miprimita.com

Me llamaste princesa

en Erotismo y Amor

En una de mis películas preferidas, ‘Nunca me han besado’ de Drew Barrymore la protagonista es periodista –“como yo”- y al final de la película dice estas sabias palabras: “Para escribir bien hay que escribir sobre lo que uno conoce”. Bien, la verdad es que hasta ahora no me ha ido mal con suposiciones y deseos, pero… este relato no es sobre eso, es sobre mí.

Lo que yo conozco es que tengo 21 años y se me podría describir en una palabra como… compleja. En algunas cosas gracias a dios soy bastante más simple que la mayoría de chicas, no me gusta nada el doble juego femenino y todo eso, soy como soy y ya está. A ver, es verdad que tengo muchos caras y que puedo resultar “sorprendente”, incluso para según quién.. ‘refrescante’, pero en general soy bastante previsible. Eso sí, no me muestro tal cual soy con cualquiera, me cuesta bastante abrirme con las personas porque he tenido ciertos momentos duros en mi vida que me hacen desconfiar y ser un poco reticente ante las relaciones, en especial con los chicos.

Para empezar, creo que debería decir que me llamo Neus, tengo 21 años y soy… como soy. No soy normal, en ningún sentido, y en cuanto a físico me gusta decir que soy curvilínea. No soy una belleza despampanante ni un bomboncito, pero creo que tengo mi puntillo. Tengo el pelo largo, bastante liso, castaño claro con reflejos cobrizos naturales; tengo ciertos rasgos inocentes –un poco de cara de niña dicen-; los ojos bastante grandes de color miel, con la parte de fuera del iris tirando a verdosa, con largas y negras pastañas; nariz pequeñita; labios gruesos y unas mejillas que tienen cierta facilidad a sonrojarse. Mido 1.60, una “personalidad” ciertamente grande –una 115 copa E para ser exactos-, vientre bastante plano, caderas anchas, piel suave… no sé, soy tipo ‘Las tres Gracias’ de Rubens. Supongo que para muchos, el tipo de chicas que pasan por delante de ti y ni las ves, pero gracias a dios mi personalidad suele ser bastante efectiva en estos mundos del ligoteo… me considero simpática, graciosa y, cuando quiero, directa y atrevida. Aunque a decir verdad, casi nunca salgo a ligar, no tengo la seguridad suficiente y tampoco tengo la necesidad de hacerlo, no es que me encante estar soltera pero… necesito algo más que un físico, una mirada o una sonrisa para tirarme a la piscina, y tampoco he encontrado a nadie por quien valiera la pena el esfuerzo.

Me enamoré con 13 añitos, era una niña y no tenía ni idea de la vida, pero… le quería, o al menos eso pensaba. A escondidas y entre susurros, él me hacía sentir especial, importante, deseada… por primera vez me sentía femenina, importante, y me creía cada palabra que me decía, porque necesitaba creerlas. Él no fue lo que yo merecía ni necesitaba, cada golpe, cada humillación, cada mentira, cada chica con la que estaba… dolía, y mucho, pero era incapaz de dejar de quererle, porque en el fondo de mi alma llegué a pensar que no podía aspirar a nada mejor y que tenía que estar agradecida de que él me quisiera, del modo que fuese. ¿Cómo se llega a una conclusión tan nociva y autodestructiva de uno mismo? Cuando tienes un maltratador psicológico por padre. Cuando tu figura masculina más importante se pasa los días repitiéndote ‘que no vales nada’, ‘nadie te quiere’, ‘te vas a quedar sola’ ‘si por mi fuera jamás habría tenido algo como tú, no te mereces ni el aire que respiras’ y te hiere tan profundo que terminas por creerlo, porque… ¿si te lo dice tu padre, porque no va a ser verdad? ¿Si él te abandona, si él no te quiere… porque iba a quererte un chico, por qué iba a quedarse?

Duro, difícil… sí, pero es mi historia, es parte de mí, de mi modo de ver y de madurar. Han sido años de peleas, de lágrimas, de dolor, de momentos en que nada parecía tener sentido y dolía tanto que pensaba ¿de verdad vale la pena seguir viviendo? Pero, aquí estoy. Después de todo, crecí, maduré, aprendí… y pese a las heridas y el dolor, sigo aquí, luchando por ser feliz, por tener una vida plena, alegre y definida que me ayude a curar heridas, que me dé razones para seguir adelante, para sentirme orgullosa de mí misma.

Una de las cosas que sí que me enseñó mi “ex” fue el deseo. Yo fui muy ‘retrógrada’ durante muchos años, era absurda y todo me daba miedo, me daba asco y me parecía… horrible. Mi madre se reía diciéndome que ya cambiaría, y yo ponía cara de desaprobación segura de mi misma. ¡Qué difíciles se ven las cosas cuando estás apoyada en un escritorio, con las manos del chico al que quieres sujetándote y sus labios recorriendo con suavidad tu cuello, suspirando contra tu piel, susurrándote al oído que se muere por besarte…! En esos momentos, no quieres parar, no quieres que termine, nada te parece suficiente, la ropa molesta, el calor asfixia, el corazón se desboca… Cambié, maduré y aprendí muchas cosas. Estuve 6 años prendada del mismo chico, y con 16 cumplidos se lo dije ‘estoy preparada, quiero hacerlo’ aún recuerdo su media sonrisa y esos ojos brillantes que me deshacían por dentro. Quería, en verdad una parte de mí lo deseaba, pero… tenía tanto miedo, que me hacía replantearme la situación. Una vocecita en mi cabeza me repetía que no debía ser así, que para eso tenía que sentirme segura, cuidada, querida, que el ‘amor’ no bastaba, y por unas cosas y otras, finalmente fue que no. Tampoco tuvimos muchas ocasiones y ni él ni yo insistimos, cada vez que él estaba con otra yo me rompía en pedazos, no podía soportarlo… ¿por qué? ¿Por qué si me tenía a mí y me quería cómo decía, se acostaba con otras? ¿Por qué conmigo no? Me sentía insuficiente, incapaz, insegura… así que al final, rompí la relación y terminé por lo sano. Me costó horrores, pero… fue lo mejor. Sin confianza y después de tantas cosas, no iba a funcionar, así que… no me arrepiento de mi decisión.

A raíz de eso, con casi 19 años virgen, después de una vida difícil y mil inseguridades, no quería tirarme al vacío con nadie. Para mí el sexo siempre había sido algo importante, quizá demasiado importante. No necesitaba que fuera dulce y suave siempre, no pedía el misionero por el resto de mi vida, en verdad… no creía que pudiera soportar tal simpleza en la cama, pero sí necesitaba a alguien a quien querer. Mi filosofía era clara: un hombre al que querer, un hombre en el que confiar, que me respetara, que me cuidara, que me quisiera… y que sintiera ese deseo incandescente por mí, que sintiera que tenía suficiente conmigo, que me hiciera arder cada vez que tocaba mi piel y que no se cansara de mis caricias, nunca. Quería alguien con quien hacer el amor de mil modos diferentes, alguien con quien estar horas haciendo el amor suave y despacio en una cama, acostados, tranquilos… pero también capaz de tomarme de improviso en una pared, rápido, seco, duro, caliente… intenso y desesperado. Quería alguien que aceptara mi inocencia, mis temores, mi ingenuidad, que fuera capaz de relajarme y hacerme sentir única entre sus brazos. Pero también necesitaba a alguien que quisiera jugar conmigo y hacer mil locuras, en mil sitios, de mil modos… dejarme ser traviesa sin que eso fuera algo malo, sin quererme menos por ello, ni más, sólo… siendo nosotros. Quería un chico que me abrazara con dulzura susurrándome ‘amor, necesito acariciarte la piel, necesito besarte todo el cuerpo, sentirte, tenerte, toda para mí, tus besos, tus miradas, tus suspiros… déjame hacerte el amor, déjame quererte toda la noche, déjame despertar contigo, entre mis brazos’. Pero también quería a alguien pícaro, alguien que me sonriera mordiéndose el labio y me besara con necesidad, alguien que me prendiera fuego con una mirada y fuera capaz de susurrarme ‘mmm pequeña, quiero esa boca alrededor de mi polla, llevo toda la noche mirando esos labios y me tienes al borde, sé buena… y chúpamela cariño’.

