miprimita.com

Es un Te encontraré 7

en Lésbicos

Capítulo 7

Tras la excelente exposición que presenté ante mi clase, y después de los aplausos y la felicitación del Doctor Villegas, fui a comer con Sofía.

-¿Así que…? – preguntó mi amiga con una dona de chocolate en la boca.

-¿Así que… qué?-

-¿Quién es ese “alguien especial”?-

-jajaja ¿Cómo que alguien especial?- rogaba a todos los dioses que no siguiera preguntando.

-Pues si, llevas dos semanas con una sonrisa idiota en la cara; y esa clase de sonrisita solo puede ser causada por otro ser humano. ¿Así que… cómo se llama?-

-jajaja Estas loca- y bebí un poco de mi Coca-cola; elixir negro y delicioso.

-¡Oh vamos! ¿En serio? ¿No dirás nada?-

-jaja No hay nada que decir, loquita-

-¿Te tendré que embriagar para que me cuentes?-

-ujuju, eso no volverá a pasar, mi amiga. En este cuerpo jamás entrará una gota de alcohol de nuevo. Solo bebí esa vez y al día siguiente una copa de vino en el restaurante para ayudar con la cruda, pero nada más. No más alcohol para mi-

-Bien, entonces dime-

Parecía que esa mujer me observaba con rayos X. Siempre sabía qué estaba pensando, qué opinaba sobre alguna cosa, por qué me reía, todo. Con solo verme podía saber cuales eran mis sentimientos.

-De llama Isabelle-

-¡Vaya! Suena a nombre de chica sexy-

-Joooo vaya que lo es jajajaja.-

-¿Qué edad tiene?-

-20-

-¿No está muy inmadura?-

-Bueno… no, según yo, no mucho jaja es decir, es tan madura como cualquier chica de su edad-

-Yaaa no seas payasa. Cuéntame bien de ella sin que yo tenga que estarte sacando la información a palos-

- jajajaja Vale, vale. Bueno, se llama Isabelle Murillo, tiene 20 años, es la chica más hermosa que haya visto; es graciosa, tierna, considerada, encantadora; estoy enamorada de ella, vive conmigo, es artista…-

-Espera, espera- interrumpió abruptamente- regrésate a la parte de que vive contigo… osea ¿Qué?-

-jeje… Bueno… quedó algo desfalcada después de la cirugía aquí, resulta que cobramos bastante caro por los servicios médicos; y pues, yo le ofrecí quedarse conmigo porque la sacaron de su departamento y… desde entonces vive conmigo- traté de sonreír, pero sabía que un fuerte regaño estaba por venir.

-Isabelle Murillo, ya decía yo que me sonaba conocida. ¡Si es la chiquilla tremenda de la habitación 5! ¿Y qué rayos te pasa a ti? Estas viviendo y te enamoraste de una de tus pacientes- Sof estaba algo escandalizada

-Bueno… técnicamente no es mi paciente. En primer lugar, yo aun no soy médico; y en segundo, ella ya fue dada de alta; ya no es paciente de este hospital.- traté de excusarme pero sabía que sería inútil

- No me salgas con tus estúpidos tecnicismos Amelia. Sabes perfectamente que está mal. Aparte ¿Cómo que  llevas a vivir a tu casa a una chica que ni conoces? No sabes a qué clase de persona pudiste haber invitado a quedarse contigo-

-Ya, venga. No seas dramática; no es una asesina en serie ni una violadora-

-Mmm.. Apuesto a que quisieras que fuera lo último-

-jajaja Cállate, no. Pero mira yo sentí una conexión con esa chica; fue algo que no podría explicarte, como si el universo entero conspirara para que estuviéramos juntas-

-A ver, primero bájale dos rayitas a lo cursi. Segundo, por mucho que estés enamorada de ella, no sabes que clase de persona puede llegar a ser; y Amelia, tú confías demasiado rápido en las personas y jamás te fijas en sus verdaderas intenciones; tratas de ver lo mejor en ellos, y si, es una virtud muy bonita, pero te puede salir bastante caro; también puede ser un defecto Mia-

-Vale, entonces si yo soy la que está cegada por amor y no puedo ver la realidad de las cosas, ¿Por qué no van todas a cenar a mi casa y la conocen? Así la puedes examinar con lupa y decirme si es en realidad una loca psicópata-

-Pues… esta bien. Hoy a las 8- solo pude tragar grueso.

Después de comer, regresé al departamento; ese día no tenía que ir al hospital.

