Desde que no era más que un bebé he sentido una tremenda atracción por un buen par de firmes y bien formadas tetas llenas de leche materna. Esta atracción debió empezar el primer día de mi vida y aún hoy día sigo sintiéndola.
Mi mujer es una preciosa pelirroja con unas medidas de ensueño (92-61-82) y una espléndida forma física. El año pasado tuvimos nuestro primer hijo, Rafa. Tres días después de su nacimiento, Estefanía volvió a casa junto con el niño. Esa noche, cuando acabó de dar de mamar al pequeño, decidí preguntarle algo que siempre había deseado saber.
- Estefanía -le dije- ¿Qué sientes cuando das de mamar al
niño?
- No te lo vas a creer, pero... -empezó a decir- La verdad es que es algo muy
excitante. Hay incluso veces que, cuando acabo, tengo el coño empapado por la
excitación.
- ¿En serio? -le pregunté asombrado.
- Sí, completamente en serio -dijo- De hecho, ahora mismo estoy excitadísima.
¿Te gustaría chuparme las tetas un poco? Estoy a punto de reventar.
El que estaba a punto de reventar después de escuchar aquella proposición era yo. No podía creerlo. Casi se me sale la polla de los pantalones con solo pensarlo. Rápidamente, me puse a su lado y ella descubrió sus tetas ante mi hambrienta lengua. Me quedé allí quieto, fascinado, durante un momento y luego empecé a lamer suavemente su areola. Sentí que la piel de sus tetas estaba más tirante de lo que nunca antes había estado... Ajusté mis labios a ella y, al empezar a chupar, la leche comenzó a fluir de sus enormes pezones. ¡Estaba en la gloria! Estefanía se metió dos dedos en el coño y recogió con ellos un poco de su dulce néctar que, a continuación, llevó a mis labios. Vaya combinación... la mejor leche del mundo y la miel más dulce.
Extraje mi polla de los pantalones y la puse delante de la experta boca de Estefanía... Lentamente, se metió el capullo en la boca y sacudió la lengua por toda su extensión para extender el transparente líquido que salía sin cesar de mi polla de 18 cms. Lentamente, bajó la cabeza hasta que tuvo mi miembro enterrado en lo más profundo de su garganta... Luego, con la misma suavidad con que se la había tragado y tras un nuevo giro de su lengua, empezó a bombear mi polla dentro y fuera de su boca. Mordisqueaba la base de mi verga y luego la deslizaba fuera hasta dejar el capullo entre sus labios, el cual chupaba con toda el ansia que yo era capaz de soportar. Justo cuando iba a dar rienda suelta a una tremenda descarga de semen en su hambrienta boca, la aparté de mí.
- Túmbate de espaldas -le pedí, casi sin aliento.
Colocando mi latiente polla entre sus tetas, empecé a moverla de atrás a adelante. Mi mujer apretó sus dos repletos pechos contra mi miembro, proporcionándome una magnífica cubana. La punta de mi polla entraba en su boca lo justo para que me diese uno o dos rápidos lametones, y luego retrocedía de nuevo quedando fuera de su alcance. Estefanía comenzó a masajear sus tetas y noté esa sensación familiar en los huevos.
La leche empezó a fluir de sus tetas lo que hizo que mi polla se deslizase cada vez más rápido por entre sus magníficos globos, cubiertos ya, así como también mi miembro, del precioso y blanco líquido.
- Córrete ahora, cariño -me suplicó al tiempo que mis movimientos se hacían cada vez más rápidos.
El espectáculo que había ante mis ojos unido a las palabras de mi mujer fueron demasiado para mí.
- Me corro, me corro -comencé a gritar- Chúpamela más rápido, Fani... Chupa, chupa... Ahora, cariño... ¡¡¡Ahora!!!
Se bebió hasta la última gota y luego lamió la leche que colgaba de mi ya débil polla. Para sorpresa mía, continuó chupándomela suavemente, lo que hizo que volviese a excitarme rápidamente, listo para una nueva sesión de sexo. Cuando acabó aquel día, Estefanía y yo estábamos más sexualmente satisfechos de lo que nunca antes habíamos estado.
Desde entonces, hemos tenido muchas noches (y días) salvajes, centrados exclusivamente en experimentar nuevos usos para su leche materna... Espero que tenga siempre suficiente para suplir mis necesidades...
Me he corrido otra vez mientras escribía este relato y sé con certeza que algunos de vosotros también lo habéis hecho... Me voy a la cocina a por un buen vaso de leche caliente... Mmmmm...