miprimita.com

Adam, ¿sí o no?

en Hetero: General

Cuando empezó el verano los recuerdos de Adam me venían mucho más a la cabeza y pensaba que en pocos días haría ya 2 años que lo había conocido, y también 2 años que había desaparecido de mi vida, 2 largos años. ¿Cómo le estría yendo? Le había escrito un par de cartas pero no había contestado, así que esperaba que fuera porque estaba ajetreado y no tenía tiempo, pero me negaba a pensar que no iba a volver, o peor, que ya no me recordaba. La verdad es que al pensar en ello se me hacía un nudo en el estómago sólo de imaginármelo de la mano con otra chica, acariciándola, mirándola con esos ojos y, era horrible sólo pensar en un beso, pero tenía que pensar que era muy posible que eso hubiese sucedido o que estuviera sucediendo. ¿Qué has hecho tú estos dos años? Pues eso, te has tirado a quien has querido cuando has querido, así que no puedes pedirle explicaciones de lo que tú también has hecho, en el caso de que volviera a verle, claro. La verdad es que no habían sido tantos chicos, pero bueno, en cualquier caso había habido sexo: mi relación con Alex fue un fracaso, resultó ser todo lo que yo siempre he odiado en un hombre; Marcos fue un polvo placentero de una noche al que nunca he vuelto a ver; Víctor, el amigo de Alma, fue un amor, una noche salvaje pero placentera; y después estuvo Juan, un camarero con el que me acosté una tarde después de más de un mes sin sexo, con el que estuvo medianamente bien, eso sí, fue algo frío, para “bajarme el calentón”. Ahora, recordándolo, excepto Alex, los otros tres me parecen del todo prescindibles, hubiera tenido al final la misma sensación que si me hubiera masturbado imaginándomelos… Había llegado a un punto en que me cercioré de lo que yo pensaba cuando aún era inexperta, antes de conocer a Adam; no me interesa el sexo sin una relación sentimental, porque es placentero sí, pero es frío, no hay nada más que físico y a mí, personalmente, eso acababa por cabrearme, quizá me sentía un poco culpable conmigo misma –ya no por Adam, sino por romper mis propias convicciones y pensamientos-. Noa, no sirves para follar porque sí, es que no sirvo, yo quiero hacer mil cosas, aunque se consideren “guarras” pero cuando acabe de ello, quiero poder acurrucarme al lado de quien sea y dormir, o darle mil besos, despertar abrazados, discutir absurdamente y reconciliarnos al minuto siguiente. Yo soy así y no puedo ni quiero cambiarlo.

Fue en ese momento, una noche de Julio, en la que decidí que hasta que no encontrara a alguien adecuado no volvería a tener relaciones, por muy cachonda que estuviera. Yo quería el “pack” completo y hasta que no apareciera en mi vida esa oportunidad pues seguiría con mi vida y utilizaría mis manos o alguno de mis juguetes para calmarme, al fin y al cabo para eso servían.

Era mediados de Agosto, llevaba desde finales de Junio sin tener relaciones y por cansancio acumulado, calor y otras tonterías, llevaba más de una semana sin complacerme, así que mi subconsciente estaba a flor de piel. En días así, acostumbro a tener muchos sueños eróticos y esta vez no fue diferente. Me fui a dormir un poco tarde y mientras intentaba dormirme pude notar unos pasos en la habitación, me puse tensa, pero no sabía que hacer, no había oído la puerta, ni tampoco ningún otro ruido, ¿quién…? Noté como alguien se arrodillaba en la cama y se dejaba caer a mi lado, por el peso era un hombre, se fue acercando a mí, dejé de respirar y en el momento en que iba a girarme a darle una patada o a morderle el desconocido habló, mientras me acariciaba el pelo…

- Te he echado tanto de menos…

Esa voz, esa voz era de… encendí la luz con el corazón acelerado y al girarme pude cerciorarme de que no me equivocaba, era él.

- ¡Adam! ¿Qué haces aquí? ¿Cómo has entrado?

