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Alma y su primera gran fiesta (4)

en Lésbicos

* Leer primero los anteriores capítulos de la serie para entender mejor el relato. ¡Gracias a los que la siguen!

Hasta ahora el fin de semana estaba siendo del todo interesante, incluso podríamos catalogarlo de indescriptible, pero en ese momento tenía ante mí una dura elección: Eva, una chica increíble que me ponía con sólo mirarla, a 5 chicos despampanantes esperando para hacerme todo lo que yo quisiera. No era fácil, precisamente.

Thomas me retaba con la mirada y Eva estaba detrás de mí, besándome la nuca, esperando a que reaccionara y asintiera. No sabía qué hacer. Respiré hondo y me decidí. Dejé a Eva, un momento, y me fui a ver a ese grupito de tíos increíble que me moría por probar.

- Se que estáis deseando comerme, y la verdad es que yo siento lo mismo hacia vosotros, pero resulta que me han pedido una cita íntima y no quiero desaprovecharla. Como trueque por haceros esperar, os propongo que vengáis como espectadores del polvazo entre Eva y yo, ¿os apetece?

Todos asintieron, medio riendo medio excitados. Creo que el plan les gustaba tanto como a mí. No sólo iba a tirarme a Eva tranquilamente, sino que además iba a tener a ese grupo de buenorros a escasos metros mirándonos mientras nos follábamos con frenesí. Y no sólo eso, después de esa experiencia inolvidable con Eva, esos ansiosos chicos me iban a follar hasta dejarme sin aliento. Tenía mi coñito tan encharcado que no podía respirar de la emoción.

Eva me cogió de la mano y me llevó a una habitación grandiosa en la que había una cama enorme en el centro, alrededor de ella estaba lleno de sillones y butacas. Sin duda era algo así como un lugar para hacer streaptease o directamente follar con público, y eso era lo que íbamos a hacer esa gata en celo y yo.

- Estoy tan mojada que creo que con el roce de tu lengua me voy a correr –le dije a Eva en el oído mientras andábamos hacia la cama-.

- No hay problema, córrete las veces que quieras. Hasta que no me quede del todo satisfecha no voy a parar.

- Encantada.

Ambas estábamos desnudas y chorreando, se podía ver el flujo cayendo por el interior de nuestros muslos, el calor de nuestra piel era desmedido y no parábamos de comernos con los ojos. Eva me apoyó en la cama, estirada boca arriba y se situó justo encima. Empezó a besarme, recorriendo mi boca con su lengua sinuosa y excitante, mientras con las manos tocaba y apretaba mis duros pezones, que parecían estar a punto de estallar. Poco a poco bajó su lengua a mi cuello y sus manos a mi humedad, el sólo roce de su dedo índice subió mil grados mi temperatura y consciente de ello, Eva fue muy despacio, para no acelerar la situación. Poco a poco fue bajando su boca a mis pechos y se los comió con deleite mientras metía dos dedos de forma suave en mi coñito, no tocaba mi clítoris ni lo circundante así que estaba recuperando mínimamente el sentido. Cuando se cansó de comerme los pezones, empezó a bajar lamiendo mi vientre hasta el lugar que ambas deseábamos y sin previo aviso y con alevosía sorbió con ansia mi clítoris a la vez que metía 3 dedos en mí.

- ¡Ah! –Gemí completamente ida, sin poder hilar mis pensamientos-.

- ¡Grita putita mía, grita! Te voy a dejar afónica esta noche.

Siguió sorbiendo y lamiendo mi humedad, penetrando frenéticamente mi coñito con 3 dedos, y no conseguí aguantarme mucho. A los dos o tres minutos ya me había corrido, no pudo remediarlo.

- ¡Mmm! Me encanta como sabe tu coño, preciosa… tan salado, tan exquisito –decía ella mientras no paraba de sorber y lamer todo lo que manaba de mi interior después del clímax que me había provocado.-.

Miré en un momento a mi alrededor y vi como los chicos, cachondos perdidos se masturbaban los unos a los otros… Thomas por ejemplo tenía suerte, ya que Alex se la estaba comiendo con deleite.

- Eva…

- ¿Mmm?

- ¿Puedo lamerte?

