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Adam y Noa

en Hetero: General

Me llamo Noa y soy una chica un tanto rara. Soy rubia con ojos claros y tengo un cuerpo lleno de curvas, según como se mire se puede decir que me sobran unos kg pero la verdad es que yo opino que me dan ese toque personal. Mi novio, Adam, es el hombre perfecto. Es alto, guapísimo, con los ojos verdes y el pelo rubio. Lo lleva siempre un tanto despeinado y ni corto ni largo. Es de complexión fuerte, pero no está demasiado musculazo. Tiene la piel bastante morena de nacimiento y se lo depila todo, SÍ TODO. Eso es un punto a favor, porque está todo suave, todo terso… nuestra historia es bastante divertida, un día si eso os explicaré como semejante bombón acabó enamorado de una chica tan corriente como yo. De momento puedo deciros que mi vida con él va genial. Somos bastante complementarios y nos llevamos muy bien, lo que más ayuda en nuestro día a día es nuestra vida sexual. Ambos somos bastante alocados y disfrutamos muchísimo de las horas que pasamos juntos. Él me hace sentir la mujer más deseada de la tierra y yo sólo intento compensarle como se merece. Le deseo desde que me levanto hasta que me acuesto y raro es el día en que no acaba pasando algo, supongo que con los años esta fogosidad se irá perdiendo. Pero de momento, ¡la intentamos aprovechar al máximo!

Eran las tres menos cuarto de la tarde. Estaba en la oficina, acabando de guardar el papeleo, lista para fichar y salir corriendo. Mi trabajo me gusta pero cuando quedan quince minutos para cerrar y tienes a un hombre esperando en casa, la verdad es que la oficina te resulta horrorosa. Esa mañana, al levantarme, Adam aún dormía, estaba tan guapo estirado en la cama con el pelo despeinado y sin camiseta… me dieron ganas de comérmelo pero llegaba tarde, así que tuve que dejarlo para luego.

Como soy una mujer impaciente y atrevida, pensé que era momento de darle un poco de juego a ese día, así que a las diez le mandé un mensaje de texto a mi novio. Él en ese momento estaría desayunando tranquilamente, y recé un poco para que no se atragantara al leer mi sms.

"Cariño esta mañana me has dejado la boca seca sólo con verte, no tenía tiempo de jugar así que lo he pospuesto hasta las tres. Espérame en la cama, vendré muerta de ganas. Te deseo muchísimo. Besos." Me puedo imaginar su cara al leerlo, pero no puedo negar que me gusta mucho hacer este tipo de cosas. Al cabo de unos minutos Adam me ha contestado: "Se me va a hacer eterno el tiempo que queda hasta que te vea. Tranquila, siempre estoy preparado para ti. Yo también te deseo amor." He sonreído, como no. La mañana ha sido bastante tranquila, un par de reuniones, acabar un proyecto… y hacia la una Adam ha llamado.

- ¿Qué llevas puesto?

Me he reído. Ni hola, ni nada, al grano directamente. Eso es una de las cosas que más me gusta de mi chico.

- El vestido negro y los zapatos de tacón, ¿por? –Siempre me hago la extrañada, eso lo pone de los nervios-.

- ¿Y debajo?

- ¿Y eso a ti qué te importa?

- Quiero saberlo, necesito empezar a imaginarte, a sentirte… estoy desesperado porque llegues a casa.

- Llegaré cuando llegue, así que tranquilo –hago una pausa perfectamente estudiada y prosigo-. ¿Adam?

- ¿Dime?

- El conjunto negro iba a ponerme, pero al final no lo he elegido, ¿sabes por qué?

- ¿Por qué?

- Sencillamente… -digo haciéndome la interesante- porque no llevar ropa interior me excita más, además… así no tendrás que quitármela.

Cuelgo. Adam estará que se sube por las paredes. No acostumbro a hacerlo, pero a veces me armo de valor y voy a trabajar sin ropa interior, la mayoría de veces uso sujetador, pero dejo mis braguitas en el cajón. Me humedezco pensando en qué sucedería si alguien reparara en ello, pero me siento bien cuando lo hago. Además, Adam se vuelve loco cuando ve que no llevo nada… le excita muchísimo que me atreva a hacerlo, mucho más cuando sé que él va a desvestirme.

Rechazo sus seis llamadas y acabo la faena. Sé lo que estará pensando, pero me gusta hacerle sufrir, disfruto. Además, luego me lo agradecerá. La tarde de hoy va a ser inolvidable, eso seguro.

Las tres. Cojo el bolso, las llaves del coche y el móvil. Bajo al parking, me despido de mi jefe y conduzco hacia casa. Aparco en el garaje y le hago una perdida a Adam, así él sabe que ya he llegado. Al ir a abrir la puerta, se abre sola, allí está él. Como no, desnudo, mirándome fijamente.