¿Y por qué ese cúmulo de contrarios? Porque yo también soy así. Necesito algo como yo, alguien lo suficientemente dulce como para entender la importancia de un beso suave y derretirse por ello, pero también entender la necesidad primaria de terminar follando sobre la mesa con rudeza y fuerza, porque ya no puedo más, porque lo necesito. Pero todo eso… tenía que ser con él, sólo con uno. Mujer de un solo hombre.

Pese a todo… tengo deseos bajos, fantasías primarias y no del todo… decentes. El porno era un pasatiempo más o menos habitual en mi vida, pero me cansaba tanto… gracias a dios conseguí encontrar algunos actores que realmente me gustaban, pero aún así era demasiado… demasiado impersonal. Y así, llegué a darme cuenta lo que las palabras me provocaban. Me di cuenta que leyendo relatos me excitaba, que me gustaba, sobre todo en los que abundaban las sensaciones, los diálogos… me gustaba oírlos, imaginar que me decían eso, imaginar que era yo… y a raíz de ahí, pasé de leer a escribir, y de escribir en Word a meterme en chats para relatar con desconocidos. Era fácil. Los hombres en general son simples, y debido a la facilidad que tengo a la hora de escribir… se me daba bien, me gustaba sentirme deseada, me encantaba terminar y que ellos me dijeran ¿estarás mañana? ¿Me das tu msn? Incluso… cuando me pedían matrimonio o me decían ‘si eres la mitad de buena en la vida real de lo que eres escribiendo, quédate conmigo por favor’. Me reía en mi casa, satisfecha con esa faceta de mí misma, pensando en que sentirían esos chicos si supieran que esa ‘bomba’ que acababan de conocer era una completa virgen inexperta y con muchísimos miedos. Pero… era sólo sexo, no había nada más que eso y aunque me “servía” no me hacía feliz, y a veces me provocaba un sentimiento de culpabilidad por atreverme a ser así, por hacer cosas que no debía, y me martirizaba mucho con eso… ¿pero realmente estaba haciendo algo malo? Supongo que no, pero eso no me hacía sentir mejor, simplemente una parte de mí era consciente que necesitaba más que eso, que cedía a eso porque relatar por internet tenía la parte buena pero me evitaba la parte mala. Teniendo esos encuentros puntuales sin conocer, sin hablar, interpretando mi papel, ganaba mi parte, me sentía deseada y adiós. No había dolor, no había miedo, no había posibilidad de salir herida, ni tampoco de confundir sentimientos ni de querer más de lo que ofrecía nadie. Eso me permitía tener una “sexualidad” más viva, porque estaba completamente segura de que no iba a salir a ligar y a acostarme con el primero que pasase, simplemente porque… no podía, esa no era yo.

Y después de eso, cuando estaba sentada en mi cuarto escuchando música o hablando con mis amigas, me vencían los miedos. Encontrar una pareja que fuera capaz de entenderme no sería fácil, en ningún sentido, pero me daba mucho miedo abrirme a alguien, ser yo misma, tanto la parte inocente como la parte traviesa y que él aprovechara la segunda para degradarme, para humillarme, que se olvidara de mi necesidad de cariño, del amor, de la ternura… y terminara confundiendo mi interés por jugar, con tratarme como a una zorra. Eso me mataba. Más de una vez en los chats, me habían dicho que era una ‘buena putita’, que mi naturaleza demandaba marcha, un hombre dominante, que era una zorra incansable… yo que sé, mil cosas, cosas que no me importaban porque eran dichas por gente que no me conocía, tras haber compartido palabras con un personaje que yo misma creaba. Pero… ¿y si al darle ese poder a mi novio sobre mí, al decirle puedes hacerlo, podemos jugar… él tomaba demasiado? ¿Y si terminaba por usarme como una muñeca? ¿Y si el posible principito terminaba siendo el mismo demonio? Era pánico, pánico a que alguien pudiera romperme completamente, aprovechando mis debilidades, deseos y miedos más profundos.

Y así, empezó el verano de mis 21 años. Siendo una chica compleja y con miedos, pidiendo en cada hoja de mi diario durante días ‘amor ven a mí’… y llegó, completamente diferente a lo que yo me pensaba y de un modo tan inesperado que rompió toda lógica, pero llegó.

El amor, ese que te hace sonreír como una idiota, que te oprime el pecho cuando respiras, que te hace llorar, que te hace suspirar, que te cambia la vida… ese tipo de amor llegó de la mano de un toledano de ojos verdes que conocí en el mismo chat en el que me metía a ‘jugar’ de vez en cuando. Sergio, uno de los nombres que más me ha gustado desde que nací, ese era su nombre. ¿Sinceramente? No recuerdo cómo empezamos a hablar, no sé porqué le contesté, ni por qué me alegré cuando me dijo que si estaría al día siguiente, lo único que puedo decir es que lo conocí en Junio y que fue todo tan rápido, tan especial, tan único.

Empezamos hablando de nosotros, siendo sinceros pero sin ningún tema concreto. Recuerdo que nos picábamos y nos reíamos mucho los primeros días, había una complicidad diferente a cualquier otra que antes hubiera experimentado, y ni siquiera sabía cómo era físicamente. Me gustaba su modo de hablar, de contestarme, de hacerme sonreír… fácil, fresco, sincero. Durante 1 semana no hablamos porque él tenía que estudiar, y sinceramente pensé que se iba o que se cambiaba de Nick para no hablar más conmigo. 7 días más tarde volvió a conectarse diciendo una de sus primeras respuestas perfectas: ‘te he echado mucho de menos’. ¿A mí? Jamás habíamos relatado y las únicas opciones para que él quisiera seguir hablándome, era que le gustaba mi modo de hablar, de ser… Maldita sea, eso sonaba bien, demasiado bien. Recuerdo que desde muy al principio yo le enseñé quién era, mi cuerpo y mi cara, 4 fotos, claras… en mi blog. Cuando le pasé el link, se desconectó de repente, y ahí… pensé, ya está, sé que no soy un bellezón pero podrías haber tenido la decencia de no irte por eso. Y voilà, ahí estaba 2 minutos después quejándose de su router y diciéndome que era preciosa. ¿Preciosa yo? No sólo fue esa vez, sino que pasó a llamarme preciosa desde entonces. No tenía ningún problema en repetirlo muchas veces, cada noche, a cada oportunidad… ¿preciosa? ¿Realmente pensaba que era preciosa? Hubiera querido mirarme con esos ojos, porque estaba claro que veían en mi más de lo que yo era capaz de ver. Unos pocos días después, fui yo la que se desconectó debido a la visita de mis primos, y cuando por fin pude volver a hablarle… le había echado tanto de menos. Parecía que los días no significaban lo mismo si por la noche no me pasaba tres horas contándole cosas y riéndome con él. Volvieron a surgir las palabras mágicas ‘te he echado tanto de menos, no podía dejar de pensar en ti’. ¿De verdad? ¿Me costaba creerlo? Sí. ¿Quería creerle? Definitivamente.

Cuando por fin aceptó enviarme su foto, estuve dudando. Una parte de mí creía realmente que Sergio no quería “mostrarse” porque no era en realidad quién decía ser y tenía miedo, miedo porque yo quería que él fuera real, quería que fuera sincero y no tener otro golpe más. Cuando recibí sus fotos, en un mail conciso, me sorprendí. Me sorprendí porque su mensaje me llegó al alma, escrito como pidiendo perdón por no ser como yo esperaba… ¿por no ser qué? Maldita sea, ¿cómo iba a pedir yo algo mejor en cuanto a físico? Alto, atlético, bronceadito, pelo corto castaño, ojos verdes… decir que estaba para comérselo era poco, aunque también era verdad que no era para nada el tipo de chico en el que yo solía fijarme.

