miprimita.com

Adam y Noa (11) - Eres una fierecilla

en Hetero: General

- Hola –le dije besando su frente, estaba ardiendo y sonrojada, como siempre-.

- Hola…

- ¿Qué tal ha ido todo?

Estaba sentado en el sofá, sin camiseta, con mi querida novia medio vestida con un conjunto negro muy sexy y una bata de satén negra que yo mismo le regalé. Estaba un poco absorta aún, y se acurrucaba en mi pecho, agarrándose fuerte, como si tuviera miedo de perderme. En esos momentos era cuando más niña me parecía, aunque me demostraba cada segundo que era toda una mujer, una increíblemente maravillosa.

- La verdad es que creo que ha ido todo bien, pero te he echado mucho de menos –y volvió a abrazarse de nuevo, muy dulcemente, buscando mis labios otra vez-.

- Yo también te he echado de menos. Siento haberme tenido que ir tan precipitadamente y tantos días, ojalá hubiera podido sacar tiempo para estar contigo, me hacías mucha falta. Te prometo, que la próxima vez que vaya a Londres te llevaré conmigo.

- Sería fantástico, pero no te dejaría trabajar –la risa cómplice fue de ambos y la miré fijamente mientras acariciaba esa mejilla que empezaba a recobrar el color normal-.

- ¿Cómo has entrado?

- Tu padre me ha traído, se supone que era una sorpresa.

- Sí… toda una sorpresa –ella sonrió un poco avergonzada-. ¿Cómo se te ocurren estas cosas?

- Supongo que llevo toda una vida pensándolas, así que ahora que he encontrado alguien con quien llevarlas a cabo, pues lo mínimo es intentarlo, ¿no?

- Ha sido increíble, creo que no eres consciente de lo que ha significado para mí.

- Pues… explícamelo.

- Está bien.. aunque espera, ¿puedo comerme las trufas mientras te lo expongo? –Ella asintió mientras se reía y yo volví con aquel plato suculento lleno de pequeñas bolitas exquisitas de chocolate con ron-. Primero, has venido a darme una sorpresa a mi casa congratulándote con mi padre; te has puesto un conjunto de lencería super sexy que te quedaba muy bien sólo para mí; me has seducido poco a poco a base de miradas y frases; has preferido la cocina a la cama o al sofá; hemos practicado 2 posturas diferentes… ¡y me has hecho trufas! ¿Qué más se puede pedir?

- Vamos, ya estás exagerando otra vez.

- Si tú supieras como está el mundo, verías lo especial que eres.

- Bueno, lo mismo podría decir de ti… no sabes la de 68 que hay por el mundo, y la de tios machistas, y malos en la cama… yo también he tenido mucha suerte.

- Bueno, estamos empatados. Ahora, explícame que es eso de “la de 68 que hay por el mundo”, ¿qué quieres decir?

- ¿Un tío 68? ¿No sabes lo qué es? –Yo me reí y negué con la cabeza, ella parecía realmente sorprendida-. Bueno, sabes que está la postura del 69, en la que básicamente se hace sexo oral a la misma vez.. ya, ya sé que lo sabes. Bueno pues, un tio 68 es aquel que siempre te pide que le hagas sexo oral y siempre te “debe una”.

- Es decir, el típico macho que siempre quiere que se la chupes pero que luego no quiere devolverte el favor, ¿no? –ella asintió y medio sonrió-. Ya, hay capullos así a montones, aunque muchos son así por su “primitiva educación” y otros porque la tía con la que están no le importa un pimiento, y por tanto no se preocupan de ella. En principio, un chico enamorado siempre querrá hacer sentir bien a su novia, y mucho más con lo increíblemente excitante que es veros mientras…

- Al principio me daba mucha vergüenza que me vieras así.

- Lo sé, es normal –dije besando su frente-.

- Pero a mí me encanta hacerlo contigo, así que entiendo que también sea excitante para ti; aunque bueno, yo nunca seré ni la mitad de sexy que tú.

Yo me reí negando con la cabeza, ella y su manía de hacerse pequeña. Si supiera lo increíblemente sexy que era sencillamente mordiéndose el labio, no podía imaginarse lo que era verla desnuda, estirada, sudorosa y agitada, gritando mi nombre y cerrando los ojos, disfrutando de algo que sólo yo podía darle. Aquello me estaba poniendo caliente por momentos.

