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Mordiendo la almohada III.

en Amor filial

La gran fecha había llegado, al fin mi fiesta de 15, el día comenzó lleno de cosas que hacer, los últimos arreglos de la casa, la fiesta se haría en el segundo patio bastante amplio en donde ya desde temprano habían llegado las sillas y las mesas. Mi mamá se había lucido con todos los arreglos que había hecho, aquello parecía un verdadero jardín de flores; de ahí salimos al salón para arreglarnos, luego a casa de vuelta. Cada minuto la emoción iba creciendo.

La fiesta fue súper linda, entré del brazo de mi papá por un lindo camino de flores, me divertí muchísimo con todos mis amigos de la escuela, disfruté un montón con los mariachis que mi papi había contratado, todo fue como un sueño ¿Y Adrián? ese día estaba más bello que nunca, quizás sea inmaduro decirlo pero me parecía todo un príncipe con su traje y corbata. Cuando bailamos el vals yo estaba muy emocionada, luego de bailar con mi papá, mi abuelo y mis dos tíos llegó el turno de Adrián, solo puedo decir una cosa si es cierto eso que dicen de que los ojos de una chica enamorada brillan como luceros, entonces los míos en ese instante eran dos estrellas, así de feliz me sentía. Jamás podré olvidar el momento en que se acercó a mi oído y lo dijo:

- Te amo Isa.

Mis ojos se humedecieron de emoción; ahora era cierto, ya no se trataba solo del morbo y el deseo que había entre nosotros, Adrián correspondía a lo que hace mucho estaba sintiendo por el, en ese momento no me importó la diferencia de edades, ni que fuéramos primos, o que la familia nos estuviese mirando, ese momento fue mágico, simplemente lo miré a los ojos y le susurré "Yo también", se que el pudo leer mis labios. En ese momento tocaba el turno de otro de los chicos, Adrián hizo una reverencia y se retiró con una sonrisa, como hubiese querido que ese instante durara mucho más.

Más tarde, cuando todos se habían ido mi mamá y mis tías estaban recogiendo algunas cosas, Adrián y mi papá estaban arreglando unas cajas de botellas vacías. Estaba en mi cuarto comenzando a cambiarme cuando vi la llavecita de Adrián en mi cajón con una nota:

"Hoy estarás muy cansada como para hacer algo, solo quiero conversar un momento contigo. Te espero".

Aún tenía la nota en la mano cuando mamá tocó preguntando si podía entrar, rápidamente guardé todo en el gavetero.

- Pasa mami, todo quedó genial, cierto? gracias mami, a ti y a papá por regalarme una fiesta tan hermosa.

- Si linda afortunadamente todo salió bien ¿Puedo preguntarte algo?

- Claro mami, dime.

- Amor yo soy tu mamá y te conozco muy bien. Hoy cuando estabas bailando el vals con Adrián noté algo en la forma como se miraron, vi también que tus ojos se humedecieron hija y... la verdad me preocupé.

- Ay mamá por favor ¿Qué quieres decir con eso? Hoy era un día especial para mi y lógicamente estaba emocionada lloré más de una vez, tu sabes como soy. Además Adrián es mi primo y yo lo quiero mucho, eso no tiene nada de raro o como para preocuparte.

- Si amor, se que ustedes son primos y que estabas muy emocionada hoy, pero también tuve tu edad, también me enamoré y ... mira hija no quiero que pienses que estoy desconfiando de ti o de Adrián, el es hijo de mi hermana y lo quiero como si fuese su madre, solo quiero pedirte dos cosas, una que tengas cuidado porque los sentimientos a veces nos confunden, y la otra es que por favor confíes en mi, prométeme que siempre me verás como una amiga y que me contarás si algo te pasa, yo te amo hija y solo quiero lo mejor para ti.

- Mamá no tengas miedo, ya te dije que no pasa nada a lo mejor son ideas tuyas por todo esto de la fiesta, en serio mami por favor no pienses cosas que no son.

