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Es un te encontraré... (5)

en Lésbicos

Capitulo 5

*whatsapp*

Mia Vega: niñas, hoy nos vemos?

Marie Gtz: simón, fuga batos

Sof moreno: Marie no seas naca -.-

Mia vega: jajajajajajaja tsssss la callaron xD

Marie gtz: .l.

Sof moreno: ya, no empiecen las dos. Ps di donde y a que hora Mia

Marie gtz: ps en mi casa, mi abue anda de viaje

Mia vega: pero sin sus respectivos fulanos heee, que no quiero estar de forveralone -.-

Sof moreno: así como andan de insoportables, ni quien los quiera llevar.

Marie gtz: de hecho

Mia vega: entonces a que hora?

Sof moreno: a las 6?

Marie gtz: ps a la hora que quieran, yo no voy a salir hoy

Mia vega: entonces a las 6 mujeres :3

Sof moreno: sip

Marie gtz: si :3

Mia vega: bueno, nos vemos a las 6 entones n.n

Marie gtz: mia, mia, mia, miaaaa!!!

Mia vega: que?

Marie gtz: .l.

Mia vega: -.- cállate Marie, que no te mando a mi apellido pero con R porque te vas corriendo -.-

Marie gtz: ayy :c

Sof moreno: ya niñas. Mia, te esta buscando el doctor Daniel

Mia vega: D: malditooo!!! Ahora que quiere

Sof moreno: no se, pero no se veía muy contento.

Mia vega: AAAA!! D: no sabes las ganas que tengo de patearlo. Marie, me prestas tus tacones de picos?

Sof moreno: jajaja ni modo mujer, o busca al doc Villegas y le dices quee te acompañe

Mia vega: :D mira que lista me saliste mujer :D jejeje ahorita le digo :3 ayy es que ese hombre es un pan de Dios :3

Sof moreno: ya se x3

Mia vega: bueno pues ahí nos vemos :P

Marie Gtz: ayosh

Sof moreno: suerte

¿Que acaso ese idiota aun no había tenido suficiente? Ahora necesito encontrar al doc Villegas antes de que aquel me encuentre.

Al estar buscándolo; pase al lado de la maquina expendedora, y no pude evitar recordar a Isabelle. Ya eran tres días de que la habían dado de alta y era lo más raro del mundo, pues Lucie y yo la extrañábamos. No podía evitar pensar en ella ¿Qué me había hecho esa niña que no lograba sacármela de la cabeza?

-señorita Vega- ¡Fuck!

-Doctor Daniel- dije mientras trataba de poner una falsa sonrisa en mis labrios

-quería preguntarle si aceptaría una cena conmigo esta noche. Todo corre por mi cuenta. Será en un restaurante fino, usted con un vestido lindo… que deje ver esa figura perfecta- su sonrisa lasciva me lograba erizar la piel – yo con traje, un buen vino. ¿Qué dice? ¿Acepta? Para demostrar que no hay rencores por lo del otro día-

Eso ultimo me metió un poco de duda. Después de la forma en la que le había hablado creí que tendría que recursar ese semestre. Pero ahora me daba la oportunidad de enmendar las cosas con una simple cena. Ya había escuchado entes que en las cenas con él no pasaba nada, que solo cenaban, platicaba, y comían a gusto. Pero…

-esta bien doctor. Que sea una cena de colegas y nada más.-

-perfecto señorita, ¿mañana a las 7?-

-nos vemos en el lugar- no quería que supiera donde vivo.

-entonces ahí estaré esperándola. En “el mezquite”-

-ahí lo veré entonces Doctor- Me di la vuelta y me fui

Era increíble que hubiera conseguido reservación en “el mezquite” era el mejor restaurante de la ciudad, aunque no tuviera un nombre muy refinado.

Algo dentro mi me decía que me arrepentiría de esa noche.