¿Por qué él, entonces? Porque Sergio era exactamente todo lo que yo había deseado, dejando aparte el físico. Que era guapo y estaba bueno, sí, que eso ayudaba a la atracción física y despertaba bajos instintos, también… pero, ¿de qué me iba a servir a mí un cuerpo como el de Sergio si no tenía su interior? Yo no me conectaba cada noche para hablar con un guaperas de ojos verdes con sonrisa de seductor. Yo me conectaba cada noche para sonreírle a alguien dulce, gracioso y jodidamente perfecto que conseguía que yo volviera a creer en los cuentos y en las historias con final feliz. Él curaba mis heridas de un modo que no pensé que existiera, con dulzura, con tranquilidad, con respuestas graciosas y comentarios perfectos; con Sergio era sentirte la completa reina de la pista y él el jodido afortunado que me había conquistado. Me sentía como si yo fuera el premio, única, especial… y eso era absolutamente nuevo para mí, a la par que me daba mucho miedo. Era consciente de mi corazón y sabía que día a día, el seguir hablando con alguien como él y su carácter sólo tenía un fin posible: enamorarme perdidamente. No era una decisión, simplemente… sucedería. Lo notaba cada día, cuando como una idiota esperaba a que llegaran las 10 para poder hablar con él, cuando cada maldita cosa de mi vida me recordaba a él, cuando todo lo que me ocurría quería contárselo, cuando… nada era suficiente si él no estaba en la ecuación. Eso me aterraba. Quererle iba a ser… difícil, porque abrir de nuevo mi corazón a una persona significaba darle al mismo tiempo el poder para destrozarme, y llevaba demasiados golpes ya a mis espaldas como para soportar otro. Lo que más miedo me daba era que después de días y más días, lo que yo empezaba a sentir era cada vez más fuerte, y si él no me correspondía me iba a romper. Con Sergio no era sólo amor, no era sólo un amor de verano creado a partir de risas y palabras bonitas, con él era… todo. Era sentirme completa cuando hablaba con él, era sentir que me entendía pese a todo, que me aguantaba con todo lo bueno y todo lo que malo, que me cuidaba, que me hacía sonreír, que se preocupaba por mí… Sergio era el príncipe de cuento que llevaba buscando 21 años y que no pensé que encontraría, Sergio era un pocas palabras el chico perfecto para mí aunque ni por asomo me lo mereciera. Esa sensación era la peor… porque a un amor de verano, una atracción, una conexión intelectual, la olvidas y pasas página; pero esa sensación de necesidad de tenerle en mi vida, de gritarle lo que sentía, de imaginarme con él, de querer hacerle feliz… ese miedo atroz a pensar, si le pierdo, quizá no sienta esto por nadie más, nunca. ¿Y si era mi medio limón? Ese aderezo perfecto para mi vida compleja, loca y absurda que siempre había querido. Maldita sea, era igual que Adam –el hombre de mis sueños- pero él era real, él era de verdad, sus frases, gustos y sonrisas eran reales, no eran un personaje creado por mí conforme a lo que yo quería… Sergio era, mi Adam hecho realidad, y por encima de todo yo quería ser su Noa, aunque fuera difícil y duro conseguirlo.

Con el paso de los días llegamos a un punto en que… los sentimientos se desbordaron, y nos encontramos a las 3 de la mañana diciéndonos lo que sentíamos, tal para cual, como dos enamorados atemorizados porque el otro sintiera lo mismo. Me sentía una jodida afortunada porque él me viera con esos ojos, como si yo realmente fuera algo especial, un tesoro. Esa noche me dormí flotando, pensando que mi sueño había sido escuchado y que por fin, iba a tener la oportunidad de vivir mi historia de amor, que por fin alguien iba a escogerme a mí por encima de todo, que alguien me querría de verdad…

Pero Neus, los sueños son sueños y deberías saber a estas alturas que la vida no es color de rosa y en cuanto a ti respecta, cariño, te ha tocado aguantar golpes y aprender a ser fuerte. Dos días me duró el subidón, no llegó a 48 horas. Sergio rasgó mi cuento de hadas con tal facilidad que creí que era una broma de mal gusto. Los primeros días estaba enfadada, justificando mil cosas y auto convenciéndome de que él no valía la pena, que había jugado conmigo y que no me merecía… cuando fueron pasando las horas y volvimos a hablar, me desmoroné. Me sentía rota, una vez más insuficiente… sólo podía pensar, ‘dejé que me llamaras princesa porque absolutamente eres mi príncipe de cuento de hadas, quería ese final feliz contigo… pero me lo has quitado todo, nunca deberías haber usado ese nombre’. Sergio había puesto en duda todo lo que sentía, lo que anhelaba, lo que necesitaba… y me di cuenta de mi propia fragilidad y volubilidad, de cómo siempre había sido. Pese a los golpes de la vida seguía siendo una niña insegura que a la primera de cambio corría a su cuarto a llorar, incapaz de afrontar más dolor, incapaz de volver a confiar una vez más, a sabiendas que eso sólo traía de nuevo: sufrimiento.

Hablar fue un buen revulsivo. Por primera vez en mucho tiempo me di cuenta de que Sergio no me había hecho daño queriendo, o eso quise creer. Entendí de algún modo por qué lo había dicho y una parte de mi respiró hondo, tranquila. Las cosas empezaron a tomar forma conforme fuimos hablando de lo que sucedía, conforme éramos más sinceros el uno con el otro, como nunca lo habíamos sido con otra persona. Me fui dando cuenta que pese a todo… ya era muy absurdo negar lo evidente: le quería. Y no como un capricho, un enamoramiento o una atracción, no, sencillamente le quería. Y cuando llegó finalmente el miércoles en que Sergio dijo las palabras mágicas ‘me voy a Canadá’, sentí que alguien rompía mi mundo en pedazos, como si nada importara. De todo aquello que había sentido en dos meses, cada palabra, cada sonrisa, cada beso que no le di pero que había querido darle… todo, no significaba nada, no servía ni valía para nada. Después de tantos miedos, dolor, frustración y mil cosas más, abrir tu alma a alguien y quererle, entregarle tu corazón en bandeja de plata y… sentir que era insuficiente, era demasiado. Me iba a pasar la vida siendo insuficiente, intentando burlar un destino que parecía tener ojeriza conmigo, las cosas nunca me iban bien, y con Sergio no iba a ser la excepción. No estaba enfadada con él, porque entendía porque se iba y entendía que peleara por su sueño y por su futuro, estaba enfadada con la vida, estaba enfadada con el maldito destino que me ponía la miel en los labios, pero que al probarla era el mismo veneno de siempre. No me arrepentía de haberle conocido, ni de enamorarme, ni de ni una sola palabra de las que le había dicho… pero odiaba a quién fuera que hubiera elegido ese destino para nosotros, odiaba tener que sufrir otra vez, sentirme otra vez rota por dentro, sentir que mi vida seguía sin tener sentido, que cada maldita vez que quería algo lo suficiente la vida me lo quitaba… no era justo.

