miprimita.com

Adam y Noa (10) Reencuentro tras los exámenes

en Hetero: General

Era viernes y por fin había acabado los exámenes, estaba muy tranquila, y sobretodo ansiosa por verle. Entre su nuevo trabajo y mi carrera, hacía casi un mes que Adam y yo no habíamos tenido tiempo para nosotros. La verdad es que echaba de menos, como no, pasar tiempo juntos, las conversaciones, su sonrisa… pero no podía mentir, lo que más echaba de menos era su cuerpo y sus manos y su pelo mojado, sus suspiros. Me iba a poner mala de tanto contenerme, la verdad es que el chopped (como comúnmente llamábamos a la masturbación en mi grupo cercano de amigos), estaba bien, y aunque me gustaba desde niña, nada podía compararse a Adam y el “caviar” que él me daba. 17 días hacía que no lo hacíamos y casi 32  que no lo hacíamos como dios manda y en condiciones. La última vez fue interesante, debo decir incluso que fue muy excitante, pero me había quedado con muchas ganas.

Era martes y estaba por casa, acabando un trabajo. Adam tenía que irse un par de días a Londres a hacer unas fotos para una casa de moda y venía ratito después de cenar para vernos al menos una hora. Eran casi las 12 cuando llamó y yo estaba ya medio dormida en el sofá, con el camisón verde y viendo una serie en la tele. En lugar de picar al timbre, llamó a mi móvil y le abrí en seguida. Nada más entrar le besé con tanta ansia que lo asusté, y después de recuperar el aliento y reírse, me abrazó dulcemente.

- ¿Qué pasa? ¿Tanto me has echado de menos?

- No te imaginas cuanto.

Estuvimos hablando un buen rato y nos hicimos carantoñas en el sofá. Adam no parecía  demasiado dispuesto a seguir con el juego, no sé si porque estábamos en casa, era tarde, o quizá porque mi madre estaba durmiendo justo en la habitación contigua al comedor. Yo no me iba a quedar con las ganas así que lo intenté un par de veces, consiguiendo como resultado su distanciamiento y una sonrisa calmada por su parte.

- Estoy intentando respetar tu casa y a tu madre, así que no me lo pongas más difícil.

- Deja de decir tonterías, si de verdad me quieres, haz el favor de besarme.

- Noa piensa un poco, está aquí tu madre, es tarde y…

- ¿Y qué? Vamos, mírame a los ojos y dime que no me deseas como un condenado, vamos, dímelo.

- Sabes que no puedo mentirte.

- Entonces cállate, y hazlo.

Lo agarré de la camisa y lo llevé al recibidor, mucho más alejados del comedor y de la habitación dónde dormía mi madre. Lo estampé contra la puerta sin hacer demasiada fuerza y comencé a abrir su camisa mientras besaba su cuello y me lo comía con los ojos. No se me iba a escapar, ya no podía aguantar más.

- Noa, por favor, no me hagas esto… piensa un poco en lo que quieres hacer…

Yo no le oía, seguí a mi rollo, bajando ahora mis labios por su pecho, pasando por sus abdominales y llegando a la cinturilla del bóxer, desabrochando el pantalón y agarrando aquello que él “supuestamente” no quería darme.

- Creo que tu cuerpo está de acuerdo conmigo.

- Estás jugando sucio…

- Pues deja de quejarte, y únete a la fiesta.

Estaba dura y aunque dijera que no con la cabeza, yo podía ver sus ojos brillantes, mirándome fijamente mientras lo lamía arrodillada en el suelo. Poco tardó Adam en caer en mis redes, así que en unos minutos me vi apoyada en esa puerta, con el camisón por encima de la cintura y su cuerpo entre mis piernas, con sus labios recorriendo mi boca, mi mejilla y mi cuello con suavidad. Me penetró con suma facilidad debido a lo caliente que estaba y cuando entró por completo tuve que morderle en el hombro para no gemir.

- Veo que me has echado de menos…

- No te imaginas cuánto.

