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La chica de la armadura de arcilla (9)

en Lésbicos

Tras varias semanas de relación, varias relaciones que casi duraban semanas (¿saben a lo que me refiero verdad?,) y haber llegado al reino de Torregole;  esa fase de luna de miel comenzó a acidularse…

-amor- dijo Helena a manera de inicio de conversación mientras caminaban por las empedradas calles de torregole, tomadas de la mano –sabes, nunca me has dicho como fue que saliste de aquella torre donde estabas encerrada. A decir verdad, nunca vi un dragón por ahí… bueno una vez escuché unos tétricos aleteos, pero nunca lo vi-

- el dragón…- Alex se quedo un rato pensando con la cabeza baja

-pues si.  Vamos cuéntame, sabes bien que me gustan las historias-

-pero normalmente eres tu quien me las cuenta-

-pero ahora yo quiero que tu me cuentes una- y se sentaron bajo la sombra de un gran roble. (cabe decir, mis amigos, que Torregole, a diferencia de el reino del lago, era un bosque)

-bueno. Te contaré una historia, preciosa- y la abrazó

-el dragón… ¿Sabes lo que es el trastorno de personalidad múltiple?- y Helena se quedo con una gran interrogante en su cara –Es broma, es broma- Y se rio –Veraz… en mi lago existe otro príncipe, el se parece mucho a mi; su nombre es Derek, y fue hechizado, al igual que tu y muchas otras personas, por Phidesaycu. Su maldición consiste en que, cada determinado tiempo, deja de ser el atractivo y buen príncipe y se convierte en un dragón que lo único que hace es lastimar a las personas que están a su alrededor. Él fue quien me impidió durante todo este tiempo salir de aquella torre y conocer al amor. Él me tenía encerrada.

-pero ¿Cómo te libraste de él?-

La princesa no sabia que contestar, o más bien dicho, no quería hacerlo.

-el dragón… El dragón conoció a una persona, y dejó de comportarse como dragón-

-¿ósea que la maldición se rompió?-

-no, la maldición jamás se romperá. Creo que es de esas, como tu marca, que ni con un beso de amor verdadero se quita. Derek siempre será el dragón, por muy enamorado que esté, nunca dejará de lastimar a sus seres queridos. En el momento en el que Él aparezca… las personas sufrirán-

-Entiendo… podre Derek, no creo que sea su intención lastimar a las personas que quiere- La caballero podía sentir empatía por la figura del dragón.

-no, él no desea hacerlo, pero es algo que no puede evitar. Después de todo, es un dragón, y esa es su tarea-

-¿entonces no le odias?-

-¿Cómo odiarlo? bien lo dijiste tu, no es su intención hacer daño-

Había “algo más” en esa historia, pero Hel no quiso ahondar en ello. Supo que Alexandra no deseaba hablar y lo entendió.

.

.

.

Torregole era una gran metrópoli. Muchas princesas, muchos reyes y reinas, muchas personas que jamás se  habían visto pero de alguna manera tenían parentesco, muchas maldiciones y hechizos; en general, mucho de todo.

-Helena, iré a la tienda de telas a que me hagan un vestido nuevo. Vendré en unas horas-

-claro amor- y se despidieron con un beso.

Para que ese tiempo lejos de su princesa se hiciera más corto, Helena decidió dar un paseo por torregole. Hacia mucho que no recorría sus calles.

Cuando se cansó de caminar; se sentó en la orilla de la fuente.

-valla, valla, valla, mira que tenemos aquí- dijo una alta mujer, a quien Hel no podía ver bien porque el sol se lo impedía -¿Qué hace la caballero en este lugar?- había cierta burla en sus palabras

-Alessia…- Y Helena quiso lanzársele al cuello y partirla en cientos de pedazos por haber lastimado a su princesa

- Hey, tranquila,  no quiero problemas. Yo solo estoy aquí por negocios. No pienso perder mi tiempo en ti-

-¿entonces porque me estas hablando?- siseó la fúrica caballero

-te vi sentada y quise pasar a saludarte, tu sabes, se llama educación- dijo, mientras se sentaba al lado de Helena

-hola-

-hola ¿Cómo has estado?-

-bien, todo va excelente con Alexandra-

-¿Cómo esta ella?-

-¿Por qué no le preguntas tu?-

-venga Hel, dime ¿Cómo esta?-

-bien, está bien-

-es que… la ultima vez que hablamos me dijo que estaba muerta para ella- y en ese momento la fuerte y temible princesa amazona, mostró su lado humano a Helena… Extrañaba mucho a Alex.

-ella te quiere, no creo que lo halla dicho por tratar de lastimarte-

-también dijo que intentaría salir con otras personas… ¿recuerdas a  Matías?-

Matías… el amigo de Alexandra. Helena jamás lo había visto, pero valla que escuchaba hablar de el. La princesa siempre lo mencionaba. Era el equivalente a Marín de Alex, con la diferencia de que ella en algún momento lo había intentado con el.

