¿Tendrán al fin estos dos su final feliz? ¿O por el contrario se impondrá mi despótica predilección? Sólo os puedo decir una cosa: leed.

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Diario de una adolescencia gay

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Un relato del Enterrador

El diario de aprendizaje de Rick Jones 9: Aprender a luchar

Joder, tenía que ponerse a llover justo cuando estaba persiguiendo a ese cabezón. La gente suele salir corriendo cuando está despejado, pero sólo este tío sería capaz de intentar darme esquinazo bajo la lluvia. Seguro que tanto teatro le había hecho ser así de melodramático. Pero bueno, ¿qué más daba? Ya nada. Hubiera dado igual que lloviera, que nevara, que tronara o que callesen putas dagas ardientes del cielo, que yo no me iba a detener por nada del mundo hasta alcanzarlo.

En cierto modo era divertido. Nunca había corrido bajo la lluvia, y producía una sensación muy placentera, una sensación que parecía gritar: “¡Me la suda el mundo, yo corro bajo la lluvia!”. La poca gente que había en la calle, con paraguas, claro, nos miraba con cara rara, porque nosotros estábamos corriendo como locos aún estando empapados. Nunca he tenido alma de poeta, pero el cielo gris, combinado con la lluvia y la oscuridad del ambiente propia de los días nublados, daban a la escena un aire muy interesante.

Parecía la típica escena de las películas que solía ver con mi madre. Sólo faltaba que Peter fuera Jennifer Aniston y que yo fuera Adam Sandler. No, si al final iba a tener mi madre razón y esas historias pueden ocurrir perfectamente en la realidad. No podía ver la cara de Peter, sólo podía ver su espalda. Corría con todas sus fuerzas, y lo cierto es que yo empezaba a cansarme. Eso de no hacer deporte empezaba a pasarme factura. Tenía que haberme apuntado al club de fútbol con David, pero es que es muy cansado.

Peter había tirado sus gafas de sol, supongo que porque le impedían ver lo que tenía delante al empañarse con el agua. Mientras corríamos, una vieja nos gritó llamándonos vándalos, lo que hizo que me diera la risa. Si no atravesamos medio pueblo, yo creo que no andamos ni dos pasos. El muy cabrón tenía un aguante espectacular. A saber qué mierda le darían en el club de teatro. Seguro que se dopaban.

Finalmente, llegamos al parque, en el que no había nadie, porque, admitámoslo, ¿quién coño va a ir al parque un día de lluvia? Joder, seguro que no estaban ni las palomas. Al entrar, le grité varias veces que se detuviera, pero haciendo caso omiso, seguía corriendo. En momentos como ése, unos dardos tranquilizantes me habrían venido de puta madre.

Hacía un esfuerzo, pero de verdad que no comprendía por qué estaba corriendo. Vamos a ver, que sólo quería hablar con él, no quería ponerle huevos en el cerebro y después devorarlo. Si estaba molesto por lo de Tom, que se joda, porque bien que le dije que podía haberlo evitado. Aunque, ¿y si huía porque me odiaba? ¿Es que ya no quería estar conmigo? ¿Tanto le asqueaba mi presencia que tenía que salir huyendo? No, era mejor que no me rayara con esas cosas. Cuando lo alcanzara, sabría el por qué.

Ya me daba igual todo, que no me quisiera, que huyera de mí, que me despreciara… Lo único que me importaba era que quería estar con él. Me la sudaba que su puto orgullo le impidiera entregarse completamente a mí. Le iba a romper ese orgullo a pollazos.

Después de lo que creo que fue media hora corriendo, llegamos a un callejón sin salida. La puerta de atrás del parque estaba cerrada, y por lo tanto, no podía salir. Sólo podía escapar subiendo la alambrada, pero dudo que él fuera capaz de algo así. Se paró en seco, de espaldas a mí. Ambos jadeábamos a tope por la increíble carrera que habíamos hecho.

Despacio y con aire cansado, se dio la vuelta y me miró con el ceño fruncido mientras seguía jadeando. Todo su cuerpo estaba completamente empapado. Su pelo, chorreando, se deslizaba por su frente de tal manera que casi le tapaba los ojos por completo. Yo debía estar igual que él, porque podía notar cada una de las gotas que me golpeaban la piel con furia y porque notaba el pelo en mi frente. Me lo eché hacia atrás y sonreí.

-Te he cazado, ratoncito.

-¿Y qué piensas hacer ahora?-preguntó-. ¿Devorarme? Supongo que no, ya que tendrás el estómago lleno con las plumas de ese otro pájaro.

