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Alma y Sergio (3)

en Hetero: General

Éste es el tercer relato de una historia de pareja -Alma y Sergio- por lo que recomiendo que leáis los otros dos primero para entender bien el relato y no pder información, y para un entendimiento más completo os animo a que leáis todos los relatos de la saga de Alma, que hay unos cuantos. Los de Noa van en otro camino, aunque no están nada mal, para que mentir. Gracias por leerme :)

Bueno, en este relato, hago un pequeño guiño a mi realidad... Daniel, cuando leas esto, sí he usado tu nombre, el de tu hermano y tu mami para crear esta familia y a ver si pillas la gracia del guiño en su totalidad. Gracias por leer esto, es muy importante para mí, te quiero un montón! :)

******************************************************

Después de tontear un rato, oímos como la madre de Sergio llamaba a la puerta y nos decía que la cena estaba lista, Dani, su hermano mayor estaba poniendo la mesa cuando ambos bajamos y por la sonrisa tonta que tenía en la cara pude suponer que sabía perfectamente qué habíamos hecho en ese cuarto durante la hora que habíamos estado metidos en él. Joder, ¡qué narices estaba haciendo ahí! Me acerqué a su madre, Antonia aunque la llamaban Toni, y le ayudé a llevar las cosas y a servir la comida, la verdad es que Sergio tenía una sonrisa radiante y su madre era la mar de agradable. Nos sentamos todos y empezó una larga pero tranquila conversación.

- ¿Y qué Alma qué estás estudiando?

- La verdad es que ahora mismo no estudio, acabé mis estudios de diseño e hice un máster y bueno, como mi padre tiene una empresa y tal me dedico a crear interiores para las nuevas sucursales y eso. Y además, por mi cuenta, hago diseños de interiores para particulares, ya sea una casa entera o una habitación, a precios más que asequibles para ganarme un dinero extra y darme a conocer. El día de mañana me gustaría trabajar en mi propia empresa y poder mandar a mi padre a la mierda –vi la cara sorprendida de Toni y me sentí fatal-. Quiero decir… lo siento, es que no me gusta pensar que soy una mantenida, además la relación con mi padre es muy mala así que, cuanto antes corte los lazos casi mejor.

- ¿Se separaron tus padres o algo así?

- No, que va Dani, mis padres son la “pareja ideal”. Ya sabes, siempre están juntos y van a todas las fiestas, salen en revistas y dan consejos de cómo hacer que un matrimonio dure mil años, pero en verdad son unos hipócritas. Mi madre tiene un amante casi de toda la vida y mi padre, bueno, no lo sé a ciencia cierta pero yo creo que le van los tíos, es un gilipollas la verdad.

Podía notar cierta tristeza en sus rostros y me sentí bastante mal al darme cuenta de lo que estaba diciendo, joder, ellos habían perdido a un padre y ella a un marido, ¡ellos eran una familia y se había roto! No había justicia en el mundo.

- Lo siento, pero… es que mi familia es un desastre. Sé que lo vuestro ha sido duro, bueno no lo sé pero lo supongo y es una mierda, es totalmente injusto, seguro que si mi padre hubiera muerto mi vida tampoco habría cambiado demasiado, mi madre quizá se hubiera alegrado y todo…

- Vamos Alma, no digas eso, aunque no seáis la familia perfecta ellos deben quererse, si ambos siguen juntos por algo será.

- Sí, por el dinero, no sabes tú lo que les gusta a los dos la pasta y la posición social que han conseguido uniéndose. ¿Amor? Ellos no saben lo que es. A mí me habría encantado tener una familia como esta, una casa así, una infancia así… joder, todo habría sido tan pero tan diferente.

- No creo que te gustara mi vida…

- Yo… no quería decir que…

- No, no te disculpes –Sergio tragó saliva y cogió aire- es normal, veo en tus ojos la rabia, veo sinceramente que te gustaría esto, pero… a cada uno le toca lo suyo, yo no creo que prefiriera tu lugar pero te puedo asegurar que tenerlo todo y ser completamente feliz y que en un momento el destino te lo arrebate, no es plato de buen gusto.