No era justo que pese a que nuestra historia había sido… mágica, no tuviéramos la oportunidad de intentarlo. Sergio era exactamente la pieza que me hacía sentir completa, encajaba con él de un modo que no pensé que existiera, en el modo de ver la vida, de entender el amor, las relaciones, la amistad, la familia… bendita sea, si hasta era el amante de mis sueños, incluso en el sexo era más de lo que yo podía desear aunque no me hubiera tocado nunca. Podía imaginarme como se sentirían sus manos en mi piel, y estaba completamente segura de que ese iba a ser el roce más perfecto que jamás había sentido, no porque él fuera perfecto en sí… sino porque era él, y porque era conmigo. Sergio no era perfecto en esencia, del mismo modo en que tampoco yo lo era, lo que nos hacía “perfectos” el uno para el otro era nuestras similitudes, nuestros defectos y todas esas cosas en las que nos sentíamos contrarios, pero que nos parecían complementarias. No era perfecto de por sí, era perfecto por cómo era conmigo, por cómo me sentía estando con él. Esa especie de conexión que ni siquiera había soñado, ese modo de conocerle tan rápido pero tan eficaz, las sonrisas, los emails tontos que significaban un mundo… todo eso, me hacía feliz de un modo que nada lograba, pero también me aterraba. ¿Y si Sergio era para mí, y si la vida me estaba dando la oportunidad de tener todo lo que yo deseaba… y la perdía? ¿Qué pasaba si después de 50 años, yo no volvía a sentir lo que sentía por él…? Maldita sea, yo no iba a ser capaz de contentarme con un amor mediocre, con algo parecido a… no, yo lo necesitaba todo, absolutamente todo… y por alguna extraña razón que se escapaba a mi entendimiento, sentía que Sergio podía darme ese todo. Y eso me mataba. Hubiera sido tan fácil que fuéramos diferentes en algo importante, que hubiera una discusión que nos demostrara que no éramos tan perfectos, que nos hiciera ver ese punto dónde no congeniábamos y a raíz de ahí partir una base para olvidar, para pasar página, para buscar otro “compañero”… pero no, con Sergio no había una sola palabra que fuera dicha a destiempo, no había nada en él que yo quisiera cambiar, porque lo que no eran virtudes… me lo acababan pareciendo, porque era él. Me era tan fácil imaginarme a su lado, me hacía sonreír el hecho de pensar en despertarme con él, en contarle mis fantasías más absurdas, en compartir recuerdos, enseñarle fotos, darle un espacio en mi mundo y sentirme absolutamente feliz de pertenecer al suyo. Y por alguna extraña razón, el parecía sentir lo mismo, de algún modo él sentía que yo era perfecta para él, completa, graciosa, divertida, intensa, traviesa… y preciosa. Me gustaba mirarme de vez en cuando con sus ojos, porque vista a través de ellos yo era mejor, mejor en todos los sentidos, y sobre todo… era especial, como nunca antes lo había sido.

Tras el batacazo de saber que se terminaba y que teníamos los días contados, sin la oportunidad ni siquiera de intentarlo… sentí la necesidad de callar más que nunca lo que sentía. En primer lugar porque una parte de mí tenía pánico a que él no sintiera lo mismo, y en segundo lugar porque me parecía cruel decirle lo que sentía, si tenía que irse. Pero… supongo que siempre hemos sido tal para cual, y en esto no iba a ser menos. Se calló una frase diciendo que no debía decirla, y de ahí a otra, y a otra hasta que lo dijo… ‘te quiero’. No podría explicar con palabras lo que sentí al leer esas 8 letras, sólo puedo decir que se me llenaron los ojos de lágrimas y me dolió el alma, quemándome, feliz por ser correspondida, pero devastada porque ese amor no era suficiente. Le dije que también le quería, y se lo repetí cada día, cada día él me lo decía y yo le contestaba. No me hubiera cansado nunca de leer que me quería, que me quería muchísimo, que me quería como a nadie antes, que me quería tanto… porque sentía cada palabra, y porque también le quería, le quería como hay que querer a alguien, le quería con mi alma y con mi corazón, le quería tanto que dolía, y le quería por encima de mi propia felicidad, ansiando por encima de todo que él estuviera bien. ¿Masoquista? ¿Absurdo? Seguramente, nunca fui una persona racional, ni tampoco lógica o normal, pero… yo no sé querer a medias, y con Sergio era aún más difícil. No enamorarse de alguien como él me resultaba inconcebible, y no desear que fuera feliz, era aún más difícil, aún si yo me tuviera que destrozar y pasarme meses hundida, llorando destrozada… era secundario, porque no iba a privar a Sergio de algo que para él era importante, no iba a pedirle que me eligiera, porque no me lo merecía y sobre todo, porque él tampoco se merecía eso.

Pedirle que dejara su vida por mí era sin duda la cosa más egoísta que podía hacer y no pensaba hacerla, ni consentirla, aún si con ello perdía la oportunidad de ser feliz a su lado. ¿Feliz a qué precio? ¿Sabiendo que había tenido que renunciar al sueño de su vida por estar conmigo, ese tipo de felicidad? No gracias. Nunca he sido una santa, pero era mejor persona que eso, o al menos lo intentaba con todas mis fuerzas. ¿Qué quería estar con él? Sí, pero no así, no podíamos empezar una relación en base a quitarle algo tan importante a la persona que quieres como si no pasara nada… antes o después eso nos acabaría explotando en la cara.

Mi cabeza necesitaba evadirse de algún modo, necesitaba dejar de sentirme vacía, rota, y dejar de llorar. Necesitaba pensar en algo positivo, aunque no lo hubiera, y cómo tantas otras veces los sueños terminaron siendo mi refugio. Durante dos meses había soñado con conversaciones, besos y algún que otro roce o caricia, sin más, era como que quería esperar al plato fuerte al tener a Sergio delante de mí, en carne y hueso, conmigo… y decirle sin tapujos, tan sincera como siempre, que había esperado 21 años por eso, y que le quería. Que quería que fuera él, con él, que lo necesitaba de un modo absurdo e irracional, pero que estaba segura de que no iba a arrepentirme porque deseaba sus manos en mi piel desde la primera vez que me hizo sonreír como si nada más importara. Asumiendo que aquello se terminaba y que Sergio se iba, mi inconsciencia terminó dándome lo que yo quería y no podía tener, cada palabra, cada beso, cada caricia… cada momento era como un regalo que guardaba muy dentro de mi alma, pero también era un puñal de doble filo, porque cada segundo de sueño era eso, un simple sueño, que me recordaba que eso no era real, y que nunca lo sería. Era realmente una tortura muy dulce soñar con él, porque cada mañana despertar con la cama tan vacía, deseando por encima de cualquier otra cosa que él estuviera ahí, conmigo… a veces ni siquiera podía contener las lágrimas, porque le quería demasiado y lo iba a perder.

Siendo tan realista como el sueño me permitía, soñé que Sergio se iba, soñé lo mucho que lo echaba de menos y cómo continuaba mi vida, y soñé que por algún extraño milagro la fortuna me sonreía y él decidía que Canadá no era para él, y que volvía a España. El email era conciso, medio pidiendo disculpas, temeroso, serio… pero mi reacción era sólo alegría, felicidad, esperanza. En el sueño Sergio llegaba a mi aeropuerto y cuando lo vi, a lo lejos, un poco cabizbajo no pude hacer otra cosa que correr a abrazarle y sentir la necesidad apremiante de decirle mínimo 1000 veces que le quería y que, por favor, no volviera a dejarme jamás…

_mi sueño..,

Me siento nerviosa, inquieta como nunca antes. Estás contra mí, abrazándome un poco tenso, pero cogiéndome con fuerza como si temieras que fuera a desaparecer, y yo sólo puedo pensar que no quiero que me sueltes, que quiero quedarme aquí, entre tus brazos, porque he soñado mil veces con estar entre ellos. Finalmente el tiempo se reanuda y me dejas ir, poco a poco, y cuando miro tus ojos verdes es como si sintiera que nada malo puede pasarme, no puedo evitar sonreírte sintiendo como se calientan mis mejillas.

- Siento decirte toledano, que aunque tengo coche… no tengo carnet, así que tendremos que coger un taxi –me sonríes y asientes con la cabeza-.

Vamos con el carrito a la zona de taxis y comentamos un par de cosas, aún estamos un poco tensos y yo me puedo imaginar mil respuestas, pero necesito un poco más de intimidad que un taxi, así que no sabiendo cómo lo consigo muerdo mi lengua y hablo de cosas banales.

