CONCHI (II)
En 2009, una vez que estuvieron de vacaciones en Madrid mi cuñada Pepi con su marido y sus hijos, estando las dos solas en casa, mientras la familia había ido al parque de atracciones, me sorprendió diciéndome que sabía la relación que había tenido con su madre.
Pepi tenía 37 años y estaba en su plenitud como hembra. Tenía un cuerpazo como a mi me gustan, macizo, con un culo espectacular y unas piernas gorditas. Cintura estrecha y anchas caderas.
Empezó a reprocharme las guarrerías que le había hecho con cara de enfadada. Yo me quedé cortada y le pregunté que quién se lo había dicho.
CONCHI: yo solo la he hecho disfrutar, ella le ha gustado. ¿Te lo ha dicho ella?
PEPI: Calla, hija de puta, vas a pagarme todo lo que le has hecho a mi cochina madre o se lo contaré todo a mi hermano, so guarra.
CONCHI: No, por favor, compréndelo Pepi, habla con ella, verás cómo lo comprendes.
PEPI: No, ella no me lo ha contado, no sabe que yo lo sé. Me lo ha contado tu hijo.
CONCHI: Qué, mi Mario?
PEPI: Si, y también me ha contado lo que hace contigo.
Yo me quedé tan decepcionada que me puse a llorar. Mientras Pepi empezó a desnudarse quitándose el vaquero que llevaba
PEPI: No te preocupes cuñada, que también me ha contado que últimamente a ti te gusta que te sometan.
CONCHI:¿Qué haces guarra? ¿Pero qué te has creído tú?
PEPI: Que yo sé lo que te gusta a ti una buena breva como la mía.
Esto último me lo decía mientras se quitaba las bragas enseñándome un pepe muy abultado y gordo, totalmente depilado. Yo me quedé embobada mirándolo.
PEPI: No te asustes puta, que lo vas a pasar conmigo mejor que con mi madre, pero ahora a mi manera. Chúpamelo.
Sin poder contenerme le cogí su enorme culo sobándolo y antes de que mi boca se fuera hacia su mollete le dije:
CONCHI: Dios mío, cuñada, qué culazo tienes, vas por el camino de tu madre.
PEPI: ya me he dado cuenta cómo me lo mirabas últimamente.
CONCHI: es que te has puesto muy macizona.
Empecé a besarle el gordo chocho. Ella se sentó en la encimera de la cocina y abriendo sus patorras me ofreció su hermosa breva jugosa. Me puse a comerle el coño como si fuera el primero que me comía en mi vida. De hecho era el mejor coño que me comía, era hermoso, tiernecito, gordo, hinchado y húmedo.
CONCHI: qué buena que estás hijaputa!
PEPI: Come y calla zorra, que te vas a llevar una jugosa sorpresa.
Efectivamente a los cuatro minutos de comerle el higo, Pepi orgasmeó corriéndose muy fuerte y saliéndole de la vagina un montón de flujo blanco, gran cantidad que parecía leche condensada.
CONCHI: ¿Esto qué es?
PEPI: Cómetelo guarra.
Pepi me cogió la cabeza y yo me chumé la crema que había echado, estaba buena, tenía un sabor parecido al semen, pero mezclado con flujos de mujer.
Después mientras mi cuñada me follaba por el coño con un pepino que sacó del frigorífico, habiéndome quitado las bragas y subido la falda, me contó que desde que era joven eyaculaba cuando se corría pero que antes estaba acomplejada de ello y se lo ocultaba a su marido. Pero que desde hacía un par de años había descubierto los placeres del sexo y ahora disfrutaba compartiendo sus espesas corridas.
CONCHI: entonces cuñada mi Mario te ha contado todo esto?
PEPI: si, y todo lo que os traéis en vuestra familia. Fue un día que estando en mi casa con 18 años me metió mano cuando estaba dormida. Le encanta darme por el culo.
CONCHI: es que tienes un pandero que se la levanta a un muerto cabrona!
PEPI: una noche durmió conmigo y estuvo toda la noche con su picha dentro de mi ojete. Me echó dos o tres polvos y nos quedamos dormidos, pero yo creo que de vez en cuando se movía y se volvía a correr dentro de mí. No sé cuantos polvos me metió en el culo. Al día siguiente estuve echando leche todo el día por el culo.
Pepi me llevó al baño y se puso a cagar, echó un mojón gordo y duro. Esto me calentó mas aún de lo que estaba. A continuación se levantó y apoyándose en el lavabo me ordeno que le limpiara el culo con la lengua.