- No deberías estar así, vas a coger… -no puedo terminar la frase para variar. Me besa apasionadamente mientras me coge en brazos y me aprieta contra su pecho-.

- ¡Dios, como deseaba que llegaras! Me estaba muriendo sin tenerte aquí…

Me deja en el suelo y me acerca a la pared, mientras empieza a besarme el cuello y a rozar mis pechos por encima de la tela del vestido, estoy tan excitada. Puedo ver como él está completamente duro, terso… se me hace la boca agua sólo de pensar en cómo va a gemir él cuando la tenga en mi boca.

- Me pones malísimo… ¡cómo eres capaz de salir así a la calle! Sin ropa interior, eres una auténtica putita – dice susurrando en mi oído, me pone tanto que me hable así, que me diga eso-.

- Noa cariño, estás empapada, toda mojadita… -dice mientras pasa su dedo por mi humedad, estoy tan caliente que quemo-. Vamos a la cama que no aguanto más.

Volvemos a besarnos mientras él vuelve a cogerme en brazos y vamos hacia la cama, allí nos estiramos el uno sobre el otro mientras nos tocamos y besamos sin control, creo que voy a desfallecer… pero no, tengo algo preparado.

- Adam, ponte boca arriba estirado en la cama.

Él sonríe, tiene curiosidad, pero hace lo que le pido. Entonces con mis pañuelos de seda lo ato a la cama, las dos manos atadas a la cómoda. Si estira mucho puede desatarse, pero el nudo es un poco fuerte. A falta de esposas, buenos son pañuelos.

- ¡Quieres jugar eh!

- Voy a hacer contigo lo que quiera.

- Soy todo tuyo…

Me siento sobre él y recorro su cuello con mi lengua, muerdo su oreja y sigo en su cuello, besándole y mordisqueándole con cuidado, sé que le encanta. Poco a poco voy bajando por su pecho, doy vueltas y acaricio sus pezones, que se endurecen con el roce de mi lengua, está sensible. Bajo mis manos a su pene y lo noto tan duro, está muy excitado, lo masajeo un poco mientras beso sus labios con suavidad, poquito a poco. Entonces me siento sobre él y me restriego contra su miembro erecto, haciendo que note toda mi humedad, pero sin pasarme, muy suave. Aparto mis labios de los suyos y me siento a un lado de él, pasando la punta de las yemas de mis dedos sobre la parte baja de sus abdominales.

- ¿Y ahora qué hacemos Adam? ¿Sabes que voy a hacerte ahora? ¿Lo sabes?

Adam me mira, sabe por dónde voy, pero no dice nada.

- Me muero de ganas de hacer algo Adam –paso mi lengua húmeda por mis labios y agarro con suavidad su pene mirándole a los ojos-, estoy loca por hacerlo. Pero no voy a hacerlo si no me lo pides, quiero que me supliques Adam. Su-plí-ca-me.

- Yo no suplico nunca Noa, lo sabes. Simplemente, cómemela. Te mueres por hacerlo, ¿o me equivoco? Vamos, chúpamela.

Yo lo agarro del pelo y estiro su cabeza hacia arriba.

- No juegues conmigo Adam, soy yo la que lleva las riendas ahora.

- Te sirve, ¿por favor?

Ambos sonreímos… él nunca aceptará ese rollo, pero a mi me pone que no suplique, que sea tan chulo como siempre. Yo me acerco a él y paso mi lengua por la punta, saboreo lentamente. Me encanta. Entonces me la meto un poco en la boca y vuelvo a sacarla, otro poco, la saco otra vez. Mientras tanto, miro sus ojos, me encanta ver cómo me mira cuando se la estoy chupando. Esa cara de deseo no es comparable a nada.

- Joder… sí. Chúpamela más, ¡dios! ¡Más adentro!

A veces le muerdo un poco, pero nunca le hago daño, eso ya no sería un juego. Empiezo a ponerme seria y a chupársela de verdad, con el tiempo he aprendido a abarcarla casi toda entera y casi lo consigo. Me gusta ver sus ojos y esos gemidos, los suspiros, el sudor cayendo por su cuerpo… me encanta. No le falta mucho, lo noto. Empiezo a masajearle los huevos y paro un poco. Paso mi lengua por todo su tronco y después bajo a sus pelotas, las sorbo, las beso… y vuelvo a su pene durísimo que está a punto de explotar, con suavidad pero con ritmo. Adam está por acabar y yo estoy tan mojada que me duele. Así que no paro la intensidad y sigo chupando hasta que noto sus espamos, siento cómo se corre en mi boca, como gime intentando zafarse de las ataduras… me pone tanto verlo así. Trago, no me apasiona hacerlo, pero sé lo mucho a él le excita que lo haga, y él siempre intenta darme todo lo que yo ansío, al menos por una vez me gusta complacerle.