- ¿Fue bien el viaje?

- Largo, estoy cansado, pero bien –maldita sea, tienes exactamente la voz que deberías tener, esa voz rasgada, masculina, intensa… esa voz que quiero que me susurre mil cosas, pero que sobretodo quiero que me diga que… no, ahora no, primero hay que dejar las cosas claras. No quiero más sorpresas, ni más finales difíciles, sólo quiero una oportunidad.

Llegamos a casa y subimos al piso. Mi madre no está y pese a que pones un par de objeciones, te digo que te vas a quedar conmigo sí o sí, y que no me toques las narices que ya sabes lo cabezona que soy. Eso te hace reír y me miras con dulzura, negando con la cabeza. Te enseño la terraza, esa terraza en la que tenemos que bailar cuando caiga la noche, esa en la que quiero perderme contigo y sentir tus labios en mi piel… Me cuesta pensar en algo que no sea besarte o abrazarte, del mismo modo en que me cuesta creer que eres real y que esta vez va en serio. Tiro de ti para sentarnos en el sofá y estamos un poco separados, todavía pareces tenso y eso me está matando.

- ¿Sergio qué pasa?

- Yo no te elegí, no tengo derecho a estar aquí reclamando nada… pero sigo siendo el mismo que cogió ese avión sintiéndose un cobarde por no intentarlo, ese mismo que se ha pasado meses echándote de menos e intentando olvidarte, pero no he podido. No he podido sacarte de mi cabeza, ni tampoco de mi corazón, y por más que lo intentaba el sueño de mi vida no ha sido suficiente Neus, nada conseguía llenarme, ni interesarme como debería y… me culpaba cada día más por no haberte elegido a ti, yo…

- Han sido los meses más duros de mi vida. Te dije que entendía tu decisión y sigo pensando lo mismo. Entiendo que te fueras, comprendo que lo hicieras y jamás te voy a recriminar por eso, no me abandonaste por gusto Sergio, creíste que era lo mejor y luchaste por tu futuro, por tu sueño. Me siento orgullosa de ti –me paré un momento, mirando sus ojos y continué-. Pero, mentiría si no te dijera que me siento jodidamente afortunada de que Canadá no fuera lo que deseabas y que ahora estés aquí. Soy una muy mala persona por esto, lo sé, pero estoy tan agradecida de que no funcionara Sergio, de que hayas vuelto… llevo soñando con esto cada día desde hace un año, y aunque esté mal… es la primera vez en meses que me siento completa y feliz, y no pienso pedir perdón por ello.

- El único que debe disculparse aquí…

- No quiero tus disculpas y tampoco te las aceptaría, no quiero nada de eso Sergio, no voy a culparte, ni quiero discutir sobre quién es peor, ni sobre lo mal que lo hicimos o por qué no nos arriesgamos entonces… sólo quiero que me digas porque llevas más de 2 horas en Barcelona y aún no me has besado.

Su expresión es de sorpresa al principio, pero era cierto que Sergio siempre había apreciado mi manera de ser y mi facilidad para ser directa, sobre todo en esos temas. Pese a todo, aún me sentía exactamente igual que siempre, con Sergio no tenía miedo.

- Vamos… dame una buena razón para que no me hayas besado aún.

- No tengo derecho, tu bien podrías tener a…

- ¿No tienes derecho a besarme? ¿Quieres que te firme un papel o bastará con una mera disposición a viva voz? ¡Sergio por el amor de dios! No pienso ser la primera que lo diga a menos que me convenzas a tu modo –eso le saca una sonrisa real, cosa que yo pretendía- pero maldita sea, sabes lo que siento por ti, lo que he pasado este último año y lo que me pide la piel desde que me abrazaste en el aeropuerto… ¿Es que me lo vas a poner aún más difícil? ¿Qué quieres de mí, qué…?

No puedo seguir hablando. Si algo le encanta a Sergio de mí es que me gusta mucho hablar, que siempre tengo algo que decir, que alargo los temas con una facilidad pasmosa… y si hay algo que a mí me encanta es imaginarme a mi misma en una retahíla de frases sobre cualquier tema y a él acercándose y callándome a besos, haciéndome perder la noción de las cosas. Para mí, eso es la descripción total de un momento perfecto. Sus labios rozan los míos con suavidad en primer término, como buscando mi boca en una caricia, para apretar un poco después, y otro poco, abriendo mi boca con decisión y apresándola de un modo que me hace suspirar contra él, sintiendo como sube su mano hacia mi mejilla, ahuecándola mientras aquellos labios siguen torturándome, deliciosamente dulces, en un beso que significa más que cualquier otra cosa, porque es la primera vez que Sergio me besa, y eso… no tenía precio. Se separa de mis labios, pasándolos ahora por mi piel, presionando en mi mejilla, en mi mandíbula, más hacía el lado, hasta llegar a mi oreja, suspira.

- Me moría de ganas de practicar contigo, pero preciosa… no te hace falta, no hubiera podido imaginarme un beso mejor que éste –eso me ruboriza y acelera mi corazón como sólo Sergio consigue, pero también une todos los trozos y me hace volver al principio, en el día en que sentí por primera vez que él era para mí-.

- Sergio… soy una chica de palabras y maldita sea, me alegro por ello porque fue el modo en que conseguí que te enamoraras de mí –sus ojos brillan, mirándome, volviendo a besarme con suavidad, ahora en un beso más corto, más dulce- pero… no quiero más palabras, sé lo dulce que puedes llegar a ser, lo irritante, lo preguntón… y todo lo demás; ahora lo que quiero es conocer otras cosas de ti, tus gestos, tus miradas, tus besos, tus caricias… -no se mueve, como esperando, casi expectante- ¡por el amor de dios! ¿Es que quieres oírmelo decir?

- Dijiste que tus frases eran mejores en el momento, dichas en la situación, piel con piel, susurradas… quiero mi frase, llevo esperando por ella un año –me mira con una sonrisa y me acaricia la mejilla con ternura, deshaciéndome- dilo y haré lo que quieras preciosa, pero déjame oírlo de tus labios.

¿Cómo te niegas a eso? No puedo, no puedo negarle a Sergio algo que casi deseo más que él, porque adoro tener ese control sobre él con esas simples frases, porque adoro esa mirada, esa sonrisa… y porque maldita sea, necesito tenerle.

Mi respiración se entrecorta y los latidos de mi corazón se aceleran, estoy nerviosa, pero también estoy a gusto. Miro sus ojos como si buscara perderme en ellos y rebusco en el fondo de mi corazón y de mi alma qué es lo mejor que puedo decir en ese momento, cómo describir en palabras qué siento y qué necesito, cómo plasmar en una frase tantas cosas… respiro hondo y pronuncio lo que siento en ese momento.

- Sergio he imaginado mil veces esto, en cualquier lugar, de mil modos distintos… pero siempre eras tú, tu piel, tus manos, tu voz, esa maldita mirada que me derrite. Después de tantas cosas y de tanto esperar, quiero hacerlo, lo necesito desesperadamente, porque me quemas, me rompes sólo con mirarme, y ya no puedo más… te quiero y me muero de ganas de hacer el amor contigo.

No sabía que decirte más allá de lo que sentía, de lo que llevaba sintiendo meses. Sinceridad ante todo, sólo eso. Miré tus ojos mientras lo decía, aguantando la mirada como pude porque tú mejor que nadie sabías lo difícil que había sido decir todo eso en voz alta, seguido y sin apartar la vista de ti, pero lo he hecho. Lo he hecho porque eres tú y porque te quiero, porque necesito que te quede bien claro y que no tengas ni una sola duda de lo que siento. Te acercas besando mis labios de nuevo, suave pero intenso, como si el fuego que me consume te hubiera prendido a ti también. Mueves tus labios hacia mi oído suavemente y mientras me coges en brazos con una facilidad pasmosa, susurras:

- Tenías razón preciosa, esta frase ha sido la mejor. Y eso sin contar que estoy delante, que ha sido con tu voz y que me mirabas al decirla… -me llevas a mi cuarto, apoyándome en la cama, que es bastante alta y me besas la frente con suavidad mientras pones ambas manos a lado y lado de mi cuerpo, mientras suspiras- después de tanto tiempo no tenemos prisa, ¿estás segura de esto?

