miprimita.com

Adam cambió completamente mi vida (2)

en Hetero: Primera vez

“Déjame hacerte el amor”. Esas palabras resonaron en mi cabeza mientras las iba asimilando. ¿Hacer el amor? ¿Conmigo? En esos momentos empecé a pensar sinceramente si no era un sueño lo que estaba teniendo y el dolor del pellizco me hizo dar un respingo, cosa que alertó a Adam.

- ¿Estás bien?

- Creo que no, me ha parecido que me decías…

- Que quiero hacerte el amor.

¿Por qué narices había repetido eso? Y con esa sonrisa maravillosa en los labios, ¿por qué? Además, había oído perfectamente, no había dicho: “quiero acostarme contigo” o “quiero follarte” o algo así, ¡había dicho quiero hacerte el amor! ¿Por qué tenía que ser este rubio tan asquerosamente dulce? Tan asquerosamente perfecto… Negarse a follar era fácil, decirle que no quería acostarse con él –aunque sí quisiera hacerlo podía hacerlo-, pero decirle que no iba a permitirle hacerle el amor, después de esa ducha y esos besos… sabía perfectamente que no sería capaz de negarme y cada segundo que pasara era un momento en mi contra, porque poco a poco me estaba derritiendo, lo notaba. Al final no habría pensamientos, ni dudas, ni miedos… sólo diría que sí y me dejaría llevar hasta que él se despidiera y no volviera a verle. En esos momentos sentía una punzada de dolor al pensar en qué pasaría después, ¿cómo sería mi vida después de que Adam desapareciera de ella? Tendría los recuerdos de ese día increíble, pero sabía que me atormentaría pensando en él y en cómo le echaba de menos. Con esa misma sensación me levanté con la toalla puesta y mirándole a través del espejo le dije:

- No me hagas esto Adam, por favor.

- Pero es que te deseo, te deseo muchísimo –dijo acercando su cuerpo al mío y abrazándome-, sólo una vez, te juro que será increíble, te gustará.

- No creo que ese sea precisamente el problema y lo sabes.

- ¿Por qué de repente estás tan seria? ¿Qué pasa?

- Entiendo que para ti sea un polvo, no me he hecho ilusiones de boda ni parafernalias vale, soy inexperta pero no soy idiota. Pero una cosa es ducharme contigo y pasar un buen rato y otra muy distinta es hacer el amor, ¿comprendes? Yo no me acuesto con un chico y adiós muy buenas, no soy así, no concibo el sexo fuera de una pareja estable. Y me puedes llamar todo lo que quieras, pero soy así, no quiero orgasmos y placer con unos y con otros, quiero a alguien que me quiera como soy y que me haga sentir deseada, que me complemente en la cama y que aunque me haga hacer locuras por la noche, me esté abrazando por la mañana cuando me despierte. Tú no puedes ofrecerme eso Adam, no puedes.

- No, hoy no puedo, ahora mismo no, pero puedo darte cariño y placer, puedo cuidarte y hacerte sentir deseada, puedo llevarte al mismísimo cielo si me lo permites. ¿Por qué es tan importante para ti que quien esté contigo sea tu novio? Puede que te pierdas la mejor experiencia sexual de tu vida por meras suposiciones, por miedos, ¿quién te ha dicho que tu y yo no encajamos perfectamente en la cama? ¿Quién te ha dicho que encontrarás a alguien mejor que a mí?

- No dudo que seas bueno en la cama y no dudo que me encantaría, sé que me encantaría, pero ¿y después? Tú te irás a dónde sea que te vayas, y la semana que viene le estarás dando está misma charla a otra, mientras yo estoy mirando por la ventana pensando en qué cama estarás y si recuerdas mi nombre. No soy capaz de entregarme sólo físicamente y no quiero pasarme los próximos meses pensando en ti cuando tú dentro de poco no sabrás ni cómo me llamaba…

Antes de darme cuenta dos lágrimas derramaban por mis mejillas, me sentía tan desolada… en esos momentos alejarme de Adam era como perder media vida y apenas hacía 5 horas que había aparecido en mi vida, me sentía totalmente a su merced.

