miprimita.com

Noa conoce a Alex

en Hetero: General

Es una continuación a:

Adam cambió completamente mi vida http://todorelatos.com/relato/79532/

Adam cambió completamente mi vida II http://todorelatos.com/relato/79549/

Era martes y me levanté muy tarde ese día, tenía mucho sueño porque la noche anterior había estado de fiesta con las amigas y en dos días empezaba la universidad, así que aproveché para quedarme bajo las sábanas hasta las dos. Hice un poco de comida y cuando vino mi madre subió el correo, nada interesante, excepto una carta a mi nombre escrita a mano. El corazón empezó a latirme muy rápido y cuando la vi reconocí su letra aunque nunca antes la hubiera visto, era Adam, tenía que serlo. Giré el sobre y vi su nombre perfectamente caligrafiado en tinta negra en el remite y sonreí como una tonta. Comí sin que se notara mucho la importancia de la carta y cuando mi madre se sentó en el sofá a ver la tele, me fui a mi cuarto a ordenar un poco y sobretodo: a leer la carta. ¿Cómo estaría Adam? ¿Se acordaría de mí, me echaría de menos? Era un único folio, muy corto con perfecta caligrafía, recto, limpísimo… tal y como yo siempre había querido escribir aunque no acababa de conseguirlo nunca.

Mi pequeña;

Amor, he escrito mil borradores como este y cada uno me parecía absolutamente peor que el anterior así que he optado por dejar de hacer el idiota y escribir sinceramente lo que pienso y siento.

Pensé en enviarte frases tales como “Ya prácticamente no te recuerdo y no voy a volver” o quizá hablarte de alguna chica extremadamente guapa de la que me había enamorado perdidamente y me había hecho olvidarte, pero sería mentira, una absurda y dolorosa mentira que te destrozaría, siento si quiera haber pensado hacer eso. La verdad es que te recuerdo a cada paso, cada día, no consigo olvidar el olor de tu pelo o la suavidad de tu piel. Te extraño más de lo que debería. Por las tardes paseo un rato por la playa y pienso en cómo sería que estuvieras aquí, vivir mi sueño contigo, tenerte cada día entre mis brazos y contarte lo que pienso, lo que siento. Saber tu color preferido, tus miedos, tus pensamientos… pero no puede ser. Voy a ser cruel y absurdo, sé que me voy a odiar por esto pero tengo que hacerlo, Noa por favor olvídame. Si de verdad quieres lo mejor para los dos tienes que olvidarme, tienes que vivir tu vida y seguir adelante. No desperdicies dos años de tu vida esperándome, eres una chica fantástica y te mereces lo mejor y creo que yo no puedo dártelo. Por favor rehace tu vida y encuentra un hombre que te haga feliz, que te cuide y te quiera como mereces, alguien que pueda darte todo lo que quieres. Con el amor no basta y yo no tengo nada que ofrecerte, por favor hazme caso. No valgo la pena. Recuerda que eres lo mejor que me ha pasado en la vida y que aunque no lo creas, te quiero y sé que si me dieras la oportunidad de conocerte me enamoraría perdidamente de ti. Pero no lo hagas, olvídame, haz tu vida y no recuerdes que aparecí en tu vida. Lo siento, de verdad. Ódiame, hazlo, te será más fácil.

No te olvido, jamás.

Adam.

No pude evitar llorar y sentirme feliz a la vez que triste, era un sentimiento horrible que me recorría, ¿por qué me hacía esto? Realmente tuve ganas de odiarle, aunque sabía que no podría hacerlo, que habían sido demasiadas cosas, que lo tenía grabado en mi piel y no podía dejar de pensar en él de un día para otro. ¡Maldito destino! Incluso despidiéndose de mí era dulce, incluso pidiéndome que lo odiara por no arriesgarse con lo nuestro me parecía perfecto, iba a ser demasiado difícil estar sin él. Había imaginado en esas semanas mil veces como sería el momento en que recibiera una carta suya o una llamada diciendo que volvía, que me echaba de menos… pero no algo así, ¿debía hacerle caso a sus palabras o a mi corazón? Esto era una tortura. Lo único que tenía claro es que no me arrepentía de nada y que cada día me sentía más segura y tranquila de lo que había hecho.