En el camino pensé en todo lo que me había dicho Sofía. Era mi mejor amiga, se preocupaba por mí, y en cierta forma tenía razón; no conocía muy bien a Isabelle. No me preocupaba que pudiera llegar a asesinarme mientras dormía, pero  no conocía nada de su pasado ¿Cómo saber con qué clase de personas se relacionaba? ¿Qué clase de amigos tenía? Pero estaba dispuesta a averiguar eso y más.

Cuando llegué al departamento me pareció raro ver la mochila de cuero café que solía usar Isa; me había dicho que saldría esa tarde, aparte, el lugar estaba en completo silencio, cosa que indicaba que mi precioso torbellino ruidoso no estaba en casa y había olvidado su mochila.

Apostaba cualquier cosa a que había olvidado su celular también ¿Ahora cómo la localizaría para avisarle de la cena?

Iba pensando eso cuando pasé por un lado de su habitación y escuché un ruido extraño.

La puerta estaba ligeramente cerrada, solo la moví un poco, sin hacer ruido y pude ver lo que había adentro.

La habitación de Isabelle era espaciosa, no tanto como la mía pero estaba grande. La puerta estaba en la parte derecha de la habitación, pegada a la pared. No había ventanas; cuadros hechos por ella, que debo decir, de muy buen gusto, decoraban las paredes color azul claro. La cabecera de la cama daba a la pared derecha; de frente a esta, estaba un mueble bastante viejo, de las antigüedades de Isa, y sobre él un radio de esquinas redondeadas, como de los años 40’s, también de esas cosas en las que gastaba el dinero. Al lado de la cama un par de buros; uno con una lámpara de noche y un libro, y el otro con un reloj, su cajita de música y su celular. A simple vista era una habitación sencilla, pero examinándola bien, se podían ver todas esas pequeñas excentricidades de épocas pasadas que tanto le gustaban.

De todo lo que vi en ese cuarto, nada importó. Solo llamaba mi atención la chica recostada sobre esa cama tamaño matrimonial, tapada hasta el pecho. Sobre la alfombra estaban sus pantalones y… por Dios ¿Esos eran sus boxers? Bueno, para cualquier duda que tuviera, ya era obvio lo que estaba haciendo.

Tenía los ojos cerrados y apretados, con el ceño fruncido; mordía sus labios, por el lado izquierdo, de la manera más sensual; al parecer estaba gozando bastante del momento. Sus pies estaban apoyados sobre la cama, con las rodillas elevadas, flexionadas y separadas. Traía la blusa puesta, pues podía ver sus mangas, con una mano apretaba fuertemente su pecho izquierdo, y la otra, estaba haciendo travesuras por debajo de la sabana color crema. ¡Cuánto hubiera agradecido la existencia de una ventana en el fondo de la habitación! Que me dejara ver esa escultura de mujer a contraluz, me conformaba con ver su sombra bajo las sábanas.

Toda esa detenida observación no duró más de dos minutos. Si bien, tenía mi lado voyeur, también sabía que ese era su momento íntimo, y se lo iba a respetar por mucho que me muriera de ganas de ver como terminaba. Salí del cuarto y cerré muy silenciosamente la puerta.

Fui a la cocina a ver que tenía para ofrecerles esa noche a las chicas.

Al estar frente al refrigerador y observar las ollas con comida, de hacía varios días, la imagen de esa chica se me vino a la mente, y no pude evitar reírme. Era extraño, Isa era de las personitas más ruidosas que conocía, una podía distinguir si estaba en casa con solo prestar atención a los sonidos por medio segundo; pero al parecer, en las cuestiones de  cama era de esas personas calladitas, calladitas; eso me causó un poco de risa.

Dos horas más tarde, cuando yo había terminado de preparar la cena, mi pequeña inquilina llegó a la cocina y se sentó en la barra con ojitos de adormilada. Al parecer después de su “momento íntimo” se había quedado dormida.

-¿Hace cuanto que llegaste?- me pregunto mientras bostezaba.

-Mmm… como hace dos horas ¿Por?-

Pude notar un leve tono rojizo en sus pómulos, pero no quise incomodarla vengándome de todas esas veces que ella me había ruborizado.

-Nada. Estaba dormida-

-Si jaja puedo notarlo-

Llevaba la misma blusa, pero no se había puesto los vaqueros del piso, ahora llevaba un short de mezclilla.

-Vaya jaja ¿Cuál es la ocasión especial?- dijo haciendo alusión a los platillos sobre la estufa.

