miprimita.com

Alma y Sergio V - Polvo en el baño

en Hetero: General

Es una saga, si quieres entender bien la historia te recomiendo que leas los capítulos anteriores :)

*************************************************

Bueno, la verdad es que el maldito criajo lo había conseguido: me había convertido en una novia fiel y casi romántica, preocupada por lo que antes hubiera considerado banal y empalagoso. Dios mío, el niño obraba maravillas. ¿Quién me iba a decir a mí que después del maldito cabrón de Alex iba a volver a sentir algo especial por alguien? Y no sólo eso, sinó que además era un niñato de 18 años que apenas sabía de la vida y que me había hecho sentir cosas que nadie había conseguido, ni siquiera Alex.

- Maldito seas… -era la tercera vez en una semana que llegaba un paquete a mi casa. Esta vez eran unos bombones de chocolate blanco con relleno de café y chocolate negro que me encantaban-. ¿Quién narices le ha dicho lo que me gusta?

- Alma, tienes que reconocer que es un encanto –dijo Noa sonriendo-.

Después del mal momento que pasé al enterarme que Adam y yo éramos viejos conocidos, y contra todo pronóstico, mi relación con mi mejor amiga (y la persona a la que más quiero en el mundo) se había reestablecido y además estábamos mejor que nunca. Noa me había pedido perdón por el momento histérica que había tenido y por el par de días que estuvo sin cogerme el teléfono, pero que estaba todo solucionado. Era un sol, la verdad es que yo en su situación seguramente no me lo habría tomado ni la mitad de bien.

- Vamos Alma, no es culpa tuya ni tampoco de Adam. Fue hace años y no nos conocíamos, tú eres libre de acostarte con quién quieras igual que él y no sería justo que me enfadara. Además, no significó nada para ninguno de los dos, así que no importa.

- Fue un buen polvo, creo, pero no, no lo recuerdo muy bien.

- Él dice que tampoco, aunque bueno, sé que es difícil olvidarte.

- ¡Noa! Dudo mucho que se acuerde de mí, soy buena en la cama, sí, pero no tuvo ningún interés en mí, lo habrá almacenado en polvos sin interés, no te traumes por eso.

- No, la verdad es que ya hablamos del tema, y estoy tranquila. Él me quiere, y bueno, creo que con eso tengo más que suficiente. Además… él dijo que soy muy buena en la cama, incluso mejor que tú.

- Nunca lo he dudado –Noa me miró muy extrañada y con la boca abierta, como si acabara de oír la cosa más absurda del mundo-. No me mires así, yo también lo creo. ¿Qué? A ver amor mío, yo soy como una máquina, soy perfecta en la técnica pero más fría que un témpano, no me preocupo en absoluto del otro y me importa bien poco algo más que el mero placer físico. Estoy segura que con lo pasional y romántica que eres lo debes poner todo en la cama, seguro que es una gozada estar contigo.

Ambas nos pusimos a reír y ella volvió a negar con la cabeza.

- Sabes que te quiero Alma, muchísimo, pero no hasta ese punto.

- Tengo que seguir intentándolo, quizá alguna vez consiga que aceptes.

- Lo dudo mucho, pero te lo agradezco, es un piropo muy grande. Y bueno, primero te regaló la lámpara que querías para el comedor hace años, que estaba supuestamente agotada en todos los sitios en los que has preguntado. Después te trajo la botella de licor de mango que tanto te gusta que sólo la venden (en principio) en Italia, y ahora esos bombones tan ricos de chocolate blanco que te compraba tu padre de pequeña que ni siquiera sabemos dónde los venden. ¡Este chico es muy bueno!

- Es demasiado bueno, ¡me saca de quicio!

- No te gusta perder el control de la situación, ¿verdad? Ahora sientes que le debes algo y no te gusta nunca estar en deuda con nadie… ¿Qué vas a hacer?

- Le voy a decir por decimoquinta vez que deje de mandarme cosas, y luego, ya pensaré algo para compensarle y quedarme tranquila, porque sino me va a dar algo.

- Podrías hacerle algo especial, especial… algo que no hayas hecho nunca con nadie.

- Lo he hecho todo, creo… -y me puse a pensar-.

