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El nuevo juguete del señorito 4

en Gays

Bien, yo, Gilbert, quisiera decirles a todos ustedes que esta es la última entrega de “El nuevo juguete del señorito”, esta serie corta del Enterrador, les ofrecemos el final, esperando que les guste. Y ahora unas palabras del autor de esta historia.

 

Siento el retraso de la última parte, he tenido una pequeña crisis creativa, que se me ha juntado con un par de asuntos, pero ya estoy de vuelta. Bien, debo despedir esta historia, a pesar de su éxito, la ideé como una historia corta, y aún así ha salido más larga de lo que quería, así que este es el final que esperabais.

 

Si os apetece, podéis comentar a través de email a la dirección de correo: latumbadelenterrador@gmail.com

 

Bien, aquí tienen, disfrútenlo, el último episodio de “El nuevo juguete del señorito”.

 

El nuevo juguete del señorito

_______________

Un relato del Enterrador

 

 

 

La mañana se presentaba soleada, los pajaritos cantaban en los árboles, no había ni una sola nube y parecía que la paz reinaba en el ambiente. Aquel era el día en que le entregué al señorito su primer juguete, su gatito predilecto. Era un gato que había sido maltratado por su familia, había recibido palizas, le habían arrancado trozos de pelo, e incluso le habían sacado las uñas. La familia lo abandonó y una protectora de animales lo acogió, yo contacté con la protectora y adopté el gato para el señorito.

 

Llegué a su habitación como cada mañana, me acerqué a la cama con la bandeja de comida y se la dejé sobre la cama, acto seguido fui a por la cajita del gato.

 

-Señorito…-dije despertándolo.

 

Se despertó y se incorporó en la cama, pero no hubo respuesta, volvía a ser el de antes, parecía haber olvidado el arrebato del otro día.

 

-Le traigo su gatito…-dije sonriendo.

 

Abrí la cajita y el gato ni se inmutó, por el miedo, supongo, intenté meter la mano a por él, pero el señorito me agarró del brazo y me detuvo. Acto seguido, me hizo una señal para que me fuera.

 

El señorito se quedó observando al gato, que le devolvía la mirada desde el interior de la jaula. Normalmente, mantener la mirada fija en otro, significa para los gatos un desafío, pero algo de la mirada del señorito hacía que el gato no sintiera que lo estaba desafiando. El gato veía a través de él, veía su dolor.

 

Cuando volví al cabo de una hora, el señorito había vuelto a la cama y se había comido el desayuno, pero vi algo que me sorprendió bastante, el gato estaba acostado sobre su pecho dormido, en dirección a la puerta. Era imposible… El gato acababa de llegar, ¿cómo se había acostumbrado a él tan rápido? Así era, el gato se hizo inseparable del señorito desde el primer momento. Jamás se separaba de él, comían juntos, iban juntos al bosque, se duchaban juntos y hasta dormían juntos. Desde que llegó el gato el señor parecía algo más animado, aunque seguía sin mirar a la cara y sin sonreír, pero me daba la sensación de que estaba muy contento con el gato.

 

-Gilbert… ¿Sabes una cosa?-dijo mientras comíamos.

 

-¿Qué cosa, señor?-dije curioso.

 

-Cheshire-que así le puso al gato-es mi caballero negro (el gato era negro), mi guardián. Estoy muy contento-dijo mirando el plato.

 

-Qué bien… Al fin encontró su “conejo blanco”, ¿no es así?-dije feliz por él.

 

-No. Cheshire no me guiará, Cheshire me proporciona una falsa felicidad, al igual que el de Alicia, no intenta guiarme, sino confundirme, aunque en sus confusiones se esconda la verdad…-dijo serio.

 

La verdad es que yo no entendía muy bien lo que decía, pero si él se entendía… Supongo que estaba bien… El señorito parecía feliz, y pasaron varios meses más. Entonces llegó el día del cimpleaños del señorito.

 

-¡Felicidades, señorito!-dije alegremente.

 

Intentaba ponerme alegre porque aquello era de lo más deprimente, solo estábamos en la mesa del jardín con una tarta sobre la mesa, él, el gato y yo… Él miraba al gato, que estaba en su regazo, y yo me dispuse a cortar la tarta.

 

-Dime una cosa, Gilbert… ¿Qué significa sonreír?-dijo el señorito serio.

 

-¿Que qué significa sonreír? Pues… Supongo que un estado de alegría, felicidad y júbilo, ¿no cree?-dije pensativo.

 

-He olvidado cómo sonreír…-dijo mirando al gato.

 

-Oh, ya verá como no es así… ¡Pronto estará sonriendo otra vez!-dije intentando quitarle hierro al asunto sonriendo.

 

-¿Por qué Cheshire no sonríe? ¿No es feliz?-dijo tranquilo.

 

-Pues… No, señor… Los animales no sonríen…-dije extrañado.

 

Hubo un silencio, en el que se quedó mirando al gato, que permanecía acurrucado en su regazo sin percatarse siquiera de que hablábamos de él.