**********************************************************

Después de aquella carta llegaron otras tres, teniendo entonces ya un total de cuatro folios de sentimientos y súplicas, acompañados de tristeza. Adam me repetía constantemente que estaba bien y que los entrenos, el calor y el cansancio lo estaban ayudando a no pensar tanto en mí, pero que hubiera dado cualquier cosa para que la vida fuera de otra manera y yo pudiera compartir todo eso con él. Al no llevar una dirección completa tardé casi cuatro meses en poder encontrar una dirección fiable, gracias a Internet y un compañero de Adam que me ayudó muchísimo.

Adam;

Después de cuatro meses volviéndome loca para encontrar una dirección creo que la he encontrado, así que por favor dime que has recibido esta carta en la próxima que me envíes. Después de aquella tarde contigo tengo muy claro que no voy a olvidarte, y después de lo que me has escrito me parece absurdo que me digas que siga mi vida sin ti, que te olvide, ¡pero si ambos nos echamos de menos! No puedo decirte que te quiero porque te mentiría, pero has sido el hombre más importante en mi vida y tienes todo lo que yo podría desear, ¿por qué no darnos la oportunidad de conocernos? Quizá luego no funciona, pero al menos se nos quitará la espinita de “y si lo hubiéramos intentado”. Ya sabes, por favor no te rindas de esa manera y no me trates como si te estuviera haciendo un favor. Nos merecemos esto Adam, por favor.

Te echo mucho de menos, no sabes cuanto.

Noa.

 

No sabía que ponerle, la verdad es que fui escribiendo tal cual me salía mientras releía sus dos primeras cartas. Adam, en cambio, no cambió de parecer al recibir mi carta, me agradeció mis palabras pero me repitió que debía seguir con mi vida como si él no existiera, conocer gente, experimentar… pero algo sí que cambió en él. En su última carta ya no me pedía que lo olvidara, simplemente me recordaba que yo estaba aquí y él allí y que cuando volviera, en uno o dos años, no me recriminaría ni una sola cosa, que podía hacer lo que quisiera sin remordimientos, es más, que me recomendaba que experimentara y tuviera otras relaciones y que bueno, cuando volviera a España, que ya hablaríamos y veríamos que sucedía con nosotros. La verdad es que no era lo que me esperaba, pero también era más realista que la decisión de esperarle como si una prometida fuera esperando a su novio para casarse. Así que bueno, sin planteármelo mucho y sin pensar en ello seguí con mi vida hasta que conocí a Alex.

- ALEX.

Alex era un chico un año mayor que yo de mi facultad, bastante guapo, de pelo corto y negro, muy moreno de piel, con los ojos marrones y una bonita sonrisa. Era muy inteligente y destacaba mucho por su disposición para hablar en un público. Era muy simpático y desde un principio nos llevábamos muy bien. Yo no pensaba en él como algo más pero con los días empecé a notar cierta afinidad entre ambos y creía ver algo de interés por su parte. No me hice ilusiones y cabe decir también que Adam rondaba mis pensamientos muy a menudo, pero bueno, entre unas cosas y otras al final acabamos quedando fuera de clase para tomar algo con asiduidad, cosa que llevó a preguntarnos qué relación era la que nos unía realmente. Finalmente, catorce meses después de que Adam me descubriera un nuevo mundo, Alex me pidió seriamente salir y yo sin pensarlo demasiado acepté. Las primeras citas iban bastante bien, encontrábamos fácilmente temas de conversación que nos interesaban a ambos y los nervios se iban perdiendo conforme empezábamos a tener más confianza. La verdad es que empecé a ilusionarme un poco, aunque no podía olvidar a Adam cada vez que sentía la mano de Alex coger mi mano o al estar cerca de él y sentir su presencia. También me daba un poco de miedo confundirme con el nombre, hacerle daño a Alex era lo último que quería y tampoco era cierto que saliera con él por despecho, sino más bien para experimentar y darme la oportunidad de conocer a otras personas. Al fin y al cabo Adam había sido el primero, pero nada más, no teníamos una relación, era prácticamente un desconocido, así que no podía pasarme dos años esperando algo que no existía.