- ¡No me refería en la cama! –Yo la miré extrañada- ¿ves? Ese es tú único fallo, lo giras todo entorno al sexo y por eso nunca estarás a tu altura… precisamente porque has hecho de todo en el terreno sexual tienes que ofrecerle a Sergio algo que no lo sea, algo que no hayas hecho nunca con nadie, algo que nunca te hayas atrevido a decir o a hacer, ¿entiendes?

- ¿Algo cómo qué?

- Pues, prepararle una cena tú misma, o irte de escapada romántica, hacerle un streaptease… yo que sé, algo que no sea sexo en sí.

- ¿Qué le haces de especial a Adam para tenerlo contento? –Noa se sonrojó un poco y sonrió, aunque bueno, negó un poco con la cabeza y se sentó a mi lado-.

- Con Adam simplemente soy yo misma, no sé, tampoco hago nada especial. Siempre cocino yo cuando estamos juntos y me gusta hacerle los platos que más le gustan, de vez en cuando hacemos algún juego erótico, o intento seducirle… o me gusta proponerle el hacer cosas nuevas y probar. Cuando estoy con él nunca le digo que no, bueno él sabe que excepto el meter a terceras personas en la cama, casi que estoy dispuesta a todo.

- ¿Ya has hecho…?

- ¿Qué?

- Me preguntaba si en lo que estás dispuesta, entraba el ofrecerle tu precioso culito –yo me sonreí mientras lo decía y ella enrojeció-.

- Sabes que no me importaría, el sexo anal no es que me llame mucho la atención, pero si me lo propusiera le diría que sí sin pensármelo, pero es algo que a él tampoco le llama.

- Es un chico interesante, a la mayoría de tíos les encanta rompernos el culo –viendo su cara, me reí y aflojé- vale, vale, ya mejoro el vocabulario. Pero es verdad, a la gran mayoría es una práctica que les gusta especialmente, creo que es también un poco por el elemento de “sodomización” que tiene, de sumisión de tu pareja.

- Quizás… no sé con Adam aún no ha salido el tema, pero no le veo demasiado interesado en ello, le gusta más otro tipo de cosas. Por ejemplo recuerdas lo de los hombres 68, que siempre me decías que nunca me juntara con tíos así.

- Claro, son los peores…

- Pues Adam sería un 70.

- ¿Un 70?

- Sí, en lugar de que se la chupe y el me deba una.. Adam siempre prefiere hacerme sexo oral él y casi nunca pide que se lo haga yo, aunque bueno, tampoco es que tenga que pedirlo porque lo hago bastante a menudo, a mí personalmente me encanta hacerlo, pero no sé… es muy diferente a lo que me contabas.

- Prefiere hacerlo a que se lo hagas.

- Siempre quiere, siempre, le das un par de minutos y es lo que busca. Además, siempre está pendiente de mí y de mi placer, cuantos más orgasmos consigo más radiante está.

- Sí, Sergio también es de esos. Dice que su “raza” se vanagloria de los orgasmos de sus parejas, son más importantes esos que los suyos propios…

- A ver, yo nunca lo dejo a medias, jamás… no sería justo y no se lo merece. Pero es cierto que yo siempre tengo más placer, supongo también por cuestión física, el no puede correrse 5 veces en una noche y yo sí, bueno, incluso unas pocas más, pero tú ya me entiendes…

- Sí, claro que te entiendo.. eres una multiorgásmica como yo, así que tenemos el don de la repetición del clímax, cosa que ellos tienen un poco difícil a decir verdad.

- A mí me encantaría darle tanto placer como él me da a mí, a veces siento que no me merezco tanta atención, pero luego en el momento, yo veo que él también disfruta y me siento a gusto.

- Le quieres… -ella me sonrió y asintió decidida-. ME alegro mucho por ti Noa, se te ve muy feliz y si él consigue que lo seas es que es un gran hombre.

- Sergio también te hace feliz, puedo verlo en tus ojos..

- Demasiado feliz me hace este niñato…

- No llevas demasiado bien lo de la edad,  por lo que veo.

- la verdad es que me da  mucha rabia, pero es lo que hay. Un crío ha conseguido hacerme sentir segura, me ha dado cariño, me ha hecho más feliz y más fuerte. Increíble, lo sé, parece mentira que esté pillada por un niñato… ¡y encima le sea fiel! Es que no me lo creo.

