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El Regalo de cumpleaños

en Sexo Anal

Días antes había visitado aquella tienda, compré todo lo necesario para ese regalo especial que deseaba entregarle a mi marido, un tubo de lubricante y un consolador anal, los había guardado en una cajita y envuelto con un lazo.

Ese día organicé en casa una pequeña recepción con sus amigos y la habíamos pasado excelente, cuando se fueron los últimos invitados mi esposo me dió las gracias por la bonita velada. Fue entonces cuando le dije que aún no le había dado su regalo. Le pedí que se pusiera cómodo mientras iba a cambiarme, minutos después mientras el se recostaba en la cama entré en la habitación con la cajita, "feliz cumpleaños mi vida, te amo".

Con curiosidad sacó el moño de la caja, su cara era una mezcla de sorpresa y picardía cuando vio su contenido. Enseguida dejé caer mi bata de seda y me puse de espaldas para que viera el lazo que había colocado justo a la mitad de mis nalgas, su mirada no necesitaba palabras para explicarse.

Enseguida entramos en acción,  besándonos, tocándonos y acariciando nuestros cuerpos; rápidamente comencé a mojarme al sentir los deseos que le había despertado a mi hombre y ante mi propia curiosidad y expectativa por lo que iba a experimentar.  Con sus dedos comenzó a acariciarme el ano y luego a introducir poco a poco un dedo, luego otro, yo seguía acariciando su pene que estaba cada vez más duro.

Llegó la hora de ir más allá, sacó el consolador de la caja y le aplicó una buena cantidad de lubricante, me coloqué de rodillas recostando mis codos en las almohadas. El cosolador era ideal para dilatarme pues a lo largo tenía estructuras que iban aumentando de grosor.

Cuando comenzó a introducirlo sentí algo de dolor, el se detuvo esperando a que me adaptara al objeto luego comenzó a moverlo suavemente hasta que ya mi ano lo recibía con facilidad, así fue sucesivamente con cada nuevo grosor, mientras con su mano libre acariciaba mis pezones y los labios de mi conchita. Estaba muy caliente me sentía más atrevida que nunca.

Luego de estar un rato así, me dijo que le había llegado su turno, le coloqué una buena cantidad de lubricante esparciéndolo con mis manos por todo su pene que para entonces estaba al máximo y volví a inclinarme. Cuando comenzó a entrar sentí dolor nuevamente, el paró con paciencia y fue poco a poco hasta que pude recibirlo bien y el dolor pasó a convertirse en una deliciosa sensación.

Cada vez con más ganas el seguía bombeando dentro de mi, me decía que lo estaba gozando como loco y que lo había deseado mucho tiempo. Tomé una de sus manos y comencé a frotarla en mi vagina, de pronto estaba siendo penetrada por ambas partes, su pene en mi ano y sus dedos en mi vagina. Fue única la sensación de sentirlo correrse dentro de mi, su leche tibia dentro de mi ano me llevó al límite y estallé en un orgasmo delicioso junto con el.

Nos tumbamos en la cama con nuestros cuerpos aun temblando y nos fundimos en un largo beso, mi esposo me dijo que le había dado el mejor regalo de cumpleaños que podía esperar, y así desnudos y abrazados nos quedamos dormidos con la promesa de repetirlo.

Este es mi segundo relato, espero sus opiniones y sugerencias para seguir aprendiendo a plasmar en letras las experiencias deliciosas que me han ocurrido y que quiero compartir con ustedes por este medio.