-Qué bien traído lo de las plumas-me reí.

-Déjame en paz. No quiero verte.

-Pero yo sí quiero verte a ti.

-Pues busca una foto mía en facebook y cáscatela a gusto.

-Vaya, ¿alguien está resentido?

No respondió. En su lugar, caminó lentamente en dirección contraria a donde yo estaba para irse de allí. Me giré para mirarlo y de forma tajante dije:

-Te quiero.

Se paró. Su cara estaba orientada hacia el suelo, por lo que entendí que estaba teniendo una lucha interna consigo mismo. Me acerqué despacio hasta él y le agarré de los hombros con delicadeza mientras le susurraba al oído con dulzura:

-Te quiero.

-Calla.

-¿Por qué? ¿Te molesta?-sonreí.

-Yo no voy a decírtelo-dijo en voz baja.

-Lo sé. ¿Pero qué le vamos a hacer? Tu cabezonería es legendaria.

-Jones, déjame tranquilo, ¿quieres?

-¿Sabes? Acabo de estar en casa de Tom.

Apretó el puño y pude ver que su cuerpo se tensaba. Creo que estaba empezando a desarrollar una interesante cualidad para leer sus actos. O eso o ese tío era todo un libro abierto.

-Pero no me lo he follado.

-¿Y qué quieres? ¿Que te dé una palmadita en el hombro?

-No, yo sólo quiero que me digas lo que sientes.

-Siento náuseas. Cada vez que te veo.

-Oh, eso sentía yo cuando Tom me estaba dando el filete. Ha sido divertido porque cuando ese cabrón me estaba comiendo la boca, no podía evitar pensar en ti. Qué faena, tío, no me has dejado culminar el polvo.

-También siento odio, mucho odio. Siempre que veo tu estúpida cara de alelado, me hierve la sangre-continuó.

-¿Y qué más?

-Ganas de darte una hostia. Es superior a mis fuerzas.

-No te olvides de los celos. ¿Qué más?-sonreí.

-Nada más.

-¿Seguro? ¿No hay una cosita más en el fondo de tu corazoncito?

-¿Por qué hablas como un retrasado mental?-me atravesó con la mirada.

-Dilo.

-No.

-Si.

-No.

-Que sí.

-Que no.

-Que sí.

-¡Oye, no rellenes con diálogos tan absurdos!-me gritó.

Esto ya me estaba empezando a tocar los huevos. No lo iba a decir, no lo iba a decir nunca. Y eso me molestaba. Me encabronaba muchísimo. Entonces le agarré del brazo y tiré de él. Me miró sorprendido, como si no se lo esperara, y lo estampé contra la verja de un movimiento rápido, por supuesto, evitando que se hiciera daño. Estaba cabreado, no loco. Se levantó el pelo para mirarme bien. Su mirada era de furia absoluta, de un profundo odio que no se puede expresar con palabras.

Imitándole, hice lo mismo con mi pelo, que había vuelto a caer hacia delante, y así pudo comprobar que yo tenía la misma mirada que él, cosa que hizo que volviera a poner su habitual sonrisa arrogante. Estaba a punto de hablar, seguramente para soltar alguna de sus mierdas arrogantes, pero le metí un puñetazo a la verja y del estruendo que provoqué, le hice callar.

-¡Escúchame bien, orgulloso hijo de puta!-grité fuera de mí-. ¡Me da igual que huyas, que no admitas que me quieres, que no pongas de tu parte, en definitiva, me la suda que no luches por esta relación! Me da igual, porque, si es necesario, yo lucharé por ti.

-Qué truco más sucio-sonrió de nuevo.

-Eres mío, Wright-coloqué las manos alrededor de él, en la verja, aprisionándolo-. Es imposible que huyas de mí.

-¿Quién ha dicho que yo sea tuyo?

-Te quiero.

-Qué pesado.

-Te quiero.

-¿Quieres callarte?

-Te quiero-sonreí.

-Jones, como sigas diciendo lo mismo te voy a…

-Te quiero.

Pude ver con una sonrisa en los labios como el orgulloso Peter Wright, que jamás se había mostrado débil o alterado ante nadie, explotaba ante mí. Me agarró del cuello de la camisa y me atrajo hacia él con cara de malas pulgas. En un movimiento rápido, le di un beso en los labios, cosa que lo hizo enfurecer mucho más.

-Maldito hijo de puta-se rió.

-Soy un hijo de puta que te quiere-añadí.

