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El diario online de Marcos García 5

en Gays

No tengo el mismo dinamismo que tenía con Rick y Peter al escribir relatos de Marcos, así que tenéis que perdonarme si veis que tardo un poco más en publicar o si notáis la acción un tanto forzada. Estoy intentando encaminar la acción hacia una historia más interesante y para ello debo ponerle ganas y tiempo.

 

Si queréis, podéis comentar a través de email a la dirección de correo en twitter: latumbadelenterrador@ gmail.com

https://twitter.com/Enterradorelato

también me podéis comentar por wattpad:

http://www.wattpad.com/user/El_enterrador

 

Diario de una adolescencia gay

_______________

Un relato del Enterrador

 

El diario online de Marcos García 5: Un encuentro que ya no es online

 

No estaba tan alterado desde que vi el nuevo tráiler del “Kingdom hearts 3” durante el pasado E3. Mis piernas temblaban, mis ojos permanecían en tal situación de apertura que sentía mis cejas a varios metros de altura por encima de mi cabeza y un tic nervioso me tiraba del labio de tal manera que parecía estar en un estado de felicidad y enfado al mismo tiempo. Sin embargo, lo que más me incomodaba ya no era el hecho de que mi acosadora fuera a contarle a David que yo era gay y que había chateado con ella con impuras intenciones, sino el hecho de que no podía apartar la mirada de su increíblemente marcado pecho.

 

No puedo evitarlo, es que cuando un hombre tiene un torso definido, se me van los ojos. Es la parte que más loco me vuelve de los hombres. Creo, incluso, que podría enamorarme de un feo si su cuerpo estuviese tonificado. Lo que daría por tocar su cuerpo, lo que daría por tener ese pecho para mí, para poder acariciarlo, lamerlo, besarlo… ¡Está bien, lo admito! ¡Estoy muy salido! Pero tienen que entenderme, nunca he salido con nadie y jamás he tenido sexo, así que es normal que esté deseando.

 

-¿Os conocéis?-pronunció delicadamente mi acosadora con una sonrisa de maldad.

 

-Es un chico de mi clase.

 

-¿De veras, hermanito? Eso es genial.

 

-¿P-por qué es ge-genial?-me incluí en la conversación.

 

-Te llamas Marcos, ¿verdad?-se giró hacia mí la chica.

 

Asentí y eso pareció complacerla, porque su sonrisa se ensanchó y dirigió la mirada de nuevo a su hermano.

 

-Verás, hermanito, resulta que este tío es…

 

-¡Ah!-grité alarmado intentando interrumpirla-. ¿Qué te parece si te invito a un helado? No te importa que la invite, ¿verdad, David?

 

-¡Genial! ¡Helado, helado!

 

-No es necesario, Marcos-me miró serio David.

 

Mierda, no parecía dispuesto a dejar que me la llevara. ¡Si yo no tenía intenciones impuras con ella! En cambio si él se me hubiera puesto en bandeja… Yo sólo quería llevármela para sobornarla y que no dijera nada. Tenía miedo, miedo de que David se enterara de que era gay y que lo fuese contando por todo el instituto. Seguro que en este país de intolerantes algún skinhead de ésos me buscaría para darme una paliza. ¡Y yo no quiero eso!

 

Iba a decir algo, pero fui interrumpido por la chica de las gafas, que se dirigió a David también:

 

-Hermano, no creo que pase nada porque la invite a un helado.

 

Un momento…

 

-Pues claro, hermano. A veces eres demasiado desconfiado-suspiró la chica que decía que se llamaba Lisa.

 

¿Pero cuántas hermanas tenía ese tío? Eran cuatro chicas y él. La verdad es que he visto familias españolas de 20 miembros, pero eso hoy en día apenas se ve, y menos en USA. David me miró de arriba a abajo meditando la decisión. A diferencia de lo que se esperaría en una situación como ésta, no tenía una expresión severa ni me miraba con desprecio, sino con una expresión de indecisión.

 

Finalmente, negó con la cabeza y cruzó los brazos.

 

-Mejor que no. La abuela os ha dejado bajo mi cuidado, así que tendréis que seguir mis normas. Otra vez será, Cindy-le dijo a su hermana.

 

-Aburrido-infló los mofletes.

 

-¿Sois todos hermanos?-intenté encaminar la conversación a un punto donde la tal Cindy no pudiera contar nada.

