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La chica de la armadura de arcilla (4)

en Lésbicos

-mi lago también está bajo un hechizo ¿sabes?- comentó la princesa a la caballero; mientras devoraban juntas algo de fruta como desayuno – hace muchos mucho años, una bruja maldijo este lugar. No fue una maldición del todo mala, en realidad, si lo vez del punto de vista positivo, es bastante tierno-

-¿una maldición tierna? que yo sepa las maldiciones son malas, pero explícame-

- veraz, “el hechizo lo lanzó hace muchos años una mujer muy hermosa; que vivía en el castillo donde yo estuve prisionera. Esa joven, siempre dedicó su magia a hacer el bien y a traer felicidad al pueblo y a la gente del castillo. Sin embargo, un día (que ni la princesa ni yo supimos decir si era bueno o malo) un joven príncipe llegó de visita al castillo. El traía muchos regalos para conquistar a la princesa, y, pese a todas las expectativas, ninguno fue del agrado de la dama. Era lógico, para que querría la joven joyas y tesoros si con unas palabras mágicas podría conseguir lo que quisiera. El joven príncipe, en su desesperación, se disfrazó de mendigo y fue donde la joven para pedirle un hechizo. Ella no lo reconoció y le concedió la magia que el tanto buscaba; Él quería que, con magia, la bruja le arrancara el corazón y lo pusiera en un cofre, para así podérselo ofrecer a su enamorada. La dama lo hizo, pero como era lógico, le dijo que solo podría durar vivo hasta que cumpliera con la meta de darle el corazón a su amada. El muchacho, ciego de amor, aceptó el trato, y al momento de que le sacaron el corazón… calló muerto.

Fue entonces cuando la joven bruja reconoció a su mal vestido cliente; y cuando, algo tarde, se dio cuenta que éste sí la amaba de verdad. En ese momento, destrozada, la hechicera lanzó la maldición sobre todo el reino; una que asegurara que, en un futuro, esa historia no se volviera a repetir en ninguna parte de la región con ninguno de sus habitantes. Éste consistía en que el reino seria devorado por la selva y, su suelo fértil, sería cubierto de tierra negra que no permitiera que los arboles con fruto fueran comestibles; que todo sería cubierto por oscuridad y tristeza.   Solo cuando alguien amara a  otra persona con la misma intensidad con la que el príncipe la había amado a ella, la oscuridad se comenzaría a transformar en luz, para que así, la persona amada se diera cuenta de que era la razón de vivir de alguien más y no volviera a ocurrir semejante tragedia”.- narró la princesa mientras Helena la contemplaba con ojos maravillados desde el suelo, en donde se encontraba sentada. –Esa es la razón por la cual me encerraron en ésa torre- explicó con nostalgia- Los habitantes del pueblo se encontraban furiosos y desesperados porque la tierra no da frutos comestibles y los animales tampoco podían comer. Muchas de las personas se fueron hacia otros reinos buscando mejores oportunidades. Pero quienes se quedaron, decidieron hacer algo al respecto, por lo que me tomaron presa  y me encerraron en la torre más alta para que algún caballero viniera a salvarme…-

-y aparecí yo- interrumpió Hel con una traviesa sonrisa en el rostro haciendo notar los hoyuelos de sus mejillas y esto le daba un aire aun más inocente de lo que ya era.

- si, y apareciste tu- Alex estaba sentada en una roca, y al decir esta frase se acercó a Hel para acariciar su mejilla derecha con un gesto amoroso.

-bueno- dijo con un tono de voz un poco más grave haciéndola sonar muy sensual – estas frutas las arranqué de esta selva…-

.

.

.

Habían pasado ya dos semanas desde que Helena y Alexandra se habían reunido a las orillas de aquel lago, bajo la sombra del tétrico castillo; y todo comenzaba a cambiar. Desde el hecho de que los frutos no envenenaban a quien los ingiriese e incluso el cielo comenzaba a tornarse azul (antes era eternamente de noche, solo que sin ninguna estrella que irrumpiera aquella oscuridad) hasta el trato que nuestras protagonistas se daban (he de resaltar la tensión sexual que existía entre ellas, tanta química había que con una mirada habrían podido sustentar la energía de todas las antorchas de Torregole)… todo comenzaba a cambiar en aquella parte del reino.

Cada día ambas caminaban, con rumbo a Torregole, siguiendo la orilla del lago (iban a pie porque las amazonas habían robado a Karnor, pero vamos, ellas podían caminar más rápido que el famélico caballo) entre risas, bromas y unas cuantas miradas profundas, las jóvenes avanzan con paso seguro hacia… (En realidad no sabían por que se dirigían a Torregole pero ellas querían ir hacia allá)

Un buen día, mientras Alex se bañaba en el lago y Hel recolectaba madera seca (es difícil encontrar de esa en la humedad de la selva) Alessia regresó. Pero, a diferencia de la ultima vez, ahora venia sola y sin ninguna clase de armas (aunque ella, en si, era la más mortal de todas).

-tranquila, vengo en son de paz- dijo, levantando las palmas de las manos para mostrar su “inocencia”, al ver llegar a Helena a donde se encontraba ella y Alex platicando cómodamente.

-¿qué rayos haces tu aquí?- siseo Hel, a punto de lanzarse hacia ella como una leona defendiendo a sus cachorros.

