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El diario online de Marcos García 9

en Gays

Siempre he tenido una inquietud que jamás se ha cumplido. A veces, para complacer a tu pareja, tienes que hacer cosas que no te gustan, y hoy Marcos hará la más difícil de todas según mi criterio.

 

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Diario de una adolescencia gay

_______________

Un relato del Enterrador

 

El diario online de Marcos García 9: Primera cita offline

 

David y yo llevábamos ya dos meses saliendo, sin embargo, debido a su exigente agenda y a mi perezoso estilo de vida, sólo habíamos podido vernos en la escuela. Él casi siempre estaba trabajando, y yo me negaba a salir de noche, que era el único momento en el que él podía. Lo sé, era muy egoísta por mi parte y podía costarme la relación, pero es que definitivamente odio salir por la noche. Todo el mundo está borracho y se pone a contar sus tonterías. Prefería mil veces quedarme en casa jugando al “Animal Crossing”, aunque luego Tom Nook cerrara a las 23:00 de la noche y me quedara sin nada que hacer. Me ponía a regar las plantas del pueblo y ya está.

 

Al principio no me preocupaba, ya que suponía que tarde o temprano acabaríamos encontrando tiempo para salir, pero el tiempo fue pasando y seguíamos sin quedar. Las insistencias de David eran cada vez menores, por lo que empezaba a pensar que se había aburrido de mí. Sabía que tarde o temprano lo haría, porque prácticamente lo estaba forzando a estar conmigo. Seamos realistas, David es hetero, y si sale conmigo será por simple curiosidad, curiosidad que se acabaría pasado un tiempo. Mi plan era aprovechar su curiosidad todo el tiempo que pudiera, y no lo estaba haciendo. Tenía que ponerme las pilas. Yo soy el que debe poner más de su parte en esta relación, pues soy el más interesado.

 

Sé que suena triste, pero es cierto. David podía dejarme en cualquier momento, así que tenía que luchar por él el triple de lo que tendría que hacerlo en otra relación. A veces me preguntaba por qué era así. ¿Por qué David no podía ser 100% gay? En serio, eso me ahorraría mucho sufrimiento. De ese modo, no me pondría celoso cada vez que habla con alguien. Aún con todo, era afortunado. David era mi novio. ¡Mi novio! Era algo que todavía estaba tratando de asimilar. ¿Qué más daba que no fuese gay? Yo me iba a encargar de convertirlo costase lo que costase. ¡Y si tenía que salir por la noche, pues saldría!

 

Nuestro principal enemigo era el tiempo. Cuando nos hacemos mayores, dejamos de tener todo el tiempo del mundo como cuando éramos niños, y eso nos dificulta bastante la vida. De niño, podía pasarme toda la tarde jugando a la consola, que no me hubiera pasado nada. Sin embargo, si ahora hacía eso, habría desperdiciado una tarde entera. No habría estudiado, no habría hecho los deberes… Sería una tarde perdida. Echo de menos poder hacer lo que me plazca cuando me plazca, pero supongo que en eso consiste hacerse mayor: en dejar de hacer lo que te gusta para poder atender tus obligaciones.

 

Mientras pensaba en todo eso, sonó el teléfono. Era David. Mi corazón se paró en seco. Mi mente, ya habituada a montar fantasías, urdió en una milésima de segundo una terrible pesadilla que podría ocurrir a continuación. Cogería el teléfono y, al otro lado, David me diría que estaba harto de mí, que era un ermitaño aburrido y que ya no le apetecía seguir conmigo. Mi corazón se partiría en mil pedazos y le suplicaría que se quedara conmigo, pero me diría que ya está con otra, una tal Roba Novios, un nombre poco común. Después, colgaría y yo me pasaría el resto de mi vida solo, viviendo con miles de gatos gordos y desagradecidos que acabarían devorándome una vez me muriera.

 

Suspiré. Tenía que dejar de montarme películas. Contesté al teléfono tras tranquilizarme un poco y oí la dulce voz de David al otro lado:

 

-Hey, hola, Marcos.