- Ha estado bien, ¿verdad?

- Increíblemente bien…

- Siento haber estado tan… tan receptiva, como tú has dicho, es que cuando estoy algunos días sin sexo siempre me caliento más pronto.

- Como si eso fuera un problema… no te preocupes, no tengo ninguna queja sobre ti en la cama, y menos aún después de lo de hoy.

- Me alegro que te gustara… pero tengo más cosas para esta semana.

- Lo estoy deseando.

Volví a besarla mientras ella se acercaba un poco más a mí. El momento sofá estaba dando sus frutos y aquella bata, medio abriéndose, no me lo estaba poniendo fácil precisamente.

- ¿Tienes ganas otra vez? –dije yo, intentando no sonar desesperado ni enfadado-.

- Contigo siempre me pasa lo mismo, parece que esté en constante ebullición… y más ahora que hace días que no estamos juntos –yo inspiré, calmándome-, pero creo que sería mejor que lo dejáramos para luego, o nos quedaremos exhaustos el primer día.

- Te lo agradezco, creo que no podría seguirte el ritmo ahora mismo.

- Bueno, al menos me servirías de inspiración para calmarme.

Verla en mi cama, desnuda, masturbándose para mí mientras me miraba fue una imagen demasiado explícita. Así que respiré hondo y me aparté un poco, ella se sentó bien en el sofá y me besó la mejilla, mientras se ataba bien la bata y sonreía.

- Bueno, ya que estamos aquí, y ha salido el tema sexual; me gustaría hablar sobre algo.

- Lo que quieras.

- Hace ya días que hablamos de algunas fantasías y me quedó bastante claro que somos compatibles hasta en eso, y lo de atarme estuvo bien –me reí mientras seguía su mirada-, pero me gustaría hablar de un par de cosas.

- ¿Ha pasado algo?

- No, es sólo, que creo que está bien hablar de esto y dejar algunas cosas “claras”.

- Bien, aquí estoy.

- A ver, la verdad es que me considero alguien bastante tradicional en cuanto al sexo, pero no en las prácticas o los modos, sino más bien en el hecho de que lo concibo exclusivamente dentro de una pareja estable. Creo que he tomado una buena decisión al entender que tener relaciones es sumamente satisfactorio, pero siempre y cuando sea con alguien que realmente me importe, algo que sea más que mero placer físico.

- Estamos de acuerdo.

- Bueno, además de eso, creo que no soy tradicional en ningún otro sentido. Ya hablamos otra vez de que cualquier práctica elegida por ambos sería igualmente hacer el amor aunque no fuera con pétalos de rosa; que aunque fuera un polvo rápido contra la pared aquello seguiría siendo buen sexo en la pareja y que no me importaba. Hoy, quería añadir un par de puntos y aclaraciones.

- Esto parece una vista en el juzgado –dije yo sin pensar, medio ríendo-.

- Adam, hablo en serio.

- Lo sé, lo sé… tranquila, perdona. Dime lo que quieras.

- Sólo es que… hay ciertos temas que parece que son tabú y que quería hablar contigo. He de decir que lo único que no voy a poder soportar nunca (además de unos cuernos) es que me pidieras un trío o un intercambio de parejas, para mí el sexo siempre será ente tú y yo.

- En eso estamos de acuerdo, yo tampoco podría compartirte con nadie. Aunque tengo curiosidad, ¿no te llamaría hacer un trío? ¿No es siquiera una fantasía no realizable?

- Lo es, pero tengo claro que no lo haría. En caso de hacerlo, SIEMPRE, y te lo puedo asegurar, sería con dos tíos. No quiero a una chica en mi cama ni para nombrarla.

- Es decir, tú y dos hombres. ¿Alguna vez me has imaginado con…?

- Sí, alguna que otra vez.

- Vamos, cuéntamelo… por favor.

- Está bien, pero no quiero celos, ni reproches, ni nada por el estilo.

- Te lo prometo.

- Bien, pues me he imaginado más de una vez haciendo tríos u orgías toda rodeada de hombres, algunos conocidos; a veces actores porno a veces actores o personas de mi vida, pero una vez pensé en ti y acabé metiendo a otro –ella paró en seco, parecía preocupada, pero la alenté con una sonrisa-. Fantasée contigo y con Marcos.