-¡Aaaaaagh!-gritó zarandeándome-. ¡Está bien! ¡Está bien, joder! ¡Sí, te quiero! ¡¡¡¡Te quiero, vale?!!!! ¡¡¡¡Ya está, ya lo he dicho!!!!

Mis ojos se abrieron como platos. No me lo podía creer. ¿Peter acababa de…? No era un sueño, era verdad. ¡Esto estaba pasando de verdad! ¡Era la puta realidad! Jaja. ¡Jajaja! Su cara, pálida por el frío de la lluvia, adquirió un tono rojizo al instante, seguramente porque se sentía avergonzado. Sonreí, pero no fue lo único que hice.

-¿Q-qué…?-preguntó-. ¿Estás llorando?

-Sniff… ¿Eh? N-no, es la lluvia.

-A mí no me engañas, Jones. Jajaja, estás llorando. Qué fuerte-se burló.

-Bueno, ¿y qué si es así?-levanté una ceja-. Es lo normal cuando la persona a la que amas te dice que te quiere. No soy de piedra, ¿sabes?

-¿C-cómo? E-eh… esto… Has oído mal. Seguro que lo has confundido con el ruido de la lluvia.

-De eso nada. Es más, tenía el móvil grabando por si acaso me lo decías.

-¡No me jodas!-gritó.

-Era coña, pero ahora acabas de admitir que lo has dicho.

-No sabes cuánto te odio.

-Me quieres.

-Mentira.

-Me quieres-canturreé alegremente.

-¡Que no!

-Que sí.

-¡Que no!

-¿Quién es ahora el que rellena diálogo?-levanté una ceja.

No podía evitar sentirme feliz, eufórico. Por eso estaba haciendo tonterías y burlándome un poco de él. En ese momento el mundo estaba a mis pies. Estaba tan contento que creo que le hubiera dado un millón de besos a Peter. Nunca había experimentado esa felicidad. Era diferente a toda alegría que había vivido antes.

Creo que ni la gente cuando gana la lotería se pone tan feliz. Normalmente me la suda todo enormemente, así que nada me entristece, pero tampoco alegra. Sin embargo, esto, ¡esto era muy grande! Nadie en el mundo podría arrebatarme esa felicidad. Ni los mentirosos, ni la gente que te hace daño, ni un ladrón o un asesino. Espera, sí que había alguien que podía quitarme todo ese júbilo: Peter. Ahora mi felicidad dependía de él completamente. Sonreí. Eso me parecía divertido.

Lo volví a mirar y estaba suspirando con la mano en la frente, como si todavía quisiese huir o estuviese pensando otra vez en mierdas que le apartaran de mí. Pero ahora era su novio, y jamás iba a permitir que volviera a ser infeliz. Y por eso, iba a consolarlo.

-¿Qué te pasa? ¿Es que no estás feliz de que seamos novios?

-Pero bueno, ¿desde cuándo somos novios?-se quejó.

-Desde que me has declarado tu amor.

-Sabía que no tenía que haberlo hecho. Entregarme a este tío es un error-farfulló.

-¿Aún tienes dudas?-sonreí.

-Yo… creía que no tendríamos un final feliz. Cuando te fuiste con Tom, le pedí tu número a David e intenté llamarte. Sin embargo, no lo cogiste. Ya pensaba que no había esperanza. Me afectó tanto que tuve que irme a casa corriendo a llorar. Estaba destrozado. Y ahora, de repente, ¿todo se ha arreglado? No termino de asimilarlo. ¿Es un sueño?

-Wright, ¿alguna vez has follado bajo la lluvia?

-No.

-¿Puedo tomarme tu respuesta falta de ironías y ataques como un “hagámoslo”?

-Je. Claro-sonrió.

Me quedé paralizado unos segundos. No me esperaba que se fuera a poner tan receptivo. Joder, tenía tantas ganas de abrazarlo… Su pequeña y frágil figura bajo la lluvia despertaba en mí un sentimiento de protección infinito. Parecía un cachorrito abandonado en mitad de la carretera un día de tormenta. El brillo de sus ojos, aumentado por el agua de lluvia, me estaba volviendo loco.

Era jodidamente adorable. Y ahora iba a ser para mí. No podía creerlo, me parecía imposible que estuviera pasando. ¿Y si aún estaba bajo los efectos de esas setas yonkis? A lo mejor todo esto sólo era un delirio de mi mente, y por eso Peter había preguntado si era un sueño, para avisarme.

Le volví a rodear con las manos, colocándolas en la verja, mientras él me miraba expectante.

