JUANA (I)
Cuando yo tenía 27 años y Juana 26, ya llevábamos cuatro de novios. Ella vivía sola en la casa que había heredado de su padre y sus hermanas estaban todas casadas.
Yo llevaba ya tiempo queriendo que mi novia me pusiera los cuernos delante de mí. Quería verla joder con varios tíos a la vez, y quería verla con los viejos verdes del pueblo que siempre estaban tonteando con ella. Pero ella se resistía, decía que le daba miedo, que no le gustaban porque eran muy viejos, etc.
En esa época Juana estaba hecha un bombón. Alta, jamona, con una cara muy guapa. Bendita juventud. Y claro los calientes del pueblo la acosaban al verla pasear por las calles.
Un domingo estuvimos en una boda y ella estaba un poco colocadilla y claro se pone siempre un poco cachondona. Ese día, en la boda y en los bares esos tíos se habían metido con ella con el cachondo de siempre. Juana llevaba puesto un vestido muy corto y estaba muy sexy. Era una faldita plisada de vuelo dejando ver sus muslazos musculosos tras los cuales se le iban los ojos a los hombres.
Ese día ella misma se atrevió a proponerme hacer mi fantasía. Yo le dije cómo lo tenía que hacer. Ella solo me puso la condición de que lo tenía que hacer otro día con los chicos jóvenes que le gustaban. Yo cedí.
Así que ella siguiendo mis instrucciones fue a mi padre que en aquel entonces tenía 55 años y le propuso coqueteando que fuera a su casa. Fue bastante descarada, y le puso la condición de que si quería acostarse con ella sólo lo podría hacer si traía a tres tíos mas: Antonio el de la tienda, su tío Francisco (hermano de su difunto padre) y a el médico del pueblo.
O sea, 4 tíos mayores de los que se le insinuaban de vez en cuando. Mi padre (Juan) le dijo que eso estaba hecho. Quedaron a las 12 de la noche en su casa. Yo me fui con ella y me escondí en el armario empotrado en la parte de arriba para presenciarlo todo.
Yo seguí dándole bebida para que no decayese y me ocupe de darle un buen magreo antes de que llegaran los tíos para calentarla. También le dije cómo vestirse. Le quité las medias y le puse unos calcetines blancos. Le dejé la falda corta plisada y una blusita blanca. Parecía una colegiala.
A las 12 en punto llegaron los tíos. Juana los recibió en el salón. Ellos estaban más cortados que de costumbre con ella. Esto no lo vi yo porque estaba en el dormitorio en mi punto de observación. Me lo contó ella después. Juana los hizo sentarse en el sofá y en las sillas y les sirvió unas copas.
Después ella se sentó con ellos en el sofá. Al sentarse la falda se le subió, dejando ver sus muslazos desnudos. Los hombres no quitaban los ojos de ellos y empezaron a bromear con ella.
Juana estaba caliente, les dijo que les iba a ofrecer un espectáculo. Se levantó y puso una suave luz y un disco de música. Se puso a bailar en plan sensual como sólo sabe hacer cuando está calentona y con un puntito.
No se quitó la ropa, solo se magreaba a sí misma, se subía la falda enseñándoles las bragas, movía el culo, las caderas, hacía muecas con los labios, gemía, sacaba la lengua, etc. Al final se desabrochó la blusa casi entera y sin llevar sujetador enseñó algo de sus pequeñas tetitas.
Por último se sacó las braguitas
Juana: ¿Os gustan mis braguitas?
Se las tiró, los tíos estaban fuera de sí, babeando. Todos empalmados. Asombrados. Ella quitó la música y les dijo:
Juana: Venga, a que esperáis? ¿No habláis tanto de que estoy buena cuando me veis?. Pues aquí me tenéis. A ver lo que sois capaces de hacerme
Los cuatro tíos la rodearon y se pusieron a comérsela. Le levantaron la faldita metiéndole mano a sus cachas, a su voluptuoso culo. A morrearla. Le quitaron la blusa, le comieron las tetas todos a la vez.
El médico, más fresco que todos y un poco borracho se bajó y le comió el chocho. Ella les dejó que la llevaran a la habitación donde yo podía observar todo. La cogieron en volandas y se la llevaron a su cama.
Juana se puso con las manos apoyadas sobre la cama con el culo en pompa. Los tíos le levantaban la faldita magreandolole los glúteos. Empezaron a quitarse los pantalones o a sacarse las pollas tiesas.
Ella les dijo que quería vérselas. Las estuvo conociendo una a una, sobándolas todas. Eran pollas más o menos normalitas. Pero cuando su tío se sacó la suya nos quedamos todos pasmados. ¡Qué pedazo de polla, tito! Dijo mi novia.
Era impresionante sobre todo lo ancha y tiesa que estaba. 26 cms de carne enhiesta y dura llena de venas. Juana se las mamó a los cuatro un poco.
