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Conociendo a mi nuevo hermano (5)

en Amor filial

A todos, absolutamente a todos los que leéis lo que escribo, gracias, gracias de corazón. Y a los que comentáis, sean cuales sean los comentarios, de verdad que me alegráis la vida. Cierto es que gustan más los positivos, pero igualmente es de agradecer que “perdáis” el tiempo leyendo y comentando lo que escribo.

 

Es verdad que quiero ser una escritora real, publicar mis libros y conseguir emocionar a alguien, conseguir que alguna persona se sienta más feliz por tener uno de mis libros entre sus manos, con eso me basta, no necesito ser rica ni mundialmente famosa. Y por eso, pues realmente me anima mucho ver qué a tanta gente le gusta lo que escribo.

 

Quiero aclarar que no soy machista en absoluto, al contrario, además lucho bastante contra este tipo de comentarios o facetas de la vida diaria. Pero como muy bien explica Isabel en el relato (no deja de ser una de mis personalidades), ella no va a rebajarse a tener sexo con otro por venganza. Ella concibe el sexo dentro de una pareja en la que haya sentimientos mutuos y no va a acostarse con otro para "joder" a Fran. Eso sería romper sus principios y romperse a sí misma.

En cuanto a los papeles masculinos, eso depende. Los que seguís mi “paso” por esta web, sabéis muy bien que Adam ha tenido una vida sexual muy extensa, al igual que Fran, pero le es completamente fiel a Noa. Sergio y Albert eran vírgenes y perdieron la virginidad con sus respectivas parejas, y no les fueron infieles ni nada parecido. Considero que cada personaje tiene su historia y sin ella no podrían desencadenarse los hechos del mismo modo. Por ejemplo, la persona más sexual, infiel y “loca” de todos mis personajes, es precisamente una mujer, pero considero que ésa es su historia; con cada uno de ellos hay un mundo específico que tiene que cuadrar, de ahí algunas reacciones o hechos.

Fran es un chico problemático, de la calle, perdió la virginidad joven –como ya os contaré en los próximos relatos- y al igual que Alma, se ha refugiado en el sexo para sentirse querido, para alejarse de la “mierda” que le daba la vida. Esa vida es la que conoce y es la única venganza que es capaz de hacer, no sería realista que Fran se mantuviera “célibe” al conocer a Isa porque no es ése su carácter ni su vida, aunque no esté bien y no estoy nada de acuerdo con ello, se podría decir que es parte de “su historia”. Y bueno, Isa no debería culparse, obviamente ella no tiene la culpa, pero es su carácter –yo también soy así, por desgracia-. Os prometo que poco a poco iréis viendo la personalidad de ambos, su pasado y como esta relación les cambia totalmente, tanto su vida como su manera de vivirla.

Gracias.

***

En el anterior capítulo:

- Será mejor que te vayas a la cama… -dijo él con un beso fugaz- buenas noches.

- Fran –dije yo, reteniendo su cuerpo apoyándome en sus brazos- quiero quedarme contigo. Esta noche, quiero quedarme contigo.

- ¿Estás segura?

- No voy a poder aguantar ni un minuto más Fran.

- Entonces, quieres…

- Quiero estar contigo Fran, quiero que seas el primero, y quizás el último.

Capítulo 5

Aquellas palabras casi que se me habían clavado, pero eran ciertas. Mis amigas querían experimentar, de hecho, todas lo habían hecho ya, pero yo, era mucho más romántica, quizá irreal, idealista… pero era mi persona, y no iba a cambiar. Para mí enamorarme y pasar mi vida con la misma persona era un regalo, no una maldición. Morirme habiendo estado sólo con un hombre no me parecía una mala opción en absoluto, aunque tampoco una preferencia o necesidad. Simplemente, si encontraba esa mitad, ¿por qué tenía que seguir buscando? ¿Por qué tenía que variar? Supongo que mucha gente no me entendería, y menos en estos tiempos, bueno… ni siquiera mis amigas me entendían.

- Venga Isa, ¿sólo un tio? ¿No quieres probar?

- ¿Pero probar el qué? Si conozco a un chico que me gusta, me hace feliz y nos compenetramos en la cama, ¿por qué tengo que ir con otros?