Era absurdo, ¡si ni siquiera le conocía! ¡Qué mierda estaba haciendo! Parecía Julieta después de encontrar a Romeo, ¡joder! ¿Cómo podía acabar siempre siendo tan patética con los tíos? Sólo iba a ser sexo, tierno, placentero… ¿por qué no? No se me ocurría alguien mejor para hacerlo, y mucho más siendo la primera vez. Bueno siempre que él al saberlo no empezara a correr y no volviera a aparecer en su vida. No obstante, a Adam no parecía sonarle absurdo toda esa parrafada.

- Eh pequeña, Noa, mírame –yo me sequé las lágrimas y lo miré mucho más sería, me giré y me volvió a sentar sobre sus rodillas-, quiero que te quede claro: no eres un polvo, ¿me escuchas? Yo sé que puedo dar esa imagen, que soy un chico atractivo y que tengo mucha fachada, pero en realidad no soy así, no me voy acostando con chicas porque me apetece, ni mucho menos. Tuve mi época rebelde y tampoco cayeron más de 10 en año y pico, así que no me gustan demasiado los líos de faldas. Sinceramente desde que lo dejé con mi novia no he vuelto a tener nada, ni serio ni esporádico. Sé que seguramente no me creerás pero es la verdad.

- No tienes que darme explicaciones Adam, en serio, me he puesto así por cosas mías que no tienen nada que ver contigo. ¡Si somos dos completos desconocidos! No sé yo a que vengo ahora con semejantes tonterías, no me hagas caso…

- Aunque fueran tonterías, me ha hecho un poco feliz que no pensaras por un minuto en mí como un buen partido para tener sexo, que al menos hubiera algo más que atracción física por una vez.

Sonaba tan decepcionado, ¡era yo la que tenía que estar agradecida porque alguien como él quisiera estar conmigo y no al contrario! Es decir, a ver, no es que yo sea un monstruo ni nada por el estilo, pero nunca ha sido demasiado bueno tener sobrepeso y en aquella época yo tenía demasiados kilos de más. Él en cambio, tan increíblemente guapo, divertido, atrevido y tan dulce… ¿quién no daría gracias por vivir su vida con alguien así?

- Adam eres el chico más increíble que he conocido, y ya no por el hecho de que estés… bueno que seas muy guapo y atractivo, si no porque eres muy dulce y cariñoso, y tienes una sonrisa preciosa, y eres un chulo, pero eso no me disgusta de ti, más bien al contrario. Cualquier mujer en el mundo daría gracias porque tú la eligieras, eres el sueño de mi vida.

- Y todo y con eso, no quieres hacer el amor conmigo.

- Adam, por favor, no me lo pongas más difícil… no es que no quiera, de verdad, claro que quiero, ¿cómo no iba a querer? Eres perfecto. Pero yo no puedo, no soy capaz, no voy a ser capaz de seguir adelante como si nada después y no quiero que seas sólo un recuerdo, digamos que yo quiero el lote entero y como no puedo tenerlo, prefiero no probar la muestra.

- Eres una chica muy interesante, tu manera de hablar y tus gestos, el tono de voz, tu madurez pese a tu edad y tu carisma, me quedaría contigo si pudiera.

Había un tono amargo en su voz, algo muy raro en alguien como él. ¿Si pudiera? ¿A qué se refería con eso? Tenía ya un compromiso por ahí, ¿se había negado a volver a tener novia después del último fracaso o es que no consideraba que yo encajara en su vida?

- Me voy en dos semanas a Australia durante un año y medio –dijo a modo de respuesta-.

Sentí como si se hundiera el suelo bajo mis pies, creo que aceptar que él no se quería quedar conmigo era mucho más fácil que oír de sus labios que querría quedarse y quererme, pero que no podía.

- ¿Australia?