- Lo siento.

- No importa.

Hubo un silencio un poco incómodo que Dani remedió en seguida.

- ¿Y bueno fiera, cómo conociste a esta belleza? ¿Qué tuviste qué hacer?

- Bueno… -ambos nos miramos, yo no sabía qué decir- en verdad ella me entró, creo que se no pude resistirse a mí, con mi belleza y mi carisma.

- Sí, seguro que fue eso –dijo Dani descojonándose, entonces se acercó a mí susurrando y agregó- por favor, dime que te pagaron sus amigos para que te lo tiraras.

Yo me moría de la risa… joder, esa escena era buenísima. Su madre empezó a reírse, obviamente todos habíamos oído ese comentario y Sergio amenazaba con lanzarle un bol de patatas si no retiraba lo dicho. Era una familia, con todas las letras.

- No… la verdad es que lo elegí entre muchos de los de la discoteca porque me parecía diferente, además no puedo mentir, es muy guapo.

- Es igual que su padre… sabes Alma, mi marido era el hombre más guapo que he visto jamás, ojalá lo hubieras conocido, a él le habrías encantado. ¿Sabes? Siempre quiso tener una hija, pero mira, nos tocaron estos dos… ¡qué le vamos a hacer!

- ¡Mamá, no pongas cara cómo que te tocó el premio de consolación…!

- ¡Bien dicho Ser! ¡Cuántas quisieran dos santos como nosotros por hijos!

- ¡Madre mía las que me habéis hecho pasar! ¿Dos santos? Más quisiera yo…

- ¡Ay mamá! ¡No te pongas melodramática! En verdad la encanta hacerse la mártir, pero hemos sido unos hijos muy buenos y obedientes.

- Sobretodo tú Daniel, sobretodo tú.

- Bueno… tuve mi época rebelde, pero nada… ya me he vuelto a encarrilar.

- ¡Y menos mal! Porque sino… me habría dado algo.

- ¿Qué te pasó?

- Pues lo típico… descuidé mis estudios, me drogué, bebía, hacía el gilipollas vamos, lo que hace la gente joven.

- Yo no he hecho eso –dijo Sergio la mar de orgulloso-.

- Porque tú eres idiota… -contestaba su hermano haciéndole burla-. Y tú Alma, ¿te has drogado, has bebido?

- Bueno… mis desfases han ido más en otros sentidos, pero sí, también he tenido algunos momentos en mi vida en que me he salido del camino con drogas, alcohol y alguna que otra locura.

- ¿En serio? ¿Cómo qué? –Preguntó Sergio interesado-.

- Bueno, cuando cumplí 17 me cabreé un día con mis padres, estaba harta de muchas cosas, así que como tenemos mucha pasta cogí un par de cosas, la visa y me fui con dos tíos a Ibiza casi un mes… Pensé que mis padres me bloquearían la cuenta y descubriendo dónde estaba me vendrían a buscar, me echarían una bronca bestial o algo así, pero no hicieron nada de eso. Cuando me cansé de hacerme la rebelde y volví a casa mi padre me dijo: ¿Has tenido suficiente? Yo lo miré asqueada, cabreada, pero sobretodo entristecida y no contesté. Él me siguió hasta mi cuarto y me soltó un discursito muy mono, después me dijo que le había decepcionado mucho y que las cosas ya nunca volverían a ser como antes. Desde entonces mi padre sólo me habla cuando es necesario y, a veces, ni eso.

- ¿Y tu madre?

- Cuando me vio me dio una torta y me dijo: “Podrías haber llamado”, luego me miró y añadió “no siempre tendrás a tus papis detrás para cubrirte, así que madura de una vez o la vida te acabará dando un golpe del que no te recuperarás”. Y poco más, nunca saca el tema y a veces cuando no autoriza mi manera de ser o de vivir me dice algo en plan “algún día tendrás lo que te mereces, no me extrañaría encontrarte en una esquina un día de éstos, espero que al menos te vendas cara”.

