miprimita.com

Conociendo a mi nuevo hermano (6)

en Amor filial

Antes de nada, agradecer a toda la gente que se ha leído mis escritos, que comenta, que valora… de verdad que muchas gracias.

En relación a esta publicación, me gustaría esclarecer que me fui de vacaciones como regalo y no sabía cuando iba a volver. Estuve un mes fuera sin internet y después al llegar, he tenido que preparar un par de recuperaciones para septiembre de mi universidad, que aunque no me gusten más que escribir, eran más importantes que esto. Esta es la cuestión por la que no he podido subir antes este relato.

Quiero que quede claro que no he tardado ni para haceros sufrir, ni para hacerme la interesante, ni nada por el estilo… y agradecería en un futuro comentarios poco agradables sobre lo “borde que soy” o lo poco “atenta” con los lectores. Recordaros que tengo UNA VIDA y que aunque esto es muy importante y agradable para mí, no vivo pegada a todorelatos, y tengo más cosas que hacer a parte de esta. No quiero sonar borde, ni mucho menos, pero la verdad es que algunos de los comentarios creo que no fueron muy acertados, y aunque agradezco en demasía que comentéis y leáis también os pido un poco de comprensión.

Gracias por todo.

****************************************************

CAPÍTULO 6

A la mañana siguiente mi querida hermanita me despertó con besos y caricias y con un tono más que romanticón, recordándome que aún era una cría. La besé con ganas antes de abrir siquiera los ojos y rodé sobre la cama –lo poco que pude- para quedar sobre ella.

- Buenos días princesa.

- Buenos días –ella empezó a reírse y antes de que pudiera remediarlo noté como agarraba con firmeza mi erección matinal-, más que buenos por lo que veo.

¿Desde cuándo era la peque tan atrevida? La miré sonriendo, dándome cuenta de que estaba totalmente desnuda debajo de mí y me entraron ganas de comérmela enterita, pero le di un beso en la frente y me quise levantar para ir al baño a lavarme un poco y ponerle remedio al problemilla matutino.

- Ni se te ocurra moverte hasta cumplir conmigo hermanito –dijo ella mientras me agarraba del cuello y me sonreía diabólicamente-.

¿Quién narices era esa chica y qué había hecho con mi hermana? La miré extrañado y ella me besó con dulzura, nos hizo rodar y se puso sobre mí mientras no paraba de mover esa mano arriba y abajo con suma facilidad; había aprendido a usar la muñeca fantásticamente.

- ¿Se puede saber qué te pasa hermanita? Con la sesión de anoche deberías estar satisfecha al menos un par de días o quizá más.

- ¿Un par de días? Pues quizá debería, pero es que no puedo remediarlo, al levantarme y verte a mi lado… todo mi cuerpo ha empezado a reaccionar y sólo quiero tocarte y comerte, -y se mordió el labio mientras desviaba la mirada- ¿crees que es grave?

- Gravísimo… hay que ponerle remedio ahora mismo. Lo mejor será que sacies tu hambre voraz, si tantas ganas tienes de comerme.

Ella sonrió y no se hizo de rogar, se levantó de encima de mi cuerpo y pasó de acariciarme a lamerme con tranquilidad. Primero me tocó el pecho y los abdominales, y un poco después fue directa a lo que quería, golosa como era, y empezó a comérmela de una manera que poco iba a tardar en volverme completamente loco. Aprendía rápido la condenada y aquello me estaba encantando, nunca imaginé que mi hermana sería una amante tan fogosa.

Aquello no cesó con los días, al principio pensaba que había sido una especie de interés por algo nuevo y que se le pasaría con rapidez, como a casi todas las chicas que conocía, pero no, ella quería más y más, no se cansaba nunca, a cualquier hora y en cualquier momento. Me encantaba, para qué negarlo, era como una fantasía hecha realidad.

Unos 10 días después de nuestra primera vez, a la hora del descanso entre clases, me fui a buscarla a su clase. Estaba con una profesora comentando un trabajo, y vi como Víctor la miraba con desprecio. “Es una zorra” oí que decía, y me fui directo a él dispuesto a romperle la cara a hostias, pero en el camino se me cruzó Isa con una sonrisa.

- ¡Hola hermanito!

- Tengo que…

- Sí, tienes mucho que hacer, ven conmigo que te cuento.

Me cogió del brazo y nos fuimos al lavabo de la segunda planta, dónde casi nunca había nadie. Entró en el de chicas, y cerró con llave, cosa que me extrañó muchísimo.