 

Aquella noche el señor decidió salir, sin mi permiso, y en mitad de la noche, a dar un paseo nocturno.

 

-Vamos, Cheshire..-dijo indicándole al gato el camino.

 

Corrieron al interior de la isla, donde había un acantilado, y el señor se sentó en el borde, junto al gato, que se tumbó a su lado.

 

-Dime, Cheshire… ¿Me echarías de menos si me tirara por el acantilado?-dijo mirando al horizonte mientras oía el resonar de las olas contra el acantilado.

 

Evidentemente, no hubo respuesta, al menos de parte del gato, porque a sus espaldas apareció un enorme jabalí salvaje, que parecía hambriento de carne humana, gruñó y se dirigió hacia ellos.

 

-Je… Jeje…. JAJAJAJAJAJAJAJA….¡¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!!-Se rió a gusto el señorito.

 

El jabalí corría a mucha velocidad hacia ellos, el gato se puso en guardia, arqueando la espalda y mirando desafiante al jabalí mientras le bufaba.

 

-Vamos a morir…-dijo el señor sonriendo-Irónico, ¿cierto? Estoy sonriendo…

 

El jabalí se acercaba cada vez más a ellos, pero aquel gato era el caballero de su amo, y jamás permitiría que sufriera algún daño. El gato sabía que no iba a sobrevivir, miró a su amo, y sonrió, con lágrimas en los ojos. El señorito borró su sonrisa de la impresión, y el gato saltó a los ojos del jabalí, evitando que pudiera ver… El gato, como acto reflejó quiso hincar las uñas en los ojos del jabalí, pero no tenía… Con las uñas le hubiera sacado los ojos y podía haber huido, y así el jabalí iría igualmente sin rumbo, pero sin uñas solo quedaba una opción…

 

Los ojos del señorito estaban abiertos como platos mientras el jabalí pasaba por su lado con Cheshire en los ojos, el gato le sonrió una vez más, mientras lloraba, y justo después, cayó por el acantilado con el jabalí.

 

-¡¡¡CHESIREEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE!!!-gritó el señorito con todas sus fuerzas.

 

Pero ambos habían muerto al golpearse con las rocas… El señorito fue corriendo hasta la playa y llegó a las rocas que había bajo el acantilado, miró a su gato, al que le faltaba la mitad del cuerpo… Estaba sonriendo, pero justo cuando se acercó, los músculos de su mandíbula se encogieron y la sonrisa se perdió. El señorito no había llorado desde que llegamos a la isla, pero aquella noche se la pasó llorando sentado en las rocas del acantilado, con la mitad de su gato en brazos, y mirando como las olas chocaban violentamente con las rocas del acantilado…

 

____________________

 

 

 

Ahí estuve, en el suelo… Humillado, derrotado, y sin moverme desde por la noche hasta por la mañana, cuando ya me tocaba prepararle el desayuno al señor. La cuenca del ojo había dejado de sangrar, así que me coloqué un parche para ocultar la terrible visión de un agujero vacío a mi amo, cuando estuvo listo el desayuno, fui a llamar al señor.

 

-¿Señor? Es la hora del desayuno-dije desde la puerta.

 

Al abrir la puerta me encontré al señor dormido en la cama con los pies extendidos sobre la cabeza del juguete, que había tenido que mantenerse a cuatro patas a modo de reposa-pies, dormido también.

 

-Disculpen, pero…-dije algo nervioso.

 

-Zzzzz… ¿Mm? ¡¿Mmmmm!?-se despertó Cristian-¡¿Pero qué coño!? ¡Quita de encima!

 

-¿Cómo dices? ¿Que qué… Zzzz... camino escoges? Bueno, eso… Zzzz... depende de a donde quieras… Zzzz... Llegar…-dijo el señorito hablando en sueños.

 

-(¡¿Pero qué mierda me está contando!?) ¡Que te quiteeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeees!-gritó Cristian.

 

-¿Que no… Zzzz... Te importa el sitio? Pues entonces… Zzzz… Da igual el camino, siempre… Zzzz… Acabaraś llegando a alguna… Zzzz…. Parte…-dijo entre sueños.

 

Cristian pegó una patada en la cama con la que retumbó toda la casa, el señor pegó un bote en la cama y miró con expresión seria al juguete, ambos nos aterrorizamos al instante.

 

-¿Te has atrevido a despertarme?-dijo serio.

 

-(Genial… A partir de ahora solo me quedará un ojo… El del culo…) Y-yo… E-es que…-dijo el juguete nervioso.

 

Entonces el señorito corrió a su escritorio y cogió unas tijeras que guardaba en su cajón, super afiladas, andó hacia su juguete y, agarrándole la barbilla le dijo que le mirara, éste, temblando, le obedeció. Aquella visión era horrible, el señor levantó las tijeras y el juguete cerró los ojos con fuerzas, acto seguido abrió las tijeras y le cortó uno de sus mechones de pelo de punta.

 

-¿Eh?-dijo extrañado.

