Siempre es agradable volver a escribir sobre un personaje que dejaste atrás hace mucho, aunque se presenta el riesgo de que no recuerdes muy bien cómo es y acabes cambiándole la personalidad. A mí me suele pasar que los idealizo, y por lo tanto, cuando vuelvo a escribir sobre ellos, exagero su personalidad mucho. He intentado respetar el primer Justin que creé, vamos a ver si lo consigo.

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Diario de una adolescencia gay

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Un relato del Enterrador

El diario de la inocencia de Justin Wright 2: Inocencia ante el amor

¡Definitivamente no iba a quedarme dormido esa vez! Estaba decidido a no dormirme cuando llegué a clase, ya que estaba seguro de que si lo hacía, me harían otra de sus jugarretas. Era consciente de que luego Jared les pegaría y me salvaría, pero ya sería tarde, porque ya me habrían hecho algo. No entendía por qué siempre me pasaba lo mismo. Si Jared les amenazaba cada vez que me hacían algo, ¿por qué seguían metiéndose conmigo? ¿Acaso me odiaban tanto?

El acoso escolar no es un tema de broma, por supuesto, y yo era consciente de que lo único que podría liberarme de ello era pedir ayuda, pero si hacía eso Peter se volvería todavía menos permisivo y me encerraría en mi habitación con más de 20.000 cerrojos para que no me pasara nada. ¡Jo, y yo no quería que pasara eso! En cambio, si algún día conseguía solucionarlo por mi cuenta, le demostraría a mi hermano mayor que soy capaz de arreglármelas solo y se volvería más permisivo conmigo.

Me quedé observando las mesas vacías esperando a que llegaran los demás. Me puse a pensar en la gente que se sentaba en cada uno de esos pupitres. Apenas conocía a mis compañeros y aunque la mayoría de ellos no me hacían nada, miraban para otro lado cuando me acosaban. Es muy triste que los demás miren a otro lado cuando a uno le hacen daño. Si eso era vivir en sociedad, prefería vivir en un castillo gigante de hielo situado en las montañas, como Elsa de Frozen.

¿Acaso no tienen culpa también los que miran para otro lado? Sí, es cierto que pueden tener miedo, que no tienen por qué ayudar si a ellos no les afecta, pero si esta situación les ocurriera a ellos, estoy seguro de que también criticarían a los inmóviles observadores. A veces me preguntaba si yo también sería igual que ellos si no me molestaran. Eso me ponía triste. Seguramente me portaría igual que ellos. Y seguramente alguien sufriría por culpa de mi pasotismo.

Al mirar el asiento de Jared me pregunté por qué siempre llegaba tarde. Jo, si llegara temprano conmigo, seguro que no me harían nada. Pero él solía venir tarde, incluso a tercera o cuarta hora. Curiosamente, no faltaba nunca. Aunque apareciese a última hora, venía. Me preguntaba si venía al insti malo y todo, lo que no me sorprendería, ya que yo siempre vengo con mis dolores de barriga.

Me pregunté qué sentía por Jared. Me caía muy bien, porque era amable conmigo y era mi protector, pero en realidad no sabía mucho de él. No lo conocía desde hacía mucho tiempo. Sólo que era un macarra y que no les caía muy bien a los demás. Saqué en claro que no estaba enamorado de él, pues no sentía maripositas en el estómago ni nada de eso. Sin embargo, me gustaba tener sexo con él. ¿Y a quién no le gusta hacer eso?

El único problema que le veía a todo esto es que ambos éramos chicos. Sí, sé que hay muchos matrimonios de hombres en el mundo, los he visto en la tele, pero me seguía pareciendo un poco raro. Nunca haría daño a nadie que viviera de esa manera, claro, sin embargo, lo natural era que un hombre y una mujer estuviesen juntos, ¿no? Y para demostrarse que se quieren y que quieren estar juntos, hacen el amor. Ésa es la historia que he oído durante toda mi vida.

