LA COJITA
No sé que pasa con las chicas que tienen una minusvalia, que
todas son muy bonitas.
Hace tiempo que llevo observando a una, que tiene una pierna un poco mas corta
que la otra, pero si hay una mujer guapa, es ésa. Cara redondita, ojos negros,
cejas bien perfiladas, nariz un poco respingona, el pelo negro y largo le llega,
casi hasta el pompi, por cierto que enfundado en los pantalones vaqueros que
suele llevar, no se mueve un ápice. Pechos grandes, muy sujetos y que a pesar de
ello cuando va andando, y debido a su cojera, se le mueven como dos flanes.
Eso es lo que llamó la atención. Pensé en lo mucho que me gustaría pasar las
manos por ellos.
Así que pensé: A por ellos. Como sus salidas a la calle son esporádicas, estuve
varios dias al acecho esperando la ocasión oportuna, para establecer un pequeña
relación y un punto de contacto. No sabía, ni me importaba su estado civil. No
lo hacía como otros, para poner cuernos. No. Lo hacía por mi propia
satisfaccion.
Después de varios dias de "vigilancia" por fín la ví. Iba con su carrito de la
compra hacia el mercado próximo. Ni corto ni perezoso, fui tras ella. Se paró en
la carnicería. En el pan. En la verdura y en la fruta. Y ahí intervengo con una
conversación banal, algo chistosa, la hice sonreír y seguí a su lado llevándole
el carrito hasta su casa. La conversación versaba alrededor del tiempo, que si
hace calor, que este año hace mas que el pasado, en fin, chorradas.
Cuando ya estábamos llegando a su casa le dije:
-Me gusta estar contigo, y el próximo día que bajes, también te acompañaré.
-No hace falta, yo me arreglo muy bien a pesar de mi tara.
Pero yo insistí y conseguí su consentimiento. Así pasaron varias semanas, cada
vez mas comunicativas y expresivas.
Me había contado que vivía sola, en compañía de un hermano, el cual por mor de
su trabajo se pasaba todos los días fuera de casa y solamente regresaba los
fines de semana y como tenía novia, también salía, por lo que en realidad estaba
siempre sola, aburriéndose con la T. V.
- Bueno, -le dije- ¿Te importaría que un día de estos fuera a visitarte y
pasáramos la tarde juntos?
Ella dudó un poco, pero al fin dijo:
Bien, ven mañana por la tarde.
Antes de contestarme, vi un destello de sus ojos que indicó a todas luces lo que
pasaría en esa visita. .
Ese día por la mañana, me bañé y restregué, me afeité las pelotas y corté los
pelos de la pelvis hasta dejarla al "cepillo" pero sin pinchar. Me dejé los
cojones tan suaves y finos que parecían de un imberbe. Haciendo esta operación
se me puso tan dura, que tuve que masturbarme
Llegó la hora y me acerqué hasta su casa. Llamé a la puerta y me abrió. La
sorpresa fue grande. Se había pintado y maquillado de tal manera que no parecía
la misma, estaba guapísima. Ella pasó delante de mí. Llevaba puesto un batín de
seda de color verde claro, que al ajustarse a sus caderas, marcaban las bragas
(cosa que a mi me agrada mucho ver) y por arriba, los cierres y tirantes del
sostén. No se pueden imaginar lo cachondo que me puse al verla andar con su
lijera cojera y el consiguiente bamboleo de sus nalgas.
Yo estaba muy nervioso, no se si por la calentura que tenía o porque estaba
deseando ver o por lo que estaba anunciando el hombre del tiempo : Hoy habrá
mucho polvo.
Nos sentamos en un sofá enfrente de la T. V. y empezamos a hablar, un poco
cohibidos.
Tomamos unos refrescos, el ambiente se relajó, pasé mi brazo por sus hombros,
ella se acercó con los labios por delante y nos besamos apasionadamente. La mano
izquierda mía, se fue poco a poco acercando a su escote, y le toqué el pecho
suavemente por encima del sostén, apretando poco a poco con la palma de la mano.
Tenía los ojos cerrados y empezaba a suspirar. Seguí hasta deslizar el tirante
por el hombro. Separé el batín, bajé el otro tirante y aparecieron dos limpios y
hermosos pechos que pedían que fueran besados y mordisqueados, cosa en la que
fueron complacidos al instante. Mis labios iban desde su boca al cuello, a sus
tetas y pezones. Empezaba a agitarse. La puse de pie delante de mí y le quité el
batín. Se pegaba a mí como una lapa. Apretaba su pubis contra el mío, con
movimientos oscilatorios, debido a su cojera, que me hacían enloquecer. La
separé un poco, lo suficiente para yo poder desnudarme. Ella me miró sorprendida
el pene, pene ( de 25 cm) que parecía un bate de béisbol, por lo duro que
estaba.
Y ahí viene la sorpresa: Era virgen. No creía que esa monstruosidad cupiera en
su vagina.
No te preocupes -dije- Si no cabe no la meteré.