Creo que la cara de los tres no se puede describir, la verdad es que me costó menos de lo que pensaba contarles algunas de mis experiencias y me sentí mucho más tranquila después de hablar, pero supe que les había dejado con el estómago revuelto nada más acabar de pronunciar mi última palabra.

- Es una pena que tengas que haber vivido eso…

- Tengo una amiga que es mucho peor… bueno su madre es una santa, la verdad, y ella la quiere con locura, pero su padre… ¡joder es un maldito hijo de puta! Las maltrató durante más de diez años y Noa no tiene casi ningún buen recuerdo de su padre, ahora que tampoco me extraña demasiado… era un cerdo sin sentimientos.

- Gente así no debería tener hijos –dijo Sergio muy serio-.

- Ya, y gente como tu padre no debería tener cáncer, pero la vida no es justa.

- Eso ha quedado muy claro.

La cena fue increíble, por primera vez me sentí bien con una familia y les tuve muchísima envidia, entendí porque Sergio era como era y de dónde había sacado esa sonrisa, esos modales o esos ideales. Me alegraba por él. Cuando acabamos de cenar nos fuimos los tres al cuarto de Sergio y Dani empezó a preguntar otro tipo de cosas…

- ¿Y qué tal mi hermanito, estuvo bien?

- No me puedo quejar.

- ¡Sólo eso!

Me sonreí por dentro, acababa de herir en su orgullo masculino a Sergio y me miraba desafiante con ganas de demostrarme lo equivocada que estaba.

- A ver, teniendo en cuenta que era su primera vez y que estando con una pedazo de mujer como yo cualquiera tiene nervios, pues a ver, de los mejores que he tenido en mi vida. Eso sí, comparándolo en general con mi experiencia sexual, no estuvo mal.

- Ya… bueno hermanito, siéntete orgulloso de tener esa puntuación de esta diosa sexual…

- ¿Diosa sexual?

- Bueno, yo sé quién eres… eres Alma, la tigresa, la amiga de Alex y Diana, siempre estás en todas las fiestas del club, alguna vez has bailado y en días de mucho, mucho trabajo ayudas de camarera o en la puerta. Te gustan los rollos de una noche y no das nunca tu teléfono o dirección, nunca llevas a los tíos a tu casa y no te gusta el romanticismo, ni los besos, ni esas mierdas. Follas como los ángeles y conseguir una noche contigo es como que te den un Oscar.

- Me parece que te equivocas Dani, ella no es…

- Esa soy yo –dije interrumpiéndole- encantada.

- La fama te precede.

- Lo sé, me ha costado muchos años ganarme ese estatus…

- Pero Alma…

- Ya, ya lo sé Sergio, ahora hablamos…

Seguimos hablando con Dani un buen rato hasta que picaron al timbre y Toni se asomó para recordarle que su novia acababa de llegar.

- ¿Ya ha llegado Zar?

- Estoy aquí feo.

Dani se levantó y se fue medio corriendo al comedor, llegó llevando en brazos a una chica de pelo largo, castaño claro, con ojos grandes y de color miel. Tenía una gran sonrisa en la cara y se notaba mucha complicidad entre ellos, entonces Dani la dejó en el suelo y la abrazó desde atrás mientras nos miraba.

- Preciosidad, esta es Alma, la futura novia de mi hermano.

- ¡Hola! Azahara, encantada.

- Igualmente.

- ¡Joder Sergio, vaya bombón!

Sergio se puso a reír y se acercó a “la cuñada” y le dio un beso cariñoso, entonces le dijo algo en el oído y Azahara sonrió un poco sonrojada, pero no dijo nada.

- Bueno Daniel, ¿quieres que nos quedemos o nos vamos?

- ¿En tu casa hay alguien?

- Sabes que sí, mi madre siempre está en casa.