Los hombres, ya fuera de sí, la tumbaron en la cama bocarriba, le quitaron toda la ropa y ella sin soltar la estaca de su tío que chupaba con deseo, se espatarró, lo que posibilitó que los otros tres le metieran los dedos en el chocho y en el culo.
El médico se echó sobre ella metiéndosela. Se puso un preservativo, pero ella le dijo:
Juana: No hace falta, Don Sebastián, estoy tomando pastillas. Además, quiero más. Tito, ponte debajo de mí.
Tío: niña, ten cuidado con mi polla!
Juana: no te preocupes tito, que estoy muy cachonda, mira toca, mira como tengo el chocho.
Efectivamente Juana poco a poco se metió el cipote enorme de su tío en su vagina comenzando a moverse despacio ella misma sobre la estaca. Pidió una polla por el culo, cosa que consiguió del médico.
Los otros dos tíos se la pusieron delante de la cara para que ella se las menease y mamase. Así estuvo un rato hasta que todos se corrieron. Juana consiguió hacerlo dos veces y los tíos se vaciaron en sus agujeros bajos y en su boca y cara.
Después descansaron un rato, fumando y charlando. Le preguntaron si estaba satisfecha y ella les dijo que sí. Mi padre le pregunto si ellos eran los viejos verdes que siempre estaban tras ella.
Juana: si, pero hay un viejo, que es demasiado descarado, me da miedo que me viole algún día, Pedro el pastor.
Este era un hombre de unos 60 años muy salido que siempre estaba follandose al ganado que cuidaba. Los tíos le retaron a encamarse con él y ella cachonda perdida aceptó.
Mi padre fue buscarlo mientras tanto Juana les estuvo haciendo una exhibición de su insaciable culo. Trajo de la cocina una colección de vegetales fálicos y con el culo en pompa. Le metieron de todo en su agujero elástico del culo: plátanos, pepinos, calabacines y hasta una berenjena gorda.
Le metieron tres plátanos pelados y Antonio la enculó triturándolos dentro de su recto. Luego mi novia retó a su tío a comerse el batido de plátano.
Tío: claro, que sí de tu culo me como hasta la mierda, sobrina.
El tío se comió el puré conforme salía de su ojete.
Luego el médico sacó de un maletín que trajo cuatro bolas de billar
Médico: Niña, ¿tu crees que te cabrán las cuatro en tus tripas?
Juana: Prueba a ver cabrón. En mi culo cabe todo. Prueba antes metiéndome tu antebrazo.
El médico le metió poco a poco todo su gordo brazo hasta el codo. Al sacárselo fue fácil insertarle las cuatro bolas de billar.
Cuando mi padre volvió con el pastor, todos estaban de nuevo en el salón. Tenían planeado excitarlo al máximo. Juana vestida de nuevo con la faldita dichosa sentada en el sofá. Todos tomando copas.
Pedro se sentó a su lado y no le quitaba ojo de las piernas. Ella se levantó un momento y se montó en una silla para poner algo encima del mueble, así podían verle las cachas.
Pedro estaba salidísimo. Juana volvió a sentarse a su lado más cerca aún . El pastor se inclinó hacia ella y sin poder contenerse le agarró un muslo. Ella se resistía pero sin enfadarse hasta que se canso y le agarró con fuerza el paquete hinchado de la entrepierna de Pedro.
Éste se echó como una bestia sobre ella metiéndole mano por todas parte y besándola, la echo sobre el sofá cayendo sobre ella. Juana pidió a los demás que lo sujetaran. Así lo hicieron. Lo sentaron sujetándolo en el sofá y ella le bajó los pantalones y lo calzones dejando al aire sus cojones y el nabo.
Juana: Ostia, que nabo más gordo!
Pedro tenía un pito no muy largo pero gordo como una berenjena y con un capullo enorme y muy colorado. Se la estuvo chupando un ratito y el pobre hombre se vació enseguida de caliente que estaba, pero no se le aflojó, siguió igual de gorda.
Juana estaba caliente otra vez, se levantó la falda y se quitó las bragas poniéndose en el suelo a cuatro patas. Antonio le dijo al pastor:
Antonio: Venga Pedro, móntala como haces en el cortijo con las ovejas
El pastor se echó como loco sobre ella metiéndosela en el coño de un golpe.
Juana: Aaah! ¡Qué bestia tío!
El la bombeó con fuerza y pronto volvió a correse quedando esta vez satisfecho.
Por último todos volvieron al cuarto donde pude ver cómo la viciosa de mi novia les pidió a todos que le dieran por culo.
Yo esa noche me corrí tres veces viendo las cochinadas de Juana con los viejos verdes. Lo que más asco me dio fue ver cómo les chupaba los culos sucios a los tíos. Lo hacía con vicio frotándose la pipa del coño.