 

Dios, ¿por qué será que oír su voz me calma el corazón? Cada vez que escucho su melodiosa forma de hablar me siento flotando, como si estuviera echándome la siesta en una nube mientras la agradable brisa primaveral me acaricia la piel.

 

-Hola-sonreí como un bobo aunque él no me pudiera ver.

 

-Mira, esta noche se estrena en el cine una peli que tenía muchas ganas de ver. ¿Te quieres venir?

 

-¿Esta noche? ¿A qué hora?-pregunté con el ceño fruncido.

 

En serio, a veces me odio a mí mismo. ¿Por qué tenía que preguntar eso? Daba igual la hora, daba igual la peli, daba igual el cine. Lo único que importaba era él, estar a su lado, verle, oírle, olerle, sentirle, lamerle… Vale, creo que eso ha sonado raro. ¡Pero ustedes me han entendido!

 

-Bueno, sé que no te gusta salir muy tarde. Pero es que la primera sesión es a las 22:00.

 

Mi primer reflejo fue un rotundo no, pero… ¿y si era mi última oportunidad? Además, sólo lo veía en clase, y ya estaba deseando estar a solas con él. Estaba decidido: ¡iba a ir!

 

-Está bien.

 

-¿En serio?-soltó emocionado-. ¡Genial! Ya verás como lo pasamos genial. La peli se llama: “Paranormal Exorcist: Scream Version”.

 

Espera, ese título… Me da a mí que no va a ser de animación, ¿verdad? Vaya por Dios, ¿tenía que ser de terror? No soporto las películas de terror. Me dan pánico. Es más, no veo una desde hace muchísimos años, y creo que la última vez me meé encima. Tenía 5 años, lo admito, pero si no he vuelto a ver una por algo será. Con decirles que me tapo los ojos cuando sale un anuncio de una de esas películas en la tele…

 

-Q-qué bien… E-estoy deseando verla.

 

-¿A que sí? Te recojo a las 21, ¿vale?

 

-Vale.

 

Ambos nos despedimos y colgó. Miré el reloj y eran las 17. ¡No iba a tener tiempo de prepararme mentalmente! Quería cancelar la cita, ¿pero cómo iba a hacerlo? Si ya le había dicho que sí y parecía muy ilusionado…

 

No sabía que a David le gustasen las películas de terror. No le pegaba nada. Oh, Dios, a lo mejor ésta no era la última vez que me llevaba a una de ésas. ¿Cómo debía comportarme? ¿Debería hacerme el experto? ¿Debería llevarme unas gafas de sol y decirle que son 3D para no ver nada y así parecer seguro? Las piernas me empezaron a temblar.

 

¿Y si le decía que no me gustaban esas películas y me dejaba? Ustedes pensarán que es absurdo y que si no me quiere por algo así sería mejor que no estuviera con él, sin embargo, yo… quiero tanto a David que sería capaz de hacer las tonterías más grandes imaginables sólo para que estuviera conmigo un segundo más. Si tenía que ver veinte mil pelis terroríficas de las que se meten en el cerebro de la gente, las vería.

 

Y digo yo: ¿no podríamos encontrar un término medio? “Pesadilla antes de Navidad”, por ejemplo. Aparecen monstruos y a la vez es para niños… De nuevo me pregunté cómo era posible que a David le gustasen las películas de terror.

 

En ese momento me di cuenta de que apenas sabía nada de él. ¿Cuáles eran sus gustos? ¿Dónde vivía? ¿Cuándo era su cumpleaños? No sabía nada, prácticamente nada. Solamente sabía que era el capitán del equipo de fútbol del instituto y que era un chico muy dulce, nada más. Además, ¿por qué trabajaba? ¿Quería comprarse una moto, como muchos chicos de su edad? Dios, ni siquiera sabía si le gustaban las motos.

 

De la nada, ya me había deprimido. Yo lo quería saber todo él, porque, después de todo, él era el centro de mi mundo ahora y para saber en qué dirección se iba a mover mi vida, debía saberlo todo de David.