 

-Jajajajajajajajajajajajaja. ¡Deberiais haberos visto las caras!-dijo carcajeándose.

 

-(Me cago en todos tus muertos, desde el primer cavernícola hasta el último pijo asqueroso que esté emparentado contigo) No tiene gracia…-dijo enfadado el chico.

 

Salimos a desayunar y todo ocurrió de forma normal, el señor no cambió su comportamiento, le metió seis uvas a su juguete en la nariz durante el desayuno, y el otro se enfureció. Nadie dijo nada sobre la pérdida de mi ojo, aunque vi como el juguete me miraba nervioso de vez en cuando.

 

-¡Decidido! ¡Hoy, para variar, saldremos de excursión a la isla!-dijo el señorito decidido.

 

-(¿“Para variar”? Si todos los putos días hacemos la misma mierda, tampoco hay mucho más que hacer por aquí…) Qué guay…-dijo el juguete desganado.

 

El señorito le puso la correa al juguete y partieron en su excursión, mientras andaban por el bosque, el señor decidió contarle al juguete a donde iban realmente.

 

-Bien… Hoy vamos a mi sitio favorito…-dijo sonriendo.

 

-(Joder, no… ¿Otra vez a esa cabaña oscura y asquerosa en la que solo hay cadáveres de bichos? No creo que pueda aguantarme las ganas de potar esta vez…) ¿A-a la casa de o-oscuridad?-dijo nervioso el juguete.

 

-No exactamente-le sonrió el señorito.

 

-¿Cómo que “no exactamente”? O vamos o no vamos… No hay otra opción (Al menos esa es la definición de “exactamente” que yo tengo, por ejemplo, sé que eres exactamente gilipollas…)-dijo cansado el juguete.

 

-Es que no te he enseñado el sótano de la casa…-dijo tranquilo.

 

-(Espero que no encontremos allí el plan de asesinato de Kennedy, porque no me extrañaría nada…) V-vale…-dijo nervioso.

 

Llegaron a la casa y atravesaron la sala esquivando los cadáveres de los conejos, gatos y otros animales que colgaban del techo.

 

-¡Aaaaaaaaaaaaaaah! ¡Algo me ha tocado!-gritó el juguete horrorizado.

 

-A ver…-se acercó el señorito-Solo era un diente de león…

 

-¡¿Y de dónde sale eso en una habitación cerrada!?-gritó Cristian.

 

-Supongo que habrá entrado por esa ventana…-dijo el señorito señalando a una ventana abierta.

 

-¡PUES ME CAGO EN SU PUTA MADRE!-gritó el joven marginal.

 

-Veo que estás nervioso… Eso es divertido…-dijo el señorito sonriendo.

 

-Tsk…-dijo el otro chico.

 

Llegaron al fondo de la estancia y bajaron las escaleras al sótano, estaba oscuro, pero el señorito sacó unas cerillas y con ellas encendió las velas de unos cuantos candelabros, la estancia se iluminó por completo, y en aquella claridad, Cristian vio lo que sería lo más bizarro y retorcido que sus ojos verían jamás.

 

En la pared, como si de una figura religiosa se tratase se encontraba el cadáver de un animal, Cristian no lo distinguió bien, pero parecía faltarle parte del cuerpo, por toda la pared en la que estaba encadenado había dibujadas sonrisas, una tras otra, como si quisieran inundar la estancia con un humor retorcido.

 

-Cristian, te presento a mi guardián… ¡El gato de Cheshire!-dijo encendiendo la última vela.

 

Entonces vio clara la figura del animal, le faltaba la parte inferior del cuerpo, sus dos patas delanteras estaban encadenadas a la pared con una pose de cruz, en su cara, concretamente donde debería estar su boca, había una raja que le llegaba desde una oreja a la otra, era una sonrisa, hecha con un cuchillo.

 

-¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!-se rió el señorito-¡Qué maravillosa sensación! ¡La risa es terapéutica, si no ríes, es porque estás muerto por dentro! ¡Vamos, ríe conmigo!

 

El juguete se quedó paralizado ante lo que estaba viendo, no podía esbozar siquiera una sonrisa, aquello era horrible, un loco riéndose junto a la figura de un gato muerto que parecía festejar también la ocasión con una sonrisa. Cristian no pudo reír, aquello era de todo menos gracioso.

 

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El señorito y el juguete volvieron a la mansión tras varias horas por la isla, el señorito venía radiente, con una amplia sonrisa, pero el juguete estaba pálido y parecía afectado por algo, aunque claro, eso no es asunto de un mayordomo…

 

-¡Ya hemos vuelto, Gilbert!-dijo feliz el señorito.

 

-No han estado mucho tiempo fuera, normalmente pasan el día en la isla…-dije extrañado.

 

-Ya, es que este dice que no se encuentra bien-dijo el señorito señalando al juguete con el ceño fruncido.