- Pues dile que nos deje de vez en cuando un poco de espacio… necesitamos un rincón para hacer guarradas con mucha urgencia.

- ¡Dani! No me jodas, ni que te pudieras quejar tú de eso, anda…

Me pareció una pareja de lo más divertida, no sé, eran el tipo de pareja que a mí personalmente me hubiera gustado tener con… bueno, daba igual, que me hubiera gustado tener. Complicidad, entendimiento, bromas… se veían muy bien.

- Creo que tu hermano quiere tiempo a solas con ella…

- Cualquiera querría tiempo a solas con ella…

Azahara lo miró tranquila y sonrió sin inmutarse.

- Ya sabes que te he dicho muchas veces que sí quieres tirarte a otras sólo tienes que decírmelo, yo no voy a rogar por ti… eso sí, lo sabes, o ellas o yo.

- ¡Yo no quiero a otras! ¡Es que me muero de ganas de conseguir que algún día tengas un ataque de celos, aunque sea pequeñito! Es que ni te inmutas… yo me moriría de celos si tu dijeras según que cosas, y tú simplemente contestas eso…

Ella se reía mientras lo miraba y él no sabía qué decir.

- Sabes que te quiero y en el fondo sé que me quieres, sólo a mí, ¿por qué tendría que ponerme celosa?

- No sé… me haría gracia verte así.

- No creo que lo consigas…

- Lo sé, es tiempo perdido…

- Bueno guapos, mejor os dejamos a solas y no molestamos, que me parece que ya os hemos robado demasiado tiempo.

- Sí, me la llevo que hace demasiadas horas que no la he visto desnuda…

- ¡Dani! No necesitan saber esa información.

- Sí, creo que habría sido capaz de seguir respirando sin saber eso.

- ¡Ay hermanito, cómo eres! Bueno, lo que decía, que me voy a darle un mejor uso a esta lengua mía, nos vemos.

- ¡Dani! Bueno, encantada de haberte conocido, ¡hasta otra! –me dio dos besos y se encaminaron hacia la puerta mientras seguían conversando-. ¿Entonces qué? ¿Nos quedamos aquí?

- Podemos ir a mi cuarto a guarrear en silencio o… irnos debajo de un puente.

- El puente suena poco romántico…

- En verdad lo que pasa es que te pone hacerlo en mi cuarto con mi madre en el sofá y esos dos en la habitación de al lado.

Se les oyó reír pero la conversación ya no se entendía bien, así que Sergio y yo nos quedamos por fin a solas para acabar lo que habíamos empezado. Yo me acerqué para besarle pero parecía que él tenía preguntas por hacer.

- ¿Es verdad que eres esa Alma?

- Sí, es verdad.

- Pero…

- Tú eres diferente.

- ¿Por qué?

- ¿Sinceramente? –Él asintió-. Cuando lo sepa, serás el primero a quien se lo cuente. Mientras, creo que teníamos algo pendiente.

- Creo que sí…

El beso fue tan candente que creo que me humedecí sólo con eso, ahora también es verdad que yo tampoco necesito mil florituras para calentarme, soy más bien de incendio fácil que me decía mi primer novio.

- ¿Estás preparado?

Sergio me miró un poco contrariado, yo me arrodillé en el suelo y me quedé a la altura perfecta, la verdad es que me había buscado a un chico con la medida específica para mí, así que era maravilloso. Desabroché el pantalón y metí ambas manos, estaba caliente, eso no se podía dudar, pero no lo suficiente, así que masajeé tranquilamente hasta que aumentó lo suficiente en tamaño y en dureza como para que se mantuviera sola. Entonces dejé mis manos a un lado para seguir con mi boca. Insté a Sergio a que se pusiera al borde de la cama y cuando estuvo sentado continué, él intentaba respirar y se aferraba con mucha intensidad a la sábana. Yo me sonreía y seguí, implacable, quería demostrarle hasta que punto llegaba mi destreza y no tuve que hacer mucho más, en menos de lo que pensaba Sergio había terminado en mi boca no sin antes haber tenido que morderse los labios para no gemir. ¡Joder, qué buena soy! Cuando recobró la compostura, Sergio me miró preocupado.