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Poco a poco la relación entre Henry y Sofía se volvió más y más estrecha. Se amaban con locura y pasión. Eran inseparables.

En ese tiempo, todas las amigas tenían pareja. Sofía y Henry, Alice e Iván, Laura y Memo, Marie y Sebastián e incluso Amelia salía con un tal Carlos.

Meses después, Alice e  Iván terminaron porque ella no lo quería y él no la aguantaba; A Laura se le pasó el enamoramiento y termino con Memo; Mia descubrió que lo suyo no eran los chicos, pero eso ellas aun no lo sabían. Y Sebastián se convirtió en un verdadero idiota;  trataba de controlar cada aspecto de la vida de Marie, y ella, al estar perdidamente enamorada de él, permitía que la tratara como basura. Incluso llegó a hacerle una lista de los “mandamientos de los novios”, así la tituló él, en donde le decía que tenia permitido hacer y que no; especificando incluso la clase de ropa que tenia que usar, con quienes salir, a que hora hacer las cosas, donde dormir y un largo y fastidioso etc. La única relación que aun parecía perfecta, era la de Sofía.

Siguiendo las leyes de ese instituto… Clara inició una relación con Cristóbal. Que en realidad parecía que lo había hecho solo  para lastimar a Sof. Por ese motivo, todas dejaron de hablarle a Clara, y ahí se acabó esa amistad.

Entre Sebastián y Marie, no tardó mucho en terminarse la relación. Sebas se encargo de acabar con el amor que Marie le tenía.

Sof tuvo un año de felicidad al lado de Henry, pues al año siguiente, las cosas cambiaron.

De la noche a la mañana, Henry se empezó  comportar de manera muy extraña. Sus celos crecieron monstruosamente, al punto en el que Sofía no podía salir si no era con é; ni siquiera con sus amigas. No le permitía vestirse a su gusto, no la dejaba maquillarse, hizo que Sofía, siendo verdaderamente hermosa, se sintiera la mujer más fea del mundo, y logró que ella pensara que él seria el único hombre que la querría.

Amelia y Marie sospechaban que Henry estaba involucrado con drogas, pues ese cambio de carácter tan drástico, solo podía ser explicado de esa forma. Aparte de que era el mejor amigo de otro chico al que habían metido hacia unos meses a la cárcel por robo a mano armada y posesión de drogas.

Le dijeron una y mil veces que recapacitara, que terminara con Henry, que ella no se merecía ese trato. Pero ella las ignoraba, decía que era un buen chico, que solo lo hacia porque la quería.  Todo hasta que un día, en el que ella quiso salir con las chicas y él no quiso dejarla ir, discutieron; pero la conversación se puso por demás intensa y el soltó un golpe contra la pared, abriéndose asi los nudillos.  Él comenzó a gritar furioso, a lanzar objetos por toda la habitación mientras ella trataba de calmarlo. Y fue hasta ese momento, que Sofía abrió los ojos.

Muchas veces trató de terminarlo, pero él perdía la razón siempre y ella dejaba de insistir sobre el tema con tal de que no se hiciera daño.

Mientras la relación de 2 años con Henry llegaba poco a poco a su fin; Cristóbal y Sofía se habían reencontrado; ahora él estudiaba en la universidad y parecía que había cambiado. Era más maduro, más responsable y hacia ya mucho tiempo que había terminado con Clara.

Un día, en su aniversario para ser más exactos, Sofía se decidió a terminar con Henry definitivamente y éste, al ver que ahora si seria definitivo, y al darse cuenta de que con “perder la cabeza” no lograría hacerla cambiar de parecer, la golpeó.