 

-(¡Ay, Dios! ¡Voy a potar, lo veo venir! ¡Voy a echar hasta la primera papilla que me tomé cuando era un crío!) E-es que… Hace frío, y habré p-pillado un resfriado. C-como voy s-siempre desnudo…-dijo nervioso.

 

-¡¿Frío!? ¡Pero si hace 40 grados a la sombra!-dije sorprendido.

 

-(Tus muertos…) ¡P-pues… Yo tengo frío!-dijo a la defensiva.

 

Entonces vi como al señorito se le dibujaba una sonrisa traviesa mientras miraba al juguete.

 

-¡Gilbert! ¡Trae las mantas térmicas! Creo que con unas 10 serán suficientes…-dijo mirando al juguete.

 

-(¿He dicho ya que odio a este tío?)-pensó el juguete para sí.

 

Le llevé las mantas al juguete, que parecía angustiado. Sudaba y me miraba con una mirada algo nerviosa.

 

-¿Le ocurre algo?-dije tranquilo.

 

-¿D-dónde está?-dijo mirando a otro lado.

 

-El señorito ha dicho que iba a darse un baño, que usted durmiera aquí para recuperarse. Es muy atento, ¿verdad?-sonreí.

 

-(Lo que es es un sádico hijo de puta…) Bah…-dijo desganado.

 

-¿Aún no se ha acostumbrado a él?-dije serio-Bueno, supongo que es cuestión de tiempo…

 

-Aaaah… Que baño más agradable, voy a…-dijo el señorito a punto de entrar por la puerta.

 

-¡Jamás! ¡Odio a ese puto crío! ¡Es un puto desequilibrado mental que no hace más que matar animales para soltar su frustración! ¡Si, su padre le abandonó! ¡¿Y qué!? La vida es dura, pero ese subnormal sigue creyendo en estúpidos cuentos, cree que algo mágico y especial pasará solo por tenerme aquí… ¡Pues no! ¡Su padre no lo quiere! ¡Y lo entiendo! ¡Yo tampoco querría un hijo como él!-gritó el juguete.

 

Me quedé a cuadros por lo que había dicho el juguete, pero justo cuando iba a darle una bofetada para que aprendiera, oí como alguien corría por el pasillo, el señorito había escuchado lo que acababa de decir…

 

-¡Señorito!-grité.

 

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Corrí en busca del señor y le dije al juguete que ni se le ocurriera moverse, corrí hasta el faro, donde esperaba encontrarle. “¡No se suicide, por favor!” “¡No se suicide” pensaba mientras corría en dirección al faro. El juguete se quedó solo en la habitación.

 

-¿Por qué me ha puesto esa cara? Si solo he dicho la verdad…-dijo el juguete con el ceño fruncido.

 

-Cristian…-se oyó una voz baja.

 

-¡¿Q-quién anda a-ahí!?-dijo el juguete asustado.

 

En la puerta apareció una figura, alguien que miraba hacia el suelo y que llevaba un cuchillo en la mano, a Cristian se le tensó el cuerpo. Era el señorito.

 

-¿Eso que has dicho… Es lo que piensas de mi?-dijo el señorito sin expresión en la voz.

 

-(¡Mierda! ¡¿Me ha oído!?) Y-y-yo…-dijo el juguete titubeando.

 

-Tienes razón, Cristian… En todo… Soy asqueroso…. Soy un error… No debería haber nacido…-dijo aún mirando al suelo el señorito.

 

-Vamos, t-tranquilízate… E-eso… N-no es c-cierto…-dijo Cristian nervioso.

 

El señorito anduvo hasta Cristian y levantó las mantas, después se tumbó sobre él, sin mirarle a los ojos.

 

-P-papá… ¿Por qué no me quieres?-comenzó a llorar.

 

-(Dios, un brote psicótico ahora no, por Dios…) N-no llores…-dijo nervioso Cristian.

 

-Cristian, si no eres sincero te mataré-dijo el señorito llorando-¿Quieres estar a mi lado?

 

-(En fin, adiós mundo. Responda lo que responda me matará, al menos esta vez podré decir la verdad…) No, eres un loco y me das miedo, además, me tratas mal y eres aburrido. ¡Solo eres un puto crío de papá que llora y llora en vez de seguir hacia adelante! ¡Mátame, pero eso no cambiará nada!-gritó Cristian.

 

El señorito no dijo nada, pero Cristian veía como las lágrimas caían por sus mejillas. Levantó el cuchillo y Cristian cerró los ojos asustado. De repente, oyó un ruido de algo caer y los abrió de nuevo. El señor rompió la cadena que le ataba.

 

-Eres libre… Vete, si te das prisa, cogerás el barco…-dijo secamente el señorito.

 

Cristian miró al señorito, tenía muchas ganas de acabar con él, pero si lo hacía, no podría coger el barco, q tiempo, no obstante, no quería desaprovechar la oportunidad, le quitó el cuchillo, y le dio una patada en el estómago que lo lanzó contra la pared. Acto seguido, corrió hacia el barco.