- Venga ya Isa… porque eso no es natural, ¡estar con una sola pareja sexual a lo largo de tu vida es raro, además es arcaico, no sé… hay que probar.

- No estoy de acuerdo en eso. Si a la primera encuentro lo que quiero y con el paso de los años todo va bien, sería estupendo.

- Una sola polla no es normal Isa.

- ¡Me importa una mierda que sea normal o no! Os estoy hablando en serio, joder, dejad de hablar del sexo como si fuera comprarse un vestido o unos zapatos. ¡Es algo importante! Al menos lo es para mí… no voy a acostarme con cualquiera por “ir probando”, ¿vale? ME encantaría encontrar a mi pareja la primera vez y quedarme con ella hasta que sea viejita y tendría más que suficiente con su polla si sabe usarla en una cama, ¿me oyes?

Me tenían harta con tanta mierda. Ellas querían probar 10 pollas, 20 pollas, pues que lo hicieran, ¡yo nunca les decía nada! ¿Por qué narices no podían respetar mi manera de ver el mundo? Quizá me equivocaba, pero tenía derecho a hacerlo. No sé qué le encontraban de malo a soñar con encontrar al hombre adecuado la primera vez. Obviamente, tenía claro, que iba a buscar a ese hombre sin el que no pudiera vivir, esa pareja que me hiciera feliz y que me volviera completamente loca en la cama. Y si para ello, tenía que estar con 50 hombres hasta lograrlo, lo haría, pero tenía la esperanza de que quizá el primero fuera el adecuado, tenía la esperanza de enamorarme por primera vez de verdad y para siempre. ¿Qué tenía de malo eso?

Cuando conocí a Fran aunque lo deseaba como una condenada, tenía claro de que él no era ese gran amor que buscaba, tenía claro de que esa media naranja aún caminaba por ahí y Víctor me había demostrado que él no era el indicado. Pero con el paso de los días y las semanas, y pese a los múltiples defectos de mi “hermanito”, Fran despertaba en mí muchas de las cosas que yo siempre había querido. Tenía una faceta muy masculina que me llamaba  la atención, quizá demasiado celoso, posesivo, pero me gustaba –hasta cierto punto-. Era inteligente, divertido, atrevido y muy directo, a veces demasiado. Guapo, jodidamente guapo, y con un buen cuerpo, al menos a mí me lo parecía; y lo mejor: me encantaba esa mirada penetrante, con sus ojos marrones, con la que me sentía desnuda ante él, una mirada que me quemaba y que acababa por ponerme nerviosa. Esa actitud era la que más me recordaba a ese amor idílico que buscaba, esa necesidad de verle, de sentirle, de gritarle aunque fuera, era lo que más miedo me daba al irle conociendo. Casi sin quererle, se había metido muy dentro y sabía que no quería vivir sin él, al menos no ahora.

Ahora estábamos en su cuarto, después de pelearnos, de que me gritara, de que se enfadara como un condenado, después de odiarnos, de querernos, desearnos y volvernos a odiar. Ahora estaba de pie en esa habitación, mirando sus ojos, intentando calmarme mientras me temblaba todo el cuerpo, con Fran mirando hacia la ventana y con un nudo en mi garganta que me impedía decirle todo lo que me pasaba por la cabeza. Estaba a punto de cambiar mi vida para siempre, esa noche, iba a dar un paso muy importante, un cambio a mujer y en la relación con mi hermano. Después de aquello no habría vuelta atrás.

- Creo que no deberíamos hacerlo –dijo él con voz pausada, sin mirarme-.

Yo no dije nada, esperé a que él continuara y me miró a los ojos, como instándome a responder, así que como no lo hice habló de nuevo.

- Isa, esto no debería ser así, es que no puedo…

- Después de todo… ¿Te vas a ir?

- Sería lo mejor.

- ¡Y una mierda! ¿Lo mejor para quién? Fran no me toques las narices… ¿vale? Después de todo lo que hemos pasado, y las peleas, y los celos, y “los cuernos” joder, que te he oído follar con otras en este cuarto… ¿me dices que no vas a hacerlo conmigo? ¿Qué pasa, no te ponen las vírgenes?

- Isa por favor, basta, no seas idiota.

