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Solo por diversión 3

en Control Mental

 

 

 

Capítulo 3

Control mental

 

Día 17

 

Lugar: Algún punto en la carretera entre Cambrai, Francia y Valenciennes… también Francia

 

 

 

Parte de viajar de “mochilazo” es recorrer carreteras a pie, esa parte me la he saltado estos días y antier decidí vivirla; por lo que tomé mi mochila y renté una bicicleta -no me gusta mucho caminar-.

He dormido en la tienda de campaña, jodidamente pequeña, que llevo conmigo; y no sé aún cómo no he amanecido congelada. Lo bueno es que durante el día me caliento con el ejercicio.

Ahorita estoy sentada bajo un fotogénico árbol con una excelente sombra… las buenas sombras siempre son importantes. Le saque varias fotos al paisaje. Es verdaderamente hermoso. A lo lejos puedo ver una arboleda grande, y claro, estoy sentada en un amarillosamente bello trigal. La luz es perfecta.

Es un sentimiento bastante sobrecogedor el que me embriaga; tanta belleza a mi alrededor. Este viaje es lo mejor de mi vida. Al estar aquí, en soledad, frente a tan magníficas cosas, una se pone a pensar en el curso que lleva su vida…

 

Pasando a otros temas, llevo unos sufridos 17 días sin sexo; eso, para alguien tan sexual como yo, es demasiado.

Anoche tuve un sueño erótico. Era bastante extraño, porque creo que nunca he fantaseado con eso estando despierta, pero ya saben lo que dicen, lo sueños son deseos ocultos de nuestro subconsciente. Tal vez sí deseo que me dominen.

En el sueño, estaba yo en el bar que más frecuentaba en Cadiz. Como siempre, parecía que estaba intentando conquistar a alguna preciosa estudiante.

Llevaba una franela a cuadros, abierta y con una blusa interior blanca; unos jeans ajustados y mis converse negros. Bebía una cerveza y observaba una mesa con varios prospectos. Cinco chicas en plan de Ladies nigth, todas hermosas y todas se veian muy dispuestas a todo.

 

-Hermosas, ¿No?- me preguntó una voz profunda a mi izquierda; pero voltee y no había nadie. me desconcerté un poco, pero segui intentando captar la atención de alguna de las chicas. -Aqui tonta, en la mesa de la esquina- la escuchaba susurrando en mi oído, pero cuando miré hacia a la oscura esquina del bar, pude ver a una hermosísima mujer que me sonreía.

Como si algo dentro de mi me arrastrara hacia ella, me dirigí hacia donde estaba la enigmática mujer.

-Siéntate- La escuchaba en mi cabeza, pero no veía que se movieran sus carnosos labios color carmín -Siéntate, Lía- Sabía mi nombre; y yo no pude hacer más que obedecer. -Acércate, no muerdo-. Ahora estaba bastante asustada… ¿Cómo era posible eso?

-No te asustes, preciosa; yo estoy aqui para complacerte- Ahi me percaté de que el bar entero había quedado vacío… o mejor dicho, solo existía nuestra mesa.

-Me llamo Marian. ¿Por qué no te pones más cómoda?- Y con un solo chasquido ya estaba desnuda en una cama enorme, rodeada de telas exóticas de diversos colores. Intenté cubrirme con una de las sabanas color rojo quemado, pero ella, de pie frente a mi, con un juego de lencería negro y una bata blanca de satín, hizo un movimiento con su mano y alejó la sabana de mi. Era como si controlara los objetos con su mente. Ahora, estando despierta, me doy cuenta de que ese extraño personaje tenía telepatía y telequinesis… entre otros dones más.

-Solo relajate, Lía. Disfrutame, ¿Qué no ves que soy tu fantasia?-

En ese momento la observe bien. Era hermosa, no, lo que le seguía a hermosa. Una diosa hecha mujer.

Le calculé unos 30 años.Tenía un largo cabello negro azabache, piel blanca como la nieve, labios rojos y ojos de un azul eléctrico, brillante he hipnotizador. Ese azul no era natural, no existe persona alguna con ese color de ojos. Fue ahí donde supe que estaba soñando; y bueno, si era solo un sueño, lo disfrutaría.

Me hinque en la cama y traté de acercarme a ella, sin embargo, con otro movimiento de su, perfectamente manicurada, mano derecha, me lanzó contra los cojines que estaban en la cabecera de la cama.

-Aqui mando yo- la escuche decir en mi cabeza, con un tono de voz más profundo y solemne.

Otro movimiento… me separó las rodillas, que, por más que tratara de cerrarlas, no podía.

Se colocó a mi lado, recostada sobre su lado izquierdo, y pasó una mano sobre mi, sin tocarme; e hizo que cada terminación nerviosa en mi cuerpo hirviera de placer y de deseo. Era como si mi cuerpo pudiera sentirla acariciarme con millones de manos y miles de texturas a la vez. Era una sensación tan intensa que creí explotar en ese mismo momento… y aun no me tocaba.

