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Mama PornoStar (III)

en Amor filial

Durante todo el día mi madre y yo nos evitamos. Pero a llegar la noche ella tomo la iniciativa.

-Creo que puedes empezar con tu "educación"

Yo simplemente no sabía que decir.

Desnúdate – Dijo mi madre con una voz muy sensual.

Lo hice deprisa, sin saber lo que iba a pasar, pero deséanos que mi madre se hubiera decidido a joder conmigo. La verga se me puso automáticamente dura.

A partir de ahora no te harás más pajas

¡¡¿Cómo?!!!- Me dejo completamente frió.

Como has oído. Un hombre debe poder controlar su eyaculación y la mejor es ponerte al limite. Mañana quitare los cerrojos de los cuartos de baño para que no hagas nada a escondida. Y por supuesto se acabo la pornografía

No me lo podía creer.

Ahora, te enseñare un truco de los actores porno. Siéntate en sofá.

Mi polla seguía dura y ella se sentó pegada a mí. Estaba vestida sol con un batín de seda blanca y al sentarse se abrió un poco dejando ver una lencería también blanca de encaje. Desde luego no era la lencería normal para ir por casa. Podía ver como algunos rizos de su coño se escapaban por los lados del tanga diminuto y sus tetas parecían escapar de las copas del sujetador semi-transparente.

Intenta contraer tu pené, hijo

Mama, no entiendo lo que quieres decir.

Que hagas fuerza con tu pollón. Como si contrajeras el culo.

¿Cómo se podía hacer fuerza con la polla? De todas maneras lo intente y me sorprendí cuando mi nabo dio un pequeño salto.

¿Lo ves? Hazlo varias veces seguidas.- dijo mi madre mirando fijamente mi polla en la que había aparecido una gota de liquido preseminal que brillaba en la punta.

Lo hice, mi pene saltaba arriba y abajo y mi madre no perdía detalle de su extraño baile. Al poco sentí una molestia detrás de los huevos y se lo dije a mi madre.

Es normal cariño. Esta bien por ahora pero quiero que repitas esto varias veces al día y que te enfureces en que cada vez dure al menos un minuto. Pero recuerda, nada de masturbarte, no quiero que desperdicies tu semen.

Parecía que todo se había acabado, dejándome con unas terribles ganas de pajearme delante de mi madre.

Mama. ¿Esto para que sirve?

Veras, así fortalecerán los músculos de tu pene. Podrás aguantar mucho más sin correrte. Pero cuando te corras tu leche saldrá con mucha más fuerza y a una mujer le encanta sentir como el semen la inunda.

Mama, me he fijado que los actores porno, se afeitan el pubis ¿Crees que yo debería hacerlo también?

Bueno, nene, eso lo hacen para que parezca más grande. Y creo que tu no lo necesitas.

De todas maneras me gustaría hacerlo; enséñame. ¿O tu también vas a decir que el tamaño no importa?

Bueno, cariño. La verdad es que el tamaño si importa aunque algunas mujeres que no lo quieran reconocer. Pero el tamaño no lo es todo, tienes que saber como hacer que una mujer se sienta a gusto contigo y otras cosas que iras aprendiendo.

Vale, vale, ¿Pero ahora me enseñas a afeitarme las pelotas?

Por toda respuesta me cogió de la mano sonriendo y me llevo al cuarto de baño. Hizo que me sentara en el bidet y saco la maquina de cortar pelo.

Solo voy a recortarlo para que quede más natural y además así no te picara cuando vuelva a crecer.

Puso la maquina en el número 3 y se coloco de rodillas entre mis piernas. El batín se había abierto por completo dejándome ver ese cuerpo delicioso. A pesar de la edad, su vientre era liso y los gruesos pezones se le marcaban claramente a través de la fina tela del sujetador. También la tela del tanga era muy fina y los pelos de su coño no solo se le salían por los lados, sino que empezaban a transparentarse en la mancha de humedad que había aparecido en su entrepierna.