 

Entonces decidí que lo iba a someter a un interrogatorio en cuanto lo viera. Primero, en cuanto entrara en mi casa, le preguntaría si quiere algo de beber, para quedar bien más que nada, y tras su respuesta, le preguntaría que cuál es su canción favorita, a lo que él me respondería que el ruido de mis gemidos. Yo me sonrojaría y pasaríamos del cine para echar un polvo desenfrenado en mi cuarto.

 

Vale, ya se me ha vuelto a ir la cabeza… Pero, entiéndanme, desde la mamada de la fiesta no habíamos hecho nada. ¡Nada! Ni siquiera besarnos. Estaba muy necesitado…

 

Bueno, a lo mejor podía decírselo en el cine. Cuando nos sentáramos en nuestras butacas le preguntaría cuál es su color favorito. Entonces, él, diría que el color de mi piel y que le apatecería lamerla. Así, tapándome con la chaqueta, me lamería todo el…

 

Creo que sería mejor pensarlo sobre la marcha, porque si no, mi mente iba a divagar hacia diferentes escenas sexuales en el cine. Decidí que, de momento, iba a prepararme para la noche viendo alguna imagen terrorífica en Internet, pero no me atreví, así que decidí vestirme para estar listo 4 horas antes y esperar.

 

_________________________________________________________________________

 

Faltaban 30 minutos para que fuera la hora acordada y yo estaba que me iba a dar un ataque. No sabía qué le iba a decir. ¿De qué íbamos a hablar? Siempre me ponía nervioso eso, porque, ¿y si le aburría? Si le aburría, seguramente acabaría dejándome y eso es a lo que más temía en el mundo. Aunque sabía que era algo inevitable, quería retrasarlo lo máximo posible. Por lo tanto, siempre me comía la cabeza pensando en temas de conversación.

 

Sin embargo, como no conocía sus gustos, me resultaba imposible encontrar un tema entretenido. Bueno, si está en el equipo de fútbol será que le gusta, ¿no? Mierda, yo lo detesto. ¿Y del instituto? A todo el mundo le encanta poner a caldo a los profesores. Sí, eso siempre es buen tema de conversación. Pero, ¿y si metía la pata y hablaba mal de un profesor le caía bien?

 

Me estaba poniendo nervioso, muy nervioso, incluso histérico. Comencé a correr por la habitación como un loco gritando: “¡Patataaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas!” para intentar tranquilizarme. Sé que a ustedes les parecerá ridículo, pero gritar me tranquiliza, y como estoy solo en casa, pues no creo que pase nada.

 

De repente, tocaron al timbre. Miré el reloj. Todavía faltaban 25 minutos para las 21. ¿Quién sería? No tenía tiempo para molestas interrupciones. No iba a abrir, pero pensé que podría ser David, así que crucé el pasillo y me dirigí a la puerta.

 

-¿Quién es-caí en la cuenta de que si era alguien que no me interesaba, debía fingir que era otra persona-, boludo?

 

-No, yo no me llamo boludo, me llamo David-oí al otro lado.

 

¿Era él? ¿Qué hacía tan pronto en casa? Ahora no podía decirle que era yo o haría el ridículo, de modo que improvisé.

 

-Disculpame, sho soy Leo, el asistente del señor Marcos. Soy argentino, por eso no parlo muy bien su idiomo-dije con acento argentino.

 

-Ah, vale. He venido a recoger a Marcos. ¿Puedo pasar?

 

-Vos sos un muchacho muy atento. Esperate, que ahora viene él a abrirte.

 

La de tonterías que hago… Y luego me extrañaré si me deja. Si es que soy ridículo…

 

Fui a mi cuarto y volví para que pareciera que había ido a avisarme. A la vuelta, abrí la puerta con una sonrisa.

 

-Siento la tardanza. Es que no te esperaba tan pronto.

 

-Ya, bueno, no podía esperar para verte-admitió algo avergonzado.

 

En serio, ¿no es para comérselo? Si se hubiera dejado en ese momento, le habría comido algo literalmente, pero claro, como soy un caballero refinado, no hice ningún comentario. Me preguntó que si me faltaba mucho y yo le dije que no, que ya estaba listo y que podíamos irnos cuando quisiera. La ventaja de salir con otro tío es que nunca nos hacemos esperar. Las mujeres pueden estar varias horas eligiendo la ropa, pero a mí me daba igual ponerme ropa manchada de ketchup. No cuela, ¿verdad? Está bien, lo admito, me había pasado varias horas eligiendo, pero lo había hecho con mucha antelación. Mujeres del mundo, vosotras ganáis.