- Absolutamente… -digo levantando la mirada, medio sonriendo- no quiero esperar, y no es porque no pueda, ni por incandescencia física… es porque quiero hacerlo, porque te quiero contra mi piel, porque quiero estar entre tus brazos… por favor amor, no me hagas repetirlo…

- No había querido soñar con esto porque no iba a suceder, porque era tan difícil, tan imposible… pero llevo deseándolo des del primer momento en que vi tus ojos.

No puedo evitar sonreír y busco tu boca, besándote, mientras siento como tus manos acarician mis brazos de abajo arriba, posándose en mis hombros, y volviendo a bajar con suavidad. Noto como apresas la tela de la camiseta, en el filo, en tus dedos y cómo me miras como pidiendo permiso, mientras subo los brazos para que puedas quitármela. Te miro pasando mis manos por tu pecho, recordando las mil veces que reíamos y bromeábamos con el hecho de que siempre te quisiera sin camiseta, con mi ‘manía’ de querer desvestirte. Aparto mi mano de tu cuerpo y como respuesta, tiras de la camiseta des del cuello y te la quitas con facilidad mientras pongo mis manos dónde estaban y acaricio tu piel, intentando quedarme con cada línea, cada recoveco, cada peculiaridad… subo hacia arriba poniéndolas en tus hombros y las dejo caer, una sube para meter los dedos entre tu pelo, sobre la nuca, acercándote a mí para besarte y la otra baja unos centímetros por tu espalda, acariciándote. Tus manos descansan en mis caderas, sobre la falda, no las mueves de ahí mientras sigo besándote y al separarme y mirar tus ojos, intento alentarte porque de algún modo tengo miedo a que te detengas.

Tu sonrisa es tan… tuya, que no sé qué hacer. Me besas la frente como si quisieras calmarme y subes tus manos por mi espalda, acariciándola con suavidad mientras me besas un hombro y luego el otro, y rozas muy tenuemente mi cuello, yendo insufriblemente despacio. En mis oídos empieza a sonar la melodía de ‘Our First Time’ de Bruno Mars, porque me he imaginado mil veces contigo con esa música de fondo.

Girl here we are, in this big old empty room

Staring at ya, who's gonna make the first move

Been doing our thing for a minute

And now when our hearts are in it

The only place to go, is all the way

Bajas tus manos por mi espalda, despacio hasta volver a llegar a mi cintura, más abajo hasta mis caderas rodeándome y bajas por los muslos hasta las rodillas, suavemente, mientras no dejas de besarme los hombros, la clavícula… pero despacio. Tus manos suben por mis rodillas, torneándome las piernas, de afuera hacia dentro, tranquilamente, pero hacia arriba, apartando la tela de falda y subiéndola hacia mi cintura, fácilmente, hasta tirar de ella para sacármela por la cabeza como has hecho con la camiseta. Estoy en ropa interior, frente a ti, como no me ha visto nunca nadie y aunque afloran miedos, vergüenzas y algún que otro sentimiento, me siento tranquila y segura contigo, siento que es exactamente el lugar dónde debo estar y, por el amor de dios, no quiero que pares.

Is that alrgiht (alright)

Is that okay (okay)

You don't need to be nervous (no baby)

Cause I got you all night

Don't you worry bout a thing babe, just

Vuelves a besar mis labios, ahora no tan suave como antes, más intenso, más pasional, y me agarro a ti con ambas manos, alrededor de tu cuello como si quisiera pegarme. Noto tu pecho contra mí, contra mi piel, y aunque me parezca mentira… el sujetador me molesta, sólo lo siento como algo entre nosotros que no debería estar…

- Eres tan dulce… me perdería en esa mirada inocente pero intensa Neus… llevo deseándote demasiado tiempo y creo que me voy a quemar si no te tengo…

- Ya me tienes Sergio, siempre me has tenido…

Esa sonrisa me mata, como tantas cosas… vuelves a besarme con intensidad, como devorándome con tus labios y yo sólo puedo suspirar, arrastrándome con ese fuego que me consume desde que toqué tu piel por primera vez. Me dejas caer sobre el colchón, suave, y oigo como caen los tejanos en el suelo y como con agilidad te subes en la cama, pero no sobre mí, sino a mi lado. Es como increíble y a la vez decepcionante, me encanta el modo en que tus manos recorren mi piel como si quisieran tocar hasta el último centímetro, pero también me muero de ganas de tenerte sobre mí, necesito ese contacto, esa sensación de plenitud, de complicidad… llámame romántica, idealista, absurda, pero te quiero sobre mí, no en el sentido más íntimo –que también- sino por el simple hecho de sentir tu peso sobre mi cuerpo, piel contra piel, el roce, tu corazón… lo quiero todo contigo.

just Go with it, go with it, go with it (I will go real)

slow with it, slow with it

It's our first time

Go with it, go with it, go with it (I will go real)

slow with it, slow with it

It's my first time on you, baby

And I wanna make it right for you

(it's our first time)

Sólo nos queda la ropa interior puesta y estamos comiéndonos a besos mientras tus manos recorren mi piel de arriba abajo. Siento un escalofrío cuando tu mano sube por mi muslo y ahueca la curva de mi cadera, agarrando sin previo aviso mi culo y acercándome más a ti mientras profundizas más el beso, haciéndome suspirar. Me gusta esa mirada, ese fulgor en tus preciosos ojos verdes que me hace sentirme deseada, como si no hubiera nada más importante en el mundo que tenerme…

- Me sobra la ropa Sergio… quítamela… -te digo entrecortada, pero firme, en el fondo sé lo mucho que te gusta oírme hablar y maldita sea, por mucho que me cueste por ti vale la pena-.

Esa picardía en tu respuesta me quema, aunque en estos momentos todo mi cuerpo arde. Siento como me levantas suavemente lo justo para meter tu mano tras de mí y abrir el cierre del sujetador, liberando mis pechos. Tengo la primera intención de cubrirme con las manos cuando estiras del encaje azul para terminar de quitarme la prenda, pero no lo hago, llevo una de mis manos a tu cuello y la otra la mantengo cerca de mi cuerpo, relajada… sea como sea, mi cuerpo es como es, y aunque no sea una modelo adoro como me miras.

- Shhh princesa, tranquila… -dices acercándote a mi cuerpo, mientras una de tus manos sube tenuemente por mi vientre hasta abarcar un pecho con los dedos, rodeándolo, acariciándolo- eres preciosa y quiero disfrutarte…

¿Por qué suenan tan condenadamente bien esas palabras en tus labios? ¿Dónde han quedado los complejos, los miedos y la reticencia…? Se esfuman con cada caricia y con cada palabra tuya, con cada mirada de deseo, con cada sonrisa pícara y cada suspiro. No puedo imaginarme nada mejor, en verdad no quiero imaginarme con algo diferente a esto, porque… siempre he querido que fueras tú, que fuera contigo, porque siempre he tenido claro que esto sería tan especial como imaginaba si eras tú el que estaba a mi lado.