- Sí, aunque he trabajado aquí de casi todo, quiero entrar en el mundial de surf y tengo que ir a las pruebas a Australia, luego también iré a entrenar a Sudáfrica. Pero entre unas cosas y otras no creo que vuelva en menos de un año y medio. Lo siento, me hubiera gustado conocerte antes, tengo la sensación de que aunque conozco cada poro de tu piel, me queda muchísimo por descubrir de ti, eres una enorme caja de sorpresas y me gustaría conocerlas todas y cada una de ellas. Me gustaría estar aquí para tus exámenes, irnos de fin de semana a alguna casa perdida en un pueblo pequeño, llevarte a mis sitios preferidos, pasar las Navidades… me gustaría darme la oportunidad de conocerte y saber que si no funciona es porque lo he intentado. Pero así, tan de repente, sé que sólo tengo un día y por eso quiero hacerte el amor. Quiero ese recuerdo, quiero llevarme grabado el olor de tu piel, pero me parece muy egoísta por mi parte, aunque sea lo que más he deseado en los últimos dos años.

Sonó sincero, en ese momento no sabía exactamente sí lo que hacía estaba bien, aunque nuestra historia fue mucho más que una tarde, por suerte. Yo me armé de valor por primera vez en mi vida e hice lo que deseaba hacer, sin pensármelo, sabía que le iba a echar de menos cuando se fuera y que iba a querer tenerlo en mi cama durante muchas noches muchos meses después de aquél día, pero también sabía que si lo dejaba marchar por esa puerta me arrepentiría el resto de mi vida, cada día y cada segundo.

- Quiero hacerlo –le dije mientras empezaba a besarle lo mejor que podía, Adam reaccionó vagamente y separó sus labios con suavidad-.

- ¿Estás segura?

- Creo que que me preguntes eso me dice que no me estoy equivocando, pero debo decirte algo antes de que aceptes.

- ¿Qué pasa?

- Soy virgen.

Recuerdo perfectamente cómo le cambió la cara a Adam justo después de mi confesión, no era sorpresa, ni miedo, ni tampoco felicidad o rabia, sólo me miraba con dulzura y sin pensarlo me abrazó muy tiernamente mientras me acariciaba el cabello.

- Lo siento yo no pensé que tú… quiero decir supuse que eras inexperta pero no hasta este punto, pero, ¿cuantos años tienes? ¿18, 19?

- 19.

- ¿Y eres virgen? Quiero decir, no es que sea tarde ni nada de eso, pero eres preciosa y tan divertida y con ese punto diferente, no me creo que los chicos no…

- He estado algún tiempo enamorada de alguien, pero perdí la confianza en él y aunque le deseaba no fui capaz de entregarme, tenía miedo a salir escaldada, no me sentía lo suficientemente cómoda con esa situación.

- Pero yo soy un completo desconocido…

- Te llamas Adam, tienes, ¿cuántos, 23? –El asintió sonriendo-. Haces arreglos para ganarte un sueldo pero lo que a ti te gusta es el surf, tuviste una novia seria con la que lo dejaste hace dos años y desde entonces no has estado con nadie. Eres guapísimo y besas de maravilla, creo que ya no somos dos completos desconocidos.

- Me apasiona tu facilidad para cambiar de opinión…

- Creo que hablar contigo me ha servido para ver las cosas con otra perspectiva.

- ¿En qué sentido?

- Simplificando, no quería ser un polvo para ti cuando tú ibas a ser el primer chico para mí, no quería tenerte guardado en mi memoria toda mi vida pensando en que tú me ibas a olvidar en cuánto pasaran cuatro más por tu cama y me he dado cuenta de que te había juzgado muy mal, he hecho lo mismo de lo que me quejo constantemente que hacen conmigo y no está bien.

- ¿Y por qué ahora sí?

- Bueno, me agrada pensar que soy lo suficientemente importante como para romper un período de castidad y pureza de dos años –él se puso a reír-, sé que no voy a ser una más para ti Adam y no creo que conozca a alguien mejor que tú para esto. No me da “miedo” exactamente mi primera vez pero siempre he querido que fuera alguien con quien tuviera mucha atracción sexual, aunque dulce y  que se preocupara por mí, ya sabes, por si me doliera y esas cosas, y si pudiera ser con experiencia, qué sepa qué hacer y cómo, porque yo no creo que pueda pensar demasiado.