 

-Bueno…-empezó la de las gafas.

 

-Sí que lo somos. Aunque hoy no estamos todos. Las he sacado porque querían venir a la playa para jugar a volleyball.

 

-Ah, vale. Por cierto, ¿qué tal está Alisa?

 

-¿Alisa?-preguntó la niña pequeña que llevaba a hombros.

 

David suspiró como si hubiera dicho algo que no debía. Me disculpé, pero él dijo que no tenía mucha importancia. Al parecer, sus hermanas no estaban enteradas de sus relaciones. Vaya manera de meter la pata…

 

-¿¡Osea, que te echas novia y no nos la presentas!? ¡¿Y cómo le damos el visto bueno?!-se indignó Cindy.

 

-Tú tampoco le cuentas a él lo que haces en el ordenador-se recolocó las gafas Melinda, que era la de las gafas.

 

-¡Tú no te metas, empollona!

 

-Yo suelo usar el ordenador para ver fotos de Evan Peters. ¡Me encanta! ¡Y con menos ropa, más!-exclamó Lisa.

 

-¿Ves por qué no les cuento nada?-se rió David.

 

-¡¿Qué dices?! ¡Está mucho más bueno Dylan O’brien!-saltó Cindy.

 

-No tenéis ni idea. ¡Robert Downey Junior es el mejor sin duda!-gritó Melinda.

 

-Vieeeeeeeeejo-declararon Cindy y Lisa a la vez.

 

-Venga, Stacey-le dijo David a la pequeña-, vamos al puesto de ahí al lado a comprarte un helado.

 

-Eh… ¿no las vas a esperar?-pregunté.

 

-Sólo llevo dinero encima para un helado y como ellas están muy ocupadas, se lo compraré a Stacey.

 

-¡Sí! ¡Bien, bien! ¡Te quiero, hermanito! ¡Te quiero!

 

David se rió y me invitó a ir con él al puesto. Acepté porque mi deber era mantenerlo alejado de la loca de su hermana. Mientras nos alejábamos y esos dos se comportaban como unos hermanos empalagosos, yo estuve observando a las tres chicas. Las tres parecían más o menos de la misma edad, unos 13 o 14 años. Parecían muy apasionadas hablando de los chicos que les gustaban, cosa que me parecía interesante, porque yo no podía expresarme sobre los que me gustaban a mí. Eso de estar en el armario era estresante, aunque yo lo llevaba bastante bien.

 

Nunca me he sentido aprisionado o reprimido por no poder decir que soy gay. Es cierto que a veces es frustrante porque tienes que fingir que miras a alguna chica o tienes que disimular que miras a algún chico. Sin embargo, en esta vida siempre tenemos que fingir por unas cosas o por otras, así que no me importaba.

 

Al llegar al puesto de helados, la chica que lo llevaba nos sonrió y saludó a David con efusividad. Seguramente sería porque era guapo. Cómo odiaba a la gente que se porta bien con otros sólo por su aspecto. Pues ella tampoco es que fuera muy guapa, así que, ¡que no se le subiera a la cabeza!

 

-¡Hola, Julia!-la saludó David.

 

Ah, ¿que la conocía? Vale, olviden ese párrafo de arriba. Sólo esperaba que no fuera otra hermana suya, salida de debajo de las piedras.

 

-Hola, David. Hola, Stacey.

 

-¡Hola!-gritó la niña animada.

 

David se puso a hablar con la chica y yo me sentí un poco desplazado. Suspiré y me quedé atrás; entonces la hermanita de David le dijo que se quería bajar y cuando su hermano la puso en el suelo, vino hasta mí.

 

Se me quedó mirando embobada y no supe cómo reaccionar. No se me dan nada bien los niños pequeños, es más, los odio. Aunque parezcan dulces y amorosos, luego son pequeños demonios que te pegan y te muerden. No tengo hermanos, pero sí he tenido muchos primos, ¡y todos y cada uno de ellos me han pegado o mordido de pequeños alguna vez!

 

Aparté la mirada y fruncí el ceño para que pillara la indirecta de que no quería saber nada de ella. Sin embargo, hizo algo que me sorprendió profundamente: se acercó a mí y me cogió la mano para después mirar fijamente a mis sorprendidos ojos y exclamar sonriente:

 

-Me gustas.

 

-¡¿C-c-c-c-cómo?!