Miró mis ojos y vi un destello fugaz de excitación en los suyos, me atrajo hasta ella y me besó en los labios, entonces se estiró al igual que estaba yo y se abrió de piernas con total tranquilidad, mirándome con deseo.

- Cómemelo.

- Tranquila pequeña, sin prisa pero sin pausa.

Ella sonrió, pero intentó llevarme mi cabeza a su coñito con las manos. Yo me zafé y subí hasta su cuello, empecé a lamerlo con suavidad y de ahí a sus turgentes e increíbles pechos, me encantaban, toqué y sorbí sus pezones, aumentando su calentura y empecé a tocar su coñito con dos dedos, con mucha suavidad. Ella gemía, impaciente. Entonces sabiendo que Eva necesitaba mis cuidados, bajé rápidamente a su coñito y abrí sus labios, entonces le pegué un lametón rápido y luego sorbí su clítoris con alevosía. Viéndola gemir, arqueando su espalda, me encendí y empecé una serie de caricias y lametones rápidas y contundentes, a la vez que metía 3 de mis dedos en su vagina, con fuerza y rapidez.

- ¡Oh dios, Alma! Me vas a matar del gusto.

Yo que quería seguir jugando, metí el cuarto dedo y metí su clítoris en mi boca, sin soltarlo con los labios lo estuve lamiendo de todas las formas diferentes y en un santiamén mi niña ya se había corrido. Fue entonces, cuando sin apenas darle tiempo a pensar, puse mi coñito en su cara y seguí comiéndoselo a ella. Ambas teníamos aguante como para seguir durante horas, y esa postura me encantaba con una mujer. Al abrir los ojos Eva se encontró con mi coño en su cara y sin pensarlo hundió su lengua en mi coño y empezó a lamerlo con deleite.

- Joder… ver a estas dos guarras comiéndose los coños de esta manera me está dejando seco, ¡madre mía! Esto sí que es un buen 69 –exclamó uno de los chicos-.

Al concluir, después de llegar al clímax al unísono con nuestras lenguas y nuestros dedos, Eva se levantó y fue hacia la puerta. Trajo su maletín y empezó a mirarlo con una cara muy traviesa. Esa chica tenía fuego en el cuerpo y me iba a dar una noche inolvidable, eso era seguro.

- Ponte a cuatro patas mirando hacia Thomas putita –dijo mientras me besaba-.

Yo la obedecí al instante y me apoyé en la cama en esa postura. Thomas empezó a tocársela mientras me miraba, mi lengua empezó a moverse, rodeando mis labios y en un momento me los mordí. Ansiaba comérmela, estaba tan deliciosa… y yo tenía un hambre voraz en ese momento.

Eva apoyó mi cabeza en la cama y agarró mis manos, atándomelas en la espalda. La postura no era demasiado cómoda, pero sí excitante, estaba completamente a su merced. Abrí bien mis piernas y me relajé, apoyando la cabeza en la almohada de la cama. Sentí como Eva se acercaba a mi cuerpo y sin mediar palabra me metió una especie de consolador muy fino en el culo. Entonces se acercó a mí y echó hacia atrás mi espalda, poniéndome recta, apoyada sobre mis piernas dobladas, con las muñecas atadas en mi espalda. Con tranquilidad se puso delante de mí y empezó besarme el cuello y los pechos. A los minutos se alejó y se puso de rodillas al lado de la cama, dónde pudiera verla bien, perfectamente. Entonces Thomas se acercó a ella y le puso su pedazo de rabo en los labios, Eva sonrió y se lo llevó con tranquilidad a su boca, primero a lametones y luego chupándolo con gusto, cada vez introduciendo más y más centímetros. Poco a poco Eva iba tragándosela por completo, bajó sus dos manos a su coñito y mi querido amigo llevaba el ritmo con sus manos, follándose frenéticamente su boquita lo suficientemente despacio como para que fuera placentero para ambos.

- Dios… vaya mamada… -decía él cerrando los ojos aumentando el ritmo-.

Yo sentada en mi cama, sobre mis rodillas, con las manos atadas no podía moverme y me estaba poniendo muy, pero que muy cachonda. Esa situación calentaba más aún el ambiente, dominada por esa chica viendo como se follaba a mi amigo y yo sin poder hacer nada, ni siquiera acariciarme. Era sumamente horrible y a la vez genial, el no conseguir placer con mis manos, ni recibirlo de nadie ajeno mientras contemplaba esa escena me estaba matando del gusto.