- ¿Estás bien? No te he avisado de que…

- A estas alturas sé perfectamente cuando sí y cuando no, así que no te preocupes.

- Pero no te molesta que…

- No, la verdad es que me gusta.

- ¿Te gusta?

- ¿Qué, pensabas que era algo de pelis porno o qué?

- Pues algo así…

- Bueno, no te diré que a todas las tías les gusta porque es mentira, pero a algunas sí nos gusta, y puedes decir que soy una guarra por eso, la verdad es que me he ganado el calificativo con los años y me vanaglorio mucho de eso.

- Tienes un concepto de ti un poco desastroso, ¿no crees?

- ¿Un concepto un poco desastroso? No, Sergio, para nada. Lo que soy es realista. En esta mierda de mundo machista de los cojones, las chicas que aprovechamos nuestra sexualidad al máximo y lo hacemos absolutamente todo en la cama, tenemos un nombre muy claro: guarra. O si quieres alguno de sus sinónimos: putilla, zorra, cerda… me da igual, pero ante la sociedad es lo que soy, es lo que me he ganado a pulso en diez años. No me importa, sé perfectamente lo que he hecho y no me arrepiento de ello…

- No creo que disfrutar de tu sexualidad sea motivo para que…

- No es sólo eso, si fuera sólo eso aún. Lo que ocurre es que disfruto de mi sexualidad con todo aquel o aquella que quiera, cuando quiera y dónde quiera. Nunca repito, nunca llamo, sólo quiero sexo y en esta sociedad eso no puede hacerse.

- No creo que seas así.

- Bueno, lo tuyo es diferente, pero no te engañes… yo soy así.

- ¿De verdad lo haces porque es lo que quieres para ti, o lo haces porque es lo más fácil?

- Sergio, por favor, si quieres que esto funcione, sea lo que sea lo que tenemos o lo que intentamos tener, no me psicoanalices.

- Sólo quiero entenderte…

- Pues entonces entiende que soy así y que lo hago porque quiero, mis otras razones son sólo mías, quizá algún día sea capaz de comprenderme y tenga valor para sincerarme contigo, hasta entonces prefiero no seguir hablando de esto.

- Como quieras.

- Gracias.

De repente se oyó un gemido ahogado a través de la pared y la risa estalló entre nosotros, creo que Azahara lo estaba disfrutando bastante.

- Siempre son así.

- ¿Lo hacen a menudo?

- A mi hermano le gusta hacerlo aquí con ella, le pone que yo o mi madre podamos oírlos o pillarlos en cualquier momento, porque además sabe que Azahara siente mucha vergüenza cuando lo hacen aquí y tiene la sartén por el mango.

- A parte que sabe que ni tú ni tu madre lo vais a interrumpir.

- Obviamente, todos sabemos qué hacen o dejan de hacer en ese cuarto.

- Se ven muy bien.

- Sí, la verdad es que ahora están muy bien…

- ¿Ahora?

- Bueno su historia es muy larga, como para escribir un libro, ¿sabes? Ellos se conocen desde los doce años y han pasado muchas cosas. En la época rebelde de mi hermano se distanciaron y luego con la universidad no se veían casi, hasta que un día, zas, no sé que pasó que empezaron a quedar, a verse, y en menos de nada empezaron a salir. Desde entonces, hará ya tres años que van en serio.

- ¡Joder! Tres años, está genial…

- Hacen muy buena pareja, se entienden y piensan muy parecido, ella racionaliza su parte loca y él enciende su parte tranquila, la verdad es que se complementan perfectamente. Además ella tuvo una infancia jodida y él la cuida mucho, aunque parezca gilipollas mi hermano tiene un corazón enorme y no lo reconoce mucho, pero está muy enamorado de ella, o eso creo.