Se quitó la bata, dejándome ver su escultural cuerpo. Ni las modelos de Victoria's Secret le harían justicia. Eso solo me demostraba que se trataba de una fantasía creada por mi cerebro.

Esa ardiente mujer podía manipularme a su antojo, como si fuera un títere. Se puso sobre mi, aun sin tocarme, y acomodó sus labios a escasos centímetros de los míos… y sentí su beso, sentía sus labios carnosos rozar contra los míos; y no solo rozar, sino agredirlos, morderlos, succionarlos… incluso abrí la boca para dar acceso a su lengua. Pero ella no me estaba besando en realidad. Era como si todo eso se lo hiciera a mi mente y lo sintiera mi cuerpo.

Bajó su rostro y fui sintiendo la humedad de su boca contra mi cuello, luego contra mis clavículas, y finalmente subiendo por mis pechos.

No pude evitar arquear la espalda cuando sentí las fieras lengüetadas sobre mis pezones. Incluso podía sentir cómo una brisa helada endurecía mis pezones, al entrar en contacto con su saliva.

Cambió hacia mi pecho derecho y, en cuanto estuvo frente a él, pude sentir una fuerte mordida.

Solté un fuerte gemido, en parte de dolor, en parte por la sorpresa, pero más que nada por el placer. Para ese momento, ya ardía en pasión y en deseo por la misteriosa Marian; y mi entrepierna clamaba por atención.

-Pidelo “por favor”- escuche en mi mente.

-¿Qué?-

-Lo que deseas que te haga… pidemelo “por favor”- Y entonces sentí como si fueran dos bocas las que chupaban mis pechos. Me mordia ambos pezones sin necesidad de tocarme, y al mismo tiempo. -¿No quieres que te de el mejor orgasmo de tu vida?-

Por mi mente paso la idea de que jamas habia rogado por sexo y no empezaría ahora, pero al parecer esa mujer también podía escuchar mis pensamientos.

-Esta bien, si no me quieres decir lo que quieres… te hare lo que yo quiera…- y sin más aviso que ese, y de un segundo a otro, me encontraba boca abajo.

-Has sido una nena mala, Lía. Yo quería jugar lindo contigo, pero tú no quieres…- Su voz era sumamente seductora, pero me llenaba de un profundo temor.

-Vamos a jugar rudo- Y en ese momento sentí un azote fortísimo en el culo que me sacó un grito de dolor.

Mis nalgas me escosían y sentía perfectamente bien la impresión que su mano había dejado sobre mi culo. Pero no me había tocado.

-¿Quien ha sido una mala nena?- Uno más, ahora en la parte media baja de mi trasero, casi llegando a mis labios...

Otro mas… me dolia y me ardia como mil demonios.

Pero solo podía resignarme, por lo que me aferre a los lados de mi almohada y la mordí con fuerza, para no darle el gusto de escucharme gritar.

-¿Ahora quien es la “muerde almohadas”?- Un golpe más, y mis ojos se nublaron por las lágrimas que luchaban por salir.

Otro más, y en vez de percibir como alzaba su mano para darme otro, la sentí sobandome el clítoris.

-Ya, ya ¿Has aprendido a ser una buena nena?- No contesté; he intenté no pensar en nada, mantener mi mente en blanco.

-Te hice una pregunta, Lía- silencio… -Esta bien- De pronto sentí como separaba mis nalgas para exponer el único lugar virgen que aún tenía. Si pocas veces dejaba que una chica me tocara, jamás había permitido que alguien abusara de mi sagrado hoyito.

-¡No!- solté en voz alta al saber hacia dónde se dirigía -¡No! ¡Detente!- Pero no lo hacía.

-¿No has entendido aún que estas en mi mundo y aquí mando yo?- Bastante creepy la “freddy krueger sexual” ¿No?

De repente, no me pude mover más. Estaba paralizada, de panza y con el culo en pompa, las nalgas separadas y… sentí como se iba humedeciendo poco a poco mi hoyito; me lo estaba lamiendo.

Mis labios no se movian, asi que comenzé a gritar en mi mente, a pedirle… no, a suplicarle que no lo hiciera. Pero no hacía caso. Me daba un miedo enorme que alguien me tocara ahí, y el temor crecía exponencialmente al ser, la mujer de mis sueños, en una pesadilla, quien lo hiciera.

Me quedé muy quieta concentrándome en tratar de despertar, pero mi concentración se rompió al sentir un delgado dedo adentrarse en mi.

-Si te tensas dolera. Mejor respira- Esas eran las palabras que mil veces les había dicho a mis mujeres, y ahora ella me las devolvía.

Continuó con la presión en mi virgen hoyito, hasta que mi esfínter fue cediendo. Era una sensación molesta, pero no era doloroso; era solo un dedo, al parecer, su dedo meñique. Lo mantuvo ahí un rato, y mientras, empecé a sentir sus caricias en todo mi cuerpo; en mis labios, besándome con pasión, en mis pechos, manoseandolos sin pudor alguno, en mi clítoris, torturandolo con lo que se sentía como su lengua, y en mi vagina, acariciando la entrada muy despacio.