Lo hicimos frenéticamente, agarrados y besándonos con rapidez contra aquella puerta, mi puerta, dónde nos habíamos conocido, en silencio, sudorosos y muy calientes, queriendo parar el tiempo en esos momentos, porque sabíamos que íbamos a tardar en volver a vernos. Quería guardar ese placer para que me durara, para no enloquecer mientras me faltara… pero fue más rápido y más nervioso de lo que hubiéramos querido. Estábamos demasiado dispuestos y a la vez preocupados por el sitio, ¿y si despertábamos a mi madre? Igualmente, fue sexy y caliente, único, nuestro. Recuerdo que me agarré a su cuello suspirando con dificultad, notándole cada vez más rígido, más rápido, hasta que llegué al orgasmo, pegándome a su cuerpo, rozando sus labios y mirando sus ojos. El beso que surgió de entonces fue tranquilo, dulce, apasionado, muy típico, y me dejé caer aún cogida a él, mientras acariciaba mi espalda y el camisón se ponía en su sitio.

- Me haces enloquecer, yo antes no hacía estas cosas.

- Esta vez has sido tú la que me ha seducido.

- Pero es culpa tuya que me haya vuelto así…

Ambos nos reímos. Le despedí con otro beso, sonriendo, y pensé en los días que faltaban para volver a tenerle conmigo. ¡Dios, cómo lo iba a echar de menos! Pero bueno, la vida es así, dios sabe que luego íbamos a estar unos cuantos días juntos y podríamos medio recuperar el tiempo perdido. Y ese día había llegado… Adam volvía a Barcelona al día siguiente, que había tenido que ir a buscar a su madre a Madrid que volvía de un viaje y no había encontrado billete, así que me quedaban unas 28h para volver a verle y estaba que me caía.

En esos días, además de masturbarme una cantidad innecesaria de veces (depende de quién lo mire), había tenido una barbaridad de sueños eróticos con mi novio y con algún que otro hombre de mi vida o de mi mundo platónico. Estaba cachonda perdida y me estaba subiendo por las paredes, muy a mi pesar. Me sentía un poco desesperada y no sabía si era sólo por los días que hacía que no le veía, la presión de los exámenes o ciertos mensajes subidos de tono que mi rubio me había enviado. Aquello se estaba volviendo un infierno por momentos.

Se había terminado, 28 horas, sólo 28. Así que me fui a casa, me duché con tranquilidad, me puse a retocarme un poco el cuerpo (pelos y esas cosas, ya sabéis) y me puse a ver qué ropa me iba a llevar a casa de Adam. Habíamos quedado que pasaría la semana siguiente en su casa aprovechando que yo ya no tenía clases, así que miré de hacerme una maleta con cosas interesantes: un corsé negro que me había comprado hacía un par de semanas y que Adam aún no había visto, un par de culottes nuevos de encaje, un par de conjuntos de media y ligueros, y luego también cogí dos camisones nuevos. También cogí ropa normal, obviamente, y uno de mis vestidos negros de vestir que era más o menos sexy pero sin pasarse.

Acabé el día, dormí hasta muy tarde y después de comer tranquilamente con mi madre, llamé al padre de Adam para que me abriera su casa y así poder darle una sorpresa. Tan agradable como siempre, Enrique me llevó en coche hasta allí y me abrió la puerta preguntándome sobre los exámenes, mi madre, y muchas otras cosas.

- Muchísimas gracias por todo Enrique.

- Faltaría más, a mi hijo le va a encantar. Lleva días un poco mustio al no poder verte, y vendrá corriendo para llamarte y poder veros. Si necesitas cualquier cosa ya sabes que sólo tienes que llamarme, sin ningún problema, no creo que tarden demasiado en volver.

- Eso espero, yo también lo he echado de menos.

- Se te nota en la cara. Bueno, como ya te he dicho, el próximo fin de semana tenéis que venir a casa a comer que vamos a hacer una comida familiar y no podéis faltar eh, ¿hay algo que no te guste comer o que te siente mal?

- Excepto el plátano y el kiwi, creo que no hay ningún problema. Bueno hay algunas cosas, pero ya hablaré con Eva porque si pensáis invitarme a la comida espero que no se le ocurra cocinar sin mí, con lo que me gusta.