De una cachetada la tumbó en la cama, se colocó sobre ella y entre golpe y golpe las desnudaba… iba a violarla; con un beso, que en realidad no se le podría llamar de esa manera, le abrió el labio al clavarle los dientes. Sofía no paraba de gritar y pedir ayuda. Y en un momento de descuido de él, ella arañó su brazo,  así pudo liberarse y salir corriendo; pero Henry la persiguió, y justo cuando ésta iba bajando las escaleras, la tumbó, haciéndola caer hasta la planta baja. se dirigía a ella con esa mirada tétrica en sus ojos pero, afortunadamente, en ese momento llegó Francisco, sujetó a su enloquecido hermano  y le gritó a la aturdida Sofía que se encerrara en la habitación. Ella obedeció mientras Francisco arrastraba a Henry hasta el patio trasero y lo encerraba ahí.

Al verse a salvo, Sofía tomó sus cosas y salió corriendo, para nunca más volver a esa casa.

Ese incidente marcó a Sofía de por vida, dejó cicatrices tanto físicas como emocionales. Y ahora, en el tiempo presente, ver esas heridas lastimaba y enojaba a Cristóbal, por no haber podido estar ahí para defenderla.

------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

A las 6pm, siempre muy puntual, llegué a casa de Marie. 

-¡¡¡bato!!! Pásale- dijo con una sonrisa en la cara.

- que dejes de llamarme bato- le di un sape

-te gustan las niñas jaja así que eres un bato- solo me reí, sabia que jugaba pues en esa pequeña mujer de 1.60 de estatura, con un poco de sobrepeso, el cabello hasta la cintura y ondulado y unos ojos color miel y trasparentes, no cabía la menor pisca de homofobia. Me quería tal cual era.

-cállate María- odiaba que le dijera así

-¿Qué, quieres golpes?-

-vengase pues- dije a la par de que me ponía en guardia.

-no we, ahora no quiero jugar. Me pele con Felipe-

-¿y ahora que te hizo ese idiota?- a Felipe solo lo soportaba porque Marie me había pedido seriamente que intentara llevarme bien con él; cosa que era un enorme esfuerzo para mi.

Llegamos hasta su cuarto y me acosté en la cama; había tenido un largo día.

-¿Qué te hizo pues?-

-ya volvió a hablar con la tipa esa Paulina-

-ay Marie…- me quedé sin palabras. Felipe la había engañado una vez con esa misma chica, ella lo había perdonado y habían regresado; pero ahora lo hacia de nuevo. –mira, tal vez no es lo que tu crees- traté de consolarla. No lo podía creer, estaba defendiendo a ese animal con tal de no ver sufrir a mi amiga. En realidad no soportaba ver llorar a una chica, mucho menos si se trababa de alguien cercano a mi.

Tocaron a la puerta en ese momento y Marie fue a abrir; era Sofía.

-Mia ¿verdad que Felipe es un idiota que no se la merece?- me dijo Sof al entrar a la habitación.

- sabias palabras mujer-

-¿lo vez? No debes llorar por un tipo así- la abrazó y le secó las lagrimas.

Aunque Marie siempre diera la apariencia de fuerte, y de que no le importaba nada; en realidad era una chica muy sensible con un corazón de oro.

Desde muy chica ella había tenido que hacerse cargo de su hermano pequeño, pues sus padres habían muerto en un accidente.  Vivian con su abuela materna, pero en realidad era ella quien mantenía la casa.

-bueno, yo propongo que le pongamos un poco de alcohol a la situación- dije

-ay Mia, cállate que tu ni tomas-

-bueno, pero mañana es sábado, y no tenemos que ir al hospital.             Aparte, por unirme a mi amiga, haré una excepción.-

-¡Oh por Dios! ¿Amelia Vega tomando? Esto lo tengo que ver- dijo Marie con una falsa sorpresa… bueno, no tan falsa.

En la esquina de la casa de Marie había un expendio y, como no teníamos mucho dinero para compara un bueno vino, o champan, compramos cerveza… mucha cerveza.

-vamos Mia-

-fondo, fondo, fondo, fondo, fondo- me gritaban las chicas.