- ¿Marcos? Marcos, ¿mi Marcos?

- Sí, tu compañero de fotografía. ¡Ves! No debería haberlo dicho, yo no…

- Tranquila, no pasa nada, es que… ¿Marcos? Nunca lo habría dicho.

- No se parece en nada a ti y la verdad es que su personalidad me llama poco la atención, pero desde que lo vi hace dos meses el día del desnudo en clase, que vino a saludarme justo después de ponerse aquellos gallumbos lilas… ¡tiene un cuerpazo! Vale.. me puso cachonda, ¿era lo que querías oír?

- La verdad es que sí. Marcos… joder, no, la verdad es que el tío está bien. Tiene unos pectolares y un vientre super trabajado… le comentaré que te agrada, quizá él quiera darte una pequeña sesión de sexo.

- ¡ADAM!

- Era broma… broma, broma. No te preocupes, no le diré nada –aunque un par de años atrás habría tomado eso como una amenaza a mi relación, en ese momento a parte de sorprenderme y hacerme reír, Marcos no significó nada. Noa había sido sincera conmigo y me lo había contado, había puesto esa cara de vergüenza y preocupación que tanto me gustaba, y lógicamente tenía plena confianza en ella-.

- ¿Y tú?

Ella en cambio, si parecía preocupada. Podía leer en sus ojos que preguntaba a medias, ansiosa por saber la respuesta, y jodidamente asustada por oírla. Su autoestima estaba en una fina línea que podía aplastar en un segundo y aunque confiaba en mí, la veía mucho más recelosa en temas como este.

- Personalmente no querría verte jamás de los jamases con otro tío en nuestra cama, nunca, aún participando yo. Y con otra chica… bueno, sería sexy, pero tampoco es que me apasione. Lo que ocurre es que el trío dejó de ser una fantasía hace unos años, hice un par en mi juventud y no resultó ser lo fantástico que parecía en las pelis porno. Si estás con una no estás con la otra, si se morrean entre ellas te sientes aislado y si te prestan demasiada atención o te corres enseguida o te pones nervioso y aquello no funciona. Creo que el porno ha hecho mucho daño a las mentes adolescentes.

Ella no pudo evitar reírse y la cara le cambió completamente.

- Vamos Adam, estoy bien, puedes contármelo.

- Sinceramente, normalmente no fantaseo con nadie que no seas tú… fantaseo con hacerte mil cosas en mil sitios, pero casi siempre contigo. Alguna que otra vez aparece Scarlett Johanson o Jessica Alba por mi cuarto, o incluso Sonia Baby, pero poco más. Me siento mucho más a gusto pensando en ti.

- ¿De verdad no me mientes? Sé que a veces me preocupo demasiado y que pongo carita de niña preocupada recelosa, pero de verdad, estoy preparada para esto. Yo he sido sincera.

- Yo también lo he sido, Noa, te lo prometo. Es verdad que veo porno, y sabes qué tipo de porno veo, mi ordenador siempre está encendido y los favoritos de redtube los conoces, pero cuando estoy solo y me caliento, siempre es porque no puedo parar de pensar en ti y necesito tocarte, aunque sea imaginándomelo. Bueno… alguna vez he fantaseado con la recepcionista de mi padre, pero pocas veces.

- ¿Con Merche? ¿En serio? Nunc a lo habría dicho, es tan… bueno claro, con esas tetas que hombre no iba a fantasear con ella. Si no llevara siempre esos escotes de infarto…

- Como si tú llevaras escotes menos pronunciados.

- Pero yo tengo 20 años Adam, ella tendrá lo menos 45…

- Se conserva bien.

- Lo sé, lo sé… su marido tiene un culazo, uff, madre mía. El día que me lo presentó poco más y me caigo, aunque bueno, no tiene nada que envidiarle al tuyo.

- Lo mismo digo de sus prominentes pechos en consideración a ti.

- Adulador –me miró con una sonrisa amplia y no pude hacer otra cosa que besarla-.

- Así que nada de tríos, ni de intercambio de parejas.

- Pues no… pero me gustaría saber qué opinas sobre otras cosas. ¿Hay algo que hayas querido hacer y que no hemos hecho aún? ¿Algún tipo de sexo, postura o rol que quieras?