- Mírala Eva… mírala… -dijo Thomas mientras sonreía mirándome- tiene todo el coñito encharcado, mira como frota sus muslos e intenta quitarse la venda de las muñecas. Se muere de las ganas de que la follemos, ahora mismo te estará maldiciendo por quitarle eso que tanto anhela –quitó su polla de su boca y la metió de golpe de una sola estocada, dejando sus labios en su pubis. Eva respiró un poco y él volvió a repetir la maniobra-. Cuando la desates ten cuidado… no creo que pueda pensar con claridad.

Ambos se sonreían mientras me veían ahí, cachonda perdida, pero no se movían. A los pocos minutos Thomas le llenó la boca de leche y Eva la tragó toda sin rechistar, no me dejó ni una pizca para saciar mi sed.

Me iban a matar del calentón. Me escocía de lo ardiente que estaba… Eva entonces se puso a cuatro patas sobre el colchón y dejó su boquita a escasos centímetros de la mía, lamió sus labios provocándome y yo me lancé a por ellos. Aceptó mi beso, pero rápidamente lo acabó.

- Tranquila mi amor… relájate… ya te llegará tu turno.

- ¡Zorra! ¡Desátame! –Dije yo forcejeando, sin obtener resultado-.

- Mírala que mona… intentando zafarse de las cuerdas, viendo como me comes la polla sin poder hacer nada, calentándose sin tener una mera ayuda. Y ahora será peor –dijo acercándose a Eva por detrás- pues vas a ver como me la follo sin poder ni siquiera rozarte, calentándote cada vez más y más.

Eva, acercándose me puso un pañuelo en la boca para que no pudiera articular palabra y uno de los chicos se acercó a mi por detrás, sujetándome para que mirara la escena sin poder apartar la mirada, a la vez de que no pudiera bajar para acercarme a los labios de Eva ni a ninguna parte de su cuerpo.

- ¿Qué quieres que te folle primero, preciosa?

- Mi culito… por favor –dijo Eva totalmente mojada-.

Thomas empezó a meterle dos dedos a Eva en su culito, dilataba que daba gusto, más o menos como el mío. Entonces escupió en él y volvió a meter los dedos. Poco después empezó a sorberlo y de ahí pasó a su coñito, totalmente empapado haciendo que Eva gimiera de placer. Estaba a punto de caramelo y Thomas paró.

- No pares… -dijo ella con carita de pena-.

Pero él no la miró, se alejó un poquito, pasó su mano por su polla dos o tres veces y la puso en la entrada de su culito. Abrió bien sus nalgas y con decisión se la insertó de una sola vez, provocando en Eva su primer orgasmo de la noche a manos de Thomas.

- ¡Mírala como se corre! ¿Ves Alma como disfruta? Y tu ahí, toda sola, sin poder tocarte, derramándote encima de la cama, totalmente desquiciada, caliente… ¿Quieres polla pequeña?

Yo asentí, me habría dado igual cómo, quién y dónde… pero necesitaba una ayuda, me daba igual una polla, que un consolador… que la pata de una mesa. Eso era insufrible, ya no podía más.

Sentí como el chico que me aguantaba desde atrás se apartaba para dejarme tranquila. Entonces Eva se levantó y se puso detrás de mí, sin quitarme la cuerda de las muñecas, empezó a besarme el cuello y metió una mano en mi humedad, poniéndome al cabo de unos segundos de nuevo con la cabeza apoyada en la almohada y las piernas flexionadas. Rozó suavemente mi coño, ardiente, y pasó su lengua finamente por el borde. Sin quitarme el pañuelo de la boca, cogió el consolador más grande que tenía en su maleta, negro, de plástico duro pero moldeable, y lo puso en la entrada a mi coñito. Pasó su mano por mi espalda, recorriendo la forma de mi columna y al llegar abajo, ensartó ese pedazo de trozo de plástico en mi coño provocándome un grito de dolor y de placer a la vez.

- ¿Te gusta zorra?

Yo no podía contestar, obviamente, pero la miraba con los ojos llenos de deseo. Fue torturándome con esa cosa hasta que me corrí, no mucho después. Entonces cambió ese falo enorme por un consolador doble que metió en su coño sin dificultad, apuntó al mío y empezó a bombearme mientras agarraba mis tetas y acariciaba mi coño.