- Eres tan… única. Te has sonrojado al decirme esto pero has sido completamente sincera y me he sentido tan alegre al oír tus palabras. ¿Sabes lo que me estás regalando? ¿Eres consciente de ello?

- Creo que el mayor regalo me lo llevo yo.

- No sabes lo que dices.

Y aquí se acabó la charla, después de mucho pensar y presuponer y finalmente ser sinceros, Adam y yo nos dejamos de tonterías e hicimos lo que tocaba. Dios sabe que lo deseé con necesidad desde que entró por esa puerta y me miró de arriba abajo con esa sonrisa pícara de chulazo de playa. Y me resistí, me dejé hacer, pensé en las mil posibilidades, me negué, volví a negarme… y al final hice lo que debía y me entregué al primer chico que me hizo sentir la única mujer del mundo, con Adam no había noche ni día, no importaba nada que no fuera su cuerpo.

Ambos estábamos desnudos, tapados sólo por la toalla así que Adam me cogió por la cintura y mientras me hacía cosquillas me llevó a la cama. Nos estiramos en la cama de mis padres, yo bajo él con el pelo aún mojado y el corazón desbocado. Adam me miró un instante y empezamos a besarnos, sentí como la temperatura empezaba a subir poco a poco y cómo mi cuerpo reaccionaba casi sin quererlo a sus caricias. Apretó su muslo derecho contra mis piernas que se abrieron sin darme cuenta a él, como ofreciéndome y sin oponer ningún tipo de resistencia Adam abrió la toalla que me cubría y se acercó más a mí, haciendo que pudiera sentir la piel de su torso contra mis pechos, tenía los brazos apoyados a lado y lado de mi cabeza y suspiraba en mi cuello besándome con tranquilidad y destreza. Sus manos empezaron a deslizarse a lado y lado de mi cuerpo, por encima de mis brazos, poco a poco, llegando a mis caderas, se agarró a mis nalgas mientras yo me agarraba a su espalda y flexionaba casi sin darme cuenta las rodillas, exponiéndome completamente. Sus manos acariciaron la zona interior de mis muslos y sin detenerse en la zona más caliente de mi cuerpo subieron a darle cariño a mis pechos, sus caricias me excitaban más de lo normal, más de lo que habría querido, había empezado a respirar con dificultad casi des del momento en que me había estirado bajo su cuerpo, creo que el conocimiento de saber lo que iba a pasar acabó por ponerme más nerviosa de lo normal. Sus besos me relajaron mientras yo me abrazaba a él, acariciando su espalda y su pelo, me sentía muy cómoda entre sus brazos. Entonces él volvió a mi cuello, lamió a conciencia algunas partes, arrancando algunos suspiros largos y bajó a mis pechos. Jamás nadie me había hecho eso, tocarme sí, pero besarme y lamerme el pecho y de esa manera, parecía deleitarse con el mejor manjar del mundo, esa cara de placer y de felicidad, me iba a matar. Entonces bajó su mano derecha hacia mi vientre, con mucha tranquilidad, desesperándome, y cuando me acarició me estremecí hasta tal punto que gemí de verdad, como nunca antes lo había hecho y me sonrojé mientras evadía su mirada. Pero él no necesitaba mirarme a los ojos, dejó mis pechos libres y mientras seguía acariciándome susurró en mi oído:

- Me encanta como gimes, sería estupendo si te dejaras llevar…

Si todavía no estaba del todo excitada, aquello acabó por calentarme. Esa voz tan masculina y con ese tono susurrando en mi oído, él me hacía sentir deseada, poderosa, notaba su erección un mi pelvis, contra mi piel, acerqué mi mano pero Adam la rechazó.

- Ahora no es el momento.