El primer beso tardó en llegar. Habíamos quedado un jueves después de las clases, yo acababa a las 9 y me dijo si quería ir a cenar cerca de la universidad, después ya me llevaría en coche a casa así que accedí. Estaba en la puerta esperándome cuando salía con las compañeras y me cogió con dulzura de la cintura y me despedí de ellas mientras nos acercábamos a un pequeño restaurante italiano que había dos calles más debajo de mi universidad. Nunca había ido a comer allí pero me habían dicho que estaba bastante bien, así que entramos y nos pusieron al fondo, en una mesa redonda pequeña muy mona con unas flores preciosas. La cena estuvo muy bien, así que cuando acabamos de comer fuimos paseando un rato por las calles y ya cerca de las doce y media de la noche nos subimos a su coche para ir a casa. Mentiría si dijera que no pensé en las cosas que podríamos haber hecho en el asiento de atrás y en cómo me intrigaba si Alex se me iba a insinuar en esa noche y cómo iba a reaccionar yo, pero no pasó nada. Alex empezó a demostrar el tipo de chico que era y a mí al principio me pareció de lo más caballeroso y dulce que fuera así, con los días las percepciones fueron cambiando. Al llegar a mi portal, ambos bajamos del coche y cuando fuimos a despedirnos el beso surgió, no fue premeditado, simplemente nos besamos y fue muy bonito, como de esos de película adolescente que todas soñamos. Sonrió y se despidió. En esos momentos me sentía muy feliz y plena, tenía la sensación de que quizá Alex estaba hecho para mí.

Pero no fue así, con el paso de las semanas lo más tórrido que habíamos hecho era un pequeño roce de su mano en mi trasero casi sin querer por el que me pidió disculpas un par de veces y yo la verdad me estaba preocupando. Al mes y medio por fin, hubo un poco más de interés por su parte, pero quedó claro que él no tenía ninguna prisa. Después de un par de conversaciones Alex y yo nos fuimos un fin de semana a la casa de sus abuelos para celebrar su cumpleaños y pasó lo que tenía que pasar.

Al llegar el viernes por la noche cenamos en un restaurante que había en el mismo pueblo y dimos un paseo, la cosa iba bien. Pasada la medianoche nos encaminamos a su casa y en la misma puerta y sin previo aviso empecé a besarle con interés intentando provocarle, Alex me correspondió y abrió como pudo la puerta mientras sin dejar de besarnos nos encaminamos al cuarto principal, cayendo ambos sobre la gran cama de matrimonio. Los besos y caricias siguieron un rato hasta que bajé mi mano a su entrepierna y toqué sin prisa pero sin pausa mientras besaba su cuello. Alex apartó mi mano con dulzura y nos empezamos a desvestir, era todo muy dulce, muy tranquilo, tanto que rozaba lo cómico pero lo atribuí a la primera vez y a sus nervios. Él tenía bastante más experiencia que yo –por lo que me había contado- pero parecía mucho más torpe y preocupado. Siguió besándome y acariciándome la piel, sobretodo los pechos y cuando llevábamos un tiempo fue introduciéndola poco a poco. No era tan gruesa como la de Adam y yo no estaba ni la mitad de caliente que la primera vez, pero no me dolió. Eso sí eché en falta mucha pasión, caricias, ni siquiera me había tocado de cintura para abajo. Estuvo penetrándome durante unos quince minutos y se corrió mientras suspiraba en mi hombro, yo ni siquiera me había acercado al orgasmo así que me quedé totalmente insatisfecha, aunque no sabía qué hacer. Cualquier cosa que se me ocurría me parecía peor que la anterior, así que simplemente lo abracé y me dio un beso dulce que en ese momento recuerdo que me sirvió. Se quitó el condón comprobando que no estuviera roto y se acostó a mi lado, abrazándome.