- Hombre, lo de disfrazarse de cosas me interesa… y hay algunas posturas que quiero probar más pronto que tarde, no me importaría ser “esclavizado” por una ama muy pero que muy mala, y el 69 aún no lo hemos hecho. Además de eso… bueno quedan muchos sitios por estrenar, pero ¿te refieres a algo más concreto?

- Y… ¿el sexo anal?

- Ah, era eso. ¿Te da miedo preguntar por si digo que sí?

- No… oh quizá sí, no lo sé. La verdad es que sólo quiero que sepas que sí quieres hacerlo yo también, al menos una vez. Quiero decirte que voy a intentar no decir que no a nada, nunca, siempre probaré antes de decir que no me gusta, pero que necesito que respetes mi decisión una vez lo haya probado. Si quieres hacerlo lo intentaremos, no te lo voy a negar, pero si me duele mucho o no me gusta preferiría no repetir.

- Noa, nunca jamás te haría daño, y mucho menos a conciencia.

- Lo sé, pero… bueno, muchas veces está eso de “tranquila, ahora te va a doler pero luego ya no, no te preocupes, con los días dolerá menos…” y cosas así, ya me entiendes.

- Entiendo, tranquila que eso no pasará. Y respondiendo a tu pregunta no es algo que me interese demasiado, lo cierto es que ya lo he hecho alguna vez y no me gusta especialmente. Las dos chicas con las que lo probé disfrutaban mucho de ello, más que yo diría, pero tampoco me produce un placer mucho mayor. Los chicos con los que he hablado del tema disfrutan con ese punto de “sumisión” y “porno” que tiene el sexo anal, además de esa especie de imán que tenemos los tios con el culo de las chicas, pero creo que ese toque yo no lo tengo –ella no suspiró aliviada, ni sonrió feliz de que dijera que no, simplemente asintió-. Aunque significa mucho para mí que estuvieras dispuesta a decir que sí sólo porque yo quisiera.

- Somos una pareja, ¿no?

- Lo somos, y por eso mismo, voy a poner en mi lista que me encantaría hacer alguna vez , si no tienes inconveniente, bueno, más bien, me encantaría que me hicieras…

- Por dónde se te va la vista, creo que me estás pidiendo una cubana, la verdad es que me dijeron que lo hacía muy bien.

- ¿Ya has…?

- Sí, en ese tiempo de “pausa” en nuestra relación tuve mis experiencias, ya lo sabes, y lo hice un par de veces. Creo que se me da bastante bien…

- En esto no hay nada que se te resista.

- Y si se me resiste, sólo es cuestión de práctica.

- Sí, a veces la práctica, lo es todo.

- ¿Qué te parece si cenamos tranquilamente y después seguimos practicando?

- Me parece perfecto.

*

La verdad es que la práctica no se demoró demasiado, aunque habíamos tenido una más que buena sesión de sexo en la cocina Noa parecía necesitada en este sentido. Yo por primera vez en mi vida, tenía cierto miedo a no estar a la altura, porque mi querida novia parecía no tener suficiente por mucho que lo hiciéramos.

Mientras cenábamos, ella se desató el batín alegando que tenía mucho calor, soltándose el pelo y saboreando con demasiada calma toda la comida, mientras me miraba muy fijamente. Al final sus pies acabaron subiendo poco a poco por mis piernas y llegando a lugares insospechados en un primer momento. Tuve que pararla para que me dejara cenar y aún así, ya estaba todo a punto de caramelo.

Ni siquiera me dejó subir a la habitación o acercarla al sofá, al acabar de retirar la mesa, me la encontré sentada en la misma, estirada mordiéndose un dedo y medio abriendo las piernas mientras ella misma se tocaba con la otra mano. Yo me quedé de pie y me apoyé en la pared, mientras la miraba sin decir palabra. Entonces miró al techo mientras bajaba su otra mano a su pecho y después bajaba más y más, hasta llegar a dónde la otra descansaba y empezó a mover las manos con más rápidez mientras comenzaba a suspirar. Cerraba sus ojos y movía un poco las caderas mientras iba cambiando el ritmo, de vez en cuando subía una de sus manos ya húmedas a su boca y pasaba su lengua por ella mientras me miraba fijamente, como provocándome, y yo me obligaba a base de voluntad a mantenerme quieto para ver el espectáculo completo. Ella seguía tocándose, cada vez más excitada, sudorosa, los músculos de sus piernas y de su abdomen se tensaban y en un último movimiento frenético de sus manos acabó gimiendo, con los ojos cerrados, arqueando la columna y dejándose sin respiración, parando en seco, como una estatua, hasta relajar de nuevo los músculos y dirigir su atención a mí, mientras recuperaba el aliento.