- Quiero hacerlo –dije casi sin pensar, él me miró a los ojos mientras apartaba sus manos de mi cuerpo y me acarició las mejillas con ternura- enséñame.

- Pero si ya antes…

- No, eso no… quiero aprender a… -costaba más decirlo que pensarlo, esperaba que hacerlo no costara tanto- hacersexooral.

- ¿Qué?

- A hacer… sexo oral –roja era poco, no quería que Adam se riera de mí-.

Adam me besó quitando tensión en el aire y abrazándome rodó sobre la cama, quedando yo sobre él. Yo me puse a su lado, en lugar de sobre su cuerpo, dejando así una distancia que me permitía recuperar el aliento y la capacidad de pensar. Entonces sonrió y me dijo:

- ¿Qué quieres aprender?

- Bueno, no me refería exactamente a que me dieras una clase ni nada de eso. Me gusta el porno sabes, ya sé que las chicas “decentes” no lo ven y mucho menos lo reconocen, pero yo soy así. Veo porno, escribo relatos eróticos, me masturbo… -él me miraba sonriendo la mar de contento-, ¿qué? ¡Me estoy sincerando contigo!

- No, no… si es que cada cosa que conozco de ti me hace desearte más, no he conocido nunca a alguien como tú.

- Obviamente, soy única en mi especie –estaba feliz-. Bueno, quiero decir que creo que más o menos sé la teoría, pero quiero que me digas si te gusta o no, y si lo hago bien, al menos guíame un poco, no creo que sea fantástico pero al menos miente si lo hago fatal, así al menos no me deprimiré.

Adam se puso a reír y la verdad es que a mí también me entró la risa. Seguíamos besándonos y haciéndonos carantoñas, así que yo me armé de valor y bajé mi mano para acariciarla suavemente. Noté su suspiro en el mismo momento en que pasé mis dedos por el tronco, despacio, creo que eso le gustaba. Entonces la agarré sin miedo con la mano derecha y hice un par de movimientos arriba y abajo, luego acaricié un poco el glande y volví a las caricias del principio. Adam me miraba fijamente sin perder detalle, a veces soltaba algún pequeño suspiro, pero se notaba que controlaba mucho la situación. Me puse de rodillas entre sus piernas y miré por primera vez con verdadero interés su miembro. Realmente me parecía interesante, estaba muy duro pero era flexible y tenía un tamaño más que considerable. Comparado con mi consolador, no creo que entrara con tanta facilidad. Me sonreí preguntándome qué hacía pensando en esas cosas y me concentré. Primero lamí muy superficialmente la punta, casi sin rozarla y observé su mirada, noté un fulgor en sus ojos y un poco de tensión en sus abdominales. Entonces pasé mi mano izquierda por sus abdominales, como calmándole y entonces sorbí como si de un polo se tratara todo el glande, Adam reaccionó, me gustaba aquello. Entonces pasé a lamer el tronco de arriba abajo poco a poco y acompañándome del movimiento de mi mano.

- ¿Qué tal?

- Bien –dijo sonriendo- quizá si fueras un poco más rápido…

- Se intentará…

Estaba muy nerviosa, pero quería hacerlo, así que me puse a ello. Empecé a metérmela en la boca y no conseguía ni abarcar la mitad. Sabía que con práctica conseguiría mucho más, pero no tenía tiempo así que quise forzar demasiado y me vino una arcada. No dio tiempo a decir nada, ya estaba sentado Adam a mi lado abrazándome.

- ¿Se puede saber qué haces? Noa es tu primera vez, no hagas locuras…

-.Sólo quería ver si podía abarcar un poco más… he aprendido vale, estírate.

- No, mejor estírate y seguimos…

- Adam, es MI primera vez y quiero hacerlo, así que déjame intentarlo, no puedo darme por vencida sólo por un fallo –dije un poco enfadada, entonces noté su preocupación, así que aflojé y le di un beso- tendré cuidado, ¿vale? Por favor.

