resbalaban dentro de su ano con mucha facilidad. Mientras con la otra mano acariciaba suavemente su clítoris. Ella se arqueaba, sus ojos cerrados, gimiendo, estaba en pleno trance.  

Nos medió secamos y nos fuimos a la cama, le dije que lamentándolo mucho no podíamos estar mucho tiempo que tenía luego un compromiso ineludible y ella mordiéndome un pezón con rabia hasta que noto que me hizo daño me dijo… “Que, has quedado con la puta esa…” yo se lo confirme y se puso rabiosa, se sentó sobre mi polla y se la metió con mucho cuidado, con lo mojada que estaba y lo apretada que se notaba. Volví a follar su culito con mis dedos y notaba como la otra vez que eso la ponía a mil. Hizo lo mismo, al rato se la saco, me dio la espalda y se quería sentar de nuevo en mi polla, pero yo la aguante, quería follarme ese culo y ella no se dejó, me dijo que eso era solo de su marido. Creía que estaba en broma, pero no, lo decía muy enserio, follamos como desesperados y llegue a meter hasta tres dedos dentro de su culito y ella viciosamente me pedía que los metiera más y que los moviera. Mientras se movía con rabia y se tocaba ella misma, explotando en una corrida monumental.

Como yo no me había corrido, quise cambiar de posición y ella se puso a cuatro patas en el borde de la cama. Yo poniéndome de pie fui hacia ella e intente follarme ese culo tan bonito, al darse cuenta y de manera fulgurante, ella se apartó y me dijo… “NO, NO, NO…” no había manera y de la misma forma que ella, le dije… “Hemos terminado, vete ya que me tengo que vestir” Darina que se había colocado otra vez, se quedó sin habla cuando me oyó decir eso, ella me decía que yo no había terminado y le dije que sí, que prefería acabar yo solo y volví a “invitarla” a que se fuera. Se vistió lentamente como esperando que yo me arrepintiera, pero una vez vestida, fui hacia la puerta y tapándome para que no me viera nadir que pudiera pasar, abrí la puerta y ella se fu, con los ojos hinchados de rabia. Tanta tontería me hizo no darme cuenta de la hora, cuando lo hice me vestí a toda prisa y salí corriendo.

Llegue a la entrada del hall, justo cuando llegaba Giordana y un hombre de la misma altura que ella, con bastantes canas, peinado hacia atrás y un poco pasado de kilos, pero no mucho. Me lo presentó y el saludo fue más caluroso que el que tuve con su mujer el primer día que nos conocimos, el parecía más campechano que ella. El restaurante al que fuimos estaba muy bien y era exclusivamente de comida italiana, comimos muy bien. Durante la comida el me conto de todo, ante gestos de desaprobación de su mujer. Que tenían dos hijos, que los tenían estudiando en Italia, para que no estuvieran todo el tiempo viajando de un lugar para otro…

Nos fuimos a una cafetería cercana al restaurante. Nada más sentarnos Sabino conto que porque no alquilábamos uno de los pisos que estaban junto a las oficinas, que se anunciaban y que eran antiguos, pero recién reformados. Yo le dije que los había visto, que eran muy caros y muy grandes, que a mí me sobraba prácticamente toda la casa. El siguió insistiendo, que nos ahorraríamos el trasporte… por lo que se ve no sé si por el idioma no le había entendido bien. Se refería a que lo alquiláramos entre los dos. Que el además estaría con frecuencia trabajando ahí y que porque no, tenía contactos con la empresa que los alquilaba y que podía conseguir un buen precio.