Cuando le decía eso a Jared me decía que esto sólo era para aliviarnos mutuamente, así que no tenía nada de malo. No sé si está bien hacer eso con alguien que no amas, no obstante, se siente muy bien. Jo, supongo que todos hacemos cosas alocadas a esta edad.

No quiero sonar como un republicano de ésos que salen en las noticias de la Fox, pero creo que lo natural es que los hombres y las mujeres estén juntos, ¿porque si no iba a ser tan doloroso hacerlo por atrás? Luego es cierto que da gustito, de hecho, mucho, pero seguro que hacerlo con una mujer da aún más. Además, los animales se emparejan con parejas de sexo contrario, de modo que así es como lo dispone la madre naturaleza.

Tenía muchas dudas sobre este tema. El problema es que cuando le preguntaba a Peter me regañaba y me decía que era demasiado joven para saber de eso, y cuando le preguntaba a Jared, hablábamos unos segundos y luego nos poníamos al asunto. Igual estoy equivocado, ¿pero cómo voy a cambiar de opinión si nadie me lo quiere explicar? A veces veo manifestaciones a favor de los derechos de los gays por la tele. Ahí creo que entenderé algo, sin embargo, sólo oigo gritos y cosas del estilo de: “¡Igualdad!”, “¡Aceptadnos!”, “¡No nos aceptáis!”, “¡Nos da igual lo que penséis, aceptadnos y punto!”.

No creo que no sean personas, evidentemente, pero nadie explica por qué, nadie explica por qué no está mal. Veo bien que pidan igualdad, lo que veo mal es que quieran obligar a los demás a cambiar su forma de pensar. Lo que hay que hacer no es obligar a los demás a aceptarles, sino explicarles por qué. Sobre todo porque es imposible cambiar la manera de pensar de alguien. Estoy seguro de que si alguien me explicara por qué los gays no son algo malo, lo entendería, pero si me obligan, me empeñaré en no verlos bien.

Después de un rato de reflexión, me quedé dormido sin poder evitarlo. A veces odio ser un dormilón.

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Sabía que no tenía que haberme dormido, ¡vaya si lo sabía! Qué tonto era. Ni siquiera podía controlarme para no quedarme dormido en clase. Al abrir los ojos observé la inmensidad del cielo azul ante mis ojos. Había un par de pajaritos sobrevolando mi cabeza y me sorprendí un poco al ver una nube con forma de pene. Creí que me estaba empezando a obsesionar por culpa de Jared.

De repente me di cuenta de que mi mesa no estaba al lado de la ventana, sino pegada a la pared de la clase que daba al pasillo, así que me sorprendí y miré a mi alrededor. Estaba sentado en mi silla encima de la ventana de clase. Miré atrás y pude ver a Jordan señalándome y riéndose ante el resto de mis compañeros. Algunos me miraban riéndose, otros me miraban horrorizados y había quienes ni siquiera se molestaban en mirarme. Me sentía ridículo, la fuente de sus burlas, un mero payaso que les servía para olvidarse de sus problemas simplemente pasándomelos a mí. Pero no me iba a echar a llorar, esta vez no.

Recogiendo toda la calma que mi mente podía darme en ese momento, examiné la situación. Si daba un paso hacia delante, me caía, y no iba a acabar muy bien tras caer cuatro pisos. Mi otra opción era alzarme en la silla y ponerme de pie, pero el techo de la ventana me impediría ponerme completamente de pie. No tenía otra opción, así que me alcé como había pensado colocando los pies sobre la silla. Tras ello, me giré como pude, bajé de la ventana y llevé mi silla a mi sitio. Finalmente, me senté ante la atenta mirada de todos, que no se lo podían creer.

Miré a Jordan y éste me devolvió una mirada de odio profundo, de modo que le aparté la mía. No quería más problemas.

En ese momento, la puerta se abrió y entró Jared silbando la famosa canción “It’s the final countdown” como si no pasara nada por llegar a esa hora. Se dirigió hacia mí y se sentó a mi lado, pasando su brazo por encima de mi hombro con una sonrisa.