 

-¡Cuando sea mayor, me casaré contigo!

 

-¡N-no digas cosas tan vergonzosas! ¿Y si lo oye tu hermano?-me puse nervioso.

 

-Él debe aceptarlo. Nos vamos a casar y tendremos muchos hijos.

 

-¡Stacey!-la llamó David-. No molestes a Marcos. Ven.

 

Tras inflar los mofletes, fue de nuevo hacia él y le dio la mano. David me llamó y me dijo que fuera al mostrador porque quería invitarme a un helado. En ese momento pensé que era todo un caballero, pero luego me acordé de lo que me había hecho su hermana y rechacé su oferta. No estaba seguro de si podía confiar en alguien. La gente parece amable y luego te clava puñaladas por la espalda.

 

-Venga, hombre, acepta.

 

-¿Pero no decías que sólo llevabas dinero para tu hermana pequeña?

 

-Vamos, eso era por si el resto escuchaba. ¿Qué clase de hermano traería dinero para sólo una de sus hermanas? Como se estaban portando mal, pues se quedan sin helado, así que puedo invitarte.

 

-No, gracias-insistí en mi negativa.

 

-Ay, si a mí David me invitara a un helado, jamás me negaría-suspiró la dependienta.

 

-(Tú a lo tuyo, cotilla)

 

-Quiero hablar contigo. Venga, acepta, hombre.

 

Me sonrió suplicante y mi corazón casi explota de la emoción. Dios, era verdad que tenía un buen cuerpo, eso yo ya lo sabía (y la dependienta, a la que no paraban de írsele los ojos), pero su cara era también perfecta. Tenía unas facciones de niño inocente mezcladas con la forma de la cara de todo un hombre. Era masculino y mono a la vez, era perfecto, jodidamente perfecto.

 

Su cara parecía estar cerca de la mía, aunque he de decir que era mi pervertida imaginación, porque estábamos bastante alejados; así que mis nervios destronaron mi raciocinio y me hicieron aceptar su oferta.

 

Nos sentamos en la arena y la niña se fue a nadar, pero estábamos en un lugar desde el que David siempre podía verla. Yo me había pedido un helado magnum de chocolate y nata y él un calippo. Sí, para mi tormento, él estaba chupando ese alargado y rezumante helado de forma fálica. No sé cómo me controlaba para no tener un infarto ahí mismo. El tío no se cortaba, se lo llevaba bien hasta el fondo de la garganta mientras miraba el mar indiferente. Llegué a pensar que me estaba provocando, pero era obvio que alguien como él no se fijaría en mí.

 

Como es evidente, a uno de mis atributos masculinos le entraron muchas ganas de saludarle, por lo que tuve que disimularlo poniéndome de lado.

 

-Oye-rompió el silencio-,  no me gusta ponerme como el típico hermano sobreprotector, pero tengo que preguntar. ¿De qué conoces a mi hermana?

 

Un temblor me recorrió la espina dorsal. Joder, con el calor que hacía y él con esa simple pregunta me había hecho temblar. ¿Y ahora qué? ¿Qué podía decirle yo ahora? Si le mentía, seguramente acabaría descubriendo por la hermana que le había mentido, pero si le decía la verdad, igual me mataba ahí mismo. Decidí contarle la verdad omitiendo algunos detalles que me comprometían.

 

-Pues verás, resulta que a los dos nos encantan los dibujitos japoneses. Y por eso, coincidimos en un foro de Internet.

 

-¿Ah, sí? ¿Entonces no hay nada de lo que deba preocuparme?-comentó mirando aún el mar.

 

-P-pues claro que no. ¡Tu hermana es muy joven para mi gusto!

 

No respondió y el silencio volvió a precipitarse sobre nosotros. Y con silencio me refiero a por nuestra parte, porque la playa estaba abarrotada y el barullo general taladraba mis oídos como si éstos fueran un suelo de cemento. Aún así, era incómodo que no hablara.

 

-Mira esa tía de ahí, Marcos-señaló a una chica que estaba corriendo por la orilla-. ¿Qué te parece?

 

-No está mal-musité algo decepcionado.

 

Me fijé en su cara y pude ver como una pequeña sonrisa se dibujaba en sus labios. Después, serio de nuevo, se giró hacia mí y cambió de tema:

 

-A ti se te da bien el tema informático y tal, ¿no?