-Bueno, eso te quería decir, pero estabas dormida jaja.  Mis amigas vienen a cenar hoy-

-Oh vaya, bueno… si quieres puedo salir para no incomodar y dejarte estar a gusto con ellas-

-jajajaja Nooo ¿Cómo crees? Pero si ellas vienen a conocerte; seria una grosería que la “festejada” se fuera-

-jajaja ¿Y a qué se debe el “festejo”?- dijo haciendo la señal de “comillas” con los dedos

-Bueno, mis amigas y yo somos muy unidas, y cuando les dije que había traído a vivir conmigo a una chica pues… se sorprendieron, por así decir; entonces me dijeron que querían conocerte. Abre- y le acerqué el cucharón de madera para que probara mi salsa de chipotle para el espagueti.

-Mmm… delicioso.- hablaba con la boca llena -¿Y tengo que usar algo especial?-

-Bueno, nunca cenamos, por así decir. Normalmente platicamos mientras ellas beben como si no hubiera un mañana y a veces lo acompañamos de alguna botana. Pero ahora, sí me dijeron que sería cena. No se, puedes ponerte lo que quieras jaja no son muy exigentes-

-¿Qué te pasa? Yo quiero darles una buena impresión a tus amigas. ¿Qué tal si me odian y te hacen correrme de tu casa?-

-Eso no pasará. Abre- le dije a la vez que le daba aprobar la salsa de piña que había hecho para el lomo. A decir verdad, si era una cena del tipo “formal”, por eso estaba tratando de lucirme con los platillos.

-Oye, deberías dejar la medicina y dedicarte a cocinarme- me sonrió.

-jajajajaja Buena idea, te cocinaré jajaja ¿Qué quieres? ¿Qué te fría o que te haga a la plancha? Jajajaja-

-Uyyy la señorita, aparte de espagueti, comió payaso jajajajajaja-

-Venga, si te vas a cambiar hazlo ya, que llegan en media hora- dije dándole una palmada en el muslo para que se bajara de la barra; al hacer eso, regresó esa imagen a mi mente. Tal vez jamás la podría borrar de mi cabeza, pero en realidad no deseaba haberlo.

Poco después escuché la llave de la regadera abierta y a Isa cantando a todo pulmón. Se los dije, esa chica no podía estarse en silencio… solo en ciertas ocasiones.

Minutos más tarde regresó a la cocina y yo ya estaba preparando la mesa; no tenía un comedor en el apartamento, pero en el centro de la cocina había una mesa en donde, algo apretadas, cabríamos todas.

Mi sorpresa era bastante. Mi joven amada siempre llevaba el look de “chico artista” camisas holgadas y algo largas, usualmente de mezclilla, vaqueros rotos y converse no muy limpios; pero ahora se veía completamente diferente. Femenina.

Llevaba un vestido hasta medio muslo, color beige, muy pegado al cuerpo, con una sola manga. Unos tacones color  verde menta. Se había maquillado de una manera bastante femenina, y se había ondulado el pelo de una forma más ordenada de lo que ella lo tenía. Se veía completamente asombrosa, hermosa, preciosa, esplendorosa y demás adjetivos terminados en “osa”.

Estaba parada frente a mí, apoyada con su mano derecha sobre la barra y acomodándose un tacón con la otra. Y yo no sabia que decir.

-Vaya. Al parecer si te puedes vestir de niña- idiota, idiota, idiota.

-Ja tus amigas tienen razón, no me conoces. Porque, para tu información- caminó hacia mí –sí me arreglo seguido; la cosa es que me gusta usar ropa cómoda-

-Pe… perdón, en serio. Es solo que… me dejaste sin palabras-

-jaja Lo se, bonita- me dio un beso en la mejilla y se acercó a las ollas para probar más de mis guisados

-Hey, deja ahí. Aún no es hora-

-Pero tengo hambre- puso una cara que me es más fácil describir con el símbolo   “ :C “

-Ya no tardan en llegar, aguántate. Yo voy a cambiarme- Salí de la cocina – ¡Que no agarres!- le grité desde el cuarto sabiendo perfectamente que en el momento en el que le di la espalda había comenzado a comer directo de la olla.

Cuando sonó el timbre le grité a Isa que abriera pues aun no estaba lista.

-Buenas noches, mansión Vega. La señorita de la casa vendrá en unos momentos, si gustan esperarla en la sala- Estaba escuchando desde la habitación cómo la chica recibía a mis amigas como si fuera el ama de llaves y me estaba riendo de verdad.