No sabía que decir ni que responder. Sonó su móvil y respire un poco, él se levantó y se apartó para hablar. Aproveche para preguntar a Giordana que pensaba ella, “Sabino es así, ni pregunta ni consulta, dice lo primero que se le ocurre. La verdad que a mí me da igual, pero no quiero que te sientas forzado a aceptar nada de lo que te diga mi marido, no hay ninguna obligación” su marido se sentó de nuevo y antes de que siguiera con el tema, le dije que podríamos probar. Dio una palmada y dijo… “Bueno una cosa resuelta y ahora queda otra” por la cara y la mirada de Giordana supe que no era nada bueno. “Mira Carlos, mi mujer no se atreve a pedírtelo y menos después de vuestra conversación, por lo que el favor te lo pido yo, no ella y te debo una. Tengo interés en que contrates dentro de tu sección a una persona. Que pienso que es válida, de no serlo, pues en uno o dos meses, se va y ya está, tu no tendrás que despedir a nadie, que de eso me encargare yo, que es un acuerdo que ya tengo cerrado, siempre que tu aceptes”

Mi cara debía de ser como la de Giordana de estupefacción, él se dio cuenta y me dijo… “Mira si quieres hago que venga y decides” tampoco sería tan malo, cedi y le dije vale. Llamo por teléfono, hablo en otro idioma y colgó. Cuando lo hizo le deje claro una cosa, que el que le hiciera ese favor, no quería decir que me debiera nada.

Las sorpresas no acaban ahí, aparecieron Karel y Darina. Me los presentaron y me quede gélido, como se quedó Darina por la cara que puso. Porque Sabino, Karel y Giordana se saludaron de conocerse ya, Darina se vio que no conocía a Giordana. Por lo que se ve Karel trabajaría con Giordana y se trataba de contratar a Darina que trabajaba en lo mismo que yo. Karel dijo que si me había visto por el comedor y yo dije que me parecía que también.

Regresamos al aparta-hotel Giordana y su marido se subieron pronto, nada más llegar, imagino que tenían “trabajos” pendientes. Mientras nosotros nos quedamos hablando, ellos se les notaba preocupados y ella me dijo… “Que no sabían quién era yo, que solo tenía que decirlo y ella se excusaría, no aceptaría el trabajo, para no comprometerme. Luego él me dijo… “Que sería mejor así, porque si se enteraba Giordana iría el a la calle también” yo muy serio le dije a Darina, para que a su vez se lo tradujese bien a su marido… “Vamos a ser profesionales, lo pasado, pasado esta. Como si no hubiera ocurrido nada y de aquí para adelante NO OCURRIRA NADA, ¿ENTENDIDO?” los dos afirmaron con sus cabezas y también dijeron que sí.

Menudo marrón. Pasaron cerca de tres meses. El trabajo funcionaba perfectamente. Giordana y yo vivíamos en el mismo piso, pero prácticamente nos veíamos poquísimo, la relación era cordial y respetuosa, su marido venia de vez en cuando y por los sonidos se desquitaban bien. A mí el trabajo apenas me dejaba tiempo libre, había momentos en los que me desbordaba. La casa era una casa antigua, eran cuatro habitaciones, que los habíamos repartido dos para cada uno, uno para dormir y otro como lugar de trabajo. Un baño no grande, lo siguiente. Había una ducha grande con tres columnas de hidromasaje, una bañera con hidromasaje y una cabina para cuatro personas hecha de madera que era una sauna. Dos lavabos, un inodoro y un bidé. Aun así, se podía montar una pista de baile con el espacio que quedaba. La cocina grande pero menos que el baño. Pegada a la cocina una habitación muy pequeñita, con una cama para una persona. Un comedor doble, dividido en comedor propiamente dicho y una sala de estar y finalmente un aseo de cortesía.

Por lo que el baño, tenía que ser compartido entre los dos. Una cosa peculiar es que la puerta del baño era de cristal traslucido y que ninguna puerta tenia cierre para bloquear la puerta. Por lo que quedamos en llamar siempre que una puerta estuviese cerrada.  