- Shh, no preguntes… han sido dos años, dejemos eso para luego, ahora…

No hizo falta que dijera nada, yo ya sabía a qué se refería. Nos besamos con tanta pasión que creí que ardía por dentro, él me agarraba con dulzura mientras yo recorría su ancha espalda con las manos. Estaba exactamente igual que la última vez, esos pantalones… ¡No podía ser que en dos años estuviera igual! Supongo que fue ahí, en ese segundo, cuando entendí por qué no le había oído entrar, porque estaba exactamente igual que hacía 2 años y por qué llevaba la misma ropa con la que lo vi la última vez.

- Eres un sueño… -lo dije medio sonriendo mientras se me escapaban dos lágrimas-.

Adam se desvaneció en un momento y al abrir los ojos la habitación seguía tan vacía como siempre, eran las tres de la mañana y ahí estaba yo, sola, atormentada, esperando a mi príncipe azul. Me sentí absurda, idiota y triste, así que me giré y volví a dormirme esperando a que los sueños no volvieran a atormentarme. Pero no fue así, al cabo de poco volvía a estar en ese cuarto, estirada en la cama con Adam a mi lado, mirándome.

- ¿Es que no quieres soñar conmigo?

- Pues no.

Me giré instintivamente para no verlo e intenté pensar en otras cosas para ver si cambiaba mi sueño, pero era imposible, se notaba que tenía a Adam en mi cabeza mucho más de lo que estaba dispuesta a reconocer.

- ¿Ya me has olvidado?

- Sí, te he olvidado completamente. No significas nada para mí.

Sólo yo sé lo mucho que me costó decir esas palabras, pero quería dejar de pensar en él, de soñar con él… ¿y si no volvía?

- No te creo, si me hubieras olvidado yo ya no estaría aquí, no soñarías conmigo.

- Esto es una pesadilla, no un sueño.

- ¿Quieres decir?

Eso fue un leve susurro en mi oído, mientras pasaba su mano por mi cintura, acercándome a él y abrazándome desde atrás.

- Vamos Noa, sé que tu también me deseas… por eso estoy aquí, porque aún no he vuelto y me echas de menos, quieres estar conmigo pero no puedes.

- ¡Suéltame!

- Noa, por favor, no te hagas más daño… sólo admite que te importo, que me extrañas, que quisieras que estuviera aquí, contigo.

- ¡Claro que querría que estuvieras aquí! ¡Pero no vas a volver! Lo sé, tengo la absurda esperanza que cualquier día de estos vas a aparecer por aquí de nuevo y me vas a contar lo bien que te ha ido en u viaje y lo mucho que me has echado de menos, ¡pero eso no va a pasar! ¡NO VAS A VOLVER!

Estaba llorando mientras gritaba, llorando desconsolada porque a cada palabra que decía era como si por primera vez en años abriera mi corazón y me sincerara conmigo misma. Era ese miedo a que se cumplieran 2 años y Adam no volviera, a que hubiera hecho su vida, me hubiera olvidado… Además tenía la sensación de que quizá era culpa mía, él me dijo que rehiciera mi vida y en lugar de escuchar a mi corazón, le hice caso a la “razón” y quise experimentar, que sólo me ha servido para aprender que esa no es mi vida. ¡Por qué narices me pasaban esas cosas!

- Noa… te prometo que voy a volver.

- Eso lo dices porque estoy soñando, es lo que quiero que digas.

- Puede que sí, pero voy a volver, tienes que creerme, tienes que creer en ti… recuerda mis palabras, mis besos, yo no voy a querer vivir sin ti, eres lo mejor que me ha pasado.

Mientras hablaba Adam me abrazaba y acariciaba mis brazos suavemente, apoyando su barbilla en mi hombro y susurrando las palabras.

- Te echo mucho de menos…

- Lo sé preciosa, yo también te echo de menos…

- ¿De verdad?

- Mi viaje no ha sido completo porque me faltabas tú… te necesitaba a ti.

Sonreía acurrucándome a él medio sabiendo que aunque hubiera una posibilidad de que eso fuera cierto, Adam decía lo que yo quería oír, era mi sueño, pero en ese momento creo que eso me consolaba. Al menos esa percepción de Adam estaba ahí, conmigo, abrazándome… era mucho mejor que verlo besando a otra mujer.