-te lo dije, vengo en son de paz, solo quería hablar un poco con Alex- y señaló a la princesa con la mano derecha.

-tu no tienes porque hablar con ella ¡tu la raptaste!- dijo a manera de reclamo la ya furiosa e irreconocible Hel.

-eso es algo que ella decidirá, aparte, déjame recordarte que yo no la lastime de ninguna forma ¿o acaso le viste alguna herida?-

-… no, pero aun así ¡lárgate!- (Helena podría ser la caballero más dulce jamás existida y también la más pacifica, pero cuando se enojaba, podría llegar a ser  la más mortal de todas. Y en ese momento, incluso a mi me asustó)

-esta bien. Vámonos Alex- contestó de una tranquila manera  y tendió su mano hacia donde se encontraba la princesa, ésta la tomó, se puso de pie, subió al fuerte e imponente caballo de la guerrera amazona, y se fueron juntas…

Nada había preparado a Hel para semejante acto… nada. Por lo que simplemente calló de rodillas y, envuelta en sus, no muy fuertes,  brazos, lloró bajo la sombra de aquel árbol selvático…

No estaba molesta con Alexandra (¿Cómo podría estar molesta con su tan amada princesa?), no estaba ni siquiera triste por aquel acto… Estaba decepcionada, decepcionada de si misma por no haber podido conquistar el corazón de Alex. Por saber que no era suficiente para una princesa, después de todo, era solo una aprendiz de artesano que quiso ser aventurera. Nunca podría competir contra la princesa amazona que, al parecer, le había ofrecido todo a la Alex.

Tras desahogarse, la caballero se puso de pie y fue a la orilla del lago, tomo arcilla, modeló otra armadura y la coció en la fogata con mucho cuidado.  Cuando terminó se la colocó y se fue en busca de su princesa; pues había disidido que no le importaba lo que ocurriera con ella, su objetivo estaba claro: ganar el corazón de Alexandra y ser merecedora de éste.

Tras varios días de seguir las huellas del caballo de Alessia; Hel pudo encontrar a Alex.  Y la encontró llorando.

-¿Por qué lloras princesa?- Alexandra no podía reconocer que el caballero quien le hablaba era Helena, pues el casco cubría su rostro y ocultaba su cabello.

-por un amor que se ha ido-

-¿amabas a esa persona?-

-aun la amo…- y soltó un desgarrador sollozo que oprimió el pecho de Helena… ahora odiaba más que nunca a Alessia…

-¿ella te lastimó?-

-si, y yo la lastimé a ella-

-Hey, tranquila, no debes llorar mi princesa- Hel se hincó ante ella para poder estar frente a frente,  y secó su lagrimas una a una con mucha ternura.

-¿Quién eres tú?-

-soy un caballero que iba pasando y no soportó la idea de ver llorar a una dama tan hermosa-

-¿un caballero?… yo tenía a conmigo a una caballero, ella me amaba y yo la lastimé al irme con Alessia…-

-ella no te guarda rencor, te lo puedo asegurar- y le dedicó una franca sonrisa, que era imposible de ver a través del casco, mientras acomodaba el cabello de Alex tras su oreja.

-caballero ¿podrías llevarme al reino de Torregole? Hacia allá me dirigía con mi valiente caballero Helena- y ese “mi” se quedo dentro del casco de arcilla de Hel

-será un honor escoltarla, hermosa princesa- e hizo una reverencia

Dos días más tarde, mientras Helena dormía plácidamente utilizando una rama seca como almohada, una hoja de plátano como sabana y la parte hueca de un árbol para cubrirse los ojos de la  luz. La curiosa Alexandra  decidió conocer la identidad del caballero; por lo que fue hacia donde éste se encontraba  y con mucho cuidado le quitó el casco. Cual fue su sorpresa, al darse cuenta que conforme retiraba la protección (muy mala he de decir) sedosos y castaños risos se deslizaban sinuosamente hacia la tierra negra; y dicha impresión aumentó al doble al notar el hermoso y tranquilo rostro que se hallaba aletargado bajo aquel poco seguro casco.

-¡HELENA!- gritó la sorprendida Alex; provocando, con su grito, que la caballero se despertara de sobresalto y tratara de incorporarse, pero, como tenia la cabeza y medio cuerpo dentro  de un árbol,  al levantarse de golpe estrelló la frente y parte de su pecho contra la orilla del viejo tronco despedazando, una vez más, aquella insignificante armadura.

Mientras Hel se recuperaba del golpe y trataba de salir del árbol, sin enterrarse ningún trozo de armadura, Alex estaba sentada con las piernas extendidas y los ojos bien abiertos por la impresión.

No sabía si enojarse porque helena le había mentido, o estar sumamente alagada porque su caballero la siguió para asegurarse de que se encontraba bien y para protegerla (y eso que aun seguía sin hacer un buen trabajo). Y decidió optar por la segunda opción,

Por lo que, justo cuando Helena acababa de ponerse de pie y se estaba sacudiendo los restos de barro y tierra, corrió a sus brazos aferrándose  al pecho de la caballero con todas las fuerzas que sus brazos le permitieron.

-no me vuelvas a dejar bonita- le dijo Helena correspondiendo al abrazo y dándole un tierno beso en la cabeza.

-jamás…-

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