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Curiosidad de padre (I)

en Amor filial

CURIOSIDAD DE PADRE (Capítulo I)

La luz se encendió de repente. Bryan se apartó de un salto de la ventana, sobresaltado. El albornoz que llevaba puesto se le abrió al darse la vuelta.

- Creía que estabas dormida -dijo desafiante.

Su hija estaba de pie bajo el marco de la puerta. Dirigió la mirada a su dura polla que asomaba por entre los bordes a rayas de su albornoz como la trompa de un elefante intentando salir de su jaula. Bryan se envolvió rápidamente en el albornoz, intentando ignorar el enorme bulto que sobresalía por debajo de su cintura. Cerrando la boca, que se le había quedado abierta al ver la excitada polla de su padre, Deirdre sonrió.

- Y lo estaba -contestó ella- Pero me levanté y no he podido volver a dormirme. Ni tú tampoco, por lo que veo.
- Es sólo que estoy algo inquieto -dijo Bryan.
- Oye. ¿Qué estabas mirando? -preguntó ella, acercándose a la ventana- No se ve nada desde ahí.
- ¡No! -gritó para que no se acercase, pero ya estaba al lado de él, mirando abajo, hacia la casa del vecino.
- Stephanie, cómo te gusta lucirte -se rió, casi para sí misma.

Cuando se mudaron a la casa de al lado hace cinco años, Deirdre se había mostrado algo escéptica ante su nueva vecina, una chica de su misma edad que parecía mucho menos madura que ella. Tan solo unas pocas semanas después eran muy buenas amigas. Todavía seguían siéndolo, aunque algunas veces, las citas de Deirdre con el hermano de Stephanie daban lugar a momentos de tensión en su relación. Deirdre sabía de la afición de su amiga a bañarse en agua perfumada con pétalos de rosa, pero lo que no sabía era que los tomaba a medianoche... ni que dejaba las persianas abiertas.

- Es muy guapa, ¿verdad? -preguntó Deirdre a su padre.
- Eso creo, cariño. Deberías volver a la cama. Es tarde y mañana tienes que ir a clase.
- ¿Y qué hay de ti, papá? Tú tienes que ir a trabajar. Normalmente te duermes antes que yo, al menos cuando mamá está aquí.

Bryan se estremeció al oír nombrar a su mujer, pero se recuperó enseguida.

- No me es tan fácil dormir desde que se no está aquí, ni siquiera después de una semana. Especialmente, después de una semana.
- Así que te quedas levantado mirando a Steph y te masturbas, ¿verdad? ¿Se baña así todas las noches? ¿Y tú? ¿Te masturbas también todas las noches?
- ¡Deirdre! -exclamó, incapaz de pensar en algo útil que decir.
- No pasa nada, papá. Todo el mundo lo hace, aunque la verdad es que nunca había pensado que tú lo hacías, ¿sabes?
- Vete a la cama ahora mismo.
- Sé que todos los chicos de clase lo hacen -siguió hablando, sin importarle que su padre se estuviese poniendo colorado- El pasado otoño nos fuimos de excursión a un rancho, un sitio en el que hacían carreras de caballos, y uno de los caballos se estaba restregando contra una bala de paja. Fue lo más divertido de la excursión. Su polla era grande, enorme, y todos los chicos estaban avergonzados. Apuesto a que todos se pusieron rojos al pensar que su secreto había sido descubierto o algo así. Y luego, cuando al final el caballo se corrió...
- Ya está bien, Deirdre. Ahora, los dos vamos a tomarnos un rato de descanso, ¿vale, cariño?

Deirdre estiró el cuello alrededor de su padre y vio que Stephanie había acabado. El cuarto de baño estaba a oscuras. Se encogió de hombros.

- Buenas noches, papá -dijo, besándole en la mejilla y tocándole la cadera con sus dedos- Que tengas buenos sueños.

Bryan la observó volviendo a su dormitorio. Sus caderas se balanceaban rítmicamente y admiró su figura, sólo parcialmente disimulada por su amplio pijama.

"Hace solo cuatro o cinco años que empezaron a crecerle los pechos", pensó para sí, "Y mírala ahora, con esa forma de andar, con ese cuerpo, hablando de caballos masturbándose. ¿Cómo pasa tan rápido el tiempo?"

La noche siguiente, la del Viernes, Deirdre volvió a salir con el hermano de Stephanie, Patrick. Era casi un año mayor que Deirdre, sus cumpleaños estaban separados sólo por seis días.

Bryan tenía miedo de que su hja le contase a Stephanie que la había estado observando. Mientras, pasada la medianoche, los segundos pasaban para convertirse en minutos, ella era muy puntual, empezó a temer que llegase una llamada de los padres de la chica, luego de la policía, que traería consigo a los periodistas, tras lo cual todos sus compañeros de trabajo se burlarían de él sin piedad. Su mujer probablemente no vería el lado divertido del asunto.

