miprimita.com

Mi violador

en Fantasías Eróticas

Eran las 8 de la noche cuando consulté el reloj, el tiempo parece volar cuando hay muchas cosas que hacer. Había tenido una jornada larga en la oficina y más tarde un montón de cosas pendientes, ir a casa de mamá para llevarle unas medicinas, pasar luego por el súpermercado, ir a la librería a retirar mis revistas mensuales.

 

Esa noche cuando llegué a casa algo llamó mi atención, la reja de la casa estaba cerrada pero sin cerrojo. Normalmente, suelo ser cuidadosa con este tipo de detalles, además de tener el hábito de cerrar bien las puertas desde hace mucho. Sin embargo, no le concedí demasiada importancia, ya que haciendo un recuento mental de mi salida esa mañana, recordé que me había ido con bastante prisa y muy pendiente de una presentación que tenía que exponer temprano en una junta; además de que al entrar la casa lucía tan normal como siempre, ni modo que un ladrón se tomara la molestia de dejar todo ordenado y además de cerrar la reja antes de salir. Dicho eso, me enfoqué nuevamente en las tareas cotidianas.

 

Más tarde subí a mi habitación, encendí el televisor, y comencé a desvestirme mientras le echaba un vistazo a las noticiero; tomé una ducha tibia, me coloqué un camisón corto de encajes blancos junto con un hilo muy pequeño del mismo color; la transparencia de la tela dejaba poco a la imaginación pero a esa hora no habrían visitas -pensé-. Decidí bajar a la cocina por un poco de fruta y té para cenar, ver algo de televisión y dormir; así que salí del cuarto y caminé por el pasillo en dirección a las escaleras sin saber que no llegaría a mi destino.

 

No se cuándo, no se cómo, no se de dónde salió, pero un hombre se había lanzado sobre mí con la rapidez de un felino cuando ataca a su presa, una de sus manos tapaba mi boca, con la otra sostenía el filo de una navaja contra mi cuello.

 

- Shhhhh no hagas ningún ruido o aquí mismo te abro como un cordero.

 

Estaba paralizada del susto sin saber qué hacer. Obviamente, esa era la razón por la que la reja no llevaba el cerrojo, el estaba escondido en mi casa cuando llegué, quizás había entrado a robar pero al escucharme se había escondido. Mis ojos estaban nublados como si todo a mi alrededor diera vueltas, sentia un nudo en la garganta, me encontraba totalmente confundida. Me sentí empujada hacia la habitación, no podía verle puesto que iba a mis espaldas, pero sentía su cuerpo pegado a mi, era alto y sus manos bastante más grandes que las mías ¿Cómo podía librarme de un hombre así?

Me empujó y caí sentada sobre la cama, al fin pude verle de frente. Era un hombre de contextura fuerte, vestía unos jeans gastados y una camisa de color negro junto con una gorra vieja -que en algún momento fue azul- hundida hasta su frente, quizás tratando de esconder los detalles de su rostro. Sin embargo, no lograba esconder una mirada profunda que me recorría con detalle de abajo a arriba con una mezcla de lacsivia y diversión por el poder que tenía sobre mi en ese momento.

 

- Por favor, no me hagas daño, llévate lo que quieras, no voy a gritar.

 

-  Cállate perra!!! ¿Esperas a alguien o siempre vistes así? ¿Te gusta provocar a los hombres preciosa? Qué linda estás... fue casi una tortura ver como te desnudabas mmm esas tetas deliciosas y ese culito...

 

- Por favor le pido...

 

- Qué te calles te dije puta de mierda!!!

 

El seguía mirándome como si quisiera desnudar con sus ojos cada centímetro de mi piel, haciéndome sentir una sensación extraña. En ese instante, el hombre levantó su camisa para sacarla, eran tan solo unos segundos pero vi entonces la oportunidad de escapar y antes de que librara por completo su rostro traté de correr hacia el baño más no pude llegar demasiado lejos, enseguida me sentí empujada con fuerza hacia la pared, mi frente golpeó contra el muro produciéndome un intenso dolor que nubló mis ojos de lágrimas; con la misma brusquedad me tomó por los brazos y me volteó de frente usando el peso de su cuerpo para retenerme contra la pared.

 

- ¿A dónde crees que vas hija de puta? ¿Piensas que te vas a librar de mi?

 

Por unos instantes se quedó inmóvil, sentía el filo de la navaja hincandome suavemente en la cintura, el calor de su pecho desnudo contra mis manos, su respiración tibia sobre mi cuello y más tarde sus labios y su lengua, su barba raspaba mi piel desde mis orejas hasta mis hombros.

 

- Para por favor, te lo ruego, no me hagas daño.

 

- Última vez que te digo que te calles carajo, la próxima te corto la lengua!!!

 

Podía sentir su mano grande que ahora palpaba mis senos y mis nalgas con firmeza, haciendo agitar mi respiración que se impregnaba de su olor; cuando bajó por mi vientre y tomó mi cuquita entre sus dedos sobre la ropa me sentí aún más nerviosa pues mi cuerpo estaba respondiendo a sus caricias y en cualquier momento podía notarlo.