- Te vas a volver una romántica…

- Bueno, a tanto no sé si llegaré.

- Todo se andará.

Estuve días pensando en esa conversación y en conseguir encontrar algo especial para regalarle a Sergio, algo que no hubiera hecho nunca, algo que fuera único… y no se me ocurría nada, así que hice algo poco normal en mí, le di a elegir. Estábamos en casa, Sergio estaba recogiendo la mesa y yo estaba fregando los platos y poniendo en orden la cocina, por fin habíamos quedado después de 8 días eternos sin vernos.

- Está bien Sergio, hoy voy a hacer algo que nunca he hecho.

- Miedo me das.

- Tranquilo, no te voy a morder. Simplemente quiero demostrarte lo mucho que me importas, y por ello voy a dejar que elijas lo que quieras… cualquier cosa que quieras hacer, sea sexual o no, cualquier sitio al que quieras ir, elije una cosa y la haremos. Y bueno, siéntete feliz, porque yo nunca he dejado que nadie eligiera por mí, así que eres la primera persona en el mundo (excepto Noa) a quién le regalo algo parecido a esto.

- ¿Lo que sea?

- Lo que sea.

- Está bien, tendré que pensármelo.

- Te doy un par de días eh, tampoco te voy a dejar una carta blanca para toda la vida.

- Está bien, no te preocupes. Dos días. Por cierto… ¿te gustaron los bombones? –dijo mientras me abrazaba desde atrás y besaba mi cuello, mientras yo intentaba fregar los platos-.

- ¿Cómo sabías qué me gustaban precisamente esos?

- Tengo mis fuentes.

- No me lo vas a decir, ¿verdad?

- Si lo hiciera, perdería toda la gracia.

- Ya… claro. Bueno, ¿qué vamos a hacer esta noche?

- ¿Qué te apetece hacer? ¿Quieres salir a bailar?

- ¡SÍ! Hace mucho que no salgo… ¿podemos pasarnos por el local de Miguel? Es un antiguo amigo, me ha dicho que ha cambiado el diseño y que esta semana tenían fiestas de espuma y cosas así… estará guay.

- Dónde tú quieras –dijo él besándome a modo de respuesta-.

- Gracias!!

Terminamos de hacer las cosas y me vestí. Cogí uno de mis vestidos cortos, era negro con escote de pico atado al cuello con unos tirantes bastante gruesos, una banda bajo el pecho y luego corte evasé. Me llegaba un poco por encima de la rodilla y dejaba casi toda la espalda al descubierto, me puse un corsé de encaje negro, con uno de mis tangas, las medias y los ligeros. Y como colofón, los zapatos negros de charol de aguja. Sergio sonrió a modo de respuesta medio frunciendo el ceño.

- Confío en ti, pero voy a tener que pasarme la noche espantando moscardones de tu alrededor, ¿no podrías haber elegido un conjunto menos provocativo?

- No… ¡vamos! Si me lo pongo para ti.

- Sí, para mí, y el resto de tios que habrá que en la fiesta.

Ambos nos reímos, aunque Sergio lo decía medio en broma, sabía que una parte de él iba a estar en tensión toda la noche, aunque agradecía enormemente que no tuviera ningún tipo de problema con mi personaldiad o mi forma de vestir. Él me aceptaba, y yo no iba a fallarle.

Fuimos con la moto hasta la fiesta, y como no, Sergio y yo entramos por la puerta VIP tranquilamente. Miguel se alegró muchísimo de verme y me presentó a un par de camareras nuevas. El local estaba genial, ahora tenía más color y más luz, estaba mejor repartido y mucho más moderno. ¡Había quedado genial! Había una cola espeluznante y estaba bastante lleno dentro. Empecé a bailar en el pódium mientras Sergio pedía algo de beber, aquello me estaba encantando. Al ir pasando las horas me fui encontrando con amigas, amigos, y viejos conocidos que me saludaban con una confianza típica que Sergio aguantó muy bien. Me sentía un poco mal por él, pero siempre me había relacionado con muchísima naturalidad con los chicos con los que me acostaba y ellos nunca habían tenido que lidiar con ningún “novio formal”. Aquello dejó parado a más de uno, aunque la mayoría me felicitaron.