- Está bien…

Adam volvió a estirarse y yo no volví a hacer el idiota. Lamí un poco la base y el glande y la introduje de nuevo en mi boca, poco a poco, y empecé a coger un poco de ritmo. Creo que lo hice bastante bien porque Adam bajó la cabeza y tensó los músculos de su abdomen, podía notar su excitación, era genial. Aumenté un poco el ritmo y conseguí que suspirara mucho más fuerte, cosa que provocó una mirada de placer y odio a la vez que me encantó. Yo le estaba provocando ese placer y me sentía más que feliz. Seguimos un poco más pero Adam no quiso acabar, así que me separé de él y me dejé apresar por sus brazos, me encantaba estar bajo su peso, como encerrada entre sus brazos.

- Bueno, ahora me toca a mí…

Descendió besando mi cuerpo muy poco a poco y bajó desde mi ombligo directamente a mis rodillas, sorteando exactamente lo que yo más deseaba y temía a la vez que rozara con sus labios. Subió lamiéndome el interior de los muslos haciéndome estremecer y cuando por fin llegó a mi humedad creí desfallecer. Yo ya estaba completamente excitada y sus caricias habían sido increíbles, pero no se podían comparar con sus besos y su lengua. ¡Dios era lo más increíble que había sentido nunca! Nada podía compararse a eso, y seguramente nadie podría hacerme sentir como Adam, era él, además del placer, era con él. No recuerdo cuánto tiempo estuvo exactamente lamiéndome, pero se me hizo eterno y la vez ínfimo, era como una tortura que no quieres dejar de sufrir nunca. Conseguí un orgasmo increíble y en medio de la sensación abrumadora, Adam me cogió entre sus brazos y besándome, me penetró con suma delicadeza. Noté su miedo y me relajé como nunca lo había hecho, me sentía muy segura con él y funcionó. Entre la sensación placentera del orgasmo, sus caricias, sus cuidados y el momento, sólo sentí como si algo se acoplara paulatinamente a mí, encajando perfectamente. No recuerdo dolor alguno, recuerdo que sentí que me llenaba por completo y como una sensación extraña recorriendo mi cuerpo que me puso la piel de gallina. Adam estaba tenso y me acariciaba el brazo, yo abrí los ojos y lo miré con una sonrisa.

- ¿Estás bien?

- Perfectamente.

- Sí te duele dímelo, por favor, no me mientas…

- Adam, ahora mismo me siento absolutamente en la gloria, como si por primera vez estuviera completa, así que haz el favor de hacerme el amor como si no hubiera mañana y bésame otra vez, por favor…

Esas palabras me salieron del alma y me sentí mejor aún cuando noté que él también lo disfrutaba, no quería echarlo a perder porque estuviera preocupado. Mi dios griego empezó con un ritmo no demasiado rápido, pero intenso, notaba sus embestidas hasta el fondo de mi ser y sus respiraciones en mi cuello, ¡Dios cómo me gustaba esto! Entonces empezó con un ritmo más rápido y yo sentía las oleadas de placer, yo siempre había tenido orgasmos a partir del clítoris así que no sabía que pudiera sentir ese tipo de placer, me recorría de arriba abajo y la cara de Adam sólo me calentaba más. Entonces paró un poco y noté su cansancio, así que le dije que si quería probar otra postura. Él sonrió y me dijo al oído:

- Ponte encima…

- ¿Yo? Es que me da un poco de vergüenza…

- Por favor, me muero de ganas… -dijo mientras se mordía el labio-.