-Bésame-susurré.

Sin molestarse siquiera en responder, cerró los ojos con dulzura, como si hubiera esperado el beso durante muchísimo tiempo, y juntó sus labios con los míos. Metió tímidamente la lengua en mi boca, y yo junté la mía con la suya en un movimiento decidido. Posó su mano en mi mejilla mientras me besaba, lo cual me provocó una gran ternura. Peter se estaba entregando por completo a mí.

Llevé mi mano a su cabello y lo revolví un poco para después juguetear con él. Al hacer esto, echó su cuerpo hacia delante y se aferró más a mí, quedando más pegado a mi pecho. Al parecer, le gustaba sentirme. De repente, en un movimiento ansioso, dirigió su mano a mi pantalón y me manoseó la polla a través de la tela. Vaya, y luego el salido era yo… Parecía que él no se quedaba atrás.

-¡Ja! Adelante, Jones. Haz lo que llevas deseando tanto tiempo.

-Me parece que tú también lo estabas deseando-me reí.

-Je…-una lágrima se deslizó por su mejilla mientras sonreía-. Tienes razón. El poder tocarte ahora… es como un sueño. El roce con tu piel húmeda, tu resplandeciente mirada… Creo que no había sido tan feliz en toda mi vida.

-Wright…

-Soy tuyo-sonrió y pronunció delicadamente a continuación-, Rick. Has conseguido lo que tanto querías. Te quiero.

-¿A-acabas de llamarme Rick?

-¿Eso es lo que te sorprende? ¿Y el ”te quiero”?

-Eso ya me lo habías dicho-le toqué su húmeda nariz para chincharle.

-En fin-suspiró-, tú puedes llamarme Peter, ahora que somos novios

-Bésame-susurré.

-Qué pesado… Para ser un salido, bien que estás todo el día con cursiladas.

-Es que es la única forma que tengo para saber si esto es real. Cuando tus labios se posan en los míos y los siento, me doy cuenta de que esto no es un sueño.

-Idiota, vas a hacer que eche de menos al gilipollas salido de Rick Jones.

-Tranquilo, después de besarme me haces una limpieza de sable y ya verás como vuelve.

Sonrió y de nuevo me volvió a besar. Con un solo beso, revolvía los sentimientos de mi interior de tal manera que todo mi cuerpo se sentía extraño: mi corazón se me aceleraba, tenía ganas de llorar, sentía mucha calor… Ah, el amor, a veces es una mierda, pero otras ¡qué bien se siente!

Curiosamente, a pesar del tiempo y de que nos estábamos empapando, yo no sentía ningún frío. Estaba en una especie de nube evadida de la realidad en la que sólo estábamos él y yo. En esa nube no existía la lluvia, no existía el frío, sólo existíamos nosotros.

Sacándome de mis cursiladas, Peter se agachó y me desabrochó el cinturón deleitándose en la propia acción de hacerlo. Acto seguido, me bajó el pantalón y se quedó mirando mi polla, que aún estaba escondida bajo mis gallumbos, con una sonrisa pícara. Sin embargo, al instante la perdió y miró hacia arriba.

-¿Lo has hecho con él?

-Sí-asentí algo cortado por la pregunta, pero aún así decidí contarle la verdad porque no quería mentirle-. Sólo una vez y antes de empezar a acosarte.

-Eso es injusto-espetó.

-¿Injusto por qué?

-Porque yo quería ser tu primera vez. Tú serás la mía, pero yo no seré la tuya.

-Tonto-sonreí acariciándole la mejilla-, vas a ser la primera persona que amo con la que lo voy a hacer.

No parecía satisfecho, pero aún así me bajó los gallumbos y dejó libre mi polla, que estaba totalmente mojada. Aun mojada, estaba lista para la acción, pues la situación me encendía tanto que ya podía caer el diluvio universal que yo no me iba a enfriar. Sacó la lengua y alzó mi polla para dirigirla a su boca. Después, introdujo la puta en su interior y se puso a chupar el agua de lluvia que había en ella. No pude evitar soltar un resoplido de placer.

Debería haber sabido que aunque lo había hecho con dos personas antes, jamás había resoplado de placer con ninguna, es más, él era el primero que me daba placer. Así como estaba, de rodillas en el césped y chupándome la polla, su expresión adquirió una expresión dulce. Debido a eso, me di cuenta de que era la primera vez que veía que bajaba la guardia.

