miprimita.com

Conociendo a mi nuevo hermano (7)

en Amor filial

Nuestra relación estaba afianzada. Las cosas iban bien, habíamos tenido baches y momentos muy malos, habíamos ido a despedir a su hermano al cementerio, habíamos hablado con su madre y Fran había cerrado un capítulo de su vida que realmente le hacía daño. Poco a poco las cosas iban tomando otro rumbo y ahora quedaba por dar el siguiente paso: hacerlo público. Fran tenía verdadero pavor a contárselo a mi madre y no estaba muy seguro de querer decirlo a amigos y familiares, pero yo necesitaba contarlo. No podía seguir mintiendo a mi madre, escondiéndome, teniéndolo a escasos centímetros y sin poder tocarlo… Lo nuestro era algo natural, humano, y no le hacíamos daño a nadie.

- Isa no lo veo claro…

- Fran, es mi madre. No puedo seguir mintiéndole. Cada vez que le pongo excusas y me voy por la tangente cuando me pregunta sobre “mi novio” me siento fatal… ella se da cuenta de mi felicidad, y de mis sonrisas, y quiero que sepa que es por ti, que realmente te quiero.

- ¿Y si no lo entiende?

- Tendrá que hacerlo. Al fin y al cabo es culpa suya que esto haya pasado, fue ella la que te trajo aquí en contra de mi voluntad.

- ¿Acaso tú no querías? –Dijo él mirándome con sonrisa irónica-.

- Al principio no. Siempre había querido un hermano, pero un hermano pequeño al que cuidar, como un bebé rubio monísimo al que hacerle de medio madre, ¿sabes? Y bueno, no me fiaba de un chico de la calle de mi edad. Además, cuando llegaste eras gilipollas, en serio, eras insoportable…

- No nos lo pusimos fácil.

- ¿Qué pretendías?

- La verdad es que quería molestarte, me parecías la típica sabelotodo creída que va por la vida de perdonavidas –yo lo miré alucinada-. Luego vi que en verdad eres un corderito bonachón y que tras esa coraza de rabia lo que había era interés y deseo.

- Deseo… aún recuerdo cómo se desbocó mi corazón la primera vez que me besaste.

- Era divertido jugar contigo, eras una inocente rabiosa que pedía a gritos mi cuerpo a la vez que odiabas sentir esas cosas.

- Era muy difícil para mí aceptar todo aquello…

- Pero me deseabas.

- Claro que lo hacía, ¡cómo podía no hacerlo! Eras algo así como todo lo que siempre había deseado. Guapo, atractivo, atrevido, sexy… despertabas en mí todos mis instintos más bajos.

- Debería haberte tomado la misma noche que llegué... –dijo él sonriendo maliciosamente-.

- Te habría odiado. Aunque yo también quería, en esos momentos no habría sido capaz de comprender y aceptar lo que pasaba, necesitaba tiempo.

Nos besamos, como tantas otras veces y nos quedamos mirándonos a los ojos, sin decir nada. Habría que pensarlo bien, porque aunque creía que mi madre lo aceptaría, no podíamos soltárselo como si nada, a la ligera. Debía hacerlo yo y con calma, todo bien pensado. Salvo que en momentos como ese yo no era capaz de pensar en nada más que en desnudarlo por completo y atarlo a mi cama tanto rato como fuera posible.

- Ya estamos otra vez… Isa contrólate por favor –dijo él haciéndose el ofendido-.

- No puedo, cuando te tengo así de cerca no puedo… además, hace ya casi dos días que no me tocas y te echo de menos en mi cama…

- ¿Eres consciente de lo que provocas con esas palabras? –dijo él removiéndose en el sofá.

- Supongo que te hago sentir una décima parte de lo que siento yo…

- ¿Una décima parte? Podría decirse que soy fuego en esencia ahora mismo…

- ¿Fuego? No creo que pases de llamita en comparación conmigo…

- A veces eres odiosa… aunque en este caso creo que voy a tomarme el comentario en el buen sentido. Con tus palabras no haces más que alabar mi destreza y mis atenciones.