- Contigo es imposible, ¿verdad?

- Eva es una persona maravillosa, pero no me cuesta nada ayudarla y además, sabéis que me gusta muchísimo cocinar, ¿por qué iba a quedarme sentada sin hacer nada pudiendo pasar un buen rato con ella a base de historias y cosas de Adam que si no nunca conocería?

- Eres un sol.

Ambos nos reímos. De repente sonó su móvil y Enrique me guiñó el ojo mientras hablaba con Adam por el manos libres, estaban cerca, así que se despidió y se fue para su casa para recoger a su mujer. Yo entré y dejé la bolsa, me puse el corsé negro con las medias, el liguero y el culotte y encima de ello una bata negra de satén que me había regalado Adam. Me fui a la cocina y me puse a preparar unas trufas con ron como parte de la sorpresa, apenas las había metido en la nevera para que se enfriaran oí a Adam aparcando el coche. Respiré hondo y me apoyé en la puerta de la cocina, con la bata bien atada y miré que aún no hubiera entrado. Me volví hacia la cocina y empecé a limpiar los cacharros como quién no quiere la cosa, aproveché corriendo para ponerme mis zapatos negros de tacón y colocarme un poco el pelo. Dios, estaba nerviosa, aunque pareciera mentira, y tenía unas ganas locas de tirarme a sus brazos y abrazarle fuerte, pero sí lo hacía se iba a perder la sorpresa.

Oí sus pasos, giró el pomo de la puerta y entró en el piso. Dejó la bolsa en el sofá y las llaves en el cuenco de la repisa, y se acercó al comedor. Se paró en seco, lo oí respirar, y entonces habló:

- ¿Noa?

- ¡Estoy en la cocina Adam!

- ¿¡Noa?!

Además de ver mi chaqueta en el sofá, supongo que el olor a chocolate que impregnaba la casa también me delató. Oí sus pasos hacia la cocina y como se acercó poco a poco a la puerta, pude sentir casi su sonrisa y después su mano rozando mi espalda con suma suavidad.

- Se puede saber qué…

Él se acercó a mí, pegando su cuerpo al mío, oliendo mi pelo con suavidad y pasando sus manos por mis brazos, subiendo suavemente sin decir palabra. Al llegar al cuello, apartó el cabello y besó mi cuello con dulzura y desató la bata casi sin rozar mi cuerpo, mientras yo me quedaba muy quieta, casi sin inmutarme. Una vez abierta, la deslizó poco a poco hacia abajo, por mis brazos, hasta que la quitó por completo.

- Estás preciosa… no voy a poder ni pensar teniéndote así, tan cerca… -y volvió a besar mi cuello mientras me abrazaba- no te imaginas lo mucho que te he echado de menos.

Yo respiré con suavidad y me di la vuelta intentando parecer tranquila, apoyándome en la cocina y sonriendo mientras lo miraba a los ojos. Llevaba unos tejanos y una camiseta negra bastante pegada, tenía el pelo despeinado, un poco largo, y sus ojos le brillaban.

- Quería darte una sorpresa después de tantos días –él también sonrió pero cuando se acercó a besarme, me zafé intentando no parecer fría y abrí la nevera sacando las trufas-. He hecho trufas con ron, ¿quieres una?

Adam me quitó el plato con destreza y suma rapidez, dejándolo en el mármol, al lado de la nevera y me agarró bien fuerte, estrechándome junto a él. Pasó su nariz por mi mejilla, y me olió mientras pasaba su mano por mi muslo, subiendo por la parte de fuera poco a poco hasta llegar a mi cintura.

- Hueles a mango y a moras, me dan ganas de comerte.

- Si me prefieres antes que a las trufas, sólo tienes que decirlo… yo también puedo ser muy dulce, si quiero.

Cuando me miró a los ojos y rozó mi barbilla para que no bajara la mirada,  ya no pude resistirme más y me tiré a sus brazos besándole con insistencia. Él me cogió en brazos, con alegría, y me apoyó en el mármol, siguiendo el beso.