- Adam –el se paró esperando mi respuesta, yo giré sobre mí y me quedé entre sus brazos, a la altura de sus ojos, mirándole fijamente mientras recorría con la yema de mi índice la raya de sus labios- yo es que… he hecho cosas de las que me arrepiento, cosas que no…

- Hoy no estamos aquí para eso, no es a mí a quién tienes que contárselo…

Sonreí, de poco servía que me sincerara con éste Adam, cuando el otro estaba a muchos kilómetros de distancia y no se enteraba de nada. Juntamos las frentes y sentí su aliento, sus manos acariciando mis mejillas, bajando a mis hombros y parándose en mi cintura, acercándome a él mientras no dejábamos de mirarnos. Quería besarle, quería hacerlo, pero por otra parte quería quedarme ahí dejándome analizar por esa mirada, sintiendo sus respiraciones, rozando su nariz… hasta que la situación fue insostenible y pasó lo que tenía que pasar. Un beso dulce y apasionado que me llenó por completo.

- Noa, esto es un sueño, pero voy a darte razones para que sigas soñando conmigo, hasta que llegue de verdad y no tengas que sustituirme…

Me hizo gracia ese comentario, ése era el carácter típico de Adam, un poco chulo, quizá arrogante, pero asquerosamente deseable y al final, sincero. Él tenía de qué presumir, aunque a veces me molestara tener que reconocerlo.

Adam me quitó el camisón en un segundo y al poco él estaba desnudo sobre mí, la imagen de ese Dios griego en mi cama, a media luz era increíble, Adam estaba para comérselo lo miraras por donde lo miraras. Empezó a paladear mis labios y siguió por mi cuello, mientras con sus mano izquierda inmovilizaba las mías por encima de mi cabeza, la derecha en cambio recorría mi cuerpo de arriba abajo sin detenerse en ningún lugar concreto. Soltó mis manos bajo una mirada pidiendo obediencia, así que sin rechistar dejé mis manos ahí, como si estuviera realmente atada, mientras él se deleitaba mirando y acariciando mi cuerpo. Descendió su lengua por mi esternón hasta llegar a mis pechos y ahí se quedó un rato, mientras sus manos adelantaban trabajo abriendo mis piernas y palpando la situación. Yo ardía, habría jurado que me estaba deshaciendo en esos momentos, pero Adam puso remedio con su lengua a todos mis males, era demasiado bueno para ser un sueño. Cuando consiguió hacerme alcanzar el primer orgasmo siguió lamiendo y mientras yo me retorcía esperando el segundo, me penetró de una sola vez, provocándomelo finalmente.

- Adam… -hilar pensamientos en ese momento era difícil-.

- Estás preciosa así, ojalá pudiera tenerte siempre entre mis brazos…

- Ojalá no me soltaras nunca…

Fue placentero, totalmente sexual, pero en esencia había sentimiento, emociones, y me sentí completamente suya, feliz, igual que la primera vez. Nadie me hacía sentir así por muy placentero que fura el sexo, nadie conseguía esas sonrisas o sensaciones. Adam era especial y yo lo sabía.

No recuerdo exactamente el final, pero recuerdo sus besos, sus caricias en mi piel, recuerdo cuando volvió a vestirme con suma delicadeza y tranquilidad, como si fuera a romperme, y como me abrazaba mientras me juraba que no iba a irse a ninguna parte. Recuerdo su olor en mi piel y el grosor de sus músculos, la anchura de su espalda o sus ojos penetrantes sonriéndome.

- Adam vuelve pronto…

En mi sueño me dormí entre sus brazos y desperté creyendo que estaba en ellos, pero mi cama seguía tan vacía como al principio de esa noche. Quizá me había servido para replantearme las cosas y poner en orden mis pensamientos, o mejor, mis sentimientos. Llegó Agosto y nos fuimos cuatro amigas a la playa a pasar unos días, mientras estaba haciendo cosas se me pasaban los días mucho más rápido. Poco a poco aprendí a sobrellevar esas visitas nocturnas casi diarias del recuerdo de alguien que me había marcado para siempre.

- Esta noche sólo voy a abrazarte…

- ¿Y eso?

- No necesito más.

- ¡Pero yo sí!

Adam empezó a reírse sin parar mientras yo lo miraba un poco enfadada.