 

____________________

 

Las 22:50 de la noche, Cristian corría por el bosque para coger el barco y poder volver a su casa, estaba tan emocionado que incluso había olvidado que… Iba desnudo…

 

-¡Hostias! ¡Que tengo la polla y los huevos fuera! Bah, lo importante es volver a casa, que una o dos pavas me vean la polla no importa-dijo para sí mientras corría.

 

Mientras corría empezó a pensar en el señorito.

 

-Ese hijo de puta… Me ha raptado para usarme como quería, ¡no lo he matado porque no tenía tiempo!-dijo furioso.

 

Pero algo pasó por su cabeza… Un recuerdo de cuando era niño…

 

-Mamá… ¿Dónde está mi papá?-dijo el joven Cristian a los cuatro años.

 

-¿Eh? ¿Por qué preguntas eso? ¡No me ralles ahora con eso, niño!-dijo la madre de Cristian de mal humor.

 

-Pero… Es que… Todos los niños del cole tienen un papá… Menos yo…-dijo triste el niño.

 

-¡Bah! ¡Tú tienes más padres que ellos! Tienes a Pepe, a Fran, a DJ Chupa…-dijo la madre orgullosa.

 

-Esos no son mis papás… Son tus novios… Siempre me ilusiono creyendo que uno será mi papá, ellos siempre me prometen que estarán conmigo… Pero cuando los dejas… Se van… Y no vuelven…-dijo el niño aún más triste.

 

-Mira chaval, te seré sincera, el tío que era tu verdadero padre me dijo que iba a por tabaco cuando estaba de 4 meses y desapareció. Ese hijo de puta me preñó y me abandonó, así que… ¡Tú no tienes padre! ¡Punto!-dijo la madre enfadada-Y no me ralles… Que tengo que ir a currar…

 

-Buena suerte en el club, mamá…-dijo el niño aún triste.

 

-Gracias, chavalote, a ver si esta noche me saco una buena pasta en bailes para chutes. Me las pirp, vampiro-dijo la madre yéndose-Hazte la cena, volveré tarde…

 

-(Yo… Tuve que aprender a vivir sin mi padre… Me dolía que todos presumieran de padres, y yo… Nunca tuve uno… Mi madre nunca estaba en casa, siempre estaba follando con algún tío para que le comprara droga, o bailando en el club de stiptease… Así que yo quería un padre, porque estaba solo… Y-yo… Era como él…)-pensó Cristian para sí mismo.

 

Finalmente llegó hasta donde estaba el barco, se quedó mirando la embarcación con melancolía, había llegado a tiempo, ahora saldría de aquella infernal isla, y volvería a casa con…. Su madre….

 

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-Sniff… ¡Papá! ¡PAPÁAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA! ¡Por favor, quiéreme, quiéreme! ¡BUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!-gritaba el señorito llorando solo en la pared donde Cristian le había dejado.

 

Sus ojos no paraban de expulsar lágrimas, no podía contenerse, se había dado cuenta de que su padre no iba a volver, no había “conejo negro” o “conejo blanco” que valiese, ni guardián, ni gato de Cheshire, ¡aquel gato no sonrió! ¡Fue su mente enferma la que le hizo creer que vio eso! Todo era mentira… Se había dado cuenta de su propia locura… Y eso es lo peor que le puede pasar a un loco…

 

-¡Quiero morir! ¡No merece la pena vivir! ¡Mi padre no volverá nunca! ¡¿Qué más da todo!? ¡Soy basura, simple basura, por eso estoy en la isla “Trush”!-gritó el chico.

 

De repente, unos brazos le rodearon, su cuerpo se tensó y empezó a removerse, no quería ningún abrazo.

 

-¡Gilbert, suéltame, idiota! ¡QUIERO MORIR! ¡Y TÚ VAS A MORIR CONMIGO COMO CRIADO QUE ERES!-gritó removiéndose.

 

-Tsk… ¿Cómo te atreves a confundirme con ese anciano mayordomo?-se oyó a su espalda.

 

-E-esa v-voz… ¡¿C-cristian?!-dijo sorprendido el señorito.

 

-Así es, Luke-dijo sonriendo el gamberro.

 

-¡NO ME LLAMES LUKE!-gritó fuera de sí-¡YO NO SOY E…!

 

El gamberro agarró de los brazos al señorito y lo estampó contra la pared, con una sonrisa arrogante le miró a los ojos y dijo:

 

-Yo haré lo que me dé la gana… Escúchame con atención, mequetrefe, he decidido que me voy a quedar en esta isla para siempre, seré el señor y tú serás mi juguete, ¿entendido?-dijo mirándolo con una sonrisa de superioridad.

 

-¡¿C-cómo dices!? ¡N-no seré tu juguete! ¡Por mi puedes quedarte con esto, yo quiero morir!-gritó el señorito furioso.

 

-No me has entendido, imbécil-dijo con cara de malas pulgas mientras acercaba su cara a la del señorito-Me irritas muchísimo, pero no sé por qué, siento pena de ti… Así que escúchame bien, que solo lo diré una vez…-apartó la mirada y se sonrojó-Yo… Quiero quedarme a tu lado… Y protegerte…

 

-Espera… ¡¿Quéeeeee!?-gritó el señorito asombrado.