 

Me puso de espaldas nuevamente presionándome con su cuerpo contra la pared, ahora metió la mano entre mis bragas y masajeaba mis labios con la palma, yo sentía como mi cuquita comenzaba a mojarse y rogaba porque no se diera cuenta de mi humedad. De pronto se detuvo por un instante y bajó su pantalón, no podía mirarlo pero sentía aquel bulto duro y caliente puesto contra mis nalgas mientras retomaba sus caricias.

 

- Mmmmmm mira como suspiras puta hermosa ¿Esto era lo que querías?

 

Como pude me di la vuelta y puse mi mano sobre su guevo agarrándolo sobre la ropa, él dio un salto pues obviamente se había descuidado, su navaja había caido al piso  y estando tan excitado cualquier cosa que hiciera podría causarle mucho dolor, quería apretarle las bolas con todas mis fuerzas y hacer que se retorciera dándome oportunidad para huir, pero enseguida me tomó por el cuello con suficiente firmeza como para que me costara respirar.

 

- Con que la muy puta quiere tocar, no? Ok, ahora vas a tocar ...

 

Con una mano se bajó rápidamente el calzoncillo dejando su pene grueso y marcado de venas al descubierto.

 

- Vamos perra, comienza a darle mano, dale!!!

 

Agarré su pene tímidamente y empecé a recorrerlo con mis dedos, vi que comenzó a aflojar la mano de mi cuello así que no dudé en agarrarsélo completo y empezar a acariciarlo. En cuanto notó que lo estaba masturbando, buscó mis labios y hundió su lengua con tanta brusquedad que casi me hace ahogar.

 

- No te dije que pararas la paja.

 

- Es que... casí me ahogas.

 

- Ay carajo delicadita la puta esta. Te arrodillas ya!!!

 

Me empujó con fuerza por los hombros y caí de rodillas, enseguida me tomó por los cabellos poniéndome su pene contra los labios.

 

- Abriendo la boca perra, vamos y cuidadito con morderme o mi guevo va a ser lo último que te vas a tragar.

 

Antes de que tratara de hundirme su pene en la boca preferí comenzar a mamarlo y al principio pareció gustarle pero de todas formas lo hizo, traté de ladear la cara para que chocara con mis meijllas pero me halaba por el cabello haciendo que su pene entrara hasta la garganta e inevitablemente comencé a tener arcadas.

 

- Puta de mierda! no sabes ni mamar un guevo.

 

Me levantó en peso caminó hacia la cama lanzándome sobre ella, con sus manos rasgó mi camisón por completo  y comenzó a devorar mis senos, succionándolos, mordiéndolos con suavidad, mojándolos por completo con su lengua que los recorría con ansias. Luego, rompió mis bragas con sus manos y se quedó mirando mi cuquita que para entonces estaba más que mojada.

 

- Así que te está gustando? Tan pretenciosa la niña y mira como se moja cuando la toca un macho, ahora vas a saber lo que es un guevo.

 

Me levantó por los muslos poniendo mis pies sobre sus hombros y me lo clavó sin piedad, yo agarraba las sábanas con fuerza y cerraba los ojos tratando de controlarme, no quería que el desgraciado se diera cuenta de que estaba disfrutando sus embestidas, pero la excitación seguía creciendo, sentir aquel guevo duro estremeciéndome con esa fuerza era demasiado y por mucho que quise evitarlo los gemidos se me escaparon.

 

- ¿Te gusta mami? Anda, pideme que te de más ¿Quieres que te de más duro? Que rico te rebotan esas tetas. Ahora te me vas a poner en cuatro puta, vamos!

 

Obedecí su orden enseguida y me recosté sobre los codos dejando mi cuquita bien arriba para recibirlo, nuevamente entró con fuerza y continuó bombeándome sin parar, halándome el cabello hasta que el orgasmo me estremeció completa haciendo que me sacudiera con fuerza mientras el me gritaba.

 

- Me estoy corriendo putaaaaaa, mira como me corro dentro de tiiiiiiii.

 

Nos recostamos en la cama sin decir nada por unos minutos, luego sentí su beso sobre mi frente.

 

- Perdóname amor ¿Te diste muy duro contra la pared? No fue mi intención.

 

- No fue nada pero esto me dejará un chichón.

 

- ¿Quieres que vaya a la cocina por un poco de hielo?

 

- No hace falta papi, quiero quedarme aquí abrazada contigo ¿Sabes una cosa? Es rico tener a alguien a quien le guste tanto jugar como a mi.

 

- Jajajajajajajaja por eso me casé contigo loquita, pero prometo ser más cuidadoso la próxima vez.

 

- Eres mi marido, puedes ser todo lo rudo que quieras.

 

Nota de autor:

 

Estimados lectores, espero que este nuevo trabajo sea de su agrado. Sin embargo, estoy consciente de que el tema tratado aquí pudiera resultar ofensivo, por eso quiero dejar esta aclaratoria. Si bien es cierto que la fantasía de ser forzadas es común en muchas mujeres -yo la disfruté con mi marido como pueden ver- eso no justifica de forma alguna la violencia ni le resta importancia a un delito tan serio como lo es el abuso sexual, tanto en mujeres como en hombres. Estos relatos buscan distraer al lector y explorar el mundo de nuestras fantasías, pero de ninguna forma pretende alentar conductas que atenten contra los derechos de las personas; el sexo es para disfrutarlo con responsabilidad y bajo mutuo acuerdo, saludos.