-Si gustan que les sirva algo de beber. Agua, limonada, fresada, Café, té, chocolate, coca, cerveza, vino, champagne, sake, vodka, tequila, jerez…- y dijo cuantas bebidas se sabía, aunque en realidad solo tenía agua, coca y cerveza.

-No le hagan caso, le falta un tornillo- les dije a mis amigas mientras salía por el pasillo poniéndome los aretes.

-¡Madre santa! ¡Es mujer!- exclamó María.

-¡JA! Lo ves, tus amigas también piensan lo mismo de ti- dijo riéndose mi gigante amiga a manera de venganza.

Pude mirar algo más en la mirada que Isa me dirigió. Había… algo que la hacía diferente a como me veían mis amigas, un “quiero desnudarte” oculto en esos ojos traviesos y esa sonrisa encantadora. Pero no, debía ser mi imaginación.

Llevaba un vestido azul rey pegado al cuerpo. Tenía buenas curvas, cabía decir. Pero no era mucho de andar enseñando; sin embargo, esa noche había alguien a quien impresionar. Lo combiné con unos tacones negros de gamuza y una fina cadena de plata, pero el dije se perdía entre mi escote.

-ja-ja-ja A las dos. Bueno niñas, déjenme presentarles a Isabelle Murillo, mi nueva inquilina. Isabelle, ellas son: Sofía y María- las señalé, mientras Isa, de manera muy educada, estrechaba la mano de mis amigas.

-Un placer chicas, Mia me ha hablado mucho de ustedes-

-Si quieren, pasamos a la cocina ya. Aquí mi pequeña amiga ya tiene bastante hambre-  y le di un ligero codazo a la hermosa mujer a mi lado.

He de decir que esa noche todas se veían hermosas. Todas lucían vestidos que las hacían destacar. Sofía llevaba un vestido negro, sobrio, nada extravagante, con un escote en V y de un largo hasta medio muslo, pegado a sus piernas y suelto de su torso. Marie un vestido rosa palo al estilo griego, corto del frente y largo de atrás, con un escote algo más provocativo que dejaba ver sus grandes atributos.

-Mia, te luciste. Estuvo delicioso. Tenemos que hacer esto más seguido- dijo Sof al terminar de comer.

Habíamos convivido muy bien esa noche. Las chicas e Isa habían hecho conexión desde el primer momento, y ahora hasta se hacían comentarios graciosos entre ellas; por supuesto que el alcohol ayudaba bastante en la formación de esas nuevas amistades.

Como siempre, María era la que estaba más tomada;  las demás solo estaba un poco “felices”.

-¿Y cuánto llevan juntas?- ¡maldita María! ¿Cómo podía estar preguntando eso? Con los ojos le hice entender a Sofía que la callara. Solo esperaba que  Isa no la hubiera entendido.

-Isa. Dime ¿Por qué tu nombre se escribe así? ¿Es de otro origen?- Sof cambió de tema drásticamente para evitar que Isa notara a qué se refería mi ebria e imprudente amiga.

-Bueno, en realidad no, jaja es un error. Mi padre estaba ebrio cuando me llevó a registrar y la señorita así le entendió mi nombre. Por eso me llamo Isabelle y no Isabel.- contestó la hermosa chica.

No esperaba esa respuesta. Hasta ese momento nunca habíamos hablado de nuestras familias; al parecer mi chica tenía un oscuro pasado.

-Bueno, bueno, ¿Pero cuánto tiempo llevan juntas?- y no pude evitar clavar mi tacón en el pie de mi amiga con tal de que se callara.

-jaja Pues dos semanas- contestó Isabelle, inocentemente, sin saber las verdaderas intenciones de la pregunta de María.

-Nooo, no de que vivan juntas. De relación ¿Cuánto llevan?- Fuck ¿Por qué no se habría la tierra y me tragaba cuando yo lo deseara?

-Oye Amelia jaja pero te quedo deliciosa la comida, insisto, debemos de hacer esto más seguido- Sofía seguía tratando de salvarme.

-¿Cómo qué “relación”?  jajaja Mia y yo somos amigas jajajaja aparte de que somos hetero jajajaja ¿Cómo íbamos a tener una …-

Isa pasó en un instante de la risa por ignorancia al silencio por conocimiento. Solo bastó la mirada de todas mis amigas, e incluso la mía, para que ella comprendiera que una de las dos no cumplía con las normas estrictamente sociales, y al no ser ella, la elección era obvio.