-sabe horrible ¿Cómo les puede gustar?-

-no estés de señorita fina y tómatelo sin respirar- me “alentaba” Marie

Esa era, oficialmente, la primera vez que ingería alcohol. Si, tenía 23 años y jamás había probado, ni siquiera, una cerveza. Así que se han de imaginar como reaccionó mi cuerpo ante la entrada de esa sustancia… si, a la quinta cerveza ya estaba viendo elefantes rosas; no en el sentido estricto de la palabra, pero ya no podía coordinar mi lengua con mi cerebro, no sabia lo que era el pie derecho y el izquierdo, y ya no hablemos del amigo que me abandonó esa noche llamado “equilibrio”.

Las chicas no tardaron en unírseme en el estado de ebriedad, estado que les da la bienvenida a todos los que quieran , y en menos de lo que acordamos estábamos confesándonos esos oscuros secretos que, creíamos nosotras, no teníamos.

-niñas, niñas shhhh- y un eructo monumental, que parecía más exorcismo que un reflejo estomacal, emergió de lo profundo de mi garganta; acompañado por las risas de mis dos inseparables amigas

-¡marrana! Jajajajajajaja- decía Sofía arrastrando la lengua.

-pero mira que tienes la garganta profunda- Marie era excelente manejando el doble sentido, pero no mejor que yo.

-UYYYY HOLA- si a ti te hacen lavado de pulmón. Con eso de que a Felipe le dicen burro y no es por tonto… jajajajjaja- y logré que se sonrojara.

-ya,ya Marie. No hay que decir nada porque los oídos castos de Amelia pueden empezar a sangrar- se burló Sof.

-¿oídos castos? pues será lo único que le queda virgen a la muy mendiga, porque a ésta le han dado por todos lados jajajajajaja- mi querida anfitriona se estaba vengando.

-eso no es verdad ¿o si?- me preguntó Sof; en uno de esos repentinos cambios de humor que caracteriza a las personas en nuestro estado.

-claro que no ¿Por qué le crees a esta mensa?-

- ¿se supone que tu eres virgen no?- volvió a preguntarme

- bueno… emmm… yo…-

-¡¡¡wooooo que fuertes declaraciones!!! ¿con quien? ¡¡¡Cuéntanos!!!- chilló Marie. Ambas se pusieron frente a mi con esa graciosa cara de curiosidad.

-bueno ¿recuerdan a Katherine?- no tenia ni la menor idea de como estaba contándoles eso cuando ni siquiera me sentía con posibilidades de caminar bien. ¿Magia del alcohol? Tal vez.

-¿Katherine? Disculpa Mia, pero yo la conozco como la Doctora Welch, nuestra maestra de cardio-

-WOOOO ¿te acostaste con tu maestra?-

-¡¿te acostaste con ella Amelia?!- parecían realmente escandalizadas pero emocionadas.

-bueno… es que… la química era mucha, y ella es joven...-

-¿Cuántos tiene? ¿36?- interrumpió Sofía.

-32. Un día después de clases me invitó a salir y pues…nos agradamos bastante. Comenzamos a salir más seguido, ella iba a mi casa, yo a la suya, hasta que una noche pues… sucedió-

-¿hicieron el amor?-

-no, fue lindo y muy especial, pero no podría llamarlo hacer el amor. Fue sexo… un excelente sexo debo decir jajajajaj ¡no hallaba di de donde agarrarme! esa mujer me beso en  lugares que ni sabia que tenia, y valla que sabía lo que hacia ¡rayossss! ¿Por qué la tuvieron que transferir?-

-okey, okey. Exceso de información; ni Sof ni yo queremos saber donde te besó jajjaaja-

Continuaron bromeando sobre mi vida sexual, ahora inexistente, hasta que la señora cerveza las tomó en brazos y las llevó al país de los sueños. Al ser mi primera experiencia, a mi me llevó al baño, directo a expulsar mi contenido estomacal.