-¿Qué te han hecho hoy, Justin? Dime qué y quién y voy a darle una paliza.

-Hoy no me han hecho nada, Jared, no tienes que preocuparte-le devolví la sonrisa.

-¿Qué? ¿En serio? ¿El idiota de Jordan no te ha hecho una de las suyas?

-No, ni que fuera tan raro. Se habrá dado cuenta de que sé defenderme solito.

Jared miró hacia Jordan con el ceño fruncido y éste, que nos estaba mirando, se sentó rápidamente con los nervios a flor de piel.

No quería que Jared se preocupara. ¡Siempre estaban cuidando de mí! Cuando no era Peter era Jared, y eso no me gusta. Sé cuidarme solo, así que no voy a estar siempre pidiéndole ayuda. Demostraré a todo el mundo que sé resolver mis propios problemas solo.

La puerta de clase se abrió y entró Angela, nuestra profesora de lengua y además tutora. Era la profesora más simpática de todo el insti. Si alguien tenía un problema, o iba a hablar con ella o con Brent, porque eran los más simpáticos.

-Anda-exclamó al vernos en nuestro sitio-, si estáis aquí. Últimamente os reclama mucho Brent a primera hora, ¿no?

-Es que le estamos ayudando con el club de poesía, ¿verdad, Justin?

-S-sí, es porque mi hermano está en ese club.

-Bueno, no pasa nada, pero procurad no perderos tantas clases.

Qué maja era, tan maja que ni siquiera le había preguntado a Brent si era verdad que nos íbamos con él. Creo que de buena que era, le tomaban el pelo. Muchos le tomaban el pelo, entre ellos Jared, que decía que podíamos poner la excusa de Brent porque era tan tonta que no le iba a preguntar nunca. No me gustaba que la llamara tonta. No me gusta que se trate a la gente confiada o ingenua de tonta. Me parece injusto.

Pasamos la clase hablando de las subordinadas sustantivas en función de complemento del nombre o adyacente. Jared se quejaba porque según él eso no servía para nada y yo, aunque ponía todo mi esfuerzo, no lograba entenderlo, porque para mí el complemento del nombre tenía que ser siempre subordinada adjetiva, no me entraba en la cabeza otra clase.

Cuando acabamos y Angela se fue, Jared se estiró bostezando y se giró hacia mí.

-Voy al baño, ¿te vienes?

-No, gracias, no me apetece.

Frunció el ceño y acto seguido se encogió de hombros para después salir por la puerta sin decir una sola palabra más. Como me temía, ésta fue la oportunidad que esperaba Jordan para acercarse junto con su novia Ann hasta mí.

-¿Por qué no le has dicho lo que te hemos hecho?-dijo él.

-No es asunto tuyo, Jordan.

-Oye, mariconazo, no nos hables así-contestó su novia.

-Levántate, puto quejica.

-¡No!

Tiraron de mí y me levantaron a la fuerza para ponerse a empujarme de un lado a otro cada uno desde un lado. Me callé porque no quería darles la satisfacción de hacerles reír, pero tenía muchas ganas de llorar en ese momento. ¡No, no iba a llorar! ¡Tenía que ser fuerte!

-Vamos, llama a tu Jared, maricona, jajaja-se burló él.

-Eso, eso, jajaja.

-¡Que no! ¡No quiero depender de nadie!

Lo último que quería ser era una molestia para los demás. Por eso, no quería darle trabajo a Jared o a mi hermano. Jo, ¿por qué no podían entenderme? ¿Por qué la gente nunca entiende a los demás? Se cierran en banda cuando oyen los problemas de los demás, pero bien que les gusta hablar de los suyos propios.