-¿Rres… gay?- me pregunto con la cara inundada de dudas; y me dolió mucho notar algo más, que no sabía si era decepción, repulsión, miedo o que otro sentimiento negativo hacia mi.

-Creo que ya es tiempo de que llevemos a María a su casa, ya está muy mal-. Dijo sof rompiendo con el silencio incomodo.

-No, yo las llevo. Ustedes han bebido y no deben conducir-

Fui por las llaves de la minivan mientras las chicas se paraban y ayudaban a María a llegar a la puerta. Antes de irme, le dije a Isa que me esperara, que no tardaría mucho, que necesitaba hablar con ella. Las chicas se despidieron y nos fuimos.

Una hora más tarde, llegué a la casa sin muchas ganas; no quería tener esa conversación por miedo a su reacción, pero era estrictamente necesario. Merecía una explicación.

Al abrir la puerta creí morir de tristeza;  vi cajas apiladas a la entrada, llenas de las cosas de Isa, dos maletas y una mochila. Tenía un nudo en la garganta.

-¿Isa?- La chica salió de su habitación y se sentó en el sofá.

-Te escucho- estaba molesta.

-Bueno… creo que lo primero es responder a tu pregunta; no soy gay, soy lesbiana; ese es el término correcto, me gustan las mujeres-

-Sabes, no me molesta en lo más mínimo que lo seas, no tiene nada de malo; lo que me enoja muchísimo es que no me lo hayas dicho, y aún más grave, que les hayas dicho a tus amigas que entre tu y yo había algo-

- No, juro que no les dije nada. Les conté que vivías conmigo y ellas sacaron sus deducciones, pero te juro que yo jamás les dije que entre tu y yo había algo-

-De todos modos Amelia. No me lo dijiste. Y la verdad no me siento cómoda con la idea de que me veas desnuda, o casi desnuda. No es porque esté en desacuerdo con eso, es solo que siento como si me estuviera quedando a dormir con un chico-

-Solo quiero que sepas que yo nunca te dañaría Isa. Te aprecio mucho- se me llenaba la boca por decirle que la amaba –Y puedes estar segura de que jamás pasará algo más allá de una amistad-

-Lo sé Amelia, confío en ti; pero no me siento cómoda. Aparte, insisto, debiste decírmelo. Lo siento-

Ella se paró y fue a su habitación  para seguir guardando sus cosas. Yo me quede ahí, estática en la sala; sintiendo que mi mundo entero se derrumbaba, que la razón de mi vida se iría… no teníamos una relación, ella no sabía de mi orientación, pero aun así la amaba, en serio la amaba.

***************************************

Los músicos comenzaron otro minueto y Susan salió a bailar, junto con otros jóvenes que se unieron a la danza, con el fin de que les tocara unos segundos frente a la anfitriona.

Todos llevaban la coreografía al mismo tiempo; un saludo al público, uno a la pareja, cambiaban de lugar y luego se desplazaban alrededor de un círculo imaginario, cuyo compás eran sus manos que se extendían sobre el centro de dicho círculo, tocándose muy ligeramente; conforme la música avanzaba el caballero elevaba a la dama por un corto tiempo, se cambiaba la pareja y luego se repetía. La popular danza francesa era, más que nada, para poder conocer personas del sexo opuesto.

Susan tenía una gracia natural para el baile, y, mientras que Maggie la observaba con ojos de enamoramiento, tocó el turno de su hermano.

-¿Es usted uno de los hermanos Thomson?- preguntó la chica mientras continuaba con el baile.

-Mi nombre es Benjamin, un placer conocerla frente a frente, señorita Susan-

-Sus manos están rasposas-

-Disculpe usted el inconveniente, pero no lo puedo evitar; es a causa del trabajo duro-

-Creí que su padre tenía una plantación de tabaco-

-Así es señorita, pero mi padre murió y no tenemos muchos esclavos; yo, mi hermana y mi madre trabajamos la tierra-

-El hecho de que me esté contando eso ,en este momento, le hace diferente a todos los hombres en ésta sala-

-Lo se, ellos son caballeros y yo soy un humilde campesino; pero señorita, yo estoy a su servicio- La coreografía no lo indicaba, pero Benjamin se inco ante ella.