El sábado. Sofía y Marie amanecieron abrazadas la una de la otra, aun vestidas e incluso con tacones. Y yo, yo amanecí abrazada a mi nuevo amigo “inodoro”; con un dolor de cabeza que sentía que se me iba a caer, una sed tremenda, y un malestar general que me estaba matando. Así es, resaca, bienvenida a mi vida.

Eran las tres de la tarde cuando desperté, y para acabar de arruinarme el día, recordé que había quedado con el Doctor Daniel para esa noche. Tenía 4 horas para lucir como si estuviera viva.

Fui a la cocina y me preparé algo de comer; vaya desperdicio, pues cuando tuve el plato frente a mi, de lo único que me dieron ganas fue de ir a abrazar al inodoro.

Me metí a bañar, y tomé algo de ropa de Marie. Nos teníamos esa confianza e incluso un poco más; no le molestaría.

El agua se llevó consigo el asqueroso aroma de mi sudor alcohólico y de otras tantas cosas con las que una amanece después de una noche así. Me relajó bastante y me dio fuerzas para mantenerme en pie lo que restaba del día.

Cuando salí las chicas ya estaban despiertas y en la cocina. Me habían preparado algo de café y. por supuesto, se burlaron de mí al ver que había tratado de comer algo. Era mi primera resaca ¿Cómo iba a saber que después de eso no te dan ganas de comer?

Me fui al departamento y, como el camino era largo y mi cansancio mucho, me di otra ducha.  Si el Doctor llegaba a darse cuenta de mi aventura de anoche; perdería todo el respeto y la autoridad que pudiese llegar a tener ante él.

Me planché el cabello, cosa que jamás hacia; pues era algo floja para eso. Me maquillé un poco más de lo normal, para que se notara una diferencia entre el hospital y una salida aparte; utilicé el negro ahumado, me gustaba ese estilo de maquillaje porque destacaba el gris de mis ojos. Me depilé lo depilable y me puse un vestido blanco estampado con pequeñas y discretas florecitas azules; era strapless, se ceñía a mi cintura con un laso azul y caía en un corte A hasta un poco arriba de la rodilla. Para rematar, me puse un par de tacones azul rey, de charol.

No era, en nada, el atuendo adecuado para un lugar como ese; pero lo que yo quería era restarle formalidad al momento. No deseaba que ese idiota creyera que estaba emocionada por la idea de salir en una cita, y mucho menos que pensara que pasé mucho tiempo arreglándome para él. Si bien, había gastado un tiempo considerable, pero era para ocultar mi experiencia de esa noche.

A las siete de la noche, siempre puntual, entré al restaurante. El un joven vestido con el típico uniforme de mesero, me guio hasta la mesa reservada. Aun no llegaba; un punto más en contra. Odiaba a las personas impuntuales; solo se lo toleraba a dos personas: Sofía y Marie, que eran capaces de llegar una hora después de lo planeado.

-¿le traigo algo de beber señorita?- pregunto el mesero con amable voz.

Bueno, él pagará la cuenta, así que iba a aprovechar el momento.

-si, por favor. Quisiera una botella de su mejor vino- no sabia mucho de vinos, pero mi objetivo era que le doliera la cartera.

-ahora mismo se la traigo señorita-

-se ve hermosa esta noche, señorita Vega- dijo esa escalofriante voz justo en mi oído derecho. Yo me alejé al instante.

-buenas noches doctor-

-vamos, no me digas doctor. Dime solo Daniel- dijo mientras se sentaba frente a mí

-lo siento, pero me siento más cómoda manteniendo esto estrictamente como relación de trabajo- había que marcar limites.

-bueno, como tu te sientas más cómoda- era la primera vez que me “tuteaba”

-aquí esta el vino señorita- llegó el mesero a mi lado, puso una copa frente a mi y me sirvió la medida estándar.

-déjela, por favor- dije tras probar el rojizo elixir.