- ¿Vas a recibirme así cada vez que me vaya? Porque soy capaz de pactar un viaje cada semana para que me sorprendas de esta manera…

Yo sonreí, pero no dije nada. Me dejé besar y subí su camiseta, poco a poco, quitándosela por la cabeza y volviendo a sus labios. Pasé de nuevo mis manos por su cuello y bajé por su pecho y subí por su espalda, me encantaba acariciarle y sentirle cerca. No me cansaba nunca de ese cuerpo y esos labios, y mucho menos de esas manos que hacían maravillas.

- Adam… -él contestó con una mirada, mientras mordía mi oreja- hazme el amor.

- Así que es por eso… y yo que pensaba que la sorpresa era para mí, y resulta que es tu propio placer lo que estás buscando –dijo con sonrisa maliciosa-.

- No seas malo…

- No, la verdad hoy no puedo serlo, después de esta sorpresa no te lo mereces – y me dio un beso dulce, un beso de los nuestros-. Sólo hace falta mirarte, con este conjunto increíblemente sexy, tu pelo suelto, los tacones… y esas trufas de chocolate negro que tanto me gustan. No sé ni cómo agradecértelo, eres maravillosa.

- Sólo quiero hacerte feliz, así que si me correspondes, no me dejes así… tócame Adam, por favor, no me hagas suplicar.

- No, hoy no, hoy haría cualquier cosa que me pidieras.

Como si no lo hiciera siempre. Me sonrió mientras bajaba un tirante del corsé, acercando sus labios y besándome de nuevo. Bajó poco a poco a mi cuello, la clavícula, el hombro y pasó a bajar el otro tirante, sin prisa. Después fue abriendo poco a poco los corchetes de la parte frontal, abriendo mínimamente mi escote y pasando sus manos con suavidad por mis pechos. Entonces bajó sus manos, entrándolas a lado y lado de mi culotte, agarrándome como si no quisiera soltarme, y besó mis labios mirando mis ojos.

- ¿Vamos a..?

-No –él parecía contrariado- quiero hacerlo aquí.

- A cada paso, me sorprendes más.

Él no se movió, siguió rozando mi piel con suma suavidad. Me abrió de piernas, situándose entre ellas y besando de nuevo mis labios, entonces rozó el interior de mis muslos y me mordió el cuello, despacio, tranquilo. Yo bajé mis manos, mientras nos mirábamos, a la cintura y abrí su pantalón.

- Estás ansiosa…

- Llevo esperando esto desde hace 18 días, creo que tengo motivos…

Selló de nuevo mis labios con los suyos y me acercó al filo del mármol, dejándome a una altura perfecta. Arrastró la ropa interior pierna abajo y me la quitó en un segundo, casi sin decir nada, sólo respirando al unísono, sabiendo lo que se me venía encima.

Pasó sus dedos mientras me miraba fijamente, humedeciéndolos y calentándome, haciéndome respirar con dificultad, sonrojada y ansiosa. Entonces bajó su boca a mi pezón y sorbió con ansia haciéndome gemir, casi sin querer, agarrándome a su cabeza y apretando mis labios. Pasó su lengua de nuevo hacia mi cuello y me levantó en brazos lo justo para penetrarme con fuerza pero sin desesperación. Gemí con suavidad mientras lo sentía de nuevo, respirando hondo y mordiendo su cuello, agarrándome a él.

- Estás muy receptiva por lo que veo…

- Necesitaba sentirte de nuevo, lo deseaba, lo he echado de menos cada día y cada noche… Adam, no vuelvas a hacerme esto.

- Apenas sí han pasado 18 días y ya estás así… -dijo él pausando el ritmo-, me gustaría verte un par de meses sin mí, a ver qué tal.

- Como si tú lo llevaras mucho mejor que yo…

- Ahí me has pillado, preciosa.

El beso fue muy dulce, intensamente dulce. Adam fue bajando el ritmo hasta que parados, mirándonos a los ojos y besándonos con suavidad, él sonrió y yo me mordí el labio.

- ¿Quieres probar algo más?