Tenía que librarme de ellos como fuera o Jared volvería y nos encontraría así. Sabía que no tenía ninguna oportunidad en el cuerpo a cuerpo, lo que era culpa de mi hermano. ¡Yo le había dicho que quería ir a clases de judo! Sin embargo, él me dijo que partiera el escritorio de un puñetazo y que si lo hacía, como le demostraría que tenía aptitudes, me apuntaría. Tonto…

Pues bien, al no tener ninguna oportunidad en el cuerpo a cuerpo, sólo me quedaba una opción. En uno de los momentos en los que estaba entre esos dos, pegué un salto hacia delante y salí corriendo. Salieron tras mí, pero llegué a mi destino antes que ellos, el departamento de arte.

-¿Señor Wright?-exclamó el señor Devil al verme llegar.

-He venido para buscarle porque tardaba mucho.

-Usted ya sabe que yo suelo tardar.

-P-pero… ¿y si le había abducido un OVNI? ¿O y si le había atacado un fantasma? O peor, ¡el chupacabras! Yo una vez soñé que el chupacabras me chupaba la…

-¿La...?

-Sangre.

En realidad… Bueno, prefiero no hablar de ese sueño.

Eché un vistazo al pasillo y pude comprobar que mis persecutores volvían a clase. Sonreí ampliamente y me ofrecí a ayudar al profesor a llevar las cosas como un buen alumno.

Por el camino se puso a preguntarme sobre las tallas de sujetador de cada una de mis compañeras de clase. No supe qué responderle, así que dejó de hablarme. Vaya maleducado, encima que le seguía el rollo...

Volvimos a clase y me senté en mi sitio, junto al que ya estaba Jared perfectamente colocado. Me senté y se pegó a mí.

-¿Dónde estabas?

-¿Eh? B-bueno, Devil no venía y he ido a buscarlo…

-Devil siempre llega tarde.

-Ya, pero por si un OVNI…

-Algo me estás ocultando. ¿Seguro que no te han hecho nada esta mañana? Esos capullos te hacen algo todos los días. Dímelo y los reviento, venga, vamos.

-Que no, Jared, que no han hecho nada.

Puso mala cara y se recolocó de nuevo en su asiento. Sentía tener que mentirle, de verdad, pero lo estaba haciendo para no ser un pesado al que hubiera que estar rescatando siempre, como una heroína de las pelis antiguas.

Las horas se fueron sucediendo y al fin llegó la hora del almuerzo. Hoy había una especie de albóndigas que más que albóndigas parecían bolas de papel con tomate que habían rellenado con serrín. Como Peter y yo teníamos un pacto de honor y no podíamos vernos en las horas de clase, él comía en la cafetería y yo tenía que pedir la comida para llevar e irme a cualquier sitio a comer.

Como siempre, me fui con Jared a la biblioteca. Siempre me agobiaba al entrar. Jo, es que con tanta cantidad de libros pensaba en que yo jamás podría leer todo eso y me mareaba un poco. Nos sentamos en una mesa y nos pusimos a comer. Teóricamente, no estaba permitido, sin embargo, el bibliotecario pasaba de todo. De hecho, él era el primero que comía en la biblioteca.

-Qué hambre-exclamó al vernos comer.

Era un chico de un curso superior, aunque no sabía exactamente cuál era su nombre.

-Hoy no tengo bocadillo.

-¿Y qué, quieres una medalla?-respondió Jared de mal humor.

-Expulsado.

-Está bien, te daré mi maldito bocadillo.

-Readmitido. ¿Quieres un carnet premium?

-¡Vete a la mierda!

Jared parecía de mal humor. Creo que era por eso de que sabía que le ocultaba algo pero no se lo contaba. Jared le dio su bocadillo de queso al bibliotecario y éste se alejó a comer dejándonos solos.

-¿No vas a comer nada?-pregunté.

-Ya ves que el devora-bocatas me ha dejado sin comida.

-Si quieres te doy la mitad de mis albóndigas.

-Justin, si me traigo la comida es porque creo que la comida de aquí es hasta corrosiva.

-Sí, creo que es lo que usan para desatascar los retretes-me reí.

-Tú ríete, pero cuando te salga una segunda polla ya llorarás-suspiró.

-Sólo espero que por esa no tarde poco en correrme…-murmuré algo triste.

