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Solo por diversión 2

en Autosatisfacción

 

Capítulo 2

Autosatisfacción

 

Día 9

Lugar: Toulouse, Francia

 

Tras mis días en Barcelona, y embriagarme hasta no saber mäs de mi, con Stephen y Roger, dejé España con cierta nostalgia.

Pasé por Andorra, pues elegí como transporte el Bus, cosa poco inteligente… mi culo me mataba. En Andorra tomé un tren hasta aquí y llegué anoche. No, ya no tuve la suerte del otro día. Ahora, mi compañero de litera fue un puberto que no paraba de verme el escote. No, ahora no fue nada sexy saber que estaban haciendose una paja en mi honor en la cama de arriba. Pero estaba demasiado cansada y tenía que dormir un poco.

 

Anoche que llegué, encontré cupo en un Hostal en la Rue Noulet. Me estafaron, pagué demasiado por tan poca limpieza. Mañana saldré de aquí. Prefiero pagar un hotel a tener piojos. Aparte, necesito una ducha, y al parecer ese servicio no iba incluido.

Al menos he tenido privacidad las últimas horas. Parece ser que mis seis compañeros salieron de putas. Dudo mucho que regresen hoy.

 

¡Más de una semana sin sexo! Dios, es una maldita agonía. Hace un momento me toqué. Ya no podía ni pensar coherentemente.

Me puse los audífonos. Sonaba skin on skin de Queens of the stone age. Esa Canción trae a mi mente muchas noches eróticas en el departamento que tenía en la universidad. Y vinieron aquellos recuerdos. ¿Cómo olvidar cuando rompí mi primer arnés con ilena? Sin duda, uno de los mejores polvos que he echado.

Mi mano, instintivamente, se adentró debajo de mi pantalón, buscando mi palpitante clítoris.

ilena fue la mujer por la que moría en mis años de universidad; en realidad, todos y todas morían por ella. Una ardiente peliroja con aires de femme fatale.

Literalmente, me sedujo; aunque no opuse mucha resistencia. Al parecer, le llamaba la atención mi estilo un poco “desgarbado” y le daba curiosidad estar con una mujer, asi que fui la elegida.

La primera noche, y a la que le estaba dedicando mis caricias de hace apenas un momento, fue tras una sesión de “estudio”. Tenía problemas con filosofía y yo iba bastante bien en esa materia.

Era de noche, salí a fumar un poco en la escalera de incendios -donde tenía un viejo sofá rojo-. Ella puso a Queens of the stone age en su celular, y salió conmigo a tomar aire.

Se puso frente a mi con su minifalda y sus tacones, y empezó a bailar para mi. En realidad no se le puede llamar baile a aquello, pues solo movía sinuosamente sus caderas de un lado a otro, al compás de la sensual música, mientras acariciaba sus pechos, su abdomen y todo su cuerpo, con esas perfectas y femeninas manos de largos dedos.

Se dió vuelta y me dejó ver su exquisito trasero. No aguanté más y se lo agarré con ambas manos y sin respeto alguno. Ella se giró y se alejó; dejándome con las ganas, para luego verme con sus hipnotizantes ojos grises y lamer sus labios. Se acercó muy despacio, me apartó las manos y se sentó a horcajadas sobre mi, me envolvió el cuello con sus brazos, me quitó el cigarro, fumó de él, y me echó el humo en la cara. Pocas veces he estado tan excitada como en esa ocasión.

Me dijo que “¿Qué haría al respecto?” y le respondí hundiendo mi rostro en su escote con bastante descaro.

Me comenzó a cabalgar, aun sin estarla penetrando, y yo puse mis manos en su trasero para marcarle el ritmo. Ella me empezó a besar el cuello, y yo me dejé hacer. Se deleitó quitandome la camisa y masajeando mis pechos. Los llevó a su boca y los succionó con voracidad; llegó el momento en el que mis pezones pedían clemencia, pero ella no daría tregua.