 

-Bueno, no me considero un friki de la informática, pero sé usar google.

 

-Genial. Verás, es que tengo un problema. Soy un negado para los ordenadores y mis colegas del club de fútbol me han dicho que como capitán debería tener más vida social en la red-sonrió.

 

-Ajá.

 

-Y por eso me preguntaba si podrías hacerme un facebook, un twitter, un instagram y todo eso y llevarlo tú…

 

-Espera, espera. Eso es muy personal, ¿cómo quieres que lo lleve yo?

 

-Seguro que lo harás bien-me dio un golpecito en el hombro.

 

No me apetecía para nada llevarle sus cuentas en las que seguramente quedaría bien con las chicas y alardearía de ser genial, guapo y todo eso, pero una idea vino a mi cabeza.

 

-Está bien, lo haré. Pero debes tener en cuenta que vas a tener que venir a mi casa un montón para explicarme qué quieres que haga-sonreí maliciosamente.

 

-¿Ah, sí? Bueno, no hay problema-volvió a sonreír-. Seguro que saco un hueco antes del trabajo.

 

-Genial.

 

Estuvimos hablando un poco más de temas insustanciales. Me hubiera quedado más, sin embargo, me acordé de que había dejado a mi madre sola y me tuve que despedir. Él me dijo que ya hablaríamos el lunes y me fui. Cuando llegué a donde estaba mamá, me echó una bronca tremenda por haber estado desaparecido una hora. Le pedí perdón y le dije que me había encontrado con un amigo. Finalmente se le pasó, pero me dijo que no volviera a hacer eso, porque había estado muy preocupada.

 

Por mi parte, yo estaba muy contento. Después de la desgracia de “Conejito amoroso”, me había venido una situación dulce y agradable. Ahora podría pasar tiempo con David y, aunque era consciente de que era muy improbable, igual hasta conseguía que se fijara en mí. La vida volvía a ser de color de rosa y yo volvía a ser feliz. Ése era el efecto que tenía ese adonis en mí.

 

_________________________________________________________________________

 

Amanecí el lunes tras un fin de semana radiante de felicidad. Todo eran arco-iris, unicornios y valles llenos de pajaritos en los que viviría con David una vez él se me declarara. He de decir que mi imaginación podía ser bastante activa cuando quería, por lo que ya me lo había imaginado como marido un par de veces. ¡Y no, yo no me imaginaba a mí como una esposa! Aunque si no era la esposa, ¿qué era? Mmm… ¿el esposo del esposo? Bueno, da igual, el caso es que seríamos felices y punto.

 

Recientemente el presidente de los Estados Unidos había legalizado el matrimonio homosexual en todo el país, así que podríamos elegir incluso el estado. A mí me gustaría casarme en España, claro está, pero si él quería que nos casáramos en Las Vegas, como era tradición aquí, así lo haríamos.

 

Mi madre se fue el domingo porque dijo que el lunes a primera hora tenía que darle de comer a 20 ministros chinos cabreados por no sé qué de unas deudas del país. Los estadounidenses parece que son los más poderosos del mundo, pero la verdad es que le deben dinero a todo el mundo. Son como el típico buscavidas chulillo que va de sobrado y luego le debe dinero a todo el mundo.

 

El caso es que mientras me vestía, me lavaba los dientes y todo eso, me regodeaba en su imagen. Era extraño, porque con lo del otro día había aprendido que no existía la perfección, y era consciente de que él no debía serlo (sobre todo porque era hetero…), peroro eso no me quitaba la ilusión. Al menos el muchacho tenía buen cuerpo, así que de eso sí que podría disfrutar. Siempre he sido muy superficial, de modo que si él estaba dispuesto a salir conmigo, o incluso sólo a realizar el coito, me daba igual que fuera un arrogante o que le olieran los pies, aceptaría igualmente.

 

Y pensar que sólo hacía un par de días estaba profundamente deprimido por lo de su hermana… Un terror indescriptible me recorrió el cuerpo en el momento en el que rememoré lo de su hermana. ¡Me había olvidado por completo! Seguro que le había contado todo lo que habíamos hecho y ahora yo le daría asco David. Habrían estado riéndose de mí todo el fin de semana y ahora David no querría volver a verme ni que le llevase las cuentas.