Era un fiasco estar con un hombre tan asquerosamente irresistible, él sabía que yo no me iba a negar después de eso. Así que sin saber exactamente qué hacer, ahí estaba yo, sentada sobre él, expuesta y desnuda mientras él me recorría con una mirada caliente y lujuriosa mientras me agarraba las nalgas. Yo me froté contra su pene como hacían en las películas y poco a poco volví a meterlo dentro de mí. La verdad es que se notaba muy diferente, es como si lo notara más adentro, más grande, además yo tenía toda la facilidad para elegir el ritmo. Primero hice un pequeño vaivén que pareció gustarle a Adam y después empecé a botar sobre él, era cómico, pero ninguno se reía, estábamos demasiado absortos en nuestros cuerpos y las sensaciones que nos provocábamos para ver si la situación era cómica. No tardamos demasiado, al poco tiempo Adam se sentó y agradecí tener su cuerpo más cerca, me gustaba notar su piel contra la mía, y sobretodo agradecía sus besos y sus caricias en mi espalda. Mordió mi cuello mientras acariciaba sin previo aviso mi clítoris, provocando mi segundo orgasmo, cosa que acabó provocando el suyo. Me abracé a él, sentada, intentando respirar mientras sentía como mis músculos se contraían y mi corazón se aceleraba hasta su punto máximo, entonces empecé a recuperar la noción de las cosas y nos estiramos medio abrazados en la cama. Entonces reparé en algo muy importante que no había pensando ni una sola vez desde que el buenorro entró en mi casa:

- ¿Te has hecho alguna vez las pruebas de las ETS? Quiero decir, con el sexo oral se pueden transmitir las enfermedades y ahora… por favor, dime que te has puesto un preservativo, ¡Madre mía! ¡Cómo he podido ser tan descuidada! ¡Soy yo la que se puede quedar embarazada! ¿Se puede saber en qué estabas pensando?

Sé que rompí toda el aura romántica y placentera, pero eso también era importante y había sido una completa idiota al no reparar en ello.

- Shh, Noa, tranquila. Cuando empecé a salir con mi novia me hice la prueba y no tenía nada, ella era virgen, como tú y desde que lo dejé con ella no he tenido ninguna otra relación, te aseguro que no tengo nada. Y si te preocupa el preservativo, aún está en su sitio por si quieres comprobar que no se ha roto.

Sí, estaba aún en dónde debía estar, así que él me enseñó que no hubiera ningún poro y sin dejarme hablar nos metimos de nuevo en la ducha y dejamos caer el agua para quitar más que nada el sudor y refrescarnos un poco. Me sentí muy tranquila y feliz cuando lo miré, mientras nos duchábamos, estaba segura de que había hecho lo que debía.

Miré el reloj, ¡eran más de las cuatro! Así que no me lo pensé y fui a la cocina. Empecé a sacar algunas cosas y me asomé por el pasillo mientras don guaperas se paseaba por mi casa con una toalla bajo el ombligo y otra pequeña secándose el pelo, ¡Dios tenía que ser un pecado ser así!

- Adam, ¿te gusta cualquier cosa? Es que son las cuatro, he pensado que igual no te importaba quedarte a comer conmigo, aunque bueno igual tienes planes o algo, creo que nos hemos ido un poco por las ramas…

Pero él se acercó por detrás, como oliendo mi pelo y me abrazó.

- Nada me haría más feliz que comer contigo, ¿qué me vas a preparar?

- No sé, ¿qué te apetece comer? Te advierto que soy la mejor cocinera no profesional que puedes conocer en muchos kilómetros a la redonda.

- Realmente eres increíble. Pues… ¿qué te parece algo de pasta? La comida italiana es mi preferida y es algo rápido de hacer.

- ¿Te gustan las cosas picantes?

- Sabes que sí…

- ¡No en ese sentido! Me refiero a…

- Sí, no me importa que pique un poco la comida.

- Entonces sé que te voy a preparar, te vas a enamorar de mí cuando pruebes este plato, te advierto que no querrás irte después de comértelo.

Hubo una pausa un poco incómoda entre nosotros y Adam me dio la vuelta con suavidad mirándome a los ojos, estaba más serio y suspiró con un aire triste.

- Te aseguro que en este momento lo que menos me apetece en el mundo es irme, no quiero separarme de ti Noa, eres la chica más increíble que he conocido.