- Estas dos guarras no tienen desperdicio –dijo Thomas mientras le daba por culo a uno de los chicos en el sillón contiguo-.

Entonces Eva me quitó el pañuelo de la boca y me puso boca arriba, sin desatar mis muñecas. Subió mis piernas, reposando mis rodillas casi en sus hombros y me la ensartó de nuevo, mientras agarraba sin compasión mis tetas, como si quisiera explotarlas.

- ¡Oh sí Eva! ¡Fóllame sin compasión! ¡Me encanta! ¡Sigue, no pares! –Decía yo desbocada, me encantaba esa zorra-.

Entonces sacó ese artilugio de mis adentros y quitó de un tirón el consolador de mi culo, yo gemí del gusto, subió un poco más mis piernas y de nuevo, de una sola vez, me la insertó en mi culito, ansioso, que se la tragaba sin miramientos.

- ¡QUIERO OTRA POLLA! –Dije gritando-.

- Joder, la zorrita no tiene bastante con su culito bien lleno… habrá que saciarla –dijo Eva relamiéndose los labios, cogió de nuevo mi amigo negro, enorme y me lo metió de una sola vez, provocándome el segundo orgasmo. Tenía los agujeros tan llenos que no podía ni respirar… pero entonces uno de los chicos de Thomas, uno rubio, preso de la excitación y sin pareja, se acercó a nosotras y le pidió a Eva con los ojos que se la comiera, desquiciada empecé a gritar.

- ¡Dámela, yo la quiero! ¡Fóllame la boca, la quiero toda!

Él, incrédulo, le hizo caso a mi llamada y al asentimiento de Eva, que lo dirigió hacia mí, yo estirada con las manos atadas, le pedí al chico que se sentara sobre mí, sobre mis tetas y pusiera su polla en mi boquita. Me la metí entera en dos veces y empecé a comérmela con alevosía. De vez en cuando no podía respirar, y la sacaba, pero tanta era la excitación que no me importaba ahogarme si era con esa polla en mi boca. Al poco rato le provoqué un orgasmo de no te menees al muchacho, que me dio mi ración de leche, cosa que agradecí. No dejé escapar ni una sola gota.

- Me ha dejado seco… -dijo él sonriendo- se podría decir que me la ha ordeñado de puta madre, es una golosa.

- Tenía hambre… ¿verdad que sí, mi niña? –Dijo Eva sin dejar de follarme-.

- Quería leche, siempre quiero leche, nunca me cansa.

Estaba al borde la locura, entonces aumentando el ritmo de sus caderas y su mano, metiéndome esa polla descomunal de plástico y rozando mi clítoris… consiguió uno de los orgasmos más feroces con una mujer y un plástico. Pero, no nada que envidiar.

- ¡Joder Eva, qué polvo!

- ¿Te gusta mi niña?

- Eres una guarra preciosa, sabes como dar placer… ¡eh!

- Te veo luego, si quieres –dijo dándome un beso largo, con lengua, tórrido-. Creo que ahora estos chicos reclaman tu atención.

- Estoy deseando tener toda su atención –dije riendo mientras ella se alejaba del cuarto-, pero espero que me deis diez minutos para ducharme y recuperar el aliento.

- Tienes 15 minutos, al igual que nosotros –dijo Thomas acercándose a mi cuerpo, metiendo dos dedos en mi coño sin inmutarse-, luego te vas a enterar de lo que es que te dejen usada y abierta, ¿de acuerdo?

- No esperaba menos de ti –dije agarrando su polla y sorbiendo sus labios-. ¿Quieres ducharte conmigo?

La mirada fue tan ardiente que creo que lo habría podido fundir.

- No me tientes –dijo dejándome ir-.

Una ducha, unos minutos y vuelta al sexo. Ese fin de semana iba a acabar conmigo, pero no podía dudar que ser una guarra durante tres días me hacía tan feliz… me encantaba follar y ser follada, sentirme usada, dominada… correrme y hacer correr, con tíos, con tías… daba igual, lo mejor era conseguir placer y darlo. Ese fin de semana iba a ser increíble.

CONTINUARÁ!

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