Un día quise salir por la ciudad y ver lo que había. Me dijeron varios sitios a donde ir. Como se suele decir estaba loco por “pillar” alguna mujer, llevaba ya tres meses en “blanco”. No hubo manera, entre el cansancio y el aburrimiento que me estaba entrando, me marche a casa, los sitios recomendados eran de pena. Cuando llegue a la casa y como Giordana se solía acostar pronto, seguro que estaría en pleno sueño, no quise hacer nada de ruido y abrí la puerta como si fuera un ladrón, no hice nada de ruido. Cuando cierro la puerta oigo como un quejido profundo. Me quedo parado sin mover ni una pestaña, solo escuchando y oigo más cosas, que no eran precisamente quejidos. Una de dos o se había traído a alguien, cosa que me extrañaba mucho o se está pajeando como una loca.  

Me quite los zapatos para no hacer nada de ruido y como tenía que pasar por su habitación para ir a la mía, de paso… salía luz, eso quería decir que la puerta no estaba bien cerrada. ¿Qué si mire? Pues claro y según miraba, según oía, me ponía más cachondo que nada. Ella estaba a cuatro patas, se veía que tenía un cuerpazo, era su marido, que como hacía casi siempre llegaba sin avisar. Podía ver las grandes tetas de ellas colgando, con unos pezones oscuros y lo más llamativo en el pezón que pillaba mi visión, estaba taladrado por otro piercing. No sé el tiempo que llevarían follando, pero a él se le veía agotado y ella con un vocabulario irreconocible.

No pongo lo que decían en italiano porque lo escribiría mal. Pero ella le pedía más y más, él le decía que estaba echa una puta, que seguro que le ponía los cuernos. El según la follaba le decía que conocía un negro con una polla muy grande como las de las películas que seguro que si la viera se pondría cachondísima. Él le pedía follarla por el culo y ella le decía que no. Salvo que hubiera dos pollas y él le decía que de eso nada. Tan cachondo estaba que me iba a hacer una paja de película. Para disimular volví a irme, saliendo de la misma forma que entre. Pero esta vez sí hice ruido con la llave al entrar y según cerraba la puerta, oí como cerraban la otra puerta. Entre con total naturalidad y después de ir al aseo, me hice tres pajas pensando en lo que había visto.

A la mañana siguiente cuando sonó la alarma, me levante con una erección descomunal, lo de anoche no había bastado, estar en el dique seco no me sentaba nada bien. Cuando fui al baño salía Giordana envuelta en albornoz, me hizo un saludo con la mano y se metió en su habitación. Me duché rápido y me fui a vestir. Cuando salí vestido Giordana me dijo que estaba Sabino que llego por la noche y le dije que me alegraba, como si me hubiera enterado en ese momento. Seguidamente dije que hoy desayunaría fuera me miro extrañada y me fui. Desayune en una cafetería que hacían un tipo de tarta de manzana que me gusto desde el primer día que la probé.

Nada más llegar al trabajo vi a Darina, bueno vi exactamente su deseable culito. Otra cosa que me hizo ponerme peor. Hoy me follaría hasta a Effi, estaba que me subía por las paredes y ya veía a Giordana de otra manera, la veía voluptuosa, caliente, seductora y con un punto de perversión maléfica, que me ponía fuera de mí. Estaba en mi despacho con esos pensamientos ocupando mi cabeza. Para despejarme un poco y distraer la mente, me di una vuelta para ver cómo le iba a la gente su trabajo, eso lo hacía bastante a menudo, intercambiando charlas de trabajo y de otro tipo, trataba de tener cercanía.

En el recorrido el que se encargaba del grupo de Darina, Mark un hombre de 56 años, me dijo de hablar un momento conmigo. Nos subimos a mi despacho. Me puso al día de todo y al terminar, el hombre preocupado me dijo… “Tengo un problema con la Srta. Darina. Es muy buena en lo suyo, desde el principio se esfuerza al máximo, pero lleva una semana que no la veo igual, esta como desconcentrada y retrasa a los demás, he hablado con ella, pero dice que está bien, pero no, no la veo bien, me ha costado mucho decírselo, pero es mi obligación” él no sabía que yo la conocía de antes, le di las gracias por contármelo y le dije que lo dejara de mi mano.