Clothes are not required, for what we got planned

Ooo girl you're my desire, your wish is my demand

Treat you like a princess, oh girl you're so delicious

Like ice cream on a summer day gonna eat you before you melt away

A estas alturas cada centímetro de mi piel arde y no puedo evitar suspirar demasiadas veces, sonrojarme, mirarte con los ojos febriles, deseando más, mucho más de ti. Mi pecho está al borde del abismo cuando es tu boca la que se acerca, esa lengua va a matarme y cuando rodea un pezón, no puedo evitar escapar un gemido, el primero, y aparto la vista con suavidad, sabiendo que eso te ha gustado. Y me encanta que te guste, por mucho que sienta vergüenza y tenga cierto miedo, las cosas se están nublando y siento que cada vez más lo único que importa son tus manos, tu piel, tu cuerpo y el mío, y poco más. Tu mano derecha ya ha recorrido el camino entre mi rodilla y mi cintura 7 veces, va por la octava, por fuera y por dentro, y me estás desesperando.

- Me encanta que huelas a frutas… pero me gusta aún más lo dulce que sabes…

- Aún no has probado lo más dulce –maldita sea, me picas, y pierdo la razón cuando estás conmigo, seguramente ese no ha sido el comentario más adecuado, pero… me ha salido del alma. Te ríes pasando la lengua tenue por entre mis pechos, yo estoy sonrojada, muy sonrojada, pero… ésa soy yo-.

- Tesoro… ¿quieres que lo pruebe? ¿Quieres que siga bajando? –dios, adoro esa mirada, justo cuando tu mano sube por novena vez por la parte interna de mis muslos y no se detiene, como antes, sino que sigue hasta rozar ligeramente la única tela que queda sobre mi piel. Me miras, como pidiendo permiso, como incitándome-.

- Tócame… -no soy capaz de decir mucho más, pero lo haces, apartas la tela con facilidad y pasas delicadamente el dedo por encima, haciéndome suspirar, consiguiendo contener el gemido. Eso te pica, así que vuelves a hacerlo pero mucho más a conciencia, así que me contengo y vuelvo a contener el gemido, probándote, con una medio sonrisa de satisfacción, diciéndote con cierto toque de humor- mmm sigue amor…

- No juegues con fuego preciosa, porque te juro que vas a quemarte… -ahí ya si que no consigo callar, has subido el pulgar, acariciándome, a la par que has entrado en mi con el índice y el corazón, despacio, pero sin parar y tan profundo como mi cuerpo te permite, el gemido que se escapa de mis labios va acompañado de un tenue escalofrío de mi piel, una mirada desesperada y la tensión de mi cuerpo ante tal novedad- caliente, sedosa, húmeda, estrecha… creo que me queda saber si… también eres dulce…

Cada adjetivo ha sido susurrado, arrastrado con esa voz masculina rasgada que me prende por completo, con la mirada fija en mí mientras movías la mano cada vez con más precisión, haciéndome gemir una y otra vez, más que satisfecho. Bajas en un reguero de besos y lametones y sin querer pero queriendo abro más mis piernas, flexionando las rodillas y dejándote entre ellas, mientras me muerdes y besas el interior de los muslos, sin dejar de mover la mano ni una sola vez.

Is that alrgiht (alright)

Is that okay (okay)

You don't need to be nervous (no baby)

Cause I, got, you, all, night

Don't you worry bout a thing babe, just

Con el primer roce tenue de tu lengua sobre la parte más íntima de mi cuerpo no puedo evitar gemir, cerrando los ojos y agarrándome a las sábanas como si me fueran a estirar, como si me estuvieran rompiendo. No quiero que pares y gracias a dios no lo haces. Tu mano sigue moviéndose contra mi cuerpo, ambos dedos casi abriéndome, muy dentro de mí, suaves pero rápidos, mientras tu lengua no para, haciéndome gemir cada vez más al borde. No puedo mirarte, no soy capaz, estoy a punto de tener un orgasmo por primera vez en mi vida provocado por otra persona, y sinceramente… doy gracias porque sea contigo. Siento vergüenza de que me veas así y miedo por lo que vendrá después, pero tan poco, tan tenue… que ahora lo único que quiero es que sigas, y luego quiero besarte y sentirte tan profundo y dentro de mí como sea posible, quiero oírte suspirar contra mi piel y ver la cara que pones cuando terminas, porque maldita sea Sergio… esa cara, será por mi culpa, y me sentiré la chica más afortunada del mundo por poder verla.

- Mmm Sergio yo… no… ah… -no soy capaz de hilar mucho las palabras, aunque aún pienso más o menos con lógica, me miras un poco sonriente pero no paras ni un segundo, notando como mi piel se estremece y mi cuerpo empieza a tensarse, como los suspiros son cada vez más rápidos, los gemidos más profundos-.

- Déjate llevar preciosa… disfrútalo conmigo, hazlo por mí… déjame verte… -sigues moviéndote, haciéndome gemir, rompiéndome por completo y llevándome al mismo borde, dónde no puedo evitar gritar tu nombre y agarrarme a la sábana, inquieta, satisfecha, desesperada-.

just Go with it, go with it, go with it (I will go real)

slow with it, slow with it

It's our first time

Go with it, go with it, go with it (I will go real)

slow with it, slow with it

It's my first time on you, baby

And I wanna make it right for you

(it's our first time)

Veo algo parecido al triunfo en sus ojos, pero es tan tenue que desaparece en seguida por esa mirada abrasadora de deseo, cariño y ternura que tiene cuando me recorre. Sigue moviendo sus manos hasta que mi cuerpo se relaja por completo y entonces sube por mi piel, en un reguero de besos dulces hasta quedar sobre mí, piel con piel. Adoro el peso de su cuerpo sobre el mío, sentirle cerca, poder agarrarle, mirar sus ojos…

- Preciosa, absolutamente… preciosa –dice él con una amplia sonrisa, besándome el cuello con suavidad y subiendo a apresar mis labios, intenso pero dulce- ahora necesito que te relajes amor, iré despacio y seré suave… no quiero hacerte daño…

Sonrío buscando sus labios y besándole, quiero que lo disfrute del mismo modo en que lo estoy disfrutando yo. Siento como lo que antes notaba contra mi cadera ahora ya no está cubierto por ninguna tela y no puedo evitar contener la respiración al sentirlo contra mí, rozando suavemente. Acaricia mi mejilla con suavidad mientras busca mis ojos, sé que quiere calmarme y sólo con ese gesto, respiro hondo cerrando los ojos y relajo todo mi cuerpo, agarrándome a su cuello con dulzura y mirándole.

- Confío en ti… por favor Sergio, hazlo, me estoy quemando… te necesito…

We can go slow (we can go slow)

We can go fast (we can go fast)

All you gotta do is ask me girl (ask me girl)

The candles are burning (candles are burning)

Our bodies are yearning (bodies are yearning)

I can't wait to love you

I'm so ready baby, i'm so ready baby

Besa mis labios con ansia y en ese mismo momento lo siento por primera vez, tan suave y despacio como ha prometido y lo que podría ser algo incómodo, molesto o incluso doloroso, está siendo sencillamente intenso y nuevo para mí. Intento mantenerme quieta para facilitarle las cosas, pero necesito que se mueva más rápido y no puedo evitar dejarme caer un poco para que sea más profundo, para sentirle más dentro. Se le escapa un poco la risa y me mira, con lo que asiento suspirando y él se encaja contra mí, profundo, dejándome un poco tensa… pero no duele, ni molesta, es sólo como si… estuviera completa por primera vez. Busco su boca con desesperación y lo beso mientras mis caderas no pueden hacer otra cosa que arquearse casi sin querer contra él, en una anticipación de lo que quiero.

- Sergio… muévete por favor… hazme el amor con ganas… -le digo en el oído, mordiendo su oreja y bajando, besando su cuello, sabiendo lo que eso provoca en él-.