- Adam –dije yo acercándome a él y sonriendo, tenía decidido que me iba a tirar a la piscina aunque ni siquiera sabía si tenía agua, el corazón me decía que él era algo más que el chico con el que hice el amor por primera vez-. Sabes, un año y medio tampoco es mucho tiempo, además, igual puedes sacar tiempo y venirte no sé, quince días desde Sudáfrica, quizás, si te apeteciera. Yo siempre estoy por aquí, no me importaría prepararte un plato de pasta dentro de seis meses…

Aquello fue increíble, quizá una coincidencia, ayuda divina, no sé, Adam era todo cuanto yo podía desear y no quería perderle. Esa tarde se fue dándome un beso apasionado y lo siguiente que supe de él fue una carta que llegó un mes después, cuatro folios de sentimientos encontrados que me hicieron ver la vida de otra manera.

******************************************************

- ¿Otra vez estás leyendo tu diario Noa?

- Me gusta recordar qué sentí cuando nos conocimos, cómo fue…

- Recuerdas perfectamente cómo fue.

- Pero me gustan los detalles.

- ¿Algún día me dejarás leer ese diario?

- Te prometo, Adam, que algún día te dejaré leerlo… pero no será hoy. Por cierto, me gusta más tu pelo así, un poco más largo de cómo lo tenías cuando te conocí… ya han pasado 3 años?

- Sí, parece mentira ¿no? Si me hubieran dicho aquella mañana que iba a conocer a la mujer de mi vida en esa casa, me hubiera puesto a reír como un condenado. Aunque en cuanto abriste esa puerta ya supe qué eras especial…

- Obviamente, cualquier persona que llevara un pijama como el mío tiene que ser especial, las chicas de 19 años llevan tirantitas y pantalones enanos sugerentes, sólo yo soy capaz de ir con un pijama en tonos fucsias extremadamente largo y ancho.

- Da igual, lo único que importaba era lo que había y sigue habiendo debajo… ya sabes que me pones malísimo…

- Adam…

Nuestra historia está en modo presente continuo, sólo que me parece más interesante contaros poco a poco cómo llegamos a esto. =) Un saludo!

Mas de neus

Me llamaste princesa

Adam y Noa - (13) No es oro todo lo que reluce

El futbol y el amor (6)

Jodido guitarrista 4

Jodido guitarrista 3

Jodido guitarrista 2

Jodido guitarrista

Conociendo a mi nuevo hermano (9)

El futbol y el amor (5)

El futbol y el amor (4)

El futbol y el amor (3)

El futbol y el amor

El futbol y el amor (2)

Conociendo a mi nuevo hermano (8)

Adam y Noa - Primera vez (2)

Adam y Noa - Primera vez

Alma conoce a Sergio

Conociendo a mi nuevo hermano (7)

Alma y Sergio - Evolución sexual

Conociendo a mi nuevo hermano (6)

Conociendo a mi nuevo hermano (5)

Conociendo a mi nuevo hermano (4)

Adam y Noa (12) - Ninfomanía

Conociendo a mi nuevo hermano (3)

Conociendo a mi nuevo hermano (2)

Adam y Noa (11) - Eres una fierecilla

Conociendo a mi nuevo hermano

Adam y Noa (10) Reencuentro tras los exámenes

Alma y Sergio V - Polvo en el baño

Adam y Noa (9) Atada a mí

Adam y Noa (8) - Confesiones y fantasías

Adam y Noa - Su fin de semana

Adam y Noa (6) - El jacuzzi

Alma y Sergio (4)

Alma y Sergio (3)

El reencuentro de Noa y Adam

Alma y Sergio (2)

Alma y Alex - Alma y su primera gran fiesta (5)

Alma y Sergio

Adam, ¿sí o no?

Noa y sus experiencias sexuales

Adam y sus días sin Noa

Noa conoce a Alex

Demasiados días sin Adam

Adam cambió completamente mi vida

Adam y Noa

Los polvos de Alma

Él y sus dedos

Alma y su primera gran fiesta (4)

No dejes de mirarme 4

No dejes de mirarme 3

No dejes de mirarme 2

No dejes de mirarme 1

Alma y su primera gran fiesta (3)

Alma y su primera gran fiesta (2)

Alma y su primera gran fiesta (1)

Los principios de Alma

Alma y Noa