-Vamos a hacer una cosa. Si tú me das la comida en la boca, me comeré lo tuyo.

-¡¿Qué?!-solté avergonzado-. ¡¿C-cómo las parejas acarameladas?!

-Exacto.

-¡Ni hablar! Me moriría de vergüenza.

-Así que vas a permitir que me muera de hambre, ¿no?

Inflé los mofletes y no tuve más remedio que darle de comer como él quería. Pinché la albóndiga con el tenedor y un liquidillo que, por Dios, espero que fuera tomate, comenzó a chorrear hacia abajo. Le miré con ojos de cordero degollado.

-Lo voy a poner todo perdido con el tomate.

-Hazlo-susurró seductoramente.

Jo, ¿por qué tenía que hacer que todo fuera siempre tan malditamente sexual? Era un chico que podía convertir algo tan inocente como es comerse un plátano en algo sexual. ¡Que aquel día estaba falto de potasio, nada más!

Cogí una servilleta y la coloqué debajo de la albóndiga para que no manchara la mesa. La llevé a su boca y repentinamente se echó hacia atrás.

-¿Qué haces?-protesté.

-Así no, tienes que decirme: “di aaaaaaaaaah”-sonrió.

-¿Te digo a dónde puedes irte?

-Me da igual a donde vaya, mientras me des la albóndiga como es debido.

Fruncí el ceño molesto y le pedí que dijera “aaaaah” con las mejillas totalmente ruborizadas. Él la abrió y se metió la albóndiga en la boca contento. De repente, empezó a toser como un poseso. Sus ojos se abrieron como platos y comenzó a tener unas extrañas convulsiones, por lo que me levanté rápidamente y, al borde de un ataque al corazón, me acerqué a él para hacerle la maniobra de Heimlich.

Sin embargo, él me agarró del brazo y juntó su lengua con la mía para después hacer lo mismo con sus labios y pasarme la albóndiga a mi boca. Me despegué de él rápidamente debido a la sorpresa y la indignación.

-Puaj, estaba malísima.

-¿Se puede saber a qué ha venido eso?-espeté molesto.

-Como era tuya y yo no la quería, te la he devuelto.

Iba a decir algo, probablemente para acordarme de toda su familia, pero el sonido de la campana que anunciaba el fin del almuerzo me lo impidió. Totalmente enfadado, salí de la biblioteca sin decirle adiós siquiera. El muy tonto me había asustado para nada. Y yo que estaba dispuesto a hacerle la maniobra de Heimlich... Lo que, por otro lado agradecí, porque no sé hacerla.

Tenía ganas de irme a casa, tumbarme en el sofá y ponerme a ver lo primero que echaran por la tele para olvidarme de todo. Y claro, era algo que no podía hacer porque tenía que esperar a que mi hermana acabara con las actividades de su club. Estuve a punto de desobedecerle para irme a casa y luego volver haciéndole creer que no me había ido, pero yo no era así. Muy a mi pesar, yo siempre hacía lo que me decían.

Estaba harto de ser así y aún así no podía dejar de serlo. Estaba en mi naturaleza, después de todo. No era nada conflictivo y seguía las órdenes que me daban. Vamos, que era un pelele.

Triste por no poder controlar mi propia naturaleza y solo, me senté en uno de los bancos que había en el patio trasero. Supuse que allí no iría nadie y que podría descansar un poco sin que nadie me tratase como un estúpido.

Al poco rato la puerta se abrió y apareció Jared con una expresión de jovialidad. Me giré hacia otro lado mostrándole mi rechazo y le dije que se fuera. Como era de esperar, éste no me hizo caso y se sentó a mi lado en el banco.

-Lo siento, ¿vale? No hace falta que montes un drama de todo esto.

-Ah, lo siento. Tienes razón, exagero, exagero al enfadarme porque creía que te morías delante de mí y no era así.

-Tenías que haberte visto la cara-se rió.

-Jared, por favor, vete.

-No me voy. Ya sabes que por la tarde siempre hacemos una cosa.

