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Rompiendo fronteras IX

en Erotismo y Amor

¿Cuánto tiempo había pasado sin sentido? Christopher no podía saberlo en ese momento, estaba en un hospital, había sobrevivido. Poco a poco, recordó lo sucedido, su plan había tenido un error.

Railey cumpliría con su parte tal y como estaba acordado, pero igualmente seguía siendo un hombre con poder, y alguien así no está acostumbrado a ser acorralado ni a recibir órdenes con gusto, era de esperarse que buscara vengarse, también era bastante sencillo adivinar que Christopher estaría personalmente verificando la salida del dinero, por un momento estuvo solo y esa fue la oportunidad perfecta. En ese momento entró un doctor.

- ¿Cómo se siente agente?

- Me duele todo a decir verdad.

- Es normal, una de las balas logró llegar a su costilla izquierda, en realidad es un milagro que se salvara.

- ¿Por cuánto tiempo he estado aquí? ¿Cómo llegué?

- Lo trajeron agentes de la policía local y lleva dos días aquí, tuvimos que intervenirle de emergencia pero afortunadamente está fuera de peligro. Si todo sigue bien en una semana podrá irse de aquí. Quién no pudo contarla fue el Jefe Railey, murió de un disparo en la cabeza.

No estaba claro que había pasado, pero posiblemente la guerrilla al verse sin el dinero atacó con todo, o tal vez fuera la misma gente del Pez, pero lo cierto es que Railey había muerto. Más tarde, otros agentes lo encontraron y lo habían llevado al hospital, estaba sumido en sus pensamientos cuando, para su sorpresa, Julia entró a la habitación.

- Julia ¿has venido a verme? ¿Y Anaís?

- Si, vine a verte pero no creas que de muy buena gana. Lo hice porque Anaís casi se muere cuando escuchó en la radio que te habían herido y quiero tranquilizarla.

- ¿Por qué no vino ella?

- ¿Será porque la engañaste ocultándole lo que hacías realmente?

- Julia, entiende que no lo hice con el fin de causarle daño.... yo.

- Escucha bien una cosa, Anaís confiaba en ti y la heriste eso no tiene excusa alguna ¿Qué te hizo pensar que ella iba a rechazarte al saber lo que hacías? ¿Pensabas que no se iba a dar cuenta nunca de la verdad? En fin, es problema tuyo y no tengo que escuchar explicaciones, solo vine para ver como estabas y para pedirte que por favor la dejes tranquila.

- Se que cometí un error, no sabes cuanto me duele haberle mentido, lo lamentaré siempre. Pero soy un ser humano, por favor dile que la adoro, que mis sentimientos hacia ella son sinceros aunque ya no quiera verme más.

Julia no se quedó más tiempo, el dolor de su situación con Anaís le hacía sentirse mucho peor que las heridas de bala que llevaba ahora.

Tal y como se tenía previsto, salió del hospital. Tuvo que pasar por la agencia, hacer informes, terminar varias cosas, naturalmente no habló para nada sobre lo ocurrido con Railey. Luego de un par de semanas de reposo todo estuvo listo para partir, se despidió de todos, incluyendo a Stephanie quien le dijo que lo extrañaría mucho.

Se comunicó con Anthony, este le enviaría el dinero a un casillero que tenía registrado bajo un nombre falso en su propia ciudad, más adelante se ocuparía de eso. Hizo lo necesario para regresarse enseguida a su país. Sin embargo, no podía hacerlo sin tratar de ver a Anaís por lo menos una vez más.

Cuando llegó al centro comercial la encontró cerrando la tienda, posiblemente para ir la Universidad. Entonces, se acercó directamente hacia ella. Hubiese querido encontrar rabia en su mirada, pero en vez de eso sus ojos reflejaban una profunda tristeza, lo cual le resultaba mucho más doloroso.

- ¿A qué viniste? ¿A mentirme de nuevo? ¿A burlarte de la muchachita provinciana a la que lograste enamorar con trampas?

- Anaís, si pudiera regresar el tiempo...

- Pensé que te ibas a morir, en la radio dijeron que te habían herido gravemente - Anaís lo miraba directo a la cara con sus ojos llenos de lágrimas.-

- Anaís, mis heridas no me importan, yo solo quiero vivir para sanar las tuyas.

- Me parece más sencillo vivir sin hacer daño que para curar heridas.

Sin poder evitarlo, Christopher la tomó por la cintura y buscó sus labios en un beso tan intenso que Anaís sintió como se estremecía su cuerpo de pies a cabeza.

- Vamos a otro lugar.

- ¿A dónde?

- Donde sea que podamos hablar tranquilos.

Y casi sin pensarlo la tomó de la mano, bajaron al estacionamiento y se fueron en el auto. Durante el camino Anaís miraba por la ventana, por primera vez no podía descifrar del todo la expresión de su rostro, entre tristeza, desilusión y preocupación.

Llegaron hasta el parque donde semanas atrás habían ido a pasear, a esa hora ya comenzaba a oscurecer. Subieron hasta lo alto de una pequeña colina, desde donde podían verse los caminos del parque que poco a poco se iban iluminando con la luz nocturna; de vez en cuando pasaban trotando algunas personas que iban a ejercitarse a finales de la tarde.

Christopher buscó sus labios nuevamente, esta vez con más suavidad, entrelazando sus dedos entre su pelo.

- Anaís, dime qué tengo que hacer para que me des una nueva oportunidad.

- No lo se Christopher, quisiera confiar en ti pero...

- Lo entiendo, me porté como un estúpido lo se, pero tú me amas Anaís, la gente comete errores, la vida no siempre es tan bonita como en los cuentos de hadas...

- Pero yo me sentía en un cuento... en nuestro cuento.

Christopher se sentó sobre la hierba atrayéndola hacia él de forma tal que se sentara a su lado.

- Los cuentos no existen amor, pero la realidad también puede ser bonita... si nos damos la oportunidad.

Con toda la ternura besó su frente, sus ojos, sus mejillas, sus labios, Anaís le respondía a sus besos, al principio con timidez, luego con más confianza. En ese momento comenzó a desearla como nunca y dejándose llevar fue buscando su cuello para besarlo y morderlo con mucha suavidad, podía sentir como la piel de Anaís se erizaba al contacto con sus labios. Poco a poco fue soltando sus manos, subiendo por su cintura con las yemas de los dedos hasta encontrarse con sus senos que se presentaban deliciosamente firmes aun bajo la tela, comenzó a palparlos con suavidad, mientras con la otra mano subía lentamente desde la rodilla, explorando cada centímetro de sus muslos por debajo de la falda.

- Por favor para Christopher, yo no...

- Lo se Anaís, no me hace falta demasiado para saber que todavía eres una niña, una niña que adoro y que deseo con todas mis fuerzas.

- Si, pero el amor sin confianza no sirve, y para ser sincera a veces siento miedo cuando pienso en todo lo que pasó y en lo que no conozco de ti.

- Tienes razón amor, voy a recuperar esa confianza y lo haré bien. Mañana me voy, tengo que regresar a mi país, no se exactamente cuando vuelva, pero te escribiré. quiero contarte muchas cosas y por ahora no tengo otra manera de hacerlo, no quiero que hayan más secretos para ti. Luego voy a volver Anaís, y entonces espero que me aceptes de nuevo.

Al día siguiente, estaría volando de nuevo a casa.