Daba pasadas con la maquina evitando tocar mi polla, pero de vez en cuando sus manos rozaban la base de mi nabo y el contacto era electrizante. Ella intentaba disimular parándose para apartar su largo pelo negro ya que se le iba una y otra vez a la cara. Entonces me sonría con picardía y volvía al trabajo.

Termino recortando con una tijera y se quedo mirando mi carajo como si fuera una obra de arte.

Bueno, creo que al final te afeitare los huevos. ¿Quieres nene?

Claro, mama. Lo que tu quieras.

Mi polla estaba tan dura que latía y mis cojones estaban completamente encogidos. Mi madre tenia que tirar del escroto para tensar la piel antes de enjabonarme y pasarme la maquinilla. En un momento dado mi madre rodeó la base de mi polla con la mano y tiro hacía abajo, dejado mi capullo al descubierto y continuo afeitándome pero con mi polla bien agarrada. Mi liquido preseminal se derramaba lentamente desde la punta de mi nabo y caía por el tronco. Aunque no podía verlo, estaba seguro que ya debían estar manchando los pequeños dedos de mi madre. Ella sentiría sin duda su calor y su viscosidad, pero seguía como si nada. Solo me soltó la polla para afeitar también la base, dejándola al descubierto y realmente parecía que mi polla fuera un par de centímetros más larga.

Ya he terminado, pero ahora tengo que darte un poco de crema hidratante para que no se te irrite la piel.

Se untó las manos con la crema y comenzó a acariciarme dulcemente. Comenzando por la basé y subiendo lentamente. Descubrió el capullo y pasó las yemas de los dedos por la corona del glande; Haciendo que todo mi cuerpo se llenara de fuego frío, nunca había sentido nada parecido.

¡OH! Mira cariño. Te he cortado afeitándote los huevos.

En mi escroto había un hilillo de sangre, tan pequeño que yo no había sentido el corte. Mi madre cerro los ojos y se metió uno de mis huevos en la boca. Sus labios gruesos y sensuales lo sorbieron como si fuera un gajo de naranja. Una vez dentro de su boca lo chupo con fuerza y lo acarició con la punta de la lengua. Nunca creí que tuviera tanta sensibilidad en los huevos, era una sensación completamente diferente. Mi madre seguía con los ojos cerrados y con una cara de viciosa increíble. Abrió la boca, pero solo para atrapar el otro huevo y chuparme los dos a la vez. Su mano había vuelto apoderarse de mi polla pero ahora me estaba masturbando de forma descarada aunque con un ritmo muy lento, como si lo hiciera sin darse cuenta.

Inocentemente le acaricié el pelo y el hechizo se rompió. Mi madre abrió los ojos y se dio cuente de lo que estaba haciendo. Se puso de pie de golpe. Intentando comportarse como si nada hubiera pasado.

-Ya esta. Te ha quedado muy bien... Otra cosa debes dormir desnudo. Quiero que te sientas cómodo con tu cuerpo. Y recuerda que nos debes pajearte.

Y se fue dejándome solo en el cuarto de baño que estaba repleto del perfume de su coño. Tenia unas ganas locas de masturbarme pero me aguate. Simplemente repetí el ejercicio para tonificar mi pene hasta que no pude aguantar el dolor. Desde luego esa noche me costo mucho dormir.

La semana siguiente fue dura. Por la mañana tenia que ir a las clases normales, apenas almorzaba porque mi madre me puso a dieta y enseguida a las clases particulares, cada día de las semana una de las asignaturas importantes y ya casi de noche a clases de kendo (esgrima japonesa) para lo que tenia que ir hasta el centro de la ciudad donde estaba el mejor dojo, el único con un maestro japonés. Allí, una vez más, era la rareza porque todos los alumnos era ejecutivos estresados que me miraban mal. Era una rutina de aprender golpe y contra golpe, una y otra vez. Con un japones con muy mala leche gritándote al oído. Aunque era divertido cuando unos de esos ejecutivos se equivocaba y el maestro le pegaba en la cabeza. Luego soltaba lo que debían ser las peores palabrotas en japonés y nos miraba a todos como si le diéramos asco, mientras que soltaba ese silbido tan característico que traducido del japonés antiguo significa: no me toquéis los cojones.