- ¿Se puede saber de dónde has sacado esa llave? Y… ¿qué narices hacemos aquí?

- La llave la tengo por ser una alumna “tan ejemplar y buena”, así que he conseguido que me la dejara la profe alegando que tenía un problema que solucionar con mi periodo. Y bueno, la verdad es que pensaba que tendrías más imaginación –dijo acercándose a mí mientras se quitaba el jersey, y después la camiseta-.

Mi hermana llevaba un conjunto de encaje de color verde precioso, con rayitas negras. Se soltó el pelo y se sacó un condón del bolsillo de su pantalón tejano mientras se acercaba a mí, medio contoneándose. Se mordió el labio, como tantas otras veces, y susurró:

- Tenemos unos 25 minutos…

- Estás loca.

-Completamente.

Me besó con ansia y yo medio sonreí. Apenas hacía 10 horas que lo habíamos hecho en mi cama, y ya volvía la pequeña a pedir guerra. Sin apenas dejarme hacer, se arrodilló en el suelo, desabrochó mi pantalón y se la metió en la boca mientras miraba mis ojos. Estaba aprendiendo a hacerlo muy rápido, cada vez lo hacía mejor, muchísimo mejor. Yo dejé que siguiera, hasta que me acercó al orgasmo, así que le pedí que parara. Volvimos a besarnos, con ganas, y me quitó la camisa mientras nos acercábamos a uno de los lavabos. Me sentó y ella encima, mientras nos tocábamos y besábamos casi por instinto, hasta que se la clavó casi de una vez ahogando su grito en mi cuello.

- Dios Fran, no pares… no pares…

- Eres increíble, con este cuerpo, esta voz… me vas a volver loco.

Ella me miró, sonriendo, y siguió moviéndose, cada vez más rápido, mientras me besaba, controlando los espasmos, contrayendo los músculos… hasta que al final terminamos en un clímax casi conjunto mirándonos a los ojos y medio suspirando.

- Nos quedan 2 minutos para vestirnos, ponernos decentes y bajar.

- Hemos batido un récord, por lo que veo.

- Sí, nunca habíamos hecho esto en 20 minutos, pero tengo que reconocer que me gusta estar en un sitio como este –dijo la muy pícara- aunque la cama de casa es más cómoda.

- Sí, cómoda es.

Ella se vistió, se peinó, se lavó la cara y me miró mientras yo me vestía. Me hizo bajar a mi primero por la escalera de la izquierda, y se quedó hasta que tocó el timbre en la puerta, para dejarla abierta y bajar a dirección a devolver la llave con su carita de niña buena y agradecida. La verdad es que hacía muy bien el papel.

*

- ¿Qué se te pasa por la cabeza cuando haces cosas así?

- No lo sé… tú me has hecho así.

- No, si ahora tendré yo la culpa…

- Igual que es que soy una fiera o algo así, y tú me has despertado.

- Será eso…

- Antes de conocerte estas cosas no me pasaban. Ahora quiero hacerlo a todas horas, siempre estoy caliente, y cualquier tema o cosa me recuerda al sexo, y a ti, y me pongo mala. Se me ocurren posturas, y frases, y cosas… y ¡es enfermizo!

- Es maravilloso.

- ¿Y si no aguantas mi ritmo y te cansas de mí? ¿Me dejarías por pedirte demasiado sexo?

Yo me quedé mirando, perplejo ante tal afirmación.

- ¿Dejarte porque quieres demasiado sexo?

- La verdad es que es el tópico común entre las parejas jóvenes. Ellos quieren muy a menudo y ellas no, y al final a veces esa falta de ganas de ella rompe la pareja. Pero en nuestro caso la ardiente soy yo… ¿crees que será un problema?

- Isa… ¿alguna vez te he dicho que no?

- Aún no… pero y si empiezo a ser “demasiado activa”?

- Nunca se es demasiado activa –dije yo sonriendo, aunque ella parecía realmente preocupada-. Isa tenemos confianza, ¿vale? Somos una pareja, así que cualquier cosa que pase la tenemos que hablar y listo. No te preocupes más. ¡Ah, por cierto! La próxima vez que Víctor diga una sola palabra de ti, le partiré la cara, así que no te interpongas.

- La próxima vez que Víctor diga algo sobre mí, recuerda que tú me tienes cada noche en tu cama y él no volverá a tocarme, creo que eso ya es suficiente felicidad.