Después de algunas caras largas, Sergio encontró su punto en esa fiesta y empezamos a pasarlo bien, aunque bueno, él también destacaba y tuve que espantar a más de una espabilada que intentaba acercarse demasiado a mi niño.

- Esa te está mirando de manera descarada…

- Lo sé, antes me ha tocado el culo cuando he ido hacia la barra. ¿qué? ¿Qué querías que hiciera, joder, yo no tengo la culpa?!

- Pues te giras y le dices, ¿pero qué haces?

- No vale la pena darle la satisfacción de reparar en ella, si paso de ellas, se cansan bastante antes, sólo van buscando una presa.

- Tienes práctica…

- ME he pasado años rehuyendo a las mujeres, aunque creas que soy un niño, llegué “puro” a estar contigo porque quise, no porque me faltaran ocasiones.

- La verdad, con este cuerpazo que tienes no lo dudo… Sergio… -él me miró a los ojos como respondiéndome y yo me puse juguetona- me estás poniendo mala con estos tejanos. Te hacen un culo… -él desvió la mirada quitándole importancia, así que me giré dándole la espalda y empecé a moverme sensualmente, colocando sus manos en mi cuerpo mientras me restregaba con suavidad-. Vamos… tú también lo deseas, no lo niegues… -me hice de rogar un ratito y después me acerqué a su oreja  muy despacio, mientras seguíamos bailando, viendo como tragaba medio nervioso- Sergio… ¿Quieres follarme?

- Alma, no creo que…

- Vamos, dímelo… ambos sabemos la respuesta, sólo hace falta que lo digas.

- Claro, claro que quiero… como no voy a querer contigo ahí, con ese vestido y se baile, y… ¡eh! ¿dónde me llevas?

Por fin la noche empezaba a parecerse en algo a mi antigua vida. Me acerqué a Miguel, sonreí de oreja a oreja y le guiñé el ojo, él entonces me dio una llave y me dijo: ¡pásalo bien! Yo agarré con fuerza su brazo y tiré de él hacia el baño privado del personal, que estaba detrás de la barra, justo al lado del almacén. Abrí la puerta, empujé a Sergio hacia adentro y cerré con llave una vez estuvimos ambos.

- Empieza la fiesta..

Sin pensármelo dos veces empecé a besarle con ansia, como si quisiera comérmelo y dejé que lamiera mi cuello y me agarrara del pelo casi con necesidad. Mientras seguía besándome desabroché el vestido dejando mis pechos libres y saqué casi con rabia su camiseta y la tiré en un lado de la habitación, nos miramos a los ojos y bajé mi mirada, como indicándole. Él no se hizo de rogar, empezó a lamer mis pezones como si estuviera hambriento y cada vez me sentía mas desesperada, me estaba mojando por momentos y el calor cada vez era peor.

- Ya no puedo más Sergio, no puedo más… llevo deseando esto desde aquella maldita mañana en que te fuiste sin despedirte… me dejas demasiados días sin sexo.

- Dios Alma, hace apenas 8 días que no lo hicimos…

- ¿APENAS? ¿TE PARECEN POCOS? ¡8 DÍAS! ¡8! ¿Sabes cuantos polvos echaba de media al mes, ¿lo sabes? Apenas, dice, apenas… -me había apartado de él, cabreada, herida, jodidamente caliente… queriendo matarlo y a la vez queriendo sentirle muy dentro.

- A mí también se me ha hecho eterno –dijo él mientras miraba mis ojos, rozando su nariz con la mía y sintiendo su aliento en mi piel, bien cerca- parece que si no te tengo en mis brazos, el día no es completo. Necesito oír tu voz, verte reír, acariciarte… necesito besarte y sentir este cuerpo junto al mío, y escucharte gemir y…

- ¡Cállate y fóllame Sergio! ¡Hazlo ya!