Siempre estaba escondido tras su coraza de arrogancia, pero por primera vez desde que lo conocía, era completamente él. No esperaba ningún ataque, no tenía miedo. Me había entregado su orgullo totalmente. Al decir que me quería, era como si se hubiese rendido ante mí, como si me hubiera abierto la puerta de su fortaleza para que la destruyese por dentro si así lo deseaba.

Qué dulce era el muy cabrón cuando le interesaba. Sacó la lengua y me hizo un lavado de cipote completo; después bajó hasta el tronco y le sacó tal brillo con ella, que ya no sabía qué parte de mi polla era lluvia y cuál su saliva.

-Joder, Peter, cómo la chupas. Ha merecido la pena esperar.

Una vez le dije esto, me miró con ojos felinos y tras sacarse mi polla de la boca, se relamió. Qué hijo de puta. Si me hacía esa clase de cosas, me iba a correr enseguida. Si quería jugar a poner cachondo, no me iba a ganar. Le agarré de la cabeza y dirigí el ritmo de la mamada para que se la tragara entera.

Pensé que en dos segundos iba a suplicarme que parara porque era demasiado para él, pero el muy cabrón no tenía ni una arcada. Si yo era el primero con el que follaba, ¿cómo era posible que la chupara también y que pudiera aguantar una polla entera en la boca? Dios, ¿era Peter un follador nato?

Mierda, encima de que la estratagema no me había salido bien, ésta iba en mi contra, porque si antes tenía ganas de correrme ahora…

-Joder, me voy a correr. A-agh… ¡A-aaaagh!

Un cañonazo de lefa salió de mi polla llenando la boca de Peter y su garganta entera. Había cometido un error terrible: no le había avisado. Ahora me había corrido en su boca sin poder evitarlo y sin avisar. Era hombre muerto.

Sin embargo, con la mayor naturalidad, se tragó mi lefa y se puso a lamerme la punta de la polla limpiándome los últimos restos.

-¡Joooder! ¡Estoy flipando contigo!

Entonces se pasó el brazo por la boca limpiándose y mientras lo hacía también se pasó la lengua.

-Qué poca aguante-sonrió arrogantemente.

-La culpa es tuya; ¡eres un jodido Dios del sexo!

-Quizás el problema es que tú eres un eyaculador precoz-se burló.

-¡Vamos con la segunda ronda! ¡Ya verás como… A-a-a-a-achú!

-Qué decepción-suspiró con una sonrisa-, tanta broma sexual y luego… Mucho ruido y pocas nueces.

Joder, que yo lo había intentado, pero….

-Anda-sonrió-, vente a mi casa y…

-¿Y…?

-Nos duchamos juntos-soltó algo avergonzado.

-¿Te han dicho alguna vez que eres jodidamente adorable?-le di un beso en la mejilla.

-No te creas mucho. Sólo lo he dicho para ahorrar agua y para no resfriarnos, obviamente.

-Anda, dime otra vez que me quieres.

-Que te follen.

-Vale, mientras seas tú quien lo haga, cariño mío.

-Ni se te ocurra llamarme cariño-frunció el ceño.

-Entonces dime que me quieres.

-Te quiero-puso los ojos en blanco.

-Yo también, amor mío.

-¡Tampoco me llames amor mío! Sabía que no tenía que salir contigo. ¡Retiro el te quiero! Ahora vas y te duchas en tu casa.

-Oh, vamos. Te enjabono la espalda si quieres, pero a cambio tú me tienes que enjabonar los huevos.

Y así, colegas, la vida nos regaló un final feliz. Puede que no sea el final último de nuestra historia, pero a nosotros nos la suda. Lo que parecía imposible de cumplir que aparecía en esas películas malas de hora de la siesta, se hizo realidad. Peter se abrió a mí y yo me entregué a él. Hay veces en las que la vida te da momentos felices porque sí. Me encantaría contaros lo que pasó en la ducha, pero Peter me dijo que si lo hacía, me cortaría los huevos. No creo que lo haga, porque él adora mis huevos, pero por si acaso me tengo que callar.

Bueno, peña, os deseo a todos finales felices en vuestras vidas. Seguid perseverando, porque, a veces, un día triste no quiere decir que no puedas tener un final feliz.

CONTINUARÁ…

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Bah, me gustaba más cuando sólo había drama entre ellos xD Creo que este episodio ha sido un poco forzado. Y eso no me gusta. Supongo que la crueldad es lo mío. Lo siento si se ha notado forzado. Prometo escribir más relatos felices de estos dos esforzándome más.

Gracias por leer.

OS SALUDA

EL ENTERRADOR