- ¿QUÉ NO SEA IDIOTA? SERAS CAPULLO, ¡PERO QUE MIERDA TE PASA FRAN! ¿QUÉ MÁS QUIERES? ¡¿QUÉ MÁS QUIERES?!

Le estaba pegando con todas mis fuerzas y él casi ni se inmutaba, así que me acabó agarrando de los brazos e inmovilizándome, haciéndome sentar en la cama y desviando la mirada. Finalmente me calmé y respiré hondo.

- Quiero estar contigo Fran, me da igual que sea aquí, que en mi cuarto o en los mismos  baños del instituto, ya no puedo más, y no me importa lo que digas, siempre consigo lo que quiero.

Me levanté, pero él tiró de mí y me hizo sentar de nuevo en su cama.

- Eres mi hermana y no está bien que te mire como lo hago, ni que piense en ti de esa manera –yo quise cortar la conversación, pero me hizo callar con una mirada- pero te quiero y te deseo, y soy capaz de irme de aquí para olvidarte y dejarte seguir con tu vida, lo haría, de verdad. Pero no lo haré, no pienso hacerlo después de que me hayas dicho que me quieres, no puedo irme sabiendo que sientes lo mismo que yo, no podría dejarte sabiendo que te haré sufrir y mira que ya te he hecho daño suficiente. Isa yo haré lo que quieras, de verdad, si quieres que me quede me quedaré, y si quieres estar conmigo encontraré la manera de que esto sea legal, te lo prometo. Pero antes de estar juntos, en la cama, necesito que hablemos.

- Fran soy virgen, pero no soy idiota.

- Isa hablo en serio.

- Es que me imagino tu discurso: “Necesito que seas sincera conmigo, si te duele pararemos, no pienso hacerte daño y blablablá”

- No era eso lo que quería decirte, no me preocupa eso en absoluto, no te dolerá –yo lo miré medio sorprendida y me hizo gracia su sonrisa y voz tranquila y autoritaria, estaba muy seguro de lo que decía-, soy un gilipollas que se ha tirado a chicas en este cuarto estando tú en el de al lado, y lo hice a conciencia. Isa, soy así, y creo que siempre seré así, porque es lo que he vivido, lo que siempre he hecho.

- Al menos te lo pasaste bien.

- Sólo quería hacerlas gritar para que las oyeras… la mayoría de veces ni siquiera me corría, era pura venganza. Soy así de retorcido.

- ¿Ni siquiera disfrutabas?

- No.

- ¿Y por qué lo hacías?

- Quería hacerte daño… tú sí parecías disfrutar del “amor” de Víctor y era la única cosa con la que podía contraatacar. Me parecía mucho peor los besos que os dabais vosotros que los polvos que yo echaba.

- Maneras de verlo. Bueno, dejémoslo. A ver, no éramos pareja, por tanto no son cuernos, es algo así como ruin, jodidamente feo y asqueroso, y te odiaré por ello el resto de mi vida, pero haré como que lo soñé. Eso sí, como a partir de hoy, te acuestes con alguien que no sea yo, se acabó, para siempre, ¿me oyes? Nunca más.

- ¿Fieles?

- Totalmente.

- Estoy de acuerdo, no soportaría verte con otro.

- Bueno, eso quedó bastante claro.

Era evidente que había partes de nuestros “inicios” que no eran perfectas, ni mucho menos, pero otras en cambio, eran geniales. Nuestra ventana se había convertido en algo de lo más divertido y la verdad es que me sacaba una sonrisa cada vez que pensaba en ello.

- Por cierto –dijo Fran-, sí te vi la otra noche.

- ¿Mirabas?

- Por supuesto, cabreado o no, no podía resistirme. Tienes mucha práctica.

Yo me sonrojé, pero sonreí. Había sido de lo más caliente imaginar que Fran miraba des del otro lado, pero nunca fui capaz de verle, aunque él si había estado ahí. Por unos instantes fue como ser jodidamente poderosa y sexy, aunque era obvio que no lo era.

- Bueno… ya tendremos tiempo de hablar. ¿Podemos ir al grano?

- ¿Tantas ganas tienes de perder la virginidad? –dijo él partiéndose de risa?

- ¿Sinceramente? –Él asintió- Muchas, muchísimas, demasiadas.