 

Tan rápido como mi mundo se había teñido de color rosa, volvió a su gris habitual. Caminé entonces hasta clase alicaído y totalmente desmotivado. Al llegar, Alice me saludó efusivamente y yo le respondí con desgana, cosa que pareció enfadarla, porque no me volvió a dirigir la palabra en toda la mañana. Sin embargo, yo estaba tan deprimido que no tenía tiempo para problemas de mujeres.

 

Brent entró en clase y David aún no había llegado. ¿Y si estaba tan asqueado de mí que no quería ni verme? Esa clase de pensamientos depresivos me inundaron la cabeza totalmente y mis suspiros llenaron el ambiente.

 

Después de un rato en el que Brent nos contó que un tipo de nombre impronunciable se enamoró de una tal Lotta, que ya estaba saliendo con un tal Albert y que por ello se sentía deprimido (típico culebrón venezolano, pero en literatura), la puerta de clase se abrió y apareció David al otro lado. Brent le dejó pasar y la gente comenzó a cuchichear sobre él, como era habitual cuando llegaba tarde. Mientras caminaba a su asiento, me pareció que me dedicaba una rápida mirada, pero supuse que debían ser imaginaciones mías.

 

A la hora del almuerzo Alice me volvió a abandonar porque le pidió a su madre que la sacara del instituto. Esa chica hacía lo que quería y eso me sacaba de quicio, pero no porque lo viera mal, sino porque yo también quería poder salir en mitad de clase. Totalmente solo y triste, me senté en nuestra mesa habitual.

 

Sin embargo, no tardé en recibir compañía, ya que para mi sorpresa, David se sentó enfrente mía.

 

-¿D-david?

 

-Hola, Marcos-sonrió.

 

-¿Y tu séquito de fans?

 

-Rick las está entreteniendo para que podamos hablar tranquilos.

 

Me giré y vi a Jones en la puerta sonriéndoles a las chicas que gritaban ansiosas.

 

-Bien, siguiente subasta, nenas. Ahora tenemos aquí un pelo de David-alzó el mencionado-. Veamos, ¿quién me da 5 pavos?

 

-¡Yo!

 

-¡Yo 10!

 

-¡Yo 20!

 

-¡Callad, zorras, yo doy 50 pavos!

 

-Adjudicado a la señorita que parece totalmente desesperada-sonrió Rick-. Pero recuerde, el exceso de masturbación con un pelo puede ser nocivo. O más bien, ¿poco satisfactorio?-soltó pensativo.

 

-Este Rick es un personaje-se rió David.

 

-Sí-suspiré-, un personaje de circo.

 

-Bueno, quería hablar contigo sobre lo de quedar para hacer las cuentas en Internet.

 

-Espera, ¿sigues queriendo?

 

-¿Eh? Pues claro, bobo, ¿por qué no iba a querer?

 

-No sé, igual tu hermana te ha contado algo de mí que no te gusta…

 

-Pues sólo me contó que hablabais. No me dio muchos detalles porque creo que no le gusta que sepa lo que hace por Internet.

 

Mi corazón se llegó una alegría de ésas que te previenen de los problemas cardíacos durante el resto de mi vida. ¡Si la hermana no le contaba nada, era mi oportunidad! El mundo había vuelto a su color rosa. Es verdad lo que dicen de que la vida está llena de altibajos, que no es todo alegría o tristeza, sino que vamos variando. Quizás la vida es sólo una sucesión de hechos trágicos y felices que nos van ocurriendo. ¡Pero iba a intentar ser positivo e iba a intentar ver lo bueno al lado de ese pedazo de macizo!

 

-¿Entonces qué tal esta tarde?

 

-Genial-volvió a sonreír-, entro al trabajo a las 18, así que iré a tu casa a las 16, cuando termine las actividades del equipo.

 

-Vaya, qué ocupado estás-sonreí yo también.

 

-Sí, es lo que tiene ser deportista.

 

-Pues nada, te veré entonces.

 

-Bueno, aún no has dejado de verme-me corrigió con voz susurrante.

 

En ese momento no sé por qué no se cayeron mis calzoncillos al suelo solos. Con esa frase había hecho que mi corazón se acelerara como una locomotora rusa y que mi polla se empalmara como el mástil de una de las banderas que tanto gustan por aquí. Intenté disimular mi nerviosismo y me reí.

 

-¿Pero no vas a comer con Jones?

 

-Me parece a mí que él tiene otros planes-le señaló.

