INMACULADA

Hola cachondos y cachondas, soy Inmacul, la autora. Con este relato ya hago 100 y para celebrarlo voy a contar mi mida sexual que aunque sea aburrida y poco interesante es mi realidad.

Ahora tengo 55 tacos y soy una mujer casada con un hijo. Voy a intentar exponer mis recuerdos sexuales bisexuales desde que tengo recuerdos.

Mis primeros recuerdos se remontan a cuando empezaban a excitarme algunas fotos sexys que veía en las revistas y cuando veía en televisión o en directo los circos donde salían tíos cachas y tías buenas ligeritas de ropa haciendo contorsionismos, malabarismos, trapecios, etc. Notaba como sentía algo en mi chochito, me calentaba e instintivamente me frotaba la vulva.

Recuerdo que una noche durmiendo en la misma cama con mi hermano un año mayor que yo sentí como me metía su picha entre mis piernas y yo le dejé que se corriera entre mis muslos. Solo le dije ¿esto qué es el pito?

Más adelante, empecé a descubrir el sexo de dos formas. Por una parte por las revistas porno de la época que guardaba mi padre, yo se las quitaba y me metía en el cuarto de baño o en mi cama empezando a hacerme mis primeras pajas, alcanzando mis primeros orgasmos.

Por otra parte, con un grupito de amigas cachondonas que a escondidas veíamos las revistas y nos hacíamos pajas unas a otras. Aquellas primeras experiencias eran la ostia, el morbo, lo prohibido, la novedad nos hacían experimentar con nuestros cuerpos que estaban cambiando aunque todavía no teníamos la regla.

Aquellas fueron mis primeras experiencias homosexuales, pero no pasábamos de las pajas, tan solo una vez yo no pude evitar el deseo de comerle el chocho a una amiga.

Yo vivía en un pueblo de la provincia de Sevilla y de vez en cuando iba a casa de unos tíos que tenía en Madrid. Recuerdo que una vez durmiendo con mi tía de treinta y tantos años me puse calentona y no pude resistir de sobarle su culazo e incluso meterle un dedito en su ojete. En cuanto ella me dijo “Inma, qué estás haciendo” me corté y la dejé.

Mis primeras experiencias en el sexo fueron por tanto homosexuales. Desarrollé convirtiéndome en una mujer con un buen cuerpo, grandes tetas como mi madre y culo gordo sobre unas bonitas y contoneadas piernas.

estando también en Madrid en casa de mis tíos empezó mi primera experiencia sentimental y sexual. Por entonces mi hermano mayor de 20 años estaba allí trabajando y tenía una novia llamada Silvia de su misma edad.

Silvia siempre fue muy cariñosa conmigo y una tarde acostadas en la misma cama durmiendo la siesta, yo le metí mano poco a poco tocándole las piernas y el culo. Al final me decidí y le toqué el coño, era la primera vez que tocaba un coño adulto y con pelos. Sorprendentemente mi cuñada se dejó, se dio la vuelta y me besó en los labios.

A partir de entonces nos enamoramos. Tuvimos una relación a escondidas de amor y sexo. Silvia me enseñó todo con respecto al sexo y también me envició a ver revistas de relatos eróticos y pornos.

Toda la vida he estado enamorada de ella y esporádicamente hicimos de todo en la cama incluso estando ella embarazada. Era y es una fiera en el sexo. No obstante cada una seguimos nuestra vida con nuestros respectivos maridos manteniendo nuestro amor oculto.

A partir de entonces me convertí en una viciosa pajillera. Todos los días masturbaba un par de veces tanto en el cuarto de baño como en la cama. Cada vez me gustaba más las perversiones. Me pajeaba oliendo y chupando las bragas usadas de mi madre y los calzoncillos sucios de mi padre.

Leía muchos relatos eróticos pensando en los tíos y tías que había visto durante el día y me habían llamado la atención. Me gustaban las mujeres exuberantes con grandes curvas y los hombres rudos y fuertes. De todas las edades.

Mi mente se convirtió en mi refugio de placer sexual pues no me atreví a llevarlo a la práctica por los prejuicios sociales que me rodeaban y por mi timidez.

En mi adolescencia estaba tan cachonda que en mis pajas me metía de todo en el coño y en el culo, cepillos, la escobilla del váter, un desatascador, pepinos, salchichas, etc. Recuerdo que una vez en casa de una amiga me metí en el cuarto de baño y masturbándome vi una garrafa de vidrio de las grandes y pude introducirme en mi ano el grueso cuello haciéndome hasta sangre.

Tuve tres o cuatro rollos con chicos en mi adolescencia, nada especial. A los veinte años me conquistó mi actual marido. Lo amo, pero no he podido compartir con el todas mis perversiones, siempre me ha frenado y yo lo respeto. Únicamente una vez con treinta años conseguí que se meara sobre mí en la bañera. Nos casamos a los treinta y dos.

A partir de entonces simultanee mi vida sexual normalita con mi pareja y las relaciones esporádicas con mi amante cuñada, con mis fantasías pajilleras y la pornografía. Toda mi vida pajeandome.

Al llegar el nuevo siglo internet y el porno revolucionó mis fantasías y hace unos años me decidí a escribir relatos en esta página como cuando era joven lo hacía en papel pensando en la gente que me rodea y me pone cachonda.

Me gustan todas las perversidades sexuales salvo el sadomasoquismo que sólo me pone cuando es muy suave. También repulso las relaciones no consentidas, me dan asco, así como la violencia

He seguido siendo fiel a mi marido con la excepción de mi eterna amante cuñada y las relaciones ya pasadas que tuve con una compañera de instituto de mi hijo hace unos años y que os conté en la serie de relatos “Las aventuras de María, adolescente cochinona” (partes 1 y 2).

Esta es mi vida sexual, como veis las fantasías sexuales tienen un papel muy importante en mi vida. Me dan mucho placer y morbo.

Como veis este relato no pretende excitaros aunque algunos seguro que lo haré porque hay cachondos que os ponéis con las confesiones reales.

No sé si seguiré escribiendo más relatos, probablemente si cuando me apetezca o se crucen en mi vida más tías o tíos nuevos que me calienten.

Vivan las pollas grandes, vivan las tías buenas, sexo forever!

Gracias por leer mis relatos, agradezco comentarios.