- Bueno, pues habrá que ponerle remedio…

- ¿Estás seguro?

- Esa pregunta deberías responderla tú.

- Yo lo estoy, me preocupa más lo que tú pienses o sientas en este caso.

- ¿A qué te refieres?

- ¿Estás seguro de que realmente… bueno, te atraigo? No es que dieras saltos de alegría precisamente el día en que me viste desnuda, ¿recuerdas? Ya sé que mi cuerpo no es como el de Ari, por ejemplo, pero no sé, yo tengo claro que me atraes demasiado, pero tú… ¿y si no te pongo suficiente? No me gustaría nada que…

- No puedes ser más tonta, dios mío.

- ¿Qué? ¡No te rías Fran! De verdad… las chicas pensamos estas cosas, ¿sabes? No soy la única, no sé, es que… ¿y si no te gusto desnuda? La ropa engaña, ¿sabes? Es que…

- Cállate por favor…

Fran me besó, como la otra noche, pero más suave, notaba como se controlaba para ir despacio y me hacía sonreír. Su mano derecha, estaba sobre mi izquierda, y con la otra  subía por mi brazo hasta llegar a mi hombro, apartarme el pelo y cogerme suavemente del cuello mientras separaba sus labios y miraba sus ojos. Esa mirada era jodidamente sexy, indescriptible. Me mordió el labio inferior con gracia y volvió a besarme de nuevo, ahora con más ímpetu, moviendo mi cabeza con su mano y como acercándome aún más a él.

La temperatura subía por momentos, Fran era capaz de calentarme con sus besos y yo me a sentía tan perdida que incluso me daba miedo. Esa total rendición a sus encantos mostraba hasta qué punto estaba a su merced, en casi todos los sentidos. Pero poco me iban a durar esos pensamientos o cualquier otro miedo, una vez Fran empezara a tocarme un poco más mi cabeza sería incapaz de pensar con claridad.

- Isa… relájate, pareces un tronco de lo rígida que estás.

- Ya te he dicho que… estoy nerviosa.

- Lo sé, y lo entiendo –dijo él sonriendo- pero tienes que relajarte, confía en mí.

Fran mordió mi oreja y me estremeció por completo, de ahí bajó sus labios por mi cuello recorriéndolo con sutileza y poniéndome cada vez más nerviosa, pero también más excitada. Su mano había bajado hasta mi pecho y lo acariciaba poco a poco, por encima de la ropa, muy delicadamente. Me miró a los ojos y puso mis manos en su cintura, una a cada lado, así que yo respondí a su mirada y quité su camiseta subiéndola poco a poco. Verle sin ropa me encantaba, aquél cuerpo estaba hecho para saborearlo y tocarlo, eso sin duda, o al menos a mí me lo parecía. Era eso lo que debía sentir una novia al ver a su chico, ¿no? Entonces él me agarró y me hizo sentarme sobre él, con cada rodilla a un lado de su cuerpo, y me miró a los ojos muy calmado.

- ¿De verdad estás segura?

- Sí…

- Isa, esto no tiene que ser algo así como un suplicio, ¿sabes?

- No es un suplicio.

Fran me miró con cara de indignación, pero yo le sonreí y le besé. Y sin saber cómo o porqué, llevé sus manos a mi cintura las subí con las mías y la tela, pidiéndole que me quitara también la ropa. Él aceptó, y subí mis brazos para que le fuera más cómodo, así que noté como el algodón abandonaba mi cuerpo y cómo me quedaba desnuda de cintura para arriba, tragué saliva y respiré hondo. Fran me miró a los ojos y me besó de nuevo, como arrastrándome, y me encantaba. Entonces puso su mano en mi pecho, ahora desnudo, y acarició con mucha decisión, casi en el lugar perfecto, arrancándome un suspiro satisfactorio. Sus labios vagaban por mi cuello, clavícula, hombro… y al final agarró con suavidad mi pecho y pasó su lengua por mi pezón, que empezaba a reaccionar a esas caricias, luego lo sorbió y volvió a lamerlo… aquello me encantaba, y él lo sabía. Luego pasó al otro pecho, después al primero, y luego volvió al segundo, hasta que subió de nuevo a besarme y bajó sus manos a mi cintura. El siguiente paso estaba bastante claro, y cuanto más lo pensaba más nerviosa me ponía, aunque no era la primera vez que lo habíamos hecho no podía tranquilizarme.