- ¿Qué pasa? ¡Siempre te estás riendo de mí!

- Es que intento ser romántico, ese tipo de romántico que tanto te gusta, y resulta que tú lo que quieres es sexo. Es decir, ¡no me quieres a mí, quieres lo que te doy!

Me enfurruñé y me alejé de él, ¡será gilipollas! ¡Claro que no! Yo le quería a él, a él completo, pero no podía remediar el hecho de que nunca me sentía tan sumamente entera como cuando estaba entre sus brazos. Hacer el amor con él era como demostrarle en cada segundo lo mucho que le necesitaba, le deseaba y le… ¿le quería? No estaba preparada para esa frase, pero bueno, algo así.

- Eres idiota.

- Y tu una enfadica, sabes perfectamente que te lo digo para picarte.

- Pues eso, un idiota.

- Noa, vamos, no te enfades…

- Sí, sí me enfado. ¡Te ríes de mí! Esto es mi sueño, ¡y te ríes de mí! ¡Pero que mierda de subconsciente tengo!

- Creo que tus sueños me crean como tú crees que soy… así que no es culpa mía.

- No, no, si eso ya lo tengo claro. La culpa es mía, por subnormal, ¿se puede saber que hago esperándote cada día en sueños? ¡No eres real! Eres una fantasía pesada que tengo cada noche para suplir el vacío enorme que tengo desde que hace dos años te fuiste a cumplir tu maldito sueño al otro lado del mundo… ¡Por qué me sigo engañando!

- Porque eres humana…

Me abracé a Adam mientras éste me consolaba y me dejé querer, como cada noche, tan increíblemente perfecto como siempre, pero el despertar siempre era igual de amargo. No me hacía tan feliz como al principio, porque el saber que era un sueño me amargaba cada día un poco más.

Me levanté un poco tarde y fui al lavabo, al entrar en el comedor mis tres amigas estaban desayunando explicándose cosas y me ofrecieron un sitio. Andrea me ofreció un poco de zumo que acepté, mientras Laia me miraba muy sonriente.

- ¿Qué?

- ¿Quién es Adam?

Empalidecí como una tonta y miré a Laia desconcertada.

- ¿Qué has dicho?

- Que quién es Adam. Llevo tres noches durmiendo contigo y cada vez que me levanto para ir al lavabo o algo así, te oigo susurrar ese nombre. ¿Quién es? ¡No nos has contado nada!

La verdad es que no, todo el mundo se pensaba que mi primera vez había sido con Alex, ni siquiera le había contado a Alma mi encuentro con Adam, y a mi madre, con quién tenía una fabulosa y sincera relación, no me atrevía a decírselo. Supongo que sabía que ese modo de actuar rompía totalmente mis esquemas y tenía miedo de decepcionar a las personas que quiero, en especial a mi madre. A Alma, quizá, era más porque no tenía ganas de escuchar su retahíla de preguntas sobre el tamaño y la virilidad, que volvían a Adam un pedazo de carne, cosa que no me hacía ninguna gracia.

- Es un conocido, nadie importante.

- ¿Y sueñas con un conocido cada noche?

- Sí, es que me pone de los nervios, tiene un carácter de estos absurdo, como digo yo, y me saca de quicio.

- No creo que sea eso…

Supongo que mis amigas me conocían y habían comprendido a medias lo que significaba, pero en ese momento no era capaz de contarles la verdad. Marta se acercó a mí y me dio un fuerte abrazo.

- Cuando estés preparada, estaremos aquí para oír lo que tengas que contarnos, ¿vale?

- Gracias.

Sinceramente agradecí que no me hicieran más preguntas, porque no me sentía con fuerzas para contestarlas en ese momento. La semana continuó y el sol era radiante, hicimos muchas cosas, salimos de fiesta, y al final… una vez más volver a casa y seguir con nuestras vidas. Yo estaba de fiesta, porque había decidido no trabajar ese verano, así que aún me quedaba más de un mes para disfrutar de libertad y tranquilidad.