- Es lo que intentaba…

Empezamos a arder en nuestro sofá, en medio del comedor, como tantas otras veces y tan inconscientes estábamos, en nuestro propio placer, que no oímos la puerta. Recuerdo la cara irónica de mi madre al vernos y cómo sermoneó un poco a Fran por estar “con una chica” en el sofá de casa.

- ¿Dónde está Isa? Supongo que ha huido con el novio para no ver esto…

Yo me quedé congelada, de espaldas a ella. No me había reconocido, pero si se movía apenas un par de pasos sabría lo que estábamos haciendo, no había marcha atrás. No era la mejor manera de contárselo, pero habíamos sido presos de nuestra propia dejadez.

- Perdona, yo…

- No pasa nada Fran, yo también fui joven, ¿sabes? Y también hacía algunas cosas que… -ella se acercó para hablar más tranquilamente con Fran y me vio-. ¿Isa?

El silencio fue desgarrador. Mi madre puso una cara de sorpresa, miedo, rabia y incoherencia, todo en uno, y también por partes. Yo no sabía cómo mirarla a los ojos y Fran estaba nervioso, podía oír los latidos de su corazón, tan acelerados como cuando estábamos juntos.

- Mamá yo…

- Isabel, dime ahora mismo que está pasando aquí.

Me vinieron a la cabeza mil excusas. “Fran quería demostrarme que sabe besar mejor que mi novio mamá, pero no pienses cosas raras que sólo es una broma entre hermanos” o “Es que el burro este me estaba tocando las narices con una broma que hicimos el otro día a Marta diciéndole que salíamos” o mil cosas más, pero no iba a servir de nada y antes o después tendría que contarle toda la verdad.

- La verdad es que…

- No, Fran, déjalo. Esto es cosa mía.

Me senté en la silla, enfrente de mi madre. Ella miraba al mantel, como medio ida, y yo respiré hondo mientras cerraba los ojos y buscaba fuerzas.

- No me voy a ir por las ramas mamá, no más mentiras ni vaivenes. Le quiero. Esto no es una chiquillada, ni tampoco una equivocación o algo malo, sencillamente pasó. La vida nos hizo encontrarnos, compartimos muchas cosas, y nos enamoramos. Y soy feliz mamá, nunca había sido tan feliz. Tú misma lo dijiste. Sólo espero que con el tiempo puedas entenderlo y que bueno, de una manera u otra, nos apoyes.

Miré a Fran y me fui con él, diciéndole con la cabeza que nos fuéramos a su cuarto.

- Mamá, te quiero mucho, muchísimo. No veas mal dónde no lo hay. Sólo es amor… por favor, compréndelo.

Nos metimos en su cuarto y durante un buen rato estuvimos sentados en su cama. Yo apoyada en su hombro y sin decirnos nada. Me sentía bien, pero a la vez inquieta, medio destrozada, tenía mucho miedo de lo que mi madre podría decir y… me daba pánico no tener su aprobación. Podía aceptar la burla y el rechazo de todos, menos de ella. Además pensaba en lo mal que lo estaba pasando Fran, aunque no decía nada podía sentir como se sentía culpable por todo lo que sucedía y por haber “faltado a la confianza que le había dado mi madre”.

- Fran… -él me miró a los ojos como medio ido-, recuerda que te quiero.

- Lo sé –dijo sonriendo, y besando mi frente-. Yo también te quiero.

Estuvimos allí, hablando de cosas sin sentido, un buen rato. Finalmente mi madre apareció en la puerta, picando casi sin ganas. Fran abrió y los tres nos miramos. Mi madre se sentó a mi lado, con la cara aún blanca, pero mucho más tranquila.

- No me lo esperaba.