-vaya, veo que ya te pusiste cómoda. Sírvame una a mi también joven- le dijo mesero, que permanecía de pie cerca de nuestra mesa. –te noto diferente, Mia. Pareces…más relajada. Me alegra verte así-

-es fin de semana Doctor. Todos nos relajamos- por favor, que no note que estoy cruda. Pensaba para mis adentros

-me alegra- una vez más, puso esa sonrisa capaz de erizarme cada centímetro del cuerpo… aterrador, verdaderamente aterrador.

El resto de la cena se desarrolló de la misma manera. Él tratando de cruzar mis límites, y yo marcándoselos con pintura fosforescente.  Yo pedí el platillo más caro del menú; no podía ni pronunciarlo y no tenía ni la menor idea de que era; pero no quería que le quedaran ganas de invitarme a salir una vez más.

Cuando terminamos de cenar, nos quedamos un rato haciendo sobremesa, hablando sobre cosas de no mucha relevancia. Era un idiota, pero tenia una de las conversaciones más amenas; sabia perfectamente como ser atractivo, como seducir, como hacerse el misterioso e interesante. Si no me repugnara como ser humano, tal vez hubiese caído en su red; ahora me explicaba por que muchas chicas lo hacían.

Conforme la conversación aumentaba en grado de intensidad, él se acercaba más y más a mi. Hasta que lo tenía completamente de frente…Quería besarme; el muy maldito quería besarme. Miraba mis labios con deseo, se acercaba lentamente a mi y cerraba ligeramente los ojos…

-¡la cuenta por favor!- dije un poco más alto de lo debido, haciendo que todo el restaurante volteara a verme, y dejándolo a él solo con las ganas.

-permíteme llevarte a tu casa Amelia- parecía que aun no tenia suficientes rechazos para una noche.

-no, lo siento Doctor. Pero un amigo pasará por mi- olvidé decirle que era mi amigo imaginario.

-¿amigo? ¿Y le dijiste que venias conmigo?-

-le dije que había quedado con un Maestro para cenar y tratar asuntos escolares-

-o sea que le mentiste-

-no, eso es lo que vine a hacer aquí. Hablar asuntos escolares con usted, mi profesor- sabia perfectamente que él odiaba que le dijeran así. Decía que se había matado estudiando suficientes años como para que lo rebajaran al nivel de profesor. Idiota.

-bueno señorita Vega, de ser así… me retiro- TOUCHÉ

Subió a su auto y se fue.

Ahora el único inconveniente era que tendría que irme caminando hasta mi casa; y no quedaba nada cerca. Seria mejor comenzar a caminar.

Iba a la mitad del camino cuando escuché los gritos de una mujer.

-¡¿pero que te pasa?!- parecía que discutía con alguien

-¡pero bien que si fuera a ti al que le faltara me dirías el “ahí para la otra”! ¿Verdad?-

Los gritos provenían de un carrito de hamburguesas al otro lado de la calle. Llámenme curiosa, pero me acerque a ver que ocurría.

-¡maldita sea! ¡son solo tres pesos!-

No lo podía creer. Era Isabelle, mi paciente hiperactiva y con problemas de conducta estaba gritándole al chico de las hamburguesas.

-pues lo siento amiga. No me pagas, no te llevas la hamburguesa-

-¡¿pero que te pasa?! Son solo tres malditos pesos-

Me dispuse a sacar un billete de mi cartera para pagarle la hamburguesa y evitarle el coraje. Pero fue grande mi sorpresa, al ver que el billete que había tomado decía con tinta negra “invítala a salir. Es ella” y  una flecha apuntando a mi derecha, hacia donde se encontraba Isabelle. Esa gitana me estaba tratando de decir algo…

-aquí tiene joven. Cóbrese lo de la señorita- y le entregué el rayado billete

Al parecer Isa no se había percatado de mi presencia, porque noté que se sobresaltó al verme a su lado.