- Eres buena –dije yo sonriendo-.

- La violencia no soluciona nada.

- Bueno, eso podría debatirlo…

- Ya… ¿te duchas conmigo?

Yo me fui a la cocina a preparar uno de esos zumos que tanto le gustaban, como por inercia, cuando a mi cerebro se le ocurrió procesar la última frase de mi adorada hermana. Salí como un cohete de la cocina y me quedé de pie enfrente de ella, mirándola perplejo.

- Acabas de decir que…

- La violencia no soluciona nada.

- No… has dicho que si yo…

- Ah, que si quieres ducharte conmigo.

Yo la miré en busca de ironia, sarcasmo o atisbo de broma, pero no encontré nada.

- ¿Esto va en serio?

- ¡Fran! Lo hemos hecho un montón de veces, ¿de verdad crees que voy a escandalizarme por ducharme contigo? Vamos… me sé tu cuerpo de memoria.

- Eres una chica muy rara.

- Sí, eso es obvio, ¿pero te quieres duchar conmigo o no?

- ¿Tú qué crees?

*

(VOZ DE ISA)

En verdad estaba temblando, como casi siempre, medio preocupada medio ansiosa. El sexo en el baño había sido maravilloso y Dios, como me gustaba estar con él, pero… ¿y en la ducha? Estaríamos completamente desnudos y con toda esa luz, el agua, el jabón… Ay dios, supongo que todo iría bien, ¿no?

- Entro yo primero Fran… -y sin esperar respuesta me metí en la ducha y me quedé de espaldas a la puerta, como haciendo que calibraba la temperatura-.

En menos de nada, Fran estaba al lado, en la puerta. Entró con tranquilidad y se puso en mi espalda, sin rozarme, sin decir nada. Cerró las puertas y se acercó más a mí, rodeándome con sus brazos y dándome un beso en el pelo.

- ¿Estás segura de esto?

- Sí…

- Pues entonces date la vuelta que así no puedo besarte.

Yo me giré, con suavidad, y antes de acabar los 180º grados me encontré con sus labios en los míos, apresándome mientras acercaba nuestros cuerpos. Me dejé hacer, muy tranquila entre sus brazos, y medio sonreí mientras notaba su mano recorriendo mi espalda. El chorro del agua caliente empezó a caer sobre nosotros y fue muy excitante, Fran de por sí era un chico muy atractivo, pero con todo el cuerpo mojado lleno de gotas y el agua cayendo sobre su pelo estaba irresistible.

- Creo que la ducha me gusta…

- A mí también –dijo él mientras besaba mi cuello-.

- Pero no es muy cómoda para –dije yo mirando a nuestro alrededor, como buscando sitio o postura adecuada-.

- Yo creo que sí… esto te va a gustar –dijo muy pícaro-.

Y me levantó en brazos apoyándome en el mármol frío, mientras yo me agarraba con mis piernas a su cintura. En menos de nada ya estaba en él, con él, siendo uno, haciendo el amor follando como locos… el agua caliente contrastaba con aquel mármol tan frío y me gustaba oírle gemir en mi oreja mientras me penetraba.

- Fran…

- Me encanta que digas mi nombre cuando estamos juntos…

Yo sonreí, mientras volvía a besarle. Aquella postura debía ser incómoda y pesada para él, pero no dijo nada, aguantó como un roble mi peso y me llevó al orgasmo con facilidad, como siempre, mientras me acariciaba y me besaba sin dejar de mirarme. Grité mucho aquella vez, entre la excitación, el lugar, y la profundidad de sus embestidas no pude remediarlo, aquel polvo había sido increíble.

- Fran… -él me miró a los ojos mientras volvía a besarme, ahora con mucha suavidad- me ha encantado… ha sido…

- Maravilloso.