-Por favor, levántese- él obedeció y continuaron con el minueto -No era eso lo que trataba de decir. Me agrada que usted sea diferente a los otros; estoy harta de todas las pretensiones-

-El decir eso también la hace a usted diferente a las mujeres de la sala, señorita-

-Entonces creo que somos los bichos de la fiesta jajajajaja-

Tocó el cambio de pareja y bailaron con las personas a sus lados, pero, rompiendo toda costumbre, siguieron hablando entre ellos e ignorando a sus acompañantes actuales.

Al terminar la fiesta, cuando todos los invitados se iban en sus lujosos carruajes y los Thomson subían al suyo, se acercó la dama de compañía al joven y le entregó una carta. Rumbo a su plantación, Benjamin leyó la carta, que más que carta y declaración de amor, como él esperaba, era una orden: “Espéreme bajo el gran roble. Me agradó su compañía”. y el chico enamorado, se enamoró aún más.

A esa primera cita, que así se le podría llamar en la actualidad, le siguieron muchas y muchas más. Bajo el gran roble Benjamin le robó las tres cosas más importantes para una mujer: el primer beso, la primera vez… y el corazón; o al menos eso creía él.

Maggie, también enamorada de Susan, sufría un dolor inconmensurable al ver a su querido hermano con su amada; muchos sentimientos la invadían: ira, celos, rencor, venganza… pero uno dominaba a los demás y los mantenía a raya, el más fuerte, el amor; nada le importaba más a la pequeña Maggie que la felicidad de esas dos personas, y si ésta consistía en estar juntos, ella lo respetaría y se sentiría feliz por ellos.

Por mientras, en el país se gestaba una guerra. Y Boston fue la ciudad donde comenzó todo, siendo Virginia, quien secundó.

Cinco meses después de aquel gran baile, Benjamin le propuso matrimonio a Susan bajo el roble de sus recuerdos; y dos meses después, se casaron; siendo Maggie la dama de honor.

Los padres de Susan, quisieron que los Thomson fueran a vivir a la mansión, y unieran sus fortunas, los jóvenes estuvieron de acuerdo.

Al vivir bajo el mismo techo, y convivir a diario, los lazos entre Susan y Maggie se estrecharon, convirtiéndose en mejores amigas. Susan le contaba todo a la chica y ella la escuchaba con paciencia y bondad, no sabiendo la recién casada, que con eso era como si le clavaran 50 puñales en el corazón.

El alma de Maggie era constantemente atormentada con ese amor imposible, que la mantenía viva para matarla lentamente.

 

Mas de hel

Quisiera que fueras mía 3

Quisiera que fueras mía 2

Quisiera que fueras mia

Es un Te encontraré 17 (Final)

Es un Te encontraré 16

Es un Te encontraré 15

Es un Te encontraré 14

Es un Te encontraré 13

Es un Te encontraré 12

Es un Te encontraré 11

Es un Te encontraré 10

Es un Te encontraré 9

Es un Te encontraré 6

Es un Te encotraré 6

Es un Te encotraré 5

Es un Te encotraré 4

Es un Te econtraré 2 y 3

Es un Te encontraré

Quisiera que fueras mía

Porque te amo

Srita. bomba atómica

Srita. bomba atómica

Un pájaro azul

Srita. bomba atómica

Solo por diversión 5

Solo por diversión 4

Solo por diversión 3

Solo por diversión 2

Solo por diversión 1

Crónicas de una imaginación peligrosa 4

Cada mañana

Crónicas de una imaginación peligrosa (3)

68

Crónicas de una imaginación peligrosa (2)

Crónicas de una imaginación peligrosa 1

Crónicas de una imaginación peligrosa (prefacio)

Es un te encontraré... (17) FINAL

Es un te encontraré... (16)

Hacer el amor en una noche de tormenta

Es un te encontraré... (15)

Es un te encontraré...(14)

Es un te encontraré... (13)

Es un te encontraré... (12)

Es un te encontraré...(11)

Es un te encontraré... (10)

Es un te encontraré... (9)

Es un te encontraré...(8)

Es un te encontraré... (7)

Es un te encontraré... (6)

Es un te encontraré... (5)

Es un te encontraré... (4)

Es un te encontraré... (3)

Es un te encontraré... (2)

Es un “te encontrare”

La chica de la armadura de arcilla (10) FINAL

La chica de la armadura de arcilla (9)

La chica de la armadura de arcilla (8)

La chica de la armadura de arcilla (7)

La chica de la armadura de arcilla (6)

La chica de la armadura de arcilla (5)

La chica de la armadura de arcilla (4)

La chica de la armadura de arcilla (3)

La chica de la armadura de arcilla (2)

La chica de la armadura de arcilla (1)