-claro que lo recuerdo… es un idiota- (primer grave error) Helena odiaba Matías, siempre creyó que solo deseaba hacer suya a Alex, pero ésta aseguraba que las intenciones de su amigo eran buenas.

-bueno, él también esta en Torregole. Deberías tener cuidado…-

-Yo confío en Alex-

-Y… ¿ella confía en ti?- y tras mucho otros intercambios de frases, todos con el fin de provocar a nuestra caballero, Alessia se fue.

Pero, cuando Alexandra regreso de comprar su vestido...

-¿entonces  hablaste con Alessia verdad?- Estaba verdaderamente decepcionada.

-Hey espera, amor. Déjame explicarte- Pero Alex se fue. No quería ver, y mucho menos escuchar, a su novia. Creía que las dos eran iguales. Y eso aumentó cuando Helena le contó de lo que habían hablado.

Helena había lastimado a Alex. Había roto su promesa (Y la caballero era una mujer de honor que siempre cumplía lo que prometía… menos estas vez)

 La triste joven vago por la ciudad buscando consuelo, pero no lo encontró. Nada podría hacerla sonreír de nuevo; solo Alex tenía esa capacidad. Pero buscando consuelo… encontró a alguien más.

-Hola- dijo una voz varonil.

-Hola- contesto Helena solo por cortesía, mientras bebía aquel aguardiente en la barra de la taberna.

-¿tú eres la caballero de la princesa Alexandra, no es así?-

-¿Quién pregunta?-

-Soy el conde Matías-

-¿en serio? ¿Eres el idiota que se quiere acostar con la mujer que amo?- (helena no estaba muy contenta que digamos)

-Bueno, primero que nada… tranquila. Y segundo, soy amigo de Alex, pero no deseo acostarme con ella-

-¡Oh vamos! A mi no me engañas, idiota-

-no trato de engañarte. Mis intenciones con Alex son buenas-

-explícate-

-bueno, la amo. Esa mujer es mi vida entera, por ella lo que sea. Quisiera poder ser el dueño de su corazón y hacerla la mujer más feliz del mundo. Que fuera la madre de mis hijos-

-¿estas consiente de que yo también siento eso por ella?-

-si, y por eso se que no me harás nada; porque me entiendes-

Y en ese momento, a Helena se le calló al suelo esa falsa imagen que se había construido sobre Matías. Tras una larga conversación, Hel se dio cuenta de que ese hombre amaba de verdad a su novia, que estaba dispuesto a sacrificar lo mismo, o incluso más, que la caballero; con tal de complacer a la princesa y hacerla feliz.

-creo que te debo una disculpa Matías-

-¿disculpa? ¿Por que?-

-porque hable pestes de ti con la princesa Alessia, y a causa de eso Alex no me quiere hablar-

-no te preocupes, Alex te quiere mucho, deja que se le pase el enojo y pronto estarán como antes-

La caballero y el conde pasaron la noche conociéndose y compartiendo anécdotas sobre Alex. Y así... se hicieron buenos amigos.

Helena se daba cuenta de que había cometido un grave error al hablar con Alessia, y aun más grave, al hablar mal del mejor amigo de Alex con la persona menos indicada. Pero no había nada que pudiera hacer al respecto. Imploró por el perdón a la princesa, pero ésta se negaba  a verla; se mantenía encerrada en su habitación.

 Hel no quería perdonarse a si misma; había roto su promesa al lastimar a su gran amor, había sido la causa de las lagrimas de su princesa y eso no se lo podía perdonar.

Días más tarde, días de lagrimas por parte de las dos amantes, al fin Alexandra abrió la puerta de su habitación y Helena pudo hablar con ella, disculparse, y rogar que la perdonara prometiendo jamás volverlo a hacer.

-mi princesa, no soy digna de tu perdón pues he roto mi promesa. En este momento te juraría que jamás volveré a lastimarte, pero temo romper mi promesa de nuevo. Así que solo me ofrezco a ti en este momento; rogando que puedas concederme tu perdón-

-Amor- y levantó la barbilla de Hel para que ésta la viera a los ojos – no tengo nada que perdonarte, yo sobre reaccione. Y soy yo quien te pide perdón por haber hecho que te preocuparas-

Ese par de jóvenes enamoradas se abrazaron; como si esos días que pasaron separadas hubieran sido una eternidad, pero así lo habían sentido ellas.

.

.

.

Un enorme defecto de Helena era en mayúsculo tamaño de su boca. Y eso lo tuvo que aprender Alex de una mala manera.

Mateo y Alexandra tenían una amistad mucho más estrecha de lo que Helena pensaba. Su cariño llegaba a tanto que un día, el conde le entregó a la princesa el mapa de un tesoro.

Alex no sabia si aceptar dicho mapa, era un gran regalo para ella, pero no estaba preparada para manejar un tesoro como ese. Un día, al no saber que hacer con dicho mapa, le contó a la caballero. Para Helena, fue una noticia impactante; su princesa seria la poseedora de un enorme tesoro, pero era Matías quien se lo había dado, y aunque sabia que Alex deseaba un tesoro como tal, no pudo evitar sentir celos.

