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Alma y Noa

en Hetero: General

Eran las once y treinta y tres minutos. Viernes por la noche, mes de agosto. Hacía mucho calor y apenas había gente en esa calle. Me dirigía a casa de Alma, como cada viernes, aunque ese día llegaba un poco tarde, ciertamente.

Alma es mi mejor amiga, que por cierto, mi nombre es Noa. Tengo 21 años, mido más o menos 1’60 m y soy una chica normal, con bastante pecho y un buen culo. Rubia, ojos claros y piel bronceada. Alma en cambio tiene 24 años, mide 1’70 y tiene muy buen cuerpo. Es morena y con los ojos oscuros, para mí: una belleza.

Ambas quedamos al menos una vez a la semana para ir a bailar y a ligar, nos gusta divertirnos y no tenemos demasiados tapujos. Se nos conoce por ser muy abiertas de mente, en especial en el ámbito del sexo, o eso dicen.

Cuando giré la esquina, a dos metros de la portería de Alma, la vi sentada en el escalón de la tienda de al lado, hablando por el móvil. Me acerqué y al verla me disculpé, ella me hizo callar con gestos y esperé a que terminara su conversación telefónica.

- ¿Se puede saber dónde te habías metido?

- Es que he tenido un problema con la vecina, ya sabes cómo está desde…

- Sí, desde que su marido se murió. ¡Joder! ¿Has visto la hora qué es? Mario debe estar echando fuego por la boca.

- ¿Mario?

- Sí, el increíble camarero que me ligué el martes, ¿no te lo conté?

- Pues no, la verdad es que no.

- El martes salí de fiesta con las chicas de la Universidad, y dónde fuimos era la noche de los camareros en bóxer. Uno resaltaba por el increíble tesoro que llevaba debajo, así que no me lo pensé demasiado y me insinué.

- Y obviamente, picó.

- Al principio no las tenía todas conmigo, pero sí, al final lo conseguí.

- ¿Y qué, cómo fue?

- Mira cariño, tesoro es poco, ese hombre es una maquina de dar placer.

- ¿En todos los sentidos?

- En TODOS. Besa como los ángeles, lame, toca y acaricia todo lo que puedes desear. Tiene un miembro digno de enmarcar y te lleva al cielo una vez tras otra, porque además aguanta muchísimo. Casi dos horas estuvo sin parar, quiero decir, sin acabar, ya me entiendes.

- ¿Dos horas? Joder, realmente es bueno.

- Sí, sí que lo es. Y además es cariñoso o muy atrevido, según quieras.

- Vamos, que a éste igual te lo quedas un tiempo.

- Puede ser, ya sabes que los hombres me cansan en seguida.

Alma no creía en el amor ni en las relaciones largas. El placer era su única meta en la vida y utilizaba cualquier método para conseguirlo. No le hacía ascos a nada, con chicos, con chicas, tríos, orgías… y dentro del ámbito del sexo, posturas, deseos… Creo que eso era una de las virtudes que mas resaltaban sus ligues. Yo, en cambio, aún siendo bastante abierta en el sexo, no puedo decir que sea otra Alma. También me gusta el placer y no le hago ascos a demasiadas cosas, pero no es mi única meta en la vida.

- ¡Eh, Noa! ¿Me oyes?

- ¿Qué?

- Al de siempre o a dónde conocí a Mario.

- Donde quieras.

- Espera que llamo a Víctor, a ver dónde está, para que venga a buscarnos.

Víctor, un chico de 26, musculado, moreno, bronceado y muy bien dotado a quien Alma había usado un par de veces. Lo llamaba el bollito de crema, que era algo así como algo puntual para días con ganas de picotear un poco de dulce.

- Estará aquí en 5 minutos. Dice que Paco hoy está muy soso y que más vale que vayamos al local de Mario, además, creo que hoy era cuando hacían la fiesta de la espuma y la noche del desnudo o algo así.

- Eres increíble Alma.

- Estás un poco cabizbaja, ¿ha pasado algo?

- Ya sabes, problemas con mi padre y los gastos del piso, además me ha llamado Alex –mi ex novio, con quien lo dejé porque no congeniábamos en la cama-.

- Creo que necesitas un poco de marcha.

- Alma, estate quieta. Sé lo que necesito, ya sabes que no me van tus jueguitos.

- Vamos, ¡déjame cuidarte por una vez!

Entonces, como siempre, se acercaba me daba mimos y me acababa besando en los labios, con lengua, mientras me acariciaba los pechos o la espalda. Seguidamente bajaba a mi cuello, zona más sensible, y me dejaba su marca, mientras sonreía.

- Esta noche lo vamos a pasar bien, mi amor.

- Alma, deja de hacer el loco y compórtate.

- En verdad te encanta preciosidad.