Su besó fue como una afirmación y me cogió en brazos, empotrada contra aquella puerta, mientras se resregaban nuestros cuerpos y aprisionaba mis pechos en sus manos… dios, como lo deseaba. Levantó la falda y metió sus dedos bajo mi tanga, clavándomelos en un segundo y haciéndome gemir, estaba presa de aquellas manos y no quería parar. Cuando estaba a punto de alcanzar el orgasmo paró, y besó suavemente mi cuello dejándome de nuevo en el suelo y dejando medio metro entre nosotros.

- Aún no…

Yo lo miré sonriente, era un capullo, pero me gustaba que lo fuera. Dirigí mis manos al tejano, abrí el cinturón y desabotoné el pantalón, abriendo lo justo para coger aquello que quería. Ya estaba caliente, duro y largo, esperándome. Me puse de rodillas en el suelo y empecé a chupársela con ansia, tenía ganas de tener ese sabor en mi boca, de nuevo, de hacerle gritar como la última vez, de verle suspirar, de notar los músculos contrayéndose por los movimientos de mi lengua… aquello era la gloria.

- Te gusta?  -Sergio me miró, mientras suspiraba- Vamos, dímelo, ¿te gusta como te la chupo? ¿Quieres que pare?

- No, no pares… me encanta como… como lo haces. Tienes una boca… ah… y tu lengua…

- Quiero que te corras –sorbí de nuevo el capullo y la metí casi entera, un par de veces- quiero que te corras en mi boca, quiero tu leche, la quiero.

- Alma yo…

- Córrete en mi boca, vamos… -volví a meterla en mi boca y aunque hizo intención de pararme en dos ocasiones yo no paré, seguí comiéndomela, con ansia, sin pensar… hasta que terminó en mi boca, agarrándose a ambos lados de mi pantalón y conteniendo la respiración. Acabó sentándose en el wáter, suspirando, mirándome sin decir nada.

Yo me acerqué a él, y me senté encima, besé su cuello y los pezones y llevé su boca a los míos, y bajé sus manos a mi cuerpo. Quité mi tanga para hacerlo todo más fácil y me dejé tocar y lamer un buen rato. Dirigí mi mano de nuevo a su miembro y cuando volvió a estar dura, me restregué con suavidad contra él y la metí por completo en mi interior.

- Como deseaba esto…

Él asintió y me besó con interés, dejándome casi sin aliento, me movía sobre él, llevando las riendas de un sexo demasiado calmado para mi gusto. Así que me levanté y me apoyé en la puerta, mirando hacia ella, levantando el culo ligeramente y mirándole de reojo.

- Fóllame Sergio, vamos… ¡métemela!

Él se levantó y vino, abrazándome desde atrás. Besó mi cuello y apoyo sus manos en mis pechos, como si fueran cuencas que hicieran la forma perfecta para ellos, luego bajó su mano hasta el punto justo y estuvo acariciándolo mientras se restregaba contra mí.

- La quiero dentro…

- Aún no…

Siguió acariciando mi humedad hasta que empecé a estremecerme y mientras aumentaba el ritmo para provocarme el primer orgasmo, justo en la cumbre de ese primer éxtasis, me la clavo desde atrás haciéndome gemir. Aquello había estado fabulosamente bien. Sergio era muy pero muy bueno. Una vez dentro y desde atrás, él aumentó el ritmo y empezó a clavármela con embestidas rápidas pero profundas, mientras mordía mi oreja o agarraba mis pechos. Después de unos minutos me cogió y me hizo sentar en la cisterna del wáter, mientras se acercaba, subió un poco mi culo y me penetró, llegando muy adentro, haciéndome gritar. Ahora le tenía enfrente, podía ver sus caras y los ojos, y ese cuerpo… y le sentía muy pero que muy cerca. Estaba disfrutando de lo lindo, y él también.

- ¿No quieres follarme el culito Sergio? ¿Quieres acabar en él?

- ¿Quieres hacerlo?

- Me encantaría que me follaras el culo Sergio, lo estoy deseando…

Aunque parecía contrariado, no dudó mucho. Nos separamos y me giré, apoyándome en aquel wáter pero dándole la espalda. Él empezó tocándome y pasando mi humedad a mi culito, lubricándolo, primero metió un dedo y luego otro, haciéndome gemir.

- Sergio hazlo, lo estoy deseando…

- Está bien.