Desde mi ordenador, yo podía ver el trabajo desarrollado por cada persona. Lo que más me llamo la atención fue que Darina en esos días prácticamente no había usado su ordenador. Llame a Effi y le pregunte, porque ella sabía todo lo que sucedía, como lo lograba yo no lo sabía ni le pregunte. Me confirmo lo que me dijo Mark, que se la veía descentrada, despistada, como en otro mundo. Mi primera pregunta era saber que le pasaba, si estaba enferma, si tomaba algo raro, problemas familiares… Effi no pudo aclararlo, trato de hablarlo con ella, pero le respondió que estaba bien. Después de almorzar que suba a verme.

Me entretuve un poco más de lo de costumbre y cuando llegué a mi despacho Darina hablaba muy seria con Effi. Las saludé me metí en mi despacho. Me concentré, me puse en plan zen, porque lo que tenía ahora era un buen problema. Llame por el teléfono a Effi y le dije que pasara la Srta. Darina, se abrió la puerta y ella tratándome de usted me saludo de nuevo. Muy serio le dije a Effi que no estaba para nadie. Cerro la puerta, Darina continuaba de pie, me levante yo hice que se sentara en unos sillones que había y yo me senté en otro.

-Vamos Darina, vamos a dejarnos de tonterías, ¿Qué te pasa? Y a mí no me digas que nada.

-De verdad Carlos, son tonterías.

-Sí, pero esas tonterías te perjudican en tu trabajo, que a la vez retrasas a los demás y tu jefe se queja con razón. Yo mismo he comprobado que prácticamente ni has tocado tu ordenador en una semana.

-Es que no me ibas a entender y seguro que te disgustaras conmigo.

-Aunque me disguste, suéltalo.

-Ya te dije sin conocerla que la Señora Giordana era una mala puta. Lo dije sin saber, pero te lo confirmo. Es eso, ella es la culpable.

-Es que se ha metido en tu trabajo… (Es que me extrañaba)

-No que va, ya quisiera yo que fuera eso y si me lo vas a preguntar, no tiene nada con mi marido.

- ¿Entonces?

-Es una tirana. Karel trabaja más que nadie y si eso no fuera bastante, llega tarde del trabajo y encima se lo trae a casa.

- ¿Y eso que tiene que ver con tu trabajo? (Pregunte extrañado) porque yo que sepa, salvo momentos muy puntuales, tú y los demás os vais a la hora.

-No, si contigo nadie tiene queja, todo lo contrario, pero los que están bajo las ordenes d ella… están hartos.

-Bueno mujer ya se irán arreglando las cosas. Pero sospecho que hay algo que no me cuentas. (Mientras decía eso no podía parar de ver esas esplendidas piernas) Porque además tu marido precisamente puede hablar con ella tranquilamente, que son amigos.

-Sí, pero mi Karel no sabe decir que no.

-Te repito hay algo que no me cuentas. (Se puso muy colorada) Venga dímelo, que quedara entre nosotros.

-Tú me conoces algo, sabes como soy. Me refiero en el sexo. Soy muy caliente y mi marido desde que estamos aquí, me toca de tarde en tarde y mal tocada. Esta siempre cansado y tampoco quiere salir… sé que no me entenderás, pero es eso. (Me quede en silencio y ella también durante un rato)

-Me has pillado sin saber que decirte y créeme que, si te entiendo, te entiendo muy bien. Yo más o menos estoy igual, la única diferencia que aquí estoy al pie del cañón. Recupérate y vuelve a ser la misma de antes, que el trabajo también distrae. (Yo le decía eso no muy convencido y con ganas de tírame encima de ella, me levante para dar por zanjada la charla y ella hizo lo mismo)

-Gracias por escucharme y perdona por haber recibido una queja por mi culpa. (Ya estábamos casi en la misma puerta y ella iba delante, no lo pude aguantar, le di un buen azote en el culo)

-Ahora vas a ir al servicio o donde sea y volverás sin nada debajo de esa falda. Tendrá que ser rápido, pero me la chuparas y te follare. ¿Crees que eso te animara?