Veo su sonrisa y apoya los codos a ambos lados de mi cuerpo, empezando a moverse contra mí, suave pero profundo, aumentando el ritmo poco a poco, gradual, muy consciente de mis reacciones, que no son más que gemidos de aprobación y miradas incandescentes.

just Go with it, go with it, go with it (I will go real)

slow with it, slow with it

It's our first time

Go with it, go with it, go with it (I will go real)

slow with it, slow with it

It's my first time on you, baby

And I wanna make it right for you

(it's our first time)

Me muerdo el labio notando como se acelera mi pulso cuando él empieza a moverme más rápido sobre mi y noto su cuerpo más tenso, lo acaricio mientras busco su boca, mientras beso su mandíbula, el cuello, lo mordisqueo con suavidad, me agarro a él… él coge mis muñecas y las pone sobre mi cabeza, entrelazando los dedos de ambas manos y suspirando contra mi piel mientras no deja de moverse. No hay más, ni menos que eso, no podría ser mejor, no podría haber imaginado algo más… noto su piel contra la mía, meciéndose contra mi, suspirando contra mi cuello cuando no está besándome, mordiéndome o lamiendo mi piel, veo sus ojos encendidos recorriéndome, y siento como cada vez estamos más al límite. Siento la nueva rigidez en la postura y la contención que tiene, los suspiros más largos, así que busco su oreja, mordiéndola de nuevo y suspiro contra ella.

- Tócame Sergio… tócame de nuevo, déjame llegar contigo…

- Me vuelves loco preciosa… como nunca nadie lo ha hecho… -susurras contra mi piel, y eso me parece una declaración de amor mejor que cualquier otra, pero no te quedas ahí, bajas tu mano por la curva de mi piel y empiezas a tocarme mientras aceleras un poco, llevándonos al abismo con rapidez, y tu voz se vuelve más ronca, con tu respiración más profunda- te quiero Neus, te quiero como no… he querido a nadie en mi vida…

No puedo evitar gemir mirándote, con esa cara de deseo por mi culpa que me hace desear tenerte en mi cama por el resto de mi vida, y no sólo para agotarte, sino por todo lo demás. Algo me dice que ninguna caricia se sentirá igual si no son tus manos, que me podrán dar el mejor beso del mundo y no sentiré el mismo calor porque no será tu boca, ni tu piel, ni tu mirada… Te quedas sobre mí, piel con piel, ambos recuperando la respiración y te separas un poco mirándome, acariciándome la cara con ternura y me besas la frente, la mejilla y al final los labios. Me ahuecas la mejilla con la mano, sosteniéndome, y susurras:

- ¿Estás bien?

- No podría imaginarme nada mejor… ahora sólo me falta que me dejes dormir un ratito contigo, y que cuando me despierte de eso… sigas aquí, abrazándome…  mmm Sergio, yo también te quiero -la sonrisa que me devuelves es real y feliz, y te das la vuelta en la cama quedándote tu boca arriba, juntándome contra tu pecho, rodeándome con una mano-.

- Descansa amor, duérmete entre mis brazos tranquila de que cuando despiertes seguiré a tu lado, acariciando tu pelo mientras duermes, asimilando lo afortunado que soy por tenerte.

Me apoyo, acurrucándome contra tu pecho y encajándome contra ti, como si fuéramos piezas de un mismo puzle. Nos tapamos con la sábana y siento como se me cierran los ojos, un poco cansada, pero tan feliz… tan llena de alegría y de agradecimiento…

*

Y cuando los abro, mi cama sigue tan vacía como siempre y sólo ha sido un sueño una vez más. Es tan horrible despertar noche tras noche soñando lo mismo, deseando lo mismo, y siempre encontrarte la cama vacía y fría… hay momentos en que no puedo contener las lágrimas y lloro desconsolada, no sólo porque la cama está vacía, sino porque tú nunca estarás en ella.

He tenido tantos miedos, tantas veces… miedo a no ser suficiente, a no ser deseable, a no estar a la altura, a decepcionar…, y con Sergio, haría cualquier cosa por ser suficiente, deseable y no decepcionarle, pero de algún modo con él siento que siendo yo, tal cual, ya consigo eso. Que no necesito cambiar, ni ponerme lencería exagerada, ni decir burradas o hacer cosas atípicas para conseguir que él lo disfrute tanto o más que yo. Eso es una de las cosas que más me han llenado de él, esa conexión que siento cuando hablamos de sexo, algo más que una simple “compatibilidad”. Él entiende la ternura de un beso o la calidez de un abrazo por la mañana recién levantados, pero también entiende esa necesidad incandescente de empotrarme en una pared y decir obscenidades… y necesito eso en una pareja, lo necesito de verdad, como tantas cosas que él si tiene.

Dicen que ser una pareja no es mirarse el uno al otro, sino mirar los dos en la misma dirección y de algún modo sentía eso con Sergio, sentía que pese a las posibles discrepancias que pudiéramos tener, el cruce de caracteres o las vueltas que da la vida, que en general éramos compatibles en cuanto a lo más necesario y mirábamos exactamente hacia el mismo punto, porque dicen que el amor no basta. Pero aquí, después de todo, con amor, con mis tres pilares más que completos –confianza, respeto y sexo- y un modo de ser similar, con multitud de similitudes y ciertas divergencias complementarias, descubrimos que no bastaba, que por mucho que se alinearan las estrellas… no teníamos una oportunidad.

No era justo, pero entonces recordé que la vida no era justa y que pese a todo… me sentía absolutamente feliz de haber vivido algo así con él, aunque sólo fueran 2 meses. Sergio me había dado tanto que ni siquiera podía explicarlo en palabras, había cambiado las cosas mucho más de lo que pensaba y le quería muchísimo, sólo podía pensar en que se merecía ser feliz, en que se merecía muchísimo ser feliz aunque no fuera conmigo. Y eso fue lo que me hizo llorar de nuevo, porque tenía un miedo atroz a que con los años me diera cuenta de que mi verdadera oportunidad de ser completamente feliz… fuera él, y la había perdido sin ni siquiera luchar ni intentarlo. 

Mas de neus

Adam y Noa - (13) No es oro todo lo que reluce

El futbol y el amor (6)

Jodido guitarrista 4

Jodido guitarrista 3

Jodido guitarrista 2

Jodido guitarrista

Conociendo a mi nuevo hermano (9)

El futbol y el amor (5)

El futbol y el amor (4)

El futbol y el amor (3)

El futbol y el amor

El futbol y el amor (2)

Conociendo a mi nuevo hermano (8)

Adam y Noa - Primera vez (2)

Adam y Noa - Primera vez

Alma conoce a Sergio

Conociendo a mi nuevo hermano (7)

Alma y Sergio - Evolución sexual

Conociendo a mi nuevo hermano (6)

Conociendo a mi nuevo hermano (5)

Conociendo a mi nuevo hermano (4)

Adam y Noa (12) - Ninfomanía

Conociendo a mi nuevo hermano (3)

Conociendo a mi nuevo hermano (2)

Adam y Noa (11) - Eres una fierecilla

Conociendo a mi nuevo hermano

Adam y Noa (10) Reencuentro tras los exámenes

Alma y Sergio V - Polvo en el baño

Adam y Noa (9) Atada a mí

Adam y Noa (8) - Confesiones y fantasías

Adam y Noa - Su fin de semana

Alma y Sergio (4)

Adam y Noa (6) - El jacuzzi

El reencuentro de Noa y Adam

Alma y Sergio (3)

Alma y Sergio (2)

Alma y Alex - Alma y su primera gran fiesta (5)

Alma y Sergio

Adam, ¿sí o no?

Noa y sus experiencias sexuales

Adam y sus días sin Noa

Noa conoce a Alex

Demasiados días sin Adam

Adam cambió completamente mi vida (2)

Adam cambió completamente mi vida

Adam y Noa

Los polvos de Alma

Él y sus dedos

Alma y su primera gran fiesta (4)

No dejes de mirarme 4

No dejes de mirarme 3

No dejes de mirarme 2

No dejes de mirarme 1

Alma y su primera gran fiesta (3)

Alma y su primera gran fiesta (2)

Alma y su primera gran fiesta (1)

Los principios de Alma

Alma y Noa