Sentía miedo de ser descubierta, sabía que mis papás jamás lo entenderían; pero también me sentía mal por mentirle a mamá. Me tranquilicé pensando que eso era algo temporal, quizás con el tiempo pudiera contarle la verdad, cuando ya tuviera edad para decidir por mi misma, sabía que posiblemente tampoco lo aceptaría entonces ni mucho menos mi papá, pero por lo menos estaría en posición de decidir que hacer ¿Adrián pensaría lo mismo que yo? Hoy me había dicho que me amaba, estaba clara que de momento no podría pasar mucho, pero quizás en el futuro... ¿Adrián estaría dispuesto a luchar por esto que estaba pasando entre nosotros? ¿Me estaba ilusionando demasiado, llevando las cosas más allá de la realidad? ¿Qué diría cuando supiera lo que mi mamá me había dicho esta noche? Quizás quiera dejar las cosas así y evitar problemas.

Eran tantos los pensamientos que la madrugada me sorprendió, recordé la nota de Adrián y me levanté enseguida, pero tal y como pensaba cuando llegué a su habitación la luz estaba apagada y el dormía profundamente, quizás pensó que había decidido no ir o que en serio mi cansancio me había ganado.

La mañana siguiente me levanté ya tarde con el sol en alto, salí a desayunar y noté que Adrián ya no estaba. Di una vueltas por la casa y salí con la excusa de hablar con Mónica mi amiga, pero en realidad iba a la cancha donde el entrenaba, tenía que darle una explicación por mi ausencia. El estaba haciendo barras con los amigos y en cuanto me vió se acercó a saludarme, le dije que teníamos que hablar, así que nos sentamos un rato en uno de los bancos y le conté todo lo que había pasado.

- Disculpame Isa, en cierta forma fue mi culpa que tía se diera cuenta, no pude disimular y ella lo notó. Ahora tenemos que ser más discretos, ella estará pendiente de lo más mínimo. De hecho, he pensado en que tengo que mudarme de tu casa.

- ¿Por qué Adrián? estaba a punto de llorar ¿Es que acaso lo que me dijiste ayer era mentira?

- Claro que no Isabel, cómo se te ocurre siquiera pensarlo. Desde que estuve contigo la primera vez no he podido dejar de pensarte, pero entiende cada vez me cuesta más disimular lo que me pasa contigo, a veces tengo el impulso de besarte o abrazarte y se que no puedo, mira lo que pasó ayer.

- Adrián, no vamos a poder mentir para siempre, para mi esto es algo serio y no quiero seguir escondida para toda la vida.

- Yo tampoco, pero por ahora no tenemos más que hacer, tu eres menor de edad y no podemos decidir nada por el momento.

- Está bien Adrián, lo entiendo y tienes razón pero por favor no te vayas, yo no podría estar lejos de ti, iría a buscarte tarde o temprano y entonces sería peor.

- Trataré de evitarlo Isa, yo también te necesito, pero por ahora tenemos que dejar que las cosas se calmen un poco.

Pasaron los meses, Adrián paraba poco en casa con eso de la Universidad, muchas veces llegaba tarde y ni siquiera venía para comer, sentía que quería evitarme y aunque me dolía en el alma sabía que en cierta forma era lo mejor, mi mamá había dejado de preguntar cosas y de andar "pendiente de todo", a lo mejor sus sospechas se habían calmado.

Lo peor de todo para mi era lo mucho que extrañaba estar con Adrián, sus besos, su cuerpo, las caricias tan intensas que me hacían morder las almohadas para contener los gritos de placer, no veía la hora de poder tenerlo cerca de nuevo.

Una noche mientras dormía, un mensaje de texto en mi celular me despertó:

- "Qué estás haciendo?". Mi corazón dió un salto a leer esas tres sencillas palabras.

- "Te extraño tanto Adrián".

- "No te levantes ni enciendas la luz, voy para allá".

Me quedé inmóvil esperando, con mi corazón latiendo a millón, sentí como lentamente se abrió la puerta y entre la oscuridad distinguí la figura de Adrián que la cerraba tras de si, esuché el click del seguro.

Aún seguía sin moverme como si estuviera dormida, sentí cuando Adrián se subió a mi cama justo detrás de mi, enseguida comenzó a acariciar mi cuerpo, a recorrerlo con sus manos mientras besaba mi cuello y mis hombros, intenté voltearme pero el no lo permitió. Sus manos estaban debajo de mi camisón recorriendo toda mi piel, de inmediato sentí como mi conchita se mojaba con desesperación, tanto tiempo extrañándolo me hacían desearlo como quien luego de varios días sin comer tiene ante si un plato lleno de manjares deliciosos. Solo comencé moverme sensualmente para frotar mis nalgas contra su pene que ya se notaba bastante endurecido.