-En cinco minutos estoy aquí. (Esa fue toda su respuesta)

Nada más irse Effi me pregunto y le dije que eran por temas laborales, que ahora vendría otra vez. Estando los dos hablando ella llego con unas carpetas. Entro y cerró la puerta. No hablamos ella estaba agachada desabrochando mi pantalón y me bajo todo, dejando mi polla a su disposición, la chupaba y se oía murmullos de placer, no sé quién de los dos estaba más necesitado. Tan cachondo estaba que tuve que parar su mamada o me correría sin remisión. Nos fuimos para los sillones, me senté y ella se sentó de espaldas a mí, no me tenía que decir más, mi polla follaba su coñito y dos de mis dedos su culito, mientras ella se tocaba y ahora si podía verlo bien, por la cristalera. En voz muy baja le dije que me correría ya y ella se limitó a mover la cabeza diciendo si y apretaba sus labios para que no se escapase ningún sonido.

Los dos notamos cuando nos corrimos, lo hicimos a la vez. Muy silencioso, pero a mí me sentó y me supo a gloria. Pero nuestra respiración era como si hubiéramos follado durante horas. Se limpió con unos pañuelos de papel y yo también. Nos recuperamos y cuando a ella se le bajaron los colores de su cara se dispuso a irse. Le dije si estaba bien y ella me morreo “indecentemente” para decirme que algún día volvería a por otra vacuna. Nos reímos y yo le dije… “Me parece bien, pero una cosa tienes que tener muy clara, si vuelves, será para que me folle tu culito” su cara sonriente, se trasformó en preocupación y se fue. Effi solo me dijo, pobrecilla que carilla que lleva.

Me quede en mi asiento relajado total, casi me duermo y no me dormí porque sonó mi móvil. Era Pedro, me coloque bien en mi asiento, no me esperaba la llamada, me contaba que la semana siguiente vendrían a donde yo vivía. Estarían una sola noche. Lo cierto que me alegre mucho, fue oírle y pensar en Renata. Le pregunte por ella y solo me contesto que con ganas de verte. No sabía si llegarían el lunes o el martes, que me llamarían antes de salir, total se tardaba una hora y poco más. Les di la dirección de mi trabajo, por si no me podían localizar, que fueran a buscarme. Mucho tiempo sin nada y ahora se vislumbraba un panorama gratificante.

Tenía que pensar cómo hacer para estar con Renata tranquilamente, a mi casa no los podía llevar, distinto seria si fuera solo Renata. Siempre quedaba ir al hotel que ellos utilizaran, aunque es más indiscreto, pero me daba igual. Ese día cuando llegue por la tarde a casa, me encontré con la parejita charlando y salude a Sabino, pero viendo ahora a Giordana con otros ojos. Que después de estar hablando un rato, me dijo que se marchaba al día siguiente y que, si quería algo para Barcelona, que estaría allí una semana. Hice la broma de que podíamos cambiar los puestos y él decía que por él no había problema.

Ellos con la excusa de que él tenía que madrugar se fueron rápidos a “dormir” yo me quede un rato revisando algunos trabajos y en el silencio de la noche, podía escuchar sonidos suaves procedentes de la habitación, nada comparable a lo de la otra noche. Esos sonidos fueron en aumento, aunque se notaba que se estaban conteniendo. Dejé todo y me fui a dormir. Me puse música de relajación, que me ayuda a quedarme dormido profundamente y no es que tenga problemas para dormir, es que es oír esa música y el sopor que me entra es total.

Pero esa noche no iba a ser así, me vino a la cabeza algo que me perturbo. La ocurrencia era muy morbosa, pero podía acabar muy mal y rápidamente la descarte. Pero otra vez que la cabeza empezó a jugarme una mala pasada y me dormí pensando en eso, por la mañana me levanté con el mismo pensamiento y con una erección de caballo. Espere un momento a que se me bajara, para poder salir. Cuando lo hice vi a Giordana, que estaba vestida ya, Sabino se había ido temprano. Me duché y me vestí, toda la casa olía a café penetrante, el café lo traía ella de Italia y era un café que no tenía comparación.