Y esa noche lo pasamos bien, muy bien. Ella lo puso todo de manera que no fuera algo que pudiera olvidar, jamás. Víctor llegó en seguida y ambas nos subimos en su coche, en la parte de atrás. Alma empezó con sus juegos.

- Víctor, amor, ¿qué te parece Noa?

- ¿En qué sentido?

- ¿Tú que crees?

- Apetecible, ¿por?

- ¿Apetecible? Vas a ver lo apetecible que puede ser.

Alma se giró y empezó a besarme de nuevo, bajando sus manos a mis pechos. Subió sus manos por debajo de la tela y desabrochó el sujetador. Ahí empezó a acariciar mis senos, parando un tiempo en mis pezones. Liberó mi boca de sus labios y la bajó a mis pechos, ensalivando mis pezones, que empezaban a endurecerse.

- Alma, ¡para de una vez! ¡Esto no tiene gracia!

- ¿Qué opinas Víctor? ¿Quieres ver cómo de apetecible puede llegar a ser Noa?

Mientras volvía a besarme, bajó su mano derecha a mi pantalón y metió su mano, directamente, acarició toda mi humedad y empezó a moverla con suavidad. Entonces separó sus labios para dejarme gemir y con ello Víctor paró el coche.

- ¡Alma, tú ganas! Haré lo que quieras, pero déjame conducir tranquilo.

Víctor estaba realmente nervioso, y cachondo, para que negar lo evidente. Alma sonrió, había conseguido su objetivo. Quitó sus manos de mi cuerpo e hizo bajar a Víctor del coche, ella también bajó del automóvil y le dio un pequeño beso antes de hablar.

- Víctor, cariño, Noa está bastante triste estos días. Yo sé que ella te desea desde la primera vez que te vió y creo que se merece un poco de cariño, ¿no? Además tu nunca te has parado a mirarla bien y no sabes lo buena que llega a ser en la cama, incluso mejor que yo. Hazte un favor y fóllatela.

- Alma, ¿pero qué coño estás diciendo? –dije yo escandalizada-.

Víctor, en cambio, no pensó lo mismo. Abrió la puerta por dónde había salido Alma y se sentó a mi lado, me miró un momento a los ojos y me empezó a comer los labios. Intentaba zafarme de él, pero no podía. Sus manos empezaron a recorrer mi cuerpo y Alma sin articular palabra encendió el motor y, mientras Víctor me besaba, nos llevó a un parking bastante desierto cercano al local de Mario. Ahí, paró el motor, y se acomodó en el asiento delantero, poniendo en el mejor ángulo el retrovisor y quitándose las bragas para tener más facilidad a la hora de tocarse.

- Víctor por favor, para.

- No quiero parar Noa, y tú tampoco quieres que pare. Déjate hacer de una vez, disfrútalo, si te va a encantar.

Yo miré a Alma por el retrovisor, ella sonreía sin decir nada. Nunca había tenido relaciones delante de nadie, y menos aún, me imaginaba teniéndolas delante de mi mejor amiga, pero no pensé, simplemente lo hice.

- Está bien, vamos a follar.

Agarré a Víctor de la camisa mientras lo atraía hacia mí, besé su boca con ansia y me dejé llevar por el deseo, por las ganas que le tenía desde hacía tiempo. Quité mi camiseta y también mi sujetador. Víctor sonrió mientras me miraba. Juntamos de nuevo nuestras bocas mientras él acariciaba mis pechos. Empezó a lamerme con verdadera ansia y la verdad es que lo hacía verdaderamente bien. Paré un momento su placentero movimiento y quité también su camiseta. Me senté sobre él y al instante desabroché su cinturón y bajé la cremallera, metí la mano bajo el bóxer y empecé a tocar. Ya estaba caliente, bien caliente. La notaba dura y erecta, Víctor se estremecía con el toqueteo de mis manos y cerraba los ojos mientras suspiraba. Acerqué mi boca a su oreja y le lamí el lóbulo con paciencia mientras seguía masajeándole.

- Víctor –dije haciendo largas las palabras entre suspiros y jadeos- la tienes muy, pero que muy tiesa y yo estoy completamente cachonda, pero antes de que me la metas, quiero hacer una cosa que me vuelve loca.

- Sí… lo que quieras.

- ¿Sí? Entonces, ¿puedo comértela?

Abrió los ojos, sorprendido y me miró. Yo me mordía el labio con cara de deseo mientras seguía tocándole su pene. Me moría de ganas de lamerlo.

- Es toda tuya.

- Perfecto.