Yo me sentía muy mal, porque además en todo momento estaba comparándole a Adam y la experiencia había sido completamente diferente. Adam me miraba con deseo, me había tocado y lamido todo el cuerpo, me hablaba con maestría, se había preocupado tanto de mi placer como del suyo, me hacía sentir completa… Alex en cambio había sido tan superficial, caricias mínimas, algunos besos y aunque había dulzura o cariño en ellos, no hubo atracción o sexo real en esos momentos, al menos no por mi parte, no se preocupó por mí, ni por mi satisfacción, fue muy egoísta. Aunque yo en esos momentos lo achaqué a mil cosas que nada tenían que hacer, la realidad era esa aunque yo no quisiera verla entonces.

Yo me desperté antes, así que supongo que por mi carácter y porque creí que era divertido me desnudé y metí mi mano bajó su pantalón, provocándole en muy poco tiempo una buena erección. Lo tumbé boca arriba mientras medio se despertaba y empecé a lamerla poco a poco, como Adam en su momento me había enseñado, la de Alex era mucho más fácil de lamer debido al tamaño y después de cuatro o cinco intentos abarqué bastante más de la mitad sin ningún esfuerzo. Sonreí pícaramente cuando Alex abrió los ojos perplejo mirándome y dije:

- Muy buenos días.

- ¿Qué haces?

- Creo que es obvio, ¿no?

- Pero… ¿por qué? ¿Tú haces estas cosas normalmente?

Su cara no era de sorpresa, ni de alegría, ni tampoco agradecimiento. Tardé bastantes días en entender a qué se refería en ese momento. Me tumbó sobre la cama e hizo ademán de volver a poseerme, así tal cual, sin tocarme así que le frené.

- ¿Qué pasa? ¿Me despiertas con una mamada y ahora no quieres hacerlo? ¿A qué viene esto?

- Claro que quiero, pero al menos primero tócame ¿no? Quiero decir, no puedo ponerme a tono en dos segundos…

Torpemente y con más fuerza que otra cosa Alex bajó su mano a mi entrepierna mientras sorbía bastamente mis pezones y cuando su dedo estuvo mínimamente húmedo me penetró bruscamente y me tomó con un ritmo muy fuerte. Tardó poco más de cinco minutos y ante mi cara de sorpresa sólo dijo:

- ¿Qué? Si me despiertas chupándomela lo raro es que no me haya corrido antes, bastante que he durado un poco.

Tardé un rato en asimilar esas palabras, ¿ese chico que me estaba hablando era Alex? Me pareció increíble que él fuera así en realidad y le contesté sin pensarlo.

- ¿Bastante? ¿Hola? Perdona pero esto es una relación, yo ni soy tu puta ni una muñeca hinchable así que podrías preocuparte aunque fuera mínimamente de mí. Ayer achaqué tu falta de tacto a los nervios, pero ya veo que no era eso precisamente.

- ¿Qué falta de tacto? Fui dulce y cariñoso, ¿qué mas querías?

- ¿Que qué más quería? ¿Qué coño iba a querer? ¡Quería correrme, no te jode!

- ¿Correrte? Las chicas no os corréis…

- ¿Tener un orgasmo te suena de algo? Aunque no eyacule no significa en ningún caso que nosotras no tengamos orgasmos.

- ¿Y qué más querías que hiciera? Además, ¡y yo que sé que no te habías corrido!

- Pues para empezar, menos besos dulces y más interés por tu parte. En lugar de tanta caricia en mis brazos, me hubiera gustado mucho más que me acariciaras otras zonas de mi cuerpo, aunque si siempre lo vas a hacer como lo has hecho hoy mejor que no lo hagas.