-ten, ya vete niña. Y a la próxima ven con el dinero completo- dijo entregándole la hamburguesa

-el respeto ante todo joven. Esta hablando con una señorita, y debe tratarla como tal- el chico solo me asesinó con la mirada

-gracias. ¿Quieres caminar?- vaya, esa chica podía cambiar su tono de voz de la manera más radical. Ahora me estaba hablando con el tono más tierno jamás existido.

-claro, vamos-

-gracias por lo de allá. Es que se me perdieron tres pesos cuando saqué el celular de la bolsa del pantalón…- la tierna chica estaba bastante avergonzada.

-hey, tranquila jaja no pasa nada. Si por algo debería darte vergüenza es por querer comerte una hamburguesa enorme cuando acabas de salir antier del hospital por una apendicitis- le dije a modo de regaño

-no no no. Tú no me puedes decir nada ahorita. Ya no eres mi doctora y ya no estamos en el hospital, así que deja de verme como tu paciente y veme como una persona que acabas de conocer. Y no te acerques a mi hamburguesa, muerdo-  dijo mientras me lanzaba una linda mirada asesina.

-jajajaja tranquila, no me le acercare a tu comida. Aunque se ve deliciosa ¿y a donde vas? – pregunté.

-jaja ¿yo? A sentarme a una banca para comerme mi deliciosa, suculenta y apetitosa hamburguesa- dijo mientras se sentaba en las escaleras de una casa y me paseaba la comida por enfrente.

Yo me senté a su lado.

-¿y por que tan guapa?- vaya que me sonrojé con esa pregunta. ¿Podría ser que esa hermosa chica compartiera las mismas orientaciones sexuales que yo?

-fui a cenar con alguien-

-bueno, tengo dos teorías. Una: fuiste a cenar con amigas y ellas ligaron, se fueron con chicos a sus respectivos apartamentos y te dejaron tirada. Dos: saliste con un chico, pero se porto realmente mal contigo, por lo que no quisiste que te llevara a tu casa y por eso andas caminando por las calles oscuras y peligrosas de la ciudad vestida de esa manera tan WOW. ¿Cuál de las dos es correcta?- habló tan rápido que solo le entendí en 40% de lo que dijo; suficiente como para saber que una de esas teorías era acertada.

-digamos que la dos jaja-

-¿Qué te hizo el muy idiota?- ya estaba devorando su hamburguesa.

- mmm… digamos que se trató de propasar-

-¡¿te metió mano?!- dijo abriendo los ojos espectacularmente.

-¿Qué? Jajajaja nooo, claro que no jaja… pero ganas no le faltaron al maldito-

-¡estúpido! ¿Cómo se atreve?- eso me causó mucha ternura. Parecía realmente indignada con la situación.

-bueno, eso me pasa por aceptar salir con tipos asi-

-¿quieres?- me extendió la mano ofreciéndome de su comida.

-vale, pero solo una mordidita-

-neee, muérdele bien-

-jajajaja ok ok – dije a la par que clavaba mis dientes en tan exquisito manjar de dioses.

-mmm esta deliciosaaa-

-jajajajajaja si, veo que te gustó. Pusiste cara de orgasmo. Oh venga jajaja no te sonrojes jajajaja- la chica se estaba divirtiendo a lo grande conmigo y mis cambios de color.

-yaaaa jajajaa mejor dime ¿vives cerca de aquí?-

-bueno…- de repente, una sobra cubrió sus traviesos ojos, dejándole un aire triste en la mirada. –vivía a dos cuadras de aquí pero…-

-¿pero…?-

-no pude pagar la renta de este mes porque la cuenta del hospital me dejó en la ruina-

-¿Cómo? ¿Entonces no tienes donde quedarte?-

-pues… iba a ir al albergue del centro- me sonrió de una manera que me partió el corazón

- ¿Cómo que a un alberge mujer? Nooo ¿Qué te pasa? Puedes quedarte conmigo. Tengo una habitación libre en mi departamento.-