Ella muy amable me sirvió uno, mientras desayunaba, la miraba cuando hacia cosas y cuando se ponía de espaldas, me entraban ganas de hacer una locura, pero sabía que esa línea no se podía cruzar. Le comenté que la semana siguiente venia un matrimonio amigo mío y que el día que lo hicieran, me escaparía del trabajo, se lo dije como pura cortesía y ella me dijo que le parecía muy bien, que me serviría para desconectar un poco, que ella algún día lo haría también. El día en el trabajo trascurrió con normalidad, pero antes de irme a comer le dije a Effi que ya no volvería, que mañana nos veríamos.

Comí en el sitio de siempre y luego me fui tranquilamente para casa, iba a comprobar que posibilidades había en la “idea” que me empezó a rondar la noche anterior. Igual que yo había visto a Giordana y Sabino dale que te pego, pudiéndome dar cuenta de que Giordana era más de lo que aparentaba. Se me ocurrió que nos viera a Pedro, Renata y a mí en plena juerga. Ella cuando no estaba su marido, solía llegar bastante tarde, como muy pronto a las diez de la noche. La cuestión es que ella llegara, nosotros ya estuviéramos en mi habitación y ver que hacia ella. Yo sabía que no se iba a meter a la habitación, pero según lo que hiciera… me daría una buena pista.

No me gusto la situación de mi habitación, porque al contrario de la suya, en la mía para que se pudiera ver mi cama, era necesario que la puerta estuviera abierta hasta la mitad como mínimo, muy descarado. Me fije por si con algún reflejo de algún ventanal o algo se pudiera ver algo, pero imposible, me dio mucha rabia. Aunque se me ocurrió que algunas veces el no ver todo claramente, excita más que el verlo. Por ejemplo, cuando una mujer lleva un botón de más desabrochado de una blusa, una minifalda con un buen cruce de piernas… me metí en mi habitación y tenía en mi mesilla un despertador digital que también era radio, encendí la radio en el primer dial que salió, baje mucho el sonido, me fui fuera y deje la puerta abierta exactamente cuatro dedos, algo que pudiera parecer casual. A pesar de tener el volumen bajo, se oía perfectamente, aunque en ese momento yo no entendiera lo que hablaban.

La primera parte ya estaba hecha, ahora me faltaba la segunda y no menos importante, como saber lo que ella hacía. Todo sería cuestión de colocar alguna cam discreta que grabara lo que ocurría en esa zona de la casa. Hice unas pruebas con la cam de mi móvil. Algunos ángulos eran imposibles porque se vería la cam perfectamente. Quedaba una rinconera, donde yo solía dejar cosas mías, pero el Angulo no era el mejor que digamos, pero para lo que yo quería me valía perfectamente. Ahora era cuestión de elegir qué tipo de cam era la mejor, pero en eso no tenía problemas, ya que en mi trabajo teníamos de todo.

Los días siguientes estaba acelerado, estaba todo el día cachondo, me entraban ganas de llamar a Darina, pero no quería dar mi brazo a torcer. Una cosa si me di cuenta, era que Giordana cuando estaba Sabino y le daba marcha, estaba relajada, simpática… parecía otra, pero cuando se iba, a los dos días ya estaba como siempre y según pasaban los días peor. Pedro me volvió a llamar el lunes y yo me relamía pensando que venían para aquí, cuando me llamo para disculparse y posponiéndolo para el martes de la semana siguiente, confirmándome que ese día seguro que estaban aquí. Una semana más, que rabia. Fue lo que pensé. Otra semana de calentura máxima.

Pase la semana con muchos “agobios” ya me parecía a Giordana, que se le notaba mucho. Yo creo que por eso se refugiaba en su trabajo, para no pensar y pasar el tiempo. Era lunes al día siguiente vendrían Pedro y Renata, siempre y cuando no se volviera a torcer todo, pero como no habían llamado estaba ya deseando que llegara el día siguiente. Esa noche Giordana llego pasadas las diez, traía cara de cansada. Le pregunte qué tal el día y ella solo me dijo… “Puafff… bien” y a continuación le pregunte por su marido y más lacónicamente me dijo… “Pues acaba de llegar a América” por lo que se ve allí estaría como dos semanas. Me dio las buenas noches y se marchó a su habitación.