- Shhh… amor, respira, tienes que dejar de pensar y disfrutar.

- Eso no va a suceder nunca Fran.

- Mira que eres complicada…

- Es que… estoy como un flan, y no quiero estarlo, pero no puedo remediarlo, de verdad, me siento indefensa aquí contigo.

- Conmigo deberías sentirte segura.

- No tengo ninguna seguridad con que vaya a salir bien… la verdad.

- ¿Tan poco confías en mí?

- Tú eres maravilloso, jodidamente bueno, soy yo la que no tiene ni idea… en quién no confío es en mí misma.

- Isa por favor… es normal que estés nerviosa, es tu primera vez, pero si sigues pensando todas esas cosas mientras estamos aquí no voy a poder hacerte llegar al cielo, porque estarás tan preocupada por cualquier neura que serás incapaz de sentir. Así que por favor, cierra los ojos, respira y déjate llevar. Siente mis manos en tu piel.

Yo respiré hondo y cerré los ojos, noté sus manos en mi vientre, me recorrían arriba abajo y bajaron a mis muslos, los acariciaron un poco y volvieron a mi cintura. Entonces su mano derecha bajó por el ombligo, poquito a poco, y a mí se me entrecortó la respiración mientras sabía a dónde iban esos dedos. Al rozar el interior de mis muslos me estremecí y cuando Fran acarició de nuevo mi humedad quise gritar del gusto, esas manos eran maravillosas y ojalá estuvieran siempre en mi cuerpo. Me dejé caer sobre su pecho, como la primera vez, y vi casi sin querer la cicatriz ya casi curada de mi mordedura en ese hombro. La acaricié con la mano y le di un beso, con suavidad.

- Me encantaría que esa marca no se borrara nunca, porque significa muchísimo para mí.

Esas palabras sonaron a gloria viniendo de Fran  y le besé con tantas ganas que tuvo que pararme un poco para que no nos cayéramos de la cama. Él sonrió y me hizo mirarle a los ojos mientras su mano no paraba de moverse… era excitante tener su cara tan cerca, mirándome fijamente, mientras yo me estremecía con aquellos dedos.

- Puedes morderme otra vez si quieres… -dijo él muy contento, pero yo negué con la cabeza. Con un mordisco había sido suficiente-.

En un momento paró de mover sus dedos y aunque no retiró la mano, volvió a besarme como al principio. Entonces me medio cogió en brazos y me estiró en la cama, se sentó al lado y yo apreté los puños sabiendo qué venía ahora. Él pasó sus manos por la goma del pantalón y yo, rendida ya a lo que pasaba, levanté un poco las caderas para que él pudiera bajar sin problemas el pantaloncito y quedarme completamente desnuda en esa cama. Fran, aunque un poco sorprendido, captó el mensaje y me quitó la ropa. Se estiró sobre mí y volvió a recorrer mi cuerpo con besos y caricias, hasta bajar sutilmente a la zona más caliente de mi cuerpo. Allí separé los muslos casi sin quererlo, ofreciéndome completamente, y él no se hizo de rogar. Besó mis muslos mientras volvía a mover sus dedos justo en el punto exacto, y entonces bajó esos labios al centro de esa humedad y lo acarició, sorbió y lamió el tiempo que quiso. Aquello me estaba volviendo loca. Si las manos de Fran me parecían maravillosas, resultó que su boca era mil veces mejor, aquellas caricias eran cien mil veces más intensas. Yo estaba al borde del colapso y Fran lo notó, así que aceleró el ritmo y tuve mi primer orgasmo con su lengua, mientras me agarraba a las sábanas y trataba de no gemir.

- Lo has hecho muy bien –dijo él volviendo a estirarse sobre mí-.

- Yo no he hecho nada…

- Te has relajado, que era lo importante. Respira, que tenemos que continuar… -y me besó en la frente mientras bajaba de nuevo.

- Pero Fran…

- Tú respira.