Nos secamos con la toalla y nos fuimos a mi cuarto, lo senté en mi cama, aún medio mojado, recuerdo como lo estiré y me senté sobre él, recorriendo primero con la lengua su cuerpo, saboreando las gotas que quedaban sobre su piel. Su cara, con el pelo mojado, lo hacía aún más atractivo de lo normal, y su piel resbalaba. Recorrí su pecho, los brazos, el vientre, bajando por sus abdominales, y me bajé a posta hacia sus muslos, subiendo de la rodilla hacia arriba haciéndome de rogar. Finalmente, acabé, llegando a dónde quería llegar, agarrando con suavidad y besando la punta con mis labios. Lamí el glande, luego el tronco, y me dispuse a ello con mucha tranquilidad. Chupaba un poco la punta, ahora un poco más, después un poco más profundamente… hasta que cogí ritmo y empecé a hacerlo como había aprendido con el paso de los días entre sus comentarios y sus suspiros. Aquello le gustaba, le gustaba mucho. Fran suspiraba y se agarraba fuerte a las sábanas, apretando la mano y retirando la cabeza hacia atrás sin mirarme. Cada vez estaba más caliente, más tenso, y conseguía que se acercara al orgasmo con más rapidez conforme iba practicando. Ya notaba las primeras tensiones en sus abdominales, cuando Fran hizo ademán de retirarse, pero no le dejé, calmando desde su vientre y mirando sus ojos mientras negaba con la cabeza, y lamía la punta.

- Acaba aquí.

- Pero…

- Córrete en mi boca Fran.

No sé si fue sorpresa, asombro, miedo… pero la verdad es que se quedó un poco blanco, aunque no se movió ni un poquito. Se quedó sentando, mientras me miraba, y yo seguí con mis caricias y mis sorbos hasta que aquello fue a más, sin poder contenerse. Cerré mi boca alrededor de la punta y noté con cada espasmo como un líquido un poco caliente y viscoso se colaba en mi garganta. No le encontré mucho sabor, no me resultó asqueroso, ni me provocó nauseas o arcadas. Fue algo diferente, muy diferente a verlo acabar, a un metro de mí con sus manos, pude sentir todo el esplendor de su clímax en mi boca y en mis manos, en sus ojos mientras me miraba, en los músculos de las piernas… y me gustó hacerlo.

- Tú…

- Hacía días que quería hacerlo.

- Cada día me sorprendes.

- Eso es bueno en una pareja, ¿no?

Él sonrió y me besó mientras nos estirábamos de nuevo en aquella cama. Jugamos y nos quedamos medio dormidos en mi cuarto, un buen rato, sólo abrazándonos. Yo me entretuve en mirar sus rasgos, los músculos, el color de la piel, sus pestañas, su pelo… era demasiado guapo para ser real.

*

Aunque, no todo puede ser de color de rosa. Al principio Fran estaba muy contento con mi fogosidad, mi ardor y todas mis ganas. Probábamos cosas nuevas y lo hacíamos casi cada día, cuando no eran 2 veces en un mismo día. Siempre se reía de mis frases y me dejaba hacer cosas, probar, preguntar… pero con el paso de las semanas la cosa se fue torciendo hasta desencadenar en una pelea que ninguno de los dos olvidaría.

- Tenemos que hablar.

- No tengo ganas de hablar ahora Isa…

- No importa, tenemos que hacerlo.

- Pues he dicho que no quiero.

- Ya… tampoco quieres follarme, así que, ya veo que estás en plan negativo.

Fran me asesinó con la mirada, y respiró hondo.

- No quiero discutir Isa.

- Pues yo sí quiero.

Él se sentó en su cama, así que yo pasé, cerré la puerta y me senté a su lado, pero sin tocarle, ni mirarle. Respiré hondo y esperé a que hablara, pero no lo hizo, sólo había silencio, y más silencio, y aquello empezaba a molestarme.

- ¿Se puede saber qué narices te pasa?

- Nada.

- ¿Por eso estás tan rancio, pasota y frío conmigo? Pues me parece perfecto.

- No siempre se puede estar bien… ¿sabes?

- No digo que siempre estés bien, pero podrías tener la deferencia de contármelo para que pudiera entenderte e incluso ayudarte.

- No puedes ayudarme.

- Perfecto.

La tensión se podía cortar con un cuchillo y aquello me estaba sacando de mis casillas.

- Necesito que me digas qué te pasa Fran, en serio –dije intentando ser comprensiva-.

- Te he dicho que nada.

- Así no vamos a arreglar nada…

- No hay nada que arreglar.

- ¿Ah no? ¿Me puedes decir a qué coño viene entonces que apenas hablemos, que ya no me busques, ni me mires, y que lleves rehuyéndome casi 20 días?

- ¡Así que es eso!¡ Estás enfadada porque no te follo tanto como quisieras! Tranquila amor, te compraré un vibrador de esos gruesos para que estés satisfecha y no vengas a darme la lata con tus tonterías.

Yo lo miré muy ofendida, terriblemente cabreada y le di tal hostia, que creo que se le quedó mi mano un par de días marcada.