 

Para mi sorpresa, íbamos a ir andando. Esperaba que trajera un coche o algo, como en las películas. Mi mente enferma ya se había imaginado en varias ocasiones que lo habíamos hecho en su coche, aunque por lo visto, eso no se iba a hacer realidad de momento. Por el camino me estuvo contando el argumento de la película. Resulta que una chica está poseída por el demonio, y como es muy ruidosa, su casera la echa del bloque de pisos donde vive sin devolverle la fianza. Desahuciada, tiene que vivir en la calle hasta que un día se encuentra la puerta de una casa abierta y se mete allí como ocupa. Lo que no sabe es que en esa casa pasan cosas raras.

 

Con el resumen de la película ya me habían dado varios escalofríos, así que imagínense lo que iba a sufrir con la película en sí.

 

-¿Te gustan las pelis de miedo, Marcos?-me preguntó con una sonrisa.

 

-¿A mí? Me encantan. Me las he visto todas, desde “El Exorcista” hasta “Scary Movie”.

 

-Jajajaja, las de Scary Movie no son de miedo, son de risa.

 

¿Ah, sí? Pues después de ver la tercera, la única que he visto, no pude dormir en un mes. Me temía que nada bueno iba a salir de ir al cine con él.

 

A decir verdad, la calle de noche causaba una gran impresión en mí. Me sentía vulnerable con tanta oscuridad. El aire que dan las luces de los carteles y farolas me parece aterrador, pues parece celebrar con emoción todos los hechos terribles que suceden en la noche: asesinatos, robos, venta de drogas… Qué sitio más terrible. Pero aún con todo eso, viendo a la persona que tenía a mi lado, viendo a David, todo mi temor desaparecía.

 

En todo momento iba pegado a él como una lapa por si acaso pasaba algo malo. Pensé que eso podía resultarle molesto, pero prefería eso a sufrir alguna de esas escenas terribles que se sufren por la noche. Si no tuviéramos que escondernos, seguramente me habría abrazado a él o le habría cogido la mano para estar más seguro. Espera, eso ha sonado como si fuera un niño llorón. Bueno, ¿y qué si lo soy? Tengo miedo, ¿vale? Al menos lo admito.

 

Cuando llegamos al cine y David se puso a sacarnos las entradas, una idea pasó por mi cabeza: ¿y si todo este tiempo sólo había aceptado salir conmigo para llevarme al cine y reírse de mí? Quiero decir, yo me aproveché de él y se la chupé estando borracho, así que a lo mejor quería vengarse con una película de terror. Esa idea me llenó de pavor, de pavor y tristeza. Pensé que, en el caso de que lo hiciera, lo haría con razón, porque era cierto que lo forcé cuando se la chupé aquel día.

 

Ya me estaba entrando el bajón otra vez. No obstante, no me duró mucho, porque me di cuenta de que la recepcionista del cine le estaba poniendo ojitos a David clarísimamente.

 

-¿Y de dónde eres, guapo?-preguntó la recepcionista con una amplia sonrisa.

 

-Pues de aquí-respondió David inocentemente.

 

“A ver”-pensé-”, ¿qué haría Rick Jones en mi lugar? Él se ha librado siempre de las chicas por David, así que sólo tengo que imitarlo”. Sonreí travieso y miré a David con el ceño fruncido.

 

-Vamos, no molestes más a la señorita. Anda que la que me ha caído…-suspiré-. Tener que cuidar a mi hermano sólo porque tiene sida… Con sida puedes llevar una vida normal, así que, ¿por qué me obligas a llevarte a todas partes?

 

La recepcionista miró a David horrorizada y éste me miró extrañado. Entonces me di cuenta: me había comportado como un idiota, vamos, como Rick Jones. ¿En qué estaba pensando? Los celos me habían podido. Yo no tenía derecho a ponerme celoso, no tenía derecho porque él no era del todo mío, no era gay como yo.