- Mamá yo…

- No, espera, déjame hablar por favor. No es que esté enfadada o contenta, simplemente es que no me lo esperaba. No estoy preparada para esto, pero, en parte, lo entiendo. La primera vez que vi a Fran pensé… es lo que Isa querría. Pensé que una versión madura de Fran, dentro de unos años, sería tu compañero ideal y por eso lo traje aquí, porque creí que como hermano sería un buen apoyo para tus inseguridades y miedos. No me di cuenta de que ya no eres una niña y que él, es un hombre. No pensé que cuando lo mirabas no veías en él al hijo que podía ver yo, ni a un hermano, sino que veías un hombre, con atractivo, con virtudes…

- Él es todo lo que yo podría desear –dije mientras me sonrojaba-.

- No puedo negar que nunca te había visto tan feliz Isabel. Te brillan los ojos, sonríes, estás segura de ti misma, tienes sueños, vitalidad… si todo esto lo has conseguido por estar con él, realmente es bueno para ti, y me alegro. Pero tenéis que ser realistas… puede que esta relación sea para toda la vida y todo vaya bien, que los años os hagan más fuertes y os mantengan unidos y forméis una familia, cosa que me alegrará mucho. Pero puedo que le vida os depare otras cosas y si la relación no funciona, puede ser muy negativo para ambos. Debéis plantearos hasta que punto pensáis que esto tiene futuro y hasta dónde creéis que este amor es real, que esto es más que un capricho o un deseo juvenil. Podéis haceros mucho daño si no pensáis antes de lanzaros a la piscina.

- Isabel es lo mejor que me ha pasado en mi vida. Ella es la pieza que hace que todo mi mundo gire, hasta que la encontré siempre estaba perdido y sentía que el mundo no guardaba un lugar para mí, ahora sé que mi sitio está con ella. Sé que soy un crío y que eso son sólo palabras, pero de verdad me gustaría pasar el resto de mi vida con ella. Esto no es un juego para mí, es lo más real que he tenido nunca.

Mi madre estaba preocupada. Se le caían un par de lágrimas y nos miraba sin saber muy bien qué decir, pero no estaba enfadada, ni confusa. Sólo tenía miedo, miedo a que nos hiciéramos daño, a que este camino no fuera el adecuado para ambos.

- Fran, he aprendido a quererte como un hijo. Eres un chico especial y te mereces ser feliz, y si Isa te hace feliz yo jamás me interpondré entre vosotros, podéis contar conmigo para lo que queráis. No sois hermanos y no sería justo imponeros unas reglas que poco tienen que ver con vuestra historia, pero quiero que seáis conscientes del camino que elegís. No todo el mundo será tan comprensivo, y no todos los baches serán fáciles. La vida en pareja es difícil y tenéis que estar seguros de vuestra relación.

- Supongo que la vida dirá… sólo sé que estar con él me hace feliz. Que no me imagino levantarme a la mañana sin verle, sin tenerle cerca. Le busco cuando estoy contenta, y mucho más cuando he tenido un mal día. Y cuando discutimos, aún teniendo ganas de tirarle una silla, siento que mi vida no sería nada si no estuviera ahí.

- Estás muy enamorada… espero que él te corresponda.

- Completamente, Isa es lo que más quiero.

- Pues entonces no queda mucho más por decir… ahora necesitaré que me concedáis un par de días para asimilarlo, y por favor, no os pediré que no hagáis lo que obviamente ya hacéis en esta casa, pero seguid escondiéndoos de mí. Preferiría no volver a encontraros de esa guisa en el sofá… aunque bueno, podéis besaros en mi presencia si queréis, o cogeros de la mano o cosas así… al fin y al cabo si tu novio fuera otro no te prohibiría hacerlo.

- Gracias mamá…

- Gracias por sinceraros… supongo que no habrá sido fácil.

- Queríamos contártelo, pensábamos en cómo hacerlo y cuándo, pero… tenía miedo.

- Lo imagino… no te preocupes Isa, está todo bien. Fran, cuídamela mucho.