 

-Verás… A mi… También me abandonó mi padre…-dijo sin mirarlo a la cara, pero aún agarrándolo de los brazos.

 

-¿V-vas a ser mi conejo blanco?-dijo con ojos llorosos.

 

-¡Olvídate de esa mierda! ¡Tu padre no volverá! ¡¿Me oyes!? ¡Pero no le necesitas!-dijo serio el gamberro.

 

-¿Y-y… Eso por qué?-dijo el señorito nervioso.

 

-P-porque… Tsk…. (Mierda, ¿por qué estoy tan cursi? Grrr) Me tienes a mi…-dijo sonrojado y apartando la mirada con el ceño fruncido.

 

El señorito abrió los ojos como platos y se dio cuenta de que ese chico se había enamorado de él, y que se quedaría para siempre a su lado… No volvería a estar solo… Nunca había pensado en eso, pero… Él también llevaba ya un tiempo enamorado de Cristian, solo que no se había dado cuenta…

 

-¿Entonces…?-dijo Cristian recuperando su confianza-¿Qué me dices? ¿Aceptas ser mi juguete?

 

Cristian soltó los brazos del señorito y a éste se le llenaron los ojos de lágrimas, entonces se abalanzó sobre él en un abrazo.

 

-¡Por supuesto que sí! ¡Pero por favor, nunca me dejes solo!-gritó el señorito llorando.

 

Cristian agarró al señorito de las manos y le miró a los ojos sonriendo.

 

-Nunca te dejaré solo, estaré contigo para siempre… Luke…-dijo serio.

 

El señorito se sonrojó por toda la seriedad de la escena y Cristian sonrió de nuevo con una sonrisa traviesa.

 

-Muy bien, juguetito…-dijo acariciándole la mejilla-Ahora me vas a tener que pagar por lo que me has hecho pasar…

 

-¿Q-qué tengo q-que hacer?-dijo el señorito nervioso.

 

-(Parece que su locura se ha dispersado… En el fondo era un chico tímido, ¿eh? Esto será divertido…) Para empezar, esto…-dijo justo antes de fundir sus labios con los del señorito.

 

Se fundieron en un beso apasionado, al principio el señorito se asustó, pero al ver la seguridad que mostraba Cristian decidió corresponderle. Su boca sabía tan bien... El señorito jamás había probado un manjar mejor que el sabor de la boca de ese chico.

 

-Uff… No lo haces mal… Luke..-dijo sonriendo-Ahora agáchate.

 

El señorito hizo lo que Cristian le había ordenado, entonces se colocó a la altura de su paquete y miró al que antes fue su juguete, este seguía sonriendo, con una sonrisa arrogante. Por fin había conseguido lo que quería, hacer a Cristian reír…

 

Acto seguido, agarró su polla y empezó a masturbarla lentamente, Cristian empezó a gemir bajo, y el señorito se quedó embobado con la expresión de Cristian cuando le masturbaba, las facciones algo tensas, los ojos cerradas y los agujeros de la nariz, dilatados. Cuando la polla se había puesto dura, decidió pasar a la atención.

 

Se metió aquella polla en la boca de una sola vez mientras miraba a la única persona que estaría a su lado durante el resto de su vida, sus ojos brillaban, su mirada era segura, y por primer vez desde que lo había conocido, irradiaba ternura en su mirada.

 

-Buah… Como la chupas… Eres un Dios…-dijo suspirando Cristian.

 

El señorito metía y sacaba aquel cilindro de carne en su boca una y otra vez, de vez en cuando lamía el tronco o bajaba su cara para chuparle los huevos a Cristian, lo cual le volvía loco. El volumen de sus gemidos fue aumentando, y su expresión cambió, pasó de la ternura del principio a su expresión de maldad, con un toque de lujuria.

 

-Lo siento, pero ahora eres mi juguete y debes obedecerme, no tengo por qué tratarte siempre bien…-sonrió.

 

Agarró la cabeza del señorito y empezó a guiar la velocidad de la mamada, al señorito se le puso la cara toda roja y tenía arcadas de vez en cuando, pero eso a Cristian no le importaba lo más mínimo, y… Aunque parezca mentira… Al señor le gustaba esa situación, no entendía por qué, pero se sentía cálido, cuando Cristian le hacía eso…

 

-Je… Parece que estás disfrutando… Bueno, como todos los maricones, eres un masoca…-sonrió arrogantemente acelerando el ritmo aún más.

 

Sus embestidas eran frenéticas y sus gemidos eran cada vez más altos, llegó un momento en el que se dio cuenta de que la diversión no acababa ahí, y paró en seco al señorito, sacando su polla bruscamente de su boca, le agarró de la barbilla y le puso a su altura.

 

-No quiero correrme tan rápido… Aún puedes aprovechar mi polla…-sonrió Cristian.