- Sabes que sí…

Me dejé caer y me apoyé en el mármol ancho de la cocina, con la altura que me proporcionaban los tacones Adam no tendría que bajarse demasiado y la postura sería cómoda. Me cogí al borde y lo miré a los ojos, de espaldas a él, y vi como se acercaba despacio y me agarraba desde atrás. Me besó la nuca y acarició mis muslos, subiendo hacia mi vientre y dejando apoyadas sus manos en mis pechos.

- No sé quién es peor, si tú o yo…

- Creo que nos complementamos bastante bien.

- Sí, y eso me encanta…

Cuando le sentí de nuevo, tras de mí, volviendo a poseerme con tranquilidad y ansia todo mi cuerpo ardió, dejé caer mi cabeza en su hombro y respiré. A ambos nos encantaba esta postura y era muy profundo, aunque a la vez muy cómodo. Estaba a punto de caramelo y Adam lo sabía así que frenó en seco y acarició mis muslos mientras me dejaba respirar.

- Aún no…

- Habíamos quedado en que hoy no serías malo…

Él me penetró de nuevo con fuerza como respuesta y en segundos toqué el cielo, relajada y feliz, medio temblando entre sus brazos. Me agarré al mármol y le insté a seguir, una vez, y una segunda, sintiendo que si seguíamos así no iba a poder seguir en pie. Hasta que al final, sintiéndolo muy cerca, en una racha rápida y ardiente, alcancé el clímax casi provocando el suyo y gemí como una desesperada mientras me cogía a sus brazos. Adam me rodeó y me abrazo con suavidad mientras besaba mi pelo. En menos de nada estaba en el aire, cogida a él, medio ida, medio absorta, e intentando volver a la realidad, respirando con dificultad.

De repente me vi sentada en el sofá, de nuevo con la bata puesta y medio acurrucada en su pecho, mientras él acariciaba mis piernas y me cantaba al oído. Me dejé abrazar y me apreté contra él mientras buscaba sus labios y cerraba los ojos, ahí, en esos momentos, quería perderme para siempre, sin importarme nada más.

- Te quiero.

Mas de neus

Me llamaste princesa

Adam y Noa - (13) No es oro todo lo que reluce

El futbol y el amor (6)

Jodido guitarrista 4

Jodido guitarrista 3

Jodido guitarrista 2

Jodido guitarrista

Conociendo a mi nuevo hermano (9)

El futbol y el amor (5)

El futbol y el amor (4)

El futbol y el amor (3)

El futbol y el amor

El futbol y el amor (2)

Conociendo a mi nuevo hermano (8)

Adam y Noa - Primera vez (2)

Adam y Noa - Primera vez

Alma conoce a Sergio

Conociendo a mi nuevo hermano (7)

Alma y Sergio - Evolución sexual

Conociendo a mi nuevo hermano (6)

Conociendo a mi nuevo hermano (5)

Conociendo a mi nuevo hermano (4)

Adam y Noa (12) - Ninfomanía

Conociendo a mi nuevo hermano (3)

Conociendo a mi nuevo hermano (2)

Adam y Noa (11) - Eres una fierecilla

Conociendo a mi nuevo hermano

Alma y Sergio V - Polvo en el baño

Adam y Noa (9) Atada a mí

Adam y Noa (8) - Confesiones y fantasías

Adam y Noa - Su fin de semana

Alma y Sergio (4)

Adam y Noa (6) - El jacuzzi

El reencuentro de Noa y Adam

Alma y Sergio (3)

Alma y Sergio (2)

Alma y Alex - Alma y su primera gran fiesta (5)

Alma y Sergio

Adam, ¿sí o no?

Noa y sus experiencias sexuales

Adam y sus días sin Noa

Noa conoce a Alex

Demasiados días sin Adam

Adam cambió completamente mi vida (2)

Adam cambió completamente mi vida

Adam y Noa

Los polvos de Alma

Él y sus dedos

Alma y su primera gran fiesta (4)

No dejes de mirarme 4

No dejes de mirarme 3

No dejes de mirarme 2

No dejes de mirarme 1

Alma y su primera gran fiesta (3)

Alma y su primera gran fiesta (2)

Alma y su primera gran fiesta (1)

Los principios de Alma

Alma y Noa