- ¿Te ha gustado la función?

- He soñado muchas veces con verte así…

- Pues ya me has visto.

Se bajó de la mesa, me miró súbitamente y se alejó de mí, caminando tranquilamente hacia las escaleras. Yo la seguí con parsimonia, para ver a dónde iba, y se quedó en uno de los muebles al lado de la escalera, mirándose en el espejo como si yo no estuviera. Me acerqué a ella paso a paso y posé mi mano en su hombro, haciendo que se girara. Me miró sonriente y yo la besé con pasión y casi rabia, mientras levantaba sus caderas y la apoyaba en el mueble, que me servía para tenerla sentada a una altura interesante. No sé si fueron mis manos o las suyaslas que bajaron la cremallera y abrieron el pantalón, pero sin más, casi de repente, me encontré arrastrando sus braguitas por sus piernas y respirando a escasos milímetros de su boca, mirando sus ojos. Medio sonreí y entré en ella de una sola vez, sin preámbulos, mientras ella se apretaba a mí y gritaba ante la intromisión. El ritmo era duro y seco, pero tranquilo, uno, dos, uno, dos, y era muy placentero.

- Estas cadencias tan tranquilas me duermen Adam…

Quería jugar la nena, así que entré aún con más fuerza y la dejé sin respiración mientras me miraba casi retándome. La cogí en brazos y seguí con mis embestidas secas y profundas, caminando hacia la escalera, dónde sin saber cómo me senté en un gesto y la miré a los ojos mientras sonreía satisfecho.

- Hazlo tú, si sabes hacerlo mejor.

- No juegues con fuego, Adam…

Ella, para mi sorpresa, se levantó y se arrodilló en la escalera inferior. Empezó a lamer mi glande con suma delicadeza pero con mucha precisión, recorrió el tronco de arriba abajo y poco a poco fue introduciéndolo, con suavidad, hasta empezar a sostener un ritmo constante que me estaba poniendo muy caliente. Aceleraba y frenaba en diferentes momentos y en vista de mi orgasmo, paró y se puso a sonreír.

- No cariño, ni lo sueñes.

Entonces se acercó besándome en los labios con cariño, y besó mi cuello y mi pecho… y se sentó, moviéndose sobre mí, poco a poco. Entonces se penetró mínimamente, y luego un poco más, y un poco más, hasta quedarse por completo. Balanceó su cuerpo y comenzó a llevar un ritmo frenético, muy pero que muy rápido, que me estaba desquiciando. Paró en seco y volvió a la tranquilidad pasmosa, y de nuevo la rapidez. Siguió moviéndose con soltura, besándome ésta vez con mucha ansia, mientras llevaba mi mano a su humedad, instándome a que la tocara, y mientras yo buscaba aquel pequeño botón para hacerla gemir noté mi orgasmo cerca, cada vez más, y la acaricié como si me fuera la vida en ello mientras se movía y echaba la cabeza hacia atrás mordiéndose el labio inferior mientras suspiraba. Su orgasmo fue más que excitante, y con su cara, sus gemidos y aquella tensión de músculos tan propia de ella, acabé por correrme plácidamente.

Quedamos medio exhaustos en aquellas escaleras, envueltos en sudor y oliendo a sexo, así que nos fuimos directamente a la ducha sin pensarlo. Lo que no esperaba es que ella me besara de esa manera mientras estábamos mojándonos, aún quería más, estaba casi más caliente que al principio, parecía insaciable. Yo apenas podía mantenerme en pie, así que me dejé hacer mientras ella se movía y me besaba por todo el cuerpo. No sé ni cómo ni cuándo, pero mi cuerpo reaccionó, como una máquina activada al roce de su piel. Estaba exhausto, pero mi cuerpo parecía preparado para tener más, eso sí, con más calma.