 

El señorito respiraba ansiosamente porque había estado chupándole la polla un buen rato sin apenas haber podido coger aire. Cristian, teniéndolo aún agarrada la barbilla, lo guió a su boca, y llenó su ser por completo con un beso con lengua. Cuando se separaron, el señorito sonrió.

 

-Y pensar que hace nada me pegaste por hacerte esto…-dijo contento el señorito.

 

-Tsk… ¡Calla!-dijo Cristian sonriendo y empujando al señorito sobre las mantas.

 

-¿Qué vas a hacer ahora?-dijo el señorito nervioso.

 

-No te hagas el inocente, sabes perfectamente que te voy a perforar ese culito que tienes…-sonrió.

 

El señorito se puso nervioso, pero prefirió no decir nada, simplemente cerró los ojos para dejarse llevar por el placer. Lo primero que hizo Cristian fue quitarle la camiseta al señorito, dejando su pecho lampiño a la vista, totalmente blanco y virgen, o eso decía él…

 

-Jeje… Nos vamos a divertir…-dijo tumbándose encima y sacando la lengua.

 

Comenzó a lamer todo su cuerpo mientras el señorito se estremecía con el contacto de otro cuerpo sobre el suyo, paralelamente, le acariciaba con sus manos. El señorito sentía un montón de sensaciones a la vez. Cristian hacía círculos con su lengua alrededor de su ombligo, y después se puso a pellizcarle suavemente los pezones, ante lo que el señor gimió.

 

-Ah… Tienes sensibles los pezones, ¿no?-sonrió.

 

Comenzó a mordisquearle los pezones mientras le quitaba el pantalón.

 

-A-ah… Qué bien… S-se siente…-gemía el señorito.

 

-¡A callar, solo quiero oír tus gemidos, juguete!-gritó Cristian en tono autoritario.

 

Cuando le hubo bajado los pantalones y se hubo cansado de chuparle los pezones empezó a pasar su lengua por la entrada del culo del señorito, éste gemía mientras lo hacía. No era la primera vez que Cristian preparaba un culo para follárselo luego, aunque si era la primera vez que ese culo era de un tío, no obstante, la experiencia era válida igualmente. Comenzó a meterle un dedo despacio.

 

-D-duele…-se quejó el señorito.

 

-Al principio duele un poco, pero se te pasará…-dijo Cristian tranquilo.

 

-Como si no lo supiera…-dijo el señorito entre dientes.

 

-¿Has dicho algo?-dijo Cristian añadiendo otro dedo.

 

-Cristian… Quiero que duela…-dijo serio el señorito.

 

-Vaya, vaya… ¿Crees que estás en posición de darme órdenes?-sonrió de nuevo Cristian-Suplícamelo.

 

-¡P-por favor, métemela sin contemplaciones! ¡T-te lo suplico!-gritó el señorito avergonzado.

 

-(Je… Qué fácil ha sido cambiar los papeles…) Por mi vale, así es más divertido…-dijo con una sonrisa sádica.

 

Cristian cogió los brazos del señorito y lo estampó de nuevo contra la pared de espaldas, restregando su polla por el culo del señorito. Acercó su boca a la oreja del señorito y le susurró: “¿Quieres que te mete mi pollón, perra?” El señorito pudo sentir el aliento de este tipo tan vulgar en su nuca y esto le puso realmente cachondo, tanto que casi no pudo atinar a decir un nervioso: “S-si”.

 

Sin la menor contemplación, y de una sola vez, Cristian introdujo su enorme polla por el estrecho agujero del señorito, el grito que soltó se oyó por toda la isla, hasta que Cristian le tapó la boca con la mano.

 

-Shh… No seas tan escandaloso… No recuerdo haberte dado permiso para gritar así…-dijo Cristian moviéndose en su interior.

 

-¡DAME! ¡DAME MÁS DURO, POR FAVOR!-gritó el señorito.

 

-Je… Estás hecho toda una guarrilla… Eso me gusta…-dijo sonriendo.

 

Empezó a darle por su culito con todas sus fuerzas, el señorito gritaba por la mezcla tan intensa de placer y dolor que sentía y Cristian gemía por la resistencia que le ponía el culo del señorito.

 

-(Niños, no intentéis esto en casa… Jeje…) C-creo…. Que voy a correrme…-dijo Cristian gimiendo a más no poder.

 

-Y-yo también…-dijo el señorito agotado.

 

Ambos se corrieron a la vez, Cristian en el interior del señorito y el señorito sobre la pared, sin haberse tocado en ningún momento. Cuando terminaron Cristian sacó su polla del culo del señorito y le abrazó.

 

-Luke… Prometo que te protegeré para siempre… No tienes nada que temer ya… Yo…-miró nervioso hacia otro lado-Te quiero…

 

-Cristian…-dijo sonrojado-Yo también te quiero…

 

Ambos se dieron cuenta del sentimiento que mantenían y se besaron, y este viejo mayordomo, desde la puerta, solo pudo sonreír, porque el señorito no volvería a estar solo nunca más.