La metió primero en mi vagina y después, una vez bien lubricada, empezó a introducirla en mi culito, poquito a poco, con suavidad, como si fuera la primera vez. Cedía con suma facilidad, aunque hacía días que no lo usaba, tenía el culo gastado, como solía decirme alguno de mis amigos. Igualmente Sergio no parecía del todo seguro, así que tuve que moverme yo.

- Sergio fóllame, no es mi primera vez y es algo que me gusta, no tengas miedo…

- No quiero hacerte daño.

- No lo harás, simplemente muévete, vamos… ¡dame más fuerte!

Él empezó a moverse y yo empecé a gemir, supongo que aquello le dio valor porque aceleró el ritmo con suma facilidad y yo empecé a correrme en unos minutos. Me encantaba que me penetraran por ahí, era devoción, sentía cosas que no sentía de otra manera y aún miedoso, Sergio también parecía disfrutarlo, ahora ya mucho más a gusto mantenía un ritmo más que rápido con lo que me estaba dando el tercer orgasmo de la noche. Yo empecé a tocarme cuando él empezó a medio suspirar y entre oleadas de placer y gemidos,

- Sergio, córrete, vamos córrete dentro.

Le sentí, completamente y me encantó. Era un sexo sucio, quizá brusco o “guarro” pero a mí me gustaba, y a él parecía gustarle también. No me sentía menos por hacer aquello, ni tampoco le quería menos por eso. Era parte de mí, y esperaba que Sergio lo aceptara.

- Estuviste genial…

- No me hagas esto a menudo, por favor.

Yo sonreí, le veía la cara de preocupación y me moría de la risa.

- Tranquilo Sergio te acostumbrarás.

- No quiero acostumbrarme.

- Que me folles “rudamente” no significa que me quieras menos, así que haz el favor de cambiar esa cara y vístete bien. Tenemos que volver a la fiesta…

- Está bien.

Estuvo un buen rato sin decir mucho, y me costó un poco convencer a Sergio de que aquello era normal, pero bueno, lo mejor fue lo bien que lo pasamos y lo muchísimo que disfruté. Espero que no me haga esperar tantos días la próxima vez.

Mas de neus

Me llamaste princesa

Adam y Noa - (13) No es oro todo lo que reluce

El futbol y el amor (6)

Jodido guitarrista 4

Jodido guitarrista 3

Jodido guitarrista 2

Jodido guitarrista

Conociendo a mi nuevo hermano (9)

El futbol y el amor (5)

El futbol y el amor (4)

El futbol y el amor (3)

El futbol y el amor

El futbol y el amor (2)

Conociendo a mi nuevo hermano (8)

Adam y Noa - Primera vez (2)

Adam y Noa - Primera vez

Alma conoce a Sergio

Conociendo a mi nuevo hermano (7)

Alma y Sergio - Evolución sexual

Conociendo a mi nuevo hermano (6)

Conociendo a mi nuevo hermano (5)

Conociendo a mi nuevo hermano (4)

Adam y Noa (12) - Ninfomanía

Conociendo a mi nuevo hermano (3)

Conociendo a mi nuevo hermano (2)

Adam y Noa (11) - Eres una fierecilla

Conociendo a mi nuevo hermano

Adam y Noa (10) Reencuentro tras los exámenes

Adam y Noa (9) Atada a mí

Adam y Noa (8) - Confesiones y fantasías

Adam y Noa - Su fin de semana

Alma y Sergio (4)

Adam y Noa (6) - El jacuzzi

El reencuentro de Noa y Adam

Alma y Sergio (3)

Alma y Sergio (2)

Alma y Alex - Alma y su primera gran fiesta (5)

Alma y Sergio

Adam, ¿sí o no?

Noa y sus experiencias sexuales

Adam y sus días sin Noa

Noa conoce a Alex

Demasiados días sin Adam

Adam cambió completamente mi vida (2)

Adam cambió completamente mi vida

Adam y Noa

Los polvos de Alma

Él y sus dedos

Alma y su primera gran fiesta (4)

No dejes de mirarme 4

No dejes de mirarme 3

No dejes de mirarme 2

No dejes de mirarme 1

Alma y su primera gran fiesta (3)

Alma y su primera gran fiesta (2)

Alma y su primera gran fiesta (1)

Los principios de Alma

Alma y Noa