Cinco minutos después de la medianoche, el cuarto de baño de Stephanie se iluminó. Dejó caer su albornoz al embaldosado suelo y, ya desnuda, se inclinó para llenar la bañera de agua para su baño. Mientras jugueteaba con los grifos, intentando conseguir la temperatura correcta, Bryan estudió con atención su adorable y desnudo culo y empezó a acariciarse la polla. Esta noche, no iba a tener que preocuparse de que Deirdre entrase a escondidas otra vez y le descubriese.

Stephanie estaba cada vez más guapa, pensó, mientras esta entraba en la bañera y empezaba a enjabonar sus pechos. Diecisiete años debía ser la edad perfecta. Empezando por la forma de su cuerpo, casi de mujer, pasando por su perfecta piel que nunca volverá a ser tan perfecta, y acabando por los brillantes y claros ojos que no han visto aún problemas de verdad. Sí, los diecisiete era la edad más cercana a la ideal.

Sus dedos no estaban a la vista, pero por el ángulo de sus brazos casi se podía decir que estaban jugueteando entre sus piernas. Algunas veces tenía suerte y ella también se masturbaba, acompañándole a él, algo que había olvidado mencionar a Deirdre. Su hija ya tenía demasiado con lo que sabía.

Bryan apartó una silla de su camino y dejó caer su albornoz en el suelo. Desnudo, se arrodilló sobre él, tocándose su hinchada polla. Cuando Stephanie echó su cabeza hacia atrás, con la boca abierta, obviamente disfrutando del jugueteo de sus dedos en su coño, Bryan empezó a acariciarse con más rapidez.

"Seguramente me correré antes", pensó, "Es lo que suele pasar".

Las luces de la habitación que estaba al lado del cuarto de baño de Stephanie se encendieron de repente y las persianas se entreabrieron. Era el dormitorio de Patrick, eso lo sabía, aunque Patrick nunca había abierto las persianas antes. A través de los finos listones blancos que formaban la persiana, y mirando al dormitorio de Patrick por vez primera, Bryan vio a su hija apartarse de la ventana y subirse a la manta azul que cubría la cama del chico.

Se dio cuenta de que, seguramente, había sido Deirdre la que había abierto la persiana. Dejó de acariciarse la polla y observó a su hija. Luego miró a Stephanie, cuyos pechos subían y bajaban entre sus hombros que se movían sin cesar al masturbarse. Volvió a mirar hacia Deirdre que estaba despasándose los botones de la blusa.

¿Cuál era la obligación de un padre? ¿Matar al cabrón con el que estaba? ¿Llamar por teléfono y decirle que volviese a casa? ¿Ignorar todo y hacerse una paja con la adorable Stephanie?

Perplejo y curioso por lo que su hija estaba haciendo, se levantó quedándose agachado, con la polla apuntando directamente al techo. Patrick la estaba besando, mientras sus manos la rodeaban para desabrocharle el sujetador. Como muchos de los chicos de su edad, aún no tenía maña en el asunto y Deirdre le ayudó, girando 180 grados su sujetador y desabrochándolo desde delante. Los dos, Patrick y su padre, sonrieron complacidos ante la vista de los senos que habían salido atropelladamente de las copas del sujetador. El padre se mordió la comisura de los labios con ansiedad.

Al mismo tiempo, Bryan vio a Stephanie sentarse lentamente dentro de la bañera para luego dejarse caer hacia atrás, obviamente corriéndose, con los ojos cerrados y la boca abierta. Se acarició nuevamente la polla y tocó una gota de líquido preseminal que había salido de la punta. Con un estremecimiento final, la cabeza de Stephanie desapareció bajo el agua y luego volvió a salir. Sacudió la cabeza como si fuese un perro mojado.

Bryan vio que su hija estaba ahora tan desnuda como él, viéndola así por primera vez en varios años. Patrick estaba quitándose la ropa tan rápido como podía y, ya desnudo, empezó a tirar de las sábanas para meterse en la cama, pero Deirdre sacudió la cabeza. Indicándole que se tumbase junto a ella sobre la cama, metió la mano entre las piernas del chico, utilizando su tiesa polla a modo de palanca para hacerle tumbarse de espaldas. Se arrodilló de forma que quedaba de cara hacia su propia casa y bajó la cabeza sobre el regazo de Patrick metiéndose su polla en la boca. Los ojos de Deirdre miraron hacia arriba, hacia el oscuro salón de su casa y le dio un largo lametón a la polla de Patrick.

Incapaz de mirarla a los ojos, aunque sabía que era imposible que ella pudiese ver el interior de la habitación con las luces apagadas, Bryan echó un vistazo a Stephanie. Estaba de pie en la bañera de espaldas a él, secándose lentamente con una toalla. Su culo era exquisito, totalmente distinto a la fofa masa de carne de su mujer, redondo y con la piel tan tirante que estaba seguro de que sería duro como una piedra.