Yo sabía que entraría, pero para no asustarla tuve que decirle esa y varias
cosas mas, pues veía que el asunto se estaba enfriando. Cuando se convenció al
fin de que yo decía la verdad (boba es) seguimos con los juegos. Seguía de pie
delante de mi, poco a poco le quité las bragas y apareció un triángulo de pelo
moreno, limpio y brillante, muy bien arreglado por las ingles y que decía:
cómeme. La abracé y la senté nuevamente en el sofá (La T. V. estaba en marcha,
pero maldito lo que nos importaba) Nuevamente empezó a suspirar y gemir con mis
sobos a sus tetas y cuello.
Hago que, estando sentada apoye los pies en el asiento, y así me muestra el
coñito, todo húmedo y resbaladizo para que yo le de un repaso. Empiezo
lentamente lamiendo y besando el interior de sus muslos, las ingles y sus labios
vaginales tremendamente hinchados, dejando para mas tarde el trabajo para el
clítoris. Ya pueden imaginarse como estaba ella. Subía la pelvis de arriba a
bajo, se mesaba los pechos, se pellizcaba los pezones, movía locamente la cabeza
de izquierda a derecha, gemía, apretaba la boca para evitar gritos que pudieran
oír los vecinos y llamaran a la policía.
Mi pene estaba enorme, creo que había crecido aún mas.
Cuando ella y su coñito, ya estaban en condiciones de la penetración (no había
tenido aun ningún orgasmo) y ya no pensaba en la longitud de mi pene, estando
ella en la misma postura, o sea, sentada en el sofá, las piernas abiertas al
máximo y sujetas por los tobillos por sus propias manos, cogí mi prepucio y lo
coloqué encima del clítoris dándole pasadas y mas pasadas, hasta que le llegó un
orgasmo.
Entonces, me dice: Pon el pene en la entrada y empuja un poco, a ver si me entra
que estoy medio loca de ansiedad.
Coloco el prepucio en la entrada de la vagina, y empujo un poco. Ella no se
queja. Vuelvo a empujar y entra otro poco. Sigo y me encuentro una ligera
oposición a la cual no se puede vencer, mas que una manera: Apretando. Hundí de
golpe la polla, y debió hacerle daño pues gritó con fuerza. Pero no dijo que la
sacara ni se retiró, en parte porque yo la tenía bien apalancada. Seguí follando
con mi enorme polla dentro de su vagina, ella moviendose como una ida, gimiendo
como una posesa, presa por mi peso en el sofá, y por una de las casualidades de
la vida, llegamos los al mismo tiempo a un orgasmo espantosamente fuerte y
alucinante que temblaban hasta las paredes del salón.
Estuvimos un rato en la misma posición, yo con mi polla dentro y que no se
encogía. La saqué y me puse de pié. Ella recobró su postura de sentada en el
sofá y acercando su boca a mi capullo, puso sus manos en mis nalgas y lo rodeó
con sus labios y se lo fue tragando. Entraba, salía, entraba, salía. Mi polla
gordísima. Se infló nuevamente a mas no poder y escupió semen, tanto, que
parecía que no me había corrido nunca. Cuando ella se lavantó, habia dejado una
hermosa macha de sangre, fruto de la "cruel" desfloración.
No sabrán Vdes. lo que follar, hasta el momento en que tengan su polla dentro
del coño de una cojita.
Después, a petición mía, los hicimos de pie. Como tiene una pierna mas larga que
otra, sus movimientos eran de arriba a bajo, de izquierda a derecha, en fin que
mi polla bailaba dentro de su vagina como si fuera un yo-yó. Buena corrida nos
dimos los dos, porque si yo disfrutaba con sus movimientos, ella no le iba a la
zaga, pues mi capullo rozaba dentro de su vagina como una manivela.
Continuaban las visitas, una o dos veces por semana, con las mismas actividades,
hasta que un día le dije: Nos falta una cosa. ¿Que nos falta? -dijo-
-Que te la ponga por el culito-
-Ni lo sueñes, con el daño que me hiciste cuando me desvisgaste y con agujerito
que tengo no creo de tu pene pueda entrar.
Igual que cuando la desvirgué, fui convenciéndola, asi que una vez puesta a
calentar de la manera mas convencional, o sea, lamiendole el coño, el culo, las
tetas y llegado el momento de su éxtasis, unté mis dedos con crema lubricante
que yo había traído, y fui lentamente engrasando su orificio anal. .
Ya estaba fuera de sí, así que me dijo: Prueba ya. Se puso a cuatro patas, cogí
mi capullo y lo acerqué al agujero negro, fuí empujando poco a poco, metiendo un
centimetro y sacando, metiendo y sacando, metiendo y sacando, hasta que estuvo
toda dentro. Solo faltaba que entraran los testículos. Empecé el mete/saca con
velocidad, pues no se quejaba, las tetas oscilaban tan rapido que le hacían
daño. Tuve una eyaculación bestial, ella no se había corrido, pero como yo
seguía teniendo la polla dura, la hice dar la vuelta, y en el suelo estuvimos
follando hasta sentir un orgasmo brutal.
Y seguimos viéndonos. Y espero que dure mucho esta relación, que como amigos, no
puede ser mejor.
¡¡Que guapas son las cojitas !! Cuando se entregan, lo hacen
a fondo. Creen que nadie les hace caso. Y no es cierto. Yo si les hago caso-
A todas ellas mi admiración.