- Te lo prometo.

*

La tranquilidad que sentí en mi corazón al ver que mi madre comprendía lo que sentía no tenía palabras, no había frase o expresión que pudiera explicar lo feliz que me sentí cuando ella aceptó que Fran era el hombre al que quería. Por fin esconderse se había acabado. Contarlo en el instituto no fue tan fácil como en casa, aunque tampoco nos importó demasiado.

- Así que al final te has tirado a tu hermanito eh…

- ¡Marta!

- Folla de maravilla… aunque bueno, tú debes saberlo mejor que yo. Por dios… vaya pibón e has quedado, ¡qué suerte chica!

Marta siempre con su humor característico se alegró mucho por ambos, y me pidió perdón mil veces por haberse acostado con mi hermano. Yo ni siquiera lo tenía ya en cuenta, y me sentí feliz de poder ser sincera con mis amigas. Aida por su parte, se quedó un poco a cuadros, pero se alegró a su manera de que estuviera con alguien que realmente me hacía feliz.

- Si tú estás bien, por mí no hay problema. Eso sí, espero que no te sea infiel porque te juro que lo persigo hasta el fin del mundo y lo capo, ¿entendido?

Aquellas conversaciones realmente valían la pena. Víctor no se lo tomó tan alegremente, y tuvimos que contener a Fran para que no le pegara una buena hostia cuando a la hora del recreo el chulito de turno se vanaglorió de no haberse acostado con una “putita como yo”, porque como sería de zorra si me follaba a mi hermano. Yo se la tenía guardada, así que hice lo que se debe hacer para joder a un gilipollas como él. Aproveché la última hora para ir a secretaría, dónde Vïctor ayudaba con los papeles de profesorado, y le dije un par de cosas.

- Hola Víctor.

Él no me saludó, miró mis ojos y desvió pronto la mirada.

- He venido a decirte un par de cosas.

- No me interesa.

- ¿Sabes? Tú en la cama eras bastante bueno… a veces me pregunto qué habría pasado si no te hubiera detenido –con eso conseguí atraer su atención-. Pero ahora, la verdad es que no me importa mucho. Fran es jodidamente bueno en la cama, no te imaginas lo mucho que me hace gritar cuando me toca, y me encanta hacerlo. El otro día, incluso, estrenamos la ducha de mi casa y no sabes lo mucho que me puso hacerlo ahí. –Podía notar el odio y el deseo que crecía en Víctor al oír mis palabras, así que lo fulminé-. Siendo sincera, debo decir que dejas mucho que desear amor, y bueno… también es cierto que Fran, la tiene mucho más grande –ahí ya, Víctor casi dejó de respirar-. Lo siento pequeño, otra vez será. Chao.

Sabía que le había dado a Víctor en el lugar que más le dolía y que no tardaría mucho en venir tras de mí, por eso me cubrí las espaldas con la profesora de Química, diciéndole que bajara a la sala de profesores que Víctor me había comentado que necesitaba su firma para unos papeles. El guaperas corría furioso hacía mí, gritando barbaridades, cuando Sonia Reales bajaba las escaleras justo a tiempo para ver como Víctor intentaba agredirme mientras yo alucinada, la miraba a ella.

- ¡PERO SE PUEDE SABER QUÉ NARICES HACE! ¡HAGA EL FAVOR DE SOLTARLA!

Entre unas cosas y otras, llegó el conserje y también salió el director de su despacho. La bronca monumental que le cayó, además de la expulsión por intento de agresión –unido a mil palabras malsonantes que soltó de mí- fue una victoria, pero lo mejor fue ver su cara y saber que siempre se acordaría de mis palabras. Puede que fuera un putita que se follaba a su hermano, pero no consentía que nadie y menos él me tratara con desprecio por ello.

- ¿Se puede saber qué has hecho?

-¿Fran?! –Me abracé a él mientras respiraba tranquila-. ¿Qué pasa?