- ¡Dios Noa! Eres… increíble.

No puede hablar bien, lo noto, pero me gusta verle así.

- Ahora te toca a ti.

Sin quitarle las ataduras me acerco a él y me siento sobre su cara, estoy tan mojada que no voy a tardar mucho en correrme, pero esta vez quiero que sea con su boca, su lengua me da tanto placer que nada puede equiparársele.

- Adam, lámeme.

Esta postura siempre me ha dado bastante cosa, pero es cierto que es una de las mejores para recibir sexo oral y Adam disfruta haciéndolo. Estoy tan sensible que a cada lametón siento escalofríos por todo mi cuerpo, no puedo parar de gemir, estoy completamente desinhibida, excitada. Adam lame y sorbe mi botoncito sin descanso, no voy a aguantar mucho más, y él lo sabe, por eso va más rápido, más rápido. ¡Oh Dios mío, no puedo más! Los orgasmos así son increíbles, la lengua de Adam me tiene completamente loca.

- Adam, un día de estos vas a matarme… -digo yo mientras le beso-.

Él continúa excitado así que yo, sin pensármelo dos veces me siento sobre él y voy introduciendo poco a poco su miembro duro en mí, es muy ancho y de una largura normal, pero siento que me llena por completo.

- ¡Sí Noa, así!

- ¡Dios! ¡Vas a matarme del gusto!

Me muevo con agilidad y frenesí, adoro esa postura. Es tener el control cabalgando sobre él, decidiendo cuando entra y cuando sale, la profundidad, el ángulo… y sobre todo verle a él, estirado debajo de mí, atado, mirándome con lujuria mientras suspira. No podría imaginarme una escena mejor.

- ¡Necesito que vayas más rápido, más rápido!

Aumento el ritmo y cuando ambos estamos exhaustos, llegando a nuestro límite, desato los pañuelos y lo invito a que se incorpore. Adam sonríe, utiliza sus manos para agarrar mi cuello y besarme con necesidad, después baja y agarra mis pechos mientras succiona y lame mis pezones, excitándome aún más. Entonces agarra mi cuelo embistiéndome con más fuerza y clavándomela por completo, sin contemplaciones, como si encajáramos. Yo me agarro a su pelo mientras no dejo de gemir, extasiada. Entonces llega lo mejor, Adam baja su mano a mi entrepierna y empieza a acariciarme, utilizando mi propia humedad como lubricante, al mismo ritmo de sus embestidas.

- ¿Te gusta? ¿Te gusta?

- ¡Cómo pares de tocarme ahora te juro que te mato!

No puedo pensar en nada menos en su mano y en como me está partiendo en dos su miembro, es indescriptible. Un placer inimaginable empieza a recorrer mi cuerpo y cuando el éxtasis estalla Adam masajea mi clítoris mientras lame mi pezón derecho, dándome un orgasmo de los de película. Entonces con voz sumisa y siguiéndome el juego, me dice:

- ¿Puedo correrme?

- ¿Dónde quieres correrte?

- ¿Puedo correrme sobre ti, sobre tu piel? –Dice con voz de chico tímido asustado-.

Yo sólo me estiro en la cama ofreciéndome y abriendo mis piernas, masajeándome a mi misma los pezones y lamiéndome los labios. Adam se acerca y se masajea su miembro ante mi cuerpo y me llena de pequeñas gotas blancas el cuerpo y los pechos. Entonces yo me incorporo un poco y llevo con un dedo una de sus gotitas a mi lengua y la saboreo mirándole a los ojos. Entonces me acerco a él y saboreo también las gotas que han quedado en la punta de su miembro, con deleite.

- Muy bien mi niño, has estado muy bien.

Él se ríe mientras se tira sobre mí y me besa, mientras me hace cosquillas. Son nuestros juegos, pero ante todo, le quiero más que a mi vida.

- Gracias –dice apartando el pelo de mi cara y besándome la frente-.

- ¿Por qué?

- Por ser perfecta, por estar aquí, por hacerme feliz.

- ¿Te gustó?

Él me besa como respuesta con pasión y dulzura a la vez.

- Y gracias también por eso… sabes que me pone muchísimo, pero no tenías por qué hacerlo, quiero decir, no estás obligada a…

- Shhh, calla. Lo he hecho porque quería… tu también haces muchas cosas por mí que supongo que no te apasionan, ¿o no?

Él sólo sonríe y vuelve a dar gracias.

- Te quiero.

- Y yo a ti.

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