Helena amaba a su princesa más que a nada en este fantástico mundo, por lo que no dudó en apoyarla en la búsqueda de dicho tesoro. Le prometió estar con ella en todo momento, protegerla y no dejar que anda la dañara… pero Alex no aceptó.

La princesa deseaba realizar ese viaje ella sola, sabía bien que en el camino tendría muchos obstáculos, por lo que no quiso inmiscuir a la caballero en ellos y emprendió dicho viaje ella sola.

-Me iré por un tiempo mi tierna caballero, pero debes saber que te amo, y que hago esto por tu bien; este tesoro es algo que yo debo encontrar yo sola- Dijo la princesa con lagrimas en los ojos al despedirse de su amada.

-Déjame acompañarte por favor. Es mi decisión ir contigo, yo deseo hacerlo, y si salgo lastimada en el camino, habrá sido culpa mía pues yo así lo elegí-

-no, no podría cargar con ese peso en mi conciencia. Si algo te pasara nunca me lo perdonaría. Por eso es mejor… que terminemos-

-pero amor- y helena rompió en llanto – yo quiero estar contigo; no me hagas esto,  por favor –

-lo siento Hel – acarició su rostro- así tiene que ser. Tu debes buscar otra persona con quien ser feliz… yo, yo tendré mi tesoro y seré feliz con él- besó la mejilla de la desconsolada Helena, se dio la vuelta, y avanzó por ese largo camino, perdiéndose de la vista de la caballero.

Dos días más tarde, las hadas del bosque le avisaron a Helena que su princesa corría serio peligro, que la situación se había complicado y que en ese momento, más que nunca, su princesa la necesitaba.

Hel conocía a su… a su ya no novia; y sabia perfectamente que si era ella quien acudía en su ayuda, en vez de ayudarla la perjudicaría, pues ésta no la quería cerca. Por lo que recurrió a su amigo.

-por favor Matías, debes ayudar a Alex-  suplicaba Helena

-ella te tiene a ti, yo salgo sobrando en momentos como ese-

-pero ella te necesita-

-no, te necesita a ti-

-entiéndelo, no me quiere ahí en este momento-

- entonces no es mi problema, ella es tu novia-  y recalcó con despecho el “tu”

-ya no lo es- susurro con dolor la caballero

-valla, lo siento, yo no lo sabia. Creí que ella te amaba-  El conde suavizó su voz

-me ama… pero en este momento no me desea cerca. Creo que eres tu quien debería estar ahí-

-¿yo? ¿pero por que yo?-

-bueno… porque fuiste tu quien le dio el mapa del tesoro-

-¡Oh por dios! ¡¿Encontró el tesoro?!- y en ese momento aquel conde de buenas intenciones y malas ejecuciones… se convirtió en el hombre más feliz de toda la tierra.

-así es, felicidades. Alex encontró el tesoro, pero las hadas del bosque me dijeron que esta en problemas y necesita alguien que la ayude. Tu fuiste quien le entregó el mapa, así que es a ti a quien le corresponde estar con ella-

-gracias por decirme esto, en serio, gracias. Estaré eternamente en deuda contigo-  Matías tomó sus cosas y se preparó para emprender su viaje para ayudar a la princesa.

-espera. Antes de que te vallas, prométeme algo… - a la caballero se le quebró la voz, pues estaba apunto de obsequiar su corazón – prométeme que cuidaras de ella, que la harás feliz, y que jamás la lastimaras- y mientras pronunciaba esas palabras, por sus mejillas corrían ríos de dolor en forma liquida.

-lo prometo-

En esa taberna se encontraban muchas emociones cruzadas. Por un lado la felicidad sin par de aquel hombre… y por otro lado, la tristeza inmensa de una caballero que había puesto su corazón en manos de un conde un poco irresponsable.

Al pasar de los días, se enteró de que por un hechizo de Phidesaycu , el más malvado de todos los que había hecho, la princesa había perdido su tesoro. Rompiendo así el corazón de tres personas: Matías, que por un momento conoció la felicidad extrema, Alexandra, que era su tesoro y lo había esperado por años, y la caballero, que aunque no tenia nada que ver con aquel mágico tesoro, sufría con el dolor tan inmenso de Alex y de Matías.

Tiempo después, cuando Helena y la princesa pudieron hablar, ésta última le dijo que no debió comentarle al conde sobre que había encontrado el tesoro, que no le correspondía a ella dar esa noticia… pero que la perdonaba.  Y la caballero se odio a si misma, una vez más, por volver a lastimar a su tan amada mujer.

Pero, aunque Alex perdonó a Helena. Nada podía volver  a ser lo mismo, pues la princesa seguía creyendo que no era suficiente para la caballero; y ella solo deseaba que ésta fuera feliz (aunque Hel era inmensamente feliz con su princesa).

“Te amo mucho. No pienses que terminé contigo porque no te quiero, al contrario, quiero que seas feliz completamente, y conmigo no se puede. Espero que estés bien. Chao.” Y esa fue la nota que la princesa dejo sobre la cama el día que se fue.

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