Aún mojados la llevé a la cama, como nuestra primera vez, con los albornoces, ella sonrojada –aunque ahora por un motivo muy diferente- e hicimos el amor con suavidad. Al principio tenía cierto miedo de que Noa necesitara una sesión de sexo salvaje, visto su estado, pero aquel momento dulce y suave que tuvimos en mi cama tras la ducha pareció saciarla mucho más que cualquier momento extremadamente caliente que hubiéramos podido tener.

- No sé ni cómo aguanto aún…

- Adam, lo siento, yo no sé por qué estoy así… pero es que…

- No te disculpes, por favor, no es culpa tuya.

- Sí, sí lo es, al final te voy a hacer daño.

- Es culpa mía por tenerte tantos días desatendida… -ella sonrió medio colorada-.

- Ya lo sabes para la próxima vez.

- Todo y con eso, me encanta verte así…

Los besos fueron dulces, largos, pasionales. La fui desnudando poco a poco, como si nunca hubiera visto su cuerpo. Primero besé sus mejillas, mordí su oreja izquierda, bajé por el cuello y lo saboreé, acaricié las clavículas, los hombros, sus brazos, besé sus manos y cada dedo. Volví a su cuello y bajé a sus pechos, quedándome con cada milímetro de piel, muy poco a poco. Bajé hacia su vientre y besé su ombligo, pasé por los costados llegando poco a poco a sus caderas y bajé por sus muslos hasta las rodillas. Acaricié los gemelos y los tobillos, y sus pies, y volví subiendo por sus piernas hasta su boca. Ella me miró como sólo ella sabía hacerlo y yo ni siquiera tuve que pensar, fui bajando mi boca con un reguero de besos hacia dónde ella quería, poco a poco, y cuando abrí sus muslos y rocé con la punta de mi dedo índice aquella pequeña protuberancia rosada, ella gimió gritando mi nombre. Primero la acaricié con la yema de los dedos, con muchísima suavidad, después utilicé mejor mi mano para finalizar con lentas caricias de mi lengua. Ella tragaba saliva y suspiraba mientras cerraba sus ojos, muy de vez en cuando bajaba la mirada o cerraba sus manos agarrándose a las sábanas, casi sin respirar, tan dulce como siempre. Fueron caricias y besos, y pequeños movimientos de lengua, y en un segundo volví a oírla gemir, suplicando que no parara, medio ida, sudada totalmente desnuda en mi cama, agarrándose a las sábanas y abriéndose a mí, por completo. Era el cuarto orgasmo del día.

- Adam, tómame…

Apenas si podía hablar. Yo sólo me estiré sobre ella, acariciando su pelo y besándola en los labios, agarrándome a su mano con la mía y entrando con tanta suavidad que pareció que no sucedía. De vez en cuando, y tras todo lo que pudiera parecer, también me apetecía estar con ella así, con calma, con ternura, como dos adolescentes enamorados en una primera vez, no sé, algo diferente. No la quería menos follándola en la mesa del comedor, ni en la ducha, pero aquello era especial y tenía algo diferente, algo que también me gustaba, y que no conseguía de ninguna otra manera. Noa empezó a suspirar cuando encontramos ese ritmo medio lento medio rápido de embestidas profundas que tan buen efecto nos daba, aquella vez no cambiamos de postura, ni hicimos nada más. Sólo los dos, estirados el no sobre el otro, con el “cutre misionero”, medio abrazados, besándonos, hasta el final. Cogí su mano derecha con mi izquierda y la puse sobre su cabeza, apretándola, como si fuera un símbolo, y ella me miró a los ojos, como respuesta, tranquila, feliz. No quería nada más, aquello era más que suficiente, y entre medias de aquel sentimiento intenso y nuestros besos, el clímax se nos llevó a ambos casi sin avisar y acabamos medio exhaustos en la cama, abrazados, y recuperando el aliento sin decir nada.

Pasada una media hora, o eso me pareció, Noa se levantó a coger algo de ropa, por alguna razón era incapaz de dormir desnuda y me preguntó si quería algo. Supongo que por costumbre al estar con ella elegí uno de mis pantalones de deporte y me tumbé en mi lado izquierdo mientras veía como se hacía una coleta y se ponía una de mis camisetas negras preferidas. Me miró des de la puerta del vestidor muy sonriente, apoyada en un lado, y yo puse pose de modelo en la cama, como en las películas, con esa mirada interesante y marcando cuerpazo.