Volvió la mirada a su hija, que estaba bombeando la base de la polla de Patrick con la mano, sus labios envolviendo con firmeza la hinchada cabeza.

"Le está haciendo una paja dentro de su boca", pensó Bryan, "¿Dónde aprenden los chicos estas cosas? ¿Cómo puedo hacer para que se lo enseñe a su madre?"

Bryan era una persona totalmente tradicional en lo referente al sexo, sin contar su vena de mirón, y nunca podría armarse del suficiente valor como para pedirle directamente a su mujer que le hiciese algo así. Su forma de practicar el sexo era bastante normal, nada de cuerdas ni de cadenas, nada perverso... nada. Aunque le habían practicado la vasectomía, solo practicaban el sexo muy de cuando en cuando. Bueno, quizás alguna mamada de vez en cuando, pero incluso en esas ocasiones ella nunca se tragaba el semen, sino que le hacía correrse con la mano. El padre con la vida sexual más correcta de todo el barrio, o al menos eso es lo que suponía, vio a su hija dejar de chupársela a Patrick y subirse encima de él.

Deirdre se detuvo, con su coño rozando la punta de la polla de Patrick. Cogiéndola con la mano derecha, empezó a moverla de atrás a adelante, frotándola contra la abertura de su coño. Luego, mientras inclinaba la cabeza hacia su padre, con la punta de la lengua asomando por entre sus labios, sus pechos se elevaron con una profunda aspiración y descendió suavemente sobre la polla de Patrick hasta que su culo rebotó sobre el vientre del chico.

Bryan se dio cuenta de que se estaba masturbando otra vez. Había dejado de prestar atención por completo a Stephanie y miraba fijamente la polla de Patrick bombeando dentro y fuera de su hija. De repente, las caderas de Patrick se elevaron sobre la cama y los músculos de su culo se contrajeron con fuerza.

"Se está corriendo dentro de mi Deirdre", pensó Bryan, sin dejar de menearse la polla. Un placentero cosquilleo apareció bajo sus huevos, retumbando en su interior, y Bryan expelió un largo y perlado chorro de semen sobre su albornoz. El semen siguió fluyendo sobre la mano de Bryan mientras Patrick se estremecía dentro de su hija. A pesar del rato que hacía que había empezado a correrse, las caderas de Patrick propinaron una última sacudida contra los muslos de Deirdre varios segundos después incluso de que Bryan hubiese acabado de correrse. Entre los huevos de Patrick y el coño de Deirdre podía verse una gran cantidad de espuma blanca.

"Dios mío", pensó Bryan, "ese chico se ha corrido como un caballo".

El chico, Patrick, sacó suavemente su dura polla del interior de Deirdre y se deslizó por la cama de forma que el coño de la chica quedó justo sobre su cara. Su lengua serpenteó dentro de ella. Deirdre echó la cabeza hacia atrás con fuerza, obviamente disfrutando de la sensación.

Bryan enrolló su albornoz formando una bola y salió para tirarlo al cesto de la ropa sucia. No esperó a ver cómo Patrick hacía correrse a su hija.

Una hora después, su hija llamaba a la puerta de su dormitorio.

- ¿Qué quieres, Deirdre? -preguntó- Es muy tarde.

Ella abrió la puerta y entró en el dormitorio de su padre, encendiendo el interruptor de la luz. Desatado, el albornoz que un rato antes había dejado en el cesto de la ropa sucia, estaba ahora sobre el cuerpo de su hija, dejando a la vista su recién follado coño.

- ¿Nos has visto? -preguntó -Quería que lo hicieses. Te has corrido en tu albornoz. Me gusta su tacto sobre mi cuerpo.

Cogió las solapas del albornoz y las apartó, mostrando todo su cuerpo, moviendo el albornoz de un lado a otro, restregándose así el semen de Bryan por la espalda. Este pensó en mentir, pero luego cambió de opinión.

- Sí. He visto cómo te lo follabas... Sí, tú a él y no al revés. Eso lo he visto muy claro. Y me he masturbado, y me he corrido. ¿Vale? ¿Ya estás contenta? Ahora, tienes que dejar de hacerme esto. La próxima vez, dile que se ponga un condón. ¡Buenas noches!

Dijo las últimas palabras con mucho énfasis y enterró la cabeza bajo la almohada, lejos de la luz, lejos de su hija. No cerró la puerta al salir, ni siquiera la oyó marcharse, pero cinco minutos después levantó la vista para ver que ya se había ido.

Bryan no volvió a dormirse aquella noche, su mente llena de imágenes de su hija desnuda y de la polla de Patrick.

Continuará...

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