Me vestí y me fui a la estación del pueblo con mi pequeña mochila, ¡no me podía creer que me hubiera pasado eso! Alex siendo un completo machista grosero y gilipollas. Comparado con Adam no le llegaba ni a la suela de la zapatilla, será capullo. A los diez minutos Alex se sentó a mi lado en el banco de la estación y me pidió perdón alegando que no tenía mucha experiencia y que estaba nervioso, me pidió que volviéramos a intentarlo y que le enseñara cómo hacerlo, así no habría problemas. Fue muy dulce y no podía negar que hablar era su punto fuerte, así que lo perdoné y accedí. Pero no funcionó como yo esperaba. Alex mejoró en la cama pero creyó absurdamente que yo era una putita o algo así y empezó a tratarme en la intimidad con muy malos modos. Cuando estaba cansado se corría muy pronto sin preocuparse de mí, nunca se prestaba a hacerme sexo oral –porque le daba asco según él-, me estiraba del pelo mientras le hacía sexo oral o me empujaba la nuca, provocándome arcadas o dejándome sin aire, y lo peor, no entendía que a veces yo realmente NO quería hacer algo. La gota que colmó el vaso fue un día, tres meses después de empezar a salir, que me vino a buscar a casa. Yo estaba cocinando porque eran las doce y pico de la mañana y había invitado a mis amigas a comer para charlar y vernos después de hacía días. Alex no aceptó demasiado bien que le dijera que no a irnos ese fin de semana por ahí, ya que tenía planes, y menos aún le gustó que le dijera que no podía quedar ese día con él porque había quedado con mis amigas. Así que me pidió que se lo compensara en ese momento.

- ¿Qué dices?

- Vamos, una mamadita rápida y te follo aquí mismo, no tardaremos mucho, vamos nena, hazme feliz –dijo mientras me magreaba sin ningún tipo de contemplación-.

- Alex no, quedamos otro día si quieres, pero ahora estoy cocinando y este plato necesita atención, así que por favor vete.

- Venga si lo estás deseando…

La verdad es que no tenía ninguna gana, me apetecía mucho tener sexo pero no con él. Me había planteado ya muchas veces como dejarle pero por otro lado su manera de ser y sus mimos me tiraban para atrás, aunque era consciente de que no iba a funcionar en absoluto una relación que me hacía sentirme infeliz en la cama. Me daba miedo estar con él por su manera de tratarme, ni una sola vez había conseguido un orgasmo, ni una sola vez en tres meses. Al principio Alex parecía realmente dispuesto a aprender, dispuesto a complacerme, pero con los días se evaporó esa sensación y empezó a juzgarme. Decía que quería entrenarlo para que fuera su juguetito y lo que a mí me pasaba era que era toda una guarra y que lo que en realidad quería era que me follaran sin descanso y sin preámbulos. No entendía como se podían unir en una misma persona argumentos como ese y detalles o dulzuras como las que me decía en cualquier otro momento del día.

Sin previo aviso Alex intento inmovilizarme mientras me subía el camisón hasta la espalda y abría su cremallera. Empecé a gritarle diciendo que no y a él le daba igual lo que decía, empezó a reírse y decir:

- Esto sí que te gusta verdad putita, noto tu deseo, tu cuerpo me está esperando.

- ¡Alex para! ¿Me oyes? ¡NO QUIERO!

- Claro que quieres, me despertabas con mamadas y me pedías que te comiera el coño, luego me quisiste enseñar a que te tocara para darte placer y como tocar tus pechos… ¡Venga ya! Soy un hombre, sé perfectamente como tratar a una mujer y no pienso cumplir tus absurdos deseos de puta redomada, conmigo aprenderás a ser una mujer decente y derecha que se desvive por complacer a su hombre. ¿Me oyes?