 

David pagó las entradas y me cogió del brazo para llevarme al interior del cine. Desde la taquilla de venta hasta nuestros asientos, no me dirigió la palabra. Yo me limitaba a observar la sala: decenas de butacas acolchadas estaban orientadas a una amplísima pantalla de cine. No había nada más, sólo butacas y una pantalla. Nos sentamos y me quedé mirando al suelo abatido.

 

-Yo… lo siento.

 

-Marcos, ¿estabas celoso?

 

Me quedé en silencio. Si le decía que sí, ¿cuál iba a ser su reacción? Seguro que me odiaría. Y no le culparía, pues nadie quiere estar con un novio obsesivo e inseguro. Apreté el puño con fuerza y tuve que controlarme las lágrimas para no montar una escena en el cine. Sentía que todo se había acabado, que él ya no iba a querer estar conmigo porque soy aburrido y además, posesivo.

 

-Ja. Jajajajajaja-se rió.

 

-¿Eh?

 

-No tienes por qué preocuparte, hombre. Tú eres mi novio. Jamás te engañaría.

 

Por mucho que dijera eso, yo seguía sintiéndome inseguro, y sabía que ese sentimiento no desaparecía así porque sí. Yo era alguien del montón, incluso algo inferior, y él era prácticamente perfecto, así que siempre me sentiré como si no mereciera tenerlo. A la primera de cambio, pensaré que quieren arrebatármelo. Es absurdo, ya que sabía que algún día no muy lejano me dejará.

 

-¿En qué piensas?-preguntó.

 

-Nada. Lo siento, me he comportado como un idiota.

 

-Oh, pero yo creo que has estado adorable.

 

-¡Yo no soy adorable! ¿Qué soy? ¿Un peluche?

 

-Creo que te fuerzas demasiado cuando estás conmigo.

 

-Es normal, ya que nuestra relación pende de un hilo-suspiré.

 

-¿Por qué dices eso?

 

-Porque tú no eres gay. Sales conmigo por pena…

 

-No creo que nadie saliera con una persona que no le gusta por pena. A mí me gustas, Marcos, y por eso salgo contigo. No me estoy forzando a nada, así que, por favor, tú tampoco lo hagas. Sé tú mismo, ¿vale? Relájate.

 

Resulta que aparte de ser más guapo, mejor deportista y más carismático que yo, además me superaba en madurez. Me hizo feliz saber que se había preocupado por mí. Puede que no fuera perfecto, pero tarde o temprano me iba a descubrir, de modo que no valía la pena mentir.

 

Me sonrió y yo también le sonreí. Dios, siempre que sonreía me perdía en su hermosa sonrisa. Esos dientes perfectos y blancos como la nieve, esos labios finos y delicados… Es que era perfecto, totalmente perfecto. Se rió y me giró la cabeza hacia la pantalla advirtiéndome de que ya habían empezado los tráilers. Me sonrojé y decidí prestar atención a eso de momento.

 

Qué mal estaba la cartelera… Había una película sobre un robot que conocía a una niña adicta al crack a la que secuestraban por no poder pagar sus deudas e iba a rescatarla por todo EEUU. Otra película que anunciaban iba sobre un policía, interpretado por Eddie Murphy, que vivía en un barrio de negros y un día descubría que su casera, interpretada también por Eddie Murphy, era una narcotraficante que tenía negocios con el padre de éste, interpretado por… A ver si lo adivináis. Sí, Eddie Murphy.

 

Tráiler tras tráiler me fui aburriendo. ¿Cuándo iba a empezar la dichosa peli? Deseé no haber dicho eso, porque, tras uno de ellos, saltó a la pantalla una mujer con los ojos totalmente blancos gritando a más no poder. ¿Saben qué es lo peor? Que la estábamos viendo en 3D. ¡Parecía que la tenía delante! Como acto reflejo, pegué un pequeño bote en el asiento y me pegué al respaldo como alma que lleva el diablo.

 

-Jajajaja, te has asustado-se rió David.

