Capítulo 3
-
Hola celia- Me inclinó hasta quedar sentada a tu lado - No hablo mucho, sin ti ¿quien iniciara la conversación?... no se que decirte. Te extraño. Te seguí esperando, creo que aun lo sigo haciendo…-
“Cuando el hambre entra por la puerta, el amor sale por la ventana” esa frase la solía decir papá, y a nosotras nos pasó lo mismo.
Eras una princesa acostumbrada a vivir en un castillo y a ser tratada como reina. Y yo solo era una carpintera y te llevé a vivir a un remolque.
Los primeros meses fue todo viento en popa; pero luego quisiste más, más vestidos, más comida, más “citas”, medicamento… y no pude dartelo, no como merecias.
Empezaste a doblar turnos en el bar y a aceptar propinas de los marineros. hasta que llegó aquel hombre a tu bar… el ruso; y te alabo, y te llenó de los piropos que hacía tiempo yo no te daba.
La primera noche te dio más propina de la que ganabas en una semana. Y yo me enojé tanto que te hice llorar.
Cada noche llegaba con un regalo cada vez más caro, y tu me veías cada noche con menos amor.
Le dijiste que eras bailarina de ballet y el te planteó la idea de llevarte a Rusia a que aceptaras la beca de tu padre…
Ese día vendí mi motocicleta y te compre un vestido hermoso. Llegué a casa antes, y te espere… espere 4 horas, luego 4 dias… no regresaste.
El no te llevó a Rusia, te llevó a su casa chica y te convirtió en su amante.
Lo último que supe de ti fue que lo habías dejado, más no volviste conmigo, te fuiste con su socio, un tal Carlos. Te casaste con él.
Aún tengo tu vestido.
-
¿Sra. se encuentra bien?- Volteo y te veo. De la misma edad que te conocí y con tu altísima ceja -Usted es Fernanda ¿Verdad?-
-
Y tú también eres Fernanda- Y obtuve de ti esa misma sonrisa que deseaba, esa de bomba atómica que arrasa todo a su paso.
Fin.