-Eso es, relájate nenita- Me cagaba realmente que me dijera nena y sus conjugaciones. -Veamos que tan valiente eres…- Sacó muy despacio ese dedo intruso y ahora sentí la presión de dos… índice y medio, intentando abrirse paso en mis entrañas. Eso si que dolio.

Joder, jamas crei que se sintiera así el sexo anal. Sentia como si me estuviera partiendo en dos ¡Y solo eran dos dedos! Ahora en mi cabeza había culpa por penetrar sin tapujos a varias chicas con arnés… no lograba entender como lo disfrutaban.

-Lo disfrutaban de la misma forma en la que tu lo haras, Lía. Solo relajate-

Dejó sus dedos quietos un momento y luego inició el tortuoso mete y saca. Me dolía, me dolía y me ardía bastante, aparte de la tremenda incomodidad de tener algo ahí. Quería que los sacara, quería despertar.

Aumentó el ritmo de sus caricias sobre mi clítoris, y sentí un dedo entrar en mi vagina. En ese momento, el dolor fue cediendo y en mi fue iniciando el placer. De pronto, ya no era tan malo ese ardor en mi ano, ahora era… excitante, placentero, agradable… rico. Si, era riquisimo.

Sus embestidas y la pasión de sus caricias aumentaron, y ya no pude pensar más, ni resistirme. El dolor había desaparecido y solo quedaba el placer, me sentía llena, llena de ella y de su deseo; me sentía sensual, satisfecha, poseída, dominada.

-Gime para mi- me ordenó, y obedecí.

Ya podía moverme, y gocé al poder gemir libremente; eran casi alaridos de placer.

El resto de sus dedos golpeaban la parte de alrededor de mi ya-no-virgen hoyito, y se sentía magnífico.

 

Sin previo aviso, me coloco en cuatro puntos; otra primera vez, pues nadie nunca me había cojido en esa posición. al tenerme asi, comenzo a cojerme de verdad.

Metió un dedo mas en mi; y el dolor regresó, pero ahora sabía que desaparecería pronto, por lo que no me alarme; y una vez más el placer aumentó.

Las embestidas era casi violentas de tan fuertes, y no creía que fuera posible tanto placer. Pronto no me pude contener y empecé a sentir “ese” cosquilleo y “esas” contracciones que anticipaban mi explosión.

-Correte para mi, nena- y como su solo esperara su permiso, estallé en el mejor orgasmo de mi vida.

Lo prometió y lo cumplió.

Quedé tendida boca abajo entre las finas telas, completamente agotada y con mi hoyito aún abierto y palpitante. Sabía que ahora era cuestión de nada para que despertara, así que le pedí algo, volteandome para poder verla.

-Tocame- le dije entre suspiros -Tocame de verdad-

Me vió a los ojos y vi fuego en ellos.

Extendió una mano y acarició de una forma delicadisima y casi imperceptible mi abdomen… quemó.

-Es tiempo de que te vayas, Lia, pero prometo volver a visitarte- Aunque, si era su mundo, era yo la visita. -Ha sido muy placentera esta noche-

-¿Cómo podré encontrarte?- pregunté. Pero ella solo sonrió y se fue desvaneciendo mientras yo me iba haciendo consciente de mi cuerpo físico. Las piedras debajo de mi, el suelo duro, el frío…

Una sonrisa seductora y unos ojos de fuego fue lo último que vi antes de despertar y toparme de lleno con una luz que parecía de plenas 12pm … y casi era asi; habia dormido muchísimo.

Me levanté, recogí mis cosas y me estiré un poco; cuando lo hice, noté que me ardía el vientre con el roce de la ropa. Abrí mi gruesa chaqueta y levanté mi blusa, solo para encontrarme con una marca roja, que recorría mi abdomen justo por donde la mujer de mis sueños me había acariciado.

No les negaré que me asusté bastante, y el miedo sólo aumentó más cuando, al subirme a la bicicleta, me dolió el trasero como los mil demonios.

No sé qué es lo que ocurrió anoche, y me inunda el temor cuando intento sacar conclusiones, así que solo pensaré que fue producto de mi poderosa imaginación triple X.

 

Aun tengo un deseo sexual enorme y unas ganas de cojerme a la primer falda que vea, pero no puedo negar que dichas ganas disminuyeron bastante.

Se hace tarde, y debo continuar mi camino antes de que se haga muy oscuro.

Espero volver a ver a esa mujer.

 

 ----------------O---------------

 

Pronto llegaré a Alemania y ahí me encontraré con mi prima y su novio; solo espero que ya no sea tan insoportable como cuando era chica. Tal vez tenga alguna ardiente amiguita rubia que me pueda presentar…

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