- Me han dicho que han expulsado a Víctor porque ha estado a punto de pegarte.

- Fui a comentarle un par de cosas y lo desquicié… en verdad se lo merece, es un cerdo.

- No quiero saber qué le has dicho.

- Pues fácil, he puesto su hombría al nivel del betún. Los hombres sois muy fáciles.

- Eres retorcida y cruel –dijo él con ironía, sonriente-.

- Soy una mujer, y no aguanto que me humillen por placer.

- Eres increíble… ¿vamos a casa?

- ¿Vas a hacerme el amor si vamos a casa?

- Puede… ¿por?

- Porque no me importa dónde vayamos, sólo quiero que me toques… -dije mientras le mordía la oreja y me pegaba un poco a él-.

- En qué buen momento dejé suelta a esta fiera... por dios… A ver, ¿qué te parece si nos vamos unos días a Vilafranca?

- ¿A casa de mis abuelos?

- Allí estaremos solos y ahora tenemos fiesta casi 11 días con lo de los días para “estudiar” y eso… ¿qué te parece?

- Habrá que convencer a mi madre y comprar cajas de condones, pero bien.

- Esa frase creo que voy a guardarla en mi mente para siempre.

- ¿Por qué te extraña tanto que diga cosas así? Soy previsora…

- Es que me mata que pienses antes en tener condones de sobra, que en comida, agua o ropa… de verdad que me dejas sin palabras.

- Me gusta que uses tu lengua para otras cosas –le dije yo al oído-.

- La madre que te parió…

*

Al final nos fuimos, y pasamos los primeros 10 días realmente serios en pareja. Solos, en una casa un poco grande, con mil cosas por hacer y todo el tiempo del mundo para nosotros. Fue la primera vez que sentí que éramos una pareja, una pareja normal, no un par de hermanos escondidos del mundo que se deseaba en secreto. Sólo un par de jovencitos veinteañeros que comenzaba en el mundo del amor.

- ¿Te ha costado mucho convencer a tu madre?

- No, me ha dado las llaves del coche y me ha dicho que fuéramos maduros.

- ¿Y nada más?

Yo me sonrojé y miré hacia otro lado.

- ¿Qué te ha dicho?

- Pues me ha dado una pequeña charla sobre preservativos, lubricantes y algunas cosas más. Y bueno… me ha regalado esto –y le mostré a Fran una bolsita-.

- ¿Y qué hay dentro?

- Míralo tú mismo.

Fran me agarró del brazo, se sentó en uno de los sofás, dejándome a mí sobre sus piernas y fue sacando uno a uno los objetos de la bolsa. Un antifaz negro. Un juego de cartas sobre preguntas y pruebas “sexuales”. Un par de cajas de preservativos, una de sabores y otra con relieves. Lubricante de piña y coco, y de frutas del bosque. Y un bote de lubricante O, hecho para mejorar el orgasmo femenino.

- Sabes, tu madre es una maravilla. La adoro.

- Lo que quieras, pero me quería morir cuando me ha dado esto…

- ¿Por qué? Es de agradecer “que nos cuide” de esta manera.

- ¡Fran! ¡Es mi madre! Tengo confianza con ella y no voy a mentirle en este aspecto, pero de ahí a que me regale este tipo de cosas… no sé, ha sido raro, sinceramente.

Nos miramos a los ojos y él parecía la mar de contento, supongo que por los regalos –que seguro ya estaba cavilando que uso darles- y por la vergüenza de la situación, cosa que siempre le encantaba.

- ¿Qué prefieres probar primero?

- Pues no sé… la verdad es que mi madre ha escogido cosas que nunca habíamos probado. Lo del antifaz tiene que ser genial… aunque no sé si prefiero ponérmelo o ponértelo. El juego de cartas puede estar bien para conocer tu larga vida sexual, porque de la mía poco hay que decir. Los preservativos de sabores no sé… como me gusten mucho puede que te llegue a hacer daño, y si saben a plástico me darán arcadas –ambos nos pusimos a reír-. En cuanto a los lubricantes, si están ricos puede ser divertido jugar con ellos.