 

¡Maldito sádico! En vez de actuar como un caballero y preguntarme con educación si estaba bien, se rió de mí. Tuve que agradecerme a mí mismo no haber gritado. Eso sí, ganas no me faltaron. Giré la cabeza hacia él y con una sonrisa de medio lado le dije: “Bah, sólo estaba fingiendo. ¿A que te lo has creído?”.

 

Me sonrió de nuevo y después giró la cabeza a la pantalla otra vez. Yo hice lo mismo, aunque debo admitir que estaba muerto de miedo. La mujer se había ido, pero ahora aparecía un cartel que ponía: “Basada en hechos reales”. Mal empezábamos.  

 

-¡Cómo mola! ¡Está basada en hechos reales!-exclamó.

 

-N-no te e-emociones, e-e-e-eso casi nunca es v-verdad.

 

-¿Tienes frío?

 

-U-un poco-forcé una sonrisa.

 

-¿Quieres mi chaqueta?

 

¡La chaqueta de David! Si me la diera, podría olerla, tocarla, sostenerla. La misma tela que una vez rozó su piel ahora rozaría la mía. ¡Sería como un beso indirecto piel contra piel! Aunque, si aceptaba y me ponía a olerla, igual me miraba raro, por lo que decidí declinar su oferta.

 

La película empezó con la figura de una niña pequeña de espaldas, meciéndose en una silla. Todo lo que se veía ante ella era oscuridad. De repente, se oía la voz de su padre llamándola, pero ella no se giraba. Vale, venía una escena chunga; me lo veía venir. El padre zarandeó a la niña desde atrás y  ésta se giró de un espasmo.

 

Toda la sangre de mi cuerpo se heló al ver que la niña no tenía ojos.

 

-¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaagh! ¡Aaaaaaaaagh! ¡Aaaaaaaagh!-grité.

 

-¡Calla!-me tiró uno de atrás una palomita a la cabeza.

 

-Marcos, ¿estás bien?

 

-S-s-s-s-s-s-s-s-s-s-s-s-sus ojos… ¡Sus ojos!

 

David me zarandeó preocupado porque no reaccionaba. Estaba totalmente en shock. Sentía como si todo lo que tenía a mi alrededor fuera peligroso, como si de un momento a otro fuera a ser atacado. Todo: las butacas, la gente, la pantalla, las paredes, cobraron formas amenazantes en mi cabeza. Sentía que me ahogaba. Tenía que salir de allí.

 

Mi cuerpo entero temblaba y las lágrimas no paraban de brotar de mis ojos. No estaba preparado, no estaba preparado para ver una película de ésas. Dios, era un niño llorón. Qué patético.

 

De repente, David, intentando tranquilizarme, me cubrió con sus brazos en un abrazo protector. Colocó mi cabeza en su pecho de modo que no pudiera ver la película y, cuando se aseguró de que estaba dejando de hiperventilar, me susurró:

 

-No pasa nada, no pasa nada. Yo estoy aquí, ¿vale? No voy a dejar que te pase nada.

 

-D-david… Sniff… Lo siento, lo siento mucho.

 

-Tonto, si no soportas esta clase de pelis, ¿por qué no me lo dijiste?

 

-E-es que… Sniff… no quería que pensara que era un aburrido, no quería que te cansaras de mí.

 

-¿Sabes? Con eso que me has dicho me han entrado muchas ganas de besarte. ¿Puedo?

 

-¿Eh? Sniff… ¿En serio?

 

-Pues claro.

 

Aún algo tembloroso y con las lágrimas secas en mi mejilla, saqué la cabeza de su pecho y busqué desesperadamente su boca. Quería que me quitara toda esa ansiedad. Si me llenaba de él, todo se iría, lo olvidaría todo, porque él era el único capaz de sacar todos los males de mi interior.

 

Juntó sus labios con los míos y nos fundimos en un tierno beso calmante. Sus labios eran tan suaves, tan agradables… Me sentía genial, tanto como para olvidar incluso donde estábamos. Sonreí como un completo idiota.

 

-Anda, vámonos a casa, ¿vale?

 

-P-pero… la película…

 

-Ah, a mí no me van mucho las pelis de terror.

 

-¿Cómo dices?-le miré con cara de pocos amigos.