Por la mañana, me levante un poco más tarde, quería coincidir con la señora que venía todos los días a arreglar la casa. Le dije a Giordana que se fuera ella primero que luego la alcanzaba yo. Yo mientras coloque todo el tema de la cam para la noche y cuando llego la señora de la limpieza, le indique que la rinconera no la tocara. Me miro extrañada, encogió los hombros y continuo.

Nada más llegar al trabajo, estaba Giordana esperándome, teníamos que resolver un asunto de unas compras, ella como siempre en esos temas trataba de recortar lo más posible los gastos. Estábamos en total seis personas, Ella y yo, más dos personas más por cada departamento. No había manera de ponernos de acuerdo, estaba inflexible. Entro Effi para avisarme de que me esperaba una pareja. Yo iba a proponer dejar todo para otro día, pero fue Giordana quien lo dijo, fue todo un detalle.

Les presente a Giordana, ellos fueron muy gratos en el saludo, pero Giordana parecía que hacia un favor saludándolos, se notó tanto, que Pedro y Renata se quedaron algo cortados. Dijeron que iban al hotel a dejar todo y que me daban un telefonazo. Cuando se fueron y también se iba a ir Giordana a su despacho, le dije que pasara un segundo al mío que quería decirle una cosa. Hasta Effi se dio cuenta. Nada más cerrar la puerta y de mal humor, con voz alta le dije… “Quien coño te crees que eres para tratar así a un matrimonio amigo mío… ¿Quién ERES TÚ?” Giordana se quedó blanca y sus ojos denotaban sorpresa. Me respondió con voz tranquila… “Discúlpame, no ha sido mi intención, es que esperaba una pareja de tu edad y me sorprendió que fueran de la mía, solo eso” mi respuesta con voz más tranquila, pero con el mismo mal humor… “Si son de tu edad, solo en eso os parecéis, porque no son personas amargadas, son personas que saben vivir la vida, pasarlo bien, en resumidas cuentas, les gusta ser felices. Lo que tienes que hacer tu es aprender a vivir” abrí la puerta del despacho y ella se fue, cuando lo hizo, Effi me paso unos papeles y llevaba una sonrisa contenida.

La verdad que es que me había dado todo igual, pensándolo bien. Me llamaron y nos fuimos a comer. Lo curioso que me enseñaron mas ellos de esa ciudad que yo a ellos. Me pude dar cuenta de que venían bastante. También me dijeron a otros dos sitios que solían ir mucho. Los ojos y la mirada de Renata me decían que estaba loca porque nos fuéramos a follar. Sabía que todavía no podía ser. Mientras yo la iba calentando, diciéndole cosas con doble intención y otras muy directas. Acercaba mi boca a su oído y le decía que pronto me la estaría follando, que mi polla estaba deseosa de estar en su boca. Notaba como cada vez estaba peor y el caso es que yo también me iba poniendo igual. En una cafetería ella me toco mi polla, pasando la mano por encima de mi pantalón y se puso dura enseguida y ella se acercó a mi oído y me dijo… ¿Por qué esperar?

Ya había oscurecido, tomamos lo último y cuando ellos creían que iríamos para su hotel, les dije de ir a mi casa, que los muros son más sólidos y podremos estar más tranquilos, la sonrisa de ella fue una sonrisa pícara. Cuando íbamos andando y a punto de llegar, me preguntaron por la persona que compartía el piso conmigo, les dije que no se preocuparan.