 

____________________

 

-¿Seguro que esa era el último?-dije cruzado de brazos.

 

-Que si, Cristian, te lo prometo-dijo Luke inflando los mofletes.

 

-Así me gusta…-dije sonriendo y abrazándolo.

 

-Aunque si te digo las verdad echaré de menos tener los cadáveres de estos animalitos por ahí… Enterrarlos me parece una pérdida de su belleza decorativa…-dijo pensativo Luke.

 

Conseguí que enterrara los cadáveres de los dichosos bichos. Aunque todavía le quedaban resquicios de locura, como esa última frase, Luke ya no era peligroso, así que ya podíamos vivir felices.

 

-¡Oh! ¡Casi es la hora! ¡Son las 10:55! ¡No llegaremos a despedirnos!-dijo Luke nervioso.

 

-Oh, vaya… Supongo que no vendrá a despedirse… que le vamos a hacer…-dijo Gilbert a punto de subir al barco.

 

-¡Gilbeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeert!-se oía a Luke gritar corriendo hacia el puerto.

 

-¡Señorito!-dijo Gilbert emocionado.

 

-Perdón por la tardanza, jeje… Estábamos deshaciéndonos de “algunos asuntos”-dijo Luke sonriendo.

 

-¿Ha enterrado ya a Cheshire?-dijo el mayordomo sonriendo.

 

-¡¿C-cómo s-sabes!?-dijo el señorito sorprendido parándose junto a Gilbert.

 

-Un mayordomo debe saberlo todo sobre su señor…-dijo sonriendo.

 

-L-lo siento… Y-yo…-dijo Luke empezando a llorar.

 

En ese momento Gilber me miró, y mi cara no parecía mostrar simpatía precisamente, más bien decía: “Te voy a partir la cara por hacerle llorar”.

 

-Je… Casi no lo reconocía con ropa, señorito Cristian-dijo riéndose de mi.

 

-Tsk…-chisté.

 

-Señor, no se preocupe… Yo nunca lo juzgué, ni Cheshire, ni aquellos otros animales. Usted siempre se consideró solo, pero eso nunca fue así, todos y cada uno de nosotros estábamos aquí con usted, dispuestos a dar incluso nuestra vida por usted, como hicieron esos animales y Cheshire, y como yo hice al perder mi ojo… Porque nosotros éramos sus juguetes, señor, y estábamos aquí para cumplir sus deseos-sonrió de nuevo Gilbert.

 

-Gilbert…-dijo Luke aún llorando.

 

Gilbert se acercó a mí sonriendo y puso un objeto en mi mano.

 

-Ahora tú serás el nuevo mayordomo de la isla, Cristian, esta es la insignia de la familia, llévala con honor. ¿De acuerdo?-sonrió.

 

-E-espera… ¡¿M-mayordomo yo!?-dije sorprendido.

 

-Adiós a los dos, al igual que el conejo del cuento que le conté, señorito, ya no son necesarios mis servicios, así que es mejor que me vaya, y le deje con su felicidad…-dijo subiéndose al barco.

 

El barco con Gilbert se alejaba ante nosotros y Luke solo lloraba y agitaba la mano diciendo adiós. Pero… ¡¿Yo mayordomo!? ¡Jamás! Aunque… Pensándolo bien… ¿Por qué no? Tampoco tengo nada por lo que volver a casa… Mamá nunca está conmigo… Y mi hermana dice que se largará en cuanto pueda, así que… No me necesitan… En cambio, él sí… Y… Creo que yo a él también… Me quedaré para protegerle… Y, aunque jamás lo admita en voz alta… Para ser… Su juguete…

 

FIN

 

____________________

 

¿Qué coño? Ah, vale… Como ahora yo soy el mayordomo de turno debo terminar el relato este, ¿no? Pues vale, vamos a ver, ¿eh? Una nota de Luke… “Que no se te olvide dar las gracias” ¡¿Las gracias!? ¡Yo nunca doy las gracias! Además, aquí las gracias las tenéis que dar vosotros, que sois los que leeis, ¡yo no pienso darlas! ¿Eh? Otra nota… “Si no das las gracias, voy a por las tijeras, ji, ji…” ………. Eh…. G-g…. G-g… ¡No puedo ni decirlo! Tsk… ¡Gracias! ¡Ahora a leer el puto mensaje del autor!

 

Bueno, este es el capítulo más largo que he escrito jamás, creo… Es que en los últimos capítulos siempre hay mucho que decir… Siempre lo acorto, y luego el resultado es que sale apresurado, este lo he hecho como me ha salido. Espero que hayáis disfrutado de las aventuras extravagantes de estos dos. Pronto subiré un especial que servirá para abrir boca para la temporada de verano de mis relatos. ¡Gracias por leer!

 

OS SALUDA

 

EL ENTERRADOR

 

 

 

Y ya está, ahora me largo, que como Luke sigue creyendo que es mi juguete hace lo que yo quiera, y ahora me apetece darle un rato por culo, jeje...

 

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