Aprovechaba el poco tiempo libre que tenia para practicar el ejercicio de polla. Hasta lo hacia en los aseos del instituto, durante los recreos. Era muy duro, empalmarse y no poder hacerte una paja en condiciones. También busque las cintas por toda la casa, pero no encontré ni rastro, me temía que las hubiera tirado a la basura o algo asía. Por su parte mi madre cumplió con la promesa de quitar los cerrojos y más de una vez me pillo bañándome o meando, entonces se limitaba a recordarme que no podía eyacular. También ella empezó a pasearse por la casa con muy poca ropa, no sé si lo hacía a propósito, pero me estaba volviendo loco. Decidí que a ese juego podíamos jugar los dos; así que una que una mañana baje a desayunar completamente desnudo y con la erección mañanera. Al verme, mi madre se puso roja y se atragantó con el café, pero una vez más se comporto como si no pasara nada.

Cuando llego el fin de semana me sentí desilusionado al ver que mis "tias" llegaban normalmente para la reunión de la piscina. Hasta Camila estaba allí. Pero yo ahora las miraba diferente. La abstinencia de toda las semana me había puesto bien caliente y yo solo podía ver mi harem particular. Un grupo de hembras sabrosas. Tetas desbordante, los bikinis metiendose en los culos y los coños bien marcados, tapados solo por unos triangulitos de tela minúsculos.

Subía a mi habitación y me pasé la tarde escuchando música para no pensar. Era casi de noche cuando mi madre llamó ala puerta.

-Hijo, es hora de tu clase – dijo sonriendo.

Me llevó a su habitación donde había una cama de matrimonio y donde me esperaba mi primera maestra; mi "tía" Ángela vestida solo con un camisón de raso blanco. Era la más joven de mis queridas "tías". Tenia 31 años pero aparentaba mucho menos. Todavía actuaba para la productora de mi madre, en papeles de adolescente viciosa o disfrazada de gitana o de árabe, ya que era una latina de piel cobriza con los ojos rasgados, que ahora me estaban mirando con mucho mimo. Era un poco más baja que yo y tenia una cuerpo atlético, trabajado durante muchas horas en el gimnasio. Con hombros torneados y pechos naturales del tamaño de manzanas. El vientre le afeaba un poco al tener marcado los abdominales ligeramente. El culo era soberbio, redondo y alto, increíblemente duro por el ejercicio y una piernas simplemente perfectas.

-Ven nene. Acércate a mí.

-Vamos, hijo. Acercate.

Me temblaba la piernas de emoción y miedo. Ángela me abrazo y busco mi boca con la suya, metiendome la lengua y enroscándola en la mía.

-Siéntela, Siente su cuerpo y su deseo- dijo mi madre- pero no dejes que te domine. Tu debes ser quien mande en todo momento. Si le das suficiente placer a una mujer se volverá adicta a ti y te buscara como una droga, hará cualquier cosa por ti. Si dejas que ella te domine, jugara contigo y luego te dejara tirado como a un perro.

Ángela comenzó a acariciarme, mientras no dejaba de besarme y morderme suavemente los labios y yo por instinto hice los mismo, recorriendo su cuerpo. Poder sentir por primera vez la textura de unos pechos, sentir como se hinchaban de excitación en mis manos y como el pezón se endurecía. Meter la manos bajo el camisón y apretar con fuerza su culo, separando sus cachete y como salto de sorpresa cuando pasé mis dedos por la superficie rugosa de su ano.

Oye, tu sabes mucho para ser tu primera vez- Y me volvió a meter la lengua en la boca mientras que magreaba mi polla por encima del pantalón

 

-Desnúdala- ordeno mi madre. Casi me había olvidado que estaba allí.