 

-Así es, churri, si follas conmigo estoy seguro de que David se interesará por ti. Es que desprendo unas feromonas que a él le encantan. No es que sea maricón ni nada, pero le gusta como huelo-sonrió pícaramente Jones.

 

-B-bueno, e-en ese caso… vamos al armario de mantenimiento…

 

-Vale. Lo malo es que no tengo condón, así que tendré que follarte el culo. No te importa, ¿no?

 

-¿A-así le gustaré más a David?

 

-Pues claro, joder. Si haces eso, yo creo que hasta te lamerá el…

 

Decidí desconectar de la conversación, en parte porque me parecía muy ruin lo que Jones estaba haciendo y en parte porque me daba mucho asco su forma tan directa de hablar. David se rió y Rick antes de salir de la cafetería con la chica le hizo un gesto levantando el pulgar y guiñándole un ojo, a lo que éste respondió de la misma manera.

 

-¿No te parece que lo que hace es muy ruin?-musité.

 

-No lo creo-afirmó serio-, porque ahí donde lo ves es más bueno de lo que parece. Estoy seguro de que la mayoría de las cosas que le ha dicho a esa chica no las ha dicho en serio. Luego le dirá que no estaba de humor o algo y no lo harán. Puede parecer un impresentable, pero es un buen tío.

 

Por los rumores que oí los días siguientes, Jones le hizo a esa chica exactamente lo que dijo, pero bueno, eso es otra historia. David y yo seguimos hablando durante el resto de la hora en la cafetería. Tenía miedo de no parecerle interesante, así que intentaba encaminar la conversación en todo momento a lo que íbamos a hacer con cada una de sus cuentas. No quería parecerle un muermo, pero tarde o temprano se daría cuenta, porque no teníamos mucho en común.

 

Yo sólo con mirar a un deportista ya sufría un ataque de ansiedad contra el ejercicio y a él seguramente no le gustarían ni los videojuegos ni el anime. Sé que ustedes estarán pensando en el típico rollo de “pues no debes esconder tus gustos, Marcos” o “No tiene nada de malo ser como uno es”, pero no es tan fácil. Cuando le digo a la gente que sólo me gusta jugar a videojuegos y ver series japonesas me miran raro. Todo el mundo tiene sus aficiones y yo no creo que haya ningún problema. ¿Que soy raro? ¿Por qué? ¿Por qué? Pregunto. Tengo unos gustos como cualquiera puede tener los suyos. A veces la carencia de tolerancia de la gente es un poco deprimente.

 

Finalmente sonó la sirena anunciando que la hora de comer había llegado a su fin, por lo que ambos nos levantamos para irnos.

 

-En fin, Marcos, te veo esta tarde-sonrió.

 

-Lo estoy deseando-le devolví la sonrisa.

 

Me miró un poco raro, pero se fue sin más. Joder, qué raro había sonado eso. ¿“Lo estoy deseando”? ¿En serio? ¿No había una forma más directa de decir “quiero que me taladres el trasero esta tarde”? Ahora me puse nervioso por pensar que seguramente tendría que enfrentarme a muchos malentendidos como ése. Sin embargo, me tranquilicé a mí mismo diciéndome que debía estar feliz. Y lo estaba, estaba feliz porque el chico de mis sueños iba a ir a mi casa. ¡Y sin camiseta! Vale, eso último no lo sabía, ¡pero déjenme soñar!

 

CONTINUARÁ…

 

_________________________________________________________________________

 

Aunque supongo que ya os lo imaginaréis, debo decir que esta historia ocurre antes de que Rick descubra su homosexualidad. Lo hice así para que pudiéramos conocer un poco el lado hetero de Rick, aunque ya apuntaba maneras (seguro que no se llevó condones a propósito para hacérselo a esa pobre chica por detrás). Parece que era un ruin en su época alocada, pero no sé qué puedo deciros en su defensa. He intentado arreglarlo por medio de David, pero luego Marcos ha tenido que soltar que pasó lo que pasó xD Me gustaría pensar que los rumores eran falsos, pero eso no lo sabemos.

 

Me temo que esta historia da para mucho, así que no sé cuándo volveré a escribir sobre otra pareja. Mientras tanto, disfrutemos de esa deliciosa visita que David hará a Marcos.

 

Gracias por leer.

 

OS SALUDA

 

EL ENTERRADOR

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