-¡VETE A LA MIERDA!

- ¿Isa?

Yo estaba estirada en mi cama, bocabajo, con la cara llena de lágrimas, la almohada fría, muy mojada, y no tenía ganas de moverme, ni de comer, ni siquiera de respirar.

- Isa por favor… yo, lo siento. Lo siento muchísimo es que… joder, he sido un gilipollas, no tendría que haberte dicho eso, ni haberte tratado así, ni… Isa por favor, no soporto verte así.

- Pues no me mires –dije yo haciéndome un ovillo y acercándome a la pared, alejándome de dónde él se había sentado.

- Isa por favor…

- Fran no… no quiero que estés aquí, por favor, vete y déjame tranquila. No te preocupes que tengo 2 manos para satisfacer mis “necesidades”, no volveré a llamarte para que me des ese gusto, tranquilo.

- Isa, por favor… no. Dios… porque no habré aprendido a cerrar la boca. Sabes que no es cierto, me conoces, sabes que lo dije para hacerte daño, porque sabía que era dar en la llaga… sabes que lo dije para zanjar el tema, para que me dejaras tranquilo. Isa, no quería hacerte daño.

- Tranquilo, estoy bien, soy una guarra que sólo quiere a su novio para que la satisfaga en la cama. No te creas que me preocupa verle sombrío durante casi un mes, y que no se pregunta a todas horas qué le pasa, ni busca mil cosas que hacer o decir para animarle. En verdad no es que busque sus brazos para abrazarle, darle ánimos o hacerle sentir querido; sino por mi enorme libido y mi interés sexual. Él para mí solo es como un muñeco inchable…

- Isa por favor… no, no hagas esto. Escúchame, te lo voy a contar todo, pero por favor deja de llorar, por favor.

Fran me abrazó con fuerza y me removí intentando zafar de sus brazos con todas mis ganas, mientras lloraba, pero no pude separarme de él. Acabé agarrada a su espalda, llorando en su pecho, diciéndole mil insultos, medio deshecha.

- Te quiero Isa, te quiero más que a nada en este mundo –yo respiré hondo- y siento hacerte daño de esta manera, no te lo mereces. Hace como un mes o así, me llamó mi hermano porque había tenido problemas con las drogas y necesitaba pasta. Le dije que no podía ayudarle, que ahora vivía aquí y que él tenía que tener una vida real, que tenía que dejar la calle y vivir honradamente. Se enfadó mucho y me mandó a la mierda, pero no volvió a llamar ni nada. Cinco días después me llamaron para que fuera a reconocer un cuerpo –yo me sobresalté y empecé a negar con la cabeza-, era él. Creen que se murió de una sobredosis, aunque también tenía golpes de una paliza muy grave. Tenía 23 años Isa… y si yo no hubiera conocido a tu madre puede que hubiera acabado como él.

Yo… dios, eso era horrible. Lo abracé con fuerza mientras Fran se derrumbaba, deshecha por el cúmulo de todo lo que nos había pasado y por esa confesión. Le di mil abrazos y mil besos y lo miré a los ojos mientras intentaba entenderle.

- Siempre voy a estar aquí Fran, siempre. Te quiero más que a nada en este mundo, ¿entiendes? Y necesito que me cuentes las cosas, sólo quiero ayudarte, estar ahí cuando me necesites… ¡Fran, por dios, era tu hermano! Tendríamos que haber ido al entierro, y habríamos puesto una vela o le habría escrito algo, o haber ido algún sitio que a él le gustara… no sé, lo que tú quisieras. Yo… sólo quiero estar contigo.

- No era capaz de decírtelo Isa… era como algo superior a mí, no quería pensar, pero no paraba de verle, muerto, en esa camilla. Y cuando te miraba a ti, sentía que eras demasiado frágil, que no podía perderte a ti también, y a la vez pensaba en lo que le estoy haciendo a tu madre. Ella me ha sacado de la calle, me ha dado una vida, y la estoy traicionando de la peor manera. Me sentía mal cuando me acercaba a ti…

- Pero Fran, esto no es culpa nuestra, y mucho menos tuya. Simplemente… nos enamoramos y pasó lo que pasó. A mi madre le estás dando un regalo: hacerme feliz.

- Contigo todo siempre es más fácil, consigues verle el punto bueno a las cosas.

- Después de lo de mi padre, fue lo único que pude hacer para no hundirme.

- Te hizo mucho daño, ¿verdad?