Aparte los tirantes del camisón que cayo al suelo por si solo. El cuerpo de Ángela quedó al descubierto. Los pechos eran redondeados con pezones anchos y morenos con una punta de casí un centímetro de largo. En su pequeño coño solo tenia una linea de vellos muy cortos y de un dedo de anchura; dejado a la vista sus labios vaginales y entre ellos asomaba tímidamente un clítoris del tamaños de un garbanzo atravesado por una argolla de plata.

-Vamos, chupale las tetas.- Siguió dando intrusiones mi madre, aunque su voz se estaba volviendo entrecortada.- Has que se sienta una mujer deseada.

Me agarré esas tetas como un desesperado, chupando y mordisqueando los pezones mientras que Ángela me acaricaba el pelo.

-Así... así... Son tuyas, has con ellas lo que quieras. Apriétemelas sin miedo.

Me aparto dulcemente, para empezar a denudarme mientras que volvía besarme. Mi madre nos miraba atentamente pero yo apenas podía pensar en ella. Cuando yo me quedo completamente desnudo. Ángela se sentó en la cama y me atrajo hacía ella. Y comenzó a chuparme la polla. Si la mamada de Camila había sido buena la de Ángela era fantástica. Depuse de todo eran actrices porno y sabían lo que hacían. Pero el estilo de Ángela era más refinado, le gustaba saborear la polla. Había momentos en que se la tragaba por completo y otros en que la recorría con su lengua increíblemente larga.

Cuando estaba apunto de correrme, intente avisarla, pero una vez más mi madre se impuso.

No. Ahora es el momento de dejarte llevar. Disfrútalo, mi niño, disfruta.

Ángela se tragó toda mi leche sin dejar escapar una gota, mientras me miraba buscando mi aprobación. Quise correspóndela comiéndole el coño, pero ella se negó.

Metemela, estoy deseando tenerte dentro.

Se tumbó boca arriba separndo la piernas. Con una mano se separo los labios del coño y con la otra cogió mi polla para guiarla hasta la entada de su vagina. El tacto de las paredes vaginales era como terciopelo húmedo, podía sentir como los músculo se cerraban alrededor del tronco de mi pene succionándolo, queriéndolo todo dentro. Me quede unos segundos quieto disfrutando del momento, hasta que Ángela me envolvió con las pierna obligándome a iniciar el movimiento.

-No te limites a meter y a sacar. Al entrar sube la cadera buscando más contacto con el clítoris y a sacarla baja para rozar el ano. No mantenga siempre el mismo ritmo, sorpréndela, incluso asústala. Pasa de un ritmo suave y profundo a uno rápido y salvaje. Y al contrario, baja el ritmo para que sea ella la que mueva las caderas buscando más contacto

La voz de mi madre tenia un punto de exitación. A través del reflejo de un espejo pude verla a los pies de la cama. Tenia la cara tapada por su largo cabello y su mano derecha estaba dentro de su pantalón frotándose el coño, mientras que con las izquierda amasaba una de sus grandes tetas. ¡Mi madre se estaba masturbando mientras que yo follaba por primera vez! A pesar de haberme corrido ya antes, pude sentir el orgasmo subir por mi espalda, pero conseguí pararlo a tiempo; parecía que el ejercicio había servido para algo.

Ángela no se había dado cuenta de lo que pasaba y me pedía más y más. Me agaró por el culo obligándome a follarla a fondo. Podía sentir la entrada del útero rozar con mi capullo en cada embestida, hasta que Ángela tubo su orgasmo y comenzó a jadear y a gritar.

-¡Sí.... Sí! ¡Me has reventado! ¡OH! ¡Qué gusto!

Entonces yo no pude aguantar más y me corrí dentro de su caliente coño. Parecía que el semen no iba a parar de salir mientras que yo bombeaba con mis ultimas fuerzas. Cuando me separe el semen salió a borbotones del coño de Ángela, mezclado con sus abundantes flujos vaginales.

- Es increíble, me has llenado por completo – susurro Ángela

Yo no sabía si mirar a mi madre, que seguía a los pies de la cama.

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