- ¿Y lo del O?

- Es un estimulante femenino para mejorar el orgasmo. He oído maravillas de él pero no lo he probado nunca, aunque estuve a punto de comprármelo.

- No creo que tengas mucha queja de tus orgasmos.

- No tengo queja, pero siempre se puede mejorar.

- Isa y sus siempre perfectas respuestas.

- ¿A ti qué te apetece más?

- Yo soy de combinar, ya me conoces. Creo que sería fantástico estirarte en la cama, desnudarte tranquilamente mientras nos vamos preguntando cosas –una pregunta, una prenda- y luego ponerte el precioso antifaz y lamer tu piel con sabor a frutos del bosque. Si no estás del todo satisfecha, siempre puedo ponerte un poco de O para que consigas más placer.

- ¿Y probar uno de esos con relieves?

- Te ha llamado la atención…

- Pues sí, nunca había visto nada así y puede tener su gracia. Aunque bueno, tenemos 10 noches para probarlo todo, así que tampoco hay que juntarlo todo de una vez que sino después nos quedaremos sin ideas.

- Número 1: yo nunca me quedo sin ideas. Número 2: no tenemos diez noches, tenemos 10 días de 24 horas. Y número 3: hay combinaciones como para agotar 3 meses.

CONTINUARÁ.

En principio utilizaré 10 relatos, uno para cada día, dónde contaré aquellos cabos que han quedado sin atar –los inicios de Fran y algunos de sus miedos; gustos de cada uno, diferencias de pareja, motivos personales… y será el final de la serie. Espero que os haya gustado.

Mas de neus

Me llamaste princesa

Adam y Noa - (13) No es oro todo lo que reluce

El futbol y el amor (6)

Jodido guitarrista 4

Jodido guitarrista 3

Jodido guitarrista 2

Jodido guitarrista

Conociendo a mi nuevo hermano (9)

El futbol y el amor (5)

El futbol y el amor (4)

El futbol y el amor (3)

El futbol y el amor

El futbol y el amor (2)

Conociendo a mi nuevo hermano (8)

Adam y Noa - Primera vez (2)

Adam y Noa - Primera vez

Alma conoce a Sergio

Alma y Sergio - Evolución sexual

Conociendo a mi nuevo hermano (6)

Conociendo a mi nuevo hermano (5)

Conociendo a mi nuevo hermano (4)

Adam y Noa (12) - Ninfomanía

Conociendo a mi nuevo hermano (3)

Conociendo a mi nuevo hermano (2)

Adam y Noa (11) - Eres una fierecilla

Conociendo a mi nuevo hermano

Adam y Noa (10) Reencuentro tras los exámenes

Alma y Sergio V - Polvo en el baño

Adam y Noa (9) Atada a mí

Adam y Noa (8) - Confesiones y fantasías

Adam y Noa - Su fin de semana

Adam y Noa (6) - El jacuzzi

Alma y Sergio (4)

Alma y Sergio (3)

El reencuentro de Noa y Adam

Alma y Sergio (2)

Alma y Alex - Alma y su primera gran fiesta (5)

Alma y Sergio

Adam, ¿sí o no?

Noa y sus experiencias sexuales

Adam y sus días sin Noa

Noa conoce a Alex

Demasiados días sin Adam

Adam cambió completamente mi vida (2)

Adam cambió completamente mi vida

Adam y Noa

Los polvos de Alma

Él y sus dedos

Alma y su primera gran fiesta (4)

No dejes de mirarme 4

No dejes de mirarme 3

No dejes de mirarme 2

No dejes de mirarme 1

Alma y su primera gran fiesta (3)

Alma y su primera gran fiesta (2)

Alma y su primera gran fiesta (1)

Los principios de Alma

Alma y Noa