Fran metió con suavidad dos dedos en mí, provocándome un suspiro, los movió con suavidad y siguió lamiéndome con tranquilidad. Estaba muy sensible y las caricias ahora eran casi mejores que las anteriores, pero quería seguir, no quería que Fran se quedara toda la noche acariciándome así, aunque me encantara.

- Fran ya vale… ya estoy preparada.

- No, no lo estás. Si continúo ahora te dolerá, y no quiero que eso pase. Así que tú respira hondo y disfruta, yo me encargo.

- Pero tú no estás disfrutando, no quiero que “trabajes” para mí…

Fran paró y volvió a estirarse a mi lado, me besó en los labios y me miró.

- Isa, ésta es tu noche, ¿de acuerdo? Y a mí me está encantando, no sabes cuánto, así que por favor, si quieres hacerme disfrutar de verdad, hazme caso y confía en mí, por favor.

- Vale…

Fran siguió lamiéndome un buen rato, provocándome el segundo y tercer orgasmo, calentándome a más no poder y consiguiendo meter un tercer dedo en mí sin que apenas me inmutara. No me dolía en absoluto ni el grosor y ni la largura, era algo placentero. Entonces Fran se puso en pie y se desnudó del todo, estaba muy caliente, muchísimo y eso me encantaba. Se puso un preservativo, se estiró a mi lado y me besó de nuevo y me acarició, dulcemente.

- Ahora, necesito que me mires a los ojos, ¿vale? Tú sólo piensa en mí, no pienses nada más. Respira con tranquilidad y no te pongas nerviosa, no te pongas rígida porque será muchísimo peor, ¿de acuerdo?

- De acuerdo.

Aquello me parecía más una operación quirúrgica que una primera vez, pero iba a confiar en Fran y a hacer lo que decía aunque me pareciera absurdo. Se estiró sobre mí y casi sin darme cuenta abrí las piernas y las flexioné un poco, notaba aquello que deseaba duro y erecto en mi cadera y quería que lo hiciera, pero Fran iba despacio. Nos besamos hasta llegar a ese punto en que te falta el aire y justo en ese momento, noté como la punta empezaba a invadirme, no sabía qué hacer y me estaba poniendo nerviosa por momentos pero…

- ¡Mírame!

Cuando miré sus ojos, me di cuenta de que Fran también estaba preocupado. Estaba haciendo todo aquello para que no me doliera en absoluto y yo no paraba de pensar en mil cosas en lugar de concentrarme en nosotros. Me relajé, me relajé y me abracé a él, sin apartar mi mirada, sonreí.

- Confío en ti –y besé sus labios-.

Fran se movió un poco, entrando quizá un centímetro más, si en mi boca me había parecido enorme allí me lo parecía más aún, aunque no me dolía. Era como una intromisión de algo extraño y diferente a todo lo que hubiera podido sentir antes, pero no me dolía, quizá molestaba un poco, pero no había dolor.

Fue poco a poco, acostumbrando mi cuerpo a ese grosor y casi sin darme cuenta volvía a estar tan caliente como al principio. Aquello me gustaba, era mejor que cualquier cosa que hubiera podido imaginar. Tenerle encima, mirándome a los ojos, sentirle tan cerca, y besarle, tocarle, me sentía completa. Con los minutos Fran consiguió penetrarme casi por completo y se quedó parado en esa posición mientras suspiraba en mi oreja.

- Isa… ¿estás bien?

- Fantásticamente –dije yo sonriendo-, ¿y tú?

Él se incorporó y me miró, también sonrió y se movió un poco más rápido de cómo lo hacía antes, provocándome un gemido. No me dolía, Fran había hecho algún milagro, y aunque su tamaño era más que considerable, no me dolía en absoluto.

- En la gloria Isa, estoy en la gloria.

Cuando empezó a moverse con un ritmo normal, mi cabeza volvió a ese estado de inconsciencia que tanto me gustaba cuando Fran me tocaba, el sexo me estaba encantando, y Fran parecía feliz también. Volvimos a besarnos y a comernos mientras el vaivén empezaba a subir de velocidad y Fran cada vez parecía ser más incapaz de controlarse, dejándose llevar por todas las sensaciones que nos recorrían. Ambos sudábamos y nos comíamos con los ojos, nos besábamos, suspirábamos y… él me mordía la oreja o apretaba mi pezón haciéndome gemir, cada vez más fuerte. El éxtasis no estaba demasido lejos, pero no quería dejar a Fran a medias, así que sabiendo lo “lento” que era él para estos temas, le hablé sin tapujos.