-pero… yo no quiero molestarte. Aparte pues… ¿no tendrás problemas en el hospital?-

-tu bien lo dijiste pequeña. Ya no eres paciente de ese hospital y yo ya no soy tu doctora-

-¿pequeña? Jajaja estoy más alta que tu-

-no me importa- le saque la lengua – para mi eres pequeña. Entonces ¿aceptas quedarte conmigo?-

-es que no te conozco…-

-¿conoces a los del alberge?-

-okey acepto jajaja pero te pagaré una renta-

-claro, lo que tú digas.-

-yo cooperaré con los gastos de la casa-

-si, si-

-seremos roommates-

-claro jaja- le dedique una sincera sonrisa que ella me devolvió de la manera más hermosa.

A partir de ese momento, todo cambiaria en mi vida y yo no lo sabia. Algo dentro de mi, me decía a gritos que era ella; pero no sabia a que se refería esa voz en mi cabeza… ni la voz, ni el billete de la gitana.

 ****************************************************************************************************

Dos años después de la llegada de Rosalía de Mendoza a tierras mexicas, se fue.

Estalló una guerra en la nueva España. Los criollos y los indígenas exigían iguales derechos, y querían un país libre. Servando no soportó la idea, aparte… tenia problemas con su esposa.

Rosalía tuvo una estrecha relación con Matilde. Pero jamás intimaron de la manera en la que ambas deseaban. Querían poseerse la una a la otra, hacerse gritar de placer, darse eso que sus esposos jamás les pudieron dar, besarse, tocarse, elevarse al cielo con una sola caricia. Pero nunca lo hicieron. Sus principios morales, pero sobre todo religiosos, no se los permitieron.

Se visitaban muy seguido, se quedaban a dormir en la misma casa… incluso un par de veces durmieron en la misma cama; pero solo eso.

Servando notó que Rosalía cambiaba cada que visitaba a su amiga la viuda, como la llamaba él. Siempre buscaba maneras de escaparse para verla. Y cada que eso pasaba, Lia recibía una lección de manos de su esposo.

La tomaba del cabello y la ponía de frente a  su escritorio de madera de cedro, apoyando las manos en él, y algunas veces, cuando la ofensa era más grave, la obligaba a recargar todo el torso en el odiado escritorio; para después sacar su sable y, sin sacarlo de la funda, golpearla repetidas veces hasta que su fuerte brazo se cansara. Dejando a Lia completamente golpeada y muchas veces  con líneas de sangre en los glúteos y piernas. Heridas que Matilde se encargaba de curar con todo el amor del mundo.

Algunas veces, cuando Servando bebía de más, las reprimendas se hacían acompañar de abusos; cuando ya la tenia completamente débil y al borde de la inconciencia, sujetaba su cuello y estrellaba su rostro contra la tabla de roble, levantaba su vestido, retiraba su ropa interior y abusaba de ella. No le importaba cuanto gritara Rosalía, no le importaba si la penetración era vaginal o no, no le importaba nada…

Aun así, Lia arriesgaba todo con tal de estar con su gran amor.

El día que se despidieron el aquel triste puerto, tomadas de las manos, Lia le juró amor eterno a Matilde y ésta le correspondió. Sus corazones querían que se estrecharan entre sus brazos, que se besaran… pero un largo beso en la mejilla bastó para que el par de mujeres supieran que su amor jamás tendría limites ni barreras. Y así, se dijeron un doloroso adiós; dejando Lia su alma en aquel muelle, y enviando Matilde su vida entera en aquel barco.

Años después, llegó a España una carta proveniente del ahora nuevo país independiente. En dicha carta, venia un anillo… el anillo de Matilde. La carta la enviaba el ahora joven Joaquín; le informaba, que su madre había muerto en la guerra de independencia, que había luchado por sus ideales y que había sido una verdadera heroína, y que su ultima voluntad, había sido que ella tuviera ese anillo

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