- Hola preciosa.

- Anda, duérmete… -dijo ella saltando encima de la cama y sentándose a mi lado. Apoyó su brazo en mi pecho y se medio estiró sobre mí, mientras yo pasaba mi mano por su brazo y soltaba la coleta, acariciando su pelo- ¡Adam! Me la acababa de hacer.

- Estás infinitamente más guapa con el pelo suelto.

- Es por comodidad…

- Vamos, déjatelo suelto… me gusta notar tu pelo cuando duermes conmigo, cuando me levanto y estás cerca es casi lo primero que noto, además siempre huele a frutas y ese olor me hace despertarme de buen humor.

- Está bien, está bien… pero si mañana me levanto con unos pelos de loca ya sabes de quién es la culpa.

- Tú siempre estás preciosa.

- Ya… -dijo ella acurrucándose a mi lado, poniendo su brazo a lo largo de mi pecho y su cabeza en mi hombro- anda duérmete, que sino mañana no rendirás como es debido.

- Estamos hablando de…

- Yo sólo he dicho “rendir”, la connotación que quieras darle es problema tuyo.

- Claro, ahora seré yo el depravado que le encuentra doble sentido…

- Yo no he dicho nada de nada.

- Entonces, eso es un sí…

- Eso es un: Adam cállete y duerme.

- Eres tan dulce… -dije yo haciéndole cosquillas-. No, ahora en serio, ¿mañana querrás más?

- ¿Qué pasa, tienes miedo de no aguantar? Tranquilo semental que si tú no puedes, yo me aguantaré un par de días para que te recuperes.

- ¿Un par de días? Un par de días dice… no sabes de lo que hablas.

- Adam… ya sé que a tu edad, pues esto es normal, ya sabes…

- ¡Noa! –ella se estaba descojonando a mi costa-. Mañana vas a tragarte esas palabras.

- Lo estoy deseando… 

Mi pequeña fiera había desatado el infierno, por primera vez me había encontrado con una mujer con un deseo sexual igual o superior al mío y aquello iba a arder con todas las consecuencias. Noa no sabía dónde se estaba metiendo.

Mas de neus

Me llamaste princesa

Adam y Noa - (13) No es oro todo lo que reluce

El futbol y el amor (6)

Jodido guitarrista 4

Jodido guitarrista 3

Jodido guitarrista 2

Jodido guitarrista

Conociendo a mi nuevo hermano (9)

El futbol y el amor (5)

El futbol y el amor (4)

El futbol y el amor (3)

El futbol y el amor

El futbol y el amor (2)

Conociendo a mi nuevo hermano (8)

Adam y Noa - Primera vez (2)

Adam y Noa - Primera vez

Alma conoce a Sergio

Conociendo a mi nuevo hermano (7)

Alma y Sergio - Evolución sexual

Conociendo a mi nuevo hermano (6)

Conociendo a mi nuevo hermano (5)

Conociendo a mi nuevo hermano (4)

Adam y Noa (12) - Ninfomanía

Conociendo a mi nuevo hermano (3)

Conociendo a mi nuevo hermano (2)

Conociendo a mi nuevo hermano

Adam y Noa (10) Reencuentro tras los exámenes

Alma y Sergio V - Polvo en el baño

Adam y Noa (9) Atada a mí

Adam y Noa (8) - Confesiones y fantasías

Adam y Noa - Su fin de semana

Alma y Sergio (4)

Adam y Noa (6) - El jacuzzi

El reencuentro de Noa y Adam

Alma y Sergio (3)

Alma y Sergio (2)

Alma y Alex - Alma y su primera gran fiesta (5)

Alma y Sergio

Adam, ¿sí o no?

Noa y sus experiencias sexuales

Adam y sus días sin Noa

Noa conoce a Alex

Demasiados días sin Adam

Adam cambió completamente mi vida (2)

Adam cambió completamente mi vida

Adam y Noa

Los polvos de Alma

Él y sus dedos

Alma y su primera gran fiesta (4)

No dejes de mirarme 4

No dejes de mirarme 3

No dejes de mirarme 2

No dejes de mirarme 1

Alma y su primera gran fiesta (3)

Alma y su primera gran fiesta (2)

Alma y su primera gran fiesta (1)

Los principios de Alma

Alma y Noa