Adrián me susurró que me pusiera de rodillas en la cama, cuando lo hice levantó mis manos y con las yemas de sus dedos me dió una caricia larga desde mis muslos hasta arriba sacando el camisón, mi piel se erizó por completo al sentir como sus labios tibios recorrían mi espalda bajando por mi columna vertebral, mientras sus manos jugeteaban con mis pezones tan duros como piedras, nuevamente quise voltearme pero el seguía atrás de mi sin dejarme hacerlo.

Sentí sus dedos recorriendo mis nalgas, deslizando mi ropa interior súper mojada, nuevamente el susurro de su voz en mi oído pidiendome que abriera un poco las piernas. Adrián me empujó suavemente hasta que terminé ligeramente recostada y sosteniéndome con el barandal de la cama, su dedo comenzó a acariciar mi ano pero esta vez estaba untando algo sobre el.

- Adrián ¿Qué vas a hacer?

- Solo relájate Isa y si en algún momento te molesta dímelo, no te asustes.

Poco a poco las caricias de Adrián estaban dilatando mi ano mucho más que en otras ocasiones, confieso que me sentía nerviosa pero también muy excitada, nuevamente una de sus manos comenzó a pasearse por mi conchita mientras la otra seguía su trabajo en mi ano como otras veces, solo que ahora era mucho más profundo.

- ¿Me dejas penetrarte Isa?

Moví las caderas en señal de aprobación, pero me tensé enseguida cuando sentí la punta gruesa de su pene colocarse entre mis nalgas.

- Tranquila, vamos a ir despacio.

Poco a poco su pene se fue abriendo paso entre mis nalgas, se iba deteniendo cuando hacía falta y avanzando suavemente cuando era el momento, rato después ya mi ano se tragaba todo su pene con relativa facilidad. Mientras, su mano seguía frotando mi conchita cada vez con más fuerza, me sentía a punto de estallar.

Adrián fue aumentando la velocidad de sus embestidas, me susurraba que me deseaba demasiado, que había soñado con tenerme así. Solo bastó aquella oleada de calor producto de su leche llenando mi pequeño agujero para que estallara mi placer, apenas y podía sostenerme debido al temblor de mi cuerpo, el me abrazó con fuerza sin dejar de bombear dentro de mi, nuevamente mis dientes se clavaban en la almohada ahogando apenas mis gritos.

Nos tumbamos en la cama todavía agitados, al fin Adrián me dejó voltearme y besarlo con desesperación, juro que sentí otro orgasmo cuando me abracé de su cuerpo.

- ¿Por qué no me dejaste voltear?

- Porque quería tener tu culito esta noche Isa y por que si lo hacía sabía que no iba a cumplir la promesa que hice sobre no tomar aquello que no me corresponde.

- No entiendo por qué lo dices así, delante de la gente tu y yo seremos casi hermanitos de la caridad Adrián, pero aquí tenemos sexo. Tu dijiste que perdería mi virginidad cuando estuviera lista. Bien, yo quiero dártela a ti.

- Lo se Isa, pero no quiero que tu primera vez sea así escondida en tu habitación, te prometo que ese día va a llegar y va a ser muy especial, algo que vas a recordar siempre.

Casi nos sorprende la mañana durmiendo juntos, Adrián salió corriendo a su cuarto justo antes de que alguien más se levantara. Me sentía tan feliz, luego de haber esperado tanto habíamos dormido juntos, desnudos y amándonos.

Pero las historias felices siempre tiene una mancha, esa tarde cuando llegué del cole busqué a Adrián para que me ayudara con unas tareas. Estábamos sentados frente a su computador mientras el me ayudaba a armar un trabajo, mamá todavía no había llegado de la dulcería. No pudimos evitar comentar algo sobre lo que había pasado la noche anterior y sin querer terminamos besándonos, era solo un beso pero lo que nos interrumpió fue la voz de mi mamá.

- ¿Qué está pasando aquí?

En un segundo, mi castillo de sueños comenzaba a derrumbarse ¿Qué haríamos ahora? Ya les contaré en una nueva entrega.