Llegó el día específico, el día clave, se cumplían dos años de mi primera vez, del día en que había conocido a Adam y no quería que sucediera. Esa mañana me levanté cabizbaja, sin ganas de nada, era un día como cualquier otro, no, peor que cualquier otro. Adam no estaba y dios sabe cuantos días iba a tardar en volver, mientras maldecía el mundo picaron al timbre así que me acerqué. Era uno de estos paquetes que te envían por correo urgente, aunque yo no había pedido nada. Una caja un poco grande a mi nombre que el chico me pidió que firmara corroborando que era la destinataria. Dije que sí, me dio la caja y se despidió.

- ¡Ah, que se me olvidaba! –Bajó un momento las escaleras y apareció con un ramo de rosas precioso- Esto también venía en el encargo. ¡Qué tengas un buen día!

- Gracias.

Me quedé absorta, ¿eran de Adam? No podía pensar, mi corazón latía tan fuerte que sentía que se me iba a salir por la boca. Abrí la caja y encontré una carta con su letra nada más empezar, y más abajo una caja alargada bastante alta y una cosa envuelta en papel de regalo. Abrí su nota y en la primera hoja sólo ponía: abre el paquete azul, cogí el paquete, que era un poco grande y a ir quitándole el papel me di cuenta de que era un osito de peluche grande precioso. Era de color marrón clarito, con sus orejitas, y llevaba un corazón en las manos. ¡Era una monada! Sonreí muy contenta. Entonces miré de nuevo la hoja y dándole la vuelta descubrí toda una cara escrita.

Noa;

  Hoy hace ya dos años de aquella primera vez, del momento en que nos vinos, nos conocimos, nos acariciamos y nos encontramos, y no ha pasado un minuto que no haya pensando en ello desde entonces. Te he echado mucho de menos, esto no es lo mismo sin ti, pero ya queda poco. Tus últimas cartas me han ayudado a seguir, no te contesté porque no sabía qué decir, pero quiero que sepas que sigo tan encandilado contigo como la primera vez, cada día te añoro un poco más, cada día te deseo un poco más. He rezado cada noche para que no encontraras a alguien, he sido un jodido egoísta que ha pedido mil veces que estuvieras sola, que no te funcionara, un auténtico idiota. Yo te pedí que experimentaras, te pedí que vivieras y espero que lo hayas hecho, pero pido cada día que nadie haya conseguido tu corazón, porque me encantaría ser ese afortunado, nada me haría más feliz en este momento. Quizá te coge por sorpresa, quizá te idealizo, como ya dijiste, pero quiero tener la oportunidad de cerciorar estos sentimientos o de darme cuenta de que no son así. Quiero estar contigo, quiero sentirte, tocarte, besarte… quiero estar ahí. Por favor, perdóname y dime que me darás esa oportunidad, aunque no me la merezca.

Si abres la caja encontrarás un par de cosas explicadas, ahora lo entenderás. Espero verte pronto.

Siempre contigo.

Adam.

 

 

El corazón me latía muy rápido y se me caían un par de lágrimas, ¿él me quería? ¿Quería conocerme, hacerme feliz? ¿Quería estar conmigo? ¡Dios! Nada de lo que me hubieran podido decir me hubiera hecho más feliz que eso. Abrí la caja intrigada y encontré una pequeña nota sobre papel de cebolla, que escondía algo de color lavanda debajo…

He reservado mesa para el 26 de Septiembre, me harías un favor muy grande si además de aparecer en dicha dirección escrita más abajo, vinieras con este vestido. Sé que voy a querer comerte cuando te vea vestida con él, un beso.

Adam

Abrí la caja contrariada y miré el vestido, era precioso, lavanda, atado al cuello, muy ceñido en la zona de los pechos, con un buen escote en forma de v, bajo los pechos había como un cinturón ceñido al cuerpo de la misma tela y desde éste caía el vuelo hasta un poco más arriba de la rodilla. Era precioso, aunque yo jamás me habría comprado algo tan alocado. Esa misma noche, después de ducharme, me lo probé y tal y como me pensaba me venía bastante ancho. Sonreí, Adam recordaba mi cuerpo de nuestra primera vez, lo que él no sabía era que en esos últimos dos años yo había adelgazado unos15 kg. El vestido era tan bonito que llamé a mi madre y aprovechando la coyuntura le expliqué por encima lo que estaba pasando. Al principio no reaccionó, después me dio un fuerte abrazo y me sonrió.