Yo como loca me lancé a su ojete y se lo dejé limpio de los restos de caca. No tuve bastante con ello sino que le metí mi larga y gorda lengua en el ano degustando sus restos.
PEPI: Que guarra eres Conchi. Cómo te gustan las cochinerías.
CONCHI: Ay cuñada, estoy loca. Te estoy haciendo lo que tu cerda madre me hacía a mí. Cómo me pone el sabor a mierda de tu culo.
PEPI: quita putona, que ahora te lo voy a comer yo.
Pepi y yo cambiamos de postura y me lamió el ojete. Además me metía dedos para agrandármelo. Para mi sorpresa, cogió del váter el mojón que había cagado y me lo metió entero en mi recto.
CONCHI: Agg, guarra, nunca me han hecho eso! Me corrooooo.
PEPI: pero tu si se lo has hecho muchas veces a mi madre, hija puta. Ahora lo vas a tener dentro hasta que yo te diga.
Mi cuñada me hizo correr con la lengua y me dijo que lo teníamos que dejar por ahora que estaban al llegar para comer. Me ordenó que cuando estuviésemos en la mesa, cuando mi hijo se fuera al váter lo siguiera, que ella entretendría a su hermano.
Así fue , cuando estábamos comiendo, yo sin bragas como ella me había dicho, sentí su pie gordito en mi coño. Me masajeó la pipa y luego me metió uno de sus gordos dedos en la vagina.
Mi hijo, cómplice de todo, estaba a mi lado y sin que se diera cuenta nadie me frotaba el clítoris, luego cogió el pie de su tía y me lo incrustó a la fuerza entero en mi coño. Yo me iba a correr de gusto cuando mi cuñada a una señal sacó el pié y me ordenó ir al baño.
Cuando llegué mi hijo estaba sentado en el váter con su polla tiesa.
Mario: mamá, fóllame en el váter como haces desde chica con el tito Ángel.
Me senté sobre él y empecé a follarmelo. Cuando llevábamos un poco me metió dedos en el ojete y me entraron ganas de echar el mojón de su tía.
CONCHI: Hijo, me estoy haciendo caca, para un momento.
Mario: ni hablar puta, lo que quieres es expulsar el mojón de la tita. Échalo para fuera , venga, yo lo cojo.
Lo cagué y el niñato lo cogió sin dejarlo salir del todo me estuvo follando con el mojón metiéndolo y sacándolo del culo sin dejar de darme polla por el coño. Me corrí como una burra. Tuve que morrearlo para que no se escucharan mis gritos en la casa.
Cuando terminé me permitió evacuar la mierda de mi cuñada y me hizo tragar una meada suya.
Mario: Ahora nos vamos a seguir comiendo con mi pis en tu boca y estomago.
A partir de aquel día Pepi ha suplantado a su madre en mi vida, pero también el papel dominante que yo tenía. Ahora ella es la que me pervierte y me somete a sus caprichos, bueno, ella y mi hijo.
Desde entonces hemos montado numeritos en Madrid, Sevilla y en el pueblo en casa de su madre sin que ésta se entere pues no quiere tener relaciones con ella.
También hemos follado con mi hijo las dos, y los dos cabrones me han violado y forzado a hacer guarreras que yo nunca había hecho antes pero se las hacía a mi suegra.
A Pepi no es que le gusten mucho las tías pero disfruta haciéndome guarrerías y también le encanta como yo le como el coño. Ella no me lo come a mí porque dice que le da asco a pesar de chuparme el culo, no la entiendo.
Sin embargo con mi hijo hace de todo y yo me pongo cachonda perdida de ver cómo Mario se folla a su tía tan maciza. Lo que más nos gusta a los tres es:
Mi hijo se tiende, ella se mete en su culo la polla y echándose para atrás se mueve voluptuosamente dándole gustazo al chaval, mientras yo le como el higo pelado hasta que se corre en mi boca y yo me corro masturbándome mientras me bebo su leche.
La última perversión de mi cuñada fue hace cuatro años obligarme a que mi hijo me preñase con 48 años y con trastornos de regla ya. Me hizo follar con mi marido siempre con condón y hacerlo mucho con Mario hasta que me dejó embarazada. Después le dije a mi marido que se había roto un condón.
Con el embarazo mi lívido creció aun más. Follé como nunca. Mi cuerpo se transformó, eché mas culo, mas muslos y más tetas. Después del parto he seguido teniendo este cuerpazo voluptuoso, mi cuñado Ángel dice que estoy más buena que nunca.
Después de cuatro años sigo teniendo leche en mis tetones porque no paran de mamarme toda la familia que me folla.