Levanté su falda solo para darme cuenta de que no llevaba ropa interior. Pasé un dedo  por su raja, solo para comprobar el nivel de fluidos que estaba liberando... y me di cuenta de lo empapada que estaba. Ella gimió al sentirme, pero yo tenía otras cosas pensadas.

La bajé de encima de mi y la guié hacia mi habitación. Ahi le arranqué la blusa y deshice el moño que llevaba, para dejar libres esas salvajes ondas rojas. Sus tacones y su falda me ponían a mil, así que decidí dejárselos.

Solo me despegué de ella para ir por mi arnés y el ingrediente extra de esa noche… un paquete de condones texturizados.

Iba a hacerla gritar mi nombre y darle una follada tan épica que ningún hombre la superaría.

Le subí la falda hasta la cintura, separé sus piernas, coloqué la cabeza del dildo en la entrada de su vagina y presione lentamente. Quería que gozara de cada centímetro. Luego, la saqué y me coloqué el condón con textura, para así, volverla a penetrar, mostrándole la diferentes sensaciones.

La reacción fue encantadora, gimió y se apretó los pechos; parecía una verdadera Diosa celta con sus rizos rojos decorando mi cama y cayendo libremente en sus senos.

La penetre con tanta fuerza que pronto mi espalda baja me dolía por el esfuerzo, pero esa mujer era voraz y no se conformaría con eso.

Había tenido dos orgasmos para cuando la puse contra la pared. Por fortuna, mi pared tenía riscado, por lo que cuando se frotaba contra el muro, sentía toda la textura en sus pezones. Gimió como loca cuando la penetre desde atrás, estando hincada y contra el muro.

Estaba dándole la mejor noche de su vida a la mujer más deseada de la universidad, pero por desgracia, mi strap-on no estuvo a la altura de las circunstancias y se trozó. Cuando pasó eso, no supe hacer otra cosa que terminar de arrancarlo y seguirla penetrando con el dildo, usando la mano.

Al recordar la forma en que gemía y arañaba la pared, el cómo se frotaba los pezones desesperadamente contra el muro, cómo la hice eyacular… llegué a mi propio orgasmo autoprovocado.

Había estado paseando mis dedos por cada rincón de mi anatomía. Sintiendo la suavidad y delicadeza de mis pequeñísimos labios menores, el calor que emanaban mis endurecidos labios mayores… la electrizante sensación de las yemas de mis dedos deslizándose por mi empapado clítoris. Cada presión que ejercían mis hábiles dedos sobre algún punto, desataban una ola de calor que se hospedaba en mi bajo vientre, acomulandose más y más; haciendo que mis piernas se movieran sobre el colchón buscando un punto de agarre que me permitiera liberar un poco de aquella tensión. Mis caderas cobraron vida y empecé a follar mis propios dedos. Me penetré con desespero, buscando llenar cada ardiente vacio que existia en mi vientre. Con una mano me metía tres dedos y con la otra  parecía que quería sacar chispas de mi clítoris de tanta fricción que ejercía sobre él. Poco a poco, ese calor febril que se acomulaba dentro de mi, se fue liberando; tensando cada músculo de mi cuerpo, incluso los dedos de mis pies, y estallando en un grito que, temo, se escuchó en todo el hostal.

Llené mis bragas y mi mano de mis líquidos… Me vine mojadíto.

Me quedé bastante relajada sobre la cama, recordando como al día siguiente de mi encuentro con ilena, ambas habíamos pagado las consecuencias. Ella con sus partes íntimas completamente irritadas y con un rasguño en un pezón; y yo con el cuerpo molido como si hubiera hecho 30 hrs de gimnasio.

Volvimos a repetir varias veces, pero dos meses después se consiguió novio y yo pasé a ser un buen polvo.

Ahorita estoy escribiendo todo esto porque Aby, mi mejor amiga, me llamó ayer para decirme que ilena se casó. Creo que una buena noche de pajas en su honor, es lo menos que puedo hacer. En fin…

Mañana salgo rumbo a París, espero tener más suerte consiguiendo chicas en la ciudad del amor.

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