- No creo que nunca me recupere de aquello… pero bueno, tengo que vivir mi vida.

Yo le besé, intentando quitarle hierro al asunto y me abracé de nuevo a él.

- Fran no me hagas esto nunca más, por favor, nunca más.

- Isa es que no podía… era superior a mí. Quería morirme, me sentía fatal, y no podía parar de ver su cuerpo, y a tu madre cuando me vino a ofrecer esta casa, y la primera vez que te besé y cuando tu madre me dijo que te cuidara… yo… no le puedo hacer esto.

- ¿Vas a dejarme? –mi voz sonó débil, muy suave-.

- No… ya no puedo dejarte, pero eso no significa que me sienta culpable.

- No debes hacerlo… sólo nos queremos, no hacemos nada malo.

- Isa…

- No, no es nada malo. Aunque lo será como sigas ignorándome, escapándote de mí y haciendo como que no existo. EN verdad al final tendrás que comprarme ese vibrador como sigas así…

Conseguí sacarle a Fran una sonrisa, que es lo que pretendía.

- Amor… mientras yo esté vivo, en esta casa no entrará ningún vibrador, ¿entendido?

- Quizá por si algún día estás cansado o quieres jugar…

- Nunca. N U N C A.

Yo me acurruqué en sus brazos y suspiré.

- Prométeme que me contarás las cosas Fran, en serio.

- Te lo prometo.

- De verdad que me importas.

- Lo sé… lo siento.

Me besó en el pelo, y luego en la frente, después en la mejilla y en el lóbulo de la oreja, y después de mirarme a los ojos, besó mis labios, con dulzura.

- Fran no…

- Isa hazme olvidar, llévame lejos de aquí.

Y lo intenté de la mejor manera posible. Hicimos el amor con calma, con dulzura, yo llevé las riendas aquella vez, besando todo su cuerpo, acariciando su piel, besando sus labios… él estirado, yo sobre él, mantenía un ritmo constante. Moviendo bien mis caderas y llevándolo al clímax paulatinamente, mientras lo besaba y acariciaba.

- Fran… -dije ya casi al final, cuando ambos tocábamos el cielo y estábamos a punto. Él se reincorporó y me besó mientras me raspaba con las uñas la espalda- Te quiero.

- Yo a ti… -dijo él besándome de nuevo- siempre.

Mas de neus

Me llamaste princesa

Adam y Noa - (13) No es oro todo lo que reluce

El futbol y el amor (6)

Jodido guitarrista 4

Jodido guitarrista 3

Jodido guitarrista 2

Jodido guitarrista

Conociendo a mi nuevo hermano (9)

El futbol y el amor (5)

El futbol y el amor (4)

El futbol y el amor (3)

El futbol y el amor

El futbol y el amor (2)

Conociendo a mi nuevo hermano (8)

Adam y Noa - Primera vez (2)

Adam y Noa - Primera vez

Alma conoce a Sergio

Conociendo a mi nuevo hermano (7)

Alma y Sergio - Evolución sexual

Conociendo a mi nuevo hermano (5)

Conociendo a mi nuevo hermano (4)

Adam y Noa (12) - Ninfomanía

Conociendo a mi nuevo hermano (3)

Conociendo a mi nuevo hermano (2)

Adam y Noa (11) - Eres una fierecilla

Conociendo a mi nuevo hermano

Adam y Noa (10) Reencuentro tras los exámenes

Alma y Sergio V - Polvo en el baño

Adam y Noa (9) Atada a mí

Adam y Noa (8) - Confesiones y fantasías

Adam y Noa - Su fin de semana

Adam y Noa (6) - El jacuzzi

Alma y Sergio (4)

Alma y Sergio (3)

El reencuentro de Noa y Adam

Alma y Sergio (2)

Alma y Alex - Alma y su primera gran fiesta (5)

Alma y Sergio

Adam, ¿sí o no?

Noa y sus experiencias sexuales

Adam y sus días sin Noa

Noa conoce a Alex

Demasiados días sin Adam

Adam cambió completamente mi vida (2)

Adam cambió completamente mi vida

Adam y Noa

Los polvos de Alma

Él y sus dedos

Alma y su primera gran fiesta (4)

No dejes de mirarme 4

No dejes de mirarme 3

No dejes de mirarme 2

No dejes de mirarme 1

Alma y su primera gran fiesta (3)

Alma y su primera gran fiesta (2)

Alma y su primera gran fiesta (1)

Los principios de Alma

Alma y Noa