 

-Es que como no aceptabas ninguna de las citas que te proponía, pensaba llevarte al cine, y como no sabía qué tipo de cine te gustaba, le pregunté a tu amiga Alice. Ella me dijo que esta película te encantaría. Supongo que se confundió.

 

Definitivamente tenía que matar sin el menor atisbo de piedad a cierta perra. ¡Seguro que había pensado: “Ah, se va con éste y conmigo no, ¿eh? Pues ahora se va a enterar…” y por eso me había hecho esa jugarreta. Pero eso no iba a quedar así, ¡por supuesto que no!

 

-No vuelvas a hacerle caso a ésa-fruncí el ceño.

 

-Vale-sonrió.

 

-Por cierto-miré a otro lado por la vergüenza-, ¿te puedo pedir un favor?

 

-Claro.

 

-Verás, no creo que esta noche pueda dormir solo y…

 

-¿Quieres que duerma contigo?

 

-¡Si no quieres, no pasa nada! Lo último que querría es molestarte.

 

-Lo haré encantado-acercó su cara a la mía y me dio otro beso.

 

¿Iba a dormir con David? ¡Iba a hacerlo! Salimos del cine y nos dirigimos a mi casa, desde donde llamó a la suya para avisar de que dormiría en casa de un amigo. Estaba tremendamente feliz. Ahora ya había pasado un día con él y sabía que no le gustaba el cine de terror (gracias a Dios). Esa noche dormimos abrazaditos y en paz.

 

-¡¿Qué ha sido eso?!-grité a las 2 de la mañana.

 

-Por vigesimoquinta vez, es tu pie-suspiró.

 

-A-ah, es verdad, lo-lo siento, jajaja.

 

Bueno, quizás no en paz, ¡pero sí abrazaditos!

 

CONTINUARÁ…

 

_________________________________________________________________________

Gracias por leer.

 

OS SALUDA

 

EL ENTERRADOR

 

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¿Amor o maldición? 2 Capítulo 5

Sedientos de sangre 4

¿Amor o maldición? 2 Capítulo 4

Sedientos de sangre 3

Videogames and rock and roll! 10

¿Amor o maldición? 2 Capítulo 3

Sedientos de sangre 2

Videogames and rock and roll! 9

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Sedientos de sangre

Videogames and rock and roll! 8

Maldiciendo al destino VI

La academia del pecado FIN

¿Amor o maldición? 2 Capítulo 1

Videogames and rock and roll! 7

Academia Wellington, entrégate al pecado 9

¿Amor o maldición? Especial: el castigo

Videogames and rock and roll! 6

Academia Wellington, entrégate al pecado 8

¿Amor o maldición? Especial: Tweety solo

¿Amor o maldición? Especial: Kitty x Cathy

¿Amor o maldición? MERRY CHRISTMAS!

Videogames and rock and roll! 5

Academia Wellington, entrégate al pecado 7

Videogames and rock and roll! 4

Academia Wellington, entrégate al pecado 6

Videogames and rock and roll! 3

Academia Wellington, entrégate al pecado 5

Videogames and rock and roll! 2

Academia Wellington, entrégate al pecado 4

Maldiciendo al destino (Cap 4)

Videogames and rock and roll!

Maldiciendo al destino (Cap 2)

Academia Wellington, entrégate al pecado 3

Academia Wellington, entrégate al pecado 2

Academia Wellington, entrégate al pecado

La academia del pecado

Un cliente me usó como su juguete 3

Un cliente me usó como su juguete 2

Un cliente me usó como su juguete

¿Amor o maldición? Capítulo 13

¿Amor o maldición? Capítulo 12

¿Amor o maldición? Capítulo 11

¿Amor o maldición? Capítulo 10

¿Amor o maldición? Capítulo 9

¿Amor o maldición? Capítulo 8

¿Amor o maldición? Capítulo 7

¿Amor o maldición? Capítulo 6

¿Amor o maldición? Capítulo 5

¿Amor o maldición? Capítulo 4

¿Amor o maldición? Capítulo 3

¿Amor o maldición? Capítulo 2

¿Amor o maldición? Capítulo 1