- Fran yo ya estoy… casi…

- Córrete para mí –dijo él besándome-.

Y mientras me acercaba rápidamente a mi orgasmo, Fran lo aceleró acariciando mi clítoris con suavidad, dándome el primer éxtasis “completo” de mi vida. Cuando dejé de gemir y arquearme casi sin querer, Fran aún estaba dentro de mí, y no parecía que estuviera a punto precisamente.

- ¿Continuamos? –Dijo él con cara de vicio-.

¡Qué remedio! Pensé, pero no me importaba en absoluto, aquello me estaba encantando. Fran se movió y puso su almohada en la pared, como haciendo de soporte, se sentó en la cama apoyado en esa almohada y estiró las piernas, me miró y me acerqué a él.

- ¿Quieres que esté yo encima?

- Puedes controlar mejor el ritmo y es una postura muy cómoda.

Yo sonreí, como quieras. Me costó un poco sentarme a la misma vez que me introducía aquel miembro en mí, y cuando bajé por completo fue una sensación muy diversa. Al cambiar tanto de postura también era diferente la sensación que provocaba aquel trozo de carne en mi interior. Me movía con suavidad y Fran parecía más que satisfecho con el vaivén y el ritmo que llevaba, aunque lo que lo volvió loco fueron las contracciones de mis músculos internos, que aceleraron su éxtasis. Seguí moviéndome mientras no paraba de apretar desde dentro y Fran acabó por medio volverse loco, entre contracción y contracción.

- Vas a matarme del gusto –dijo en una de las últimas contracciones-.

Así que le besé mientras aceleraba un poco el ritmo y llevé su mano a mi pecho deseando que terminara, quería ver su cara de placer, estaba deseándolo. Y no se hizo de rogar, Fran me agarró de la cintura y se movió con ritmo marcado durante unos segundos, mientras suspiraba en mi oreja y gritaba mi nombre, aquello me calentó más que nada en el mundo. Noté como se tensaba su cuerpo e incluso su voz, y después como suspiraba relajado y se dejaba caer sobre la pared, cerrando los ojos. Me abracé a él y besé su cuello, Fran aprovechó para hacernos rodar y dejarnos tumbados sobre la cama de nuevo.

- No voy a dejarte así –dijo mientras me besaba y bajaba instintivamente su mano-.

- Fran ya es…

- Nunca es suficiente, no conmigo.

Yo que de por sí ya estaba caliente pero también más que satisfecha, apenas tardé dos minutos en correrme con esa mano mientras Fran seguía besándome.

- Ahora sí –dijo él lamiendo sus dedos, cosa que me pareció increíblemente sexy-. ¿Quieres darte una ducha? ¿Irte a tu cama?

- No a las dos, prefiero dormir aquí contigo.

- Yo encantado. ¿Quieres una camiseta o el pijama?

- ¿Te importa mucho si duermo desnuda?

Él sonrió como si fuera el mismísimo diablo, se fue al baño y volvió con un pantalón de deporte negro que llevaba muchas veces.

- ¿Ese pantalón es algo así como un uniforme post polvo?

- ¡Isa! ¡No digas tonterías!

- No iba en el mal sentido… quiero decir, es que te lo pones a menudo.

- Porque es muy cómodo y me gusta para dormir, pero nada más.

- Vale, vale…

Se estiró a mi lado y en seguida vimos que íbamos a dormir la mar de apretados, pero nos dio absolutamente igual. Fran se estiró y yo me puse a su lado, de lado, pero dándole la espalda, me acurruqué en el hombro-brazo desde atrás y le dije buenas noches. Él se giró para darme un beso en el pelo y contestó también buenas noches. Nos tapamos con la sábana y en apenas unos minutos ambos estábamos dormidos, después de una noche francamente inolvidable, al menos para mí.

Lo bueno o lo malo, según se mire, es que el sexo es como las pringles “cuando haces pop, ya no hay stop” y quizá Fran no estaba preparado para ello.

CONTINUARÁ

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