Me rogó que lo hiciera por detrás, por su culo. Solo había hecho algo así una vez y no me gustó demasiado... pero Pepa era tan excitante que estaba dispuesto a intentarlo de nuevo, y lo cierto es que me alegro de haberlo hecho. Lubriqué su entrada trasera con un poco de vaselina. Ella se situó a cuatro patas en medio de la cama, presentándome la redondez de sus nalgas y su estrecho ojete, invitándome a montarla como si fuera una yegua. El cuadro que se me presentaba era muy excitante.
Sus dos agujeros a la vista, el morado capullo de su culo encima de los pelitos enroscados que rodeaban los labios rojos en forma de almeja de su coño. Su pequeño ojete parecía guiñarme, flexionando y presionando en ansiosa anticipación la invasión de mi erección.
Coloqué mi glande sobre la entrada de su cerrado círculo y lo introduje un poco, dejándolo ahí unos instantes. Podía sentir el latido de su excitación en la presión de su culo.
Mientras me rogaba que la penetrara, le presioné suavemente las nalgas con mis manos, así ambos sentiríamos con más ardor la penetración. Pepa pegó un largo y desgarrado grito cuando le introduje mi erecta polla dentro de su lubricado ojete. Yo sabía que tenía que ser muy cuidadoso y me moví con gran precaución. Aquello era lo mejor tanto para ella como para mí.
Pepa comenzó a perder el control rápidamente. En cuanto empecé a rozarle los nervios de su culo con mi polla, la fricción de su esfínter contra toda la longitud de mi erección me envió a los cielos rápidamente. Pepa se estremeció cuando comenzó el clímax. Su cuerpo entero tembló sin control durante todo el tiempo que le duró el orgasmo. Me mantuve bombeando despacio y firme dentro de su culo, y ella siguió chillando.
Luego sentí una corriente caliente que me erizaba el cuerpo haciéndome gozar. Con un gemido de satisfacción, descargué mi semen dentro del culo de Pepa y perdí mis sentidos en la tormenta de fuego que me producía el orgasmo. Al descargar mi esperma en su culo supe que estaba sintiendo la mejor experiencia de toda mi vida.
Después de aquello, empezó a mamarme la polla mientras yo le chupaba sus grandes y preciosas tetas. Luego salimos con cuidado a la calle, ella con sus tetas al aire y yo con mi verga también al aire, e hicimos el amor desnudos en un oscuro callejón que hay al lado de donde vivimos. Después subimos de nuevo a mi casa y nos bañamos juntos.
Nos vestimos, ella con un traje semitransparente, y nos fuimos al cine. Cuando llegamos al cine, Pepa me dijo que quería ir al baño de caballeros, porque deseaba seguir con lo que habíamos hecho en la cama y en la calle. ¿Tengo que deciros que me pareció una estupenda idea?