Quité sus pantalones como pude y bajé su bóxer. Sin la presión de la tela era aún más grande, pero me gustaba. Estaba completamente tiesa y dura, caliente. Lamí el glande con paciencia y recorrí el tronco de arriba abajo un par de veces. La agarré con decisión y empecé a masturbarla con la mano, mi otra mano acariciaba sus huevos con cariño y mi lengua fue a depositarse en el mismo sitio. Víctor empezó a gemir. En ese momento subí de nuevo mi boca y introduje apenas la punta de su pene. Moví la lengua en círculos y saqué de nuevo su miembro. Me acerqué a su oreja de nuevo, mientras seguía masturbándole con mis manos.

- Amor, mírame mientras te la como, es lo que más me gusta de hacerlo.

Él besó mis labios como si se le fuera la vida en ello y al poco tiempo me dejó volver a mi golosina. Yo metí de nuevo sólo la punta y moví mi lengua, posteriormente empecé a tragar un poco más y un poco más, era grande, pero no lo suficiente como para que no pudiera comérmela entera. Víctor gemía sin parar, pero no cerraba sus ojos, los mantenía bien abiertos, mirándome, poniéndome aún más cachonda.

- Víctor dile cómo lo hace, a Noa le encanta que le digan lo buena que es.

Alma había entrado en escena nuevamente. Víctor sonrió.

- Noa eres increíble, lo haces de maravilla.

Suspiraba una y otra vez, intentando esconder los gemidos.

- Me encanta como me la estás comiendo. Tienes una lengua… ¡Dios! ¡No pares!

Yo empecé a moverme más y más rápido, Víctor estaba en un placer continuo, se estremecía y dejaba de respirar cada cinco segundos.

- ¡Oh Dios, qué manera de chupar! ¡Por favor, más, más!

Yo me sentía una diosa, y me encantaba oírle y verle disfrutar. Alma aprovechó ese momento para moverse hacía nosotros y meter su mano bajo mi pantalón, de nuevo, por la parte de atrás, aprovechando mi posición.

Cuando empezó a rozar de nuevo mi coñito, pensé que no podría aguantar, pero lo catalogué como un reto, y me concentré en complacer a Víctor sin pensar demasiado en las deliciosas caricias de Alma.

Las manos de Víctor ya estaban sobre mi cabeza y me apretaba un poco más hacia él, aunque no me molestaba. Seguí aumentando el ritmo hasta que empezó a convulsionarse, así que moví las la lengua, hice los movimientos más amplios y un poco más lentos y me la metí entera en la boca, mientras manejaba sus huevos, sintiendo el primer brote de semen bajando por mi garganta, era saladito y no demasiado espeso.

Acabado el sexo oral, Alma salió del coche en busca de Mario y nos dejó cierta intimidad para acabar nuestro encuentro.

- Nunca pensé que fueras así.

- ¿Tan guarra?

- Tan buena en esto.

Ambos nos reímos. En ese momento yo suspiraba y me sentía fuera de mí, todo mi cuerpo sonrojado y caliente, y mi entrepierna encharcada. Víctor lo notó con solo mirarme y quitó mis pantalones en un segundo, bajó mi tanga y separó mis piernas. Rozó mi coñito con un dedo y lo lamió.

- Estás mojadísima.

- Estoy cachonda perdida. Ya no puedo más Víctor.

- Tranquila, mi diosa, que ahora te voy a llevar de vuelta al cielo.

Me acarició con dos dedos y en seguida bajó también su lengua. Era una verdadera delicia sentirle, y a cada roce me ponía aún más caliente. Víctor lo notó y se puso manos a la obra. Empezó a lamerme con mucho arte y metió dos dedos en mi coño sin pensarlo y con ritmo, al minuto ya podía meter tres con facilidad. El orgasmo no tardó en llegar y una vez llena de placer, Víctor se sentó de nuevo y me colocó justo encima.

- Víctor, ¡hazlo!

- ¿Qué haga qué?

- Fóllame.

- ¿Cómo?

- ¡QUE ME FOLLES DE UNA VEZ! ¡CLÁVAMELA POR FAVOR!

- Tus deseos son órdenes mi diosa.

Refregó su pene duro por mi coñito un par de veces y metió de nuevo sus dedos, besó mi boca, tocó mis pezones y justo cuando estaba a punto de gritarle de nuevo me la clavó. Fue brusco y de golpe, pero no dolió, fue placer, el cielo tocado con los dedos. Yo marqué el ritmo mientras Víctor recorría mi cuerpo con sus manos, ambos desnudos y llenos de sudor, colmados de placer y suplicando más, llegamos a un cielo cercano poco conocido por los mortales. Al acabar nos seguimos besando y tocando un rato, tocadas las dos, ambos nos vestimos y entramos en el local de Mario, dónde Alma se estaba ocupando de encontrar nuevas presas.

- Noa, ¿nos volveremos a ver?

- Yo no soy Alma, pero tampoco quiero una relación estable.

- Te comprendo perfectamente y estoy de acuerdo, sin compromiso pero existimos, ¿no?

- Exacto.

- ¿Bailas?

- Encantada.

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