Sucedió hace ya tiempo, tenía yo 18 años y era un chico muy normal, mas bien tímido y mis experiencias eran más bien limitadas. Pues bien, todo cambio tras el verano, resulta que en mi casa siempre había trabajado una criada muy mayor y esta se había jubilado. Así cundo volví me encontré con Dolores. Era una mulata bien alta y preciosa, de unos 22 años.
Tenía el pelo largo y rizado, unas piernas sin fin, un culo firme y sobre todo un par de tetas inmensas, tan grandes como un balón y unos pezones duros. Aun que todo esto lo supe más tarde. Ya que en sus primeros días vestía ropa muy ancha que no permitía ver sus formas. Pero a la semana, ella seguía viniendo igual, pero una vez mis padres se iban a trabajar y yo me quedaba a sola con ella, se quitaba esas camisetas anchísimas y se quedaba en un top ajustadísimo y en un pantaloncito. A partir de entonces me fije en ella y en sus tetas. Ella era muy simpática y hablábamos mucho, sobre todo le interesaba mis estudios, como si le interesara la ingeniería de telecomunicaciones. Yo a pesar de que todas las noches me la machacaba pensando en sus atributos, no pensaba hacer nada, pero a partir de la segunda semana la situación dio un fuerte giro: una vez mis padres se fueron, ella se quitó la camiseta ancha y me dijo que tenía mucho calor, que si me importaba que se quitara el top, así que se quedó en un sujetador que la apretaba sus enormes tetas, tanto que de vez en cuando se le salía una, justo cuando yo estaba delante.
Yo ya no podía mas, y ella encima seguía: buscaba todo roce posible entre sus tetas y mi cara, como si no me viera, me rozaba el culo y el paquete... todo esto siguió hasta el día. Estaba ella duchándose cuando oí que me llamaba, me pedía que le trajese el champú, me dirigí a su baño, me invito a entrar para dejarlo, pero ella ya estaba desnuda, y la vi, por fin en toda su plenitud, con esa piel morena, ese coño bien depiladito, y sus tetas... una vez fuera llego la gota que colmo el vaso, tras salir de la ducha completamente desnuda se proponía ponerse el delantal así que me pidió ayuda, yo por supuesto fue a ayudarla a anudar el delantal por detrás pero en cuanto sentí que acerca su culo a mi polla dura como el hierro, no pude más. Le di la vuelta, y la empecé a besar, ella, me quito mi ropa y comenzó a chupármela muy suavemente, entre halagos de su longitud y dureza.
Lamía una y otra vez hasta que estalle, dejando en su boca una cantidad inmensa de semen, ella disfrutaba y empezó a esparcírsela por los pezones al instante comencé a lamerlos y a decirle que eran inmensos.
Seguidamente dijo que quería que la penetrara y así hice, por su preciso coño una y otra vez, justo antes de volverme a correr me paró y me indico el ano. Y fue única la sensación, ella como una loca gritando de placer, decía que nunca había sentido una polla tan grande como la mía y que no podía mas, yo finalmente se la saque y se la metí de nuevo en la boca donde descargue de nuevo, ella se la tragaba todo.
Seguimos así años, sobre todo disfrutaba de sus cubanas, ya que con esas enormes tetas el placer era inmenso. Una vez yo acabe la carrera, decidí casarme con la mujer que me había hecho disfrutar tanto, y aunque ella era unos añitos mayor que yo, siempre tuvo marcha.