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Los polvos de Alma

en Hetero: General

*Para conocer a la protagonista recomiendo leer los otros relatos que aparecen en mi perfil relacionados con Alma.

Era enero, hacía mucho frío y llovía. Mi primo me había citado en un bar de cerca de su casa y llegaba casi una hora tarde, él solía ser puntual y me estaba empezando a preocupar. El bar estaba bastante lleno, la mayoría de los presentes eran tíos y todos pensaban absolutamente en lo mismo. Podía leer en sus caras el cartelito de: "Me encanaría follarte". Yo sonreía como si nada y rezaba porque apareciera mi primo en cualquier momento y me sacara de ahí, pero no sucedió. Alex nunca apareció, pero fue una tarde la mar de interesante.

Yo me había pedido un par de cervezas, estaba sentada en uno de los taburetes de la barra y miraba de un lado a otro constantemente. Llevaba mi pelo suelto, una falda de tablas estilo colegiala de color rojo, medias con ligueros, unos botines con tacón, una camisa blanca ajustada y encima un jersey negro, como mis botines. Encima llevaba un buen abrigo negro, mi boina y el bolso. Iba conjuntadísima, como siempre, y para qué mentir, estaba muy provocativa, al fin y al cabo me había vestido así para Alex, y estaba claro para qué había quedado con él. Mientras llamaba a su móvil por vigésima vez noté como un chico se acercaba a mi por detrás, se puso en la barra, al lado mío y paso su mano disimuladamente por mi culo mientras preguntaba al camarero por los servicios. Luego se encaminó hacia ellos y justo al abrir la puerta para entrar, se giró un segundo y me miró a los ojos sonriendo, retándome a seguirle. Al principio no supe qué hacer, la verdad es que por una parte tenía miedo y además estaba esperando a Alex, pero por otra… era una de esas fantasías que crees que nunca se van a cumplir. ¡No podía dejar pasar esa oportunidad! Era un chico guapísimo, alto, fuerte, moreno… ¡Tenía que echar ese polvo, fuese como fuese!

Así que me armé de valor y fui directa a los lavabos, justo antes de entrar en el de chicas, miré a ambos lados y en un segundo en que nadie miraba (o que yo creía que nadie miraba) entré en el de hombres. No había nadie. Entré un poco más y me tope con el cuerpo de aquel chico misterioso justo detrás de mí, besando mi cuello. Me puse a cien, no veía el momento de sentirle dentro de mí.

- Ya pensaba que no venías.

- No tenía muy claro si debía venir o no.

- Te juro que no te vas a arrepentir –dijo mientras me quitaba el jersey-.

- Eso espero –dije mientras me mordía el labio y lo miraba sensualmente a los ojos. Me encanta marear la perdiz antes de comérmela-, no quiero que me hagas perder mi tiempo.

- Tranquila, eso no va a pasar.

Nos besamos, como fieras, mientras nos íbamos desnudando. Quité su jersey y luego su camiseta, tenía un cuerpo escultural, todo depilado, me daban ganas de comérmelo. Luego desabroché su pantalón y subí por sus abdominales hasta su pecho, volviendo a bajar y volviendo a subir, sin tocar nada, haciéndole desesperar. Él entonces abrió mi camisa y me la dejó puesta, bajando simplemente el sujetador para liberar mis pechos, sin quitarlo. Besó y mordisqueó mis pezones tanto como quiso, poniéndome más a tono si eso era posible. Entonces bajo sus manos a mis muslos y fue subiendo, he de decir que le encantó mi manera de vestir. Subió mi falda para ver mis medias de encaje, con ligueros y tanga a juego. Me hizo dar un par de vueltas para verme bien y yo me sentía una diosa, como siempre. Después me acercó a su cuerpo y volvimos a besarnos, una vez y otra, mientras sus manos descendían otra vez hasta mis muslos, apresaban la goma de mi tanga y lo quitaban piernas abajo. En esos momentos toda yo era un volcán en erupción, estaba deseosa, incandescente.

- ¿Normalmente vas vestida así?

- Había quedado para follar –dije yo sin inmutarme mientras le metía la mano en su pantalón, agarrando su polla con la mano y midiendo el grosor-, pero mi acompañante no ha aparecido. Por eso estoy aquí.

- Así que, ¿te has vestido así para un tío?

- Exacto, aunque casi siempre voy así, porque casi siempre acabo follando y me gusta que los hombres me deseen y sean conscientes de lo que tienen delante.

- ¿Te han dicho alguna vez que eres una zorra? –Dijo sonriéndome-.

- Constantemente, para mí es un orgullo.

Entonces sus caricias pasaron de mis senos a mis piernas, subiendo poco a poco, hasta dónde ambos queríamos. Primero fue algo muy superficial, muy suave, pero luego se esforzó un poco más y empezó a acariciarme, me moría del gusto.

- Cariño, estás encharcada… -su risa malévola me gustaba, ése era sin duda de los míos-, tienes el coñito tan húmedo, tan caliente… ¿quieres que te lo coma?

- Ya estás tardando.

Entonces él, dejándome alucinada, me cogió en brazos y me apoyó en la pared, dejando mi coño a la altura de su boca. Me aguantaba con las dos manos a esa altura y con su lengua hacía mis delicias.

- Putita, ábrete el coñito con las manos anda.

No hizo falta decir nada más, dicho y hecho. Sus lengüetazos eran más profundos y buenos, me estaba follando con su boca y tenía que morderme la lengua para no gritar como una desesperada a cada roce nuevo. Me corrí 3 veces antes de que aquel jodido mamonazo me dejara de nuevo en el suelo, fue algo inolvidable.