No sé como lo hice, pero soltándome como pude de su brazo cogí una sartén y le golpée con ella lo más fuerte que pude. Se desplomó en el suelo y tardó un poco en darse cuenta de lo que había pasado. Para cuando él intentaba levantarse y perseguirme yo ya estaba encerrada en mi cuarto, con el pestillo echado y llamando a la policía. Cuando llegaron Alex se había ido, eso sí había escrito con un cuchillo rayando mi puerta la palabra: PUTA. Me puse a llorar sin parar y me tuvieron que llevar al médico porque no dejaba de temblar. Durante meses me mudé al piso de una amiga por miedo a que Alex viniera a buscarme y siempre iba con mucha gente en la universidad para que no pudiera abordarme. Sabía que él lo había negado todo y que muchos creían que era una treta mía para hacerle daño, pero tuve la suerte de que gracias a mi confesión otras chicas empezaron a contar la verdad, así que al final la denuncia se cursó y Alex tuvo que pagar. En total había seis chicas que declararon haber sido violadas por él, una de ellas, dijo que en repetidas ocasiones lo había hecho y que había callado durante cuatro años por miedo. Además, sus dos anteriores novias y yo también declaramos por el trato y las amenazas, así como intento de violación en contadas ocasiones. Me quedé mucho más tranquila cuando después de casi dos meses nos vimos cara a cara y pude mirarle a los ojos sin temblar. Me sentía fuerte, muy fuerte.

- Eres un cerdo.

No reparé en él más que para demostrarle que no tenía miedo. Sé que me contestó diciendo barbaridades, muy en su estilo, así que no me preocupó en absoluto. Eso sí, estuve recibiendo llamadas suyas a mi casa durante unos meses, hasta que al final cansada de tanta tontería me cambié el número. Había dejado atrás ese momento de mi vida y me sentía la mar de libre y feliz.

Fue entonces cuando decidí vivir mi vida, así que acompañada de mi mejor amiga, Alma, quedábamos todos los fines de semana para salir de fiesta y ligar. Y fue aquí precisamente dónde mi vida sexual empezó a volverse de lo más activa, siempre con precaución y sin demasiadas locuras, pero bueno, la verdad es que me solté bastante la melena en los seis meses anteriores a que Adam volviera. Luego, mi vida cambió totalmente, y es que, ¿qué se supone que debes hacer cuando el chico más perfecto vuelve a tu vida después de dos años?

Espero que me sigáis leyendo. Gracias =)

Mas de neus

Me llamaste princesa

Adam y Noa - (13) No es oro todo lo que reluce

El futbol y el amor (6)

Jodido guitarrista 4

Jodido guitarrista 3

Jodido guitarrista 2

Jodido guitarrista

Conociendo a mi nuevo hermano (9)

El futbol y el amor (5)

El futbol y el amor (4)

El futbol y el amor (3)

El futbol y el amor

El futbol y el amor (2)

Conociendo a mi nuevo hermano (8)

Adam y Noa - Primera vez (2)

Adam y Noa - Primera vez

Alma conoce a Sergio

Conociendo a mi nuevo hermano (7)

Alma y Sergio - Evolución sexual

Conociendo a mi nuevo hermano (6)

Conociendo a mi nuevo hermano (5)

Conociendo a mi nuevo hermano (4)

Adam y Noa (12) - Ninfomanía

Conociendo a mi nuevo hermano (3)

Conociendo a mi nuevo hermano (2)

Adam y Noa (11) - Eres una fierecilla

Conociendo a mi nuevo hermano

Adam y Noa (10) Reencuentro tras los exámenes

Alma y Sergio V - Polvo en el baño

Adam y Noa (9) Atada a mí

Adam y Noa (8) - Confesiones y fantasías

Adam y Noa - Su fin de semana

Adam y Noa (6) - El jacuzzi

Alma y Sergio (4)

Alma y Sergio (3)

El reencuentro de Noa y Adam

Alma y Sergio (2)

Alma y Alex - Alma y su primera gran fiesta (5)

Alma y Sergio

Adam, ¿sí o no?

Noa y sus experiencias sexuales

Adam y sus días sin Noa

Demasiados días sin Adam

Adam cambió completamente mi vida (2)

Adam cambió completamente mi vida

Adam y Noa

Los polvos de Alma

Él y sus dedos

Alma y su primera gran fiesta (4)

No dejes de mirarme 4

No dejes de mirarme 3

No dejes de mirarme 2

No dejes de mirarme 1

Alma y su primera gran fiesta (3)

Alma y su primera gran fiesta (2)

Alma y su primera gran fiesta (1)

Los principios de Alma

Alma y Noa