Le eché una mirada asesina de ésas que echaba mi hermano y él sonrió arrogantemente llevando mi mano a su… cosa.

-¡¿Qué haces?!-aparté la mano bruscamente.

-Vamos, tú también estás deseando palpar polla.

-No todo en la vida se reduce a eso. Ahora no quiero hacerlo.

-¿No quieres?

-No, no quiero.

-Supongo que es normal no querer ayudar a alguien que te ha ayudado tantas veces.

-Estoy cansado de tus chantajes-suspiré.

-Justin, me la vas a acabar chupando, ¿para qué resistirse?

Ese comentario me hizo enfadarme muchísimo. ¿Quién se había creído que era? Es más, ¿quién se había creído que era yo?

-¡Mentira!-grité furioso-. ¡Es más, yo nunca he estado muy dispuesto a esto! ¡Prácticamente me has obligado!

-¿Obligado? No parece así cuando estás retorciéndote de placer por las acometidas de mi polla.

-Lo que hacemos está mal, que dos chicos lo hagan está mal.

-¿Ahora te vas a poner en plan Ned Flanders conmigo?

-No es sólo eso. Ni yo siento nada por ti ni tú seguramente por mí. Independiente de que ambos seamos hombres, tampoco está bien hacerlo con alguien que no te gusta.

Se echó a reír. Yo lo decía totalmente en serio, así que me molestó mucho lo que hizo e incluso lo tomé como un desprecio.

Me levanté y salí de allí indignado. Jared me agarró del brazo, pero se lo retiré rápidamente y me fui. Puede ver que me miraba desde lejos cabreado. Sin embargo, eso ahora me daba igual. Cuando iba andando por el pasillo vi a mi hermano saliendo del armario. No, no me refiero a que fuera gay, sino a que salía del armario de la limpieza.

Me animó un poco pensar en eso. ¿Mi hermano gay? Lo dudaba muchísimo. Peter debía ser asexual, porque nunca mostraba interés por nada. Cuando salía un desnudo en la tele, solía mirar hacia otra cosa distraídamente, ya fuera masculino o femenino.

Al ver que volvía a entrar al aula de poesía, resoplé. Y justo al hacerlo, sonó el timbre. Bueno, al menos ahora sólo tendría que esperar a que acabara el club de teatro. Interrumpiendo mis pensamientos, salió de la clase con un gran número de alumnos. Jo, cuánta popularidad debía de tener el club de poesía…

Mi hermano, al salir, me vio y se dirigió hacia mí.

-¿Qué haces aquí?

-Eh… esto… He venido a recogerte. Aunque… una hora antes-sonreí nervioso.

-Ya no estoy en el club de teatro, ¿recuerdas?

-¡Anda, es verdad! Es la costumbre. Y eso que llevas ya un tiempo fuera.

-Vámonos-me ordenó secamente.

Durante todo el trayecto hasta la puerta del insti había estado con la cabeza agachada y no me había dirigido la palabra. Entonces, al salir, cuando íbamos a cruzar la calle, un coche que pasaba a toda velocidad estuvo a punto de pillarle, de modo que tuve que tirarle del brazo que no lo hiciera.

-¡¡¡¡¡Hermano, ten más cuidado!!!!! ¡¿Se puede saber qué..?!

Alzó la vista y me miró con los ojos llenos de lágrimas. Era la primera vez en mi vida que veía a mi hermano llorando.

CONTINUARÁ…

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Sé que este episodio ha estado más centrado en Justin que en Jared, pero me apetecía que lo conociéramos un poco mejor. He querido introducirme en la mente de una persona que ve a los gays como algo raro, pero que en el fondo es tolerante. No sé si habrá alguien así, sin embargo, yo creo que me ha quedado bien. Al principio Justin había nacido como un debilucho y un llorón y cuanto maś lo desarrollo, más me doy cuenta de que es una persona fuerte y un luchador. Creo que me gusta más así.

En fin, muchas gracias por leer. Hasta el próximo, que será también de Justin.

OS SALUDA

EL ENTERRADOR