- Yo creo que la quiere, la mira con unos ojos…

- ¿Sí, verdad? Es lo que yo digo, se ve en sus ojos que es en serio.

- ¿Y ella?

- ¿Azahara? Al principio no estaba muy convencido, veía que ella después de muchos años no confiaba en él y que estaba como probándose a sí misma o algo así, pero con los días, creo que mi hermano volvió a enamorarla y con lo de mi padre Azahara nos ayudó tanto. Es una maravilla de chica, tiene las cosas muy claras y es muy cariñosa, creo que esa parte tierna e inocente de ella vuelve loco a mi hermano, pero a la vez saca su mejor cara y su lado romántico, que es bastante reticente a mostrarlo.

- Se ven genial juntos…

- Ojalá duren, me gusta ver a mi hermano feliz.

- ¿Y tú?

- ¿Yo?

- ¿Eres feliz?

- No me quejo… sigo esperando a alguien como ella.

- ¿Alguien como Azahara?

- Sí, alguien que me complemente como hace ella con mi hermano. No alguien como ella en el sentido estricto, sino alguien que pueda hacer lo que ella hace con mi hermano, encontrar a alguien que me haga realmente feliz…

- Yo no sé si puedo hacerte feliz Sergio.

- Si no lo intentamos, no creo que lo sepamos nunca.

- Sabes que estoy acojonada con ir en serio, ¿verdad?

- Lo sé, yo también lo estoy, pero voy a demostrarte que valgo la pena.

- Voy a darte una oportunidad en serio Sergio, pero… no me hagas daño, por favor –estaba llorando, ¡joder no! ¿Por qué lloras idiota?-.

- Alma, ¿qué pasó?

- Yo… estaba muy enamorada, en verdad empecé a ser así pensando que él nunca iba a quererme, pero se me declaró y juramos que lo intentaríamos juntos, que pondríamos de nuestra parte e iríamos contra el mundo si hacía falta. Nos íbamos a jugar por nuestro amor, yo estaba convencida de ello, le quería más que nadie, habría muerto por él. Entonces estuvimos una temporada viviendo juntos, creando una vida, pensando en un futuro en común y me sentía tan feliz. Yo quería que él se lo contara a la familia, habíamos acordado que lo haríamos público en marzo, en el cumpleaños de mi abuela, y cuando llegó ese día yo estaba radiante, por fin lo había conseguido… y entonces, surgió otra noticia, un regalo inesperado: estaba embarazada.

Sergio empalideció y yo sentí un enorme vacío en mi interior que me arrastraba, una pena me embargó y se me quebraba la voz, pero seguí hablando, no quería parar, por primera vez iba a contarle mi enorme secreto a alguien.

- ¿Embarazada?

- Sí, estaba embarazada de la persona que quería, me sentía feliz, era joven pero podía tener al niño, podíamos tenerlo. Aparcaría mis estudios y formaríamos una familia, después volvería a estudiar y sacaría adelante mi empresa y seríamos una familia perfecta, una familia como la que yo nunca tuve. Era mi niño… pero, las cosas no salieron como yo quería. En la comida de mi abuela, él anunció una noticia, anunció que se prometía con el amor de su vida, anunció que se iba a casar por todo lo alto en seis meses y que nunca había sido tan feliz, y así nos presentó a todos a Blanca, su futura esposa. Yo entonces, quería morirme. Recuerdo que no dije nada, absolutamente nada, cuando acabó la comida él quería hablar conmigo, explicármelo y todo eso, pero no quise saber nada, no quise oírle. Tengo que reconocer que pensé en tirarme por la ventana o algo así, pero no valía la pena. Me fui a casa de mi tia Fina, una buena mujer, y pensaba quedarme allí a tener a mi niño, criarlo, cuidarlo… aunque su padre no me quisiera, yo quería a ese niño, era un bebé tenido a conciencia, con amor, como un regalo inesperado. Pero no me dejaron, mi madre se enteró y el escándalo podía poner en riesgo el buen nombre de la familia, así que me obligaron a abortar y me encerraron seis meses en un psiquiátrico para que meditara y me recompusiera. Fueron los peores meses de mi vida. Cuando salí, era otra, me había convertido en una zorra insensible y fría a la que no le importaba nada, ni nadie. Desde entonces no he llorado, ni sentido nada, desde entonces era una jodida amargada vagando por el mundo… hasta que te encontré. Cuando te preocupaste por mí sentir despedazarse mi coraza, era como si ya no pudiera aguantar más con esta máscara y me derrumbé, no quería estar sola, nunca más, no quería perder la oportunidad de ser feliz… pero a la vez, me recordaste tantas cosas, tantas lágrimas… él también me quería, también me prometía la luna y me cuidaba como tú, era perfecto, era ideal, pero la escogió a ella.