- Tienes el coño más delicioso que he probado en mi vida preciosidad.

Yo sonreí, estaba claro lo que venía ahora. No sé si el pensaba que le iba a costar mucho convencerme o es que me veía una puta de pega, pero cuando metí mi mano en su calzoncillo y agarré su polla con fuerza y me arrodillé en el suelo, puso cara de sorpresa.

- Ahora voy a comerte la polla –dije mirándole a los ojos-, soy una zorra de las buenas, me encanta chupar pollas y me excita muchísimo hacerlo. No me importa que te agarres a mi cabeza o que me empujes, por mucho que lo intentes ni me voy a ahogar ni nada por el estilo, soy una experta. Ah… y espero que seas de los buenos, porque hasta que no me des mi ración de leche no pienso dejar de chupar, y luego quiero que me ensartes esto en el coño hasta que me corra de nuevo, ¿entendido?

- Más claro el agua, mi amor.

- Perfecto.

Empecé como siempre, lamiendo un poco el glande, luego el tronco. Poco a poco y con delicadeza, con suavidad, ensalivando la zona y preparando el terreno. Mi querido amigo se impacientaba viéndome, pero eso era exactamente lo que quería. Entonces golosamente chupar su glande, luego un poco más y un poco más. Un par de meneos de maestra, metérmela casi toda en la boca, seguir pajeando con la mano y lamer la superficie. Bajar a sus huevos y lamérselos, mientras le miras a los ojos. Poco a poco, tu tienes el poder en esos momentos.

- ¡Joder! Me encanta… no pares, por favor, no pares.

Entonces la metes un poco, tragas, tragas… y ahí está, tengo su pubis en mis labios, toda entera en mi boca. Toda fuera, otra vez dentro… cada vez más rápido, con más maestría, acompañándome de las manos o usando sólo la boca. Cada vez está más excitado, lo veo, y retraso su corrida en tres o cuatro ocasiones apartando mi boca y mi lengua, apaciguando su calentura con mis manos. Pero no voy a ser mala otra vez, ésta vez será de verdad, dejaré que te corras.

- ¡Por Dios! ¡Esto es una mamada y lo demás son tonterías! ¡Pero qué boca!

- Lo sé cariño, lo sé –digo yo sonriendo-.

- Y encima me miras con esa cara de golosa, como si fuera un caramelo… ¡Joder! ¡Eres una zorra!

- A ver mi amor, ahora… -digo apartando mis manos de su rabo, dejándolas en sus piernas, lamiendo la punta de su pene y mirando sus ojos- ahora quiero que me folles la boca, me pone malísima, me encanta que me hagan eso.

- Como quieras…

Pone sus manos en mi cabeza y empieza el ritmo. Vamos, vamos, vamos… al principio, cuando es la primera vez o la segunda que lo haces es duro, incluso horrible, te ahogas, te sientes dominada, como una perra, pero después… a mí es que desde el primer momento siempre supe lo que era, nunca me avergoncé de ser una zorra y siempre me acepté así. A mí me encanta que me follen la boca, me excita mucho más que otras cosas. Y luego que se corran ahí, beberme su leche, sentir sus espasmos…

Todo fue más rápido de lo que habría deseado, pero fue bien. Folló mi boca como el mejor y cuando se corrió lleno mi boca y mi garganta de rica leche calentita que me comí encantada, no dejé escapar ni una gota.

No hizo falta que siguiera comiéndosela, ni tampoco tuve que masturbarle, su preciosa polla no bajó, así que subió mi falda un poco, me apoyó en la pica del lavabo y me la ensartó de una vez. Me ponía muchísimo vernos reflejados en el espejo, me encantaba ver mis tetas rebotando con la intensidad de sus embistes, sus manos en mi cuerpo y su cara, mi cara, el sudor…

- ¡Fóllame más fuerte, más! –Yo quería más, como siempre, nunca estaba satisfecha, nunca eran suficientes orgasmos-.

Entonces él me giró y me subió al lavabo, abrió mis piernas y volvió a follarme, ahora de frente, mientras nos besábamos, notaba como venía mi orgasmo, no me quedaba mucho para explotar otra vez.

- Mírame –le dije mientras bajaba mis manos a mi rajita, la abría y empezaba a masturbarme, a acariciar mi clítoris hasta llegar a un orgasmo increíble que notó en su polla. Lo dejé continuar un poco y luego le pedí que parara.

Me arrodillé de nuevo en el suelo y me comí otra vez su preciosa y gorda polla, entonces él me pidió que si podía correrse sobre mí, a lo que encantada accedí. Se pajeó en mi cara hasta que quedé rociada en semen, tanto por mi rostro como en mi cuello y en mis tetas, tomé con mis dedos esas gotas de mi piel y las saboreé con gusto. Nos besamos apasionadamente y nos vestimos.

- Encantado, me llamo Fran.

- Igualmente, me llamo Alma.

Me dio su número, pero para qué mentir, nunca le llamé. Es muy difícil que repita polvos, tiene que ser alguien muy bueno o muy cercano. No estoy hecha para los sentimientos que crea el sexo en los hombres, todos hablan de rollos sin compromiso, pero casi siempre acaban pillados por ti, y paso.

Lo mejor de la noche, es que Fran sólo fue el primero. Pero claro, eso os lo contaré otro día, que ahora estoy un poco cansada y tengo que dormir. ¡Besos a todos!

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