- He esperado muchos años para verte sonreír así… Siempre me había imaginado como sería esa primera vez en que te viera ilusionada como una tonta, preocupada, confusa… y aquí estás, ya eres mayor. Espero que te vaya todo bien vida mía.

Me sentí tranquila, muy tranquila. Mi madre me arregló el vestido y lo cosió para que me quedara como un guante. Cada día que pasaba contaba las horas que faltaban para verle y sentía como los nervios aumentaban, habían pasado 2 años, 2 años de relación idealizada, ¿qué pasaría entonces?

Y llegó el momento. Después de comer me duché, me maquillé un poco, elegí los zapatos me puse el vestido y mi madre me acompañó en coche al restaurante, llegué un poco pronto y me atendieron en seguida. Me acompañaron a una salita con unos sofás muy cómodos y me pidieron que esperara allí a mi acompañante, que no creían que tardara demasiado en llegar. Recuerdo perfectamente que estaba sentada mirando las escaleras que quedaban a mi derecha cuando oí su voz en la recepción, no supe si levantarme o no, y finalmente apareció delante de mí mientras yo me ponía en pie. Cuando lo vi en persona, con un traje chaqueta la mar de elegante, una camisa azul claro, sin corbata, su pelo rubio un poco más largo, despeinado, y su piel muy morena, sus ojos mirándome de arriba abajo… me quedé quieta y no supe qué decir. Él se acercó con pasos lentos y cuando quedamos a la altura recuerdo como cerré los ojos cuando acarició con su mano derecha mi mejilla, me acurruqué en esa mano y respiré muy hondo, no había nada qué decir, no necesitaba nada más. Y justo en ese momento, medio flotando, sentí su beso, un beso cálido y dulce que me quitó el aliento.

- No sabes lo mucho que he deseado este momento… -y mirándome a los ojos añadió- estás preciosa.

- Adam… -sonreí y lo abracé, feliz, pletórica… mi vida empezaba en ese momento-.

Mas de neus

Me llamaste princesa

Adam y Noa - (13) No es oro todo lo que reluce

El futbol y el amor (6)

Jodido guitarrista 4

Jodido guitarrista 3

Jodido guitarrista 2

Jodido guitarrista

Conociendo a mi nuevo hermano (9)

El futbol y el amor (5)

El futbol y el amor (4)

El futbol y el amor (3)

El futbol y el amor

El futbol y el amor (2)

Conociendo a mi nuevo hermano (8)

Adam y Noa - Primera vez (2)

Adam y Noa - Primera vez

Alma conoce a Sergio

Conociendo a mi nuevo hermano (7)

Alma y Sergio - Evolución sexual

Conociendo a mi nuevo hermano (6)

Conociendo a mi nuevo hermano (5)

Conociendo a mi nuevo hermano (4)

Adam y Noa (12) - Ninfomanía

Conociendo a mi nuevo hermano (3)

Conociendo a mi nuevo hermano (2)

Adam y Noa (11) - Eres una fierecilla

Conociendo a mi nuevo hermano

Adam y Noa (10) Reencuentro tras los exámenes

Alma y Sergio V - Polvo en el baño

Adam y Noa (9) Atada a mí

Adam y Noa (8) - Confesiones y fantasías

Adam y Noa - Su fin de semana

Adam y Noa (6) - El jacuzzi

Alma y Sergio (4)

Alma y Sergio (3)

El reencuentro de Noa y Adam

Alma y Sergio (2)

Alma y Alex - Alma y su primera gran fiesta (5)

Alma y Sergio

Noa y sus experiencias sexuales

Adam y sus días sin Noa

Noa conoce a Alex

Demasiados días sin Adam

Adam cambió completamente mi vida (2)

Adam cambió completamente mi vida

Adam y Noa

Los polvos de Alma

Él y sus dedos

Alma y su primera gran fiesta (4)

No dejes de mirarme 4

No dejes de mirarme 3

No dejes de mirarme 2

No dejes de mirarme 1

Alma y su primera gran fiesta (3)

Alma y su primera gran fiesta (2)

Alma y su primera gran fiesta (1)

Los principios de Alma

Alma y Noa