- No sé qué decir… es tan duro, ¡joder! A tu hijo… ¡Dios soy un niñato! –Sergio me abrazó y me sentí protegida, aunque la enorme diferencia fue al acabar de hablar y mirar sus ojos, un enorme peso se desvaneció de mi alma, quizá en ese momento había avanzado un paso más hacia la cura de mis heridas-. Ese gilipollas es un insensato cabrón que cometió el mayor error de su vida, y tu familia… no sé qué decir, creo que tomaron la decisión equivocada. ¿Aunque, por qué tu novio eligió TU reunión familiar para anunciar su compromiso?

- Alex es mi primo, mi familia y la suya son la misma.

- ¿Tu primo?

- Sí, lo sé, es raro… pero le quería y creía que él a mí también…

- Debió ser horrible para ti, ojalá pudiera hacer algo para remediarlo…

- ¿Crees que tu madre dejará que vengas a dormirte a mi casa? –dije intentando sacar una sonrisa de algún sitio-.

- Mejor será que te quedes aquí a dormir.

- ¿Aquí? ¿Crees que nos dejará?

- Deja que Azahara se quede aquí a dormir, ¿Por qué tú ibas a ser diferente?

- Porque ésta es la segunda vez que nos vemos, ¿no te parece suficiente razón? Joder Sergio, tengo la sensación de que corremos demasiado, es…

- Somos diferentes, mientras seamos sinceros y consecuentes con nuestras decisiones y pensamientos todo estará bien.

- ¿En serio me dices que tienes 18 años? Joder, ya me gustaría a mí que la mitad de los de mi edad fueran algo parecidos a ti… ¿cómo has madurado tan rápido?

- Supongo que perder a mi padre me hizo crecer de golpe…

- Puede que fuera eso, ojalá fuera por otra cosa más alegre…

- Siempre he pensado que todo lo que nos ocurre nos forma tal cual somos, así que en parte la muerte de mi padre ha servido para algo, así que… sé que al menos él estaría muy orgulloso de mí. Y como ha dicho mi madre, le habrías encantado.

Yo sonreí y me abracé a él. Aquella noche nos quedamos dormidos entre los gemidos ahogados de Azahara y las risas de Dani, ¡joder aquellos dos se lo pasaban muy bien! Aunque no tuve nada de ganas de seguirles el juego, no quería sexo esa noche, quería estar abrazada a Sergio y sentirme segura, quería aprovechar ese momento y tener la fantasía de que con él sería feliz, de que formaríamos una historia juntos. Aunque mil dudas atacaban mi cabeza y un miedo atroz al fracaso se escondía en todas partes.

- Buenas noches preciosa…

- Buenas noches Sergio.

- Me encanta estar contigo, no voy a soltarte, ¿vale? Puedes quedarte aquí acurrucada el resto de nuestra vida…

- Eres un amor.

- Tú te mereces mucho más…

Un beso cálido y dulce selló aquella noche, y cuando nuestros compañeros de habitación dejaron de provocar ruido, nos acabamos durmiendo. Había sido un día muy duro y sin duda quedaría en nuestra memoria, ahora había que seguir dando pasos en nuestra relación y en nuestra vida, siempre hacia delante. ¿Y ahora qué?

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