Pasaron al salón y les puse una copa a cada uno, me disculpé y me fui a comprobar las cosas. La de la limpieza no me había hecho caso, lo había movido todo. Rápido lo coloqué nuevamente y lo puse a grabar. Regrese con ellos y yo estaba sin prisa, nos pusimos a meternos mano en el mismo salón Renta y yo ante la atenta mirada de su marido. Ya era el momento de irnos a la habitación, ellos pasaron primero y yo me quede para dejar la puerta como yo quería. Estábamos bastante suaves, pero iba subiendo de tono, yo quería que estuviéramos en lo más alto cuando llegara Giordana, me desconcentraba el estar pendiente de oír la puerta. Llego un momento que mi calentura era tal, que ya me dio igual todo, le estaba comiendo su coñito y me retiraba cuando notaba que se iba a correr, al final pasé de todo se lo comí a tope y ella se corrió y como gritaba.

Ahora ella se dio la vuelta y se puso a comer mi polla, me miraba a mí y a su marido, se la quitaba de la boca y le decía ves como merecía la pena venir, con semejante verga es para venir siempre que se pueda verdad, amorcito y se la volvía a meter en la boca. Cuando oigo la llave abriendo la puerta y ya sí que me puse como yo quería, no sabía si ella escucharía pegada a la puerta o no, pero yo actuaría como si estuviera. Empecé a azotar su culo, se oía muy bien los azotes, le decía… “Vamos puta, chúpala bien, prepárala para que te folle por todos los sitios. Mira el cornudo de tu marido como se hace una paja viéndote” ella al oírme decir todo esto, se sacaba la polla y me pedía que la nalgueara más y más fuerte. Luego miraba a su marido y le decía… “Esto si es un macho, mira como me trata”

Le dije que se diera la vuelta que me la iba a follar, pero antes le dije a su marido… “Vamos Pedro, es un buen cornudo chúpamela y luego la colocas en la entrada del coño de esta putita que tienes por esposa” Pedro así lo hizo y Renata que lo miraba decía que putito como la chupa, venga colócamela y Pedro así lo hizo. Yo la follaba al principio con suavidad y ella culeaba para que fuera más rápido, hasta que me lo pidió a gritos, que se la metiera hasta el fondo. Ella gritaba y le decía al marido que mirara como le daban verga. Le dijo que se metiera debajo y le comiera el bollo. Todo eso y el pensar que Giordana está allí escuchando me ponían más verraco.  La parte culminante llego cuando ella a voces me pidió que le follara su culo otra vez, que se lo llenara de mecos para que luego Pedro se lo comiera todo. Empecé a follarme ese culito, ella se quejaba, pero gimiendo también y con una voz depravación le decía a Pedro… “UUYYYY…. PEDRO… MIRA COMO SE ABRE MI CHIQUITO, MIRA COMO ENTRA… ES UN MAESTRO… COMO ME HACE EL CHIQUITO… AAAHHHH…”

Estuvimos un par de horas más y al final, ellos se vistieron y se fueron sin hacer ruido, a petición mía, para no despertar a la otra persona, que ellos no sabían que era Giordana. Una vez que cerré bien la puerta, estuve tentado de coger todo para ver que se había grabado, pero no me quise arriesgar a que saliera Giordana y sospechara algo, lo deje para el día siguiente. Por la mañana me costó levantarme, pero lo hice a la hora. Giordana estaba como siempre con el café. Siempre pasaba así, porque llegamos al acuerdo por petición de ella, que se levantaría antes, para utilizar ella primero el baño, ya que decía que lo prefería así.

Tomando el café y de una forma muy sutil, me pregunto qué tal me había ido el día libre. Yo haciéndome el tonto, le conté los sitios que me habían enseñado y alguna anécdota de algunos lugares. Ella me pregunto qué sitios habíamos ido por la noche, yo me limite a decir que nada, que tomamos un par de copas y luego cada uno para su sitio. Ella no dijo nada más. Mis planes eran salir un poco antes por la tarde y ver lo que se había grabado, si es que se había grabado algo. Tenía muchas ganas de ver lo que había pasado y a eso había que sumar que la de la limpieza se podía cargar todo. Lo recogí rápidamente y me lo llevé al trabajo.

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